lunes, 26 de febrero de 2007

La intensidad de un juego lento

Varias veces he escuchado los argumentos de algunas personas que prefieren al fútbol o el baloncesto ante el béisbol porque este es un juego muy pausado que además tiene muchos términos y estadísticas difíciles de seguir. A simple vista esta razón parece contundente. Sin embargo los que seguimos el béisbol con fruición, sabemos que en cada episodio hay emociones que se van concentrando a medida que se acerca el final del juego hasta desembocar en un climax tan o más intenso que un desenlace futbolístico o basketero. Por ejemplo un cierre de noveno inning con las bases llenas y el empate en circulación, el desarrollo de un partido sin hits ni carreras, o la tensión de un juego perfecto como el que lanzara Don Larsen ante los Dodgers de Brooklyn en la Serie Mundial de 1956.
Este viernes 23 de febrero Larsen y Yogui Berra se reunieron en Nueva Jersey cincuenta años después para ver la grabación del juego del 08 de octubre de 1956. El documento fue suministrado por el coleccionista de Illinois Doak Swing.
Ni Larsen, ni Berra habían visto la transmisión original de juego que se pensaba se había perdido hasta que Swing reveló que hace poco más de un año que había adquirido una copia a un coleccionista de Oregon a principios de los noventa.
La transmisión en blanco y negro fue generada por la NBC con pocas cámaras y comerciales en comparación a las transmisiones actuales. Mell Allen narró el juego asistido por el joven Vin Scully.
Larsen, de 77 años, se vio a sí mismo dominar a los Dodgers de Brooklyn de Jackie Robinson, Duke Zinder y Carl Furillo. Y ponchar a Dale Mitchell en conteo de una y dos, para terminar el juego.
Larsen recuerda como sus compañeros aferrados a la superstición beisbolera, evitaban sentarse a su lado o hasta hablarle, en los últimos innings.
“No creía en supersticuiones. Los últimos innings me sentía incómodo porque nadie me hablaba. Sólo me sentía bien cuando subía al montículo”.
Las supersticiones también se extendieron fuera del terreno. Bob Wolf, quien narraba el juego por radio para todo el país, nunca mencionó el juego perfecto por temor a que le ocurriera lo que a Red Barber en 1947. Entonces Barber anunció varias veces que Floyd Bevens lanzaba un no-hitter hasta que lo perdió en los últimos innings.
“Gillete era el patrocinante, ellos recibieron infinidad de cartas y telegramas de aficionados reclamando por los comentarios de Barber”, dijo Wolf. “El miedo a perder la oportunidad de narrar otra Serie Mundial me llevó a ignorar el juego perfecto”.
Otros asistentes a la proyección tienen sus historias particulares. El padre de Paul Lioy lo fue a buscar a la escuela para ir a ver el juego. Pero casi lo hizo perder el final del mismo para evitar el tráfico de vuelta a casa. “En el cierre del séptimo episodio, me miró y me dijo ‘Ok es hora de volver a casa’. Le dije ‘Pero es un juego perfecto. Se está haciendo historia’ Luego, dos señores que estaban en la fila anterior se voltearon y le dijeron ‘Hey, el niño tiene razón’ Entonces nos quedamos”.
Jason, el hijo de Lioy, viajó este viernes desde ÑPittsburgh para ver la película. Ni el ni su padre pensaron ni un instante irse temprano.
En la audiencia hubo gritos cuando Mickey Mantle jonroneó en el cuarto inning para darle a los Yankees la única carrera que necesitaban, ovaciones cuando Snider se zambulló en la grama para robarle un extrabase a Berra.
Durante toda la película Berra y Larsen estuvieron en lugares opuestos del local.
“Como quieran que lo vean, Don lanzó un juego tremendo”, dijo Berra.
Larsen se vio apretando la bolsa de la pez rubia más veces de las que recordaba, en los últimos innings. “Estaba muy nervioso. Lo hice para tranquilizarme”.
Roberta Ziembra, del vecino Clifton, tenía 16 años cuando su padre la llevó al Yankee Stadium para ver el quinto juego de la Serie Mundial. Ella trajo el boleto del juego para mostrárselo a Berra.
“Había un hombre delante de nosotros que se volteó y dijo: ‘Ustedes van a ver algo histórico hoy’ Todo era muy excitante, seguías cada lanzamiento hasta el final, no quería perderte ni un detalle”.

Alfonso L. Tusa C.

Fuente: Yahoo Sports. David Porter. AP writer

miércoles, 21 de febrero de 2007

Entre 1967 y 2007

Hace cuarenta años un grupo de jugadores comenzaron los entrenamientos primaverales bajo la férrea mirada de Dick Williams. Algunos de esos peloteros fueron compañeros de Williams hasta 1964. Para unos Medias Rojas de Boston que venían de un período oscuro, el que su manager declarase “Vamos a tener más triunfos que derrotas” representaba un reto que helaba la sangre para los peloteros. Para los periodistas resultaba una temeridad que entendían como la mejor estrategia de motivación. El equipo de Boston empezó a dar muestras de que algo había ocurrido en sus entrañas desde el principio, cuando el novato Billy Rohr casi lanza un no hitter ante los Yanquis de Nueva York.
La encarnizada lucha que se desarrolló en la Liga Americana.llegó hasta el último día de la temporada. La forma como aquel equipo dejaba el alma en el campo le valió el apodo de “los chicos cardíacos”. La intensidad con que jugaban los otros equipos llevó a los periodistas y aficionados de Boston a llamar aquella gesta “The impossible dream” (El sueño imposible). Los Medias Rojas casi hacen realidad el sueño al batallar hasta el séptimo juego de la Serie Mundial de 1967 contra unos Cardenales de San Luis de alto calibre y un Bob Gibson invencible. Ese fue el comienzo de una escalada lenta pero persistente con otros intentos en las Series Mundiales 1975 y 1986; hasta detener la sequía de 86 años con el título de 2004.
En el periódico The Boston Herald han llamado a los aficionados para que emitan su opinión en cuanto a los jugadores que más han querido desde aquella campaña de 1967. Entre los peloteros reconocidos por la afición hay algunos venezolanos y otros tantos que han jugado como importados en la Liga Venezolana.

Entre los receptores el más votado resultó Jason Varitek, seguido de Carlton Fisk, Tony Peña y Rich Gedman (jugó con los Leones del Caracas en la campaña 83-84).

El inicialista resultó Mo Vaughn, seguido de George Scott (Tigres de Aragua 66-67, Cardenales de Lara 80-81), Kevin Millar, Brian Daubach (Magallanes 96-97), Bill Buckner ( La Guaira 70-71), Carlos Quintana (Mamporal, Miranda. 1965. Águilas del Zulia 1984-1997, Caribes de Oriente (98-99), Nick Esasky y Tony Pérez.

En segunda base eligieron a Jerry Remy, Marty Barrett (Leones del Caracas 83-84), Mark Bellhorn, Jody Reed, Mike Andrews (Magallanes 65-66).

Para la Esquina Caliente escogieron a Bill Mueller, seguido de Wade Boggs, Butch Hobson y Carney Lansford (Leones del Caracas 77-78)

En las paradas cortas las preferencias se inclinaron hacia Nomar Garcíaparra, seguido de Rico Petrocelli, Orlando Cabrera (Tigres de Aragua 98-99), Rick Burleson (Cardenales de Lara 73-74), John Valentin.

El guardián del Monstruo Verde es Carl Yastrzemski, seguido de Manny Ramírez, Jim Rice (Magallanes 73-74), Mike Greenwell y Troy O’Leary (Cardenales de Lara 92-93)

Fred Lynn recibió la mayoría de los sufragios para cubrir el jardín central, le siguieron: Johnny Damon, Ellis Burks, Reggie Smith y Antonio Armas (Pto. Píritu, Anzoátegui. 1953. Leones del Caracas 1971-1991. 75-76 Tibuleones de Portuguesa; 91-92 Caribes de Oriente).

En el right field Dwight Evans (Cardenales de Lara 72-73) emergió electo, seguido de Trot Nixon y Tony Conigliaro.

Para abrir el juego escogieron a Pedro Martínez seguido de Roger Clemens, Tim Wakefield, Curt Schilling, Luis Tiant (Valencia 63-64; Caracas 66-67, 67-68, 70-71; La Guaira 71-72, 72-73, 81-82); Bill Lee (Lara 72-73, La Guaira 83-84); Jim Lonborg (Aragua 66-67), Bruce Hurst, Dennis Eckersley y Oil Can Boyd.

A la hora de voltear hacia el bull pen hubo un empate entre Derek Lowe y Richard Garcés (Maracay, Aragua. 1971. Aragua 1988-2004; Magallanes 2004-2006; Zulia 2006-2007), seguidos de Mike Timlin (Lara 90-91), Bob Stanley, Keith Foulke, Tom Gordon, Lee Smith, Jeff Reardon, Bill Campbell (Aragua 75-76), y Sparky Lyle.

Como bateador designado además de David Ortiz marcaron a Don Baylor (Magallanes 74-75) seguido de Cecil Cooper; Reggie Jefferson; Mike Easler (Zulia 73-75, 80-81); José Canseco.

El héroe de último minuto favorito resultó Dave Roberts seguido de Dave Henderson, Bernie Carbo y Tom Brunansky.

Las riendas del equipo favorito fueron entregadas a Ferry Francona (Zulia 83-84; 86-88) seguido de Joe Morgan, Dick Williams, Grady Little, John McNamara, Darrell Jonson.

Alfonso L. Tusa C

Cable al pasado

Este domingo 18-02-2007, disfruté otra vez “Desafío al tiempo” (Frequency) dirigida por Gregory Hoblit. Reparto: Dennis Quaid, Jim Caviezel, Andre Braugher, Elizabeth Mitchell. Una de esas películas cargadas de ciencia ficción, nostalgia, investigación policial, familia y béisbol. Una mezcla magnética a pesar de la fantasía de la conexión entre futuro y pasado a través de un viejo radio utilizado por Frank Sullivan en 1969, desempolvado por John Sullivan en 1999. A partir de allí se desarrolla una comunicación entre el hijo y el padre muerto a través de la cual John le indica la razón por la que murió dos días antes del accidente y empieza la ficción.
Evitar la muerte de Frank altera varios aspectos de la vida de John en 1999, por ejemplo la muerte de su madre. John adelanta una investigación sobre un asesino en serie que data de 1969 y treinta años después permanece impune. A través del hilo radial logra desenmascarar al criminal con el concurso de Frank. Todo ocurre a mediados de octubre de 1969, territorio de la Serie Mundial y los Milagrosos Mets. La gesta de Tommie Agee, Cleon Jones, Tom Seaver, Al Weis, Ron Swoboda, Don Clendenon, Jerry Koosman, entre otros ante los Orioles de Robinson, McNally, Cuellar, Powell, Blair,etc; sirve de conductor en las investigaciones y en la solidez de la comunicación entre padre e hijo a través del tiempo. Es otra muestra de la intimidad con que el béisbol está ligado a la familia. Al final mientras juegan una caimanera Frank se embasa con un imparable y le dice a John: “Hijo batea un jonrón y llévame al ‘home’ (hogar)”

Alfonso L. Tusa C.

lunes, 12 de febrero de 2007

En pleno carnaval.

La noche del 10 de febrero de 1970, elegìan la reina de carnaval en Cumanacoa, Sucre. Mis hermanos y yo estàbamos màs pendientes del juego que realizarìan los Leones de Ponce (Pto. Rico) y los Navegantes del Magallanes (Venezuela) para decidir el campeòn de la Serie del Caribe en el primer torneo de su segunda etapa.
Nos fuìmos junto a Mamà a la plaza del pueblo para ver la elecciòn y disfrutar de la mùsica bailable. Un radio transistor saliò del bolsillo del pantalón de Felipe y empezamos a escuchar las incidencias del juego. Cada cinco minutos le preguntaba a mis hermanos como iba el juego.
Al rayar las diez de la noche una sarta de cohetes amarrada con papelillo y caramelos anunciaba la reina del carnaval. Templè la camisa de Felipe. “¿Què pasò?” “Dàmaso Blanco adivinò las intenciones de los puertorriqueños y sacò en la goma a Santos Alomar. El juego sigue empatado”.
Mamà decidiò irse a casa de una amiga para conversar. Mis hermanos se quedaron en la plaza con el radio del juego y la alegrìa del conjunto musical. Hube de resignarme a acompañar a Mamà. En el portal de la casa caminaba en ambas direcciones hasta las esquinas. Querìa saber como iba el juego. Mamà preguntò que pasaba. “Quiero saber como va el juego de Magallanes”. La amiga entrò a la casa y trajo un radio pick-up portátil. “Ve si puedes oir el juego ahì”.
Al girar el interruptor, la voz emocionada del narrador burbujeaba entre entre la griterìa. “…Gustavo Gil batea un roletazo sobre segunda base, la bola pasa de hit, Dàmaso Blanco anota la carrera del triunfo. Venezuela campeòn de la Serie del Caribe…” Levantè el radiò sobre mi cabeza y saltè a la calle. Un tipo disfrazado de mujer se bajò del capò de un carro que pasaba. “¿Cómo va el juego?” “Magallanes ganò” La musìca subiò el volumen y se prendiò un baile colectivo sobre el capò del carro.


Alfonso L. Tusa C.

Oswaldo Olivares al Salòn de la Fama de la Serie del Caribe.

Dentro de los restos del naufragio de la temporada 2006-2007 apareciò un pedazo de madera que siguió flotando en altamar hasta llegar a los muelles del consuelo. Oswaldo Olivares el jardinero caraqueño que llegò al Magallanes luego de una fulgurante trayectoria en el béisbol menor (lanzò un juego de 26 ponches en la categoría junior, representò a Venezuela en mundiales de béisbol juvenil a principios de los años 70) y de una disputa con Pedro Padròn Panza y los Tiburones de La Guaira por los derechos de su contrato. Ese Olivares que se roba la segunda base en la canciòn de Billo’s “Magallanes y Susana” fue exaltado a comienzos de este febrero al Salòn de la Fama del Caribe.
De inmediato viene a mi memoria el segundo juego ante las Àguilas Cibaeñas (El primero se habìa perdido 1-0) en la Serie del Caribe de 1979. Olivares pintò dos granadas en la mascota de Baudilio Dìaz para reventar en la goma las posibles carreras dominicanas. Venezuela terminò ganado 2-1 en un juego que resultò clave para la conquista del segundo cetro caribeño alcanzado desde el barco.
Tambièn brilla el tìtulo de bateo que logrò en la Liga de Carolina (A) con .370, ese mismo 1977 fue lìder en carreras anotadas (121) y hits (208). Defendiò la camiseta del Salem.
Ese mismo año en la Liga Venezolana recibiò un pelotazo en la mandíbula que lo alejò del diamante. Aunque siguió siendo un pelotero de gran valor, su ascenso meteòrico se viò afectado por este motivo.
Felicitaciones para Oswaldo Olivares, catalizador de los tìtulos magallaneros en 1976-1977 y 1978-1979.
Siempre habrà aspectos positivos donde refugiarse luego de las tragedias.

Alfonso L. Tusa C.

martes, 6 de febrero de 2007

La noche de Funderburk


Los Navegantes venían de perder tres al hilo, y una victoria contra sus eternos rivales podría significar un cambio en el animo del club. Después de todo, nada mejor que sacudir al Caracas en su propio "patio para sacarse la pava" de la derota.
Por los turcos abrió el zurdo Bob Kipper, mientras que Bill Mooneyham lo hizo por los leones.
Un nuevo record en taquilla dejaron 24 mil aficionados que, como siempre, acudieron en masa para presenciar el choque.
El cierre del primero representó movimiento del marcador cuando el jardinero Erick Bullock ligó sencillo a la izquierda y se robó la segunda. Seguidamente William Ereú dobleteo para traer a Bullock y romper el celofán. El camarero magallanero Angel Escobar pecó ante rolata de Tom Runnells dejando dos en las almohadillas. Andrés Galarraga la rodó por la antesala, Dimas Gutierrez la tomó e intentó sacar al corredor en la intermedia , pero Escobar pomponeó la bola y el out no se hizo, situación aprovecho Ereú para engomarse y dejar nuevamente dos en las bases. Luego vino Jesús Alfaro y con largo doblete impulsó a Runnells y a Galarraga a la casa con la tercera y cuarta rayita del tramo.
A pesar de la diferencia, los visitantes valencianos no se amilanaron y descontaron la ventaja en el tercero.
En ese capítulo, Gutiérrez y Pedro Chávez hitearon para poner dos en circulación. El peligroso Joe Oursulak roleteó por la intermedia avanzando los corredores. El turno era para Ángel Escobar, quien tenía el compromiso moral de resarcir los dos errores del primer episodio. El criollo esperó pacientemente y, ante un envío de Mooneyham, despachó sobervio tubey remolcador de dos para los bucaneros.
Pero lo bueno no acabó allí. Todavía faltaba la estocada final de los marinos sobre los melenudos.
En esta oportunidad fue en el inning seis. Benny Distefano negoció cuatro malas y el designado de los turcos, Mark Funderburk, la desapareció por el jardín izquierdo para nivelar el cotejo.
Con ese metrallazo, Funderburk explotó al abridor Mooneyham, quien dió paso a Marty Kain.
El nuevo lanzador caraquista otorgó boleto a Barry bonds y recibio incogibles de Roberto Ramos, y Gutiérrez, llenando las bases. Oursulak produjo la tercera de la entrada y hit de Escobar añadio otra, la cuarta del inning.
Aún estaba "lleno el autobús" cuando Distefano aportó dos mas con petardo a los jardines poniendo el juego 7 x 4, ahora favorable a los elcéctricos.
La escena estaba entonces servida para que el negrón del Magallanes entrara en el libro de records: un dantesco vuelacercas, bueno para tres anotaciones, fungió como corolarioa una magistral demostración de poder del gigantón norteamericano, que se convirtió en el primer pelotero en volarse la bard !dos veces en un mismo capitulo!
Fundreburk recorrió lentamente el cuadro disfrutando al máximo su conexión.
Los capitalinos ripostarían con dos m;as en el cierre del sexto y otra a la altura del octavo, pero nada pudieron hacer ante la demoledora maquinaria cabrialense, que con Funderburk y Escobar como ejes principales de la ofensiva y un efectivo Bob Kipper desde el morrito y lanzando completo, dieron gran satisfacción a sus parciales.
Otra birllante actuaxión del equipo que ganó al Caracas 11 x 7.

Fuente: 99+1
Giner García
Emil Bracho
Luis E. sequera