Bob Gibson solo lanzaba dos pitcheos. Era todo lo que necesitaba.
Con una recta amolada y una slider que zumbaba en las rodillas, Gibson ridiculizaba a los bateadores con poder y astucia.
1968 es recordado como el Año del Pitcher. En el Año del Pitcher, Gibson fue el Pitcher del Año. Los números de Gibson reflejan una de las temporadas más exitosas de la historia para un pitcher abridor. Su efectividad de 1.12 permanece como la tercera mejor desde 1900. La más baja en una temporada jugada después de la era de la pelota muerta. En una época cuando los juegos completos empezaban a decrecer, Gibson completó 28 de 34 inicios; 13 blanqueos. Al normalizar esta efectividad ante parámetros ofensivos más amplios que los de 1968, todavía ocupa el sexto lugar entre todas las temporadas desde 1900, detrás de Walter Jonson, Grez Maddux y Pedro Martínez entre otros.
Cuarenta años después, esa efectividad de 1.12 ha mantenido su lugar entre los números inmortales del béisbol. Pero las estadísticas cuentan sólo una parte de la historia. El que trataba de acercarse mucho al plato frente a Gibson, recibía un zumbido de la pelota en sus orejas. Algunas veces tumbaba a un bateador sin razón aparente. Un minuto más tarde, sus compañeros recordaban que el tipo le había bateado un jonrón semanas atrás.
“La conducta de Bob Gibson era tan amenazadora e intimidatoria como la de cualquier atleta de cualquier deporte que haya visto”, dijo Tim McCarver, catcher de Gibson por largo tiempo en San Luis y narrador de larga experiencia con la cadena Fox.
McCarver y los bateadores rivales describen el repertorio de Gibson como simple, pero casi imposible de batear. Sus compañeros dicen que no tenían que ajustarse en sus posiciones. Los bateadores elitescos como Hank Aaron y Willie Mays tampoco podían halar muchos lanzamientos de Gibson.
“Era muy difícil vencerlo”, recuerda el toletero de los Cachorros de Chicago e inquilino del Salón de la Fama Billy Williams. “Un año, Roberto Clemente bateó una línea que le pegó en la pierna. Él lanzó 5 o 6 innings para terminar el juego. Luego se supo que tenía la pierna fracturada”.
“El caía del montículo mirando hacia primera base. Muchos pensaban que podían tocar frente a él. Pero cuando trataban de sacrificarse, cuando pensaban que el no podía hacer nada, regresaba y hacía el dobleplay. Además si trataban de tocar, el próximo lanzamiento iba directo a las piernas”.
“Una vez fui al montículo luego que se le embasaron dos bateadores”, dijo Dal Maxvill, un veterano de 14 años y el shortstop regular de los Cardenales en 1968. “Traté de darle ánimo. Me miró fijo a los ojos y dijo: ‘Sal de aquí. Lo único que sabes de los lanzamientos es que son difíciles de batear”.
“Nunca subí al montículo cuando el lanzaba”, dijo McCarver. “¿Qué le va a decir un catcher a alguien como él, como hacer un pitcheo? Nadie tenía que decirle que hacer. El fue uno de los pitchers más inaccesibles en la historia del juego durante esas 34 aperturas”.
En la Liga Venezolana de Béisbol Profesional Gibson jugó con el Oriente en la temporada 1960-61: 21 juegos, 17 aperturas, 11 completos, 7 ganados, 10 perdidos, 142 innings, 118 hits, 40 carreras limpias, 134 ponches, 62 boletos, efectividad 2.54.
Alfonso L. Tusa C.
jueves, 17 de abril de 2008
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