Gisel soltó un linietazo de candela por toda la raya de tercera base, Melvin Mora se lanzó de cabeza y atrapó la pelota entre la polvareda. El murmullo de la ovación no desvía su mirada de los seis niños que jugaban primera base.
“Estar ausente del hogar la mayor parte del tiempo es duro para Gisel y para mí. A veces, parece una madre soltera”, dijo Mora una semana antes del Día de las Madres. “Al faltar yo, ella tiene que asumir todas las responsabilidades con los niños. Mucha gente dice ‘Bueno, ustedes tienen el dinero para contratar personas que los ayuden’. Pero es difícil confiar en alguien que venga a tu casa a criar tus hijos de una manera distinta. Pienso que tenemos unos niños maravillosos, ellos tienen una gran disciplina. No queremos que venga alguien a interrumpir su formación”.
Mora disfruta el béisbol, pero su alegría es mayor cuando termina el juego. Sabe que en casa esperan seis hijos y Gisel. “Cuando tienes un mal día en el campo, quieres ver a tus hijos y a tu esposa”.
Melvin se levanta y lanza la pelota. Los niños la reciben y tocan a su madre.
Alfonso L. Tusa C.
Fuente mlb.com
sábado, 12 de mayo de 2007
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