Los Medias Rojas de Boston atravesaban una de sus peores épocas en el béisbol. En los entrenamientos primaverales el nuevo manager, Dick Williams, declaró a los periodistas que al final de la temporada su equipo tendría más victorias que derrotas. Boston venía de terminar en penúltimo lugar. Los periodistas se lo quedaron mirando con el respeto forzado por las apariencias, al terminar la entrevista, muchos de ellos expresaron sonrisas irónicas.
Aquel 1967 Williams motivó a los Medias Rojas a través de la críticas duras sobre la marcha de los juegos. Muchas veces los peloteros se molestaban. Varios peloteros casi no se comunicaban con el manager pero sus tácticas de aguijonearlos terminaban por hacerlos dar lo mejor así fuera para callarle la boca. Antes de un doble juego a mediados de temporada, los patirrojos venían de perder varios juegos seguidos. Perdieron el primero y llegaron perdiendo el segundo al noveno inning, aún cuando vinieron de atrás para ganar, Williams convocó a varios peloteros del equipo a una práctica en el estadio a las 10 am del día siguiente. El día cuando Tony Conigliaro recibió un pelotazo en su ojo izquierdo, Williams había estado reclamándole al árbitro principal que el pitcher estaba lanzando la bola de saliva.
Todas esas imágenes regresaron a mi mente cuando la noche de este jueves 07 de julio de 2011 vi en cintillo de ESPN que Williams había fallecido. Otro episodio que centelleó en mi mente fue el primer juego de la Serie de Campeonato de la Liga Americana de 1972. Tigres de Detroit versus Atléticos de Oakland. Llegaron perdiendo 2-1 al cierre del undécimo inning. Con las carreras de pasar adelante en circulación, Gonzalo Márquez le comentó a Bert Campaneris que le podía dar un imparable a Chuck Seelbach. Campaneris se lo comentó a Williams y este trajo a Márquez de emergente por Dal Maxvill. Efectivamente respondió con sencillo a la derecha para empatar el juego. Los Atléticos ganaron 3-2. En el cuarto juego de la Serie Mundial de aquel año ante Cincinnati, Williams volvió a traer de emergente a Márquez con su equipo abajo 2-1 y un out en el cierre del noveno, el carupanero respondió con sencillo que prendió la mecha para que ganaran los Atléticos 3-2. Williams renunció a los Atléticos luego de ganar la Serie Mundial de 1973, debido a un incidente ocurrido con el segunda base Mike Andrews, quién luego de cometer dos errores en la derrota de Oakland en el segundo juego de la Serie, fue obligado por Charlie Finley a firmar un documento donde reconocía que estaba lesionado para inscribir a otro pelotero. Recuerdo muy bien ese momento porque el pelotero que Finley quería inscribir era Jesús Marcano Trillo. El Comisionado Bowie Kuhn bloqueó ese movimiento.
Otra imagen que centelleó ante mis ojos fue aquel trio de jardineros Warren Cromartie, Ellis Valentine y Andre Dawson que junto a Gary Carter formaban la espina dorsal de los Expos de Montreal de finales de los ’70 que tomó a su cargo Williams y cuando por fin llegaron a los play offs en 1981, el manager fue despedido. Siempre quise ver a Williams dirigir a ese equipo en aquel play off.
En 1984, Williams llevó a los Padres de San Diego hasta la Serie Mundial ante los Tigres de Detroit. Pensé que era la oportunidad de Sparky Anderson para desquitarse de la derrota ante Williams en la Serie de 1972. Y Sparky lo consiguió en 5 juegos. Williams una vez más había transformado una franquicia perdedora para llevarla a su primer título divisional y su primer banderín de la Liga Nacional. La marca de un manager singular.
Alfonso L. Tusa C.
viernes, 8 de julio de 2011
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