El barco había saltado dos veces entre las olas de rugidos del león. El ambiente se presentaba cargado de emociones y con nubarrones en el horizonte. Raúl Valdés subió al puesto de mando y empezó a mover el timón de una manera tal que el león erraba los arañazos, aún cuando varias veces el árbitro ignoraba que los movimientos de navegación dejaban al felino inmóvil.
En el propio segundo inning Valdés tuvo que recurrir a su más refinada paciencia. Luego de 2 outs recibió imparable de Wilson Ramos y concedió boletos a Carlos Maldonado y Gregorio Petit. Al menos el de Maldonado ocurrió con una zona de strike muy variable. El serpentinero cubano respondió como todo un pitcher y ponchó a José Duarte.
En la apertura de esa entrada Elvis Andrus se había embasado por infield hit luego de 2 outs, robó segunda y anotó por error de Celestino López ante rodado de Marco Vecchionaci.
En el quinto Elvis la sacó por la izquierda y en el cierre de ese tramo inició un dobleplay para estabilizar la plataforma donde Valdés giraba el timón.
En el sexto, López se embasó por error del antesalista Vecchionaci. Luego Yurendell DeCaster tomó una línea de Jackson Melían y dobló a López en primera para terminar de alumbrar la senda del barco al tomar otra línea de Josh Kroeger.
Elvis demostró su profundidad como torpedero al correr hasta detrás de segunda base para tomar un roletazo de Wilson Ramos y aportar otro granito al trabajo de 7 ceros de Valdés.
Luego vinieron Jean Machí en el octavo, quién se repuso luego de algún parpadeo para obligar a López, a batear para dobleplay por la vía 5-4-3, y el Kid Rodríguez quién esta vez si vino con todas las luces encendidas y alumbró la cercanía del puerto al sacar el noveno a paso de conga…1,2,3.
Ahora hay que enfocarse en el juego del jueves. Jason Simontacci debe estar ajustando su mecánica para lanzar sus mejores envíos en pos de la victoria. Igual Carlos García con el manejo de sus peloteros para tener el mejor desempeño como equipo. La misión es dar lo mejor por la victoria el jueves.
Alfonso L. Tusa C.
miércoles, 27 de enero de 2010
Westmoreland: “Dejé mi huella”.
Alex Speier.
Fue el tipo de historia que ocurre en la vida de una leyenda urbana. La temporada de Ryan Westmoreland llegó, literalmente, a un violento final cuando se rompió su clavícula izquierda al estrellarse contra la pared del outfield en Lowell.
La lesión, que ocurrió en los primeros días de septiembre, requirió una intervención quirúrgica, de la cual se espera que Westmoreland se recupere por completo. El jardinero espera que la lesión sea olvidada pronto.
Aún así, el impacto que la causó va a ser difícil que deaparezca pronto de la memoria. Eso es inevitable debido a los relatos ( disputados por algunos) que indican que Westmoreland corrió a través de la cerca del left center en LeLacheur Park mientras hacía una atrapada fenomenal.
“Corrí hacia la pared. Estaba algo frío, no recuerdo si corrí a través de ella”, dijo Westmoreland quién estaba en Boston el sábado 09 de enero de 2010 para el evento de las Nuevas Estrellas, que recoge fondos para el Jimmy Fund mientras presenta a los jugadores de ligas menores a los fanáticos de los Medias Rojas. “Pero el día siguiente salí afuera y había un hueco en la pared del left field, y fue alrededor del lugar donde choqué. Se puede decir que dejé mi huella”.
Si, el oye comparaciones con “The Natural” a menudo. Pero Westmoreland no está interesado en ser conocido como el próximo Bump Bailey (un personaje en “The Natural” cuya muerte al chocar contra una pared le dio la oportunidad a Roy Hobbs, o Rodney McCray, el jugador de ligas menores que se hizo famosos por atravesar una pared antes de tener una carrera de grandes ligas sin pena ni gloria donde tuvo sólo 15 apariciones al bate.
Al final, Westmoreland ha estado muy complacido con el desarrollo de su rehabilitación, en la cual ha estado fortaleciendo ambos hombros ( la izquierda por la fractura de la clavícula de este año y la derecha porque tiene 14 meses que fue operado para reparar un cartílago. La próxima semana irá a Fort Myers para continuar su rehabilitación y comenzar las actividades beisboleras. Adelanta que no tendrá limitaciones al inicio de la temporada.
“Todo va muy bien”, dijo Westmoreland. “Debo estar al 100 % para los entrenamientos primaverales”.
Allì, Westmoreland piensa retomar lo que fue una fenomenal primera temporada profesional. Bateó .296 con .401 de OBP, .484 en slugging. .885 OPS, 7 jonrones, 19 robos nunca lo sacaron robando. Debido a las limitaciones climáticas para jugar béisbol de secundaria en Nueva Inglaterra, el nativo de Rhode Island se sorprendió positivamente por la forma como se adaptó a un calendario más largo y a un mayor nivel de competición que el que había experimentado en el amateur.
“Nunca supe como jugar todos los días. Un calendario de 75 juegos es muy distinto de otro de 20 juegos en secundaria. Las primeras semanas fueron duras para mi condición física y también mental tratando de concentrarme en mantenerme ahí. Pero me adapté en los últimos tres cuartos de temporada”, dijo Westmoreland. “La primera semana estaba muy nervioso. Nunca había visto pitchers universitarios. Pero me ajusté y terminé con buenos números. Fue muy motivante saber que podía competir a ese nivel”.
Los reconocimientos fueron indiscutibles. Los scouts y evaluadores de talento se desbordaron en elogios por Westmoreland. Indicaron que sus avanzadas destrezas, inmejorable posicionamiento en el cajón de bateo, conocimiento de la zona de strike, poder, velocidad en los jardines y las bases, buen guante y poderoso brazo, les dibujaron cierta similitud con un centerfielder estrella como Grady Sizemore. Fue nombrado primer prospecto de los Medias Rojas de Boston por Baseball America.
“Es un gran honor”, dijo Westmoreland, “pero eso no significa nada a menos que produzca”.
Naturalmente, este reconocimiento hizo inevitable que su nombre a pareciera en rumores de cambio. Hay una pequeña duda, después de todo, de que los otros equipos quieran adquirir este tipo de pelotero. Él ha escuchado su nombre sonar en rumors de cambio por jugadores como Roy Halladay y Adrián González.
Westmoreland, quién creció aupando a los Medias Rojas, preferiría permanecer en la organización. Pero reconoce que puede hacer muy poco respecto a los rumores de cambio.
“Sería grandioso subir con Boston porque he seguido al equipo toda la vida, Definitivamente sería una experiencia especial. Al mismo tiempo estoy luchando por un puesto. Ser de Nueva Inglaterra no me ayuda o me preocupa”, dijo Westmoreland. “No le presto atención a los rumores. Dejo que las cosas ocurran. Recibo mensajes de texto y llamadas todo el tiempo. Sólo digo: ‘Ignoro lo que va a pasar’. Sólo trato de hacer mis ejercicios en el receso invernal. Si algo ocurre, ocurrió. Trato de abstraerme de todo eso porque si me enredo con los rumores, especialmente en la temporada. Eso afectará mi concentración en el juego. Y eso es exactamente lo que no quiero hacer”.
En su lugar, Westmoreland está enfocado en la temporada de 2010, la cual le ofrecerá su primera oportunidad con un equipo de temporada completa. Jugará Clase A, lejos de casa, en Greenville de la Liga del Atlántico Sur. Este es un reto que el chico de 19 años toma con seriedad.
“Esta va a ser mi primera temporada completa. Es algo muy importante para mí”, dijo Westmoreland. “La espero con ansias. Esta temporada, 70 juegos son largos para mí, pero estoy listo. Me he preparado durante el receso porque sé que probablemente jugaré la temporada completa. Me he preparado física y mentalmente”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
Fue el tipo de historia que ocurre en la vida de una leyenda urbana. La temporada de Ryan Westmoreland llegó, literalmente, a un violento final cuando se rompió su clavícula izquierda al estrellarse contra la pared del outfield en Lowell.
La lesión, que ocurrió en los primeros días de septiembre, requirió una intervención quirúrgica, de la cual se espera que Westmoreland se recupere por completo. El jardinero espera que la lesión sea olvidada pronto.
Aún así, el impacto que la causó va a ser difícil que deaparezca pronto de la memoria. Eso es inevitable debido a los relatos ( disputados por algunos) que indican que Westmoreland corrió a través de la cerca del left center en LeLacheur Park mientras hacía una atrapada fenomenal.
“Corrí hacia la pared. Estaba algo frío, no recuerdo si corrí a través de ella”, dijo Westmoreland quién estaba en Boston el sábado 09 de enero de 2010 para el evento de las Nuevas Estrellas, que recoge fondos para el Jimmy Fund mientras presenta a los jugadores de ligas menores a los fanáticos de los Medias Rojas. “Pero el día siguiente salí afuera y había un hueco en la pared del left field, y fue alrededor del lugar donde choqué. Se puede decir que dejé mi huella”.
Si, el oye comparaciones con “The Natural” a menudo. Pero Westmoreland no está interesado en ser conocido como el próximo Bump Bailey (un personaje en “The Natural” cuya muerte al chocar contra una pared le dio la oportunidad a Roy Hobbs, o Rodney McCray, el jugador de ligas menores que se hizo famosos por atravesar una pared antes de tener una carrera de grandes ligas sin pena ni gloria donde tuvo sólo 15 apariciones al bate.
Al final, Westmoreland ha estado muy complacido con el desarrollo de su rehabilitación, en la cual ha estado fortaleciendo ambos hombros ( la izquierda por la fractura de la clavícula de este año y la derecha porque tiene 14 meses que fue operado para reparar un cartílago. La próxima semana irá a Fort Myers para continuar su rehabilitación y comenzar las actividades beisboleras. Adelanta que no tendrá limitaciones al inicio de la temporada.
“Todo va muy bien”, dijo Westmoreland. “Debo estar al 100 % para los entrenamientos primaverales”.
Allì, Westmoreland piensa retomar lo que fue una fenomenal primera temporada profesional. Bateó .296 con .401 de OBP, .484 en slugging. .885 OPS, 7 jonrones, 19 robos nunca lo sacaron robando. Debido a las limitaciones climáticas para jugar béisbol de secundaria en Nueva Inglaterra, el nativo de Rhode Island se sorprendió positivamente por la forma como se adaptó a un calendario más largo y a un mayor nivel de competición que el que había experimentado en el amateur.
“Nunca supe como jugar todos los días. Un calendario de 75 juegos es muy distinto de otro de 20 juegos en secundaria. Las primeras semanas fueron duras para mi condición física y también mental tratando de concentrarme en mantenerme ahí. Pero me adapté en los últimos tres cuartos de temporada”, dijo Westmoreland. “La primera semana estaba muy nervioso. Nunca había visto pitchers universitarios. Pero me ajusté y terminé con buenos números. Fue muy motivante saber que podía competir a ese nivel”.
Los reconocimientos fueron indiscutibles. Los scouts y evaluadores de talento se desbordaron en elogios por Westmoreland. Indicaron que sus avanzadas destrezas, inmejorable posicionamiento en el cajón de bateo, conocimiento de la zona de strike, poder, velocidad en los jardines y las bases, buen guante y poderoso brazo, les dibujaron cierta similitud con un centerfielder estrella como Grady Sizemore. Fue nombrado primer prospecto de los Medias Rojas de Boston por Baseball America.
“Es un gran honor”, dijo Westmoreland, “pero eso no significa nada a menos que produzca”.
Naturalmente, este reconocimiento hizo inevitable que su nombre a pareciera en rumores de cambio. Hay una pequeña duda, después de todo, de que los otros equipos quieran adquirir este tipo de pelotero. Él ha escuchado su nombre sonar en rumors de cambio por jugadores como Roy Halladay y Adrián González.
Westmoreland, quién creció aupando a los Medias Rojas, preferiría permanecer en la organización. Pero reconoce que puede hacer muy poco respecto a los rumores de cambio.
“Sería grandioso subir con Boston porque he seguido al equipo toda la vida, Definitivamente sería una experiencia especial. Al mismo tiempo estoy luchando por un puesto. Ser de Nueva Inglaterra no me ayuda o me preocupa”, dijo Westmoreland. “No le presto atención a los rumores. Dejo que las cosas ocurran. Recibo mensajes de texto y llamadas todo el tiempo. Sólo digo: ‘Ignoro lo que va a pasar’. Sólo trato de hacer mis ejercicios en el receso invernal. Si algo ocurre, ocurrió. Trato de abstraerme de todo eso porque si me enredo con los rumores, especialmente en la temporada. Eso afectará mi concentración en el juego. Y eso es exactamente lo que no quiero hacer”.
En su lugar, Westmoreland está enfocado en la temporada de 2010, la cual le ofrecerá su primera oportunidad con un equipo de temporada completa. Jugará Clase A, lejos de casa, en Greenville de la Liga del Atlántico Sur. Este es un reto que el chico de 19 años toma con seriedad.
“Esta va a ser mi primera temporada completa. Es algo muy importante para mí”, dijo Westmoreland. “La espero con ansias. Esta temporada, 70 juegos son largos para mí, pero estoy listo. Me he preparado durante el receso porque sé que probablemente jugaré la temporada completa. Me he preparado física y mentalmente”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
jueves, 7 de enero de 2010
Andre Dawson, Andrés Galárraga y El Salón de la Fama 2010.
Los premios al igual que todas las decisiones tomadas por los seres humanos, tienen un contenido importante de subjetividad. Esto es normal, si tomamos en cuenta que cada ser humano tiene su punto de vista y sentimientos. Por eso las polémicas y los disgustos de muchos cuando disienten de los resultados de una decisión.
Este año la Asociación de Periodistas de Béisbol de Estados Unidos escogió como único elegido al Salón de la Fama, al jardinero André Dawson (.279 promedio de bateo, 1591 empujadas, 438 jonrones, 98 triples, 503 dobles, 2774 imparables, 1373 anotadas, 314 bases robadas, 589 boletos, 1509 ponches, 9927 veces al bate, 2627 juegos, 5158 outs, 157 asistencias, 30 dobleplays, 93 errores, 21 temporadas) de los Expos de Montreal, Cachorros de Chicago, Medias Rojas de Boston y Marlins de Florida. Una vez más quedó por fuera un magnífico lanzador como Bert Blyleven (287 ganados, 250 perdidos, 3.31 de efectividad, 692 juegos, 685 aperturas, 242 completos, 60 blanqueos, 4970 innings, 4632 hits, 430 jonrones, 1322 boletos, 3701 ponches, 155 golpeados, 19 balks, 114 wild pitches) en 22 temporadas con Minnesota, Texas, Pittsburgh, Cleveland, Angelinos de California. Tambien Roberto Alomar, uno de los mejores peloteros de su generación, deberá esperar al menos otra vuelta de calendario para optar de nuevo al sagrado recinto beisbolero. Sin embargo el resultado que más extrañó y dolió a los aficionados venezolanos fue que el inicialista Andrés Galárraga (.288 promedio de bateo, 1425 empujadas, 399 jonrones, 32 triples, 444 dobles, 2333 imparables, 1195 anotadas, 128 bases robadas, 583 boletos, 2003 ponches, 8096 turnos al bate, 2257 juegos, 18242 outs, 1376 asistencias, 1646 dobleplays, 176 errores, 19 temporadas) ni siquiera lograra el 5 % de los votos necesarios para continuar en las papeletas de votación. Fue la decisión de los periodistas de béisbol de MLB, se respeta pero no se comparte porque el Big Cat fue uno de esos peloteros “puro béisbol” como lo expresó al comienzo de su carrera su manager Alfonso Chico Carrasquel. Galárraga podía estar sumido en el momento más difícil de su vida peloteril, pero siempre tenía una sonrisa y un gesto de amistad para los aficionados y los niños. En cualquier momento, se reponía para ejecutar la jugada clave o dar el batazo que ponía a ganar a su equipo. Por eso y mucho más merecía más que ese 4.1 %, 10, 20 y hasta 30 de los votos.
Dawson jugó en LVBP en la justa 1975-76 con los Cardenales de Lara; participó en 7 juegos, 30 turnos al bate, 6 anotadas, 10 imparables, 2 dobles, 1 triple, 1 jonrón, 6 empujadas, 2 bases robadas, .333 promedio al bate. Dawson se convierte en el décimocuarto pelotero en llegar al Salón de la Fama luego de participar en el béisbol profesional en Venezuela. En el pasado han llegado al Salón, Roy Campanella en 1969 (Vargas 1946, 1946-47), Bob Gibson en 1981 (Oriente 1960-61), Luis Aparicio en 1984, Jim Catfish Hunter en 1987 (Caracas 1965-66), Tom LaSorda en 1987 (Caracas 1971-72), Rod Carew en 1991 (Aragua 1971-72, 1972-73), Rollie Fingers en 1992 (La Guaira 1968-69), Earl Weaver en 1996 (Lara 1962-63), Phil Niekro en 1997 (Pastora 1963-64), Larry Doby en 1998 (Zulia 1971-72), Sparky Anderson en 2000 (Magallanes 1964-1965), Ryne Sandberg en 2005 (Zulia 1980-81, 1981-82), Jim Rice en 2009 (Magallanes 1973-74).
Alegría por Dawson y también por Galarraga, porque aunque fue dejado a un lado del Salón de la Fama de MLB, siempre tendrá un lugar prominente en el Salón particular de cada uno de los que apreciamos y disfrutamos la calidad y el nivel de juego del Gran Gato; allí ocupa un lugar entre los tres inicialistas de mi equipo para un juego decisivo de Grandes Ligas.
Alfonso L. Tusa C.
Este año la Asociación de Periodistas de Béisbol de Estados Unidos escogió como único elegido al Salón de la Fama, al jardinero André Dawson (.279 promedio de bateo, 1591 empujadas, 438 jonrones, 98 triples, 503 dobles, 2774 imparables, 1373 anotadas, 314 bases robadas, 589 boletos, 1509 ponches, 9927 veces al bate, 2627 juegos, 5158 outs, 157 asistencias, 30 dobleplays, 93 errores, 21 temporadas) de los Expos de Montreal, Cachorros de Chicago, Medias Rojas de Boston y Marlins de Florida. Una vez más quedó por fuera un magnífico lanzador como Bert Blyleven (287 ganados, 250 perdidos, 3.31 de efectividad, 692 juegos, 685 aperturas, 242 completos, 60 blanqueos, 4970 innings, 4632 hits, 430 jonrones, 1322 boletos, 3701 ponches, 155 golpeados, 19 balks, 114 wild pitches) en 22 temporadas con Minnesota, Texas, Pittsburgh, Cleveland, Angelinos de California. Tambien Roberto Alomar, uno de los mejores peloteros de su generación, deberá esperar al menos otra vuelta de calendario para optar de nuevo al sagrado recinto beisbolero. Sin embargo el resultado que más extrañó y dolió a los aficionados venezolanos fue que el inicialista Andrés Galárraga (.288 promedio de bateo, 1425 empujadas, 399 jonrones, 32 triples, 444 dobles, 2333 imparables, 1195 anotadas, 128 bases robadas, 583 boletos, 2003 ponches, 8096 turnos al bate, 2257 juegos, 18242 outs, 1376 asistencias, 1646 dobleplays, 176 errores, 19 temporadas) ni siquiera lograra el 5 % de los votos necesarios para continuar en las papeletas de votación. Fue la decisión de los periodistas de béisbol de MLB, se respeta pero no se comparte porque el Big Cat fue uno de esos peloteros “puro béisbol” como lo expresó al comienzo de su carrera su manager Alfonso Chico Carrasquel. Galárraga podía estar sumido en el momento más difícil de su vida peloteril, pero siempre tenía una sonrisa y un gesto de amistad para los aficionados y los niños. En cualquier momento, se reponía para ejecutar la jugada clave o dar el batazo que ponía a ganar a su equipo. Por eso y mucho más merecía más que ese 4.1 %, 10, 20 y hasta 30 de los votos.
Dawson jugó en LVBP en la justa 1975-76 con los Cardenales de Lara; participó en 7 juegos, 30 turnos al bate, 6 anotadas, 10 imparables, 2 dobles, 1 triple, 1 jonrón, 6 empujadas, 2 bases robadas, .333 promedio al bate. Dawson se convierte en el décimocuarto pelotero en llegar al Salón de la Fama luego de participar en el béisbol profesional en Venezuela. En el pasado han llegado al Salón, Roy Campanella en 1969 (Vargas 1946, 1946-47), Bob Gibson en 1981 (Oriente 1960-61), Luis Aparicio en 1984, Jim Catfish Hunter en 1987 (Caracas 1965-66), Tom LaSorda en 1987 (Caracas 1971-72), Rod Carew en 1991 (Aragua 1971-72, 1972-73), Rollie Fingers en 1992 (La Guaira 1968-69), Earl Weaver en 1996 (Lara 1962-63), Phil Niekro en 1997 (Pastora 1963-64), Larry Doby en 1998 (Zulia 1971-72), Sparky Anderson en 2000 (Magallanes 1964-1965), Ryne Sandberg en 2005 (Zulia 1980-81, 1981-82), Jim Rice en 2009 (Magallanes 1973-74).
Alegría por Dawson y también por Galarraga, porque aunque fue dejado a un lado del Salón de la Fama de MLB, siempre tendrá un lugar prominente en el Salón particular de cada uno de los que apreciamos y disfrutamos la calidad y el nivel de juego del Gran Gato; allí ocupa un lugar entre los tres inicialistas de mi equipo para un juego decisivo de Grandes Ligas.
Alfonso L. Tusa C.
Carlos García Manager del Año de LVBP 2009-2010
Desde que Luis Blasini designara al Almirante como manager del Magallanes para la temporada 2009-1010, sentí que empezaban a enderezarse los instrumentos de navegación del Barco. Hacía falta alguien quien para empezar sintiera el significado de la camiseta.
Desde sus inicios con los Navegantes, Carlos García siempre empujaba al equipo desde el dugout, desde la segunda base, desde los primeros turnos de la alineación, desde un asiento que improvisaba al lado del manager de turno, en medio de la transición de aquel Magallanes de mediados de los ochenta hacia el equipo que ganó tres títulos en cuatro años. A mí particularmente se me quedó grabada la acción del cierre del noveno episodio de aquel sexto enfrentamiento de la primera final entre Caracas y Magallanes cuando el Almirante abrió con doblete y con su arrojo y determinación llegó hasta tercera alterando la estrategia defensiva caraquista para luego venirse al plato con un elevado al jardín izquierdo corto que galvanizó una victoria cardíaca con el deslizamiento en el plato y todo el equipo volcado sobre él en el hogar del José Bernardo Pérez.
Al momento del nombramiento se escucharon voces en discordia porque: “el Almirante carecía de experiencia como dirigente”, “que esta liga era muy exigente”, “que iban a seguir los tropiezos”. Sin embargo Carlos García tenía experiencia como coach de Grandes Ligas con los Marineros de Seattle (2005-2007) y también como instructor de infielders y coach de primera base con los Piratas de Pittsburgh (2008-2009). Además de que tuvo la iniciativa de llamar como su coach de banca al experimentado Gregorio Machado, quién seguramente habrá hechos aportes esenciales mediante su experiencia de más de 40 años con el Magallanes.
Desde el primer día de la temporada se notó la disposición y la determinación del Almirante por crear un ambiente de armonía y mística en el dugout y el terreno que se refleja en cada juego disputado hasta el último out. Otro de los méritos más resaltantes de García fue su diligencia para manejar una rotación de abridores con muchos altibajos y aún así llevar a la nave al puerto de la clasificación en primer lugar. Es un galardón muy merecido para El Almirante.
Alfonso L. Tusa C.
Desde sus inicios con los Navegantes, Carlos García siempre empujaba al equipo desde el dugout, desde la segunda base, desde los primeros turnos de la alineación, desde un asiento que improvisaba al lado del manager de turno, en medio de la transición de aquel Magallanes de mediados de los ochenta hacia el equipo que ganó tres títulos en cuatro años. A mí particularmente se me quedó grabada la acción del cierre del noveno episodio de aquel sexto enfrentamiento de la primera final entre Caracas y Magallanes cuando el Almirante abrió con doblete y con su arrojo y determinación llegó hasta tercera alterando la estrategia defensiva caraquista para luego venirse al plato con un elevado al jardín izquierdo corto que galvanizó una victoria cardíaca con el deslizamiento en el plato y todo el equipo volcado sobre él en el hogar del José Bernardo Pérez.
Al momento del nombramiento se escucharon voces en discordia porque: “el Almirante carecía de experiencia como dirigente”, “que esta liga era muy exigente”, “que iban a seguir los tropiezos”. Sin embargo Carlos García tenía experiencia como coach de Grandes Ligas con los Marineros de Seattle (2005-2007) y también como instructor de infielders y coach de primera base con los Piratas de Pittsburgh (2008-2009). Además de que tuvo la iniciativa de llamar como su coach de banca al experimentado Gregorio Machado, quién seguramente habrá hechos aportes esenciales mediante su experiencia de más de 40 años con el Magallanes.
Desde el primer día de la temporada se notó la disposición y la determinación del Almirante por crear un ambiente de armonía y mística en el dugout y el terreno que se refleja en cada juego disputado hasta el último out. Otro de los méritos más resaltantes de García fue su diligencia para manejar una rotación de abridores con muchos altibajos y aún así llevar a la nave al puerto de la clasificación en primer lugar. Es un galardón muy merecido para El Almirante.
Alfonso L. Tusa C.
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