sábado, 24 de noviembre de 2012
El cuento de los Marcelino
El túnel de trinitarias aislaba la mitad de la incandescencia meridiana. Cada mediodía huías ante la inminencia del almuerzo. Esos pedazos de vituallas y carne flotando en el caldo caliente parecían monstruos espaciales transportados en platos voladores. Tú mamá debió recurrir al abuelo para intentar sacarte de aquel laberinto de trinitarias. El señor tocó los tallos doblados. Hijo ¿quieres que te cuente el cuento de los Marcelino? No abuelo así me tuviste toda la tarde ayer y nunca me contaste el cuento del gallo pelón. Está vez si hay una historia hijo. ¡Y qué historia! Terminó pasada la medianoche y los protagonistas tenía el mismo nombre, aunque hubo un tercero que también fue importantísimo, si no es por él, todavía estuvieran jugando. De que hablas abuelo. ¿Quiénes son esos tipos? Vas a tener que salir de ahí si quieres saberlo.
Asomé los ojos en los intersticios tallos y hojas. Había elementos atractivos que dejaban a un lado al gallo pelón. Marcelino Sánchez por los Pericos del Valencia y Marcelino López por los Tiburones de La Guaira. Prendí el radio a eso de las 8 de la noche. Era la temporada 1962-63. La Guaira reemplazaba al Pampero. 02 de diciembre. Sánchez venía de ganar 6 juegos y perder 8 en 110.2 episodios y 2.35 de efectividad con el Valencia en la justa 1961-62. López venía de ganar 3 y perder 7 en 126 episodios y una efectividad de 5.57 con el Buffalo de la Liga Internacional AAA en la temporada de 1962. Y Dámaso Blanco venía de batear .255 con el Springfield de la Eastern League A y el Eugene de la Northwest League B. Saqué los pujlgares ente las flores de trinitaria. ¿Qué tiene que ver ese Dámaso Blanco en este cuento? El abuelo intentó meter la cuchara a través de las hojas. Si te sales de ahí verás que es lo que tiene que ver Dámaso con todo esto.
Sacaste la cara entre un manojo de hojas y el abuelo aguzó su mostacho. Esos Marcelinos se fajaron como los buenos por 15 innings. En ese momento tropezaste la cabeza con los tallos del túnel. López llegó a retirar cinco innings seguidos a paso de conga. Valencia se fue adelante en el segundo inning cuando Marcelino Sánchez negoció boleto con las bases llenas para remolcar a Ken Harrelson. La Guaira empató en el cuarto con sencillo de Dámaso. Abriste los ojos y casi mordiste una hoja. ¿Ese es el Dámaso….? Si ese mismo. Aquiles Gomez lo llevó a segunda base con toque de sacrificio y se embasó por error. Elio Chacón sacó otro boleto y Dave Roberts remolcó a Dámaso con elevado de sacrificio al jardín central. Mirabas hipnotizado los gestos del abuelo. Habías abandonado el túnel de trinitarias y casi le arrancas el plato de sopa de la mano.
Ni siquiera veía el triciclo, mucho menos las guayabas en las ramas. En el décimo episodio JC Hartman, soltó un linietazo peligrosísimo hacia el jardín derecho. Luis Rodríguez corrió durísimo y agarró la pelota estirándose hasta casi tocar las trenzas de sus zapatos. Marcelino Sánchez respiró profundo y se montó en la goma de lanzar. En el cierre del inning 15 Jesús Mora se embasó por infield-hit. Marcelino López recibió pelotazo y la tribuna se llenó de gritos y suspenso. Vino a batear Dámaso y soltó una bala fría al campo derecho que dejó en el campo al Valencia. Aunque Dámaso dice que fue una línea fuerte que bateó con la maceta del bate. Preguntaste si Sanchez se fue triste al dugout. El abuelo asintió. Pero del otro lado la alegría de López y Dámaso inundaba el estadio Universitario.
Alfonso L. Tusa C.
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