viernes, 3 de noviembre de 2017
Santiago Sanchez Gonzalez finalmente en el Paseo de la Fama de los Navegantes del Magallanes.
Quizás su trabajo no sea apreciado con la justicia que corresponde, la época cuando Santiago Sánchez debió asumir la gerencia general del Magallanes fue una muy dura y turbulenta, la parte más agria de la década de 1980, le tocó deglutir los sinsabores de las eliminaciones continuas hasta 1983. En esos años tuvo la dedicación y el empeño para buscar todas las soluciones que estuvieron a su alcance. Contrató a Luis Aparicio y a Gustavo Gil como managers, trajo importados del calibre de Orel Hershiser, Mike Anderson, Barry Bonds, Bob Kipper, Joe Orsulak, Mike Bieleki, Benny Distefano entre otros tantos.Y lo más importante fue el inicio de una labor de búsqueda de talento más organizada, más responsable y profunda, mediante buscadores de talento como Carlos Loreto y Raul Ortega, que tuvo sus primeros frutos en la firma de Carlos García, Clemente Álvarez, José Villa, Edgar Naveda, Ramón García, entre otros, quienes se convirtieron en el mascarón de proa que llevó al equipo a lograr laureles en la década siguiente.
Antes de la temporada 1981-82, Oswaldo Olivares es cambiado a los Tigres de Aragua por Carlos Porte y Victor Davalillo quien luego fue dejado en libertad antes de empezar la temporada. Una transacción que terminó siendo poco productiva por cuanto Porte duró relativamente poco como segunda base del Magallanes.
Durante la temporada 1983-84 la gerencia magallanera envió a Manuel Sarmiento a los Tigres por Wolfgang Ramos y Roberto Espinoza. Un cambio que estremeció a la fanaticada por lo que significaba Sarmiento en Magallanes.
Santiago Sánchez estaba en la gerencia deportiva cuando Magallanes consiguió que Pedro Padrón Panza cediera a Alfredo Pedrique a título de préstamo en la temporada 1983-84, la primera bajo la égida del manager Tommy Sandt. Pedrique fue esencial en la estabilización del cuadro interior magallanero, su solvencia defensiva en el campocorto apuntaló el nivel de juego a partir del cual el equipo empezó a ganar juegos con una regularidad que le permitió ir a un juego extra ante los Tigres de Aragua y clasificar por primera vez en cinco años.
Una de las anécdotas que más recuerdo de Santiago Sánchez tiene que ver con los primeros pasos del antesalista Dimas Gutiérrez como regular con los Navegantes del Magallanes. Sánchez le comentó al periodista Rodolfo Mauriello que Gutiérrez le recordaba a un joven Gustavo Gil. “Dimas Gutiérrez tiene la misma mecánica, los mismos movimientos, el mismo estilo de lanzar, la misma flexibilidad que mostraba Gustavo Gil en su primera temporada con los Industriales del Valencia; Gil empezó jugando en tercera base, luego por recomendaciones de los técnicos se mudó a la intermedia, pero en la esquina caliente era muy bueno, le recuerdo muchas jugadas lanzándose de cabeza hacia la raya de cal, tal cual lo hace Dimas, con maestría, con determinación, con mucha convicción, sin nada que envidiarle a Dámaso Blanco ni a Brooks Robinson, ni a Graig Nettles, ni a Mike Schmidt”.
Muy dinámico y diligente, Santiago Sánchez González jugó papel fundamental en fraguar las bases de la base criolla sobre la cual trabajaron Rubén Mijares y John Carrillo hasta entregarle el testigo a Alfredo Guadarrama y Juan José Ávila en la exitosa década de 1990.
Alfonso L. Tusa C.
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