Hace 40 años y quizás 75 kilos menos, Denny Dale McLain fuel el atleta más aclamado del planeta. Un muchacho de 24 años del sur de Chicago se convirtió en el primer pitcher (y probablemente el último) desde Dizzy Dean, que ganaba 30 juegos en Grandes Ligas. Si 1968 fue el Año del Pitcher, tambien fue el Año de Denny. Su record para los Campeones Mundiales Tigres de Detroit fue 31-6, su efectividad 1.96, su repertorio tan dominante como imperturbable su control. Y su sed de atención y aventura casi insaciable.
"Quiero ganar $100.000, quiero yates, mansiones, quizás palacios", dijo McLain en una ocasión. "Quiero todo el dinero que pueda gastar y eso es bastante".
Dick McAuliffe, el segunda base de los Tigres, fue compañero de equipo de McLain por 8 años y siempre atestiguaba los desplantes del pitcher.
"Él era algo egocéntrico y muy arrogante. Pero era una gran experiencia jugar detrás de él", dice McAuliffe. "Era muy valeroso. Nunca desperdiciaba pitcheos y retaba a cada bateador".
Nunca ha habido una carrera beisbolera como la de McLain. Se casó con Sharon Boudreau, la hija del Miembro del Salón de
La segunda vez fue por fraude en el robo de $2.5 millones, del fondo de pensiones de una compañía empacadora de carne de la cual era co-propietario.
También perdió su casa de Lakeland, Fla. Por incendio en 1979. Se declaró dos veces en bancarrota.
Pero todo esto se desdibuja comparado a lo que vivió la familia las primeras horas de la madrugada del 20 de marzo de 1992, cuando Kristin, la hija de 26 años de Sharon y Denny fue embestida por un chofer borracho y falleció en un violento choque automovilístico.
"Nos sentamos a esperarla en la sala", dice McLain. "Nunca regresó".
"Nunca dejo de pensar en eso. Nunca. Le puse el nombre de ella a mi compañía. Pienso en ella todos los días. Y me reclamo todos los días por haberla obligado a regresar de Tampa". McLain la quería de vuelta en casa y en aquel entonces eso era una orden.
"Es mi único lamento. Lo demás es nada. Creo que ella estuviera viva hoy si no la hubiese forzado a regresar".
Denny McLain creció en un barrio de clase obrera bajo una madre distante y un padre gruñón. Tom McLain enseñó a su hijo a jugar pelota y a intimidar a sus rivales. A los 8 años, Denny ya era una estrella. Ponchaba a todo el mundo en las pequeñas ligas y disfrutaba la aclamación que esto acarreaba.
"Cuando todos los días te dicen lo grande que eres, tiendes a creer lo que oyes", dice McLain. "Empiezas a creer que eres más grande de lo que en realidad eres".
La vida de McLain se enfocó en llamar la atención y saltarse las reglas. Esto nunca se detuvo, y empeoró luego de la muerte de su padre debida a infarto cardíaco a los 36 años. En su segundo año en las Ligas Menores en Clinton, Iowa; desafío las normas del equipo y viajó a Chicago 4 o 5 veces para ver a su novia. Convenció a los Tigres de dejarlo volar por su cuenta en los viajes alrededor del país. Alimentaba los titulares de prensa con sus historias de organista en Las Vegas.
A finales de la temporada de 1968 en Fenway Park, el manager Mayo Smith salió a sacarlo en el cierre del octavo con dos hombres en base sin outs. McLain con la gorra hundida hasta el fondo de su cráneo como siempre, se rehusó a darle la pelota.
McLain ponchó el corazón ofensivo de la alineación de Boston con nueve pitcheos. De vuelta al dugout alardeó de su logro con Smith.
Un año después, en el Juego de las Estrellas de Washington donde celebraban el centenario del Béisbol. El abridor de
“Estaba destinado a meterse en problemas con todas las locuras que hacía”, dijo McAuliffe.
Michelle Luzon, 36, hija de McLain y madre de 3 de los siete nietos de Sharon y Denny. “Vivía para crear excitación. Nunca era suficiente. Siempre quería hacer algo mayor”.
En 1968 se sometió a 15 inyecciones de cortisona para aliviar el dolor en su brazo de lanzar. En 1969 se colocó 24 más sin mucha pausa entre ellas. Lanzó 651 innings ganó 55 juegos y nunca más fue el mismo pitcher.
Después de su retiro del béisbol, McLain fue dueño de un bar, golfista, ejecutivo de televisión, negociador de hipotecas en una compañía de Florida llamada First Fidelity que McLain pensaba era legítima pero resultó la fachada de operaciones de lavado de dinero.Fue sentenciado a 23 años.
Cuando el veredicto prescribió, salió libre a los 29 meses. Regresó con mucho éxito como moderador de programas de radio y televisión. Le gustaba mucho hablar de política y de su amor por Detroit, una de sus memorias más cálidas de 1968 fue la manera como los Tigres de Detroit unificaron la ciudad luego de los disturbios de 1967.
Después de la muerte de Kristin en 1992, McLain empezó a realizar miles de cosas para paliar el dolor de la desaparición de su hija. Junto a varios socios se encargó de un negocio que daba pérdidas llamado Peet Packing Co, abandonó su prometedora carrera en radio y televisión con la esperanza de convertirse en salvador de 300 empleados. Terminó en la cárcel por estafa financiera que juró desconocía.
Al día siguiente de ingresar a prisión, Sharon introdujo el divorcio. McLain purgó seis años en
Michelle estaba en contra del matrimonio. Había visto a su madre crecer y hacerse fuerte por sí misma.
A más de cuatro años de las segundas nupcias, Sharon y Denny viven en una cabaña sobre una colina rodeada de
“Los nietos es lo mejor que nos puede pasar”, dice McLain. “No les importa quién eres. Están llenos de amor incondicional”.
Los que conocen a McLain dicen que su mayor problema no es la falta de carácter sino la de criterio. Sharon lo llama “completo incauto”, por confiar en gente que no debería. Michelle dice, “La gente puede tener una primera impresión de arrogancia y rudeza, pero él nunca agredería a nadie.”
Michelle nota una diferencia en su padre, un tipo de paz que no existía antes.
En su última sentencia de prisión, McLain acudió a terapia intensiva y ganó una autoconciencia que nunca tuvo antes. Reconoció que su narcisismo era una forma de disimular su baja autoestima, fue la medicina que encontró para aliviar los dolores de su niñez.
Denny McLain está aprendiendo a ser paciente, a escuchar, a dejar que sus hijos hagan su propia vida. Mientras tanto sigue haciendo negocios.
Johnny Sain el difunto y venerado coach de pitcheo una vez le dijo a McLain: “Tienes el espíritu más grande para afrontar la vida que haya visto.” McLain no entendió lo que Sain le quiso decir. Ahora lo sabe. Nada va a revivir a Kristin, o a borrar los errores cometidos. Cuarenta años después que el número 17 ganó 31 juegos y se convirtió en héroe. Denny McLain esta empezando a aprender a dejar que la vida llegue a él.
Alfonso L. Tusa C.
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