lunes, 23 de agosto de 2010

Lou Piniella, jardinero izquierdo de los Tiburones de La Guaira.

La noticia de Lou Piniella adelantando su retiro como manager luego del juego de este domingo 22 de agosto de 2010, me conectó con un gradiente de sonidos en la sala de la casa de mis padres a comienzos de octubre de 1971. Las notas de “Uncle Albert” recibieron el avance de la campanilla del teléfono. Papá me informó con brillo en los ojos que probablemente asistiríamos al juego sabatino en el estadio Universitario de Caracas. Para un niño que vivía en Cumanacoa. Sucre, aquello parecía un cuento de hadas. De inmediato corrí a sacar la colección de “Sport Gráfico” que guardaban mis hermanos debajo de sus camas. Entre los primeros ejemplares encontré el que tenía un afiche de Lou Piniella con los Royals de Kansas City. Allí me enteré que Piniella debutó en Grandes Ligas con los Orioles de Baltimore en 1964, que luego jugó con los Indios de Cleveland en 1968 y fue Novato del Año en 1969 con Kansas City. Pero lo que más me llamaba la atención era que Piniella había venido a jugar aquella temporada 1971-72 con los Tiburones de La Guaira como resultado de las negociaciones sorprendentes que acostumbraba Pedro Padrón Panza. En ese mismo orden de ideas Padrón Panza había logrado los servicios de Charlie Lau, aquel famoso gurú del bateo que tuvo entre sus discipulos a George Brett, para que fungiera como manager de los escualos. Mis hermanos me nombraron todos los jugadores del Magallanes y de La Guaira. Pero quedé intrigado con Piniella por el premio y por lo que había hecho en Grandes Ligas en 1970 y 1971. Por eso cuando entré al Universitario por la tribuna central, me quedé mirando a los jugadores del infield magallanero y cuando salió La Guaira no pude quitar la mirada de los jardines. El juego fue un duelo de pitcheo entre Aurelio Monteagudo (La Guaira) y Jorge Lauzerique (Magallanes). Recuerdo que en un momento del juego, Piniella corrió hasta lo más profundo del left field y tomó la pelota de espaldas y pegado de los tubos para quitarle por lo menos un doble a Jim Holt. Lamenté mucho ese out, pero a la vez tuve que reconocer la elegancia y la solvencia defensiva del “Asturiano de Tampa”. Me acuerdo que en el cierre del cuarto inning Piniella le bateó a Lauzerique uno de los pocos imparables que permitió aquella tarde-noche. La Guaira marcó la única rayita del juego. Salí muy triste del estadio porque me tocó ver perder a mi equipo la primera vez que fui al estadio. Pero el duelo de pitcheo, las jugadas de Dámaso Blanco, Jesús Aristimuño y Gustavo Gil más aquella atrapada de Piniella contra la cerca del left field me consolaron mucho porque mi tío decidió que nos fueramos antes del noveno inning para evitar embotellamientos en el tránsito automotor. Piniella participó en 27 juegos con La Guaira, 103 turnos al bate, 13 carreras anotadas, 34 imparables, 7 dobles, 1 triple, 1 jonrón, 11 carreras empujadas, 1 base robada, .330 promedio ofensivo. Como todo lo que hizo en el béisbol, Piniella alegó una razón de mucho peso para justificar su retiro, su mamá necesita que él regrese a casa. La mezcla de la música de “Uncle Albert” subió a través de la campanita que mostraba otra vez como el batazo de Jim Holt aterrizaba en la malla del guante de Piniella.

Alfonso L. Tusa C.

martes, 17 de agosto de 2010

Se fue un Gigante: Bobby Thomson fallece a los 86 años.

El Gigante que bateó el jonrón de todas las épocas, ahora pertenece a ellas.
Como fuera informado inicialmente por el New York Daily News, Bobby Thomson, el hombre que bateó “El jonrón que se oyó alrededor del mundo” para ganar el banderín de la Liga Nacional en 1951, falleció en paz en su hogar de Georgia este lunes 16 de agosto en la noche. Tenía 86 años y su salud había desmejorado.
Thomson jugó para 5 equipos en 15 temporadas, bateó 264 jonrones y fue seleccionado 3 veces al equipo Todos Estrellas. Se aseguró de que su nombre será recordado por siempre el 03 de octubre de 1951, el día que bateó su dramático jonrón ante Ralph Branca de los Dodgers de Brooklyn para darle la victoria 5-4 que les permitió llegar a la Serie Mundial de 1951.
El estacazo de Thomson aterrizó en las gradas del jardín izquierdo en Polo Grounds y completó un rally de 4 carreras en el noveno inning que fue emblemático de la temporada de los Gigantes. El equipo estaba a 13 juegos y medio de los Dodgers el 11 de agosto, pero terminaron con marca de 37-7 para forzar una serie de desempate de 3 juegos con sus rivales citadinos. El jonrón de Thomson para ganar el decisivo tercer juego fue tan significativo que convirtió a la Serie Mundial en una histórica nota a pie de página. (¿Quién recuerda que los Gigantes perdieron la Serie Mundial con los Yanquis en 6 juegos?)
Aunque un artículo de 2001 del Wall Street Journal alegaba que el momento fue producto de unas señas robadas, Thomson nunca admitió saber que era lo que Branca iba a lanzar.
Pero eso no viene al caso porque hoy es un día para recordar al hombre quién experimentó el momento más cumbre del béisbol antes que lo hicieran peloteros como Carlton Fisk, Kirk Gibson, Kirby Puckett y Aaron Boone. Sin dudas los próximos días habrá un puñado de aficionados nostálgicos que recordarán aquel juego y también el grito del narrador: “Los Gigantes ganan el banderín”.

Traducción: Alfonso L. Tusa C

lunes, 16 de agosto de 2010

Ken Burns todavía tiene más que decir sobre el béisbol

JOE CHRISTENSEN, Star Tribune

Ken Burns nunca pensó que estaría en el negocio de las series continuadas. Cuando se cubre los temas de manera tan exhaustiva como lo hace él, regularmente no hay más que decir.
Pero Burns estuvo en Target Field el viernes 30 de julio de 2010 para hacer el lanzamiento inicial y promocionar el lanzamiento de “The tenth inning”. (El décimo inning), un documental de 2 partes y 4 horas que se transmitirá por PBS el 28-29 de septiembre de 2010. Esta película es la continuación de la serie original “Baseball” de 9 partes que fue completada en 1994.
Un sempiterno fanático de los Medias Rojas de Boston que cumplió 57 años este jueves 29 de julio, Burns nunca apartó su mirada del béisbol mientras hacía documentales de Jazz, la segunda guerra mundial y los parques nacionales.
“Veo ‘SportsCenter’ y ‘Baseball Tonight’ religiosamente cada vez que puedo si tengo tiempo”, dijo Burns.
Para 2003 Burns supo que había otras importantes nuevas historias de béisbol que contar. Entonces los Medias Rojas ganaron la Serie Mundial de 2004.
“Como la política, todo el béisbol es local”, dijo Burns. “He vivido en Nueva Inglaterra desde comienzos de los años 70. Ver ganar a los Medias Rojas de manera tan espectacular en 2004 después de haber sufrido 1946 y 1967 y 1975 y 1978 y 1986 y también tuvimos que sufrir el 2003. Me dije:’Muchacho, esta sería de verdad una gran historia. Cuando Burns se dispuso a planificar “Baseball”. Se dijo que iba a tocar los puntos álgidos. Era hora de hablar de las huelgas, los esteroides y la explosión de los salarios.
“Lo comencé con mucho cinismo y tristeza; y lo terminé con inmenso optimismo y la convicción de que nada acabará con este juego”, dijo Burns. “Por un momento el asunto de los jonrones fue exagerado. Sin embargo, no había un incremento sostenido del número de los bateadores de .300. Nadie batea .406 como lo hizo Ted Williams en 1941. Nadie tiene una seguidilla de 56 juegos dando imparables como Joe DiMaggio. Muchos de los aspectos sagrados del juego han perdurado.”
“The Tenth Inning”, sigue a Cal Ripken Jr. en su ruta para romper la marca de Lou Gehrig de juegos seguidos en 1995 y delinea la carrera de jonrones entre Mark McGwire y Sammy Sosa en 1998. Burns quería que los espectadores revivieran esa historia tal como ocurrió, en lugar de adelantarla hasta el capítulo final, donde los dos toleteros presentan sus testimonios ante el congreso en 2005.
“Si hubiera escrito la historia de la Guerra Civil desde la perspectiva de que siempre supe que el Norte iba a ganar, entonces hubiera existido drama”, dijo Burns. “Por eso hay que ubicarse en el momento. Aprendimos a no hacer juicios por adelantado, que esta es una tragedia complicada de dimensiones shakesperianas”.
Barry Bonds es presentado como un outfielder de Pittsburgh quien trata de hacer out en el plato sin éxito a Sid Bream en 1992, la película sigue a Bonds a través de sus años de romper récords en San Francisco y su retiro sin gloria.
La serie original de “Baseball” hizo énfasis en las relaciones raciales en el béisbol de los Estados Unidos antes y después que Jackie Robinson rompiera la barrera del color. “The Tenth Iniing”, lleva este tema a otro nivel, al discutir la internacionalización del béisbol con el incremento del número de jugadores latinoamericanos y asiáticos.
En las escenas iniciales, hay un grupo de niños jugando pelota de goma en un callejón de República Dominicana. En el fondo musical José Feliciano canta: "The Star-Spangled Banner".
“No la misma versión que fue muy controversial a finales de los años ’60 cuando el la cantó, esta es una versión diferente que es muy motivadora, habla de las aspiraciones de los inmigrantes dispersados en el país quienes aún ven a los Estados Unidos como una oportunidad de superarse”, dijo Burns. “Esos niños descalzos que saltan y corren entre las piedras de los terrenos baldíos de República Dominicana para jugar béisbol es uno de tantos testamentos que refuerzan este deporte”.
Varios entrevistados también estuvieron en la cinta original, incluyendo a Doris Kearns Goodwin y Bob Costas, y este documental presenta varias voces nuevas como Marcos Breton, Howard Bryant y la antígua periodista del Star Tribune Selena Roberts.
El recorrido promocional de Burns incluyò una parada en un juego de los Nacionales en Washington. Fue la misma noche cuando Stephen Strasburg hizo su debut en Grandes Ligas.Momentos como ese han dejado a Burns pensando en otra secuela de la serie.
Él tiene varios proyectos importantes en mente, entre ellos Prohibition, la Escudilla de Polvo (the Dust Bowl), los Roosevelts y la Guerra de Vietnam. Pero el béisbol sigue templándolo de la camisa.
“He visto tantas cosas ultimamente, como el incidente entre Armando Galarraga y el árbitro Jim Joyce; Stephen Strasburg, que me dan ganas de decir, ‘Bueno, que tal un onceavo inning (11th inning)?’”, dijo. “Si Dios quiere, quizás en 10 años tendremos que considerar eso”.

Traducción: Alfonso L. Tusa C.

Los Bravos de Atlanta listos para retirar el 47 de Tom Glavine.

Charles Odum. AP.

Atlanta (AP). El imperturbable Tom Glavine dice que no sabe como reaccionará cuando vea que los Bravos retiren su número 47.
Glavine raramente fue anunciado como el pitcher de los Bravos 10 veces asistente a Juegos de Estrellas y 2 veces ganador del Cy Young.
“Siempre fue calmado”, dijo Eddie Pérez uno de los catchers de Glavine quién ahora es coach de bull pen de los Bravos. “Siempre era el mismo tipo todos los dias, en cada pitcheo. Eso era lo que admiraba de él”.
La frialdad de Glavine podría ser probada este viernes 06 de agosto antes del juego de los Bravos ante los Gigantes de San Francisco..
“No sé que esperar exactamente en términos de cómo me sienta”, le dijo Glavine a Associated Press el miércoles 04 de agosto. “Esto no es algo que haya previsto o soñado que iba a pasar”.
El número 47 de Glavine será colocado al lado del 31 de Greg Maddux en la fachada del jardín izquierdo del Turner Field. El número de Maddux fue retirado el año pasado.
Glavine es sólo el séptimo jugador de los Bravos a quién le han retirado su número. Se une a Maddux, Hank Aaron (44), Warren Spahn (21), Eddie Mathews (41), Dale Murphy (3) y Phil Niekro (35).
Maddux, Glavine y John Smoltz se combinaron para ganar 7 Cy Youngs en los años 90. Los premios de Glavine llegaron en 1991 y 1998.
“No tenía el repertorio de Smoltzie o Maddux pero era tan efectivo como ellos poruqe colocaba sus tres pitcheos donde quería”, dijo el tercera base Chipper Jones. “Lo he visto meterse en dificultades a propósito para enfrentarse al bateador a quién sabía, con seguridad, que podía dominar”.
“Así era la confianza que tenía en su habilidad”.
Glavine, quien tuvo 5 temporadas del al menos 20 victorias, sentó un ejemplo para otros pitchers de los Bravos al no dejarse afectar por las lesiones menores.
“Lo aprecio más que a nadie”, dijo Smoltz. “Compartí con él mas que nadie, las cosas que pasó fuera del campo eran muy impresionantes, los únicos que sabían de ellas eran sus compañeros de equipo.
El manager Bobby Cox dijo que “Glavine era tan duro como hacía falta”.
“Él lanzaba lesionado, con dolor”, dijo Cox. “Siempre era refrescante saber que Tommy era el próximo en la rotación luego que habíamos perdido 2 o 3 juegos en fila”.
“Le tengo todo el respeto del mundo por lo corajudo y competitivo que era”.
Glavine ganó 305 juegos de temporada regular y es uno de sólo 6 zurdos con 300 victorias. Las 363 de Spahn son el tope de los zurdos.
El triunfo más grande de Glavine ocurrió para asegurar el sexto juego de la Serie Mundial de 1995, con ello se titularon campeones ante los Indios de Cleveland.
Algunos fanáticos de los Bravos criticaron a Glavine por su rol como representante de los jugadores en la huelga de 1994 y por dejar Atlanta para lanzar con los Mets de Nueva York entre 2003 y 2007.
“El camino lo llevó a distintos lugares”, dijo Smoltz. “Fue duro. Tuvo que contenerse ante lo que sentía. No fue fácil. Pienso que el viernes 06 será la culminación de todas las cosas grandes que él hizo por la ciudad. Será una gran noche”.
Glavine intentó regresar con los Bravos en 2009, pero fue despedido por el equipo luego de su rehabilitación de ligas menores por operaciones en su hombro y codo de lanzar.
Luego del despido, Glavine dijo que se sintió traicionado. Dijo que se sentiría incómodo de regresar a Turner Field. La reconciliación llegó en febrero cuando anmunció su retiro oficial y fue nombrado asistente especial del presidente del equipo John Shuerholz.
Glavine también ha trabado en algunas transmisiones de juegos de los Bravos por radio y televisión.
“Ha sido una buena experiencia”, dijo Glavine. “He tenido la oportunidad de de apreciar los distintos lados de cada entorno, y he disfrutado mi participación. He apreciado mucho la flexibilidad que han tenido los Bravos con mis prioridades al permitirme ser papá antes que todo”.
Glavine dijo que ha disfrutado sus evaluaciones como pelotero, incluídas las de las ligas menores. Dijo que también ha disfrutado su tiempo detrás del micrófono.
Pero Glavine dijo que su mayor satisfacción le ha llegado de tener más tiempo para su familia, incluidos 7 hijos de dos matrimonios. Dijo que no está listo para un compromiso a tiempo completo con una nueva carrera en el béisbol.
“Sé que si pienso establecerme en esa nueva carrera, tendré que invertir más tiempo en ella y no sé si estoy listo para eso”.
La familia de Glavine permaneció en Atlanta durante su pasantía con los Mets. Su familia vio como algunos fanáticos de Atlanta abuchearon a Glavine mientras vestía el uniforme de los Mets. Luego vino su intento de retorno infructuoso el año pasado.
Glavine dijo que es importante para él que sus hijos lo puedan ver ovacionado por los fanáticos de Atlanta.
“Una gran parte de mi vida ha transcurrido como beisbolista, obviamente una gran parte de mi legado está aquí en Atlante”, dijo Glavine. “Quería una situación donde mis hijos pudieran disfrutar y ser parte de eso. Por cierto tiempo mis hijos no estaban interesados en los Bravos, ahora me han estado preguntando todo el verano porque no vamos a un juego de los Bravos. Eso ha sido muy agradable”.
“Ha sido maravilloso porque mis hijos tuvieron la oportunidad de verme jugar y crecer conmigo como beisbolista, están orgullosos de lo que he logrado. Ahora que puedan venir al Turner Field y decir ‘Nadie va a usar el número de mi papá otra vez’, es algo de lo que estoy orgulloso. Me hace orgulloso saber que he sido capaz de lograr todas esas cosas”.

La escritora de Associated Press Amy Jinkner-Lloyd contribuyó con este reportaje.

Traducción: Alfonso L. Tusa C.

jueves, 12 de agosto de 2010

Las lecciones difíciles llevaron a Matt Latos a tener una temporada exitosa

David Gardner, Yahoo! Sports

Cada vez que sube al montículo. Matt Latos se inclina, hunde el dedo índice en la tierra y escribe las iniciales de su abuelo “RMH”. Cada vez que lanza una pelota, su hombro se sale de la camiseta y enseña un tatuaje, un cielo sobre un pergamino, sobre un lecho de rosas que contiene esas mismas letras.
El día que Roger Marshall Hudspeth murió, insistió en que su nieto fuese a jugar un torneo de béisbol antes de quedarse a su lado. Esa es la última y más agradable memoria que tiene Latos de su abuelo, un hombre humilde quién ponía a otros por delante de él y le alegraba la idea de que su nieto triunfara en el montículo.
Adelantamos 10 años y Latos es el pitcher principal del sorpresivo equipo de los Padres de San Diego que luce imparable hacia la post-temporada. Regresamos 3 años y él era el arrogante pitcher universitario convencido de que estaba listo para las Grandes Ligas.
“Probablemente me haría retractar a mí mismo por lo que dije a los 19 años”, dijo Latos. Probablemente me odiaría también. Pero he aprendido”.
Él había sido un prospecto de primera ronda en la secundaria, pero fue tomado por los Padres en la ronda 11 del draft de 2006, porque según dijo una fuente, estaba pidiendo un bono irreal y hacia alarde de una arrogancia ilimitada. Lanzó para el Broward junior college la siguiente primavera y firmó con los Padres por 1.25 millones de dólares una semana antes del draft de 2007. A medida que Latos avanzaba en el sistema de Ligas Menores, mantuvo su actitud arrogante hasta que se encontró con el intructor de pitcheo de los Padres Mike Couchee.
“Era casi como si quisiéramos caernos a golpes todo el tiempo”, dijo Latos, “pero nunca se rindió conmigo”.
“Un día, luego de una pobre sesión de bull pen, Latos y Couchee pelearon hasta que Couchee se dijo que era suficiente. Le preguntó a Latos si se comportaría de esa manera con el manager de los Padres, Bud Black. Latos dijo que no. “Entonces madura”, Latos recuerda que le dijo Couchee, “y haz tu trabajo como si estuvieras en las mayores”.
“Una luz se encendió”, dijo Latos. “Decidí que era hora de dejar de actuar como un chamo de 16 años”.
La conversación se convirtió en una clave en el largo proceso del crecimiento de Latos. Cuando fue subido por los Padres en julio de 2009, todavía tenía algunas dificultades de actitud. Era muy respondón con los veteranos y su voz era una de las que más se oía en el club house, se las daba de sabelotodo. En 10 aperturas que hizo la temporada pasada, fue definitivamente un pitcher promedio. Dejó marca de 4-5 con 4.62 de efectividad en 50.2 episodios.
Solicitaba la atención de los veteranos, pero ignoraba sus consejos.
“El año pasado era así: ‘Mírenme, oigan lo que tengo que decir’, dijo el cerrador de los Padres, Heath Bell. “Le hablábamos entre los coaches y los jugadores, sé que lo grité un par de veces. Esta temporada, ha mejorado mucho su capacidad para escuchar a los demás”.
Latos, de 22 años, ha sido el mejor abridor de los Padres todo el año. Encabeza al equipo en victorias (12), efectividad (2.36) y ponches (125); también lidera todo el béisbol con un promedio de bateo de sus oponentes de .191 y es segundo de Cliff Lee con .256 de promedio ofensivo de sus oponentes con gente en base.
Más importante aún es que los punteros Padres tienen record de 9-1 en sus últimas 10 aperturas.
Parte de la superación de Latos viene de los ajustes técnicos en sus envíos y en el desarrollo de una slider y una curva para complementar su recta. Principalmente sus mejoras se deben a un cambio de actitud. Es difícil el comienzo en Grandes Ligas para cualquier joven de 21 años, especialmente uno que necesitaba madurar.
Los Padres son el equipo ideal para alguien con el temperamento de Latos. San Diego es una ciudad con unos medios de comunicación tranquilos, y el equipo esta liderado por el bajo perfil de Black, el único pitcher que ha sido manager en el juego. Los pitcher, experimentados, especialmente Bell, Jon Garland y Chris Young antes que criticar a Latos después de sus errores iniciales, lo ayudaron a desarrollarse.
De Garlan, Latos aprendió la paciencia, a dejar que el juego viniese a él. De Young, Latos aprendió a atacar a los bateadores sin decaer. Y de Bell, Latos aprendió a confiar y depender de sus compañeros. Toda esa sabiduría combinada con su talento, transformó a Latos en uno de los mejores lanzadores de la liga.
“Él es un buen oyente”, dijo Black. “Y lo más importante es que es muy bueno en practicar lo que le dicen”.
Al final, no hubo un momento específico cuando Latos finalmente entendió lo que significaba ser un profesional. Fue un proceso que comenzò con el ejemplo de humildad de su abuelo y continuó con el reto de Couchee y las observaciones de sus colegas.
Cuando se reportó al entrenamiento primaveral esta temporada, todos podían notar que había madurado. Era visto más no escuchado. Se acercaba cuidadosamente a los otros pitchers en busca de consejos y los escuchaba en la conversación para absorber el conocimiento.
“Cuando lo miras ahora, te das cuenta que no es egoísta”, dijo Bell. “Él es muy humilde. A veces cuando eres joven caes en actitudes erroneas. Él incurrió en eso el año pasado, se le llamó la atención y mejoró. Ahora es uno de los mejores pitchers de las Grandes Ligas, de los que pocos saben, y eso nos favorece”.
Pronto, todos sabrán de Latos por sus actuaciones en el montículo, no por lo que diga. Siempre ha rendido tributo al deseo de su abuelo de que continuara jugando, pero ahora le rinde honor a Roger Marshall Hudspeth con su humildad.

Traducción: Alfonso L. Tusa C.

Filosofía de pitcheo

Algunos hablan de la velocidad, otros del control, otros de la concentración. Sin embargo la principal característica de un pitcher es esa actitud competitiva que demuestra en la mirada, esa frialdad que le permite encontrar el lanzamiento adecuado del momento. Además de tratar de evitar a toda costa que los corredores anoten o que si lo hacen la incidencia sea mínima.
A lo largo de la historia del juego ha habido equipos que han basado sus grandes temporadas en la defensa y el pitcheo como los Dodgers de Los Ángeles de 1963 y 1965, los Cardenales de San Luis de 1982 y mediados de los ochenta o los Orioles de Baltimore desde mediados de los años sesenta hasta mediados de los ochenta.
En la LVBP, los Tiburones de La Guaira desde mediados de los años sesenta hasta comienzos de los setenta, los Cardenales de Lara de las temporadas 1969-70 y 1970-71 y luego en los noventa y los Navegantes del Magallanes de las temporadas 1969-70, 1993-94 y 1996-97, también representaban ese estilo de jugar a la pelota.
Resultaba impresionante como Dave McNally, Jim Palmer, Steve Barber, Moe Drabowski, Miguel Cuellar, Eddie Watt, Pat Dobson, Scott McGregor, Steve Stone, Mike Flannagan, Ross Grimsley, Dennis Martínez, Mike Boddiker, mantenían efectividades alrededor o por debajo de 3.00 carreras limpias por cada 9 innings. Otra marca particular de esos cuerpos de lanzadores era que por lo general cada pitcher permitía menos de 30 cuadrangulares.
Aquí en Venezuela era todo un espectáculo ver un juego donde lanzara Marcelino López, Gene Brabender, Mike Hedlund, Larry Jaster, Eddie Watt, Jerry Crider, Jim Shellenback, Steve Bailey, Jack Billingham, Don Eddy, Dick Baney; Jay Ritchie, Danny Morris. El fantasma del blanqueo rondaba el estadio además de la posibilidad del extrainning.
Hace poco leí una entrevista que Dave Laurila le hizo Mike Boddiker en referencia a que él junto a Jim Palmer, Mike Krukow y Joaquín Andujar eran los únicos pitchers que nunca permitieron un jonrón con las bases llenas a lo largo de su carreras en Grandes Ligas. Palmer (3948 innings), Krukow (2190 innings), Andújar (2153 innings), Boddiker (2123 innings).
Boddiker declaró que en su primer entrenamiento primaveral le preguntó a Palmer sobre cómo era eso que nunca había permitido un jonrón con las bases llenas. “Me respondió que era mejor recibir una carrera que cuatro. Cuando tenía las bases llenas siempre apretaba el brazo para que si acaso le hicieran una carrera”.
En una entrevista anterior Palmer le dijo a Laurila que la filosofía de Earl Weaver era, “si te dan un jonrón, que sea solitario”, nunca permitas que sea de tres carreras. Esa era la base de aquellos equipos de Baltimore. Defensa, pitcheo y evitar jonrones de tres carreras.
Ignoro cual era la filosofía del pitcheo de José Antonio Casanova, Tony Pacheco, Wilfredo Calviño o Carlos Pascual. No me extrañaría que entre las sugerencias que le hacían a sus lanzadores estuviera “traten de evitar que les den jonrones con gente en base”.

Alfonso L. Tusa C.

lunes, 9 de agosto de 2010

El drama de perder un juego sin hits ni carreras en la última jugada.

Toronto (AP). Brandon Morrow no se iba a ahorcar después de llegar tan cerca del no hit-no run. El pitcher de los Azulejos al menos había conseguido el blanqueo, de hecho su primer juego completo, y ponchó 17 bateadores, tope para él.
“Todo eso combinado era más que suficiente para sobreponerse a la pérdida del no-hitter”, dijo Morrow quién sólo permitió el sencillo de Evan Longoria con 2 outs en el noveno episodio de una victoria 1-0 sobre Tampa Bay el domingo 08 de agosto de 2010. “Hubiera sido un gran logro, pero conseguí un juego completo, un blanqueo de 1 hit y 17 ponches”.
Longoria dijo que Morrow merecía el no hit-no run, por la forma como había mezclado sus pitcheos quebrados con una recta de alrededor de 95 millas para dominar la alineación de los Rayas.
“Estaba sacando los outs mejor que nadie que haya visto”, dijo Longoria.
La barrida de 3 juegos fue dolorosa para los Rayas, quienes han perdido 5 juegos seguidos su máximo en la temporada, luego de pasar brevemente a los Yanquis en el primer lugar del Este de la Liga Americana al principio de la semana.
La multitud de 22.313 aficionados le dio a Morrow una ovación de pie al incio del noveno inning.
Jason Bartlett entregó el primer out con elevado al centro, Ben Zobrist caminó con 4 lanzamientos y Carl Crawford salió con elevado al cuadro. Esto trajo al cajón de bateo a Longoria quién hizo swing en conteo de 1-1 y bateó un roletazo hacia la banda contraria. El camarero Aaron Hill se inclinó hacia su izquierda y se lanzó hacia la pelota cuando esta daba su tercer bote, la esférica se salió de su guante y siguió hacia el right field mientras él caía sobre el terreno.
“Èl lanzó una recta de 4 costuras afuera que bateé de foul, como vi que seguía intentando ese pitcheo me senté a esperarlo y le bateé el hit”, dijo Longoria. “Con el boleto y el corredor, se abrió el hueco por donde dirigí mi batazo”,
El anotador oficial Dave Perkins, un periodista retirado del Toronto Star, que trabajaba en su tercer juego, no esperò mucho para tomar la decisión.
“No perderé el sueño por eso. Eso es un hit en todas partes”, dijo Perkins.
Un desconsolado Hill necesitó algún tiempo para tranquilizarse y hablar con los periodistas.
“Hice todo lo que podía, no la pude agarrar”, dijo Hill. “Hubiese querido que me dieran error por esa jugada. Desafortunadamente así son las cosas”.
Morrow iba corriendo hacia primera base, vio la pelota rebotar del guante y se decompuso un poco, bajó las manos hacia los muslos. Luego reaccionó y corrió detrás de tercera base para hacer la asistencia en caso de jugada, considerando que el juego todavía estaba en suspenso.
El manager de los Azulejos Cito Gaston visitó el montículo pero nunca pareció considerar sacar a Morrow del juego. De inmediato Morrow procedió a ponchar tirándole a Dan Jonson para terminar el juego.
“Cito me dio la oportunidad de calmarme, retomar la concentración y decir: “Epa, todavía tengo oportunidad de lanzar un blanqueo y lograr una victoria 1-0 para completar la barrida de la serie de 3 juegos”, dijo Morrow.
Johnson dijo que el mejor pitcheo de Morrow fue su slider devastadora.
“Él estaba anunciando esa slider . Igual si la estabas cazando o no, la estaba lanzando en strike”, dijo Johnson. “Tenía un buen movimiento y la slider estaba cayendo tan bien como la recta”.
Morrow recibió un chorro de agua fría de sus compañeros para celebrar, luego de una de las actuaciones más dominantes del año del pitcher. Este año ha habido 5 no-hitters, incluyendo dos juegos perfectos, y otros tres rotos en el noveno inning.
Vernon Wells empujó la única carrera para Toronto antes de salir del juego con un dedo del pié dislocado, lo cual le ocurrió al realizar una atrapada mediante un salto contra la pared en el sexto inning, para preservar el no-hitter de Morrow. Wells estuvo en el suelo brevemente antes de salir trotando del campo con dificultad.
Los rayos X no mostraron fracturas, pero Wells se realizará otras pruebas este lunes.
“Sentía que el dedo no estaba en su lugar”, dijo Wells. “Pensaba que podía encajar de nuevo mientras trotaba, pero no lo hizo, ellos me dijeron que tenía que salir”.
Los Rayas estuvieron cerca de verse involucrados en su cuarto no hitter de la temporada, lo que hubiera sido un record para la era moderna. Matt Garza lanzó el primer no-hitter en la historia de los Rayas contra Detroit el 26 de julio, y Tampa Bay recibió no-hitters de Edwin Jackson por Arizona el 26 de junio y de Dallas Braden por Oakland el 9 de mayo, cuando él completó un juego perfecto.
“Estaba empezando a pensar que los no-hitters eran un tipo de lugar común”, dijo Longoria. “Parece que hemos sido parte de y recibido muchos este año”.
Dave Stieb lanzó el único no-hitter de los Azulejos el 02 de septiembre de 1990 en Cleveland. El record de ponches de la franquicia es de 18, impuesto por Roger Clemens contra Kansas City el 25 de agosto de 1998.
Morrow había retirado 13 en fila cuando el árbitro del plato, Jeff Kellogg, sentenció que él había golpeado a Bartlett en el sexto inning. Gaston protestó y los árbitros finalmente concluyeron que la pelota había golpeado el bate de Bartlett, por lo cual hubo de regresar a batear. El manager de los Rayas, Joe Maddon discutió con Kellogg y el árbitro Larry Vanover, antes de que Bartlett se ponchara tirándole.
Maddon reconoció que el retraso pudo alterar el ritmo de Morrow.
“Eso estaba en el fondo de mi mente”, dijo Maddon. “Pensé que mientras más discutiera, él podría perder la concentración. Pero no lo hizo”.
El próximo bateador, Zobrist, bateó largo hacia el jardín central, pero Wells saltó para hacer la atrapada que lo sacó del juego. Travis Snider lo reemplazó.
Johnson fue el único bateador de los Rayas que se embasó en los primeros 8 innings, mediante un boleto en el segundo y un error de Lyle Overbay en el séptimo. Los aficionados cantaron: “Error”, luego de la jugada y celebraron cuando la decisión del anotador oficial fue anunciada.
Toronto anotó la única anotación que necesitaban en el primer inning cuando Yunel Escobar caminó y había salido hacia segunda cuando José Bautista la rodó por tercera. Escobar venció el tiro de vuelta y se deslizó quieto en tercera, luego anotó con el sencillo de Wells hacia el righ field corto.
El derecho de los Rayas Andy Sonnanstine (2-1) fue activado de la lista de incapacitados de 15 días, para hacer su primer inicio de la temporada en lugar de Jeff Niemann, quién fue inhabilitado por dolor en el hombro derecho. Sonnanstine permitió 3 imparables en 5.1 innings, caminó a 3 y ponchó 1.

Traducción: Alfonso L. Tusa C.

jueves, 5 de agosto de 2010

A cincuenta años de aquel Campeonato Mundial de Béisbol Juvenil

Siempre que seguía los torneos de béisbol amateur a comienzos de los años setenta terminaba con el mismo sabor cáustico en la boca, la representación cubana se llevaba todos los honores, por lo general derrotando a la novena venezolana en las instancias culminantes. Mientras me preguntaba si alguna vez Venezuela había vencido a Cuba además de los famosos campeonatos mundiales de los años cuarenta, se me acercó Elías a un lado de las brasas de la parrilla que teníamos en la playa. “Venezuela le ganó a Cuba un Campeonato Mundial Juvenil que se realizó en Caracas en 1960. Por cierto un pitcher cumanés llamado Nicolás Jaimes blanqueó a los cubanos en un juego”.
Hasta que Venezuela venció a Cuba en el Campeonato Mundial Juvenil de 1977 en Argentina, aquel cuento de Elías me pareció una fábula. A partir de ese momento empecé a buscar información del suceso hasta que lo ubiqué en los microfilms de la Hemeroteca Nacional. “Nicolás Jaimes recordó la hazaña del 41 al blanquear ayer 2-0 a Cuba”, era el encabezado de la reseña de El Nacional el 01 de agosto de 1960. En el primer episodio, Renold García se ponchó con tres lanzamientos enrevesados de Jaimes. Valdes se embasó por error del inicialista Ángel Rosillo. Arcia se aprovechó de otro pecado del torpedero Rigoberto Mora. Entonces Jaimes dio muestras de entereza al ponchar al cuarto bate “Tamakún” Martínez y a Ángel Suárez-
En el cierre del primer inning Rigoberto Mora se embasó por error del camarero Casares. Pedro Ferino ponchó a Orlando Herrera. Rosillo también se embasó por otro error del antesalista Martínez. Debido a que Mora había estafado la intermedia, llegó a la antesala con esta jugada. Desde allí anotó con elevado de sacrificio de Jesús Quilarque.
Jaimes concedió boletos a Rangel y Fernández para iniciar el segundo episodio. Davis la rodó cerca del box y el catcher Romero hizo el out en tercera. Ferino sorbió ponche y Renold García forzó a Davis en segunda con rodado a las paradas cortas.
Aquella capacidad de concentración para solventar situaciones difíciles hacía dudar a los aficionados sobre si Jaimes sería capaz de mantener a raya a los cubanos hasta el final del juego. Más que todo porque era un juvenil y quizás le faltaba demostrar que podía mantener ese nivel de juego.

La segunda carrera venezolana llegó en el quinto inning. Pablo Lunar conectó sencillo a la derecha. Jaimes soltó otro imparable por la misma banda. Lunar llegó a la antesala. Orlando Herrera lo remolcó con metrallazo al centro.
Desde el tercer episodio Jaimes apretó el brazo hasta el octavo, cuando hubo algunas fallas defensiva pero finalmente el cuadro interior logró respaldar a pitcher para completar otro cero.
El noveno episodio lo abrió Ángel Suarez con imparable. Rangel bateó un roletazo cargado hacia la segunda base que fildeó en gran forma el camarero suplente Remigio Hermoso para iniciar un impresionante doble play.
Jaimes permitió el primer hit en el quinto episodio ante Renold García. El segundo se lo dio Rolando Amaro, en el octavo, emergiendo por el lanzador Pedro Ferino. Y Suárez conectó el otro en el noveno. Ponchó 10 contrarios incluidos 3 al cuarto bate Tamakún Martínez.
La magia del momento fue alterada por el empleado de la Hemeroteca que me indicó que en cinco minutos iban a cerrar. Me apresuré a sacar copia de la reseña. Cuando la máquinas dispensaba las páginas con la tinta recién impresa, la sonrisa de Elías creció en mi recuerdo. “Fue un tremendo trabajo de pitcheo que se mandó Nicolás Jaimes ese día”.

Alfonso L. Tusa C.