Las cartas siguen llegando. Cada pocas semanas, Benny DiStefano abre su buzón y encuentra una carta de un jugador de pequeñas ligas, o del padre de uno, pidiendo consejo. Él es la única persona que conocen, que saben que entenderá.
Hace 20 años este martes 18 de agosto de 2009, DiStefano, entonces un grande liga suplente, jugó como catcher zurdo en un juego de grandes ligas. Nadie más lo ha hecho desde entonces. Como las noches de damas, o los pitchers llamados Wilbur, los catchers zurdos están efectivamente extintos, por razones en las cuales hay poco consenso.
“No tengo idea”, dijo Joe Mauer, el catcher Todos Estrellas de los Mellizos de Minnesota (derecho, naturalmente).
“¿Es por qué hay más bateadores derechos?”, dijo el catcher de los Bravos de Atlanta Brian McCann.
“¿De verdad no ha habido un catcher zurdo en 20 años?, dijo Joe Torre, un catcher Todos Estrellas en la década de 1960. “Bien, en principio, los pitchers zurdos no lanzan la pelota en línea recta”.
Los equipos de Grandes Ligas han estado buscando receptores por mucho tiempo, le han rogado a las madres que dejen a sus hijos jugar esa posición, sin embargo dejan de lado una corriente de talento que lanza a la zurda. En los últimos 100 años, Dale Long recibió dos innings para los Cachorros de Chicago en 1958, Mike Squires hizo otro tanto para los Medias Blancas en 1980.
Y desde el 18 de agosto de 1989, cuando DiStefano fue catcher zurdo por última vez, el béisbol ha usado uniformes del pasado, y hasta han vuelto a compartir las ganancias, pero no las de DiStefano. En las Ligas Menores no hay un solo catcher zurdo en la actualidad.
“Este es un juego de cambios lentos”, dijo DiStefano, en la actualidad coach de bateo de los WhiteCaps de West Michigan, un equipo afiliado de los Tigres de Detroit en Clase A. “Hace falta un manager creativo que quiera experimentar con algo que se salga de lo común”.
DiStefano tuvo esa oportunidad a finales de 1988, cuando le preguntó a su manager en los Piratas de Pittsburgh, Jim Leyland, si podía ser el catcher de emergencia del equipo. A DiStefano le gustaba mucho catchear en los campos beisboleros de Brooklyn donde jugaba en su infancia, pero luego fue mudado a los jardines. Leyland recordó como el mundo no se salió de su eje cuando su antíguo jefe Tony La Russa usó a Squires como catcher, así que le permitió a DiStefano ir a la liga instruccional ese otoño para que reaprendiera la posición.
La próxima primavera, cuando un experimento de rosters de 24 peloteros, le restó flexibilidad a los equipos, DiStefano se mantuvo como jardinero suplente, primera base y, si, receptor. Lo trajeron en tres juegos y mascoteó por 6 innings. El único corredor que intentó robarle una base fue Oddibe McDowell de los Bravos de Atlanta, el 18 de agosto.
“Fue una curva contra el suelo”, dijo DiStefano. “Casi lo hice. Tuve tan buena oportunidad de sacarlo como cualquiera”.
Ningún zurdo se ha colocado los aperos de catcher desde entonces. Pocas personas saben el porque. Las pequeñas ligas ven receptores zurdos ocasionalmente, las mascotas para zurdos se encuentras en las tiendas deportivas locales, pero en el béisbol profesional no ocurre nunca. DiStefano entiende mejor que nadie cuales teorías tienen sentido y cuales no.
Ninguna es más valedera que la Conjetura del Bateador Derecho, la cual dice que en los intentos de robo los receptores zurdos tienes que lanzar alrededor de los bateadores derechos, los cuales son más numerosos que los bateadores del otro lado del plato. Pero los receptores derechos no parecen tener problemas lanzando alrededor de los bateadores zurdos, además, mientras los bateadores derechos tomaron el 62 % de las apariciones al plato hace 50 años, ahora es casi 56 % versus 44 % de los zurdos.
La tesis de Torre sobre la trayectoria de los lanzamientos hechos por los zurdos, fue inmediatamente dejada de lado por su colega catcher convertido en manager de los Marineros de Seattle, Don Wakamatsu.
“Hay muchos lanzadores zurdos que no llegan a las Grandes Ligas porque sus envíos son demasiado rectos”, dijo Wakamatsu.
En referencia a que el lanzamiento de un zurdo a segunda base generalmente se dirige lejos del corredor antes que hacia él, DiStefano comentó. “A medida que desarrollas experiencia puedes dirigir mejor el envío hacia la base”.
Los lanzamientos para sorprender a un corredor en primera base son menos importantes que los tiros a tercera. Como lo dijo Torre: “Los corredores van en una dirección, y en el caso del tiro a tercera, los bateadores derechos impedirían el lanzamiento de un receptor zurdo. Pero DiStefano, también desestimó ese argumento.
“Cuando tenía que lanzar a tercera, hacía un poco de trampa, me echaba varias pulgadas hacia atrás y dejaba mi pie izquierdo dirigido hacia fuera”, dijo DiStefano. “No tenía que reacomodar los pies porque mi brazo era muy potente. Y cuando los corredores roban tercera, 9 de 10 veces es responsabilidad del pitcher”.
DiStefano dio dos explicaciones. Los toques hacia tercera base, le causan problemas a los catchers zurdos. Al agarrar la pelota, pasarla a la mano de lanzar y lanzar a primera o segunda base, sus cuerpos quedan en posiciones incómodas. Los tiros para los derechos son más abiertos y naturales.
Pero el problema principal que encontró DiStefano fueron las jugadas en el plato. Porque tenía la mascota en la mano derecha, cada lanzamiento preciso hacia el lado donde el corredor llega al plato, tiene que ser tomado de revés, lo cual impide la rapidez para tocar al corredor. Y en los disparos de los jardineros sobre la línea de primera base, tomar la pelota con la mano derecha dejaría el hombro de lanzar abierto al corredor.
“Si hay una jugada violenta, el catcher zurdo va a salir lesionado”, dijo DiStefano.
DiStefano trató de aprovechar su nueva versatilidad, mediante un trabajo mejor pagado en Japón en 1990. Asistió a los entrenamientos primaverales de los Astros de Houston en 1992, con los pitchers y catchers, e hizo el equipo en parte porque podía servir como catcher de emergencia. Nunca jugó como receptor, pero ellos necesitaban un jugador adicional porque Craig Biggio iba a pasar a segunda base.
Pensemos en esto, hablando de segunda base. ¿Por qué tampoco hay segundas bases zurdos? ¿Ni terceras bases ni shortstops?
“Me parece que todos los zurdos terminan como pitchers”, dijo el shortstop de los Astros Miguel Tejada.
Aparentemente es así. Hace aproximadamente 15 años, un zurdo adolescente de la liga de verano de Lumps Gas Station en Clifton, Texas, jugó un partido en el short, él recordó. “Ellos dijeron que los zurdos no deben jugar esa posición”, y fue mudado. El adolescente era Zach Duke, ahora un lanzador zurdo del equipo de Todos Estrellas de los Piratas de Pittsburgh.
Ningún campocorto zurdo ha jugado un inning en la posición en las Grandes Ligas en 100 años. En cuanto a los segundas bases sólo ha habido 3 desde la Segunda Guerra Mundial: George Crowe con los Cachorros de Chicago de 1958 (hizo dos outs), Sam McDowell con los Indios de Cleveland en 1970 (mientras tomaban turno dos bateadores derechos antes que el regresara a lanzar), y Don Mattingly (porque lo ubicó allí Billy Martin para el último out del juego del incidente del alquitrán de pino en 1983).
“Los segundas bases no pueden ser zurdos, así no puedes hacer un dobleplay, recibes la pelotas y tienes que darte la vuelta para lanzar a primera”, dijo el tercera base de los Rangers de Texas Michael Young, quién antes de esta temporada jugó exclusivamente en el medio del infield. “Los shortstops también tendrían problemas para lanzar la pelota en un dobleplay. Nunca lo he visto. Y tampoco espero verlo”.
Esto nos lleva a tercera base y el versátil Squires, quién fue uno de los mencionados anteriormente como catcher zurdo. Pocos zurdos han jugado brevemente en tercera base (incluyendo a Mattingly en 1986), pero Squires jugó 13 juegos allí para los Medias Blancas de 1984.
Los antesalistas zurdos tienen que tomar todas las pelotas bateadas hacia el hueco del shortstop, con el guante de revés, lo cual les limita el alcance, a menos que su coordinación sea tan espectacular que los lleve a ubicarse en la posición de shortstop.
Squires, un scout de los Rojos en la actualidad, dijo que los terceras bases zurdos tienen muchos problemas con los toques, porque pasar la pelota rápidamente a su mano izquierda mientras se viene hacia delante es virtualmente imposible.
¿Pero y los catchers zurdos? Squires no ve porque no pueden existir
“Estamos hablando de personas de los viejos tiempos que no quieren cambiar”, dijo Squires. “Cuando era niño siempre quise ser catcher y no me lo permitieron”.
DiStefano se convirtió en catcher sólo para alargar su carrera. En vez de eso alargó su legado, no sólo para la trivia del béisbol sino también para la comunidad de los catchers zurdos, para quienes permanece como héroe.
“No sabía que se acercaba el aniversario 20 de la última vez que jugué como catcher en Grandes Ligas”, dijo DiStefano. “Definitivamente lo celebraré. Es agradable. Es muy reconfortante ser recordado en positivo”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
viernes, 28 de agosto de 2009
¿Por qué son muy extraños los catchers zurdos?
jueves, 27 de agosto de 2009
David Ortíz batea 2 jonrones, uno gana el juego para los Medias Rojas.
JIMMY GOLEN, AP Sports Writer
Boston. (AP). Víctor Martínez nunca había sido testigo de uno de los famosos jonrones de David Ortiz para decidir un juego, y pensó que era una buena oportunidad para ver el primero.
“Víctor, es el responsable, el me motivó en cada turno”, dijo Ortiz después de batear su segundo jonrón del juego a un lado del Pesky Pole para romper un empate en el noveno inning y darle a los Medias Rojas una victoria 3-2 sobre los Medias Blancas de Chicago la noche de este miércoles 26 de agosto de 2009. “Empezó a gritarme en la cara. Me gustó. Me puso de buen humor”.
Fue el décimo jonrón para terminar un juego en la carrera de Ortiz, y su noveno con los Medias Rojas, para romper el record de la franquicia que lo había implantado Jimmie Foxx. Pero fue el primero de Ortiz desde el 12 de septiembre de 2007, y su primer juego con más de un jonrón de la temporada.
Este batazo no pudo llegar en mejor momento para los Medias Rojas, quienes permanecieron a 6 juegos de los Yanquis de Nueva York en el Este de la Liga Americana, pero aumentaron su ventaja a 2.5 juegos sobre los Rangers de Texas en la carrera por el comodín.
“Ahora estamos llegando a finales de agosto, es bueno contar con grandes batazos como este de él”, dijo el pitcher del equipo Todos Estrellas, Tim Wakefield, quién lanzó 7 sólidas entradas en su regreso de la lista de incapacitados. “Fuimos capaces de anotar suficientes carreras para ganar, esperamos mantener este nivel de juego para completar la barrida de la serie mañana”.
Wakefield permitió 6 hits y salió del juego luego de 7 entradas con ventaja de 2-1, pero el nudillista de 43 años fue privado de la victoria cuando Jayson Nix le bateó cuadrangular al relevista Ramón Ramírez para empatar la pizarra 2-2 en el octavo episodio. Daniel Bard (1-1) heredó el enredo del octavo, salió de él y luego lanzó perfecto el noveno para acreditarse la primera victoria de su carrera.
Tony Peña (1-2) ponchó a Kevin Youkilis para iniciar el noveno inning, antes de que Ortiz, quién bateó un jonrón solitario en el segundo inning, despachara una línea en conteo de 1-0, hacia la raya del right field y aplaudiera de manera intercalada mientras daba la vuelta al cuadro antes de ser saludado en el plato por sus compañeros.
Alex González también la sacó por Boston, que derrotó a Chicago por tercera vez seguida y los dejó con record (63-64) por debajo de .500 por primera vez desde el 28 de junio.
“La forma como estamos jugando hace parecer que estuviéramos a 20 juegos del primer lugar”, dijo el manager de los Medias Blancas, Oswaldo Guillén. “Pero pienso que este equipo es mejor de lo que está mostrando ahora”.
Los Medias Rojas iniciaron el juego con un homenaje al Senador de los Estados Unidos Ted Kennedy, haciéndole reconocimiento a un aficionado de toda la vida cuya familia ha sido tan parte de la historia de Boston como los Medias Rojas. Kennedy quién murió la noche del martes, luego de una larga batalla con un cáncer cerebral, lanzó la primera bola en el juego inaugural, 97 años después que su abuelo, John “Honey Fitz” Fitzgerald bautizara el estadio que ahora es el más viejo de las Grandes Ligas.
Un trompetista de la Fuerza Aerea interpretó “Taps” mientras los dos equipos se alineaban por las líneas de cal, una tradición reservada para los juegos de play off o inauguración.
El sombrío inicio y el intenso final le dieron extremos emotivos a un juego que también marcó el retorno de Wakefield después de su selección al Juego de Estrellas. No había jugado desde el 08 de julio debido a una lesión en la parte inferior de la espalda.
Wakefield fue activado de la lista de incapacitados antes del juego, y la primera señal de que su lanzamiento de nudillo estaba funcionando fue cuando su envío inicial rompió fuera del alcance de Martínez, quién fue adquirido en la fecha límite para realizar transacciones, mientras Wakefield estaba en la lista de incapacitados. Usó su mascotín de primera base para quetchear.
“Para ser la primera vez que me recibió en un juego formal con bateadores de verdad en el plato, hizo un trabajo fenomenal”, dijo Wakefield.
Permitió su única carrera en el primer inning cuando Gordon Beckham se embasó con un sencillo conectado con la punta del bate y Paul Konerko sonó triple. Wakefield sólo permitió que le sacaran una bola del cuadro hasta que A.J. Pierzynski le bateó un doble contra el monstruo verde en el sexto inning, con dos outs.
Gavin Floyd casi igualó a Wakefield, pero permitió 2 jonrones solitarios entre sus 5 hits, caminó 1 y ponchó 4 en 6 innings. Permitió corredores en primera y segunda con un out en el sexto, pero dominó a Youkilis con elevado al centro y ponchó a Ortiz para mantener el juego por una carrera.
Chicago puso corredores en primera y segunda en el séptimo, pero Alexei Ramírez bateó elevado al shortstop y Wakefield salió con ventaja de 2-1 mientras la multitud le ovacionaba y recibía apretones de manos en el dugout.
Nix empató el juego en el octavo, y Chicago tenía corredor en tercera cuando Bard relevó a Ramírez y ponchó a Jim Thome con una recta de 101 millas para terminar el episodio.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
Boston. (AP). Víctor Martínez nunca había sido testigo de uno de los famosos jonrones de David Ortiz para decidir un juego, y pensó que era una buena oportunidad para ver el primero.
“Víctor, es el responsable, el me motivó en cada turno”, dijo Ortiz después de batear su segundo jonrón del juego a un lado del Pesky Pole para romper un empate en el noveno inning y darle a los Medias Rojas una victoria 3-2 sobre los Medias Blancas de Chicago la noche de este miércoles 26 de agosto de 2009. “Empezó a gritarme en la cara. Me gustó. Me puso de buen humor”.
Fue el décimo jonrón para terminar un juego en la carrera de Ortiz, y su noveno con los Medias Rojas, para romper el record de la franquicia que lo había implantado Jimmie Foxx. Pero fue el primero de Ortiz desde el 12 de septiembre de 2007, y su primer juego con más de un jonrón de la temporada.
Este batazo no pudo llegar en mejor momento para los Medias Rojas, quienes permanecieron a 6 juegos de los Yanquis de Nueva York en el Este de la Liga Americana, pero aumentaron su ventaja a 2.5 juegos sobre los Rangers de Texas en la carrera por el comodín.
“Ahora estamos llegando a finales de agosto, es bueno contar con grandes batazos como este de él”, dijo el pitcher del equipo Todos Estrellas, Tim Wakefield, quién lanzó 7 sólidas entradas en su regreso de la lista de incapacitados. “Fuimos capaces de anotar suficientes carreras para ganar, esperamos mantener este nivel de juego para completar la barrida de la serie mañana”.
Wakefield permitió 6 hits y salió del juego luego de 7 entradas con ventaja de 2-1, pero el nudillista de 43 años fue privado de la victoria cuando Jayson Nix le bateó cuadrangular al relevista Ramón Ramírez para empatar la pizarra 2-2 en el octavo episodio. Daniel Bard (1-1) heredó el enredo del octavo, salió de él y luego lanzó perfecto el noveno para acreditarse la primera victoria de su carrera.
Tony Peña (1-2) ponchó a Kevin Youkilis para iniciar el noveno inning, antes de que Ortiz, quién bateó un jonrón solitario en el segundo inning, despachara una línea en conteo de 1-0, hacia la raya del right field y aplaudiera de manera intercalada mientras daba la vuelta al cuadro antes de ser saludado en el plato por sus compañeros.
Alex González también la sacó por Boston, que derrotó a Chicago por tercera vez seguida y los dejó con record (63-64) por debajo de .500 por primera vez desde el 28 de junio.
“La forma como estamos jugando hace parecer que estuviéramos a 20 juegos del primer lugar”, dijo el manager de los Medias Blancas, Oswaldo Guillén. “Pero pienso que este equipo es mejor de lo que está mostrando ahora”.
Los Medias Rojas iniciaron el juego con un homenaje al Senador de los Estados Unidos Ted Kennedy, haciéndole reconocimiento a un aficionado de toda la vida cuya familia ha sido tan parte de la historia de Boston como los Medias Rojas. Kennedy quién murió la noche del martes, luego de una larga batalla con un cáncer cerebral, lanzó la primera bola en el juego inaugural, 97 años después que su abuelo, John “Honey Fitz” Fitzgerald bautizara el estadio que ahora es el más viejo de las Grandes Ligas.
Un trompetista de la Fuerza Aerea interpretó “Taps” mientras los dos equipos se alineaban por las líneas de cal, una tradición reservada para los juegos de play off o inauguración.
El sombrío inicio y el intenso final le dieron extremos emotivos a un juego que también marcó el retorno de Wakefield después de su selección al Juego de Estrellas. No había jugado desde el 08 de julio debido a una lesión en la parte inferior de la espalda.
Wakefield fue activado de la lista de incapacitados antes del juego, y la primera señal de que su lanzamiento de nudillo estaba funcionando fue cuando su envío inicial rompió fuera del alcance de Martínez, quién fue adquirido en la fecha límite para realizar transacciones, mientras Wakefield estaba en la lista de incapacitados. Usó su mascotín de primera base para quetchear.
“Para ser la primera vez que me recibió en un juego formal con bateadores de verdad en el plato, hizo un trabajo fenomenal”, dijo Wakefield.
Permitió su única carrera en el primer inning cuando Gordon Beckham se embasó con un sencillo conectado con la punta del bate y Paul Konerko sonó triple. Wakefield sólo permitió que le sacaran una bola del cuadro hasta que A.J. Pierzynski le bateó un doble contra el monstruo verde en el sexto inning, con dos outs.
Gavin Floyd casi igualó a Wakefield, pero permitió 2 jonrones solitarios entre sus 5 hits, caminó 1 y ponchó 4 en 6 innings. Permitió corredores en primera y segunda con un out en el sexto, pero dominó a Youkilis con elevado al centro y ponchó a Ortiz para mantener el juego por una carrera.
Chicago puso corredores en primera y segunda en el séptimo, pero Alexei Ramírez bateó elevado al shortstop y Wakefield salió con ventaja de 2-1 mientras la multitud le ovacionaba y recibía apretones de manos en el dugout.
Nix empató el juego en el octavo, y Chicago tenía corredor en tercera cuando Bard relevó a Ramírez y ponchó a Jim Thome con una recta de 101 millas para terminar el episodio.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
martes, 25 de agosto de 2009
Lo que se extraña del béisbol (II)
Los juegos diurnos en la Serie Mundial
Ha pasado un cuarto de siglo desde la última vez que alguien hizo el primer lanzamiento de una Serie Mundial en un partido jugado al aire libre y bajo luz solar. Eso es muy triste. Los equipos de béisbol necesitan su momento bajo el sol.
El deporte lo tiene todo, pero perdió una generación de aficionados debido a las tardías horas de inicio de los juegos. El primer juego de la Serie Mundial de 1967 empezó a la una de la tarde de un miércoles. Ese juego lo vieron más de 40 millones de televidentes. El tercer juego de la Serie Mundial de 2008, comenzó a las 10:06 de la noche de un domingo y terminó a la 1:47 am del lunes, lo vieron 7.3 millones de televidentes.
Claro, había una cruel ironía cuando luego de vivir sufrir todo un verano con tu equipo, estabas en la escuela a la hora que el árbitro gritaba “Play ball” para iniciar el primer juego. Pero había algo de imaginación rebelde que te llevaba a fingir gripes o fiebres para irte a casa a ver el juego.
A pesar de ser una noche de semana y al día siguiente debía ir a la escuela, mi mamá me dejó ver todos los outs del primer juego de la Serie Mundial de 1982 y por supuesto mis Cerveceros ganaron 10-0. Pero cuando el segundo juego se extendió hasta tarde, tuve que irme a dormir con los Cerveceros ganando 4-2 en el sexto inning, al dia siguiente me levante con el horror de enterarme que habían desperdiciado la ventaja y perdieron 5-4. Estaba seguro, de que si hubiera visto el juego, lo Cerveceros se hubiesen puesto 2-0 en la serie. En vez de eso la perdieron en 7 juegos.
Por lo menos en aquellos días los juegos de los sábados y domingos empezaban a las 2 pm y terminaban justa antes de la cena. Eso creaba otro efecto memorable: las sombras otoñales de los últimos innings. Desde la atrapada de Willie Mays al perfecto de Don Larsen, al jonrón de Bill Mazeroski, algunos de los momentos más representativos de las Series Mundiales ocurrieron cuando las sombras invadían el terreno por primera base como si el hombre del invierno intentara robarse unos segundos.
Rob Peterson
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
Ha pasado un cuarto de siglo desde la última vez que alguien hizo el primer lanzamiento de una Serie Mundial en un partido jugado al aire libre y bajo luz solar. Eso es muy triste. Los equipos de béisbol necesitan su momento bajo el sol.
El deporte lo tiene todo, pero perdió una generación de aficionados debido a las tardías horas de inicio de los juegos. El primer juego de la Serie Mundial de 1967 empezó a la una de la tarde de un miércoles. Ese juego lo vieron más de 40 millones de televidentes. El tercer juego de la Serie Mundial de 2008, comenzó a las 10:06 de la noche de un domingo y terminó a la 1:47 am del lunes, lo vieron 7.3 millones de televidentes.
Claro, había una cruel ironía cuando luego de vivir sufrir todo un verano con tu equipo, estabas en la escuela a la hora que el árbitro gritaba “Play ball” para iniciar el primer juego. Pero había algo de imaginación rebelde que te llevaba a fingir gripes o fiebres para irte a casa a ver el juego.
A pesar de ser una noche de semana y al día siguiente debía ir a la escuela, mi mamá me dejó ver todos los outs del primer juego de la Serie Mundial de 1982 y por supuesto mis Cerveceros ganaron 10-0. Pero cuando el segundo juego se extendió hasta tarde, tuve que irme a dormir con los Cerveceros ganando 4-2 en el sexto inning, al dia siguiente me levante con el horror de enterarme que habían desperdiciado la ventaja y perdieron 5-4. Estaba seguro, de que si hubiera visto el juego, lo Cerveceros se hubiesen puesto 2-0 en la serie. En vez de eso la perdieron en 7 juegos.
Por lo menos en aquellos días los juegos de los sábados y domingos empezaban a las 2 pm y terminaban justa antes de la cena. Eso creaba otro efecto memorable: las sombras otoñales de los últimos innings. Desde la atrapada de Willie Mays al perfecto de Don Larsen, al jonrón de Bill Mazeroski, algunos de los momentos más representativos de las Series Mundiales ocurrieron cuando las sombras invadían el terreno por primera base como si el hombre del invierno intentara robarse unos segundos.
Rob Peterson
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
viernes, 21 de agosto de 2009
Cosas que extrañamos del béisbol. (I)
Dodgertown.
Una pancarta colgaba en la entrada: “¡Es maravilloso estar en Dodgertown!”. Caminabas por las mágicas veredas hechas de conchas marinas trituradas. Bajabas por la vía Vin Scully o por la Don Drysdale, todas las calles tenían faroles en forma de pelotas, azaleas florecidas y ocasionales palmeras. A la distancia se oía el eco de los bates contra las pelotas. El olor de la grama recién cortada en el aire. Aquí el tiempo pasaba tan lento como Tommy LaSorda iba de campo a campo en aquellos años finales de este paraíso del béisbol. Dodgertown era lo mejor de los entrenamientos primaverales.
En Holman Stadium, los juegos tenían la intimidad de un torneo de escuela secundaria. Ni las tribunas, de sólo 17 filas de asientos, ni los dugouts, tenían techo. Durante los juegos, los jugadores suplentes de los equipos rivales, se sentaban a conversar bajo las sombras de las palmeras un poco más allá del right field. En esos campos era que entrenaban Jackie Robinson, Gil Hodges, Duke Snider y Sandy Koufax. En ninguna parte del universo beisbolero se mezclaban tan maravillosamente el presente y el pasado. Aún en años recientes Koufax enseñó el arte de lanzar la curva a los jugadores de ligas menores en los campos traseros. LaSorda, el alcalde de Dodgertown, daba la bienvenida a los aficionados desde un carrito de golf.
Esta primavera de 2009, los Dodgers empacaron sus valijas y se mudaron a un complejo de $80 millones en Glendale, Ariz., una facilidad que comparten con los Medias Blancas de Chicago. La primavera nunca será igual.
Albert Chen.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
Una pancarta colgaba en la entrada: “¡Es maravilloso estar en Dodgertown!”. Caminabas por las mágicas veredas hechas de conchas marinas trituradas. Bajabas por la vía Vin Scully o por la Don Drysdale, todas las calles tenían faroles en forma de pelotas, azaleas florecidas y ocasionales palmeras. A la distancia se oía el eco de los bates contra las pelotas. El olor de la grama recién cortada en el aire. Aquí el tiempo pasaba tan lento como Tommy LaSorda iba de campo a campo en aquellos años finales de este paraíso del béisbol. Dodgertown era lo mejor de los entrenamientos primaverales.
En Holman Stadium, los juegos tenían la intimidad de un torneo de escuela secundaria. Ni las tribunas, de sólo 17 filas de asientos, ni los dugouts, tenían techo. Durante los juegos, los jugadores suplentes de los equipos rivales, se sentaban a conversar bajo las sombras de las palmeras un poco más allá del right field. En esos campos era que entrenaban Jackie Robinson, Gil Hodges, Duke Snider y Sandy Koufax. En ninguna parte del universo beisbolero se mezclaban tan maravillosamente el presente y el pasado. Aún en años recientes Koufax enseñó el arte de lanzar la curva a los jugadores de ligas menores en los campos traseros. LaSorda, el alcalde de Dodgertown, daba la bienvenida a los aficionados desde un carrito de golf.
Esta primavera de 2009, los Dodgers empacaron sus valijas y se mudaron a un complejo de $80 millones en Glendale, Ariz., una facilidad que comparten con los Medias Blancas de Chicago. La primavera nunca será igual.
Albert Chen.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
El pitcher Deolis Guerra de los Rock Cats de New Britain recupera su forma.
Poncha a nueve en seis innings sin permitir imparables después de su peor salida en AA
John Torenli / Special to MLB.com
Nunca hay que subestimar el factor revancha.
Seis días después de empatar su tope de la temporada al permitir 8 carreras, Guerra ponchó 9 en 6 episodios sin permitir imparables este viernes 14 de agosto de 2009, mientras los Rock Cats dejaban en 1 imparable a los Aeros de Akron, en ruta a una victoria 7-0, ante una sistencia récord de 8300 aficionados en el estadio New Britain.
“En su última salida allá en Akron, fue bateado”, dijo de Guerra, el coach de pitcheo de los Rock Cats, Stu Cliburn. “Pero estaba dispuesto a sacarse la espinita esta noche”.
Guerra (5-2), fue adquirido por Minnesota en el cambio que envió al dos veces ganador del Cy Young, Johan Santana a los Mets de Nueva York, el 29 de enero de 2008, permaneció sólo 3.1 innings en la derrota 11-7 ante los Aeros el sábado 08 de agosto.
Pero el venezolano de 20 años estaba ansioso por enfrentar a los Aeros otra vez.
“En mi última salida esos tipos me dieron muy duro”, dijo Guerra, quién dejó marca de 6-8 con 4.69 de efectividad en 16 salidas con el Fort Myers de Clase A Avanzada, antes de subir a AA el 08 de julio. “Estaba preparado para esta salida y me parece que todo salió bien”.
Ciertamente fue así.
Al mezclar su recta con la efectiva curva y el cambio, el corpulento lanzador ponchó 9 y caminó 3, mientras lanzaba 58 de 93 lanzamientos en strike.
Luego de sortear algunas dificultades en los primeros dos episodios, Guerra retiró 11 bateadores en fila, 8 de ellos por la vía del ponche. En el sexto caminó a José Constanza con 1 out y golpeó a Matt McBride, antes de ponchar a Nicholas Weglarz y retirar a Carlos Santana con rodado al cuadro.
“Caminó al primer bateador del juego pero luego se estabilizó”, dijo Cliburn. “Cuando él se siente bien y controla sus pitcheos, puede actuar como lo hizo esta noche”.
Guerra se sentía bien para seguir más allá del sexto inning, pero Cliburn y los demás integrantes del cuerpo técnico decidieron que era suficiente.
“Como pitcher, pienso que cuando estás lanzando un juego como ese, quieres permanecer en el montículo el mayor tiempo posible”, dijo Guerra. “Me sentí muy triste al salir, pero esas son las reglas del equipo”.
“Sabíamos que tenía un no hitter en proceso, pero sabíamos que no lo iba a poder completar porque había hecho muchos pitcheos”, dijo Cliburn.
Loek Van Mil retiró los primeros cuatro bateadores que enfrentó antes de que Cristo Arnal le conectara un sencillo limpio por el medio del campo en el octavo inning. El derecho holandés salió del inning inerme antes de que Spencer Speedley lanzara perfecto el noveno inning para preservar el décimo blanqueo de New Britain en la temporada.
Guerra, quién fue pitcher de la semana de la Eastern League, luego de ponchar un tope personal de 12 en 7 innings de blanqueo contra Pórtland el 23 de julio, sabe que debe trabajar duro los próximos días, tal como lo hizo antes de esta salida magistral.
“Esos cuatro días que tienes entre aperturas, necesito prepararme bien, hacer bull pen y trabajar duro con los ejercicios físicos”, dijo Guerra. “Esa es la clave. Estoy seguro de que si hago eso, estaré a plenitud en mi quinto día”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
John Torenli / Special to MLB.com
Nunca hay que subestimar el factor revancha.
Seis días después de empatar su tope de la temporada al permitir 8 carreras, Guerra ponchó 9 en 6 episodios sin permitir imparables este viernes 14 de agosto de 2009, mientras los Rock Cats dejaban en 1 imparable a los Aeros de Akron, en ruta a una victoria 7-0, ante una sistencia récord de 8300 aficionados en el estadio New Britain.
“En su última salida allá en Akron, fue bateado”, dijo de Guerra, el coach de pitcheo de los Rock Cats, Stu Cliburn. “Pero estaba dispuesto a sacarse la espinita esta noche”.
Guerra (5-2), fue adquirido por Minnesota en el cambio que envió al dos veces ganador del Cy Young, Johan Santana a los Mets de Nueva York, el 29 de enero de 2008, permaneció sólo 3.1 innings en la derrota 11-7 ante los Aeros el sábado 08 de agosto.
Pero el venezolano de 20 años estaba ansioso por enfrentar a los Aeros otra vez.
“En mi última salida esos tipos me dieron muy duro”, dijo Guerra, quién dejó marca de 6-8 con 4.69 de efectividad en 16 salidas con el Fort Myers de Clase A Avanzada, antes de subir a AA el 08 de julio. “Estaba preparado para esta salida y me parece que todo salió bien”.
Ciertamente fue así.
Al mezclar su recta con la efectiva curva y el cambio, el corpulento lanzador ponchó 9 y caminó 3, mientras lanzaba 58 de 93 lanzamientos en strike.
Luego de sortear algunas dificultades en los primeros dos episodios, Guerra retiró 11 bateadores en fila, 8 de ellos por la vía del ponche. En el sexto caminó a José Constanza con 1 out y golpeó a Matt McBride, antes de ponchar a Nicholas Weglarz y retirar a Carlos Santana con rodado al cuadro.
“Caminó al primer bateador del juego pero luego se estabilizó”, dijo Cliburn. “Cuando él se siente bien y controla sus pitcheos, puede actuar como lo hizo esta noche”.
Guerra se sentía bien para seguir más allá del sexto inning, pero Cliburn y los demás integrantes del cuerpo técnico decidieron que era suficiente.
“Como pitcher, pienso que cuando estás lanzando un juego como ese, quieres permanecer en el montículo el mayor tiempo posible”, dijo Guerra. “Me sentí muy triste al salir, pero esas son las reglas del equipo”.
“Sabíamos que tenía un no hitter en proceso, pero sabíamos que no lo iba a poder completar porque había hecho muchos pitcheos”, dijo Cliburn.
Loek Van Mil retiró los primeros cuatro bateadores que enfrentó antes de que Cristo Arnal le conectara un sencillo limpio por el medio del campo en el octavo inning. El derecho holandés salió del inning inerme antes de que Spencer Speedley lanzara perfecto el noveno inning para preservar el décimo blanqueo de New Britain en la temporada.
Guerra, quién fue pitcher de la semana de la Eastern League, luego de ponchar un tope personal de 12 en 7 innings de blanqueo contra Pórtland el 23 de julio, sabe que debe trabajar duro los próximos días, tal como lo hizo antes de esta salida magistral.
“Esos cuatro días que tienes entre aperturas, necesito prepararme bien, hacer bull pen y trabajar duro con los ejercicios físicos”, dijo Guerra. “Esa es la clave. Estoy seguro de que si hago eso, estaré a plenitud en mi quinto día”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
sábado, 15 de agosto de 2009
Víctor Martínez clave en rally de 6 carreras en noveno inning para que los Medias Rojas venzan a los Rangers 8-4.
SCHUYLER DIXON, Associated Press Writer
Arlington, Texas. Parece que Víctor Martínez será muy importante durante otra carrera por el banderín en Boston.
El transplantado de Cleveland tuvo su imparable más importante desde que fue cambiado a Boston, un doble para poner a su equipo adelante luego de 2 outs en un inning de 6 carreras que le dio a los Medias Rojas una victoria 8-4 sobre los Rangers de Texas este viernes 14 de agosto de 2009.
La victoria aumentó la ventaja de Boston sobre Texas a 1.5 juegos en la carrera por el comodín.
Boston necesitaba el hit de Martínez porque el corredor emergente Clay Buchholz fue puesto out en el plato con la potencial carrera del empate luego del doble de Dustin Pedroia.
Buchholz, un pitcher abridor, dudó entre segunda y tercera, cuando el jardinero izquierdo de Texas, David Murphy saltó para tratar de atrapar la línea de Pedroia contra la pared. Murphy tomó la pelota rápidamente y se la lanzó a Michael Young quién hizo el relevo para sacar a Buchholz en la goma a pesar de su deslizamiento. Los Medias Rojas terminaron con hombres en segunda y tercera, y Martínez siguió con su imparable de pasar adelante.
“Ví tres pitcheos y finalmente me lanzaron una recta en el medio y le hice buen swing”, dijo Martínez. “Mis compañeros me hicieron todo más fácil para dar el batazo”.
Boston acabó con el relevista Frank Francisco de Texas, con un sencillo impulsor de Jason Bay, y un jonrón de 2 carreras de J.D. Drew. Francisco (2-2), quién desperdició su tercer salvado en 19 oportunidades, permitió 7 hits y 6 carreras. Fue la primera vez que permitía más de cuatro hits y más de cuatro carreras en 203 apariciones de Grandes Ligas.
“No quiero a nadie en mi locker. Así que váyanse”, dijo Francisco.
Los Rangers habían ganado 72 juegos seguidos en casa al llegar ganando al octavo inning. La última vez que el equipo perdió una ventaja a esa altura del juego fue en septiembre de 2007.
“Esto de verdad no nos afecta”, dijo Young, quién bateó un jonrón de 2 carreras y empujó 3 anotaciones. “Tenemos mucha confianza en nuestro bull pen de cierre. Es una rareza cuando falla”.
El relevista de los Medias Rojas, Takashi Saito (3-3) se apuntó la victoria, luego de lanzar el octavo inning sin permitir anotaciones. Jonathan Papelbon lanzó el noveno en blanco, una situación donde no había oportunidad de salvar, luego del drama que la precedió.
“Cuando piensas que lo has visto todo, probablemente ni has llegado cerca”, dijo el manager de los Medias Rojas Terry Francona. “Ese probablemente fue uno de los innings más emocionantes que haya vivido”.
David Ortiz, bajado al séptimo turno de la alineación por primera vez desde el 24 de mayo de 2003, arruinó la oportunidad de Kevin Milwood de conseguir su tercer victoria ante Boston esta temporada, al igualar la pizarra a 2 carreras en el sexto episodio mediante cuadrangular ante Eddie Guardado, un zurdo que trajeron para que lo enfrentara.
Milwood fue sustituído debido al descontrol que le hizo efectuar 110 lanzamientos en 5.2 innings. Permitió 3 imparables pero camino a 5 y golpeó a otro. Ponchó a 4 y dejó su efectividad frente a Boston esta temporada en 1.45.
Milwood parecía sobrevivir el sexto inning luego de sacar a los dos primeros bateadores con 4 lanzamientos. Pero un boleto a Mike Lowell forzó el relevo de Guardado, y Ortiz metió un línea, en 3 y 2, hacia el bull pen de Texas ubicado entre right y center field.
Andruw Jones le delvolvió la delantera 3-2 a los Rangers en el cierre del sexto mediante sencillo ante Jon Lester, quién ponchó los tres batedores del inning en tres de sus seis entradas para alcanzar un total de 11 ponches.
En el primer inning, Lester caminó a Omar Vizquel y permitió el vigésimo jonrón de Young para luego sacar los tres outs mediante ponches. Lo hizo de nuevo en el cuarto y en el sexto cuando terminó su trabajo con ponches seguidos ante Josh Hamilton, Hank Blalock y Murphy. Blalock se ponchó 4 veces.
Hamilton se fue de 3-2 con un boleto, en su primer juego en casa desde que se conoció que el jugador del equipo de estrellas con un regreso excepcional del mundo de las drogas y el alcohol, había tenido un episodio de borrachera en un bar de Arizona el pasado enero.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
Arlington, Texas. Parece que Víctor Martínez será muy importante durante otra carrera por el banderín en Boston.
El transplantado de Cleveland tuvo su imparable más importante desde que fue cambiado a Boston, un doble para poner a su equipo adelante luego de 2 outs en un inning de 6 carreras que le dio a los Medias Rojas una victoria 8-4 sobre los Rangers de Texas este viernes 14 de agosto de 2009.
La victoria aumentó la ventaja de Boston sobre Texas a 1.5 juegos en la carrera por el comodín.
Boston necesitaba el hit de Martínez porque el corredor emergente Clay Buchholz fue puesto out en el plato con la potencial carrera del empate luego del doble de Dustin Pedroia.
Buchholz, un pitcher abridor, dudó entre segunda y tercera, cuando el jardinero izquierdo de Texas, David Murphy saltó para tratar de atrapar la línea de Pedroia contra la pared. Murphy tomó la pelota rápidamente y se la lanzó a Michael Young quién hizo el relevo para sacar a Buchholz en la goma a pesar de su deslizamiento. Los Medias Rojas terminaron con hombres en segunda y tercera, y Martínez siguió con su imparable de pasar adelante.
“Ví tres pitcheos y finalmente me lanzaron una recta en el medio y le hice buen swing”, dijo Martínez. “Mis compañeros me hicieron todo más fácil para dar el batazo”.
Boston acabó con el relevista Frank Francisco de Texas, con un sencillo impulsor de Jason Bay, y un jonrón de 2 carreras de J.D. Drew. Francisco (2-2), quién desperdició su tercer salvado en 19 oportunidades, permitió 7 hits y 6 carreras. Fue la primera vez que permitía más de cuatro hits y más de cuatro carreras en 203 apariciones de Grandes Ligas.
“No quiero a nadie en mi locker. Así que váyanse”, dijo Francisco.
Los Rangers habían ganado 72 juegos seguidos en casa al llegar ganando al octavo inning. La última vez que el equipo perdió una ventaja a esa altura del juego fue en septiembre de 2007.
“Esto de verdad no nos afecta”, dijo Young, quién bateó un jonrón de 2 carreras y empujó 3 anotaciones. “Tenemos mucha confianza en nuestro bull pen de cierre. Es una rareza cuando falla”.
El relevista de los Medias Rojas, Takashi Saito (3-3) se apuntó la victoria, luego de lanzar el octavo inning sin permitir anotaciones. Jonathan Papelbon lanzó el noveno en blanco, una situación donde no había oportunidad de salvar, luego del drama que la precedió.
“Cuando piensas que lo has visto todo, probablemente ni has llegado cerca”, dijo el manager de los Medias Rojas Terry Francona. “Ese probablemente fue uno de los innings más emocionantes que haya vivido”.
David Ortiz, bajado al séptimo turno de la alineación por primera vez desde el 24 de mayo de 2003, arruinó la oportunidad de Kevin Milwood de conseguir su tercer victoria ante Boston esta temporada, al igualar la pizarra a 2 carreras en el sexto episodio mediante cuadrangular ante Eddie Guardado, un zurdo que trajeron para que lo enfrentara.
Milwood fue sustituído debido al descontrol que le hizo efectuar 110 lanzamientos en 5.2 innings. Permitió 3 imparables pero camino a 5 y golpeó a otro. Ponchó a 4 y dejó su efectividad frente a Boston esta temporada en 1.45.
Milwood parecía sobrevivir el sexto inning luego de sacar a los dos primeros bateadores con 4 lanzamientos. Pero un boleto a Mike Lowell forzó el relevo de Guardado, y Ortiz metió un línea, en 3 y 2, hacia el bull pen de Texas ubicado entre right y center field.
Andruw Jones le delvolvió la delantera 3-2 a los Rangers en el cierre del sexto mediante sencillo ante Jon Lester, quién ponchó los tres batedores del inning en tres de sus seis entradas para alcanzar un total de 11 ponches.
En el primer inning, Lester caminó a Omar Vizquel y permitió el vigésimo jonrón de Young para luego sacar los tres outs mediante ponches. Lo hizo de nuevo en el cuarto y en el sexto cuando terminó su trabajo con ponches seguidos ante Josh Hamilton, Hank Blalock y Murphy. Blalock se ponchó 4 veces.
Hamilton se fue de 3-2 con un boleto, en su primer juego en casa desde que se conoció que el jugador del equipo de estrellas con un regreso excepcional del mundo de las drogas y el alcohol, había tenido un episodio de borrachera en un bar de Arizona el pasado enero.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
lunes, 10 de agosto de 2009
La tragedia del pelotazo en la cara de Tony Conigliaro vista segundo a segundo a través de los ojos del afectado.
Tony Conigliaro, Jack Zanger.
“Esta historia comienza el 18 de agosto de 1967. Ese fue el día cuando una pelota me golpeó en la cabeza y casi terminó con mi carrera como pelotero para no decir con mi vida. Un par de pulgadas más arriba y me hubieran matado. Jugábamos un partido nocturno ante los Angelinos de California y Fenway Park estaba repleto como lo estuvo en casi todos nuestros juegos como home club esa temporada, cuando Boston luchó por el banderín todo el tiempo. Antes de salir a batear en el cuarto inning alguién lanzó un petardo. Una nube de humo negro cubrió el terreno y el juego se demoró por 10 minutos. No soy muy supersticioso, por lo que no pensé mucho en eso. Pero desde entonces he pensado mucho en eso.
Jack Hamilton lanzaba por los Angelinos. Era un pitcher que lanzaba muy duro, quién frecuentemente era acusado de lanzar la bola de saliva, bolas engrasadas o como se les quiera llamar. El punto es que la pelota rompió de una manera curiosa, como ningún pitcheo está supuesto a romper. En mi primer turno bateé un sencillo ante una curva, está vez esperaba que me lanzaran recta dura en el medio. Antes de que me hiciera el primer pitcheo me pregunté si el retraso le habría endurecido el brazo. Fue el último pensamiento que tuve antes que me golpeara.
La bola llegó silbando justo hacia mi barbilla. Normalmente el bateador echa la cabeza hacia atrás una fracción de segundo antes y la pelota pasa sin consecuencias. Pero este lanzamiento parecía seguirme. Sé que no me quedé petrificado, hice un movimiento para apartarme. De hecho eché mi cabeza hacia atrás con tanta fuerza que mi casco salió disparado de mi cabeza antes del impacto.
Nunca vas a batear pensando que te van a golpear, luego en una fracción de segundo sabes que eso ocurrirá. Cuando la bola estaba a metro y medio de mi cabeza sabía que me golpearía. Y sabía que me dolería porque Hamilton lanzaba muy duro. Estaba asustado. Me llevé las manos a la cara y vi la pelota seguirme hasta estrellarse en el lado izquierdo de la cabeza. Tan pronto como me impactó sentí como si me hubiera atravesado el cráneo, mis piernas se doblaron y caí como un saco de papas. Antes de que todo se pusiera negro ví la pelota rebotar sobre el plato. Fue lo último que vi por varios días.
Nunca estuve inconsciente pero deseo haberlo estado. Rodé sobre el piso tratando de detener el dolor en mi cabeza con mis manos. El impacto de la pelota me hizo cerrar los ojos y sentí un atragantamiento en la boca. No podía ver. Recuerdo haber pensado. ‘Estoy ciego. No puedo ver’. Luego oí la voz de Rico Petrocelli decir. “Tranquilo Tony. Todo va a estar bien”. Rico era el próximo bateador, fue la primera persona que llegó a mi lado.
El atragantamiento era tan grande en la boca que sentía miedo de si podía seguir respirando. Mi boca se llenaba rápidamente de fluídos, pensaba que era sangre, pero no era así. Tenía sólo un pequeño orificio por donde respirar, entonces este pensamiento empezó a punzar en mi cabeza: ‘Suponte que este orificio se cierre. No podré respirar más’. Pensé ‘Ay Dios mío, si esto se cierra estoy ido. Ahí le pedí a Dios que me mantuviera con vida. Ahí supe que si Él quería podía llevarme. Fue como un encuentro entre Dios y yo, tenía miedo de morir ahí en ese momento.
Si había algún ruido de las tribunas el dolor lo bloqueaba. Sólo había un gran silbido ensordecedor dentro de mi cabeza. No podía ver. No podía resistir el dolor y no podía hacer nada al respecto. Recordé que mi familia estaba en el estadio, mis padres y mis dos hermanos, Billy y Richie. No quería que se preocuparan, pero sabía que lo harían por lo que habían visto. Sabía que todo lucía horrible conmigo yaciendo sobre el terreno. Luego, algunos de mis compañeros de equipo me dijeron que pensaban que yo estaba muerto. “Tu ojo parecía destrozado”, me dijo Rico. “Me enfermé de sólo verlo”.
Pude escuchar la voz de Buddy LeRoux decirme que me quedará sobre el terreno hasta que llegara la camilla. Buddy es el masajista del equipo y siempre he tenido confianza con él. Luego de esperar lo que pareció un año, sentí que me levantaban hacia una camilla. Fui trasladado desde el terreno hasta el clubhouse. Me pasaron hacia una de las mesas de masajes. Buddy puso una bolsa de hielo sobre la zona golpeada de mi cabeza. ‘Buddy, este dolor me está matando”, le dije. “Dame algo”. Dolía mucho, casi no podía hablar.
“No puedo Tony”, me dijo. “Relájate. El Doctor Tierney está aquí”.
El médico de los Medias Rojas, Dr. Thomas. M. Tierney, había estado en las tribunas. Cuando vio que me llevaron fuera del campo, bajó a la carrera y esperaba por mí en el clubhouse. Había sido un amigo cercano a la familia por años, saberlo cerca me hacía sentir un poco mejor. Pero cuando no me dijo nada y actuó como un Doctor, me preocupé sobre mi condición otra vez. Lo que hizo mientras esperaba la ambulancia, aunque no lo supe al momento, fue revisarme la presión sanguínea y los reflejos”.
Esa temporada Tony Conigliaro no pudo jugar más. Vio desde la televisión como sus Medias Rojas ganaban el banderín de la Liga Americana. Estuvo en la presentación del equipo para la Serie Mundial. Tampoco jugó en la temporada de 1968. Reapareció en 1969, bateó para .255 con 20 jonrones y 82 empujadas. En 1970 bateó .266 con 36 jonrones y 116 empujadas. Luego sólo jugo muy poco en 1971 e intentó regresar sin éxito en 1975.
Alfonso L. Tusa C.
“Esta historia comienza el 18 de agosto de 1967. Ese fue el día cuando una pelota me golpeó en la cabeza y casi terminó con mi carrera como pelotero para no decir con mi vida. Un par de pulgadas más arriba y me hubieran matado. Jugábamos un partido nocturno ante los Angelinos de California y Fenway Park estaba repleto como lo estuvo en casi todos nuestros juegos como home club esa temporada, cuando Boston luchó por el banderín todo el tiempo. Antes de salir a batear en el cuarto inning alguién lanzó un petardo. Una nube de humo negro cubrió el terreno y el juego se demoró por 10 minutos. No soy muy supersticioso, por lo que no pensé mucho en eso. Pero desde entonces he pensado mucho en eso.
Jack Hamilton lanzaba por los Angelinos. Era un pitcher que lanzaba muy duro, quién frecuentemente era acusado de lanzar la bola de saliva, bolas engrasadas o como se les quiera llamar. El punto es que la pelota rompió de una manera curiosa, como ningún pitcheo está supuesto a romper. En mi primer turno bateé un sencillo ante una curva, está vez esperaba que me lanzaran recta dura en el medio. Antes de que me hiciera el primer pitcheo me pregunté si el retraso le habría endurecido el brazo. Fue el último pensamiento que tuve antes que me golpeara.
La bola llegó silbando justo hacia mi barbilla. Normalmente el bateador echa la cabeza hacia atrás una fracción de segundo antes y la pelota pasa sin consecuencias. Pero este lanzamiento parecía seguirme. Sé que no me quedé petrificado, hice un movimiento para apartarme. De hecho eché mi cabeza hacia atrás con tanta fuerza que mi casco salió disparado de mi cabeza antes del impacto.
Nunca vas a batear pensando que te van a golpear, luego en una fracción de segundo sabes que eso ocurrirá. Cuando la bola estaba a metro y medio de mi cabeza sabía que me golpearía. Y sabía que me dolería porque Hamilton lanzaba muy duro. Estaba asustado. Me llevé las manos a la cara y vi la pelota seguirme hasta estrellarse en el lado izquierdo de la cabeza. Tan pronto como me impactó sentí como si me hubiera atravesado el cráneo, mis piernas se doblaron y caí como un saco de papas. Antes de que todo se pusiera negro ví la pelota rebotar sobre el plato. Fue lo último que vi por varios días.
Nunca estuve inconsciente pero deseo haberlo estado. Rodé sobre el piso tratando de detener el dolor en mi cabeza con mis manos. El impacto de la pelota me hizo cerrar los ojos y sentí un atragantamiento en la boca. No podía ver. Recuerdo haber pensado. ‘Estoy ciego. No puedo ver’. Luego oí la voz de Rico Petrocelli decir. “Tranquilo Tony. Todo va a estar bien”. Rico era el próximo bateador, fue la primera persona que llegó a mi lado.
El atragantamiento era tan grande en la boca que sentía miedo de si podía seguir respirando. Mi boca se llenaba rápidamente de fluídos, pensaba que era sangre, pero no era así. Tenía sólo un pequeño orificio por donde respirar, entonces este pensamiento empezó a punzar en mi cabeza: ‘Suponte que este orificio se cierre. No podré respirar más’. Pensé ‘Ay Dios mío, si esto se cierra estoy ido. Ahí le pedí a Dios que me mantuviera con vida. Ahí supe que si Él quería podía llevarme. Fue como un encuentro entre Dios y yo, tenía miedo de morir ahí en ese momento.
Si había algún ruido de las tribunas el dolor lo bloqueaba. Sólo había un gran silbido ensordecedor dentro de mi cabeza. No podía ver. No podía resistir el dolor y no podía hacer nada al respecto. Recordé que mi familia estaba en el estadio, mis padres y mis dos hermanos, Billy y Richie. No quería que se preocuparan, pero sabía que lo harían por lo que habían visto. Sabía que todo lucía horrible conmigo yaciendo sobre el terreno. Luego, algunos de mis compañeros de equipo me dijeron que pensaban que yo estaba muerto. “Tu ojo parecía destrozado”, me dijo Rico. “Me enfermé de sólo verlo”.
Pude escuchar la voz de Buddy LeRoux decirme que me quedará sobre el terreno hasta que llegara la camilla. Buddy es el masajista del equipo y siempre he tenido confianza con él. Luego de esperar lo que pareció un año, sentí que me levantaban hacia una camilla. Fui trasladado desde el terreno hasta el clubhouse. Me pasaron hacia una de las mesas de masajes. Buddy puso una bolsa de hielo sobre la zona golpeada de mi cabeza. ‘Buddy, este dolor me está matando”, le dije. “Dame algo”. Dolía mucho, casi no podía hablar.
“No puedo Tony”, me dijo. “Relájate. El Doctor Tierney está aquí”.
El médico de los Medias Rojas, Dr. Thomas. M. Tierney, había estado en las tribunas. Cuando vio que me llevaron fuera del campo, bajó a la carrera y esperaba por mí en el clubhouse. Había sido un amigo cercano a la familia por años, saberlo cerca me hacía sentir un poco mejor. Pero cuando no me dijo nada y actuó como un Doctor, me preocupé sobre mi condición otra vez. Lo que hizo mientras esperaba la ambulancia, aunque no lo supe al momento, fue revisarme la presión sanguínea y los reflejos”.
Esa temporada Tony Conigliaro no pudo jugar más. Vio desde la televisión como sus Medias Rojas ganaban el banderín de la Liga Americana. Estuvo en la presentación del equipo para la Serie Mundial. Tampoco jugó en la temporada de 1968. Reapareció en 1969, bateó para .255 con 20 jonrones y 82 empujadas. En 1970 bateó .266 con 36 jonrones y 116 empujadas. Luego sólo jugo muy poco en 1971 e intentó regresar sin éxito en 1975.
Alfonso L. Tusa C.
jueves, 6 de agosto de 2009
Enfrentar el cambio.
Un consejo de su madre ayudó a Victor Martínez para desarrollar su carrera.
Adam Kilgore
Menos de un año después de comenzar su carrera profesional, Victor Martínez quería renunciar. Los Indios de Cleveland firmaron a Martínez en los campos de Ciudad Bolívar, Venezuela, cuando tenía 17 años, poco tiempo después de aprender a jugar béisbol, jugando softbol con sus hermanos en el estadio ubicado detrás del patio de la casa de su madre.
Martínez veía los juegos de Grandes Ligas por televisión y soñaba con jugar en el shortstop, la única posición que conocía, la posición donde muchos de sus compatriotas habían destacado y seguían haciéndolo. Una vez que los Indios lo firmaron, lo convirtieron en catcher. Martínez nunca había usado una mascota ¿Qué oportunidad tendría ahora de llegar a las Grandes Ligas?
Martínez pensó en abandonar el complejo de entrenamiento de los Indios y regresar a Ciudad Bolívar para comenzar una vida fuera del béisbol. No sabía que hacer. Llamó a su madre, Margot Coromoto Martínez, llorando. Ella le dijo palabras que nunca olvidaría.
“Sólo haz el intento”, le dijo ella. “Nunca sabes que puede pasar. No tienes nada que hacer aquí en la casa. Sólo concéntrate, haz tu mejor intento y espera a ver que pasa”.
Su madre lo convenció y regresó al complejo el próximo día. Sería un catcher. Su madre lo ayudó a tomar las decisiones más importantes de su vida. Doce años después Martínez es uno de los mejores catchers del mundo, un Todos Estrellas, un toletero ambidiestro a quién los Medias Rojas de Boston adquirieron el viernes 31 de julio de 2009 a cambio de los pitchers Justin Masterson, Bryan Price y Nick Hagadone.
Martínez le debe más que su carrera a su madre. Cuando el tenía 7 años y su madre 33 su padre sufrió un ataque al corazón y falleció. Tenía 66 años. Ella nunca se volvió a casar. Trabajaba en dos hospitales como enfermera, en uno en las mañanas y en el otro en las tardes, algunas veces 16 horas diarias.
“Todo lo que soy ahora, se lo debo a mi mamá”, dijo Martínez este domingo 02 de agosto. “Ella era lo único que tenía. Fue algo duro. Eso te hace apreciar lo que tienes ahora”.
Todo lo relacionado con Martínez puede ser trazado a través del hogar que compartió con su madre, sus hermanos mayores Carlos y Olga y su hermano menor David. Eso modeló los grandes rasgos de su personalidad y los detalles de cómo juega al béisbol. Durante sus 8 años en Cleveland, Martínez evolucionó hasta convertirse en el jugador clave de la franquicia.
“Puedo decirles definitivamente que él es uno de los jugadores más especiales con quién haya compartido desde mi punto de vista personal, en mis 18 años en el juego”, dijo el gerente general de los Indios Mark Shapiro. “Él es uno de esos raros tipos que siente de verdad orgullo por usar un uniforme. Eso era un compromiso para él. Víctor emite todo lo bueno del béisbol, es digno de admiración”.
Martínez esta agradecido de su éxito, porque David, un pitcher zurdo, sólo llegó hasta Clase A antes que problemas con el brazo lo forzaran a abandonar el deporte. “No tuvo suerte”, dijo Martínez.
Martínez observaba a su madre y aprendió la ética de trabajo que aplicó para convertirse en un catcher de Grandes Ligas. También jugaba afuera con sus hermanos y aprendió a batear desde ambos lados del plato.
Casi todos los días, Victor, Carlos y David se escapaban al campo de softbol, su madre les pedía que regresaran a tiempo para comer. Un hermano lanzaba, otro bateaba y el otro jugaba left field. Toda pelota bateada hacia el right field era un out.
Los hermanos se las ingeniaban de distintas formas para dirigir la pelota hacia el left field, “sólo lo intentábamos, jugábamos”, dijo Martínez. Eso incluía batear a la zurda. A los 7 años ya Martínez bateaba desde ambos lados del plato.
Su madre lo apoyaba para que jugara béisbol, mientras veía los juegos de Grandes Ligas, estaba muy pendiente de Ozzie Guillén, el principal de los campocortos venezolanos de ese momento. Martínez se dio cuenta que podía vivir del béisbol.
Casi inmediatamente después que se presentó a una academia de béisbol en Venezuela, los Indios lo convirtieron en catcher. “No corría nada”, dijo Shapiro, quién era el director de ligas menores de los Indios para el momento. Minnie Mendoza, el coordinador de campo de los Indios para Latinoamérica, le dijo a Martínez que sería catcher. Después de la consternación inicial, Martínez aceptó su nuevo trabajo.
“De verdad acepté el reto”, dijo Martínez. “Para eso estamos aquí. Para trabajar duro”.
La transición fue lenta. Un pitcher lanzaba una pelota contra el suelo, y en vez de bloquearla, Martínez saltaba. El lanzamiento golpeaba al árbitro. “Ese no será el último”, le dijo Mendoza a Martínez.
Martínez tenía brazos largos y una contextura grande, tuvo muchos problemas para coordinar los movimientos del catcher. Se mantuvo trabajando en eso. Se hizo más asertivo con los pitchers y aprendió las tendencias individuales de cada quién.
“Es un muchacho a quién nos mantuvimos retándolo, pidiéndole que diera más, él nunca se rindió ante el reto”, dijo Shapiro. “Nunca cedió ante ninguna de las frustraciones. Asumió personalmente el liderazgo que conlleva ser catcher”.
Mientras Martínez se enfocaba en la receptoría, su ofensiva nunca fue un problema. Ganó dos título de Jugador Más Valioso y dos coronas de bateo en las ligas menores. “Nadie tuvo que trabajar con él en su bateo”, dijo Shapiro. “Teníamos que dejarlo tranquilo”.
Martínez mejoró su defensiva lo suficiente para que lo llamaran a las Grandes Ligas en 2002, a los 22 años. Su bate poderoso lo convirtió en uno de los catchers más valiosos de la liga. Rápidamente emergió como un líder del equipo, motivando al club house con su enfoque diario.
“Pienso que su pasión por el juego, su sinceridad, son cosas que influyen en los otros jugadores”, dijo Shapiro. “Todo es genuino en él”.
Antes de los juegos, los jugadores de los Indios decretaron “El momento de Víctor”, cuando él hacía elaborados estrechones de manos con cada jugador regular, un saludo diferente para cada pelotero. Tenía alrededor de 15 rutinas distintas, y de alguna manera las recordaba todas.
“¿Saben qué? No sé como lo hago. Sólo recuerdo. Te veo, y recuerdo lo que hago y lo que hago con los otros muchachos”.
Martínez se sentía orgulloso de su organización, quería terminar su carrera con los Indios. Cuando Shapiro le dijo que había sido cambiado, ambos lloraron. “Fue uno de los momentos más difíciles de mi carrera profesional”, dijo Shapiro.
Martínez dejó a un lado su disgusto y se unió a un nuevo equipo por primera vez en su carrera, el cambio más importante desde que su madre le dijera que hiciera el intento.
“Aquí estoy”, dijo Martínez. “Todavía hago el intento”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
Adam Kilgore
Menos de un año después de comenzar su carrera profesional, Victor Martínez quería renunciar. Los Indios de Cleveland firmaron a Martínez en los campos de Ciudad Bolívar, Venezuela, cuando tenía 17 años, poco tiempo después de aprender a jugar béisbol, jugando softbol con sus hermanos en el estadio ubicado detrás del patio de la casa de su madre.
Martínez veía los juegos de Grandes Ligas por televisión y soñaba con jugar en el shortstop, la única posición que conocía, la posición donde muchos de sus compatriotas habían destacado y seguían haciéndolo. Una vez que los Indios lo firmaron, lo convirtieron en catcher. Martínez nunca había usado una mascota ¿Qué oportunidad tendría ahora de llegar a las Grandes Ligas?
Martínez pensó en abandonar el complejo de entrenamiento de los Indios y regresar a Ciudad Bolívar para comenzar una vida fuera del béisbol. No sabía que hacer. Llamó a su madre, Margot Coromoto Martínez, llorando. Ella le dijo palabras que nunca olvidaría.
“Sólo haz el intento”, le dijo ella. “Nunca sabes que puede pasar. No tienes nada que hacer aquí en la casa. Sólo concéntrate, haz tu mejor intento y espera a ver que pasa”.
Su madre lo convenció y regresó al complejo el próximo día. Sería un catcher. Su madre lo ayudó a tomar las decisiones más importantes de su vida. Doce años después Martínez es uno de los mejores catchers del mundo, un Todos Estrellas, un toletero ambidiestro a quién los Medias Rojas de Boston adquirieron el viernes 31 de julio de 2009 a cambio de los pitchers Justin Masterson, Bryan Price y Nick Hagadone.
Martínez le debe más que su carrera a su madre. Cuando el tenía 7 años y su madre 33 su padre sufrió un ataque al corazón y falleció. Tenía 66 años. Ella nunca se volvió a casar. Trabajaba en dos hospitales como enfermera, en uno en las mañanas y en el otro en las tardes, algunas veces 16 horas diarias.
“Todo lo que soy ahora, se lo debo a mi mamá”, dijo Martínez este domingo 02 de agosto. “Ella era lo único que tenía. Fue algo duro. Eso te hace apreciar lo que tienes ahora”.
Todo lo relacionado con Martínez puede ser trazado a través del hogar que compartió con su madre, sus hermanos mayores Carlos y Olga y su hermano menor David. Eso modeló los grandes rasgos de su personalidad y los detalles de cómo juega al béisbol. Durante sus 8 años en Cleveland, Martínez evolucionó hasta convertirse en el jugador clave de la franquicia.
“Puedo decirles definitivamente que él es uno de los jugadores más especiales con quién haya compartido desde mi punto de vista personal, en mis 18 años en el juego”, dijo el gerente general de los Indios Mark Shapiro. “Él es uno de esos raros tipos que siente de verdad orgullo por usar un uniforme. Eso era un compromiso para él. Víctor emite todo lo bueno del béisbol, es digno de admiración”.
Martínez esta agradecido de su éxito, porque David, un pitcher zurdo, sólo llegó hasta Clase A antes que problemas con el brazo lo forzaran a abandonar el deporte. “No tuvo suerte”, dijo Martínez.
Martínez observaba a su madre y aprendió la ética de trabajo que aplicó para convertirse en un catcher de Grandes Ligas. También jugaba afuera con sus hermanos y aprendió a batear desde ambos lados del plato.
Casi todos los días, Victor, Carlos y David se escapaban al campo de softbol, su madre les pedía que regresaran a tiempo para comer. Un hermano lanzaba, otro bateaba y el otro jugaba left field. Toda pelota bateada hacia el right field era un out.
Los hermanos se las ingeniaban de distintas formas para dirigir la pelota hacia el left field, “sólo lo intentábamos, jugábamos”, dijo Martínez. Eso incluía batear a la zurda. A los 7 años ya Martínez bateaba desde ambos lados del plato.
Su madre lo apoyaba para que jugara béisbol, mientras veía los juegos de Grandes Ligas, estaba muy pendiente de Ozzie Guillén, el principal de los campocortos venezolanos de ese momento. Martínez se dio cuenta que podía vivir del béisbol.
Casi inmediatamente después que se presentó a una academia de béisbol en Venezuela, los Indios lo convirtieron en catcher. “No corría nada”, dijo Shapiro, quién era el director de ligas menores de los Indios para el momento. Minnie Mendoza, el coordinador de campo de los Indios para Latinoamérica, le dijo a Martínez que sería catcher. Después de la consternación inicial, Martínez aceptó su nuevo trabajo.
“De verdad acepté el reto”, dijo Martínez. “Para eso estamos aquí. Para trabajar duro”.
La transición fue lenta. Un pitcher lanzaba una pelota contra el suelo, y en vez de bloquearla, Martínez saltaba. El lanzamiento golpeaba al árbitro. “Ese no será el último”, le dijo Mendoza a Martínez.
Martínez tenía brazos largos y una contextura grande, tuvo muchos problemas para coordinar los movimientos del catcher. Se mantuvo trabajando en eso. Se hizo más asertivo con los pitchers y aprendió las tendencias individuales de cada quién.
“Es un muchacho a quién nos mantuvimos retándolo, pidiéndole que diera más, él nunca se rindió ante el reto”, dijo Shapiro. “Nunca cedió ante ninguna de las frustraciones. Asumió personalmente el liderazgo que conlleva ser catcher”.
Mientras Martínez se enfocaba en la receptoría, su ofensiva nunca fue un problema. Ganó dos título de Jugador Más Valioso y dos coronas de bateo en las ligas menores. “Nadie tuvo que trabajar con él en su bateo”, dijo Shapiro. “Teníamos que dejarlo tranquilo”.
Martínez mejoró su defensiva lo suficiente para que lo llamaran a las Grandes Ligas en 2002, a los 22 años. Su bate poderoso lo convirtió en uno de los catchers más valiosos de la liga. Rápidamente emergió como un líder del equipo, motivando al club house con su enfoque diario.
“Pienso que su pasión por el juego, su sinceridad, son cosas que influyen en los otros jugadores”, dijo Shapiro. “Todo es genuino en él”.
Antes de los juegos, los jugadores de los Indios decretaron “El momento de Víctor”, cuando él hacía elaborados estrechones de manos con cada jugador regular, un saludo diferente para cada pelotero. Tenía alrededor de 15 rutinas distintas, y de alguna manera las recordaba todas.
“¿Saben qué? No sé como lo hago. Sólo recuerdo. Te veo, y recuerdo lo que hago y lo que hago con los otros muchachos”.
Martínez se sentía orgulloso de su organización, quería terminar su carrera con los Indios. Cuando Shapiro le dijo que había sido cambiado, ambos lloraron. “Fue uno de los momentos más difíciles de mi carrera profesional”, dijo Shapiro.
Martínez dejó a un lado su disgusto y se unió a un nuevo equipo por primera vez en su carrera, el cambio más importante desde que su madre le dijera que hiciera el intento.
“Aquí estoy”, dijo Martínez. “Todavía hago el intento”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
domingo, 2 de agosto de 2009
Casey McGehee y su hijo llevan a los Cerveceros de Milwaukee a una victoria inspiracional..
David Brown
El toletero de los Cerveceros Casey McGehee dice que su hijo lo inspira ¿y como podría alguien no ser conmovido por Mack McGehee?
A pesar de estar afectado por una parálisis cerebral, un desorden cerebral incurable que altera la coordinación muscular, el emocionado niño de 2 años hizo el primer lanzamiento en Miller Park antes del juego del miércoles 29 de julio por la noche.
Luego, en el sexto episodio, su padre bateó un jonrón como emergente para poner adelante a los Cerveceros en ruta a una victoria 7-5 sobre Nacionales de Washington.
¡Qué combinación! Mack con el lanzamiento, Casey con el bate.
Mack fue capaz de ver el jonrón de su papá en vivo en el estadio antes de irse a casa con su mamá. Después del juego llamaron a Casey para felicitarlo.
“Buen batazo papi”, dijo Mack, de acuerdo a MLB.com.
“Fue la mejor felicitación que podía recibir”, dijo Casey. “no puedes hacer nada sino sonreir cuando lo miras. Él hace los días malos un poco más fáciles y los días buenos mucho mejores. No puedes hacer más que sonreir al ver como reacciona.
La presencia de Macken el estadio, se debió a la iniciativa de las esposas de los Cerveceros en un esfuerzo por recaudar dinero y conciencia para United Cerebral Palsy. Casey, a quién los Cerveceros reclamaron de waivers, tiene una buena temporada con el bate, al conseguir su primera oportunidad de jugar como regular en la Gran Carpa.
Al recordar el momento del lanzamiento de su hijo, el cual ocurrió con la asistencia del compañero de equipo Prince Fielder, McGehee casi empieza a llorar.
“Como padre, ese es un momento que recordaré por mucho tiempo”, dijo Casey. “Él es alguien especial. Pasar por lo que está pasando y mantenerse activo, sin que nadie note que tiene algún defecto la mayor parte del tiempo…”
“Él ha sido una gran inspiración para mí. La forma como algunos de los muchachos lo han tratado es muy especial. Si me hubieran preguntado hace algunos años si estaría en un estadio de Grandes Ligas, y tendría la oportunidad de compartir allí con mi hijo. He sido muy sortario al ocurrirme esto”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
El toletero de los Cerveceros Casey McGehee dice que su hijo lo inspira ¿y como podría alguien no ser conmovido por Mack McGehee?
A pesar de estar afectado por una parálisis cerebral, un desorden cerebral incurable que altera la coordinación muscular, el emocionado niño de 2 años hizo el primer lanzamiento en Miller Park antes del juego del miércoles 29 de julio por la noche.
Luego, en el sexto episodio, su padre bateó un jonrón como emergente para poner adelante a los Cerveceros en ruta a una victoria 7-5 sobre Nacionales de Washington.
¡Qué combinación! Mack con el lanzamiento, Casey con el bate.
Mack fue capaz de ver el jonrón de su papá en vivo en el estadio antes de irse a casa con su mamá. Después del juego llamaron a Casey para felicitarlo.
“Buen batazo papi”, dijo Mack, de acuerdo a MLB.com.
“Fue la mejor felicitación que podía recibir”, dijo Casey. “no puedes hacer nada sino sonreir cuando lo miras. Él hace los días malos un poco más fáciles y los días buenos mucho mejores. No puedes hacer más que sonreir al ver como reacciona.
La presencia de Macken el estadio, se debió a la iniciativa de las esposas de los Cerveceros en un esfuerzo por recaudar dinero y conciencia para United Cerebral Palsy. Casey, a quién los Cerveceros reclamaron de waivers, tiene una buena temporada con el bate, al conseguir su primera oportunidad de jugar como regular en la Gran Carpa.
Al recordar el momento del lanzamiento de su hijo, el cual ocurrió con la asistencia del compañero de equipo Prince Fielder, McGehee casi empieza a llorar.
“Como padre, ese es un momento que recordaré por mucho tiempo”, dijo Casey. “Él es alguien especial. Pasar por lo que está pasando y mantenerse activo, sin que nadie note que tiene algún defecto la mayor parte del tiempo…”
“Él ha sido una gran inspiración para mí. La forma como algunos de los muchachos lo han tratado es muy especial. Si me hubieran preguntado hace algunos años si estaría en un estadio de Grandes Ligas, y tendría la oportunidad de compartir allí con mi hijo. He sido muy sortario al ocurrirme esto”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
A mantener la pista de estos prospectos cambiados.
Wallace, Poreda y Alderson entre los mejores de los movimientos.
Jonathan Mayo / MLB.com
Los grandes nombres que cambiaron los equipos alrededor de la fecha límite de hacer transacciones directas fueron Grande Ligas como Matt Holliday, Jake Peavy y Victor Martínez.
Pero los equipos que cambiaron esos Grande Ligas esperan que los jugadores de Ligas Menores que recibieron a cambio, se conviertan en estrellas del futuro. O por lo menos en colaboradores de un equipo de grandes ligas. Siempre es importante recordar que en esta época del año Jeff Bagwell, Jason Varitek y Scott Kazmir eran jugadores de ligas menores que fueron a equipos nuevos en negociaciones de la fecha límite de transacciones.
¿Quiénes fueron los grandes nombres que los “vendedores” obtuvieron en este mercado de cambios? El tiempo lo dirá, pero aquí está un grupo de 10 nombres que los aficionados deberían mantener vigilado a medida que el futuro tome cuerpo. Los primeros 5 son aquellos de los que se podría tener noticias antes de terminar esta temporada. Los otros podrían estar algo retrasados, pero deben ser revisados de todas formas.
En la cúspide.
Brett Wallace, 3b, A’s: Era el principal prospecto de los Cardenales de San Luis, quién pensó que jugaba en su futuro hogar cuando participó en el Juego de Futuras Estrellas efectuado en Busch Stadium. Ahora el nativo del norte de California y prospecto número 19 en el más reciente listado de los 50 mejores, regresa a casa para jugar con un equipo que lo buscó mucho por su bate en el draft de 2008 para jugadores de primer año. Wallace tiene un gran potencial (.370 de promedio con hombres en base) y puede batear (.292 en general), debería batear con más poder del mostrado este año. Ha bateado para .348 en sus primeros 6 juegos con el Sacramento Triple A. Hay que ver si se mantiene jugando en la esquina caliente, pero no hay dudas de que su bate se adaptará a las Grandes Ligas.
Aaron Poreda, pitcher zurdo, Padres: Los aficionados de Grandes Ligas lo vieron brevemente, en papel de relevista con los Medias Blancas. Estuvo efectivo, pero como no lanzaba a menudo, Chicago, sabiamente lo envió a las menores. La escogencia de primera ronda del draft de 2007, podría tener un futuro más brillante como abridor si puede continuar mejorando su control y desarrolla pitcheos secundarios. Tiene efectividad de 2.54 en 13 aperturas en las menores y ha ponchado a más de un bateador por inning. Se reportará a la filial Triple A de los Padres de San Diego, con alguna posibilidad de subir al final de la temporada.
Carlos Carrasco, pitcher derecho, Indios: Ya lanzó contra su antígua organización (y ante Pedro Martínez) la noche del viernes 31 de julio en Triple A, su primera oportunidad de retribución. La estrella de Carrasco se ha apagado un poco con la actuación de este año (5.18 de efectividad en 20 aperturas), pero todavía tiene 22 años y tiene un buen repertorio que le ha permitido cosechar 112 ponches en 114 innigs. El 3 veces asistente al Juego de Estrellas del Futuro pudo haberse estancado un poco con los Filis, pero el cambio de escenario podría significar un boleto para Cleveland en el futuro inmediato.
Jeff Clement, 1B/C, Piratas: Técnicamente no es un prospecto por todo el tiempo que ha acumulado en Grandes Ligas, pero estuvo atascado en el sistema de los Marineros. Problemas en las rodillas lo alejaron de la receptoría, mientras Seattle estaba a punto de regresarlo detrás del plato, Pittsburgh planea ponerlo a jugar en primera en Triple A para ver como luce ahí. Clement jonroneó en su primer turno al bate en la organización de los Piratas, y todavía tiene un bate zurdo intrigante que le puede hacer tomar unos turnos en PNC Park antes que termine la temporada.
Lou Marson, C, Indios: Él ha visto alguna acción en Grandes Ligas y se perfila como un catcher decente. El joven de 23 años está con el Columbus Triple A y jugó contra su antígua organización justo después del cambio ¿Pero pasará mucho tiempo más en las menores? Los Indios negociaron a Victor Martínez y subieron a Wyatt Toregas, pero no debería sorprender a nadie si luego que Marson se familiarice con la organización lo suban para jugar algún tiempo detrás del plato.
Para más adelante en el camino.
Tim Alderson, pitcher derecho, Piratas: Él es el número 33 en la nueva clasificación de los primeros 50 prospectos. Algunos han mostrado preocupación por cierta disminución en su velocidad y algún decaimiento en su radio de ponches. Pero solo tiene 20 años, su efectividad de 3.47 sería la sexta en la Eastern League si tuviera las entradas suficientes para calificar y continua teniendo un impresionante radio bajo de boletos y un sólido radio ponches/boletos. Lanzará para un equipo de Altoona-AA cargado de talento y podría subir a Pittsburgh dentro de un año.
Jason Knapp, pitcher derecho, Indios: Por consenso él tiene el mayor potencial de todos los peloteros que la tribu obtuvo de los Filis en el cambio por Cliff Lee. El espigado derecho ha tenido altibajos en su primera temporada completa, pero no hay dudas de su talento bruto. Ha coleccionado 111 ponches en 85.1 episodios, buenos para 11.71 ponches por cada 9 innings. Esa es la tercera mejor marca en las ligas menores. Pueden pasar unos años antes de que Cleveland disfrute de los beneficios, pero él podría ser el mejor pitcher negociado en esta fecha límite de transacciones.
Aaron Pribanic, pitcher derecho, Piratas: Drafteado por los Marineros en Nebraska, en la tercera ronda del draft de 2008, Pribanic fue un lanzador derecho en la universidad a quién alguién lo visualizó como relevista corto. Sin embargo, en 17 aperturas en la Midwest League, dejó efectividad de 3.21, la décima mejor del circuito. Aún yendo al bull pen, él y Brett Lorin (ambos adquiridos en el cambio por Jack Wilson) tienen brazos de Grandes Ligas.
Josh Bell, 3B, Orioles: A los Dodgers les gustó el talento de Bell desde que lo draftearon en la cuarta ronda del draft de 2005. Ha estado un poco retrasado por las lesiones, pero el joven de 22 años estaba teniendo una sólida temporada en la Southern League Doble A, bateando .296, con un OPS de .886 antes del canje. No hay mucho talento en tercera base en la organización de los Orioles como para bloquearlo, así que podría llegar a Baltimore el año entrante.
Scott Barnes, lanzador zurdo, Indios: Este es el talento escondido escogido en el cambio. Los Gigantes tomaron a Barnes de St. John en la octava ronda del draft de 2008, y fue tan efectivo en el verano de su debut que terminó lanzando muy bien con el Augusta Clase A durante el avance de este equipo al campeonato de la South Atlantic League. Tenía 12-3 con 2.85 de efectividad (tercero en la Liga de California) al momento del cambio y debutó con los Indios fuera de casa el jueves 30 de julio. Barnes estaba a la sombra de los prospectos Alderson y Madison Bumgarner con los Gigantes, pero podría subir más rápido en el sistema de los Indios.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
Jonathan Mayo / MLB.com
Los grandes nombres que cambiaron los equipos alrededor de la fecha límite de hacer transacciones directas fueron Grande Ligas como Matt Holliday, Jake Peavy y Victor Martínez.
Pero los equipos que cambiaron esos Grande Ligas esperan que los jugadores de Ligas Menores que recibieron a cambio, se conviertan en estrellas del futuro. O por lo menos en colaboradores de un equipo de grandes ligas. Siempre es importante recordar que en esta época del año Jeff Bagwell, Jason Varitek y Scott Kazmir eran jugadores de ligas menores que fueron a equipos nuevos en negociaciones de la fecha límite de transacciones.
¿Quiénes fueron los grandes nombres que los “vendedores” obtuvieron en este mercado de cambios? El tiempo lo dirá, pero aquí está un grupo de 10 nombres que los aficionados deberían mantener vigilado a medida que el futuro tome cuerpo. Los primeros 5 son aquellos de los que se podría tener noticias antes de terminar esta temporada. Los otros podrían estar algo retrasados, pero deben ser revisados de todas formas.
En la cúspide.
Brett Wallace, 3b, A’s: Era el principal prospecto de los Cardenales de San Luis, quién pensó que jugaba en su futuro hogar cuando participó en el Juego de Futuras Estrellas efectuado en Busch Stadium. Ahora el nativo del norte de California y prospecto número 19 en el más reciente listado de los 50 mejores, regresa a casa para jugar con un equipo que lo buscó mucho por su bate en el draft de 2008 para jugadores de primer año. Wallace tiene un gran potencial (.370 de promedio con hombres en base) y puede batear (.292 en general), debería batear con más poder del mostrado este año. Ha bateado para .348 en sus primeros 6 juegos con el Sacramento Triple A. Hay que ver si se mantiene jugando en la esquina caliente, pero no hay dudas de que su bate se adaptará a las Grandes Ligas.
Aaron Poreda, pitcher zurdo, Padres: Los aficionados de Grandes Ligas lo vieron brevemente, en papel de relevista con los Medias Blancas. Estuvo efectivo, pero como no lanzaba a menudo, Chicago, sabiamente lo envió a las menores. La escogencia de primera ronda del draft de 2007, podría tener un futuro más brillante como abridor si puede continuar mejorando su control y desarrolla pitcheos secundarios. Tiene efectividad de 2.54 en 13 aperturas en las menores y ha ponchado a más de un bateador por inning. Se reportará a la filial Triple A de los Padres de San Diego, con alguna posibilidad de subir al final de la temporada.
Carlos Carrasco, pitcher derecho, Indios: Ya lanzó contra su antígua organización (y ante Pedro Martínez) la noche del viernes 31 de julio en Triple A, su primera oportunidad de retribución. La estrella de Carrasco se ha apagado un poco con la actuación de este año (5.18 de efectividad en 20 aperturas), pero todavía tiene 22 años y tiene un buen repertorio que le ha permitido cosechar 112 ponches en 114 innigs. El 3 veces asistente al Juego de Estrellas del Futuro pudo haberse estancado un poco con los Filis, pero el cambio de escenario podría significar un boleto para Cleveland en el futuro inmediato.
Jeff Clement, 1B/C, Piratas: Técnicamente no es un prospecto por todo el tiempo que ha acumulado en Grandes Ligas, pero estuvo atascado en el sistema de los Marineros. Problemas en las rodillas lo alejaron de la receptoría, mientras Seattle estaba a punto de regresarlo detrás del plato, Pittsburgh planea ponerlo a jugar en primera en Triple A para ver como luce ahí. Clement jonroneó en su primer turno al bate en la organización de los Piratas, y todavía tiene un bate zurdo intrigante que le puede hacer tomar unos turnos en PNC Park antes que termine la temporada.
Lou Marson, C, Indios: Él ha visto alguna acción en Grandes Ligas y se perfila como un catcher decente. El joven de 23 años está con el Columbus Triple A y jugó contra su antígua organización justo después del cambio ¿Pero pasará mucho tiempo más en las menores? Los Indios negociaron a Victor Martínez y subieron a Wyatt Toregas, pero no debería sorprender a nadie si luego que Marson se familiarice con la organización lo suban para jugar algún tiempo detrás del plato.
Para más adelante en el camino.
Tim Alderson, pitcher derecho, Piratas: Él es el número 33 en la nueva clasificación de los primeros 50 prospectos. Algunos han mostrado preocupación por cierta disminución en su velocidad y algún decaimiento en su radio de ponches. Pero solo tiene 20 años, su efectividad de 3.47 sería la sexta en la Eastern League si tuviera las entradas suficientes para calificar y continua teniendo un impresionante radio bajo de boletos y un sólido radio ponches/boletos. Lanzará para un equipo de Altoona-AA cargado de talento y podría subir a Pittsburgh dentro de un año.
Jason Knapp, pitcher derecho, Indios: Por consenso él tiene el mayor potencial de todos los peloteros que la tribu obtuvo de los Filis en el cambio por Cliff Lee. El espigado derecho ha tenido altibajos en su primera temporada completa, pero no hay dudas de su talento bruto. Ha coleccionado 111 ponches en 85.1 episodios, buenos para 11.71 ponches por cada 9 innings. Esa es la tercera mejor marca en las ligas menores. Pueden pasar unos años antes de que Cleveland disfrute de los beneficios, pero él podría ser el mejor pitcher negociado en esta fecha límite de transacciones.
Aaron Pribanic, pitcher derecho, Piratas: Drafteado por los Marineros en Nebraska, en la tercera ronda del draft de 2008, Pribanic fue un lanzador derecho en la universidad a quién alguién lo visualizó como relevista corto. Sin embargo, en 17 aperturas en la Midwest League, dejó efectividad de 3.21, la décima mejor del circuito. Aún yendo al bull pen, él y Brett Lorin (ambos adquiridos en el cambio por Jack Wilson) tienen brazos de Grandes Ligas.
Josh Bell, 3B, Orioles: A los Dodgers les gustó el talento de Bell desde que lo draftearon en la cuarta ronda del draft de 2005. Ha estado un poco retrasado por las lesiones, pero el joven de 22 años estaba teniendo una sólida temporada en la Southern League Doble A, bateando .296, con un OPS de .886 antes del canje. No hay mucho talento en tercera base en la organización de los Orioles como para bloquearlo, así que podría llegar a Baltimore el año entrante.
Scott Barnes, lanzador zurdo, Indios: Este es el talento escondido escogido en el cambio. Los Gigantes tomaron a Barnes de St. John en la octava ronda del draft de 2008, y fue tan efectivo en el verano de su debut que terminó lanzando muy bien con el Augusta Clase A durante el avance de este equipo al campeonato de la South Atlantic League. Tenía 12-3 con 2.85 de efectividad (tercero en la Liga de California) al momento del cambio y debutó con los Indios fuera de casa el jueves 30 de julio. Barnes estaba a la sombra de los prospectos Alderson y Madison Bumgarner con los Gigantes, pero podría subir más rápido en el sistema de los Indios.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
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