Entre el 27 de mayo y el 18 de agosto de 1965, un pitcher en su segundo año en el sistema de ligas menores de los Gigantes de San Francisco mostró un control de la zona de strike y un dominio de la escena, de manera tan constante que llegó a completar 17 juegos consecutivos, lo cual constituye un record en la citada liga.
Hablamos de Isaías Látigo Chávez con el uniforme de los Comodoros de Decatur. Aunque algunos de aquellos juegos (específicamente 6) fueron pautados a 7 episodios por ser parte de dobles juegos, esto no deja de restar méritos al logro.
En ese lapso El Látigo dejó marca de 10 ganados y 7 perdidos. La mayoría de las derrotas fueron por diferencia de 2 carreras. 6 de las victorias fueron blanqueos. Lanzó 140.2 innings. Permitió 115 imparables. Concedió 34 boletos. Ponchó 125. Su efectividad fue de 1.99.
La marca ha podido llegar a 18 juegos, el desafío donde se terminó la seguidilla, Isaías lanzó 13 innings y salió con el juego empatado a 4. En el inning siguiente ganaron los contrarios.
Esta es una marca que difícilmente sea alcanzada debido a la manera como se maneja a los pitchers en la actualidad.
El Látigo antes que un pitcher de bola rápida era un lanzador que dependía de colocar la pelota donde quería. Así sacaba de paso a los contrarios. Cuando lanzaba le bateaban muchos roletazos. Además era un pitcher por lo general bastante controlado. Eso le permitía lanzar hasta completar la mayoría de los juegos que abría. Su dominio se basaba en hacer batear a los toleteros con el menor número de lanzamientos.
Aquella temporada El Látigo lideró la Midwest League con 23 aperturas, lo cual indica que las otras 6 aperturas ocurrieron entre el inicio y el final de la temporada. También logró completar 20 desafíos, además de alcanzar 7 blanqueos. Todos estos números lo ubicaron entre los mejores lanzadores del circuito. En la organización de los Gigantes se frotaban las manos cada vez que el Látigo tomaba la pelota de manos del manager Richard Klaus. Su marca fue de 12 ganados y 9 perdidos. La efectividad muestra cuan dominador fue con sus envíos: 2.15. Acumuló 193 episodios de labor en los que aceptó 153 imparables lo cual le da un radio de 0.8 hits por cada inning. Recetó 163 ponches y concedió sólo 46 boletos. Su whip fue 1.052. Permitió 7.1 imparables por cada 9 innings. 0.5 jonrones por cada 9 innings. 2.3 boletos por cada 9 innings.
Por la forma como ha cambiado el juego, la mayoría de los abridores lanza por lo general entre seis o siete entradas. Los que llegan a ocho o nueve innings son especies en extinción. La especialización de los relevistas (uno para el séptimo, otro para el octavo y el cerrador para el noveno) ha determinado la nueva geografía de la estrategia de los cuerpos de pitcheo. Cada vez es más común que un pitcher salga del juego antes del octavo inning estando aún en condiciones de seguir lanzado. Esto ocurre aún en las ligas menores. Varios entrenadores de pitcheo lamentan que se haya adoptado esta política de formación para los lanzadores, además de hacer énfasis en los lanzamientos de altas velocidades. Alegan que por esas razones los pitchers en la actualidad son más frágiles que en el pasado. Y ciertamente será muy difícil que el record de Isaías Chávez en la Midwest League Clase A sea ni siquiera avistado a 10 juegos de diferencia.
Alfonso L. Tusa C.
miércoles, 6 de julio de 2011
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