viernes, 29 de junio de 2012

Medio siglo del primer no-hitter de Sandy Koufax

Cualquier aficionado al béisbol tal vez recuerde este juego. Casi seguro cualquier fanático de los Dodgers si lo ubica en su memoria. Para un cultor de Sanford Koufax, al más genuino estilo de Humberto Acosta, resultaría un sacrilegio permitir que la amnesia borrara ese momento cuando Koufax empezaba a dar muestras contundentes de su presencia monticular. El 30 de junio de 1962 Koufax subió al morrito de Chavez Ravine para enfrentar a los novicios Mets de Nueva York. La campaña anterior había experimentado su primer registro notable 18-13. Koufax llegaba a ese juego con marca de 10-4 para los ocupantes del segundo lugar de la Liga Nacional. Por los Mets Bob Miller soltaría las serpentinas. Koufax no estuvo tan dominante como en sus no-hitters posteriores. Concedió cinco boletos y escapó de varias situaciones apremiantes. Aún así, se las arregló para ponchar 13 contrarios. El primer inning se lo llevó a paso de conga. En el segundo pasó su primer susto cuando Frank Thomas bateó un roletazo invisible al hueco entre tercera y short. El torpedero Maury Wills corrió hacia su derecha, agarró la pelota con el guante de revés y lanzó a primera para sacar al lento Thomas Los Dodgers se fueron adelante en el propio primer inning mediante triple de Willie Davis, sencillos de Tommy Davis y Frank Howard con un boleto en el medio, doble de dos carreras de John Roseboro y sencillo de Larry Burright. Howard agregó cuadrangular en el séptimo inning. En el sexto episodio Koufax vivió otro momento escalofriante ante el dos veces campeón bate de la Liga Nacional Richie Ashburn quién descargó un linietazo al jardín izquierdo donde Tommy Davis perdió la pelota momentáneamente en las luces pero luego se recuperó para completar una espléndida atrapada. Koufax había caminado a Ashburn y a Felix Mantilla en los primeros innings, ninguno llegó a segunda base. Como para ponerle un toque de suspenso al juego concedió un boleto en cada uno de los tres episodios finales. Caminó a Thomas en el séptimo y a Elio Chacón en el octavo. En el noveno caminó al zurdo Gene Woodling, un sorpresivo bateador emergente para iniciar el episodio. Con Joe Christopher llamado a correr por Woodling, el siempre peligroso Ashburn largó una línea hacía la linea del jardín izquierdo que salió de foul a último momento. Entonces soltó un roletazo que tomó Wills para forzar a Christopher en la intermedia. Luego Rod Kanehl entró a la caja de bateo y en cuenta de dos strikes bateó un saltarín por tercera base que tomó Jim Gilliam y forzó a Ashburn en segunda base. El último out llegó unos momentos después cuando Mantilla conectó un rodado de botes altos por los predios de Wills quién se echó hacia atrás y atrapó la pelota sobre su cabeza en el segundo bote, luego soltó rápido a primera y se concretó el out 27. Koufax lograba el primero de sus 4 no-hitters. Más adelante en aquella temporada fue colocado en la lista de incapacitados por problemas de circulación en el dedo índice de su mano izquierda. Terminó con marca de 14-7. Alfonso L. Tusa C.

martes, 26 de junio de 2012

El noveno juego sin hits ni carreras lanzado en Fenway Park

Para ser un catcher convertido en pitcher Earl Lawrence Wilson lo terminó haciendo bastante bien. El nativo de Ponchatoula, Louisiana (02 de octubre de 1934) tuvo una meritoria carrera como lanzador de Grandes Ligas. Agenció ocho temporadas con más de diez triunfos, alcanzó su tope con 22 victorias en 1967 cuando jugaba para los Tigres de Detroit. Comenzó su carrera en el béisbol profesional en 1953 con el Bisbee-Douglas de la liga Texas-Arizona. Se fracturó una mano y mientras estuvo lesionado empezó a practicar como pitcher. El 26 de junio de 1962 Wilson hizo historia al convertirse en el primer lanzador negro en lanzar un juego sin hits ni carreras en la Liga Americana. Lo hizo ante los ocupantes del cuarto lugar, los Ángeles de Los Ángeles y Bo Belinsky, quién unos semanas antes había lanzado sin hits ni carreras. Wilson llegó al juego con marca de 5-2, había ganado al hilo las últimas tres decisiones para los ocupantes de la octava casilla, los Medias Rojas de Boston. Aquella sería la quinta ocasión en que un lanzador de los patirrojos propinaba un no-hit no-run en Fenway Park, el primer derecho que lo hacía desde 1917 cuando Ernie Shore sustituyó a Babe Ruth luego de ser expulsado en el primer inning. En su última apertura Wilson había mantenido sin imparables a los Tigres de Detroit durante los primeros cinco episodios. Wilson también se convirtió en el segundo pitcher que bateaba un cuadrangular durante su juego sin hits ni carreras, el primero fue Jim Tobin de los Bravos de Boston en 1944, su estacazo de 420 pies en el tercer inning, le dio la carrera que necesitaba para ganar. Belinsky lanzó muy buena pelota, permitió sólo tres imparables y ponchó 10 antes de salir por un emergente en el octavo tramo. Permitió una carrera sucia en el cuarto inning, allí se combinaron un error de Lee Thomas y sencillos de Pete Runnels y Carroll Hardy. Wilson ponchó 4 y caminó 4 mientras mezclaba su recta con la slider y una curva lenta. Sus momentos más difíciles ocurrieron al principio del juego. Luego de retirar el primer episodio a paso de conga, caminó a Thomas para abrir el segundo inning, este pasó a segunda con el rodado de Buck Rodgers. Después retiró a Earl Averill y a Eddie Yost con rodados al cuadro. Wilson mantuvo a raya a los Àngeles hasta el quinto episodio. Allí caminó a Averill y Yost con un out. Joe Koppe descargó un elevado altísimo hacia el Monstruo Verde que Carl Yastrzemski tomó con la espalda contra la pared. Belinsky siguió con elevado fácil al centro. Otro momento difícil ocurrió en el sexto con dos outs, Billy Moran corría en primera por boleto. Thomas largó un roletazo durísimo entre primera y segunda. El inicialista Runnels hizo la jugada defensiva del juego al lanzarse de cabeza para capturar la pelota y luego correr para llegar a tiempo a la almohadilla. Luego de llevarse el séptimo por la vía rápida, el antesalista Frank Malzone salvó a Wilson con otra jugada magistral en el octavo inning. Abriendo el episodio Koppe levantó un elevado de foul hacia el dugout de tercera base. Malzone corrió hacia el dugout, colocó el pie derecho en el primer escalón y se inclinó para hacer una atrapada con el guante de revés. En el noveno, con la multitud al borde de sus asientos y Wilson lanzando misiles, Moran inició el inning con un elevado al jardín izquierdo corto que llevaba todas la características de un Texas leaguer. El shortstop Eddie Bressoud corrió hacia la raya de foul y atrapó la pelota con una mano. El próximo bateador era Leon Roberts, el líder jonronero de la Liga American. En conteo de una bola sin strikes levantó un elevado fácil a Gary Geiger en el jardín central. Entonce vino a batear el peligrosísimo Thomas, en conteo de 1 bola y dos strtikes descargó un batazo dantesco a lo profundo del jardín central donde Geiger la atrapó a 400 pies del plato. Wilson levantó los brazos. Tom Yawkey, el dueño de los Medias Rojas lo premió con un aumento de 1000 dólares en su salario. Alfonso L. Tusa C.

lunes, 18 de junio de 2012

¡Gracias por no fumar! Grande Chiquitín.

Hay frases difíciles de pronunciar. Pueden interpretarse como sermón. Pueden convertir en aborrecibles a quién se atreva pronunciarlas. Hasta que llega alguien que sabe enfocarlas y logra alumbrar un trayecto duro de transitar. La perseverancia y el tono amistoso develan el rumbo difícil y aportan recursos para el camino. Eso transmitía Herman Chiquitín Ettedgui cada vez que reconocía a su audiencia televisiva “¡Gracias por no fumar!” Sabía de las andanzas deportivas de Chiquitín. Beisbolista Profesional y corredor de cien metros planos fueron las especialidades que más conocí de él, seguramente por mi inclinación hacia esos deportes. Escuchando los juegos de pelota y las carreras de caballos con mis hermanos muchas veces escuché: “Anotador oficial: Chiquitín Ettedgui”, o “El comisario Chiquitín Ettedgui junto a sus compañeros está observando la repetición de la carrera”. Varias veces me tope con más de un artículo en la página deportiva del diario El Universal. La vista discurría un sendero refrescante hasta preguntar “¿Por qué se acaba aquí?” Cuando regresaba al encabezado, las letras pequeñas decían Chiquitín Ettedgui. Una mañana sabatina leí en Meridiano que TVN5 transmitiría la pelea por el campeonato mundial pluma entre Rubén Puas Olivares y Alexis Arguello. “Chiquitín Ettedgui estará a cargo de la transmisión”. La recepción visual de la Televisora Nacional era muy defectuosa en Cumanacoa. Aún con las características de la narración televisiva pude seguir al detalle cada pasaje de la pelea, incluído el ritmo emocional del enfrentamiento. Aún puedo escuchar a Chiquitín: “El Puas Olivares, no puede más señores. Este muchacho Arguello tiene dinamita en las manos”. Lo encontré otro sábado a la salida del centro comercial La Casona de San Antonio de Los Altos. Hablamos del tema deportivo cual amigos de siempre. Le pregunté por su experiencia junto a su sobrino Carlos Alberto Hidalgo en el circuito radial de los Llaneros de Acarigua en la temporada 1968-69. “Esa es una experiencia que nunca olvidaré. Carlos Alberto no llegaba a los veinte años. Le expliqué al principio todas las vicisitudes que le toca vivir a los integrantes de un circuito radial. Me dijo que él estaba listo para eso. Siempre fue un muchacho muy voluntarioso, le gustaba mucho el béisbol y lo estudiaba mucho. Llegó un juego cuando le dije: “Ok, hoy harás los comentarios finales del juego tú sólo”. Pasó todo el juego sudando más que de costumbre. Cuando llegó el noveno inning le dije. “¡Vamos sobrino, deje la sudadera, que usted tiene guáramo y conocimientos para hacer este trabajo!” Carlos Alberto sonrió y me abrazó. A principios de la década de 1980 luego de las extenuantes jornadas de las prácticas de laboratorio, biblioteca o clases teóricas en el IUT Cumaná, hacía higiene mental cuando me subía al bus, soltaba la mirada entre el canal de regadío y los pájaros picoteando mangos. Luego apretaba los dedos para que el tráfico me permitiera llegar a casa a tiempo de ver “El Apasionante Mundo del Deporte” un programa de variedades que tenía Chiquitín en Venezolana de Televisión. Allí lo vimos comentar sobre los atletas de pista Sebastian Coe, William Wuycke; los beisbolistas Antonio Armas, Marcano Trillo, Manuel Sarmiento, Oswaldo Olivares, Carlton Fisk, Dwight Evans, Carl Yastrzemski; los futbolistas Iker Zubizarreta, Cheché Vidal, Fósforo Cedeño, la judoka Natasha Hernández, la tenista Marlin Noriega y tantos otros episodios que me hacían reencontrar razones para mirar la vida con optimismo. Antes de despedirnos en La Casona Chiquitín refirió el episodio del último juego de la Serie del Caribe de 1979. “Los importados del Magallanes amenazaron con abandonar el equipo si no les pagaban de inmediato un dinero que les debían. Joseíto (Dr. José Ettedgui) me llama y me dice lo que está pasando. Le dije que me diera un tiempo para ver que se podía hacer y conseguimos la plata con un apostador venezolano que estaba en la Serie del Caribe. Los peloteros se tranquilizaron y Magallanes le ganó a México el partido decisivo”. Antes de irse le pregunté por la vez que estuvo como comentarista del circuito radial del Magallanes. “Fue una de las épocas más difíciles del Magallanes, en plena sequía de principios de los ’80. Magallanes andaba muy mal, pero siempre hay que buscar alguna esperanza en el temporal. Eso era lo que hacía después de los juegos”. En la entrega del premio del II Concurso de Literatura y Beisbol auspiciado por la Liga Venezolana de Béisbol Profesional. Chiquitín se me acercó. “Esa Temporada Mágica del Magallanes de 1969-70, todavía la disfruto. Hace falta que se escriba más de esos momentos grandes del deporte venezolano”. Particularmente siempre escucharé esa frase en toda su profundidad y pertinencia. “¡Gracias por no fumar!” Alfonso L. Tusa C.

viernes, 15 de junio de 2012

Félix Doubront de vuelta

Luego de la salida anterior, cuando Doubront fue castigado por los Nacionales de Washington, crecieron las expectativas por saber cual sería la actitud del zurdo venezolano en su próxima salida. Los Medias Rojas de Boston pasan por momentos difíciles y la tensión de los lanzadores es mayor en cada juego. Particularmente siempre he reconocido el estilo pausado y cerebral de Doubront, aunque Buchholz había dejado en sólo una carrera a los Marlins de Miami la noche anterior, algo me decía que al menos tendría una salida aceptable. Los reportes matinales de la radio y los medios escritos destacaban el no-hitter de Matt Cain y también mencionaban el trabajo de Doubront. 7 entradas completas. 2 carreras limpias. 3 imparables. 1 boleto. 9 ponches. Se apuntó la victoria 10-2. Las pocas veces que lo he visto lanzar con Magallanes en la liga venezolana, demostró ese dominio de la zona de strike y la habilidad para utilizar el lanzamiento adecuado en el momento propicio. Fueron apariciones de 3 o 4 episodios. Lamenté que no lo dejaran más porque se veía con las herramientas para mantenerse al menos los seis o siete capítulos que está lanzando en Grandes Ligas. Las lesiones han llevado a los Medias Rojas a llevarlo poco a poco en las menores. Quién sabe si lo hubiesen dejado lanzar más innings, si ahora mismo no estuviera lanzando 7 y hasta 8 innings por juego. “Cuando vi que íbamos por el quinto inning y no había permitido imparables, me dije, ‘Eso es todo. Vamos muy bien’. El tiene condiciones para esto”, dijo el receptor Jarrod Saltalamacchia. “Es uno de los mejores. Ha mostrado mucha seguridad en el montículo. Si es capaz de mantenerse, va a ser un pitcher especial. Ya lo es”. En su décima tercera salida de la temporada Doubront tenía un juego sin hits ni carreras en 5.2 innings, entonces José Reyes le bateó un jonrón. Completó 7 innings en las mayores por primera vez en su carrera. La forma como manejó su recta de 94 millas, la sinker, el cambio y una recta cortada, resultó esencial en la victoria 10-2 de los Medias Rojas. Mostró una gran madurez al dejar atrás el castigo recibido en el juego anterior y como lo dijo Nick Cafardo en The Boston Globe, bien valió la pena que los Medias Rojas tuvieran la paciencia y aguantaran las ganas de cambiarlo o dejarlo libre, ante sus lesiones y altibajos. Pudo más la imagen de perseverancia del pitcher que empezó en la organización bostoniana cuando tenía 17 años, en 2005. En la Venezuelan Summer League dejó marca de 7-1 con .97 de efectividad. “La diferencia fue que en este juego mantuve la pelota baja”, dijo Doubront. Saltalamacchia piensa que la clave estuvo en la actitud del zurdo. Siempre atacó a los bateadores con rectas explosivas adentro y cuando se sentaban a esperarla los sorprendía con la sinker afuera. Además de Saltalamacchia, Doubront también impresionó a su manager Bobby Valentine quién comentó que había sido una actuación sobresaliente. Empezó el juego con boleto a Donovan Solano. Luego retiró en fila los próximos 16 bateadores, 8 de ellos por la vía del ponche, antes de que Reyes le bateara el jonrón ante una sinker afuera. Valentine estaba entusiasmado con la forma como Doubront se recuperó luego del jonrón, “había perdido el no-hitter, sin embargo ponchó al próximo bateador (Solano)”. Cuando Hanley Ramírez y Giancarlo Stanton abrieron el séptimo inning con sencillo y doble, Valentine salió a conversar con Doubront. Le dijo que respirara profundo y atacara a los bateadores con strikes. Retiró los próximos 3 bateadores y dejó el juego 4-2. Fue muy importante para él llegar a la barrera de los 7 epsiodios. Doubront estaba muy contento porque pudo ejecutar un toque de sacrificio en el tercer inning que contribuyó a la primera carrera de Boston. Será bien difícil ver a Doubront lanzar con el Magallanes. De todas formas cada vez que lanza, hay un asomo de letras amarillas y azules a un costado de las Medias Rojas. Alfonso L. Tusa C.

lunes, 4 de junio de 2012

Johan Santana y la pared de ladrillos

En algún momento del juego de los Mets de Nueva York ante los Cardenales de San Luis de este viernes 01 de junio de 2012, me parece que al completarse el séptimo episodio, empecé a recordar un testimonio de Jim Bunning sobre los juegos sin hits ni carreras. El autor de dos no-hitters (uno de ellos perfecto) dijo que lanzar un juego sin hit ni carrera era como manejar un carro a toda velocidad en una bajada, maniobras el volante, mueves la palanca de los cambios de velocidad, pisas el pedal del freno hasta el fondo, cuando el olor de liga de freno impregna la cabina y piensas en lo inevitable el carro se detiene como por arte de magia a centímetros de la pared de ladrillos. Quizás en el segundo episodio cuando caminó a David Freese y a Yadier Molina después de sacar el primer out en largo elevado al jardín central, nadie imaginaba siquiera que Santana completara aquel juego. Regresó para ponchar a Matt Adams y a Tyler Green. Cierta tendencia al descontrol sugería que veríamos a Santana salir del juego a partir del sexto inning. Empecé a sospechar los primeros asomos de que había algo en el ambiente cuando en el cierre del cuarto inning, Lucas Duda trajo a Kirk Nieuwenhuis con la carrera que le habría bastado al merideño para ganar. Luego anotaría Dave Wright la segunda impulsado por triple de Daniel Murphy. En el sexto Duda trajo 3 más con jonrón. Y en el séptimo marcaron otro trío. El sexto episodio resultó el más controversial del partido. Carlos Beltrán soltó una línea sobre tercera base que levantó cal de la línea del jardín izquierdo. Adrian Johnson, el árbitro de tercera, sentenció foul, aunque la repetición mostró que la pelota había caído sobre la línea. “Vi que la pelota pegó fuera de la línea”, le dijo Johnson a un reportero. En aquel momento recordé a Armando Galarraga y al árbitro Jim Joyce el 02 de junio de 2010. También burbujeó en mi mente Jim Bunning manejando el carro por la bajada. Me dije, “Bueno, el béisbol al menos le va a dar a Beltrán la oportunidad de volver a batearle otra línea a Santana”. El pitcher zurdo terminó dominando a Beltrán con rodado por la antesala. Entonces ponchó a Matt Holliday y salió de Craig con elevado en foul a la inicial. Allí empecé a ver que los neumáticos del carro tenían sustancia para resistir el frenazo. En el séptimo empezaron a flotar los fantasmas de todos los no-hitters truncados en la historia de los Mets. Cuando Mike Baxter decapitó un batazo peligroso de Yadier Molina con etiqueta de extrabases, por un momento flotó en el ambiente aquel juego del 13 de mayo de 1970 cuando Gary Gentry llegó al octavo innings ganando 4-0 sin permitirle imparables a los Cachorros de Chicago. Luego de dos outs, Ernie Banks despachó sencillo a la izquierda. En el octavo los escalofríos me hicieron levantar varias veces de la silla de extensión. La inexistencia de no-hitters en la historia de los Mets me hizo pensar en Tom Seaver cuando Santana concedió boleto a Rafael Furcal luego de dos outs. Tom El Terrífico, quién le declaró a Richard Sandomir que estaba muy contento por Santana “porque es un tremendo pitcher” y que por fin los Mets habían alcanzado esa meta que tenían pendiente desde hacía mucho tiempo, perdió un juego perfecto ante los Cachorros de Chicago el 09 de julio de 1969 cuando luego de un out en el noveno inning Jimmy Qualls le conectó imparable. El 04 de julio de 1972 Seaver perdió otro no-hitter en el noveno inning ante los Padres de San Diego, esta vez el victimario fue Leron Lee. El 24 de septiembre Seaver sacó 2 outs en el noveno out para perder otro no-hitter ante los Cachorros, Joe Wallis fue el encargado de estropear la joya. Todo ese panorama llenó se mariposas negras y sonidos de bisagras herrumbrosas la apertura del noveno episodio. La línea de Holliday al jardín central corto me hizo saltar como si tuviera el guante con que Andrés Torres capturó el batazo. Cuando Craig soltó la línea hacia el jardín izquierdo me pareció que era una reencarnación de Qualls, Lee y Wallis. El humo de liga de frenos se mezcló con el de caucho quemado cuando Nieuwenhuis tomó la pelota en el campo izquierdo. Había llegado el momento de completar la magia. Santana respiró profundo hasta encontrar los strikes que le permitieron atravesar los 50 ladrillos de historia que separaron a los Mets de Nueva York de su primer juego sin hits ni carreras. Alfonso L. Tusa C.