El comentario de Dámaso Blanco a través del hilo telefónico me llevó a confirmar la información, Mike Flanagan, aquel pitcher que trajo Rubén Mijares junto a Wayne Garland, Larry Demery, Kent Tekulve, Clarence Gaston, Larry Harlow, Willie Randolph y Rob Andrews entre otros en la temporada 1975-76, había sido encontrado sin vida fuera de su hogar de Monkton, Md., la tarde del miércoles 23 de agosto de 2011.
La fotografía de Flanagan con el uniforme naranja de los Orioles me trasladó a un mediodía de enero de 1976. La voz de mamá cernida entre el dinamismo de la melodía “Love will keep us togeteher” (Captain & Tennille) me recordaba que debía terminar de pintar el garaje. Yo alegaba que como había terminado la huelga de profesores, me debía dedicar de lleno al inicio del tercer año de bachillerato. “¡Que va! Lo que usted comienza, lo tiene que terminar”.
Las páginas deportivas de El Nacional y El Universal destacaban el inicio de las semifinales del béisbol profesional. Mis ojos apretaban un titular que decía algo como: “Mike Flanagan vs Scott McGregor, un duelo de serpentinas en cámara lenta”.
Agarré el periódico, el horario de tercer año y una mesa plegable y me fui al garaje. Mamá me hizo regresar la mesa. “Una cosa a la vez hijo. No vayas a hacer un arroz con mango”.
Antes del juego mis hermanos comentaban que no entendían porque Johnny Lippon se había decidido por Mike Flanagan teniendo a Garland y a Demery. No quise decir nada. Había notado que hacía el final de la temporada Flanagan había llevado varios juegos cerrados hasta el final. Me dije “Ya van a ver”. Aquella noche, los envíos lentos de Flanagan marearon a la toletería cardenal y se llevó la victoria 3-2. “¿Y ahora que van a decir de Flanagan?” Les dije a Felipe y Jesús Mario mientras escuchaban los comentarios finales del juego. Su silencio se mantuvo en los siguientes 2 juegos de la semifinal porque Garland y Demery perdieron sus aperturas.
Aquel Magallanes había ido a jugar a Cumaná en diciembre de 1975. Entre la emoción por ir a ver por primera vez un juego de béisbol profesional en el estadio, guardaba la esperanza de que Mike Flanagan abriera o relevara en ese juego. Aquella tarde jugamos pelota como hasta las cuatro de la tarde. Cuando empezamos a escuchar las sirenas de los carros y los cohetes, agarramos los guantes y corrimos a prepararnos para el juego. Los espacios aledaños al estadio de Cumaná eran un mar de gente que apretujaba y arrastraba. Todo el trayecto hasta las tribunas lo hice con el radio transistor en la mano levantada. El primero en salir al terreno por Aragua fue David Concepción, le siguió Enos Cabell. En el segundo inning, el centerfielder de los Tigres, Dan Ford, se estrelló contra la pared de concreto persiguiendo un batazo, el impacto repercutió en todo el estadio, salió en camilla. Gilberto Marcano abrió por Magallanes, cuando Lippon decidió sacarlo se molestó y bataqueó el guante contra el montículo. Entre la alegría del triunfo magallanero lamenté que Flanagan no hubiese lanzado.
Para el cuarto juego de la semifinal había cierta sensación de que Cardenales podía sentenciar la serie. Sin embargo Flanagan se apareció con un soberbió trabajo completo donde apenas le conectaron 3 imparables y Magallanes ganó 5-1 para igualar la serie.
Cuando mamá regresó yo silbaba “Love will keep up together”. Se acercó y levantó la voz. “¡Hay que ver que eres cabeza dura! Te dije que llevaras esa mesa para la cocina y mira como la chispeaste toda de pintura”.
Garland y Demery volvieron a perder ante Cardenales en los juegos 5 y 6. Mientras nos balanceábamos en el mueble del porche le dije a mis hermanos: “Si alguno de los dos hubiera ganado, estoy seguro de que Flanagan iba a llevar al Magallanes a la final”.
Alfonso L. Tusa C.
viernes, 26 de agosto de 2011
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