lunes, 21 de septiembre de 2015
Luis González: Un colaborador subestimado
El veterano jardinero ha logrado números impresionantes y ha sido miembro vital de algunos equipos de beisbol ganadores.
John McMurray. Baseball Digest. Noviembre 2007.
El 4 de noviembre de 2001, Luis Gonzalez bateó un elevadito imparable sobre la cabeza del campocorto de los Yanquis de Nueva York, Derek Jeter con un out en el cierre del noveno inning para ganar el séptimo juego de la Serie Mundial para los Cascabeles de Arizona.
El oportuno imparable de González ante el cerrador de los Yanquis, Mariano Rivera le dio a Arizona una victoria poco probable de Serie Mundial, los Cascabeles habían llegado perdiendo ante Nueva York por una carrera en el cierre del noveno inning antes de ganar el juego en forma dramática contra el relevista estrella de los Yanquis.
Luego del doble de Tony Womack a la derecha que remolcó la primera carrera de Arizona en ese inning y también llevó a Jay Bell hasta tercera base, Craig Counsell fue golpeado por un lanzamiento. Con las bases llenas y un out, Gonzalez sencilleó y trajo a Bell hasta el plato para ganar la Serie Mundial para los Cascabeles en la cuarta temporada de existencia del equipo.
“Con Mariano, pienso que estarías loco si sales ahí y no esperas su recta cortada”, dijo González. “Ese es su pan y mantequilla, un lanzamiento que ha usado por mucho tiempo en su carrera. La cuenta era 0-1. Yo había bateado de foul la primera pelota. El segundo envío fue básicamente el mismo, y fui capaz de levantarlo sobre la cabeza de Jeter”.
“Fue una situación de ensueño ir a batear con las bases llenas. La única presión para mí era conseguir poner la pelota sobre el cuadro porque no quieres batear un roletazo para dobleplay”, dijo él. “Yo sabía que tenía que batear hacia los jardines. Esa fue una Serie Mundial tan excitante porque varios de los juegos fueron muy disputados”.
En el primer juego de esa Serie Mundial, González bateó otro imparable clave. Con la pizarra igualada a una carrera en el cierre del tercer episodio, él descargó un jonrón de dos carreras ante el abridor de los Yanquis, Mike Mussina, para darle a los Cascabeles la delantera en un juego que Arizona ganaría 9-1.
En 2001 González terminó tercero en la votación del jugador más valioso de la Liga Nacional, detrás de Barry Bonds y Sammy Sosa, quienes batearon 73 y 64 jonrones respectivamente.
Las estadísticas ofensivas de González habrían sido suficientes para ganar el premio en la mayoría de las otras temporadas: el consiguió 198 imparables, 57 jonrones, 142 carreras empujadas, 100 boletos y .325 de promedio de bateo ese año. Sus 57 jonrones permanecen como la tercera cifra más alta para un zurdo en la historia de la Liga Nacional, solo detrás del total de Bonds en 2001 y los 58 cuadrangulares de Ryan Howard en 2006.
“Era difícil ganar el premio de jugador más valioso ese año”, dijo González. “Hubiera sido agradable tener ese trofeo, pero a la vez, fui capaz de conseguir algo que la mayoría de los jugadores no tiene, un anillo de Serie Mundial”.
En 2001 todo llegó junto para Luis González. De hecho tuvo ese año tuvo 26 jonrones más y 28 carreras empujadas más de lo que había tenido en cualquier otra temporada. González acredita a sus compañeros por mucho de su éxito ese año.
“Eres tan bueno como los tipos quienes te rodean, teníamos una gran alineación en 2001, incluía a Steve Finley, Matt Williams, Jay Bell y Reggie Sanders”, dijo él. “Teníamos muchos peloteros quienes podían batear jonrones, y me beneficié de batear entre dos veteranos como Jay Bell y Matt Williams quienes tenían notable poder.
“También fue una de esas situaciones en las que me quedaba activado desde principios de temporada. Tuve una buena serie en Los Angeles cuando fuimos a jugar contra los Dodgers y bateé un par de jonrones. En beisbol cuando tu nivel de confianza es alto, sientas como si fueses invencible allá afuera. Eso es lo que pasó conmigo cuando arrancó la temporada”.
González fue seleccionado por los Astros de Houston en la cuarta ronde del draft amateur de 1988. Debutó en Grandes Ligas el 4 de septiembre de 1990 contra los Dodgers de Los Angeles, entró como bateador emergente por el pitcher abridor Mark Portugal. González tuvo solo 21 turnos al bate durante su primera temporada mientras actuaba como sustituto en primera y tercera base, pero se convirtió en regular de los jardines de Houston en 1991.
Como jugador joven el bateador zurdo y lanzador derecho González, mostró poder y velocidad. Antes que fuese cambiado desde los astros a los Cachorros el 28 de junio de 1995, bateó un total de 52 jonrones y robó 53 bases con Houston. A los 27 años fue cambiado junto al cátcher Scott Servais por el cátcher Rick Wilkins.
“Me había formado con un núcleo de tipos en Houston”, dijo González. “Había estado ahí por un tiempo, y sentía como si me iba a quedar con los Astros por el resto de mi carrera. Ser cambiado es una experiencia que te abre los ojos, tienes que saber que esto es un negocio. Hay muy pocos jugadores quienes terminan sus carreras con el mismo equipo donde empezaron, excepto por unos pocos tipos como Cal Ripken, Craig Biggio o Tony Gwynn”.
González jugó con los Cachorros hasta la temporada de 1996, entonces firmaría de nuevo con los Astros antes de la temporada de 1997. Se fue de los Astros el año siguiente, firmó como agente libre con los Tigres de Detroit. Durante la temporada de 1998 con Detroit, González fijó lo que para entonces fue un tope de su carrera con 23 jonrones, desde entonces batearía al menos 20 jonrones cada temporada hasta 2003.
“El gran cambio para mí en 1998, fue abrir mi estilo de bateo”, dijo González. Cuando estuve con los Tigres, jugábamos en el viejo Tiger Stadium, y mis compañeros solían animarme para que abriera la forma como me paraba en el plato un poquito para halar más pelotas porque ese estadio tenía su parte más alta por el jardín derecho. Entonces empecé a repicar con mi estilo de bateo”.
“Terminé siendo cambiado en el receso entre temporadas hacia los Cascabeles (a cambio de Karin García). Usé el mismo estilo en el ’99 durante el entrenamiento primaveral, y ese año arranqué con una seguidilla de 30 juegos bateando imparables”. Durante esa seguidilla que se extendió desde 11 de abril hasta el 18 de mayo de 1999, González bateó 46 imparables, coleccionó siete jonrones, y empujó 25 carreras.
Él se considera a si mismo un bateador de los callejones más que de poder. En 1999, lideró la Liga Nacional con 206 imparables, y hasta el 4 de agosto de 2007 tuvo 566 dobles, vigésimo en la lista de todos los tiempos.
Durante su carrera, González ha bateado tres jonrones en un juego dos veces, empujó seis carreras en un juego tres veces y el 5 de julio de 2000 bateó la escalera.
Después de ocho temporadas en Arizona, González firmó como agente libre con los Dodgers antes de la temporada de 2007 y ha participado en más de 2400 juegos de Grandes Ligas.
“Solo trato de seguir la mentalidad de Wally Pip, dijo González. “Trato de ser una roca estable y salir a jugar duro. Vengo al estadio listo para jugar, y no a consentir mi cuerpo. Trato de jugar duro y disfrutar. Estoy haciendo algo que millones de personas quieren hacer”.
“Yo admiraba a B.J. Surhoff porque era un tipo que dejaba el alma en el terreno y jugaba todo el tiempo. Pete Rose fue el héroe de mi adolescencia, pero B.J. era alguien a quien de verdad seguía porque salía a jugar día cada día. Era un tipo tranquilo, de bajo perfil, pero salía a dar lo mejor por su equipo”.
González hizo una gran contribución en la carrera de los Dodgers por el título del oeste de la Liga Nacional durante la temporada de 2007 al batear para .283. con 11 jonrones y 52 carreras empujadas hasta el 9 de agosto.
“No hay muchos jugadores de posición quienes salgan a jugar todos los días a esta edad”, dijo Gonzalez, quien cumplió 40 años el 3 de septiembre. “Yo continuó saliendo a jugar y a disfrutar. Mientras haya trabajo para personas como yo, continuaré saliendo allá afuera para jugar”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
Nota del traductor: Estadísticas ofensivas de Luis González con los Navegantes del Magallanes en la temporada 1992-93: 59 juegos, 225 turnos al bate, 35 carreras anotadas, 66 imparables, 16 dobles, 5 triples, 2 jonrones, 31 carreras empujadas, 26 boletos, 21 ponches, 10 bases robadas, .302 promedio ofensivo.
lunes, 14 de septiembre de 2015
“Para ser exitoso en la vida tienes que renunciar a algo”, Billy Hatcher.
Este artículo apareció en el Arizona Daily Sun (19-06-2004)
Actualización de 2015: Billy Hatcher está en su décima temporada como coach de los Rojos de Cincinnati. (24-06-2015)
Vivir un sueño.
Ed Odeven.
Phoenix—El bateó siete imparables seguidos en la Serie Mundial de 1990, para ayudar a los Rojos de Cincinnati a barrer a los grandes favoritos Atléticos de Oakland. Él descargó un jonrón en el décimocuarto inning del sexto juego de la serie de campeonato de la Liga Nacional de 1986.
Esos fueron, por supuesto, momentos memorables. Pero el punto de vista de Billy Hatcher es este: Su momento más grande como jugador de Grandes Ligas ocurrió en el primer momento cuando se puso un uniforme de los Cachorros de Chicago en 1984, su primer día en las mayores.
“Mi primer llamado a las Grandes Ligas fue maravilloso”, dijo Hatcher, el coach de primera base de los Devil Rays de Tampa Bay, antes del juego del viernes contra los Cascabeles de Arizona en Bank One Ballpark. “Fue algo por lo que había trabajado durante toda mi vida, entonces conseguir esa oportunidad fue indescriptible.
“No pienso que ganar la Serie Mundial o hacer el trabajo que hice en la Seri Mundial (batear .750, de 12-9) se compare nunca con ese momento, el sentimiento que tuve…Es un sentimiento que más nunca apreciaré. Apreciaría ganar otra Serie Mundial, porque la ganaría como coach”.
Hatcher un graduado de 1979 en Williams High School, ha sido un pilar en la organización de los Devil Rays desde que comenzó su carrera como coach el 1 de diciembre de 1995, más de dos años antes de que la franquicia jugara su temporada inaugural.
Él pasó la temporada de 1996 como instructor itinerante de ligas menores de Tampa Bay y luego trabajó como coach para St. Petersburg, el campeón de Florida State League en 1997. Él ha servido en el cuerpo técnico de los D-Rays desde 1998, ha sido coach de tercera base (2000), coach de banca (2001-02) y coach de primera base (1998-99 y 2003-presente).
Hatcher le ha tomado un gusto natural a esta ocupación.
“Probablemente disfruto más enseñando de lo que lo hice jugando”, dijo Hatcher, quien se retiró como jugador en 1995 luego de jugar una docena de temporadas para siete equipos: los cachorros, Houston, Cincinnati, Pittsburgh, Boston, Filadelfia y Texas.
“Amo jugar el juego”, continuó él, mientras se sienta en el dugout y mastica chicle Bazooka. “Cuando juegas, solo te preocupas por ti. Como coach, enseñas y te preocupas por muchos otros peloteros. Ver a estos muchachos mejorar cada día te hace sentir bien”.
El jardinero izquierdo de Tampa Bay, Carl Crawford, uno de los talentosos jóvenes jugadores del equipo, dijo que Hatcher tiene la disposición natural para ser coach.
“Él es muy paciente, tranquilo, trata de mantener a todo el mundo relajado”, añadió Crawford. “Él no está encima de ti, solo te deja saber lo que necesitas hacer”.
De acuerdo al manager de los Devil Rays Lou Piniella, Crawford y el jardinero central Rocco Baldelli, una estrella emergente, se han beneficiado del trabajo de Hatcher.
“Hatcher es un coach excelente”, dijo el manager. “Él es llevadero. Se comunica bien. Tiene mucho conocimiento de beisbol. Trabaja principalmente con los corredores, con los jardineros y él y el coach de tercera base Tom Foley algunas veces hacen un poco de instrucción de cómo tocar la pelota.
“Billy es un buen hombre de beisbol, de verdad lo es. Tiene pasión por el juego. Es entusiasta y es un gran trabajador”.
En sus propias palabras, ¿Cómo se resume el estilo de entrenar de Hatcher?
“Ellos entienden como jugar el juego”, dijo él. “Les doy algunas pistas de cómo yo solía hacer las cosas. Pero básicamente, les digo a esos muchachos que nunca se desilusionen de si mismos. Vas a cometer errores…Los mejores beisbolistas olvidan muy rápido”.
El largo camino.
Hatcher, quien cumplió 43 años en octubre, acredita a su padre por darle la perspectiva apropiada respecto de alcanzar su meta de vida: ser un grande liga.
Él dice que recordaba una y otra vez las sabias palabras de su padre: “Para ser exitoso en la vida tienes que renunciar a algo”.
Para Hatcher, eso significó inicialmente jugar para el equipo de beisbol los Vikings (desde 1976-79) y correr con el equipo de pista y campo durante los meses primaverales. En esos días, él se salía del diamante beisbolero y hacía carreras después de quitarse el caso de batear y desanudar sus zapatos de beisbol.
Era hora de trabajar en convertirse un atleta bien acondicionado, lo cual, dijo él, significaba sacrificar el tiempo que pudo haber pasado con sus amigos.
Despues que se convirtió en pelotero profesional, eso significó cinco años seguidos (1981-85) jugando beisbol de invierno en Venezuela, Puerto Rico y República Dominicana).
Pero esos meses extra en suelo extranjero pagaron dividendos, le dieron a Hatcher la oportunidad de trabajar sus destrezas y mejorar.
Para 1986, se había establecido en las Grandes Ligas. Y no se fue de la Gran Carpa hasta colgar su gorra al final de la temporada de 1995, cuando jugó con los Rangers. El veloz jardinero de guante excelente terminó participando en 1233 juegos y conectando 1146 imparables.
Y el nombre de Hatcher será uno que las nuevas generaciones de peloteros conocerán por siempre en el pequeño pueblo de Williams: El campo de beisbol WHS lleva el nombre de su famoso alumno.
“Me siento muy bendecido y muy agradecido de haber tenido la oportunidad de estar en el juego de beisbol por tanto tiempo”, dijo Hatcher, quien vive en St. Petersburg, Fla., con su esposa, Karen, y sus dos hijos: Derek (18) y Chelsea (14).
De regreso a Arizona.
Creánlo o no, la visita del viernes a Bank One Ballpark marcó la primera vez que Hatcher puso un pie en el estadio de los Cascabeles.
¿Es este un edificio especial para usted? Le preguntaron.
“Si, lo es”, dijo él.
Al crecer durante una época cuando los Giants de Phoenix (después conocidos como los Firebirds) de la Pacific Coast League fueron la cosa más cercana que un equipo del Grand Canyon State estuviera de un conjunto de Grandes Ligas, Hatcher dijo que estaba emocionado cuando Arizona fue premiada con una franquicia de expansión. Y aunque los Cascabeles de 2004 no se parecen al equipo que ganó la Serie Mundial de 2001, Hatcher dijo que es importante que los aficionados sigan apoyando a su equipo de todo corazón.
“Nunca sabes lo que tienes hasta que lo pierdes”, dijo él.
Igual podría decirse de la oportunidad que Hatcher ha tenido de jugar y ser coach para uno de los grandes managers del juego, Piniella.
“Lou fue mi manager en Cincinnati. Gané un campeonato mundial con Lou”, dijo Hatcher, cuya mamá, Gracie, y hermana, Nell, residen en Williams mientras sus dos hermanos, Johnny y Jesse, viven en Flagstaff.
“Lou fue no solo mi manager, también es un buen amigo mío. Lou me ha ayudado de muchas otras maneras además del beisbol. Ha sido un amigo con quien conversar…Para mí, él es número uno en mi libro”.
Él está ansioso por poner su sello en los Devil Rays, siempre está listo para hacer que las cosas ocurran desde la caja de coach de primera base. En esencia, su posición ahí es una extensión directa de sus días de jugador activo.
“En primera base, tenemos algunos tipos con algo de velocidad que pueden robar bases”, dijo él. “De hecho, robo bases con ellos, porque he notado un movimiento, lo que hace un tipo, el primer movimiento. Muchas veces les digo cuando se deben ir… Así es como aprendí a jugar el juego”.
Al haber sido criado en un pueblo pequeño, Hatcher nunca olvidó sus raíces, nunca olvidó a las personas que fueron su esqueleto emocional en sus años de formación.
“Quiero agradecer a todas las personas del norte de Arizona por apoyarme en mis días de jugador activo”, dijo Hatcher. “De verdad lo aprecio, y aún los quiero mucho”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
Nota del traductor: Números ofensivos de Billy Hatcher con Navegantes del Magallanes en la temporada 1983-84: 60 juegos, 250 turnos al bate, 38 carreras anotadas, 70 imparables, 8 dobles, 7 triples, 20 carreras empujadas, 27 boletos, 31 ponches, 17 bases robadas, .280 promedio al bate.
Números de Billy Hatcher con Águilas del Zulia en la temporada 1984-85: 64 juegos, 239 turnos al bate, 34 carreras anotadas, 61 imparables, 7 dobles, 2 triples, 30 carreras empujadas, 25 boletos, 20 ponches, 16 bases robadas, .255 promedio al bate.
viernes, 4 de septiembre de 2015
La seguidilla de Orel Hershiser ocurrió en un juego diferente.
Bill Plaschke. Los Angeles Times. 23-07-2015.
Cuando Zack Greinke abandonó a los Dodgers el jueves en medio de su potencialmente histórica seguidilla de innings sin permitir carreras, para estar con su esposa Emily en el nacimiento de su primer hijo, usted no se imagina quien sonrió al recordar.
Orel Hershiser, cuya marca de 59 innings seguidos sin permitir anotaciones está siendo amenazada por la seguidilla de 43.2 innings de Greinke, también testificó un nacimiento durante su legendaria carrera en 1988.
Luego de estar ahí, siguió lanzando.
El 14 de septiembre de 1988, en Dodger Stadium, Hershiser lanzó un blanqueo de seis imparables en una victoria 1-0 ante los Bravos de Atlanta.
Un día después, su entonces esposa Jamie tuvo a su hijo Jordan mediante parto inducido.
Cuatro días después, Hershiser lanzó un blanqueo de cuatro imparables en una victoria 1-0 sobre los Astros de Houston.
“Estoy emocionado por Zack y su familia, el está haciendo lo que tiene que hacer”, dijo Hershiser, ahora narrador de los juegos del equipo. “Cuando yo jugaba, el juego era diferente”.
Aunque Hershiser ha rechazado hacer comparaciones, la suya también fue una seguidilla diferente.
Mientras lo que Greinke ha cumplido ha sido sorprendente, lo de Hershiser fue simplemente impactante, una demostración de grandeza de la cual los simples números no bastan para hacer justicia. Greinke podría alcanzarlo, pero es difícil imaginar que alguna vez alguien pueda igualarlo.
“Nunca lancé una pelota tan duro como Zack Greinke”, protestó Hershiser el jueves en una llamada telefónica desde Nueva York, donde Greinke estaba programado para enfrentar a los Mets el viernes antes de correr a cumplir apropiadamente con su deberes de papá. “Nunca lancé una pelota en toda mi carrera tan bien como Greinke y Kershaw están lanzando. Ni siquiera estoy en ese grupo. Estos tipos están en otro nivel”.
Pero por un mes en 1988, Hershiser existió en un plano aún más alto, uno que no pudo ser igualado por la seguidilla de 41 innings sin permitir carreras de Kershaw la temporada pasada, y uno que no será igualado si Greinke lo supera en las próximas semanas.
“Estoy brindando por esto, quiero que esto ocurra, yo tuve mi día”, dijo Hershiser. “Quiero que Zack y el próximo equipo de campeonato de los Dodgers tengan su día”.
Si, pero quizás valga la pena hacer una pausa para recordar el día del bulldog.
La seguidilla de Hershiser incluyó cinco juegos completos seguidos en medio de una carrera por el banderín, rematada por 10 innings en blanco en su apertura final de la temporada. Para efectos de comparación, Greinke no ha completado ninguno de los seis juegos durante su seguidilla de mediados de verano, y ha lanzado tanto como ocho innings solo dos veces.
“Todo eso se debe a la gerencia del juego, estoy seguro que Zack completaría juegos si se necesitara que él lo hiciera, el hace lo que ellos piden”, dijo Hershiser. “En mi caso Tommy LaSorda siemp`re decía, ‘Si estuvieras jugando poker, ¿te levantarías de la mesa para que alguien más jugara por ti? Entonces ¿por qué vas a dejar que el bullpen termine tus juegos?’”
Cuando Hershiser empató el record de Don Drysdale después de nueve innings de empate sin anotaciones el 28 de septiembre en san Diego, le dijo a LaSorda que iba salir del juego.
“Habíamos asegurado la división, el juego no significaba nada, y que bueno hubiera sido que dos Dodgers compartieran el record, recordó Hershiser. “Pensé que la situación era perfecta, quería estar ligado con Big D por siempre”.
Cuando LaSorda oyó a Hershiser hacer su argumento en el dugout, simplemente agitó su cabeza y se fue caminando como si estuviese hablando con un loco.
“¡Vas a salir allá afuera!” le gritó a Hershiser, quien mansamente tomo su guante y trotó hacia la historia.
Y ¿quién estaba en el dugout esperando por Hershiser después del inning donde impuso la nueva marca, con el marcador todavía igualado 0-0? Era Don Drysdale, quien había bajado desde su lugar habitual en la caseta de transmisión del equipo para abrazarlo y conducir la primera entrevista radial en medio del juego, de la historia de los Dodgers. El juego, incidentalmente, no fue televisado en Los Angeles porque era a finales de temporada y todas las fechas de transmisión se habían agotado.
La seguidilla de Hershiser sorprendentemente se extendió en la postemporada, donde ocho innings en blanco en el primer juego del playoff contra los Mets le dieron 67 innings en blanco.
“Teníamos un equipo muy bueno, no se trataba de mí, yo siempre fui solo una parte del equipo”, dijo Hershiser.
Once días después de establecer la marca, un día después que su segunda apertura del playoff durara siete innings en clima frío, Hershiser hizo los tres envíos más importantes de la temporada viniendo del bullpen.
Era la 1 a.m pasada en Nueva York, en el duodécimo inning de un cuarto juego retrasado por la lluvia contra los Mets. Los Dodgers se habían quedado sin relevistas, así que Hershiser se ofreció como voluntario para estirar su brazo cansado y enfrentar un bateador. Entró al juego con las bases llenas y dos outs, hizo tres lanzamientos, retiró a Kevin McReynolds en elevado al centro que fue tomado de rodillas por John Shelby, y se acreditó el salvado que probablemente salvó la temporada.
“Lo que me había ocurrido durante la seguidilla siguió ocurriendo el resto de la temporada”, dijo Hershiser. “Los muchachos constantemente hacían grandes jugadas detrás de mí. Mi marca fue tanto colectiva como individual”.
Hershiser terminó la temporada con tres victorias seguidas de juegos completes, una contra los Mets en el séptimo juego y dos contra los Atléticos de Oakland en la Serie Mundial, la final terminó con el cátcher Rick Dempsey levantando a Hershiser en la celebración del campeonato. Resultó que la seguidilla fue solo el principio.
“No me levanto en la mañana y digo, ‘Este va a ser un buen día porque tengo la seguidilla”, dijo Hershiser. “Tengo este gran trabajo en una ciudad que amo, con equipo con el cual ganamos un campeonato mundial, por una aficiónque aún me saluda todos los días con sonrisas y aplausos. ¿Por qué habría de ser la única persona en mi mundo quien estaría disgustado de ver a Zack romper mi marca? Quiero que eso ocurra”.
Aunque sus seguidillas sean muy diferentes, hay una manera en que son exactamente iguales. Ambos trabajaron con ofensivas disminuidas, lo cual de acuerdo a Hershiser lleva a enfocar el juego bateador a bateador, eso puede resultar en una corrida de ceros.
“Cuando te dan una o dos carreras por juego, no puedes darte el lujo de embasar un corredor, cada out es importante, el foco es más fino”, dijo Hershiser, “Si estás ganando 5-0, siempre tratas de salir del inning, terminar el juego, permitir una o dos carreras no te preocupa mucho”.
Greinke no ha buscado consejos de pitcheo de Hershiser, no como Hershiser solía buscar a Drysdale. Pero Hershiser entiende que con toda la información de videos y estadísticas de hoy, los veteranos no necesitan asesorar mucho.
Aún así, si hay una pieza de sabiduría que a Hershiser le gustaría compartir, puede ser encontrada en la ubicación de la taza de plata que le entregaron los Dodgers en honor de la marca de la seguidilla. Él la tiene sobre una superficie de vidrio que colocó sobre un antíguo carrito funerario con otros premios, incluyendo su trofeo de jugador más valioso de Serie Mundial, como un sobrio recordatorio.
“Ese momento fue grande, lo recordaré siempre, pero felizmente avancé hacia otras cosas, y esa parte de mi vida está muerta”, dijo Hershiser. “Disfrútalo, aprecialo, pero reconoce que no dura para siempre”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
Nota del traductor: Actuación de Orel Hershiser con los Navegantes del Magallanes en la temporada 1982-83 de LVBP: 15 juegos, 15 aperturas, 4 juegos completos, 6 ganados, 5 perdidos, 104.1 innings lanzados, 102 hits permitidos, 41 carreras limpias, 77 ponches, 27 boletos, 3.54 de efectividad.
jueves, 3 de septiembre de 2015
El pitcher de los Cachorros Jake Arrieta deja sin hits ni carreras a los Dodgers.
Arrieta lanzó una gema este domingo 30 de agosto para vencer a los Dodgers 2-0.
Gabriel Baumgaertner. SI.com. 31-08-2015.
Primero fue Billy Hamilton quién arruinó los sueños de no-hitter de Arrieta. Los Rojos no habían conseguido batear de imparable en los primeros seis episodios de su encuentro del 24 de junio de 2014 contra el derecho de los Cachorros hasta que Hamilton despachó sencillo por el medio del terreno para empezar el séptimo. Seis días después, fue el turno del campocorto de los Medias Rojas Stephen Drew para terminar para acabar con otro intento de no-hitter de Arrieta a finales del juego, bateó sencillo con dos outs en el octavo inning.
El 16 de septiembre parecía como que Cincinnati caería víctima de un no-no de Arrieta después de todo, cuando este los silenciaba con una mezcla de rectas de más de 96 millas y rectas cortadas durante siete innings. Pero con un out en el octavo, Brandon Phillips descargó un doble sobre el guante extendido del jardinero de los cachorros, Matt Szczur. Arrieta se había convertido en el primer pitcher de los Cachorros desde 1950 en llevar tres intentos de no-hitter hasta el sétimo inning, sin lograr concretar ninguno de ellos. Quizás nunca lanzaría uno.
Gracias a una brillante mezcla de ángulos de lanzamiento, una devastadora recta cortada y una decisión del anotador oficial, Arrieta borró tales dudas el domingo. El lanzallamas barbudo lanzó el primer no-hitter de su carrera en un triunfo 2-0 sobre los Dodgers en Los Angeles. Fue el décimocuarto sin hits ni carreras en la historia de la franquicia y la cuarta vez que un pitcher visitante lanzaba un no-hitter en Dodger Stadium, la primera vez desde que Kent Mercker de los Bravos lo hizo el 8 de abril de 1994.
“Pensé que esto iba a suceder en algún momento”, le dijo Arrieta a la estación de radio afiliada a los Cachorros WBBM después del juego, antes de dirigirse a la conferencia de prensa después del juego. “Pero nunca puedes predecir el resultado”.
Arrieta, de 29 años, completó su agosto impactante con su mejor salida, mejoró su marca a 6-0 con efectividad de 0.43 y WHIP de 0.69 en el mes. Con el triunfo, Chicago abrió la ventaja a 5.5 juegos sobre los Gigantes por el segundo comodín de la Liga Nacional y evitó la barrida a manos de los Dodgers, lideres del oeste de la Liga Nacional, quienes llegaron al juego con una seguidilla de cinco victorias.
La discusión de este año respecto al Cy Young de la Liga Nacional ha sido limitada principalmente a Zack Greinke y Clayton Kershaw de los Dodgers y Jacob deGrom de los Mets, pero Arrieta pertenece a la discusión. Con la victoria del domingo, Arrieta se convirtió en el primer ganador de 17 juegos en la Liga Nacional. También ha lanzado 14 aperturas de calidad seguidas, y su efectividad ha bajado hasta 2.11, segunda de la liga.
Arrieta ha madurado desde lanzallamas hasta un abridor más juicioso, al aumentar su tasa de inducción de rodados, y depender menos de su recta pesada. Pero aún puede incrementar sus ponches.
Él fijó un tope de 12 ponches para esta temporada el domingo en la noche, mostrando una recta cortada chispeante que ha emergido como su lanzamiento principal, uno que se precipita con violencia sobre el plato justo antes de estallar en la mascota. Los Dodgers fallaron toda la noche al tratar de emboscar al derecho de sexto año, con dos notables excepciones. La primera llegó en el tercer inning cuando el segunda base Starlin Castro no pudo manejar una línea de Kike Hernandez; la jugada fue considerada error, aunque hasta Arrieta concedió que pensó que era hit. La segunda sentencia cerrada vino en el séptimo, Cuando Castro se movió hacia su derecha y atrapó una línea de Carl Crawford para terminar el inning.
“Su recta cortada fue la mejor que he visto, y es buena en cada apertura”, le dijo el cátcher de Chicago a WBBM. “El comando de su recta fue sobresaliente”.
No hay duda de que Arrieta ha incrementado el uso de ese pitcheo desde 6.1 % en 2013 hasta 28.4 % esta temporada de acuerdo a fangraphs.com. La velocidad de su recta no osciló hacia el final de su salida de 116 lanzamientos el domingo, alcanzó las 96 millas en la pistola varias veces en el inning final y ponchó los tres bateadores, Justin Turner tirándole, Jimmy Rollins cantado, y el out final, Chase Utley tirándole.
La recta cortada de Arrieta aún no se puede comparar con la de Mariano Rivera, pero es lo suficientemente buena para llevar a un scout a decirle a USAToday, “Las otras son rectas cortadas de ligas menores comparadas con lo que Arrieta está lanzando”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
miércoles, 2 de septiembre de 2015
Joe Kelly está de vuelta
Peter Abraham. Boston Herald. 30-08-2015.
New York—Los Medias Rojas se habían cansado de Joe Kelly hacia finales de junio, lo enviaron al Pawtucket AAA con instrucciones de lanzar cualquier otra cosa que no fuera la recta de cuatro costuras.
Él era uno de los símbolos de una temporada perdida, un abridor talentoso muy terco para reparar lo que claramente no estaba funcionando. Si Kelly tenía algún tipo de futuro con los Medias Rojas, parecía que sería en el bull pen.
“Solo tenía que salir ahí y seguir lanzando. Sabía que eso tenía que cambiar en algún momento. De otra manera no estaría aquí”, dijo él.
Ahora Kelly está jugando un papel importante en un resurgir, dando esperanza a la idea de que los Medias Rojas se están construyendo con un propósito.
Kelly lanzó hasta el octavo inning, superando a Jacob deGrom, mientras los Medias Rojas vencían a los Mets de Nueva York 3-1, la tarde sabatina ante una multitud de 43255 aficionados en Citi Field.
Los Medias Rojas han ganado tres juegos seguidos y cuatro de los últimos cinco. Tienen marca de 10-5 con el manager interino Torey Lovullo.
“Estamos en un buen lugar. Estoy muy orgulloso de estos muchachos”, dijo Lovullo. Un equipo en una carrera es un ambiente muy hostil. Nuestros jóvenes vienen aquí y están creciendo ante nuestros ojos”.
A los 27 años, Kelly no es un muchacho del todo. Pero desde que hizo su debut en 2012, el derecho ha tenido dificultades para establecerse como un abridor confiable.
Eso está cambiando. Kelly tuvo marca de 6-0 con efectividad de 2.68 en agosto. Desde que Pedro Martínez lo hizo en mayo de 1999 ningún pitcher de los Medias Rojas había ganado seis juegos en un mes.
El sábado, Kelly permitió una carrera y cinco imparables en 7.1 episodios con dos boletos y dos ponches. Fue la segunda apertura seguida cuando Kelly llegaba al octavo inning, primera vez que lograba eso en su carrera.
El compromiso de usar todos sus pitcheos ha funcionado.
“A principios de año el era más un tirador, que trataba de caerle a rectas a los bateadores. Sabemos que eso no se puede hacer a este nivel. Él empezó a pitchear”, dijo Lovullo.
“Él ha recorrido un camino largo. Está desarrollando algunos lanzamientos. LA confianza está ahí. Tiene tres, a veces cuatro pitcheos activos con bateadores zurdos o derechos en cualquier momento. Eso es muy de élite”.
Un buen ejemplo ocurrió en el primer inning cuando Kelly lanzó cuatro cambios seguidos para ponchar a Kelly Johnson y dejó dos corredores en las bases.
“Sé que él es un buen bateador de rectas. Tuvimos que lanzar algo que no estuvieran esperando”, dijo Kelly.
Hasta el sábado, todas las aperturas de Kelly este mes fueron con el cátcher Ryan Hanigan, un veterano adepto a llamar pitcheos.
Hanigan estaba en la alineación pero fue sacado durante la práctica de bateo debido a un dolor en el costado izquierdo. El novato Blake Swihart le recibió a Kelly y nada cambió.
“Estuvimos en la misma página todo el juego”, dijo Kelly.
Kelly lanzó 30 envíos en el primer episodio, una mala señal luego que los Medias rojas necesitaron que su bull pen trabajara seis innings el viernes en la noche.
En los cinco innings que siguieron, Kelly lanzó solo 57 pitcheos y permitió dos imparables, dominando a una alineación de los Mets que llegó al juego promediando 6.4 carreras en agosto.
“Luego del primer inning, hablamos de eso. Habia que tratar de ser un poco más eficiente y ponerse adelante en la cuenta”, dijo Kelly. “Eso terminó funcionando”.
Kelly empezó el séptimo inning con una ventaja de 3-0 y logró un out antes que Johnson sencilleara. Juan Uribe siguió con doblete impulsor al hueco del jardín derecho.
Michael Conforto salió en rodado al cuadro, Uribe pasó a la antesala. Wilmer Flores conectó un roletazo candente hacia el lado izquierdo, pero Pablo Sandoval ejecutó una atrapada lanzándose sobre su cuerpo y se levantó para realizar un gran tiro a primera base y así terminar el episodio.
Kelly apretó el puño en su guante. La defensa de Sandoval ha mejorado grandemente en las semanas recientes y esa jugada evitó una carrera.
“Jugamos una defensa fenomenal”, dijo Kelly, quien consiguió un out en el octavo inning y entonces salió luego de 102 lanzamientos.
“Él encontró su ritmo y se mantuvo más largo en el juego que deGrom. Si me hubieras dicho que esto iba a ocurrir después del primer inning, nunca te hubiera creido”, dijo Lovullo.
Los Medias Rojas se poncharon un tope en la temporada de 16 veces ante deGrom y tres relevistas. Pero aportaron la ofensiva suficiente para respaldar a Kelly.
deGrom tuvo un juego sin hits ni carreras por cuatro innings, el único corredor que se le embasó llegó en el cuarto episodio cuando Mookie Betts llegó a primera por error.
Brock Holt sencilleó para abrir el quinto, pero no ocurrió nada. Cuando la alineación llegó a su tercer turno fue que el juego se inclinó hacia los Medias Rojas.
Betts abrió el sexto con sencillo y anotó cuando Sandoval sonó doble al jardín central. Xander Bogaerts bateó una línea hacia el centro y Sandoval hizo pisa y corre hacia tercera.
Luego que Travis Shaw negociara boleto, Holt la rodó hacia primera base.
Daniel Murphy tenía oportunidad con Sandoval, quien se había despegado bastante de tercera base. Pero se volteó y lanzó a segunda, tratando de buscar el dobleplay. Holt superó el disparo a primera y Sandoval anotó.
Swihart sencilleó, para enviar a Holt hasta la antesala. Jackie Bradley Jr. Se ponchó para terminar el inning, pero deGrom tenía 109 envíos y estaba listo por el día.
Al enfrentar a Hansel Robles, Betts jonroneó hacia el jardín izquierdo en el séptimo inning. Fue su duodécimo de la temporada.
Tommy Layne y Jean Machí retiraron cinco de los seis bateadores que enfrentaron para finalizar el juego.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
martes, 1 de septiembre de 2015
Shoemaker domina a los Tigres de su estado natal, lleva a ganar a los Angelinos
Detroit. (AP) Matt Shoemaker creció 30 millas al sur de la Ciudad del Motor, aupando a los Tigres de Detroit.
Shoemaker hizo memorable la primera vez que lanzó en el hogar de los Tigres.
Llevó un juego de un imparable hasta el octavo episodio, Albert Pujols empujó una carrera y anotó otra y los Angelinos de Los Angeles vencieron a los Tigres de Detroit 2-0 el jueves 27 de agosto de 2015.
“Esto fue increiblemente especial”, dijo Shoemaker. “Conseguir una victoria para este equipo, y hacerlo en frente de toneladas de amigos y familiares. Fue grandioso”.
Los Angelinos empezaron el día detrás de Minnesota por un juego en la lucha por el segundo comodín de la Liga Americana, con Texas también medio juego por encima de ellos, así que la actuación de Shoemaker fue aún más importante.
“Esto es tan bueno como lo que se puede esperar de Matt”, dijo el manager de los Angelinos Mike Scioscia. “Esa es una lineación difícil de enfrentar, no se puede decir lo suficiente acerca de los ajustes que tuvo que hacer”.
El cátcher de los Angelinos, Carlos Pérez tuvo un gran crédito en el triunfo, también. De hecho dos de ellos, sorprendió a Anthony Gose en primera base y luego lo hizo out tratando de robar segunda base.
Shoemaker (6-9) nació en Wyandotte, fue a la secundaria en Trenton y asistió a Eastern Michigan University, una escuela que tenía una anuncio inmenso en la cerca del jardín derecho. Él dominó al equipo que creció viendo, le permitió solo un imparable de Gose en el tercer inning.
“Yo iba a los juegos en Tiger Stadium mientras crecía, e iba a los juegos aquí”, dijo él. “Cecil Fielder siempre fue mi pelotero favorito”.
Shoemaker caminó uno y ponchó cinco 3n 7.1 innings.
Huston Street lanzó el noveno para conseguir su salvado 31, para terminar el juego combinado de dos hits.
Randy Wolf (0-2) lanzó lo suficientemente bien para ganar en su segunda apertura desde junio de 2014. Él permitió una carrera, cinco imparables y dos boletos en siete innings, ponchó cinco.
Los Angelinos rompieron el empate a cero con dos outs en el sexto. Wolf caminó a Kole Calhoun y a Mike Trout, y Pujols siguió con sencillo impulsor a la izquierda.
“El boleto a Calhoun es la única cosa que deseo poder haber evitado”, dijo Wolf. “Cuando te pones detrás en la cuenta ante Mike Trout, no le das nada que pueda batear, y realmente tuve suerte con Albert. Ese fue un pitcheo terrible, Sali muy bien porque solo fue un sencillo”.
Pujols fue atrapado en un corre y corre entre primera y segunda, pero fue tocado antes que Trout fuese capaz de llegar al plato con la segunda carrera.
“Albert vio que la pelota se le escapó al cátcher y pensó que podía hacerlo”, dijo Scioscia. “Ellos lo retiraron antes que Mike pudiera anotar”.
Mientras tanto, los Tigres seguían perdiendo corredores en las almohadillas, algo que hacen más a menudo que cualquier equipo del beisbol. El veloz Gose fue sorprendido al comienzo del juego y después fue hecho out por Pérez en el sexto.
“Se necesita algo más que velocidad para robar bases, y Anthony todavía está aprendiendo eso”, dijo el manager de los Tigres Brad Ausmus. “Si ves a Rajai (Davis), él es un veterano, y tiene la percepción de lo que van a hacer el pitcher y el cátcher”.
Detroit lidera la Liga Americana en corredores hechos out en intento de robo y bateando para dobleplay, y está entre los líderes en corredores sorprendidos y hechos outs en el plato.
Scioscia sacó a Shoemaker después de retirar a Victor Martínez para empezar el octavo, y el movimiento estuvo a punto de no funcionar. J.D. Martínez metió el primer envío de Joe Smith entre left y center para un triple, pero Smith ponchó a Nick Castellanos y retiró a Alex Ávila para terminar el inning.
“No pensé que Matt se estaba cansando, pero el no había hecho esa cantidad de lanzamientos en mucho tiempo”, dijo Scioscia. “Ellos tenían tipos prevenidos que podían sacar la bola del parque, y él se había puesto en cuenta de 3 y 1 con Victor”.
Los Angelinos llenaron las base en el noveno contra Bruce Rondón, y Shane Victorino bateó un elevado de sacrificio.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
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