martes, 22 de octubre de 2013

En la derrota y en la victoria

En el juego del domingo 20 de octubrte de 2013, Yoel Hernández recibió batazos importantes que su defensiva y errores en corrido de las bases de los Tigres de Aragua disimularon. El sábado recibió un batazo que se llevó en claro al jardinero central Ezequiel Carrera para dejarlo en el terreno. En menos de veinticuatro horas regresó al mismo escenario del noveno episodio con el juego en vilo. Las preguntas que muchos se hacen a la distancia son ¿Hubo reflexión y análisis en el clubhouse luego de revés sabatino? ¿Se sentó Roberto Espinoza a conversar con Hernández la noche del sábado o en el mediodía dominical? ¿Se sentó alguien del cuerpo técnico o de sus compañeros a razonar con Carrera sobre porqué estaba jugando tan adelantado faltando un out para cerrar el inning, o porqué le hizo swing a los envíos de un pitcher con tendencia descontrolada con tres en bases sin outs? El béisbol es un juego que siempre te da segundas y terceras oportunidades, pero hay que prepararse para aprovecharlas. Eso requiere mucha disciplina y disposición a reconocer errores, eventos propios de los seres humanos que solo mediante una actitud apropiada es posible corregir. En apariencia las reflexiones sobre la actuación del sábado pasaron por alto o se obviaron para otro día. Sin embargo existen distintos tipos de seres humanos, capaces de reflexionar a solas. O distintos grupos en algunos de los cuales puede existir la química y el espíritu de avanzar y aprender juntos aún más allá de las observaciones del cuerpo técnico. Los Navegantes del Magallanes de la temporada 2013-2014 pareciera ser un colectivo donde el trabajo de equipo trasciende cualquier tipo de relación individual. Es cierto que las decisiones se toman en el cuerpo técnico, sin embargo los objetivos solo fraguan en la acción de los ejecutantes. Un equipo donde cada uno de los jugadores que puede jugar alrededor de la segunda almohadilla entiende y mantiene el nivel de juego aun cuando juega dias intercalados. Donde hay variaciones casi diarias en primera base y el jardín derecho. Donde los receptores saben que por más enrachados que estén, siempre hay un compañero en la banca que lo puede hacer tan bien como ellos. Demuestra que existe un objetivo más allá de los logros individuales. Por eso quizás Hernández pase algunos días sin venir a lanzar en el noveno inning, o quizás no y mañana esté de nuevo en el candelero. Quizás venga otro relevista y aprenda de su éxito. Y quizás Carrera siga jugando adelantado en el centerfield y decida ser más paciente ante ciertos pitchers. Regresarán a esos momentos decisivos y muy probablemente dominen a los contrarios o rectifiquen su posicionamiento en el campo porque hay un trabajo de equipo que les hace exprimir las enseñanzas más amargas de la derrota o la victoria para volver al día siguiente a dar lo mejor sobre el terreno. Siempre que hay un equipo que vive en conjunto las derrotas y las victorias, cada uno de sus integrantes, sacará aprendizajes más profundos que lo comprometerá a ser mejor el día siguiente. Alfonso L. Tusa C.