martes, 16 de enero de 2018
Viajar al centro del beisbol con Rubén Mijares.
Al conocer este lunes 15 de enero de 2018 la noticia del deceso de otro de aquellos amigos invisibles que frecuentaba cada noche en las transmisiones radiales de los juegos de beisbol, fue inevitable rememorar aquella temporada 1971-72 cuando Rubén se las ingenió para llevar a los Tigres de Aragua a su primer campeonato en LVBP, luego de despedir a cinco importados que exigían más dinero para jugar el playoff. También sus apasionantes anécdotas del beisbol amateur venezolano, de las grandes ligas, su paso por el circuito radial de Cardenales de Lara, por la gerencia de Caribes de Oriente en sus primeras temporadas, su trabajo en la oficina de la Confederación del Caribe, su trabajo como gerente y asesor en Bravos de Margarita. Pero lo que más burbujeaba en mi mente era esto:
Todavía recuerdo uno de los libros que más busqué de Rubén, trataba de un episodio de su segunda estadía como gerente general de los Navegantes del Magallanes hacia finales de la década de 1980. El título era algo así como “La vez que Magallanes entrenó en Miami”. Allí Mijares relataba como había armado la importación, detallaba como se reunió con los peloteros en Estados Unidos y viajó con ellos hasta Valencia. Rubén fue llamado en 1989 por el Dr. José Ettedgui para que se encargara de la gerencia general. Una de las primera decisiones que tomó fue cambiar al recién llegado Fred Manrique a los Tigres de Aragua por Oswaldo Olivares. Esa temporada (1989-90), el manager fue Marv Foley y Magallanes terminó primero en la ronda eliminatoria. La temporada siguiente, el manager fue Rick Down y terminó segundo en la temporada regular. En esa estadía Rubén Mijares también llevó a Benito Malavé y firmó a Eddy Díaz y a José Francisco Malavé.
En la temporada 1969-70, lo primero que hacía al abrir la página deportiva de El Nacional, era buscar la pelota descosida dibujada al tope de una columna llamada “Beisbol por Dentro”. Allí Rubén Mijares desmenuzaba con una prosa enceguecedora la rutina de Enzo Hernández con su guante antes de los juegos, la obsesión de Neudo Morales por usar las mismas medias sanitarias mientras se mantenía bateando imparables, la reflexividad de Dámaso Blanco al hablar de sus batazos más inesperados, la tranquilidad de Clarence Gaston al explicar como hacía para batear esos jonrones agónicos.
Luego me tocó escucharlo en el circuito radial magallanero, junto a Felo Ramírez y Leo Nazar, una noche comparó la jugada del boleto intencional fingido por Dick Williams con Rollie Fingers y Gene Tenace para ponchar a Johnny Bench en la Serie Mundial de 1972, con una jugada similar de la temporada 1972-73.
A mediados de 1974 me enteré de que Dave Parker vendría a jugar con Magallanes. Varios años después escuché a Rubén Mijares explicar cómo había negociado con las Águilas Cibaeñas de República Dominicana para que Parker viniese a jugar con los Navegantes a cambio de Bob Darwin. Ese año Mijares también trajo a Don Baylor y al relevista Kent Tekulve. Y en el playoff trajo a Bob Veale.
La temporada siguiente Mijares consiguió traer a uno de los prospectos de pitcheo más prometedores de los Orioles de Baltimore: Mike Flanagan. También repitió a Wayne Garland, Larry Demery y a Tekulve.
Siempre tenía un as bajo la manga, un recurso de última hora que hacía lucir competitivos a sus equipos. En algún comentario radial o en algún párrafo de sus columnas o libros, expresó que estuvo a punto de traer para Magallanes al mismísimo Dave Winfield a mediados de los setenta y al antesalista Matt Williams en los ochenta.
Lo que más me impresionaba y siempre extrañaré de Mijares era su gran disposición para relatar anécdotas. Los textos de “Beisbol por dentro” estaban escritos con esa misma pasión narrativa, quizás por eso asociaba su lectura con el “Viaje al centro de La Tierra” de Julio Verne. Quizás por eso aún recuerdo la emoción con que Mijares relataba la forma como lo miraba Bob Darwin una vez que se topó con él en un aeropuerto estadounidense cuando aun estaba muy reciente el cambio por Dave Parker. Quizas por eso aun recuerdo un texto suyo en el diario La República donde dsecribía con tanta o más emoción las incidencias de un campeonato nacional de beisbol juvenil, como si fuese el séptimo juego de la Serie Mundial.
Alfonso L. Tusa C.
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