Los sucesos del 09 de marzo de 2011 en el primer inning de un juego entre los Bravos de Atlanta y los Cardenales de San Luis, hicieron que mi memoria tratara de nivelar el momento difícil de conocer que Luis Salazar había recibido un pelotazo descomunal en la cara, cuando un batazo de Brian McCann se estrelló entre su nariz y su ojo izquierdo mientras veía el juego parado desde el dugout.
A comienzos de la década de los ochenta escuché una canción publicitaria: “¡Ahí viene La Guaira! ¡Por Radio Rumbos! El Musiú le dice ‘¡Lo mejor del mundo!’…” Eran los tiempos de aquella insurgente guerrilla de Argenis Salazar, Gustavo Polidor, Oswaldo Guillén, Alfredo Pedrique, Raul Pérez Tovar, Norman Carrasco, Café Martínez, Luis Salazar era una especie de decano del grupo.
Salazar tenía (y tiene) planeado dirigir al equipo Lynchburg de la Carolina League A. Este miércoles 23 de marzo se presentó al campo de entrenamientos de los Bravos luego de dos semanas en el hospital donde los médicos le comunicaron que había perdido el ojo. “Soy muy afortunado de estar vivo. Dios me dio una segunda oportunidad en esta vida. Y la aprovecharé”.
La música pegajosa seguía rebotando en la tribuna central del estadio Universitario. “…está Polidor, Carrasco también. Alfredo Pedrique y Oswaldo Guillén…”
Una de las primeras anécdotas que escuché de Luis Salazar estaba relacionada a la vez que lo dejaron libre en su primera incursión al béisbol organizado de Estados Unidos. Regresó a Venezuela y Pedro Padrón Panza le consiguió trabajo en una panadería hasta que empezara la temporada venezolana en octubre. Salazar trabajó como un bárbaro en la panadería. Cuando llegó octubre fue el primero que llegó a los entrenamientos. Se convirtió en inamovible de la alineación litoralense y regresó al norte para escalar posiciones hasta llegar a Grandes Ligas.
McCann visitó a Salazar varias veces después del accidente.
“Brian McCann es un muchacho muy sensitivo, estaba muy preocupado por mi salud”, dijo Salazar. “Hablamos casi tres horas. Le dije que lo que me ocurrió le puede ocurrir a cualquiera. Le dije que siguiera adelante y olvidara el incidente”.
“…con Pérez Tovar y Café Martínez….Ahí viene La Guaira….por Radio Rumbos…”. Más adelante Salazar tuvo una lesión muy grave en una rodilla. Cuando todos pensaban que hasta allí llegaba la carrera de Salazar como pelotero, se ha mandado un programa de rehabilitación con una voluntad espartana que dejó a todo el mundo frío para regresar a las Grandes Ligas al tope de sus facultades.
Salazar, quién jugó 13 años en Grandes Ligas, está en su primer año con la organización de los Bravos. Fue invitado a presentarse temprano para familiarizarse con como los Bravos manejan su campamento de Grandes Ligas y estaba a ayudando en los juegos de exhibición.
Siempre recuerdo a Salazar como un bateador de bolas malas. Las iba a buscar arriba o abajo y descargaba unos batazos entre dos que igual dejaban contra la pared al contrario. Y si le lanzaban en la zona de strike castigaba con más furia al lanzador.
“Agradezco a todos los que rezaron por mí”, dijo Salazar. “Mucha gente se preocupó por mí. Los buenos amigos aparecen en los tiempos difíciles. Eso fue lo que pasó conmigo”.
“…el gran Luis Salazar, y Argenis también…el Musiú le dice: Lo mejor del mundo…”
McCann está impresionado por la actitud de Salazar: “Es una persona excepcional”, dijo McCann. “Considera el haber perdido su ojo, como algo positivo respecto a lo que pudo haber pasado. Está vivo. Eso es lo más importante”.
Alfonso L. Tusa C.
sábado, 26 de marzo de 2011
viernes, 25 de marzo de 2011
Un viejo beisbolista y su alma nueva.
Steve Henson. 20-03-2011
Fue un simple acto. David Newhan mantuvo abierta la puerta de un restaurante para una persona en una silla de ruedas. Y estaba muy emocionado. La gratitud se extendió largo muy largo hasta resolver y resolver en círculo hasta llegar otra vez a la gratitud, entonces lo único que quería era encontrar el estadio más cercano, batear una recta y correr las bases.
Mientras la silla de ruedas pasaba, Newhan agradeció a Dios en silencio por su suerte milagrosa. Un accidente de surf en la costa del sur de California en septiembre de 2009 quebró la segunda vértebra de su cuello, al estilo de una horca judicial, pero la médula espinal de Newhan tenía de alguna manera un repuesto. Él caminó a casa ignorante de la gravedad de la lesión, con la tabla bajo su brazo, tranquilamente le pidió a su esposa que lo llevara al hospital.
Dieciocho meses más tarde, Newhan reconoce en otras situaciones lo que fácilmente le pudo ocurrir a él. La divina providencia lo salvó de una parálisis o la muerte, cree él, y no se tomará ningún día a la ligera. Puede abrazar a su esposa y dos hijos, caminar por la playa, y (¿por qué no hacerlo mientras pueda?), jugar béisbol con un equipo de Grandes Ligas.
Newhan tiene 37 años. Ha pasado partes de ocho temporadas en Grandes Ligas en cinco equipos diferentes. Es versátil, se faja, es un tipo que según los coaches se desempeña en el juego de la manera apropiada. Sin embargo pasó la temporada de 2009 en Triple A y la de 2010 rehabilitándose de la lesión del cuello. Hacer la transición a una carrera como coach o hacia la cabina de transmisión parecía lo prudente. O lo más simple.
Para cualquiera, no para Newhan.
Obtuvo el visto bueno de su médico para jugar, contactó a los Padres de San Diego, los convenció de que hablaba en serio sobre su regreso, y se dirigió al entrenamiento primaveral. Ha pasado la mayor parte del tiempo en un campamento de ligas menores, sacándose el óxido, pero ha jugado en un juego de Grandes Ligas, y tomó dos turnos memorables al bate.
Después de algunas bromas sanas del manager de los Padres, Bud Black (“¿Qué pasa contigo David? ¿Estás aquí para jugar o para ser coach?”), Newhan se paró en la caja de bateo por primera vez y de nuevo expresó su gratitud. El actor Christopher Reeve sufrió la misma lesión al caer de un caballo en 1995 y quedó cuadrapléjico. Muchos otros han muerto instantáneamente. Y aquí estaba él con un bate en sus manos, tomando un sorbo de aire cálido de Arizona, una voz gritaba en la tribuna detrás de él “Cerveza fría”. Newhan se salió de la caja de bateo, descansó un instante, tomo otra respiración profunda y se llamó a regresar al presente. Se paró con su estilo de zurdo y al primer buen pitcheo que vio metió una línea imparable al jardín derecho.
Corrió a primera base.
“Sólo el estar en el campo fue maravilloso”, dijo Newhan. “Cuando veo a alguien en una silla de ruedas pienso en la suerte que he tenido de tener una recuperación completa. ¿Cuanto no hubiera querido esa persona haber sido bendecida lo suficiente para tener todo su cuerpo activo?”
Su segunda vez al bate, dirigió un pitcheo al hueco entre el jardín izquierdo y el central pero el left fielder le llegó a la pelota. No importa. Newhan ha llevado la euforia de esos dos turnos al bate con él a través de las exigencias de los ejercicios diarios. Su meta es hacer el equipo Triple A de los Padres, pulir su juego y estar disponible para el equipo grande cuando la temporada avance.
Newhan es principalmente un jardinero, pero también jugó bastante segunda base y algo de tercera y primera. Con toda la alegría del mundo jugará en cualquier lado ahora. Su recuperación del accidente es completa, y llegar a las Grandes Ligas de nuevo le daría un buen cierre a su carrera.
“Veamos a donde llega”, dice Black. “Nunca puedes dejar afuera a David. Lo ha demostrado antes”.
Black no necesariamente se refería a Newhan tumbado en el fondo del oceano ahogándose de agua y terror. Pero podría haberlo hecho. Porque ningún obstáculo que Newhan enfrente en el béisbol se acercará a aquel momento.
Ël salió para perseguir algunas olas rezagadas aquella tarde, a dos cuadras de su casa en Oceanside, Calif. Newhan creció en el sur de California y fue a la universidad en Pepperdine, Malibu, surfear era una de sus pasiones como el béisbol. No era novato. “No fue que me cansé”, dijo Newhan. “Hice una mala decisión al saltar de mi tabla. Estaba lo suficientemente lejos de la playa, no pensé que la profundidad era poca. Pensé que flotaría en la superficie del agua”.
En vez de eso su cabeza se estrelló con violencia contra un banco de arena. Quedó completamente adormecido, apenas consciente del agua salada fluyendo por sus fosas nasales.
“Sentía un aguijón en todo el cuerpo”, dijo Newhan. “Trataba de moverme cuando sabía que no podía. Estaba flotando. Pensé: ‘Si puedo sacar la cabeza del agua, trataré de pedir auxilio’”
Su próximo pensamiento fue una oración: “Jesús déjame mover”. Sus brazos y piernas respondieron, agarró su tabla y deslizó su barriga sobre ella. Lentamente se dirigió a la playa, caminó a casa lentamente y llamó a su esposa, Karen, quién visitaba a sus padres a 10 millas de distancia.
“Necesito que me hagan una placa de Rayos X”, le dijo a ella. “Me pasó algo, algo anda mal. Mi cuello está trabado”.
La sala de emergencias del hospital estaba llena y Newhan debió esperar varias horas antes de recibir atención médica, inocente de que si las astillas de las vértebras se movían aunque fuera un milímetro, podría haber muerto. Finalmente llegó su turno, los examenes revelaron una triple fractura en espiral. El médico tragó saliva, la enfermera la llamó “el quiebre del ahorcado”, a Newhan le colocaron un collarín.
Usó un collarín que se ajustaba a su cabeza, por dos meses, luego uso otro más pequeño por otro mes. Dormía boca arriba. No podía levantar nada más pesado que 5 kilos. Solo podia hacer caminatas de 45 minutos en la mañana y al atardecer con Karen. Algunas veces llevaban consigo a su hijo, Nico, y su hija, Gianna, quienes ahora tienen seis y tres años de edad.
“Karen ha sido increíblemente fuerte”, dice Newhan. “Que ella me haya apoyado para que trate de volver al béisbol, es algo para lo cual no tengo palabras que expresen mi agradecimiento”.
La recuperación se agilizó cuando él comenzó un régimen de terapia física alternativa llamada el método Egoscue con los entrenadores Jordan Feramisco y Liba Placek. En los meses siguientes, Newhan construyó una jaula de bateo en el campo de entrenamiento de Sorrento Valley, Calif., y empezó a dar lecciones de bateo a los jóvenes además de tomar swings él. El gusanillo del béisbol lo había picado de nuevo.
Le hizo saber a los equipos de Grandes Ligas que estaba de vuelta el verano pasado pero ninguno se interesó. Siguió entrenando, hace unos pocos meses le hizo una llamada a su viejo amigo Jason McLeod, el asistente del gerente general de los Padres de San Diego. “Todo lo que quiero es una oportunidad”, le dijo Newhan. Nadie espera que Newhan recupere el tope de las condiciones de cuando bateó .311 con los Orioles de Baltimore en 2004, pero que pueda contribuir desde el rol de utility podría ser suficiente.
Y si esto no funciona, Newhan no se desilusionará. Ha jugado para nueve organizaciones en 14 temporadas profesionales. Ha sido bajado de categoría. Ha sido despedido. Ha pasado muchas cosas. Y como todo el mundo lo sabe ahora, él es muy difícil de dejar afuera.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
Fue un simple acto. David Newhan mantuvo abierta la puerta de un restaurante para una persona en una silla de ruedas. Y estaba muy emocionado. La gratitud se extendió largo muy largo hasta resolver y resolver en círculo hasta llegar otra vez a la gratitud, entonces lo único que quería era encontrar el estadio más cercano, batear una recta y correr las bases.
Mientras la silla de ruedas pasaba, Newhan agradeció a Dios en silencio por su suerte milagrosa. Un accidente de surf en la costa del sur de California en septiembre de 2009 quebró la segunda vértebra de su cuello, al estilo de una horca judicial, pero la médula espinal de Newhan tenía de alguna manera un repuesto. Él caminó a casa ignorante de la gravedad de la lesión, con la tabla bajo su brazo, tranquilamente le pidió a su esposa que lo llevara al hospital.
Dieciocho meses más tarde, Newhan reconoce en otras situaciones lo que fácilmente le pudo ocurrir a él. La divina providencia lo salvó de una parálisis o la muerte, cree él, y no se tomará ningún día a la ligera. Puede abrazar a su esposa y dos hijos, caminar por la playa, y (¿por qué no hacerlo mientras pueda?), jugar béisbol con un equipo de Grandes Ligas.
Newhan tiene 37 años. Ha pasado partes de ocho temporadas en Grandes Ligas en cinco equipos diferentes. Es versátil, se faja, es un tipo que según los coaches se desempeña en el juego de la manera apropiada. Sin embargo pasó la temporada de 2009 en Triple A y la de 2010 rehabilitándose de la lesión del cuello. Hacer la transición a una carrera como coach o hacia la cabina de transmisión parecía lo prudente. O lo más simple.
Para cualquiera, no para Newhan.
Obtuvo el visto bueno de su médico para jugar, contactó a los Padres de San Diego, los convenció de que hablaba en serio sobre su regreso, y se dirigió al entrenamiento primaveral. Ha pasado la mayor parte del tiempo en un campamento de ligas menores, sacándose el óxido, pero ha jugado en un juego de Grandes Ligas, y tomó dos turnos memorables al bate.
Después de algunas bromas sanas del manager de los Padres, Bud Black (“¿Qué pasa contigo David? ¿Estás aquí para jugar o para ser coach?”), Newhan se paró en la caja de bateo por primera vez y de nuevo expresó su gratitud. El actor Christopher Reeve sufrió la misma lesión al caer de un caballo en 1995 y quedó cuadrapléjico. Muchos otros han muerto instantáneamente. Y aquí estaba él con un bate en sus manos, tomando un sorbo de aire cálido de Arizona, una voz gritaba en la tribuna detrás de él “Cerveza fría”. Newhan se salió de la caja de bateo, descansó un instante, tomo otra respiración profunda y se llamó a regresar al presente. Se paró con su estilo de zurdo y al primer buen pitcheo que vio metió una línea imparable al jardín derecho.
Corrió a primera base.
“Sólo el estar en el campo fue maravilloso”, dijo Newhan. “Cuando veo a alguien en una silla de ruedas pienso en la suerte que he tenido de tener una recuperación completa. ¿Cuanto no hubiera querido esa persona haber sido bendecida lo suficiente para tener todo su cuerpo activo?”
Su segunda vez al bate, dirigió un pitcheo al hueco entre el jardín izquierdo y el central pero el left fielder le llegó a la pelota. No importa. Newhan ha llevado la euforia de esos dos turnos al bate con él a través de las exigencias de los ejercicios diarios. Su meta es hacer el equipo Triple A de los Padres, pulir su juego y estar disponible para el equipo grande cuando la temporada avance.
Newhan es principalmente un jardinero, pero también jugó bastante segunda base y algo de tercera y primera. Con toda la alegría del mundo jugará en cualquier lado ahora. Su recuperación del accidente es completa, y llegar a las Grandes Ligas de nuevo le daría un buen cierre a su carrera.
“Veamos a donde llega”, dice Black. “Nunca puedes dejar afuera a David. Lo ha demostrado antes”.
Black no necesariamente se refería a Newhan tumbado en el fondo del oceano ahogándose de agua y terror. Pero podría haberlo hecho. Porque ningún obstáculo que Newhan enfrente en el béisbol se acercará a aquel momento.
Ël salió para perseguir algunas olas rezagadas aquella tarde, a dos cuadras de su casa en Oceanside, Calif. Newhan creció en el sur de California y fue a la universidad en Pepperdine, Malibu, surfear era una de sus pasiones como el béisbol. No era novato. “No fue que me cansé”, dijo Newhan. “Hice una mala decisión al saltar de mi tabla. Estaba lo suficientemente lejos de la playa, no pensé que la profundidad era poca. Pensé que flotaría en la superficie del agua”.
En vez de eso su cabeza se estrelló con violencia contra un banco de arena. Quedó completamente adormecido, apenas consciente del agua salada fluyendo por sus fosas nasales.
“Sentía un aguijón en todo el cuerpo”, dijo Newhan. “Trataba de moverme cuando sabía que no podía. Estaba flotando. Pensé: ‘Si puedo sacar la cabeza del agua, trataré de pedir auxilio’”
Su próximo pensamiento fue una oración: “Jesús déjame mover”. Sus brazos y piernas respondieron, agarró su tabla y deslizó su barriga sobre ella. Lentamente se dirigió a la playa, caminó a casa lentamente y llamó a su esposa, Karen, quién visitaba a sus padres a 10 millas de distancia.
“Necesito que me hagan una placa de Rayos X”, le dijo a ella. “Me pasó algo, algo anda mal. Mi cuello está trabado”.
La sala de emergencias del hospital estaba llena y Newhan debió esperar varias horas antes de recibir atención médica, inocente de que si las astillas de las vértebras se movían aunque fuera un milímetro, podría haber muerto. Finalmente llegó su turno, los examenes revelaron una triple fractura en espiral. El médico tragó saliva, la enfermera la llamó “el quiebre del ahorcado”, a Newhan le colocaron un collarín.
Usó un collarín que se ajustaba a su cabeza, por dos meses, luego uso otro más pequeño por otro mes. Dormía boca arriba. No podía levantar nada más pesado que 5 kilos. Solo podia hacer caminatas de 45 minutos en la mañana y al atardecer con Karen. Algunas veces llevaban consigo a su hijo, Nico, y su hija, Gianna, quienes ahora tienen seis y tres años de edad.
“Karen ha sido increíblemente fuerte”, dice Newhan. “Que ella me haya apoyado para que trate de volver al béisbol, es algo para lo cual no tengo palabras que expresen mi agradecimiento”.
La recuperación se agilizó cuando él comenzó un régimen de terapia física alternativa llamada el método Egoscue con los entrenadores Jordan Feramisco y Liba Placek. En los meses siguientes, Newhan construyó una jaula de bateo en el campo de entrenamiento de Sorrento Valley, Calif., y empezó a dar lecciones de bateo a los jóvenes además de tomar swings él. El gusanillo del béisbol lo había picado de nuevo.
Le hizo saber a los equipos de Grandes Ligas que estaba de vuelta el verano pasado pero ninguno se interesó. Siguió entrenando, hace unos pocos meses le hizo una llamada a su viejo amigo Jason McLeod, el asistente del gerente general de los Padres de San Diego. “Todo lo que quiero es una oportunidad”, le dijo Newhan. Nadie espera que Newhan recupere el tope de las condiciones de cuando bateó .311 con los Orioles de Baltimore en 2004, pero que pueda contribuir desde el rol de utility podría ser suficiente.
Y si esto no funciona, Newhan no se desilusionará. Ha jugado para nueve organizaciones en 14 temporadas profesionales. Ha sido bajado de categoría. Ha sido despedido. Ha pasado muchas cosas. Y como todo el mundo lo sabe ahora, él es muy difícil de dejar afuera.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
miércoles, 23 de marzo de 2011
Los Bravos de Atlanta retirarán el número 6 de Bobby Cox el 12 de agosto.
Atlanta (AP). Los Bravos de Atlanta anunciaron este martes 22 de marzo de 2011 sus planes para retirar el número del antíguo manager Bobby Cox.
Los Bravos rendirán honores al número 6 de Cox el 12 de agosto antes de un juego en casa ante los Cachorros de Chicago.
Cox es el primero en tener su número retirado por los Bravos sólo por sus logros como manager.
Cox se retiró al finalizar la temporada pasada. Es cuarto en victorias de todos los tiempos con 2504, incluyendo 2149 victorias en 25 años con los Bravos.
Los Bravos ganaron 14 titulos divisionales seguidos y la Serie Mundial de 1995 bajo la éjida de Cox. “Bobby Cox ejemplifica a la organización de los Bravos”, dijo el presidente del equipo John Schuerholz. “Inducirlo a nuestro Salón de la Fama y retirar su legendario número 6 es darle un justo reconocimiento a un hombre que ha hecho mucho por nuestra organización, nuestro gran juego y la ciudad de Atlanta”.
El número de Cox es el tercero que el equipo ha retirado en tres años, luego de Tom Glavine (47) el año pasado y Greg Maddux (31) en 2009.
Los únicos otros jugadores de los Bravos que tienen sus números retirados son Hank Aaron (44), Eddie Matthews (41), Dale Murphy (3), Phil Niekro (35) y Warren Spahn (21).
Matthews, el tercera base que bateó 512 jonrones, tuvo marca de 149-161 como manager de los Bravos entre 1972 y 1974.
.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
Los Bravos rendirán honores al número 6 de Cox el 12 de agosto antes de un juego en casa ante los Cachorros de Chicago.
Cox es el primero en tener su número retirado por los Bravos sólo por sus logros como manager.
Cox se retiró al finalizar la temporada pasada. Es cuarto en victorias de todos los tiempos con 2504, incluyendo 2149 victorias en 25 años con los Bravos.
Los Bravos ganaron 14 titulos divisionales seguidos y la Serie Mundial de 1995 bajo la éjida de Cox. “Bobby Cox ejemplifica a la organización de los Bravos”, dijo el presidente del equipo John Schuerholz. “Inducirlo a nuestro Salón de la Fama y retirar su legendario número 6 es darle un justo reconocimiento a un hombre que ha hecho mucho por nuestra organización, nuestro gran juego y la ciudad de Atlanta”.
El número de Cox es el tercero que el equipo ha retirado en tres años, luego de Tom Glavine (47) el año pasado y Greg Maddux (31) en 2009.
Los únicos otros jugadores de los Bravos que tienen sus números retirados son Hank Aaron (44), Eddie Matthews (41), Dale Murphy (3), Phil Niekro (35) y Warren Spahn (21).
Matthews, el tercera base que bateó 512 jonrones, tuvo marca de 149-161 como manager de los Bravos entre 1972 y 1974.
.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
El mentor sabía que los Medias Rojas habían conseguido un as.
Scott Lauber. 20-03-2011
Desde los quince años hasta hace poco tiempo, Jon Lester el pitcher zurdo de los Medias Rojas de Boston, practicaba cada invierno con Mark Potoshnik. Y cuando recibió el visto bueno para que reanudara su carrera como lanzador luego de recibir tratamiento contra el cáncer en 2006, Lester llamó a Potoshnik para lanzar pelotas.
Pero Potoshnik nunca necesitó examinar a fondo a Lester para saber que alcanzaría niveles tan altos. “Primero, especialmente en el béisbol profesional, se necesita tener
las herramientas, y su caja de herramientas estaba llena”, dijo recientemente en una entrevista telefónica el entrenador de Lester en la Northwest Baseball Academy de Lynnwood, Wash. Era un zurdo grande y atlético que podía lanzar a 90 millas. Esos no crecen en los árboles”.
“Combina eso con una muy particular ética de trabajo y el deseo de mejorar, y saber que para enfrentar el mundo tendría que hacer buenas decisiones, donde muchos jóvenes se han equivocado, siempre supe que mientras se mantuviera sano lo iba a lograr. Nunca dudé de él por un segundo”.
A través de los años, comenzando con cuando Lester lanzaba en Bellarmine Prep cerca de Tacoma, Wash., Potoshnik lo ayudó a mejorar su ahora impecable mecánica de pitcheo y a desarrollar un pitcheo quebrado efectivo. Tambien trabajaron en la recta cortada que se ha convertrido en el arma más grande de Lester.
Lester, ahora de 27 años, fue seleccionado por los Medias Rojas y acordó firmar por un bono de 1 millón de dólares en 2002. Desde que él y su esposa Farrah, se mudaron a Georgia hace unos pocos años, regresa a casa en Tacoma cada vacación y hace el recorrido de una hora por lo menos dos veces a la semana para trabajar con Potoshnik.
Había momentos cuando Lester no dominaba. En sus primeras 47 apariciones en las menores, tuvo marca de 13-16 con 3.95 de efctividad. Pero Potoshnik recuerda que su actitud ante cada nuevo reto, incluyendo reponerse del linfoma de células grandes anaplástico, siempre permaneció igual.
“Jon siempre ha sido muy enfocado, y siempre ha tenido la habilidad para decir, ‘Ok, esto es lo que necesito para mejorar’”, dijo Potoshnik, quién también asesoró al relevista de los Medias Rojas Bobby Jenks en sus años de secundaria. “Con su rehabilitación y terapia para el cáncer, era el mismo estado mental. Era, ‘Ok, esto es lo que tengo que hacer para mejorar, y lo voy a hacer’”.
Hay que contar a Potoshnik entre aquellos que pensaron que Lester ganaría el juego de asegurar la Serie Mundial de 2007, lanzaría un juego sin hits ni carreras (19 de mayo de 2008 ante los Reales de Kansas City), lograría una temporada de 19 victorias y su primera aparición en el juego de estrellas el año pasado, y emergería como un legítimo as y un perenne contendor por el premio Cy Young de la Liga Americana.
La noticia de la semana pasada que anunciaba a Lester como el abridor del juego inaugural de los Medias Rojas el 1º de abril en Texas, no fue nada que Potoshnick no pensara que su antíguo protegido lograría algún día.
“Sólo con jugar a hacer lanzamientos largos cuando el tenía 15 años, podías verlo”, dijo Potoshnik. “Zurdo, atlético, y podía lanzar. Eso siempre es una buena combinación. Aún a los 15 años, parecía que podía hacer cualquier cosa que le pidieras”.
Los Medias Rojas lo han comprobado, algunas cosas no cambian.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
Desde los quince años hasta hace poco tiempo, Jon Lester el pitcher zurdo de los Medias Rojas de Boston, practicaba cada invierno con Mark Potoshnik. Y cuando recibió el visto bueno para que reanudara su carrera como lanzador luego de recibir tratamiento contra el cáncer en 2006, Lester llamó a Potoshnik para lanzar pelotas.
Pero Potoshnik nunca necesitó examinar a fondo a Lester para saber que alcanzaría niveles tan altos. “Primero, especialmente en el béisbol profesional, se necesita tener
las herramientas, y su caja de herramientas estaba llena”, dijo recientemente en una entrevista telefónica el entrenador de Lester en la Northwest Baseball Academy de Lynnwood, Wash. Era un zurdo grande y atlético que podía lanzar a 90 millas. Esos no crecen en los árboles”.
“Combina eso con una muy particular ética de trabajo y el deseo de mejorar, y saber que para enfrentar el mundo tendría que hacer buenas decisiones, donde muchos jóvenes se han equivocado, siempre supe que mientras se mantuviera sano lo iba a lograr. Nunca dudé de él por un segundo”.
A través de los años, comenzando con cuando Lester lanzaba en Bellarmine Prep cerca de Tacoma, Wash., Potoshnik lo ayudó a mejorar su ahora impecable mecánica de pitcheo y a desarrollar un pitcheo quebrado efectivo. Tambien trabajaron en la recta cortada que se ha convertrido en el arma más grande de Lester.
Lester, ahora de 27 años, fue seleccionado por los Medias Rojas y acordó firmar por un bono de 1 millón de dólares en 2002. Desde que él y su esposa Farrah, se mudaron a Georgia hace unos pocos años, regresa a casa en Tacoma cada vacación y hace el recorrido de una hora por lo menos dos veces a la semana para trabajar con Potoshnik.
Había momentos cuando Lester no dominaba. En sus primeras 47 apariciones en las menores, tuvo marca de 13-16 con 3.95 de efctividad. Pero Potoshnik recuerda que su actitud ante cada nuevo reto, incluyendo reponerse del linfoma de células grandes anaplástico, siempre permaneció igual.
“Jon siempre ha sido muy enfocado, y siempre ha tenido la habilidad para decir, ‘Ok, esto es lo que necesito para mejorar’”, dijo Potoshnik, quién también asesoró al relevista de los Medias Rojas Bobby Jenks en sus años de secundaria. “Con su rehabilitación y terapia para el cáncer, era el mismo estado mental. Era, ‘Ok, esto es lo que tengo que hacer para mejorar, y lo voy a hacer’”.
Hay que contar a Potoshnik entre aquellos que pensaron que Lester ganaría el juego de asegurar la Serie Mundial de 2007, lanzaría un juego sin hits ni carreras (19 de mayo de 2008 ante los Reales de Kansas City), lograría una temporada de 19 victorias y su primera aparición en el juego de estrellas el año pasado, y emergería como un legítimo as y un perenne contendor por el premio Cy Young de la Liga Americana.
La noticia de la semana pasada que anunciaba a Lester como el abridor del juego inaugural de los Medias Rojas el 1º de abril en Texas, no fue nada que Potoshnick no pensara que su antíguo protegido lograría algún día.
“Sólo con jugar a hacer lanzamientos largos cuando el tenía 15 años, podías verlo”, dijo Potoshnik. “Zurdo, atlético, y podía lanzar. Eso siempre es una buena combinación. Aún a los 15 años, parecía que podía hacer cualquier cosa que le pidieras”.
Los Medias Rojas lo han comprobado, algunas cosas no cambian.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
martes, 22 de marzo de 2011
El voluntarioso Marco Scutaro
Nick Cafardo. 20-03-2011
Bradenton, Fla. Nos gustan los peloteros que frotan tierra en sus manos, escupen en sus heridas y juegan con dolor.
Nos gustan los peloteros con dinamismo y personalidad, aquellos que aprecian todos los días el usar un uniforme de Grandes Ligas.
Marco Scutaro es uno de esos tipos.
Cualquiera que hubiese sentido tanto dolor como el que sintió Scutaro en su hombro y cuello la temporada pasada, no tenía motivo para jugar el shortstop de los Medias Rojas de Boston. Pero Scutaro lo hizo. ¿Saben por qué lo hizo? Porque no quería abandonar aquello por lo que trabajó tan duro: una oportunidad de ser regular en Grandes Ligas.
“Pasé tanto tiempo en el banco que siempre quiero jugar”, dijo Scutaro. “Esa es una de las razones por las cuales al final de la temporada el año pasado, cuando supe que no podía lanzar desde el shortstop, con Pedroia lesionado, les pregunté si podía jugar segunda base”.
Jed Lowrie llama la atención con su potencial ofensivo, y José Iglesias por su centelleante defensiva. Iglesias pareciera que será el shortstop regular de Boston en 2012 y quizás por muchos años, pero hay aprecio y respeto por Scutaro entre los coaches de los Medias Rojas y el manager Terry Francona.
“Es un buen pelotero”, dijo el antíguo gerente general de los Azulejos J.P. Ricciardi, ahora asistente especial de los Mets. “Te da todo lo que tiene y puede ser un pelotero muy efectivo con el madero, con poder ocasional. Es muy sólido al campo”.
“ Realmente es un tipo grandioso para cualquier equipo. Fue un utility la mayor parte de su carrera, pero ha sido capaz de ajustarse a ser regular y jugar duro todos los días”.
Algunos utilitys tienen alcance limitado, pero en los últimos dos años, Scutaro echó por tierra la sospecha de que se agotaría al jugar todos los días o que no sería tan efectivo si jugara una sola posición.
El año pasado, terminó participando en 150 juegos.
Él tuvo un nervio presionado en su cuello y luego su hombro se descontroló. Se atrofió, a menudo él le mostraba a los reporteros la diferencia en tamaño entre sus bíceps. Fue asombroso como lo manejó, pero batalló ante eso.
Scutaro recibía una inyección ocasional de cortisona y estaba “bien por un par de días, pero entonces me sentía terrible por los próximos 10”.
Pero con todas las lesiones de los regulares, Pedroia, Kevin Youkilis, Victor Martinez, Jacoby Ellsbury, Scutaro se mantuvo en juego. Terminó siendo el abridor de la alineación una buena parte de la temporada, aun cuando no tiene mucho de abridor. También terminó siendo el jugador del cuadro que el equipo necesitaba para salir a hacer el trabajo razonablemente bien de acuerdo a las circunstancias. Si usted se pregunta porque los Medias Rojas le dieron un contrato de 2 años por 12.5 millones de dólares a Scutaro, pronto reformulará la pregunta, porque ese contrato bien vale la pena.
“Cuando se es un tipo pequeño como yo, tienes que ser duro”, dijo Scutaro. “No tienes otra opción”.
Aún con las lesions, Scutaro alcanzó números cercanos a los que logró en Toronto el año anterior. Bateó .282 con 12 jonrones y 60 carreras empujadas para los Azulejos en 2009, luego .275 con 11 jonrones y 56 empujadas con los Medias Rojas en 2010.
Al campo, se siente como la noche y el día para Scutaro. La última temporada, sintió que nunca podría volver a lanzar una pelota. Era como si un cuchillo le atravesara el hombro, por lo que recortó el movimiento para lanzar. Ahora ha regresado a su movimiento natural, pero limitando el número de roletazos que toma en el infield. Tuvo tratamiento en el hombro, en el programa de lanzamiento del equipo, en vez de operarse.
“Todo ha salido bien”, dijo Scutaro. “Es cuestión de levantarse y sentirse bien y en forma para competir. Fue duro hacer un montón de trabajo extra el año pasado, hasta en la jaula de bateo. Tuve que hacer muchas cosas, paños calientes, anti-inflamatorios, hielo y calor, con tal de jugar. Algunas veces era muy frustrante. Pasé por muchos altibajos. En la primera mitad, lidié con el nervio, cuando recuperé la fuerza, empezó el dolor en el hombro. Fue una cosa detrás de la otra. Nunca me sentí bien”.
Para el futuro, Scutaro de 35 años, estará entrando a esa edad donde los equipos no lo apreciarán como regular. Por lo menos no en la posición de campocorto.
“Siento que aún puedo jugar”, dijo Scutaro. “El año pasado fue muy duro para mí. Nunca he estado en la lista de incapacitados. Me enorgullezco de jugar en cualquier partido que necesite jugar”.
“Sé que me estoy poniendo un poco viejo, pero todavía estoy en buena forma”.
“Miren a Omar Vizquel, tiene 43 o 44 años y pareciera que tiene 25. Mientras te mantengas sano, puedes salir al campo y competir con cualquiera”.
“No puedo manejar otro año como el anterior. Eso fue muy duro. Pero aprendes mucho de ti y de tu cuerpo”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
Bradenton, Fla. Nos gustan los peloteros que frotan tierra en sus manos, escupen en sus heridas y juegan con dolor.
Nos gustan los peloteros con dinamismo y personalidad, aquellos que aprecian todos los días el usar un uniforme de Grandes Ligas.
Marco Scutaro es uno de esos tipos.
Cualquiera que hubiese sentido tanto dolor como el que sintió Scutaro en su hombro y cuello la temporada pasada, no tenía motivo para jugar el shortstop de los Medias Rojas de Boston. Pero Scutaro lo hizo. ¿Saben por qué lo hizo? Porque no quería abandonar aquello por lo que trabajó tan duro: una oportunidad de ser regular en Grandes Ligas.
“Pasé tanto tiempo en el banco que siempre quiero jugar”, dijo Scutaro. “Esa es una de las razones por las cuales al final de la temporada el año pasado, cuando supe que no podía lanzar desde el shortstop, con Pedroia lesionado, les pregunté si podía jugar segunda base”.
Jed Lowrie llama la atención con su potencial ofensivo, y José Iglesias por su centelleante defensiva. Iglesias pareciera que será el shortstop regular de Boston en 2012 y quizás por muchos años, pero hay aprecio y respeto por Scutaro entre los coaches de los Medias Rojas y el manager Terry Francona.
“Es un buen pelotero”, dijo el antíguo gerente general de los Azulejos J.P. Ricciardi, ahora asistente especial de los Mets. “Te da todo lo que tiene y puede ser un pelotero muy efectivo con el madero, con poder ocasional. Es muy sólido al campo”.
“ Realmente es un tipo grandioso para cualquier equipo. Fue un utility la mayor parte de su carrera, pero ha sido capaz de ajustarse a ser regular y jugar duro todos los días”.
Algunos utilitys tienen alcance limitado, pero en los últimos dos años, Scutaro echó por tierra la sospecha de que se agotaría al jugar todos los días o que no sería tan efectivo si jugara una sola posición.
El año pasado, terminó participando en 150 juegos.
Él tuvo un nervio presionado en su cuello y luego su hombro se descontroló. Se atrofió, a menudo él le mostraba a los reporteros la diferencia en tamaño entre sus bíceps. Fue asombroso como lo manejó, pero batalló ante eso.
Scutaro recibía una inyección ocasional de cortisona y estaba “bien por un par de días, pero entonces me sentía terrible por los próximos 10”.
Pero con todas las lesiones de los regulares, Pedroia, Kevin Youkilis, Victor Martinez, Jacoby Ellsbury, Scutaro se mantuvo en juego. Terminó siendo el abridor de la alineación una buena parte de la temporada, aun cuando no tiene mucho de abridor. También terminó siendo el jugador del cuadro que el equipo necesitaba para salir a hacer el trabajo razonablemente bien de acuerdo a las circunstancias. Si usted se pregunta porque los Medias Rojas le dieron un contrato de 2 años por 12.5 millones de dólares a Scutaro, pronto reformulará la pregunta, porque ese contrato bien vale la pena.
“Cuando se es un tipo pequeño como yo, tienes que ser duro”, dijo Scutaro. “No tienes otra opción”.
Aún con las lesions, Scutaro alcanzó números cercanos a los que logró en Toronto el año anterior. Bateó .282 con 12 jonrones y 60 carreras empujadas para los Azulejos en 2009, luego .275 con 11 jonrones y 56 empujadas con los Medias Rojas en 2010.
Al campo, se siente como la noche y el día para Scutaro. La última temporada, sintió que nunca podría volver a lanzar una pelota. Era como si un cuchillo le atravesara el hombro, por lo que recortó el movimiento para lanzar. Ahora ha regresado a su movimiento natural, pero limitando el número de roletazos que toma en el infield. Tuvo tratamiento en el hombro, en el programa de lanzamiento del equipo, en vez de operarse.
“Todo ha salido bien”, dijo Scutaro. “Es cuestión de levantarse y sentirse bien y en forma para competir. Fue duro hacer un montón de trabajo extra el año pasado, hasta en la jaula de bateo. Tuve que hacer muchas cosas, paños calientes, anti-inflamatorios, hielo y calor, con tal de jugar. Algunas veces era muy frustrante. Pasé por muchos altibajos. En la primera mitad, lidié con el nervio, cuando recuperé la fuerza, empezó el dolor en el hombro. Fue una cosa detrás de la otra. Nunca me sentí bien”.
Para el futuro, Scutaro de 35 años, estará entrando a esa edad donde los equipos no lo apreciarán como regular. Por lo menos no en la posición de campocorto.
“Siento que aún puedo jugar”, dijo Scutaro. “El año pasado fue muy duro para mí. Nunca he estado en la lista de incapacitados. Me enorgullezco de jugar en cualquier partido que necesite jugar”.
“Sé que me estoy poniendo un poco viejo, pero todavía estoy en buena forma”.
“Miren a Omar Vizquel, tiene 43 o 44 años y pareciera que tiene 25. Mientras te mantengas sano, puedes salir al campo y competir con cualquiera”.
“No puedo manejar otro año como el anterior. Eso fue muy duro. Pero aprendes mucho de ti y de tu cuerpo”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
lunes, 21 de marzo de 2011
30 segundos con Hank Aaron.
Vincent Mallozzi. 19-03-2011
Hank Aaron fue el lider de jonrones de las Grandes Ligas desde 1974 hasta 2007. Ahora de 77 años, ha sido desde 1998 vice-presidente de los Bravos de Atlanta. Está colaborando con Topps para conmemorar su aniversario 60 con una promoción Diamond Dig. Barajitas de códigos especiales han sido insertadas en los sobres de los paquetes de la Serie 1 de Topps para la temporada de béisbol 2011. Los aficionados que introduzcan los códigos en línea en DiamondTopps.com recibirán barajitas antíguas y la oportunidad de ganar otros premios.
Pregunta: ¿Dado que Barry Bonds batió su marca vitalicia de jonrones bajo la sospecha de haber usado sustancias para mejorar su rendimiento, usted siente en su corazón que sigue siendo el verdadero rey de los jonrones?
Respuesta: Responderé lo mejor que pueda. Siento que bateé 755 jonrones y alguien más rompió mi marca. Lo que la gente quiera decir está bien, pero no pienso mucho en eso.
P: ¿Piensa usted que los juicios de Bonds y Clemens serán una distracción para el béisbol esta temporada?
R: Espero que no. Pienso que el béisbol ha superado el episodio de los esteroides, no pienso que los juicios desviarán la atención de la gente del juego en sí.
P: Usted jugó brevemente en las Ligas Negras con los Clowns de Indianápolis antes de llegar a los Bravos de Milwaukee ¿Cómo fue esa experiencia?
R: Es una experiencia que nunca olvidaré. Gané la confianza de que podía jugar béisbol profesional. Pienso que fue un trampolín para llegar a las Grandes Ligas. En aquel tiempo las Ligas Negras era donde la mayoría de los peloteros negros eran observados; allí era donde empezaban.
P: ¿Es cierto que en una época bateabas con las manos “amarradas”, que ponías la mano izquierda sobre la derecha en el mango del bate?
R: Si. Un día, bateé de esa manera durante la práctica de bateo antes de un juego en Buffalo, los Bravos habían enviado a un scout para que me observara. El scout se me acercó, y me dijo que colocará mi mano derecha sobre la izquierda. Lo hice y largué dos jonrones ese día y nunca más volví a batear “amarrado”.
P: ¿Te tocó vivir mucho el racismo cuando llegaste a los Bravos de Milwaukee?
R: Oh si, un poco. La manera como lo manejé fue no manejarlo. Lo acepté, fui a realizar mi trabajo y esperé que las cosas mejoraran.
P: ¿Recuerdas por cuanto firmaste como novato de Grandes Ligas?
R: Recibí 5000 $ por un año. Eso fue todo, pero estaba satisfecho.
P: ¿Cuál fue el pitcher más difícil que enfrentaste en tu carrera?
R: Hubo muchos, pero debo decir que fue Curt Simmons. Él era un zurdo que subió con los Filis de Filadelfia y lanzaba muy, muy duro.
P: Una vez retirado Bobby Cox ¿Cómo piensas que le irá a los Bravos esta temporada con el manager Fredi González?
R: Conozco a Fredi y pienso que él y el equipo lo harán muy bien. Pienso que los peloteros no percibirán mucha diferencia entre su estilo y el de Bobby.
P: ¿Te asustan los Filis con todo su pitcheo y su bateo en el Este de la Liga Nacional?
R: No. Pienso que si todo funciona como ellos quieren, ganarán la división. Pero hay que jugar 162 juegos, y esos juegos tienen que ser efectuados en el terreno no sobre el papel. El hecho de que tengas una gran nómina y tres futuros inquilinos del Salón de la Fama en tu equipo no significa que vas a ganar el campeonato.
P: ¿Dónde piensas que terminarán los Mets en el Este?
R: Estoy un poco preocupado por los Mets, y no estoy hablando de la situación de Bernie Madoff. Estoy preocupado por lo que tienen en su nómina y por el hecho de que juegan en una división muy dura. Pienso que será un trayecto difícil para ellos.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
Hank Aaron fue el lider de jonrones de las Grandes Ligas desde 1974 hasta 2007. Ahora de 77 años, ha sido desde 1998 vice-presidente de los Bravos de Atlanta. Está colaborando con Topps para conmemorar su aniversario 60 con una promoción Diamond Dig. Barajitas de códigos especiales han sido insertadas en los sobres de los paquetes de la Serie 1 de Topps para la temporada de béisbol 2011. Los aficionados que introduzcan los códigos en línea en DiamondTopps.com recibirán barajitas antíguas y la oportunidad de ganar otros premios.
Pregunta: ¿Dado que Barry Bonds batió su marca vitalicia de jonrones bajo la sospecha de haber usado sustancias para mejorar su rendimiento, usted siente en su corazón que sigue siendo el verdadero rey de los jonrones?
Respuesta: Responderé lo mejor que pueda. Siento que bateé 755 jonrones y alguien más rompió mi marca. Lo que la gente quiera decir está bien, pero no pienso mucho en eso.
P: ¿Piensa usted que los juicios de Bonds y Clemens serán una distracción para el béisbol esta temporada?
R: Espero que no. Pienso que el béisbol ha superado el episodio de los esteroides, no pienso que los juicios desviarán la atención de la gente del juego en sí.
P: Usted jugó brevemente en las Ligas Negras con los Clowns de Indianápolis antes de llegar a los Bravos de Milwaukee ¿Cómo fue esa experiencia?
R: Es una experiencia que nunca olvidaré. Gané la confianza de que podía jugar béisbol profesional. Pienso que fue un trampolín para llegar a las Grandes Ligas. En aquel tiempo las Ligas Negras era donde la mayoría de los peloteros negros eran observados; allí era donde empezaban.
P: ¿Es cierto que en una época bateabas con las manos “amarradas”, que ponías la mano izquierda sobre la derecha en el mango del bate?
R: Si. Un día, bateé de esa manera durante la práctica de bateo antes de un juego en Buffalo, los Bravos habían enviado a un scout para que me observara. El scout se me acercó, y me dijo que colocará mi mano derecha sobre la izquierda. Lo hice y largué dos jonrones ese día y nunca más volví a batear “amarrado”.
P: ¿Te tocó vivir mucho el racismo cuando llegaste a los Bravos de Milwaukee?
R: Oh si, un poco. La manera como lo manejé fue no manejarlo. Lo acepté, fui a realizar mi trabajo y esperé que las cosas mejoraran.
P: ¿Recuerdas por cuanto firmaste como novato de Grandes Ligas?
R: Recibí 5000 $ por un año. Eso fue todo, pero estaba satisfecho.
P: ¿Cuál fue el pitcher más difícil que enfrentaste en tu carrera?
R: Hubo muchos, pero debo decir que fue Curt Simmons. Él era un zurdo que subió con los Filis de Filadelfia y lanzaba muy, muy duro.
P: Una vez retirado Bobby Cox ¿Cómo piensas que le irá a los Bravos esta temporada con el manager Fredi González?
R: Conozco a Fredi y pienso que él y el equipo lo harán muy bien. Pienso que los peloteros no percibirán mucha diferencia entre su estilo y el de Bobby.
P: ¿Te asustan los Filis con todo su pitcheo y su bateo en el Este de la Liga Nacional?
R: No. Pienso que si todo funciona como ellos quieren, ganarán la división. Pero hay que jugar 162 juegos, y esos juegos tienen que ser efectuados en el terreno no sobre el papel. El hecho de que tengas una gran nómina y tres futuros inquilinos del Salón de la Fama en tu equipo no significa que vas a ganar el campeonato.
P: ¿Dónde piensas que terminarán los Mets en el Este?
R: Estoy un poco preocupado por los Mets, y no estoy hablando de la situación de Bernie Madoff. Estoy preocupado por lo que tienen en su nómina y por el hecho de que juegan en una división muy dura. Pienso que será un trayecto difícil para ellos.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
domingo, 20 de marzo de 2011
Aprendiendo a ver la zona de strike con un ojo.
Alan Schwarz. The New York Times. 19-03-2011.
Jordan Underwood perdió su ojo izquierdo luego de ser golpeado por un linietazo. En cinco inicios esta temporada, tiene marca de 1-1, con 2.76 de efectividad.
Cape Girardeu, Mo. Tres semanas después que una pelota bateada de línea se estrellará en su cara y destruyera su ojo izquierdo, Jordan Underwood se sentó en Logan’s Roadhouse en Oklahoma City y decidió que su té necesitaba edulcorante. Abrió un paquetico, extendió su brazo hacia el vaso y procedió a regar el azúcar en toda la mesa.
“Esa era la primera vez que me molestaba tanto”, dijo Underwood. Hasta entonces un pitcher de control en un colegio universitario de Oklahoma. “Realmente me afectó. Iba a tener que hacer algunos ajustes”.
Perder un ojo, y con él la percepción convencional de la profundidad, podría ser devastador para un atleta, como para un pianista podría serlo el desarrollar el mal de Parkinson. Pero a menos de dos años de haberle sido implantado un ojo izquierdo acrílico, Underwood ha destacado como el pitcher estelar de Southeast Missouri State.
Underwood no se ha sometido a pruebas especiales, ni a metodologías, ni a ejercicios oculares o algo por el estilo. Más allá del triunfo sobre la ciencia, los expertos dicen que él se ha animado.
La mujer que le diseñó la prótesis de su ojo le dijo a Underwood que esto era posible, Nancy Townsend del Dean McGee Eye Institute de Oklahoma City insistió en que el podía jugar béisbol con un solo ojo.
¿Cómo podía estar tan segura? Porque en 1978, luego de perder un ojo en su adolescencia, Townsend jugó primera base y left field en un torneo de softball rápido femenino realizado en Canadá.
“Si yo pude batear, el puede pitchear”, dijo Townsend. “La mente es una cosa maravillosa”. Los expertos dicen que dos ojos humanos ayudan al cerebro a discernir la profundidad aproximadamente a 20 pies, más allá de eso, un ojo es adecuado.
Dado que la zona de strike, a 60 pies, 6 pulgadas de distancia, es esencialmente un rectángulo estático sin profundidad, los doctores no están asombrados de que Underwood haya sido capaz de pitchear, y pitchear mejor de cómo lo había hecho antes.
“Nunca estuve totalmente asustado de volver a pitchear”, dijo Underwood. “Algunas veces lanzaré un envío por el medio y algún tipo le hará swing tan fuerte como pueda, y mi guante podría saltar algo más rápido de lo que solía ser. Pero nada de que preocuparse. Estoy tan concentrado en el juego que no hay tiempo para eso”.
La rápida recuperación de Underwood se ha hecho más relevante debido a lo ocurrido recientemente con Luis Salazar, el manager de ligas menores de los Bravos de Atlanta quién mientras estaba parado en el dugout este mes, recibió un linietazo en la cara, y luego de varias operaciones infructuosas, perdió un ojo. Salazar espera volver a dirigir esta temporada.
Las preguntas en referencia a las destrezas de pitcheo de Underwood abundaron. ¿Cómo pudo reencontrar la zona de strike? ¿Podría hacer lanzamientos para sorprender corredores en las bases? ¿Qué hay de recoger roletazos y lanzar a primera base desde distintos puntos del infield?
Ningún entrenador de béisbol de la División I, incluyendo el de Southeast Missouri State, Mark Hogan, parecía pensar que la carrera de Underwood sobreviviría su lesión, la cual ocurrió en el montículo en abril de 2009 mientras completaba su segunda y última temporada con Seminole State Junior College en Seminole, Okla. Hogan dice que le ofreció un puesto a Underwood en su equipo para premiar su empeño.
“No me hice ilusiones”, dijo Hogan. “¿Cómo podía?”
Luego de unas pocas sesiones descontroladas de bull pen aquel otoño, Underwood volvió a ser el pitcher que siempre había sido, un zurdo con una recta promedio que se mueve, pero con efectivos pitcheos quebrados y en cambios de velocidad.
Underwood dejó marca de 6-5 con efectividad de 4.11 el año pasado, tan externamente normal que los oponentes pensaban poco en el chico flaco de lentes Oakley con cristales transparentes y gruesos para darle protección extra.
No intentaron tocarle para probar su defensa, un reto que Jim Abbott, el pitcher de una mano que jugó entre los ’80 y los ’90, debió enfrentar en la Universidad y en Grandes Ligas, porque pocos sabían que Underwood tenía sólo un ojo.
La noticia fluyó esta temporada, pero los toques no han funcionado ante Underwood, y batear menos. En 5 aperturas, tiene marca de 1-1 con 2.76 de efectividad, con dos o tres victorias potenciales desperdiciadas por su bull pen.
Será el pitcher de los Redhawks el viernes, lo cual significa que lanzará el primer juego de todas las series de conferencia de fin de semana, un honor para un pitcher universitario.
El 11 de marzo ante Dakota del Norte, los movimientos de Underwood parecían el mecanismo de un reloj: calmados, sistemáticos. Hasta quitó su ojo derecho de la zona de strike para mirar levemente su guante durante la patada, antes de fijarlo otra vez y soltar su brazo hacia delante. (La inclinación de su cabeza mostraba su relativa buena fortuna: si hubiese perdido el ojo derecho, el ver el plato como pitcher zurdo habría sido imposible). También sorprendió a dos corredores.
Una pequeña placa cerca del dugout de los Redhawks recordó otra historia inspiracional relacionada con el béisbol. El estadio del equipo, Capaha Field en Cape Girardeu, aparentemente fue usado por los viejos Carmelitas de San Luis para hacer su entrenamiento primaveral durante la segunda guerra mundial. Pete Gray, el jardinero de un brazo, jugó 77 encuentros con los Carmelitas de 1944.
“Los roletazos que me batean pueden significar algún problema de percepción de profundidad cuando se acercan a mi guante”, dijo Underwood. “Pero he practicado mucho. En realidad no es un problema”.
El principal obstáculo de Underwood pudo haber sido una regla poco conocida de N.C.A.A que requiere de los atletas que hayan perdido uno de dos órganos, luego de donar un riñón por ejemplo, completar varios formatos para confirmar entre otras cosas, que ellos y sus padres reconocen el riesgo de perder accidentalmente el otro órgano. (En el caso de Underwood, un linietazo como el que golpeó a Salazar podría dejarlo ciego). Las autoridades de Southeast Missouri State supieron de la vigencia de la regla mientras Underwood practicaba con su nuevo equipo en el otoño de 2009 y lo sacaron del terreno. Podría dejar de jugar con los Redhawks por meses.
Esta pudiera ser la última primavera de Underwood en el montículo, dado que su recta por debajo del promedio lo más probable es que impida que los equipos de Grandes Ligas lo drafteen en junio. Pero su ejemplo podría ser importante para otros atletas jóvenes que enfrenten retos similares, dijo Joan Vickers, una profesora de psicología de la Universidad de Calgary y experta en pruebas visuales para deportes.
“Hay personas que perdieron su ojo ayer, y están destrozados, pero pueden seguir adelante ocupándose de sus vidas”, dijo Vickers. “El cerebro de este joven tuvo que cambiar los circuitos neurales para determinar donde estaba la zona de strike. Pero eso se hace muy rápidamente”. Ella añadió: “Ha habido experimentos donde la gente usa prismas sobre sus ojos que invierten las cosas, y después de un rato ellos pueden manejar bicicleta por carreteras con todo invertido. El cerebro es extremadamente adaptable”.
Por otro lado, Underwood no puede hacerlo todo bien en un campo de béisbol. No puede batear, por ejemplo.
“Soy muy malo”, dijo riendo. Presumiblemente debido al asunto de la percepción de la profundidad.
“No”, dijo él. “Es porque soy un pitcher”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
Jordan Underwood perdió su ojo izquierdo luego de ser golpeado por un linietazo. En cinco inicios esta temporada, tiene marca de 1-1, con 2.76 de efectividad.
Cape Girardeu, Mo. Tres semanas después que una pelota bateada de línea se estrellará en su cara y destruyera su ojo izquierdo, Jordan Underwood se sentó en Logan’s Roadhouse en Oklahoma City y decidió que su té necesitaba edulcorante. Abrió un paquetico, extendió su brazo hacia el vaso y procedió a regar el azúcar en toda la mesa.
“Esa era la primera vez que me molestaba tanto”, dijo Underwood. Hasta entonces un pitcher de control en un colegio universitario de Oklahoma. “Realmente me afectó. Iba a tener que hacer algunos ajustes”.
Perder un ojo, y con él la percepción convencional de la profundidad, podría ser devastador para un atleta, como para un pianista podría serlo el desarrollar el mal de Parkinson. Pero a menos de dos años de haberle sido implantado un ojo izquierdo acrílico, Underwood ha destacado como el pitcher estelar de Southeast Missouri State.
Underwood no se ha sometido a pruebas especiales, ni a metodologías, ni a ejercicios oculares o algo por el estilo. Más allá del triunfo sobre la ciencia, los expertos dicen que él se ha animado.
La mujer que le diseñó la prótesis de su ojo le dijo a Underwood que esto era posible, Nancy Townsend del Dean McGee Eye Institute de Oklahoma City insistió en que el podía jugar béisbol con un solo ojo.
¿Cómo podía estar tan segura? Porque en 1978, luego de perder un ojo en su adolescencia, Townsend jugó primera base y left field en un torneo de softball rápido femenino realizado en Canadá.
“Si yo pude batear, el puede pitchear”, dijo Townsend. “La mente es una cosa maravillosa”. Los expertos dicen que dos ojos humanos ayudan al cerebro a discernir la profundidad aproximadamente a 20 pies, más allá de eso, un ojo es adecuado.
Dado que la zona de strike, a 60 pies, 6 pulgadas de distancia, es esencialmente un rectángulo estático sin profundidad, los doctores no están asombrados de que Underwood haya sido capaz de pitchear, y pitchear mejor de cómo lo había hecho antes.
“Nunca estuve totalmente asustado de volver a pitchear”, dijo Underwood. “Algunas veces lanzaré un envío por el medio y algún tipo le hará swing tan fuerte como pueda, y mi guante podría saltar algo más rápido de lo que solía ser. Pero nada de que preocuparse. Estoy tan concentrado en el juego que no hay tiempo para eso”.
La rápida recuperación de Underwood se ha hecho más relevante debido a lo ocurrido recientemente con Luis Salazar, el manager de ligas menores de los Bravos de Atlanta quién mientras estaba parado en el dugout este mes, recibió un linietazo en la cara, y luego de varias operaciones infructuosas, perdió un ojo. Salazar espera volver a dirigir esta temporada.
Las preguntas en referencia a las destrezas de pitcheo de Underwood abundaron. ¿Cómo pudo reencontrar la zona de strike? ¿Podría hacer lanzamientos para sorprender corredores en las bases? ¿Qué hay de recoger roletazos y lanzar a primera base desde distintos puntos del infield?
Ningún entrenador de béisbol de la División I, incluyendo el de Southeast Missouri State, Mark Hogan, parecía pensar que la carrera de Underwood sobreviviría su lesión, la cual ocurrió en el montículo en abril de 2009 mientras completaba su segunda y última temporada con Seminole State Junior College en Seminole, Okla. Hogan dice que le ofreció un puesto a Underwood en su equipo para premiar su empeño.
“No me hice ilusiones”, dijo Hogan. “¿Cómo podía?”
Luego de unas pocas sesiones descontroladas de bull pen aquel otoño, Underwood volvió a ser el pitcher que siempre había sido, un zurdo con una recta promedio que se mueve, pero con efectivos pitcheos quebrados y en cambios de velocidad.
Underwood dejó marca de 6-5 con efectividad de 4.11 el año pasado, tan externamente normal que los oponentes pensaban poco en el chico flaco de lentes Oakley con cristales transparentes y gruesos para darle protección extra.
No intentaron tocarle para probar su defensa, un reto que Jim Abbott, el pitcher de una mano que jugó entre los ’80 y los ’90, debió enfrentar en la Universidad y en Grandes Ligas, porque pocos sabían que Underwood tenía sólo un ojo.
La noticia fluyó esta temporada, pero los toques no han funcionado ante Underwood, y batear menos. En 5 aperturas, tiene marca de 1-1 con 2.76 de efectividad, con dos o tres victorias potenciales desperdiciadas por su bull pen.
Será el pitcher de los Redhawks el viernes, lo cual significa que lanzará el primer juego de todas las series de conferencia de fin de semana, un honor para un pitcher universitario.
El 11 de marzo ante Dakota del Norte, los movimientos de Underwood parecían el mecanismo de un reloj: calmados, sistemáticos. Hasta quitó su ojo derecho de la zona de strike para mirar levemente su guante durante la patada, antes de fijarlo otra vez y soltar su brazo hacia delante. (La inclinación de su cabeza mostraba su relativa buena fortuna: si hubiese perdido el ojo derecho, el ver el plato como pitcher zurdo habría sido imposible). También sorprendió a dos corredores.
Una pequeña placa cerca del dugout de los Redhawks recordó otra historia inspiracional relacionada con el béisbol. El estadio del equipo, Capaha Field en Cape Girardeu, aparentemente fue usado por los viejos Carmelitas de San Luis para hacer su entrenamiento primaveral durante la segunda guerra mundial. Pete Gray, el jardinero de un brazo, jugó 77 encuentros con los Carmelitas de 1944.
“Los roletazos que me batean pueden significar algún problema de percepción de profundidad cuando se acercan a mi guante”, dijo Underwood. “Pero he practicado mucho. En realidad no es un problema”.
El principal obstáculo de Underwood pudo haber sido una regla poco conocida de N.C.A.A que requiere de los atletas que hayan perdido uno de dos órganos, luego de donar un riñón por ejemplo, completar varios formatos para confirmar entre otras cosas, que ellos y sus padres reconocen el riesgo de perder accidentalmente el otro órgano. (En el caso de Underwood, un linietazo como el que golpeó a Salazar podría dejarlo ciego). Las autoridades de Southeast Missouri State supieron de la vigencia de la regla mientras Underwood practicaba con su nuevo equipo en el otoño de 2009 y lo sacaron del terreno. Podría dejar de jugar con los Redhawks por meses.
Esta pudiera ser la última primavera de Underwood en el montículo, dado que su recta por debajo del promedio lo más probable es que impida que los equipos de Grandes Ligas lo drafteen en junio. Pero su ejemplo podría ser importante para otros atletas jóvenes que enfrenten retos similares, dijo Joan Vickers, una profesora de psicología de la Universidad de Calgary y experta en pruebas visuales para deportes.
“Hay personas que perdieron su ojo ayer, y están destrozados, pero pueden seguir adelante ocupándose de sus vidas”, dijo Vickers. “El cerebro de este joven tuvo que cambiar los circuitos neurales para determinar donde estaba la zona de strike. Pero eso se hace muy rápidamente”. Ella añadió: “Ha habido experimentos donde la gente usa prismas sobre sus ojos que invierten las cosas, y después de un rato ellos pueden manejar bicicleta por carreteras con todo invertido. El cerebro es extremadamente adaptable”.
Por otro lado, Underwood no puede hacerlo todo bien en un campo de béisbol. No puede batear, por ejemplo.
“Soy muy malo”, dijo riendo. Presumiblemente debido al asunto de la percepción de la profundidad.
“No”, dijo él. “Es porque soy un pitcher”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
viernes, 18 de marzo de 2011
Héctor Gimenez batea el jonrón de ganar
El catcher empìeza a tomar su ritmo luego de un comienzo lento en los entrenamientos primaverales.
Ashley Marshall. MLB.com 17-03-2011
El catcher de los Dodgers puede haber iniciado lento los entrenamientos con su tercer equipo en los últimos cuatro años, pero se está recuperando rápidamente.
El receptor de 28 años fue firmado para un contrato de ligas menores por Los Ángeles en noviembre. Sólo tuvo 4 imparables en sus primeros 7 juegos en la Liga del Cactus.
Desde entonces ha subido su promedio hasta .389, bateando imparables en cuatro de sus últimos cinco juegos y mostrando el poder que lo llevó a despachar 16 jonrones la temporada pasada.
Bateó su primer vuelacercas de la primavera ante Chris Carpenter de los Cachorros de Chicago el domingo 13 de marzo, y vino del banco para batear el jonrón de poner adelante a los Dodgers en su victoria 6-4 ante los D-Backs este jueves 17 de marzo. Fue su tercer extra base en sus últimos 4 turno al bate.
“No me puedo quejar de la oportunidad que me están dando”, le dijo Jiménez a MLB.com. “Fueron muy claros conmigo, todo está en mis manos”:
Giménez entró al juego en la apertura del octavo inning como reemplazo defensivo de James Loney en primera base, y bateando en el tercer turno en lugar de Andre Ethier. Giménez vino a batear en el cierre de ese inning con los Dodgers perdiendo 4-2, y corredores en primera y segunda sin outs.
El zurdo le hizo swing al primer envío de Rafael Rodríguez y se la sacó de jonrón.
“Esta es la oportunidad que estaba buscando”, le dijo Giménez a MLB.com. “La última vez que estuve en Grandes Ligas, me lastimé el hombro la próxima primavera, he estado trabajando duro desde entonces para regresar. Mi hombro está al 100 %. Puedo jugar sin restricciones. Pensé que conseguiría esta oportunidad mucho antes, pero así son las cosas. Nunca bajé la cabeza. Siempre creí que podía regresar a las Grandes Ligas”.
“No me preocupo por lo que harán. Me siento como otro más del equipo, y lo que sea que pase, pasará. No puedo controlar eso. Sólo tengo que estar preparado”.
Jiménez bateó .305 con 16 jonrones y 72 carreras empujadas en 94 juegos para el Altoona AAA de la organización de los Piratas de Pittsburgh en 2010.
Estableció marcas personales en casi cada categoría ofensiva y fue nombrado integrante del equipo Todos Estrellas a mitad de temporada y en la PosTemporada de la Eastern League antes de ser cesanteado al final de la temporada.
Luego Giménez descargó 8 cuadrangulares en 56 juegos con los Tigres de Aragua en la Liga Venezolana
Los Ángeles es el cuarto equipo de Giménez. Fue firmado originalmente por los Astros de Houston en 1999 y fue tomado por los Rayas en 2007 después de operarse del manguito rotador. En 2008, Pittsburgh firmó al catcher en un contrato de ligas menores.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
Ashley Marshall. MLB.com 17-03-2011
El catcher de los Dodgers puede haber iniciado lento los entrenamientos con su tercer equipo en los últimos cuatro años, pero se está recuperando rápidamente.
El receptor de 28 años fue firmado para un contrato de ligas menores por Los Ángeles en noviembre. Sólo tuvo 4 imparables en sus primeros 7 juegos en la Liga del Cactus.
Desde entonces ha subido su promedio hasta .389, bateando imparables en cuatro de sus últimos cinco juegos y mostrando el poder que lo llevó a despachar 16 jonrones la temporada pasada.
Bateó su primer vuelacercas de la primavera ante Chris Carpenter de los Cachorros de Chicago el domingo 13 de marzo, y vino del banco para batear el jonrón de poner adelante a los Dodgers en su victoria 6-4 ante los D-Backs este jueves 17 de marzo. Fue su tercer extra base en sus últimos 4 turno al bate.
“No me puedo quejar de la oportunidad que me están dando”, le dijo Jiménez a MLB.com. “Fueron muy claros conmigo, todo está en mis manos”:
Giménez entró al juego en la apertura del octavo inning como reemplazo defensivo de James Loney en primera base, y bateando en el tercer turno en lugar de Andre Ethier. Giménez vino a batear en el cierre de ese inning con los Dodgers perdiendo 4-2, y corredores en primera y segunda sin outs.
El zurdo le hizo swing al primer envío de Rafael Rodríguez y se la sacó de jonrón.
“Esta es la oportunidad que estaba buscando”, le dijo Giménez a MLB.com. “La última vez que estuve en Grandes Ligas, me lastimé el hombro la próxima primavera, he estado trabajando duro desde entonces para regresar. Mi hombro está al 100 %. Puedo jugar sin restricciones. Pensé que conseguiría esta oportunidad mucho antes, pero así son las cosas. Nunca bajé la cabeza. Siempre creí que podía regresar a las Grandes Ligas”.
“No me preocupo por lo que harán. Me siento como otro más del equipo, y lo que sea que pase, pasará. No puedo controlar eso. Sólo tengo que estar preparado”.
Jiménez bateó .305 con 16 jonrones y 72 carreras empujadas en 94 juegos para el Altoona AAA de la organización de los Piratas de Pittsburgh en 2010.
Estableció marcas personales en casi cada categoría ofensiva y fue nombrado integrante del equipo Todos Estrellas a mitad de temporada y en la PosTemporada de la Eastern League antes de ser cesanteado al final de la temporada.
Luego Giménez descargó 8 cuadrangulares en 56 juegos con los Tigres de Aragua en la Liga Venezolana
Los Ángeles es el cuarto equipo de Giménez. Fue firmado originalmente por los Astros de Houston en 1999 y fue tomado por los Rayas en 2007 después de operarse del manguito rotador. En 2008, Pittsburgh firmó al catcher en un contrato de ligas menores.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
Nuevos libros de béisbol están en las librerías
JON THURBER. Los Angeles Times.
¡Ah! Los sonidos de la primavera. El crujido del bate, el repiqueteo
de la pelota incidiendo en la mascota del receptor, el tintineo de las
cajas registradoras marcando el total de las ventas de los nuevos
libros de béisbol para esta temporada.
Así como ESPN pareciera recostarse hacia el Este de la Liga Americana
en sus transmisiones, los editores de libros tambien apuntan en esa
dirección, especialmente hacia los Medias Rojas de Boston, los Yanquis
de Nueva York y sorprendentemente los Rayas de Tampa Bay.
Los ciudadanos de la Nación de los Medias Rojas pueden encontrar el
héroe más inesperado del equipo en el libro de Tim Wakefield:
“Nudillista. Mi vida con el pitcheo más indescifrable del beisbol
(Houghton Mifflin Harcourt). Aquellos que ven una visita al Fenway
Park como una experiencia religiosa pueden adentrarse en “Recordando
al Fenway Park. Una historia oral y narrativa del hogar de los Medias
Rojas de Boston” (Stewart, Tabori & Chang).
Los Rayas son objeto de escrutinio en “El 2 % extra: Como las
estrategias de Wall Street llevaron a un equipo de Grandes Ligas del
ultimo al primer lugar” de Jonah Keri (ESPN Books). En este original
cuento de béisbol, dos antíguos colegas de Goldman Sachs unen sus
destrezas para transformar una franquicia perdedora.
Por supuesto, tiene que haber varios libros sobre los Bombarderos del
Bronx, comenzando por “El Capitán: El viaje de Derek Jeter” (Houghton
Mifflin Harcourt) y “La casa que Ruth construyó: Un Nuevo Estadio, el
Primer Campeonato de los Yanquis, y la redención de 1923” de Robert
Weintraub (Little Brown). A casi 12 años de su muerte, Joe DiMaggio
continúa siendo motivo para libros de béisbol: Su seguidilla de 56
juegos conectando imparables es observada en detalle en “56: Joe
DiMaggio y el Principal Número Mágico de los Deportes” de Kostya
Kennedy (Sports Illustrated).
Hasta los libros de los Dodgers tienen sabor a Nueva York este año.
Jimmy Breslin hace un perfil del ejecutivo de los Dodgers que rompió
la barrera del color en el béisbol al firmar a Jackie Robinson en
“Branch Rickey” (Viking). Otro gran Dodger de aquella época viene a
batear mediante una biografía en “Campy: Las dos vidas de Roy
Campanella” (Simon & Schuster). Y el nuevo manager de los Dodgers y
antíguo Yanqui es el sujeto de “Donnie Baseball: La Biografía
Definitiva de Don Mattingly” (Triumph)
Pasando al oeste, Shawn Green, el antíguo Dodger, Azulejo, Cascabel y
Met, le ofrece a los lectores una memoria de su tiempo en el juego que
tiene un título al estilo Zen, “La Vía del Béisbol para Encontrar la
Tranquilidad a 95 mph” (Simon & Schuster). Ommm…Para los aficionados
de los Angelinos, “La Historia Oficial de los Angelinos de LOS ÁNGELES
DE ANAHEIM” (INSIGHT EDITIONS)
¿Y QUE DE LOS AFICIONADOS QUE NO ESTÁN ALINEADOS CON NINGUNA DE LAS
COSTAS? LA MEJOR OPCIÓN PUEDE SER “STAN MUSIAL: UNA VIDA AMERICANA” DE
GEORGE VECSEY (ESPN), LA CUAL CUENTA LA HISTORIA DEL GRAN TOLETERO DE
LOS CARDENALES DE SAN LUIS E INQUILINO DEL SALÓN DE LA FAMA.
OTRA BUENA OPCIÓN ES EL LIBRO DE DAN BARRY SOBRE EL JUEGO MÁS LARGO
QUE SE HAYA JUGADO, ENTRE LOS ALAS ROJAS DE ROCHESTER Y LOS MEDIAS
ROJAS DE PAWTUCKET, LLAMADO: “PARTE DE ABAJO DEL INNING 33: ESPERANZA,
REDENCIÓN Y EL JUEGO MÁS LARGO DEL BEISBOL” (HARPER)
TAMBIÉN ESTÁ “NADIE ES PERFECTO” (ATLANTIC MONTHLY): EL ÁRBITRO JIM
JOYCE Y EL PITCHER ARMANDO GALARRAGA DESCRIBEN EL JUEGO PERFECTO DE LA
TEMPORADA PASADA QUE NO FUE PORQUE JOYCE SE EQUIVOCÓ EN LA
APRECIACIÓN DE UNA JUGADA EN PRIMERA BASE Y LA INFLUENCIA QUE ESTO HA
TENIDO EN SUS VIDAS.
Traducción: Alfonso L. Tusa C
¡Ah! Los sonidos de la primavera. El crujido del bate, el repiqueteo
de la pelota incidiendo en la mascota del receptor, el tintineo de las
cajas registradoras marcando el total de las ventas de los nuevos
libros de béisbol para esta temporada.
Así como ESPN pareciera recostarse hacia el Este de la Liga Americana
en sus transmisiones, los editores de libros tambien apuntan en esa
dirección, especialmente hacia los Medias Rojas de Boston, los Yanquis
de Nueva York y sorprendentemente los Rayas de Tampa Bay.
Los ciudadanos de la Nación de los Medias Rojas pueden encontrar el
héroe más inesperado del equipo en el libro de Tim Wakefield:
“Nudillista. Mi vida con el pitcheo más indescifrable del beisbol
(Houghton Mifflin Harcourt). Aquellos que ven una visita al Fenway
Park como una experiencia religiosa pueden adentrarse en “Recordando
al Fenway Park. Una historia oral y narrativa del hogar de los Medias
Rojas de Boston” (Stewart, Tabori & Chang).
Los Rayas son objeto de escrutinio en “El 2 % extra: Como las
estrategias de Wall Street llevaron a un equipo de Grandes Ligas del
ultimo al primer lugar” de Jonah Keri (ESPN Books). En este original
cuento de béisbol, dos antíguos colegas de Goldman Sachs unen sus
destrezas para transformar una franquicia perdedora.
Por supuesto, tiene que haber varios libros sobre los Bombarderos del
Bronx, comenzando por “El Capitán: El viaje de Derek Jeter” (Houghton
Mifflin Harcourt) y “La casa que Ruth construyó: Un Nuevo Estadio, el
Primer Campeonato de los Yanquis, y la redención de 1923” de Robert
Weintraub (Little Brown). A casi 12 años de su muerte, Joe DiMaggio
continúa siendo motivo para libros de béisbol: Su seguidilla de 56
juegos conectando imparables es observada en detalle en “56: Joe
DiMaggio y el Principal Número Mágico de los Deportes” de Kostya
Kennedy (Sports Illustrated).
Hasta los libros de los Dodgers tienen sabor a Nueva York este año.
Jimmy Breslin hace un perfil del ejecutivo de los Dodgers que rompió
la barrera del color en el béisbol al firmar a Jackie Robinson en
“Branch Rickey” (Viking). Otro gran Dodger de aquella época viene a
batear mediante una biografía en “Campy: Las dos vidas de Roy
Campanella” (Simon & Schuster). Y el nuevo manager de los Dodgers y
antíguo Yanqui es el sujeto de “Donnie Baseball: La Biografía
Definitiva de Don Mattingly” (Triumph)
Pasando al oeste, Shawn Green, el antíguo Dodger, Azulejo, Cascabel y
Met, le ofrece a los lectores una memoria de su tiempo en el juego que
tiene un título al estilo Zen, “La Vía del Béisbol para Encontrar la
Tranquilidad a 95 mph” (Simon & Schuster). Ommm…Para los aficionados
de los Angelinos, “La Historia Oficial de los Angelinos de LOS ÁNGELES
DE ANAHEIM” (INSIGHT EDITIONS)
¿Y QUE DE LOS AFICIONADOS QUE NO ESTÁN ALINEADOS CON NINGUNA DE LAS
COSTAS? LA MEJOR OPCIÓN PUEDE SER “STAN MUSIAL: UNA VIDA AMERICANA” DE
GEORGE VECSEY (ESPN), LA CUAL CUENTA LA HISTORIA DEL GRAN TOLETERO DE
LOS CARDENALES DE SAN LUIS E INQUILINO DEL SALÓN DE LA FAMA.
OTRA BUENA OPCIÓN ES EL LIBRO DE DAN BARRY SOBRE EL JUEGO MÁS LARGO
QUE SE HAYA JUGADO, ENTRE LOS ALAS ROJAS DE ROCHESTER Y LOS MEDIAS
ROJAS DE PAWTUCKET, LLAMADO: “PARTE DE ABAJO DEL INNING 33: ESPERANZA,
REDENCIÓN Y EL JUEGO MÁS LARGO DEL BEISBOL” (HARPER)
TAMBIÉN ESTÁ “NADIE ES PERFECTO” (ATLANTIC MONTHLY): EL ÁRBITRO JIM
JOYCE Y EL PITCHER ARMANDO GALARRAGA DESCRIBEN EL JUEGO PERFECTO DE LA
TEMPORADA PASADA QUE NO FUE PORQUE JOYCE SE EQUIVOCÓ EN LA
APRECIACIÓN DE UNA JUGADA EN PRIMERA BASE Y LA INFLUENCIA QUE ESTO HA
TENIDO EN SUS VIDAS.
Traducción: Alfonso L. Tusa C
miércoles, 16 de marzo de 2011
El Látigo versus Roberto Clemente
16-03-1969 - 16-03-2011
El Látigo versus Roberto Clemente
La noticia del avión en el aeropuerto de Maracaibo había estallado en
nuestra habitación. Felipe y Jesús Mario hablaban de un juego entre
Venezuela y Puerto Rico luego de la temporada 1967-68. Sus voces
emergían entrecortadas por la humareda del impacto. Isaías Látigo
Chávez subió al montículo por los venezolanos. José Palillo Santiago
hizo lo propio por los borícuas.
Venezuela se fue adelante con cuatro carreras en el primer inning. En
el tercer inning Julio Morales soltó imparable. Ángel Luis Alcaraz
falló con elevado a la derecha. Roberto Clemente la rodó por las
paradas cortas y se ejecutó el dobleplay.
Felipe se quedó mirando las manchas marrones que habían dejado las
filtraciones de agua en la platabanda. En esa misma superficie donde
clavó los ojos en la oscuridad para ver el terreno de juego a través
del sonido de un radio transistor. “En el sexto el Látigo se recuperó
después de aceptar sencillo al centro de Alcaraz. Dominó a Clemente
con elevado a nos de César Tovar. José Luis Calero se ponchó. Julio
Gotay entregó el último out con rodado al campocorto”.
En el octavo Alcaraz soltó imparable. ElLátigo dominó a Clemente con
rodado por segunda base para forzar a Alcaraz. Al final Venezuela ganó
5-1. Isaías lanzó completo. Enfrentó 35 bateadores, 1 carrera limpia,
10 imparables, 6 ponches, 1 boleto. Santiago salió derrotado.
Al finalizar el encuentro los periodistas entrevistaron a Clemente:
“Roberto Muñoz tiene un mundo en la pelota. Pero el Látigo tiene más
variedad de lanzamientos”.
Felipe escarbó las hojas de una revista Sport Gráfico en busca de
más juegos del Latigo. Jesús Mario sacó su mazo de barajitas y las
pasó presuroso hasta encontrar a un pitcher haciendo el wind up en los
jardines del estadio Universitario. Yo todavía me imaginaba entrando a
un estadio donde el Látigo levantara la pierna izquierda hacia el
cielo y metiera un cambio de velocidad en la mascota del receptor.
Alfonso L. Tusa C.
El Látigo versus Roberto Clemente
La noticia del avión en el aeropuerto de Maracaibo había estallado en
nuestra habitación. Felipe y Jesús Mario hablaban de un juego entre
Venezuela y Puerto Rico luego de la temporada 1967-68. Sus voces
emergían entrecortadas por la humareda del impacto. Isaías Látigo
Chávez subió al montículo por los venezolanos. José Palillo Santiago
hizo lo propio por los borícuas.
Venezuela se fue adelante con cuatro carreras en el primer inning. En
el tercer inning Julio Morales soltó imparable. Ángel Luis Alcaraz
falló con elevado a la derecha. Roberto Clemente la rodó por las
paradas cortas y se ejecutó el dobleplay.
Felipe se quedó mirando las manchas marrones que habían dejado las
filtraciones de agua en la platabanda. En esa misma superficie donde
clavó los ojos en la oscuridad para ver el terreno de juego a través
del sonido de un radio transistor. “En el sexto el Látigo se recuperó
después de aceptar sencillo al centro de Alcaraz. Dominó a Clemente
con elevado a nos de César Tovar. José Luis Calero se ponchó. Julio
Gotay entregó el último out con rodado al campocorto”.
En el octavo Alcaraz soltó imparable. ElLátigo dominó a Clemente con
rodado por segunda base para forzar a Alcaraz. Al final Venezuela ganó
5-1. Isaías lanzó completo. Enfrentó 35 bateadores, 1 carrera limpia,
10 imparables, 6 ponches, 1 boleto. Santiago salió derrotado.
Al finalizar el encuentro los periodistas entrevistaron a Clemente:
“Roberto Muñoz tiene un mundo en la pelota. Pero el Látigo tiene más
variedad de lanzamientos”.
Felipe escarbó las hojas de una revista Sport Gráfico en busca de
más juegos del Latigo. Jesús Mario sacó su mazo de barajitas y las
pasó presuroso hasta encontrar a un pitcher haciendo el wind up en los
jardines del estadio Universitario. Yo todavía me imaginaba entrando a
un estadio donde el Látigo levantara la pierna izquierda hacia el
cielo y metiera un cambio de velocidad en la mascota del receptor.
Alfonso L. Tusa C.
domingo, 13 de marzo de 2011
Antíguo jardinero e instructor de bateo Mitchell Page, fallece a los 59 años.
La noticia me puso en las manos el Meridiano de comienzos de octubre de 1976. En un juego de preparación un jugador importado llamado Mitchell Page había largado un estacazo que sobrevoló la cerca del estadio “Rafael Kinsler” de Cagua. La pelota cayó bien lejos del estadio. Aquella temporada tuve la oportunidad de comprobar la clase de bateador que era Page. Él y Dave Parker conformaron un one-two de terror que llevó a los Navegantes del Magallanes al campeonato de la temporada 1976-77. Esa temporada actuó en 63 juegos, 245 turnos al bate, 48 carreras anotadas, 76 hits, 14 dobles, 4 triples, 14 jonrones, 57 empujadas, 36 boletos, 39 ponches, 9 bases robadas, .310 promedio ofensivo. Volvió en las campañas 77-78 y 78-79 cuando acompañó al Magallanes hasta el título de la Serie del Caribe con aquel vuelacercas decisivo ante México.
Page tuvo una temporada de novato fantástica con los Atléticos de Oakland en 1977. Entonces participó en 145 encuentros, 85 anotadas, 75 empujadas, 21 jonrones, 42 bases robadas .307 de promedio al bate, terminó segundo de Eddie Murray en la votación del Novato del Año.
Jugó 7 temporadas con Oakland y la última con Pittsburgh en 1984. Luego se convirtió en instructor de bateo de los Cardenales de San Luis.
Aquella combinación con Parker hacía del Magallanes un equipo temible, porque lo que se le pasaba al primero el segundo no lo perdonaba. Aquella dupla era conocida como la “Doble P”. El 17 de enero de 1976 Magallanes llegó perdiendo 1-0 al noveno inning ante Gilberto Marcano y las Águilas del Zulia en el segundo juego de una semifinal a 7 juegos. Marcano dominó a Jimmy Sexton con rolling a sus manos. Parker negoció boleto. A continuación Page descargó una línea estridente hacia el left field que en principio hizo anotar a Parker el empate, luego fue regresado a tercera porque el batazo de Page fue considerado doble por reglas. Cuando bateaba Steve Nicosia, Marcano intentó sorprender a Parker y voló la pelota permitiendo que entraran las dos anotaciones y Magallanes ganó 2-1. El 21 de enero de 1976, en el quinto juego de la
semifinal, Zulia llegó ganando 2-0 al octavo inning. Oswaldo Olivares emergió por Alexis Ramírez y se apuntó infield-hit. Gary Woods siguió con imparable al centro que hizo parpadear a Leonel Carrión y Olivares se metió hasta la antesala. Bateando Remigio Hermoso, Roy Lee Jackson incurrió en wild pitch y los spikes de Olivares pusieron el marcador 2-1. Hermoso salió con rolling al pitcher y el manager Luis Aparicio trajo a Jesús Reyes Barrios para que ponchara a Parker con una curvita
que lo desesperaba. Entonces llegó Mitchell Page al cajón de bateo, cuando Reyes Barrios intentó pasarle una recta, descargó un estacazo de triple a las profundidades del jardín derecho para traer la igualada en los zapatos de Woods. Tom Hausman relevó y Ken Macha lo recibió con doblete que puso el juego 3-2. Zulia empató en la parte alta del noveno inning. En el cierre del noveno Sexton inició con sencillo a la izquierda. Nelson Paiva se sacrificó. Woods recibió boleto intencional. Hermoso recibió un boleto del cual Hausman lanzó 3 bolas y Manny Seoane la cuarta. Parker se ponchó para el segundo out. Page se puso en dos strikes sin bolas. El próximo envío golpeó uno de sus spikes y así remolcó la carrera que dejaba en el terreno al Zulia y le daba el pase al Magallanes a la serie final de la temporada 76-77.
Los Cardenales dicen que Page falleció el sábado 12 de marzo de 2011. El vocero del equipo Brian Bartow dijo este domingo que el equipo fue informado del deceso por el agente de Page. La causa de la muerte se desconoce.
Page se retiró con promedio ofensivo de .266, 72 jonrones y 259 empujadas. Fue el instructor de bateo de los Cardenales de San Luis entre 2001 y 2004. Albert Pujols estuvo entre sus discípulos. Recientemente Page sirvió como instructor de bateo de un equipo de ligas menores de los Cardenales en los entrenamientos primaverales del año pasado. Pero este año no tenía trabajo con el equipo, dijo Bartow.
Hace alrededor de 3 años estuvo en Valencia junto a Willie Horton durante la celebración de los 90 años del Magallanes y más allá del homenaje que le rindió el equipo Page recibió muchas muestras de aprecio en cada lugar de la ciudad que visitó.
Alfonso L. Tusa C.
Page tuvo una temporada de novato fantástica con los Atléticos de Oakland en 1977. Entonces participó en 145 encuentros, 85 anotadas, 75 empujadas, 21 jonrones, 42 bases robadas .307 de promedio al bate, terminó segundo de Eddie Murray en la votación del Novato del Año.
Jugó 7 temporadas con Oakland y la última con Pittsburgh en 1984. Luego se convirtió en instructor de bateo de los Cardenales de San Luis.
Aquella combinación con Parker hacía del Magallanes un equipo temible, porque lo que se le pasaba al primero el segundo no lo perdonaba. Aquella dupla era conocida como la “Doble P”. El 17 de enero de 1976 Magallanes llegó perdiendo 1-0 al noveno inning ante Gilberto Marcano y las Águilas del Zulia en el segundo juego de una semifinal a 7 juegos. Marcano dominó a Jimmy Sexton con rolling a sus manos. Parker negoció boleto. A continuación Page descargó una línea estridente hacia el left field que en principio hizo anotar a Parker el empate, luego fue regresado a tercera porque el batazo de Page fue considerado doble por reglas. Cuando bateaba Steve Nicosia, Marcano intentó sorprender a Parker y voló la pelota permitiendo que entraran las dos anotaciones y Magallanes ganó 2-1. El 21 de enero de 1976, en el quinto juego de la
semifinal, Zulia llegó ganando 2-0 al octavo inning. Oswaldo Olivares emergió por Alexis Ramírez y se apuntó infield-hit. Gary Woods siguió con imparable al centro que hizo parpadear a Leonel Carrión y Olivares se metió hasta la antesala. Bateando Remigio Hermoso, Roy Lee Jackson incurrió en wild pitch y los spikes de Olivares pusieron el marcador 2-1. Hermoso salió con rolling al pitcher y el manager Luis Aparicio trajo a Jesús Reyes Barrios para que ponchara a Parker con una curvita
que lo desesperaba. Entonces llegó Mitchell Page al cajón de bateo, cuando Reyes Barrios intentó pasarle una recta, descargó un estacazo de triple a las profundidades del jardín derecho para traer la igualada en los zapatos de Woods. Tom Hausman relevó y Ken Macha lo recibió con doblete que puso el juego 3-2. Zulia empató en la parte alta del noveno inning. En el cierre del noveno Sexton inició con sencillo a la izquierda. Nelson Paiva se sacrificó. Woods recibió boleto intencional. Hermoso recibió un boleto del cual Hausman lanzó 3 bolas y Manny Seoane la cuarta. Parker se ponchó para el segundo out. Page se puso en dos strikes sin bolas. El próximo envío golpeó uno de sus spikes y así remolcó la carrera que dejaba en el terreno al Zulia y le daba el pase al Magallanes a la serie final de la temporada 76-77.
Los Cardenales dicen que Page falleció el sábado 12 de marzo de 2011. El vocero del equipo Brian Bartow dijo este domingo que el equipo fue informado del deceso por el agente de Page. La causa de la muerte se desconoce.
Page se retiró con promedio ofensivo de .266, 72 jonrones y 259 empujadas. Fue el instructor de bateo de los Cardenales de San Luis entre 2001 y 2004. Albert Pujols estuvo entre sus discípulos. Recientemente Page sirvió como instructor de bateo de un equipo de ligas menores de los Cardenales en los entrenamientos primaverales del año pasado. Pero este año no tenía trabajo con el equipo, dijo Bartow.
Hace alrededor de 3 años estuvo en Valencia junto a Willie Horton durante la celebración de los 90 años del Magallanes y más allá del homenaje que le rindió el equipo Page recibió muchas muestras de aprecio en cada lugar de la ciudad que visitó.
Alfonso L. Tusa C.
sábado, 12 de marzo de 2011
Encuentro de bocazas: Ozzie Guillen-Muhammad Ali.
Jeff Passan. Yahoo Sports.09 Marzo 2011
Glendale Ariz. Su boca se abrió este martes 08 de marzo. Por mucho tiempo, emitió las cosas más gloriosas. Si acaso habrá 5 personas en la historia que puedan aguantar el ritmo verbal palabra a palabra de Ali. Hablaba cantando. Ali sin voz es como B.B. King sin Lucille.
Ali pasó este martes 08 de marzo en el clubhouse de los Medias Blancas de Chicago. Estuvo ahí con Athletes For Hope, una organización que pide a los peloteros que encuentren una causa y donen tiempo y dinero. Su esposa, Lonnie, y su cuñada Marilyn Williams lo ayudaron con la silla de ruedas. Su peso lo encorvaba. Una expresión de vacío congelaba su rostro. El Mal de Parkinson es implacable.
Mirar su boca abierta era cruel, porque no lo hacía para hablar, para bendecir el lugar con críticas. Lo hacía porque Ali no lo podia controlar. Cuando Lonnie notó su mandíbula caida, la empujó hacia arriba.
Parado al otro lado de Ali estaba Ozzie Guillén, el manager de los Medias Blancas, y gústele o no, su heredero en oratoria. ¿Blasfemia? Difícilmente. El atleta moderno no habla. Evita involucrarse. Se cura en salud con mensajes de 140 caracteres. Se adhiere a lo políticamente correcto. Ciertamente no habla en verso.
Y aún el mínimo asomo de humor es raro, así que ver a Guillén, quién habla hasta por los codos, y quien se involucra en política, y hace del Twitter una diversión, además de ser tan políticamente incorrecto como es posible, haciendo chistes con impunidad, puede ser lo más cercanos que estemos de Ali. Nadie debería equivocarse nombrándolo
embajador universal en lo inmediato, no desde su relativamente anónima posición de manager de béisbol. Y aún él recibe crédito por mucho más que eso que el que él mismo se da.
“Soy el Charlie Sheen del béisbol”, dijo Guillén, “sin drogas ni prostitutas”.
Sonrió. Hablaba del doble patrón con él, si el manager de los Cachorros de Chicago Mike Quade y Guillén decían la misma declaración controversial, la reacción contra Guillén sería de diez páginas. Su nombre es un multiplicador de sus palabras. El entiende eso. Pero no se detiene.
Para Guillén y muchos otros en la actualidad, Ali de 69 años, representa mucho de lo que era positivo de los deportes. La mayoría, por supuesto, no entiende el contexto de las palabras duras, los enfrentamientos mediáticos, los alardeos legendarios, como sus
grandes momentos y palabras que proveen una referencia cronológica para los Estados Unidos en los años 60 y 70.
El martes se cumplió el cuadragésimo aniversario de la primera pelea Ali – Frazier. La Pelea del Siglo, que ocurrió justo después de los tres años y medio de cárcel por negarse a enlistarse en el ejército. De todas sus famosas declaraciones, la mejor no es sobre quién es él (“Soy el más grande”) o sobre lo que puede hacer (“Flotar como una
mariposa y picar como una abeja”), sino la que explica porque se negó a ir a la guerra. “No tengo ningún enfrentamiento con el Viet Cong”.
Detrás de los matices políticos y el desorden gramatical sus declaraciones eran punzantes y críticas. Así fue siempre Ali: claro, conciso y al grano, como cualquier gran orador. No hablaba entrecortado. Lo hacía tan perfectamente que era imposible de ignorar.
Guillén es igual. Deje atrás el acento, recuerde, el inglés es su segundo idioma, y las groserías cada cinco palabras, y encontrará que sus ideales son similares a los de Ali. No le da la mínima importancia a las autoridades. Se opone verbalmente a Hugo Chávez, el presidente/dictador de su país, Venezuela. Hace lo que hace porque quiere hacerlo, y sus palabras le dan sentido a su ideal de vida.
“He hablado de eso con él”, dijo Kenny Williams el gerente general de los Medias Blancas, un viejo amigo de Ali quién planificó el encuentro. “Hemos conversado sobre eso. Pero no desde la perspectiva del béisbol. Más desde algunas de las cosas que él hace en Venezuela y aquí, que no son apreciadas porque la gente está cegada por las otras cosas”.
Por las otras cosas él se refiere a las peleas de Guillén con Williams. Y sus imprecaciones de Magglio Ordóñez. Y de Buck Showalter. Y de Bobby Jenks. Y del Wrigley Field. Guillén ha hecho cosas muy estúpidas. Llamar marico a Jay Mariotti era innecesario. Por esa razón estaba llamando “gorila” a Joe Frazier, lo cual hizo Ali por casi media década.
Los errores de Ali no definen quién es él, tampoco deberían los de Guillén. Hay suficiente sustancia en su presencia social para balancear sus desplantes. Guillén siempre ha criticado la hipocresía de pagarle relativas migajas a los adolescentes latinoamericanos para firmar con los equipos para luego no ofrecerle un plan de compensación cuando, como es el caso de la gran mayoría, sus carreras se estancan. Esas palabras no son gratas en las oficinas de Major League Baseball. Provocaron llamadas de Bud Selig. Y Guillén las repetirá una y otra vez hasta que ocurra algún cambio porque son las palabras apropiadas, así como nada detuvo a Ali de decir lo que era justo en una época más difícil.
“Antes era peor”, dijo Guillén. “Era una cuestión racial, religiosa. Pienso que ahora es más fácil. Ahora dices, que lo sientes y sigues adelante. Antes, era difícil abrir la boca”.
Que no daría el mundo por sólo un día del viejo Ali, una metralla de aforismos y palabras afiladas. Todo el que ve al Ali de hoy imagina aquella versión. Después que terminó la presentación a los Medias Blancas, Ali fue llevado al medio del clubhouse para las fotografías. La fila crecía a través de la habitación. Casi todos los jugadores y el personal administrativo caminaron hacia Alí y se arrodillaron. Algunos chocaron puños con él. Otros mantuvieron la cara de asombro. Unos pocos sonrieron. Ali era poco más que un apoyo.
Cuando los clic de las cámaras terminaron, Lonnie lo tomó de un brazo, Marilyn del otro brazo y juntos caminaron hacia una Range Rover blanca. Marilyn llevaba una camiseta de los Medias Blancas con el número 40 en la espalda, para conmemorar el aniversario. El letrero decía: CAMPEÓN. Cuando Williams se la entregó, Ali mostró su única vivacidad del día. La mención del nombre de Frazier lo hizo saltar.
Todos sonrieron. Lo sabían: La personalidad, la emoción y especialmente las palabras estaban atrapadas dentro de una celda que se resistía a cooperar.
“Que malo que Ali no pudiera (grosería) hablar”, dijo Guillén. “Hubiera sido maravilloso”.
De vez en cuando, él puede. “Te dará un poco de sabiduría”, dijo Williams, y en esos días especiales cuando su cuerpo muestra la fuerza suficiente para decir unas pocas palabras, los que están cerca de él no tienen que soñar sobre como era Ali. Lo experimentan.
Ali se deslizó en el asiento de los pasajeros de la Range Rover. Agarró una taza y empezó a sorber. Marilyn pasó una servilleta bajo su barbilla y sobre el tope de su camisa. El carro arrancó. Dentro del clubhouse, mientras los Medias Blancas se alistaban para un juego de entrenamiento, Guillén iba de locker en locker. Hablaba en español. Hablaba en inglés.
¿El Charlie Sheen del béisbol? Por favor. Es el Muhammad Ali del béisbol, la voz que deberíamos salvar mientras aún esté allí.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
Glendale Ariz. Su boca se abrió este martes 08 de marzo. Por mucho tiempo, emitió las cosas más gloriosas. Si acaso habrá 5 personas en la historia que puedan aguantar el ritmo verbal palabra a palabra de Ali. Hablaba cantando. Ali sin voz es como B.B. King sin Lucille.
Ali pasó este martes 08 de marzo en el clubhouse de los Medias Blancas de Chicago. Estuvo ahí con Athletes For Hope, una organización que pide a los peloteros que encuentren una causa y donen tiempo y dinero. Su esposa, Lonnie, y su cuñada Marilyn Williams lo ayudaron con la silla de ruedas. Su peso lo encorvaba. Una expresión de vacío congelaba su rostro. El Mal de Parkinson es implacable.
Mirar su boca abierta era cruel, porque no lo hacía para hablar, para bendecir el lugar con críticas. Lo hacía porque Ali no lo podia controlar. Cuando Lonnie notó su mandíbula caida, la empujó hacia arriba.
Parado al otro lado de Ali estaba Ozzie Guillén, el manager de los Medias Blancas, y gústele o no, su heredero en oratoria. ¿Blasfemia? Difícilmente. El atleta moderno no habla. Evita involucrarse. Se cura en salud con mensajes de 140 caracteres. Se adhiere a lo políticamente correcto. Ciertamente no habla en verso.
Y aún el mínimo asomo de humor es raro, así que ver a Guillén, quién habla hasta por los codos, y quien se involucra en política, y hace del Twitter una diversión, además de ser tan políticamente incorrecto como es posible, haciendo chistes con impunidad, puede ser lo más cercanos que estemos de Ali. Nadie debería equivocarse nombrándolo
embajador universal en lo inmediato, no desde su relativamente anónima posición de manager de béisbol. Y aún él recibe crédito por mucho más que eso que el que él mismo se da.
“Soy el Charlie Sheen del béisbol”, dijo Guillén, “sin drogas ni prostitutas”.
Sonrió. Hablaba del doble patrón con él, si el manager de los Cachorros de Chicago Mike Quade y Guillén decían la misma declaración controversial, la reacción contra Guillén sería de diez páginas. Su nombre es un multiplicador de sus palabras. El entiende eso. Pero no se detiene.
Para Guillén y muchos otros en la actualidad, Ali de 69 años, representa mucho de lo que era positivo de los deportes. La mayoría, por supuesto, no entiende el contexto de las palabras duras, los enfrentamientos mediáticos, los alardeos legendarios, como sus
grandes momentos y palabras que proveen una referencia cronológica para los Estados Unidos en los años 60 y 70.
El martes se cumplió el cuadragésimo aniversario de la primera pelea Ali – Frazier. La Pelea del Siglo, que ocurrió justo después de los tres años y medio de cárcel por negarse a enlistarse en el ejército. De todas sus famosas declaraciones, la mejor no es sobre quién es él (“Soy el más grande”) o sobre lo que puede hacer (“Flotar como una
mariposa y picar como una abeja”), sino la que explica porque se negó a ir a la guerra. “No tengo ningún enfrentamiento con el Viet Cong”.
Detrás de los matices políticos y el desorden gramatical sus declaraciones eran punzantes y críticas. Así fue siempre Ali: claro, conciso y al grano, como cualquier gran orador. No hablaba entrecortado. Lo hacía tan perfectamente que era imposible de ignorar.
Guillén es igual. Deje atrás el acento, recuerde, el inglés es su segundo idioma, y las groserías cada cinco palabras, y encontrará que sus ideales son similares a los de Ali. No le da la mínima importancia a las autoridades. Se opone verbalmente a Hugo Chávez, el presidente/dictador de su país, Venezuela. Hace lo que hace porque quiere hacerlo, y sus palabras le dan sentido a su ideal de vida.
“He hablado de eso con él”, dijo Kenny Williams el gerente general de los Medias Blancas, un viejo amigo de Ali quién planificó el encuentro. “Hemos conversado sobre eso. Pero no desde la perspectiva del béisbol. Más desde algunas de las cosas que él hace en Venezuela y aquí, que no son apreciadas porque la gente está cegada por las otras cosas”.
Por las otras cosas él se refiere a las peleas de Guillén con Williams. Y sus imprecaciones de Magglio Ordóñez. Y de Buck Showalter. Y de Bobby Jenks. Y del Wrigley Field. Guillén ha hecho cosas muy estúpidas. Llamar marico a Jay Mariotti era innecesario. Por esa razón estaba llamando “gorila” a Joe Frazier, lo cual hizo Ali por casi media década.
Los errores de Ali no definen quién es él, tampoco deberían los de Guillén. Hay suficiente sustancia en su presencia social para balancear sus desplantes. Guillén siempre ha criticado la hipocresía de pagarle relativas migajas a los adolescentes latinoamericanos para firmar con los equipos para luego no ofrecerle un plan de compensación cuando, como es el caso de la gran mayoría, sus carreras se estancan. Esas palabras no son gratas en las oficinas de Major League Baseball. Provocaron llamadas de Bud Selig. Y Guillén las repetirá una y otra vez hasta que ocurra algún cambio porque son las palabras apropiadas, así como nada detuvo a Ali de decir lo que era justo en una época más difícil.
“Antes era peor”, dijo Guillén. “Era una cuestión racial, religiosa. Pienso que ahora es más fácil. Ahora dices, que lo sientes y sigues adelante. Antes, era difícil abrir la boca”.
Que no daría el mundo por sólo un día del viejo Ali, una metralla de aforismos y palabras afiladas. Todo el que ve al Ali de hoy imagina aquella versión. Después que terminó la presentación a los Medias Blancas, Ali fue llevado al medio del clubhouse para las fotografías. La fila crecía a través de la habitación. Casi todos los jugadores y el personal administrativo caminaron hacia Alí y se arrodillaron. Algunos chocaron puños con él. Otros mantuvieron la cara de asombro. Unos pocos sonrieron. Ali era poco más que un apoyo.
Cuando los clic de las cámaras terminaron, Lonnie lo tomó de un brazo, Marilyn del otro brazo y juntos caminaron hacia una Range Rover blanca. Marilyn llevaba una camiseta de los Medias Blancas con el número 40 en la espalda, para conmemorar el aniversario. El letrero decía: CAMPEÓN. Cuando Williams se la entregó, Ali mostró su única vivacidad del día. La mención del nombre de Frazier lo hizo saltar.
Todos sonrieron. Lo sabían: La personalidad, la emoción y especialmente las palabras estaban atrapadas dentro de una celda que se resistía a cooperar.
“Que malo que Ali no pudiera (grosería) hablar”, dijo Guillén. “Hubiera sido maravilloso”.
De vez en cuando, él puede. “Te dará un poco de sabiduría”, dijo Williams, y en esos días especiales cuando su cuerpo muestra la fuerza suficiente para decir unas pocas palabras, los que están cerca de él no tienen que soñar sobre como era Ali. Lo experimentan.
Ali se deslizó en el asiento de los pasajeros de la Range Rover. Agarró una taza y empezó a sorber. Marilyn pasó una servilleta bajo su barbilla y sobre el tope de su camisa. El carro arrancó. Dentro del clubhouse, mientras los Medias Blancas se alistaban para un juego de entrenamiento, Guillén iba de locker en locker. Hablaba en español. Hablaba en inglés.
¿El Charlie Sheen del béisbol? Por favor. Es el Muhammad Ali del béisbol, la voz que deberíamos salvar mientras aún esté allí.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
viernes, 11 de marzo de 2011
El ascenso de J.P. Arencibia fue aprobado por mamá
Tim Brown. Yahoo Sports. 08 Marzo 2011
Dunedin. Fla. La voz de Irene Arencibia era tensa, su tono sospechoso. “¿Cómo sé que eres quién dices ser?”, demandó ella. Un extraño había llamado a su teléfono, le preguntaba algo sobre su hijo J.P., el próximo gran pelotero de los Azulejos de Toronto, un receptor a quién le darán la oportunidad de ser titular. “Soy muy protectora con mi hijo”, dijo ella de una vez firme y decidida. “Espero que me entienda”. Se excusó desde el teléfono, colgó, llamó a su hijo, a quién alternativamente llama J.P. o Jonathan (su segundo nombre es Paul), interrumpió su día de pesca, confirmó que le había dado el
número de ella a un reportero, le dijo que lo quería mucho, colgó, y volvió a la llamada original.
”No sé en quién puedo confiar”, dijo ella. “Espero que me comprenda”. Ella crió a J.P. y su hermana mayor, tambien llamada Irene, principalmente sola desde que el muchacho tenía 8 años, lo llevaba por todo Miami, por todo Florida y más allá, en busca de su ambición. Había dejado atrás los juguetes de los niños normales antes del kindergarten, dijo ella, por un bate y una pelota, cuando era más grande que los demás. También jugaba baloncesto y fútbol Americano, y aunque le gustaban esos deportes, Irene sabía que su J.P. era un beisbolista, un catcher, por simple intuición materna. “Estaba nerviosa hasta los huesos cada vez que estaba en el campo de fútbol americano”, dijo ella. “El entrenador de béisbol y yo nos sentábamos juntos y temblábamos”.
Vivían en un vecindario del Suroeste de Miami llamado Westwood Lakes, en una casa que daba por la parte trasera hacia el hogar de los padres de Irene, quienes habían emigrado de Cuba cuando su hija tenía sólo 2 años. J,P asistió a Westminster Christian, la secundaria que produjo a Alex Rodríguez y Doug Mientkiewicz. En los días especiales regresaba de la práctica a comer el pollo horneado de la abuela Julia,
su favorito.
Jugó para el altamente reconocido equipo Florida Bombers para jugadores de 18 o menos años. Allí coincidió con Gaby Sánchez, Yonder Alonso, Jon Jay. Se alistó en Tennessee junto a Chase Headley, Luke Hochevar y Julio Borbón. Jugó dos veranos con el equipo nacional de Estados Unidos, en 2006 ganó la medalla de oro y el premio al Jugador Más Valioso en el Campeonato Mundial Universitario de La Habana. Los
Azulejos lo seleccionaron en la primera ronda del Draft de 2007, 20 escogencias detrás de David Price, su compañero de equipo el verano anterior en Cuba.
La madre de Arencibia mantuvo una posición de alta gerencia en el ramo de la salud por más de dos décadas, luego se cambió al negocio de bienes raíces cuando los cazatalentos de béisbol empezaron a superar en número a los aficionados en los juegos de J.P. El nuevo trabajo le dio más tiempo libre y flexibilidad financiera, y cuando J.P viajaba, ella a menudo también lo hacía.
“Imagínese”, dijo ella, “vivir con ellos sus sueños más deseados. Mientras Jonathan crecía, daba miedo ver a un niño crecer con la pasión por algo específico, como la que tenía Jonathan. Siempre estaba encaminado y siempre sabía que hacer. Como padre, te sientas y rezas porque nada interfiera con alcanzar esa pasión.. Cualquier cosa puede
pasar, pero él no tenía miedo”.
Sumergido en sudor luego de seis innings detrás del plato contra los Filis de Filadelfia, y todavía con trabajo pendiente nueve horas despues de llegar al viejo estadio de Douglas y Beltrees en Dunedin, J.P. está a pocas semanas de un trabajo estable que su mama llama casualmente “Las Grandes”.
“Ella es una gran parte de mi vida”, dice él. “Ella hacía todo lo que podia para mantenerme jugando beisbol. Algunas veces también era duro, porque siempre quería que las cosas se hicieran bien y yo siempre fui duro conmigo. Quiero ser tan perfecto como sea posible. Y eso es un proceso”:
”Un día particular a principios de agosto pasado, J.P. la llamó. Era un jueves. “Mamá”, dijo él. “Me llamaron de las Grandes Ligas. Me voy mañana”. “Oh, Dios mío”, ella gritó. “Cuéntame, ¿cuando vas a jugar?”
“No sé”.
Horas después, el teléfono de ella sonó otra vez. Él estaba en Toronto.
“Te compré los pasajes aereos. Quiero que vengas”.
Él comenzaría el juego del sábado ante los Rayas de Tampa Bay. Batearía de noveno y recibiría al zurdo de los Azulejos Brad Mills. Ella se alojaría en el hotel de Rogers Centre, y se sentaría en la sección para familiares detrás del home plate, donde prefieren las mamás de los catchers.
Mientras se acercaba el turno de J.P., ella rezaba, pedía protección para él, que se sintiera fuerte, y tal vez para que diera un hit. Pensaba en su madre, quién había fallecido mientras J.P. estaba en Tennessee, y sonrió consigo cuando notó una bandera colgando de una de las ventanas del hotel, una gran T naranja. Tomó una foto de ella. J.P. fue a batear en el segundo inning. Al primer lanzamiento de James Shields, la sacó por el jardín izquierdo. En su próximo turno descargó un doble. La próxima vez bateó un sencillo. Y después largó otro jonrón. “Me imaginaba a mamá en el cielo muy emocionada”, dijo Irene. Hubo llamados del público para que J.P. saliera del dugout, y rugidos que ella nunca había oído. Cuando terminó el juego él se quitó la camiseta y llamó a su madre para que bajara al campo donde se abrazaron.
“Lo hiciste”, le susurró ella. “lo hiciste, tu abuela te está bendiciendo desde el cielo”.
En el clubhouse, sus compañeros invitaron a J.P para una noche de celebración. “No gracias”, dijo él. “Quiero salir con mi mamá”.
Fueron a un restaurant de carnes donde los televisores de las paredes estaban obsesionados con el debut del catcher novato. El receptor miraba alrededor, tratando de no impresionarse.
“Estaba en la novena nube”, dijo ella. “Todos los momentos difíciles, los sacrificios que hicimos, Dios me ha recompensado”.
J.P. Arencibia cumplió 25 años en enero, menos de dos meses después el catcher veterano John Buck dejó a los Azulejos para firmar con los Marlins de Florida. El puesto era de Arencibia, después de cuatro temporadas de ligas menores, las últimas dos en Triple A, y a pesar del hecho de que bateó de 30-1 con Toronto luego del debut memorable.
Bateó 53 jonrones en dos temporadas en Las Vegas, y bateó .301 en 2010, cuando fue el Jugador Más Valioso de la Liga de la Costa del Pacífico. Los scouts lo catalogaron como una fuerza ofensiva que necesitaría mejorar la defensiva, por eso Arencibia está obsesionado con liderar el cuerpo de lanzadores de los Azulejos que en un año perdió por la vía de los cambios a Roy Halladay y a Shaun Marcum, por lo cual será joven y vulnerable en el zumbido de sierras que es la División Este de la Liga Americana.
“Este es su momento”, dijo John Farrell, el nuevo manager de los Azulejos. Seguro que lo es. Con el veterano reservista José Molina como su mentor, Farrell como su conciencia y el coach de banca Don Wakamatsu como su guía, Arencibia tiene un cuerpo de lanzadores que aprender, una temporada que jugar, una carrera que ganar.
“Definitivamente estoy listo”, dijo él. “he estado listo”.
Su mama también está lista. Tiene sus boletos para el día inaugural, primero de abril en Toronto, los Azulejos contra los Mellizos de Minnesota.
Estará sentada detrás del catcher.
“Le rezo a mamá”, dijo ella, “que lo guíe para que nunca cambie”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
Dunedin. Fla. La voz de Irene Arencibia era tensa, su tono sospechoso. “¿Cómo sé que eres quién dices ser?”, demandó ella. Un extraño había llamado a su teléfono, le preguntaba algo sobre su hijo J.P., el próximo gran pelotero de los Azulejos de Toronto, un receptor a quién le darán la oportunidad de ser titular. “Soy muy protectora con mi hijo”, dijo ella de una vez firme y decidida. “Espero que me entienda”. Se excusó desde el teléfono, colgó, llamó a su hijo, a quién alternativamente llama J.P. o Jonathan (su segundo nombre es Paul), interrumpió su día de pesca, confirmó que le había dado el
número de ella a un reportero, le dijo que lo quería mucho, colgó, y volvió a la llamada original.
”No sé en quién puedo confiar”, dijo ella. “Espero que me comprenda”. Ella crió a J.P. y su hermana mayor, tambien llamada Irene, principalmente sola desde que el muchacho tenía 8 años, lo llevaba por todo Miami, por todo Florida y más allá, en busca de su ambición. Había dejado atrás los juguetes de los niños normales antes del kindergarten, dijo ella, por un bate y una pelota, cuando era más grande que los demás. También jugaba baloncesto y fútbol Americano, y aunque le gustaban esos deportes, Irene sabía que su J.P. era un beisbolista, un catcher, por simple intuición materna. “Estaba nerviosa hasta los huesos cada vez que estaba en el campo de fútbol americano”, dijo ella. “El entrenador de béisbol y yo nos sentábamos juntos y temblábamos”.
Vivían en un vecindario del Suroeste de Miami llamado Westwood Lakes, en una casa que daba por la parte trasera hacia el hogar de los padres de Irene, quienes habían emigrado de Cuba cuando su hija tenía sólo 2 años. J,P asistió a Westminster Christian, la secundaria que produjo a Alex Rodríguez y Doug Mientkiewicz. En los días especiales regresaba de la práctica a comer el pollo horneado de la abuela Julia,
su favorito.
Jugó para el altamente reconocido equipo Florida Bombers para jugadores de 18 o menos años. Allí coincidió con Gaby Sánchez, Yonder Alonso, Jon Jay. Se alistó en Tennessee junto a Chase Headley, Luke Hochevar y Julio Borbón. Jugó dos veranos con el equipo nacional de Estados Unidos, en 2006 ganó la medalla de oro y el premio al Jugador Más Valioso en el Campeonato Mundial Universitario de La Habana. Los
Azulejos lo seleccionaron en la primera ronda del Draft de 2007, 20 escogencias detrás de David Price, su compañero de equipo el verano anterior en Cuba.
La madre de Arencibia mantuvo una posición de alta gerencia en el ramo de la salud por más de dos décadas, luego se cambió al negocio de bienes raíces cuando los cazatalentos de béisbol empezaron a superar en número a los aficionados en los juegos de J.P. El nuevo trabajo le dio más tiempo libre y flexibilidad financiera, y cuando J.P viajaba, ella a menudo también lo hacía.
“Imagínese”, dijo ella, “vivir con ellos sus sueños más deseados. Mientras Jonathan crecía, daba miedo ver a un niño crecer con la pasión por algo específico, como la que tenía Jonathan. Siempre estaba encaminado y siempre sabía que hacer. Como padre, te sientas y rezas porque nada interfiera con alcanzar esa pasión.. Cualquier cosa puede
pasar, pero él no tenía miedo”.
Sumergido en sudor luego de seis innings detrás del plato contra los Filis de Filadelfia, y todavía con trabajo pendiente nueve horas despues de llegar al viejo estadio de Douglas y Beltrees en Dunedin, J.P. está a pocas semanas de un trabajo estable que su mama llama casualmente “Las Grandes”.
“Ella es una gran parte de mi vida”, dice él. “Ella hacía todo lo que podia para mantenerme jugando beisbol. Algunas veces también era duro, porque siempre quería que las cosas se hicieran bien y yo siempre fui duro conmigo. Quiero ser tan perfecto como sea posible. Y eso es un proceso”:
”Un día particular a principios de agosto pasado, J.P. la llamó. Era un jueves. “Mamá”, dijo él. “Me llamaron de las Grandes Ligas. Me voy mañana”. “Oh, Dios mío”, ella gritó. “Cuéntame, ¿cuando vas a jugar?”
“No sé”.
Horas después, el teléfono de ella sonó otra vez. Él estaba en Toronto.
“Te compré los pasajes aereos. Quiero que vengas”.
Él comenzaría el juego del sábado ante los Rayas de Tampa Bay. Batearía de noveno y recibiría al zurdo de los Azulejos Brad Mills. Ella se alojaría en el hotel de Rogers Centre, y se sentaría en la sección para familiares detrás del home plate, donde prefieren las mamás de los catchers.
Mientras se acercaba el turno de J.P., ella rezaba, pedía protección para él, que se sintiera fuerte, y tal vez para que diera un hit. Pensaba en su madre, quién había fallecido mientras J.P. estaba en Tennessee, y sonrió consigo cuando notó una bandera colgando de una de las ventanas del hotel, una gran T naranja. Tomó una foto de ella. J.P. fue a batear en el segundo inning. Al primer lanzamiento de James Shields, la sacó por el jardín izquierdo. En su próximo turno descargó un doble. La próxima vez bateó un sencillo. Y después largó otro jonrón. “Me imaginaba a mamá en el cielo muy emocionada”, dijo Irene. Hubo llamados del público para que J.P. saliera del dugout, y rugidos que ella nunca había oído. Cuando terminó el juego él se quitó la camiseta y llamó a su madre para que bajara al campo donde se abrazaron.
“Lo hiciste”, le susurró ella. “lo hiciste, tu abuela te está bendiciendo desde el cielo”.
En el clubhouse, sus compañeros invitaron a J.P para una noche de celebración. “No gracias”, dijo él. “Quiero salir con mi mamá”.
Fueron a un restaurant de carnes donde los televisores de las paredes estaban obsesionados con el debut del catcher novato. El receptor miraba alrededor, tratando de no impresionarse.
“Estaba en la novena nube”, dijo ella. “Todos los momentos difíciles, los sacrificios que hicimos, Dios me ha recompensado”.
J.P. Arencibia cumplió 25 años en enero, menos de dos meses después el catcher veterano John Buck dejó a los Azulejos para firmar con los Marlins de Florida. El puesto era de Arencibia, después de cuatro temporadas de ligas menores, las últimas dos en Triple A, y a pesar del hecho de que bateó de 30-1 con Toronto luego del debut memorable.
Bateó 53 jonrones en dos temporadas en Las Vegas, y bateó .301 en 2010, cuando fue el Jugador Más Valioso de la Liga de la Costa del Pacífico. Los scouts lo catalogaron como una fuerza ofensiva que necesitaría mejorar la defensiva, por eso Arencibia está obsesionado con liderar el cuerpo de lanzadores de los Azulejos que en un año perdió por la vía de los cambios a Roy Halladay y a Shaun Marcum, por lo cual será joven y vulnerable en el zumbido de sierras que es la División Este de la Liga Americana.
“Este es su momento”, dijo John Farrell, el nuevo manager de los Azulejos. Seguro que lo es. Con el veterano reservista José Molina como su mentor, Farrell como su conciencia y el coach de banca Don Wakamatsu como su guía, Arencibia tiene un cuerpo de lanzadores que aprender, una temporada que jugar, una carrera que ganar.
“Definitivamente estoy listo”, dijo él. “he estado listo”.
Su mama también está lista. Tiene sus boletos para el día inaugural, primero de abril en Toronto, los Azulejos contra los Mellizos de Minnesota.
Estará sentada detrás del catcher.
“Le rezo a mamá”, dijo ella, “que lo guíe para que nunca cambie”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
miércoles, 9 de marzo de 2011
Clayton Kershaw es tan bueno fuera del diamante como dentro de él
Jeff Passan. Yahoo Sports. 07 Marzo 2011.
Glendale, Ariz. El polizón en el equipaje de Clayton Kershaw era grande, azul y de dos dimensiones. Sin identificación a menos que se quisiera usar la impresa en su parte superior, y seamos honestos: Ni siquiera los padres más crueles llamarían a su hijo Catcher de Lienzo.
A mitad de camino en el globo terráqueo, rodeado de pobreza y enfermedad, tratando de hacer el trabajo del Señor, Kershaw no podía escapar del béisbol. A los 22 años y muy cerca de la cúspide del estrellato, el zurdo de los Dodgers de Los Ángeles se resistió a perder ni una semana de entrenamientos primaverales. Ni podía estar otro año sin acompañar a su esposa, Ellen, en el trabajo de su vida: ayudar a los niños huérfanos de Zambia enfermos de SIDA. Así que ajustó su propósito al de su novia y salieron de viaje con un bolso extra.
El equipaje de Kershaw incluía el Catcher de Lienzo, una lona gruesa pintada con la presencia de un bateador cuyo estilo recuerda al de Cal Ripken. Debajo de su codo y hasta la mitad de la pantorrilla, está una zona de strike ampliada que sirve de blanco a las pelotas lanzadas. Un soldador local hizo el marco, Kershaw fijó el lienzo y el hombre grande y místico de un lugar lejano, muy lejano, empezó a disparar pequeñas píldoras más duro de lo que cualquiera había visto.
El coach de pitcheo de los Dodgers Rick Honeycutt pensó que Kershaw estaba bromeando cuando le dijo que Ellen iba a llevar su guante. Pero ella lo llevó, y también lo hicieron otros amigos de la misión Arise Africa, entre ayudar a construir una escuela y jugar con los niños locales, Kershaw mantuvo su brazo bastante suelto.
“Estaba bien preparado allá”, dijo Kershaw, y ensayó una sonrisa irónica. Aún es suficientemente joven para resistirse a ponerse en forma en poco tiempo, no importa cuan naturales sean sus condiciones. Y cuando combina esto con una ética de trabajo que su veterano catcher, Rod Barajas, llama “La mejor que haya visto en alguien tan joven”, eso debe hacer de Kershaw un candidato al Cy Young este año y los que siguen.
Después que Kershaw afinó su control a mediados de junio pasado, pasó de ser un as potencial a uno indiscutido. Kershaw agregó un slider hace dos años, lo mejoró el año pasado y se regaló otra arma para acompañar su recta. La habilidad para lanzar dos pitcheos en strike permitió a Kershaw reubicar su segundo envío previo, una curva que nada más que Vin Scully llamó Enemigo Público Nº 1 por la ferocidad y la malicia de su sinuosidad, como una oferta al margen.
Los mismos bateadores que se sentaban a esperar las rectas del Kershaw de 20 años ahora no pueden hacerlo, él generó tantas miradas atontadas como cualquier pitcher de la Liga Nacional.
“No me justa proyectar”, dijo Honeycutt. “Pero él espera ser un pitcher completo. Otras personas se sienten satisfechas. Él cada día espera salir y mejorar, eso es lo grande de trabajar con él. Puede ser el mejor”.
Aunque solo es el comienzo de los entrenamientos primaverales, la forma como Kershaw dominó a Cincinnati en su apertura del sábado, mostró sus capacidades. En cuatro innings en blanco ponchó tres. Dos de ellos ante el actual Jugador más Valioso Joey Votto, el primero con un slider y el segundo con una curva. El tercero fue ante Brandon Phillips quién abanicó un cambio.
“Cuando eso cuente para la temporada”, dijo Kershaw, “Estaré más excitado”.
En 24 días contará. El manager de los Dodgers Don Mattingly ya designó a Kershaw su lanzador del juego inaugural. Con el actual campeón San Francisco visitando el Dodger Stadium, esto provee no sólo, con el debido respeto a CC Sabathia y Justin Verlander, el enfrentamiento más intrigante del día sino el más disputado. Hasta entonces, Kershaw, como dijo Barajas, “siempre tiene una pelota en su mano, siempre ha tenido las botas puestas, siempre está ejercitándose a toda velocidad. Y cuando está en su juego y tiene sus cuatro envíos funcionando, es tan bueno como cualquiera en el juego”. Viniendo de un catcher que recibió regularmente a Roy Halladay, Randy Johnson y Curt Schilling, no es un elogio simple.
Aún más impresionante, fue la expresión de Kershaw cuando Barajas llegó a través de un cambio el año pasado. Su educación, su conciencia, “él ayuda a construir escuelas en África”, dijo Barajas, y necesitaba decir más. “Kershaw dictó una clínica en el área de Dallas, donde creció, para recaudar dinero para Arise Africa, antes del viaje, luego pasó dos día para viajar de ahí a Lusaka, la capital de Zambia.
“Tratamos de darle algo de amor a los niños”, dijo Kershaw. “La mayoría de ellos son huérfanos. Muchos de la generación intermedia, entre los niños y los abuelos, han sido contagiados con SIDA. Ellen se sintió llamada a ir, y lo hizo, yo quería ver lo que ella había estado hablando todos estos años”.
Él irá otra vez, y quizás la próxima vez deberá dejar el Catcher de Lienzo en casa. Kershaw hace todo lo que puede para balancear su vida, el trabajo, la familia y los amigos, su fé se dispersa entre todos. Es una batalla para cada beisbolista, el camino que Kershaw transita necesita sacrificio todo el tiempo.
Después que él y Ellen se casaron este invierno, viajaron a México para su luna de miel. Duró cuatro días. Kershaw debía regresar a casa. Tienen muchos años por delante para ayudar al mundo. El béisbol no podía esperar.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
Glendale, Ariz. El polizón en el equipaje de Clayton Kershaw era grande, azul y de dos dimensiones. Sin identificación a menos que se quisiera usar la impresa en su parte superior, y seamos honestos: Ni siquiera los padres más crueles llamarían a su hijo Catcher de Lienzo.
A mitad de camino en el globo terráqueo, rodeado de pobreza y enfermedad, tratando de hacer el trabajo del Señor, Kershaw no podía escapar del béisbol. A los 22 años y muy cerca de la cúspide del estrellato, el zurdo de los Dodgers de Los Ángeles se resistió a perder ni una semana de entrenamientos primaverales. Ni podía estar otro año sin acompañar a su esposa, Ellen, en el trabajo de su vida: ayudar a los niños huérfanos de Zambia enfermos de SIDA. Así que ajustó su propósito al de su novia y salieron de viaje con un bolso extra.
El equipaje de Kershaw incluía el Catcher de Lienzo, una lona gruesa pintada con la presencia de un bateador cuyo estilo recuerda al de Cal Ripken. Debajo de su codo y hasta la mitad de la pantorrilla, está una zona de strike ampliada que sirve de blanco a las pelotas lanzadas. Un soldador local hizo el marco, Kershaw fijó el lienzo y el hombre grande y místico de un lugar lejano, muy lejano, empezó a disparar pequeñas píldoras más duro de lo que cualquiera había visto.
El coach de pitcheo de los Dodgers Rick Honeycutt pensó que Kershaw estaba bromeando cuando le dijo que Ellen iba a llevar su guante. Pero ella lo llevó, y también lo hicieron otros amigos de la misión Arise Africa, entre ayudar a construir una escuela y jugar con los niños locales, Kershaw mantuvo su brazo bastante suelto.
“Estaba bien preparado allá”, dijo Kershaw, y ensayó una sonrisa irónica. Aún es suficientemente joven para resistirse a ponerse en forma en poco tiempo, no importa cuan naturales sean sus condiciones. Y cuando combina esto con una ética de trabajo que su veterano catcher, Rod Barajas, llama “La mejor que haya visto en alguien tan joven”, eso debe hacer de Kershaw un candidato al Cy Young este año y los que siguen.
Después que Kershaw afinó su control a mediados de junio pasado, pasó de ser un as potencial a uno indiscutido. Kershaw agregó un slider hace dos años, lo mejoró el año pasado y se regaló otra arma para acompañar su recta. La habilidad para lanzar dos pitcheos en strike permitió a Kershaw reubicar su segundo envío previo, una curva que nada más que Vin Scully llamó Enemigo Público Nº 1 por la ferocidad y la malicia de su sinuosidad, como una oferta al margen.
Los mismos bateadores que se sentaban a esperar las rectas del Kershaw de 20 años ahora no pueden hacerlo, él generó tantas miradas atontadas como cualquier pitcher de la Liga Nacional.
“No me justa proyectar”, dijo Honeycutt. “Pero él espera ser un pitcher completo. Otras personas se sienten satisfechas. Él cada día espera salir y mejorar, eso es lo grande de trabajar con él. Puede ser el mejor”.
Aunque solo es el comienzo de los entrenamientos primaverales, la forma como Kershaw dominó a Cincinnati en su apertura del sábado, mostró sus capacidades. En cuatro innings en blanco ponchó tres. Dos de ellos ante el actual Jugador más Valioso Joey Votto, el primero con un slider y el segundo con una curva. El tercero fue ante Brandon Phillips quién abanicó un cambio.
“Cuando eso cuente para la temporada”, dijo Kershaw, “Estaré más excitado”.
En 24 días contará. El manager de los Dodgers Don Mattingly ya designó a Kershaw su lanzador del juego inaugural. Con el actual campeón San Francisco visitando el Dodger Stadium, esto provee no sólo, con el debido respeto a CC Sabathia y Justin Verlander, el enfrentamiento más intrigante del día sino el más disputado. Hasta entonces, Kershaw, como dijo Barajas, “siempre tiene una pelota en su mano, siempre ha tenido las botas puestas, siempre está ejercitándose a toda velocidad. Y cuando está en su juego y tiene sus cuatro envíos funcionando, es tan bueno como cualquiera en el juego”. Viniendo de un catcher que recibió regularmente a Roy Halladay, Randy Johnson y Curt Schilling, no es un elogio simple.
Aún más impresionante, fue la expresión de Kershaw cuando Barajas llegó a través de un cambio el año pasado. Su educación, su conciencia, “él ayuda a construir escuelas en África”, dijo Barajas, y necesitaba decir más. “Kershaw dictó una clínica en el área de Dallas, donde creció, para recaudar dinero para Arise Africa, antes del viaje, luego pasó dos día para viajar de ahí a Lusaka, la capital de Zambia.
“Tratamos de darle algo de amor a los niños”, dijo Kershaw. “La mayoría de ellos son huérfanos. Muchos de la generación intermedia, entre los niños y los abuelos, han sido contagiados con SIDA. Ellen se sintió llamada a ir, y lo hizo, yo quería ver lo que ella había estado hablando todos estos años”.
Él irá otra vez, y quizás la próxima vez deberá dejar el Catcher de Lienzo en casa. Kershaw hace todo lo que puede para balancear su vida, el trabajo, la familia y los amigos, su fé se dispersa entre todos. Es una batalla para cada beisbolista, el camino que Kershaw transita necesita sacrificio todo el tiempo.
Después que él y Ellen se casaron este invierno, viajaron a México para su luna de miel. Duró cuatro días. Kershaw debía regresar a casa. Tienen muchos años por delante para ayudar al mundo. El béisbol no podía esperar.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
martes, 8 de marzo de 2011
El Factor Humano aparece entre Medias Rojas y Yanquis
La rivalidad queda a un lado para que los Yanquis ayuden al coach de primera base Ron Johnson y familia
Joe McDonald.
ESPNBoston.com
Fort Myers, Fla. La añeja rivalidad entre los Medias Rojas de Boston y los Yanquis de Nueva York es una de las mejores de todos los deportes.
Siempre hay algo de que hablar cuando se enfrentan estos dos equipos, y siempre será así. Sobre el campo, han ocurrido batallas épicas, derrotas aplastantes, victorias gloriosas, colapsos históricos y peleas que han vaciado los dugouts.
Sin embargo fuera del campo, los jugadores y el personal de ambos clubes se respetan mutuamente. Creanlo o no, también hay mucho amor compartido entre los competidores.
Ese afecto se hizo evidente para el coach de primera base de los Medias Rojas y su familia el pasado septiembre.
Bridget, la hija de Johnson, perdió su pierna izquierda y casi la vida el 01 de agosto de 2010. En ese momento tenía 10 años. Bridget y su hermana mayor, Cheyanne, montaban sus caballos cerca de la granja de 15 acres de la familia en Morrison, Tenn., cuando Briget y su caballo, Rhonda, fueron embestidos por un automóvil.
Jonson estaba en Boston con los Medias Rojas e inmediatamente hizo los arreglos para ir a casa y encontrarse con su familia en el Vanderbilt Children's Hospital de Nashville. Durante los 34 días que pasó en el hospital, Bridget tuvo más de media docena de operaciones antes de regresar a casa el 04 de septiembre. Había perdido su pierna de la rodilla hacia abajo.
Johnson nunca se apartó del lado de su hija
Cuando la familia llegó a casa, había cartas, paquetes y regalos de todas partes. Mientras Johnson los revisaba, un paquete en particular llamó su atención.
“Durante ese tiempo todo era muy nublado”, dijo Johnson recientemente. “Llegamos a casa después que Bridget salió del hospital y llegó este paquete de los Yanquis. Yo me decía: ‘¿Qué carajo es esto?’”
Johnson abrió el paquete y vio que era del coach de bateo de los Yanquis Kevin Long.
Long y Johnson han sido amigos desde que “RJ” fuera el manager de Long en el Wichita AA (Reales de Kansas City) en 1995. Un temporada después, la carrera de Long había terminado y el empezó a dirigir con la ayuda de Johnson.
Ahora ambos son coaches en las Grandes Ligas y se mantienen en contacto.
Cuando los Yanquis recibieron a los Medias Rojas en Yankee Stadium en las semanas siguientes al accidente, Long se percató de que Johnson no estaba, entonces le preguntó al asistente de personal de los Medias Rojas Ron Leary que había pasado. Cuando Long supo lo que había ocurrido a Bridget, decidió ayudar.
Long llamó a una reunión con los Yanquis y explicó la situación. Los jugadores decidieron pasar el sombrero y recaudaron dinero para la familia Johnson.
“Busqué a los muchachos, tuvimos una reunión, hablamos de eso”, le dijo Long al periodista d los Yanquis Dan Barbarisi de The Wall Street Journal. “Los muchachos fueron muy solidarios y dieron el dinero que recogimos”.
Cuando Johnson abrió el paquete, había una carta de Long.
La nota decía: “Nunca olvidé lo que hiciste por mí. Se que estás pasando momentos difíciles, espero que esto ayude”. Los Yanquis Mariano Rivera, A.J Burnett y Jorge Posada, entre muchos otros, hicieron contribuciones.
Los jugadores de los Medias Rojas habían hecho lo mismo por Johnson, y se dice que el regalo de los Yanquis fue casi igual a la cantidad que los Medias Rojas recogieron.
“Fue increíble”, dijo Johnson. Se lo mostré a mi esposa Daphne y empezó a llorar”
Johnson llamó inmediatamente a Long para agradecerle por el generoso regalo. Durante su conversación telefónica, Long le dijo a Johnson que usara el dinero en lo que fuese necesario.
“El estaba muy agradecido y dijo que no tenía como retribuir lo suficiente”, dijo Long. “Somos grandes amigos. Desafortunadamente, no nos vemos tan a menudo como quisiéramos y tampoco lo hacen nuestras familias”.
Cuando los Yanquis reciban a los Medias Rojas este viernes en la noche en el Legends Field de Tampa, Johnson agradecerá a Long y a los jugadores de losYanquis en persona.
“Le dije a Theo (Epstein), “Cuando juguemos con los Yanquis y me veas agradeciéndole a ciertos tipos, no pienses que me vendí…”, dijo Johnson.
Mientras las organizaciones son rivales, lo que hicieron los Yanquis demuestra el elemento humano del juego.
“El apoyo que he tenido de la organización de los Medias Rojas es increíble
Existe la posibilidad de que Bridget Jonson lance la primera pelota el 08 de abril cuando los Medias Rojas reciban a los Yanquis en Fenway Park
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
Joe McDonald.
ESPNBoston.com
Fort Myers, Fla. La añeja rivalidad entre los Medias Rojas de Boston y los Yanquis de Nueva York es una de las mejores de todos los deportes.
Siempre hay algo de que hablar cuando se enfrentan estos dos equipos, y siempre será así. Sobre el campo, han ocurrido batallas épicas, derrotas aplastantes, victorias gloriosas, colapsos históricos y peleas que han vaciado los dugouts.
Sin embargo fuera del campo, los jugadores y el personal de ambos clubes se respetan mutuamente. Creanlo o no, también hay mucho amor compartido entre los competidores.
Ese afecto se hizo evidente para el coach de primera base de los Medias Rojas y su familia el pasado septiembre.
Bridget, la hija de Johnson, perdió su pierna izquierda y casi la vida el 01 de agosto de 2010. En ese momento tenía 10 años. Bridget y su hermana mayor, Cheyanne, montaban sus caballos cerca de la granja de 15 acres de la familia en Morrison, Tenn., cuando Briget y su caballo, Rhonda, fueron embestidos por un automóvil.
Jonson estaba en Boston con los Medias Rojas e inmediatamente hizo los arreglos para ir a casa y encontrarse con su familia en el Vanderbilt Children's Hospital de Nashville. Durante los 34 días que pasó en el hospital, Bridget tuvo más de media docena de operaciones antes de regresar a casa el 04 de septiembre. Había perdido su pierna de la rodilla hacia abajo.
Johnson nunca se apartó del lado de su hija
Cuando la familia llegó a casa, había cartas, paquetes y regalos de todas partes. Mientras Johnson los revisaba, un paquete en particular llamó su atención.
“Durante ese tiempo todo era muy nublado”, dijo Johnson recientemente. “Llegamos a casa después que Bridget salió del hospital y llegó este paquete de los Yanquis. Yo me decía: ‘¿Qué carajo es esto?’”
Johnson abrió el paquete y vio que era del coach de bateo de los Yanquis Kevin Long.
Long y Johnson han sido amigos desde que “RJ” fuera el manager de Long en el Wichita AA (Reales de Kansas City) en 1995. Un temporada después, la carrera de Long había terminado y el empezó a dirigir con la ayuda de Johnson.
Ahora ambos son coaches en las Grandes Ligas y se mantienen en contacto.
Cuando los Yanquis recibieron a los Medias Rojas en Yankee Stadium en las semanas siguientes al accidente, Long se percató de que Johnson no estaba, entonces le preguntó al asistente de personal de los Medias Rojas Ron Leary que había pasado. Cuando Long supo lo que había ocurrido a Bridget, decidió ayudar.
Long llamó a una reunión con los Yanquis y explicó la situación. Los jugadores decidieron pasar el sombrero y recaudaron dinero para la familia Johnson.
“Busqué a los muchachos, tuvimos una reunión, hablamos de eso”, le dijo Long al periodista d los Yanquis Dan Barbarisi de The Wall Street Journal. “Los muchachos fueron muy solidarios y dieron el dinero que recogimos”.
Cuando Johnson abrió el paquete, había una carta de Long.
La nota decía: “Nunca olvidé lo que hiciste por mí. Se que estás pasando momentos difíciles, espero que esto ayude”. Los Yanquis Mariano Rivera, A.J Burnett y Jorge Posada, entre muchos otros, hicieron contribuciones.
Los jugadores de los Medias Rojas habían hecho lo mismo por Johnson, y se dice que el regalo de los Yanquis fue casi igual a la cantidad que los Medias Rojas recogieron.
“Fue increíble”, dijo Johnson. Se lo mostré a mi esposa Daphne y empezó a llorar”
Johnson llamó inmediatamente a Long para agradecerle por el generoso regalo. Durante su conversación telefónica, Long le dijo a Johnson que usara el dinero en lo que fuese necesario.
“El estaba muy agradecido y dijo que no tenía como retribuir lo suficiente”, dijo Long. “Somos grandes amigos. Desafortunadamente, no nos vemos tan a menudo como quisiéramos y tampoco lo hacen nuestras familias”.
Cuando los Yanquis reciban a los Medias Rojas este viernes en la noche en el Legends Field de Tampa, Johnson agradecerá a Long y a los jugadores de losYanquis en persona.
“Le dije a Theo (Epstein), “Cuando juguemos con los Yanquis y me veas agradeciéndole a ciertos tipos, no pienses que me vendí…”, dijo Johnson.
Mientras las organizaciones son rivales, lo que hicieron los Yanquis demuestra el elemento humano del juego.
“El apoyo que he tenido de la organización de los Medias Rojas es increíble
Existe la posibilidad de que Bridget Jonson lance la primera pelota el 08 de abril cuando los Medias Rojas reciban a los Yanquis en Fenway Park
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)