lunes, 29 de agosto de 2011
El juego de los apodos: Los barones del bullpen.
Bruce Markusen. 14-01-2011
Los pitchers de relevo, por su naturaleza, tienden a ser excéntricos. Por eso no debería sorprender a nadie que algunos de los mejores apodos hayan pertenecido a relevistas, tanto los apagafuegos de antaño como los cerradores de la actualidad. Así que vale la pena hacer un recorrido por los bullpens, incluyendo paradas para ver al Sphinx, a un monstruo, un ganso, y otros animales.
Don “The Sphinx” Mossi: Capítulos y versos se han escrito acerca de Mossi, diremos, de apariencia inusual, por eso no debería sorprender que su apodo provenga de tales orígenes. No he podido discernir exactamente quien ideó el apodo The Sphinx, pero pienso que es justo decir que las orejas grandes de Mossi le recordaron a alguien las inmensas orejeras de la mitológica criatura egipcia. Para aquellos que no procesaron la imagen en sus mentes, el más directo apodo de “orejas” probablemente hizo el truco.
Los rasgos faciales de Mossi hicieron fácil que pasara por debajo de la mesa lo buen pitcher que fue durante los 12 años de una carrera que se expandió de 1954 a 1965. Como relevista zurdo novato, Mossi lanzaba rectas altas en strike con mucha fuerza, a menudo llegaban a más de 90 millas de velocidad. Como pitcher de segundo año con los Indios en 1965, Mossi lanzó 81 innings, ponchó 69 bateadores y caminó apenas a 18. De 1954 a 1956, él y Ray Narleski conformaron una de las mejores combinaciones zurdo-derecho del bullpen en la historia del béisbol.
A medida que envejeció y perdió velocidad, Mossi hizo la transición exitosa a la rotación, mientras hacía también los ajustes necesarios para pasar de pitcher de poder a uno que ubicaba sus lanzamientos. Mossi mantenía a los bateadores fuera de balance con una tortuosamente lenta pero efectiva curva. También mantuvo su gran control, al caminar menos de 49 bateadores en cada temporada con los Tigres entre 1959 y 1963.
The Sphinx no era Adonis, pero definitivamente podía pitchear.
Dick “The Monster” (“El Monstruo”) Radatz: Un mamut sobre el montículo, Radatz medía 1,96 m. y pesba entre 115 y 140 Kg., durante su carrera de Grandes Ligas, fue apropiadamente apodado “El Monstruo”. Aunque de apariencia intimidante, él se convirtió en una figura muy querida en todo Massachussets y parte vital de la tradición de los Medias Rojas.
Si alguna vez un apodo se ajustó a un pelotero, este era el de “El Monstruo” con Radatz. Cuando era estudiante de primer año en Michigan State University, el coach de futbol americano Clarence “Biggie” Munn se acercó al gigantesco Radatz. “Eres Radatz ¿no?”, preguntó Munn. “¿Por qué no te decidiste por el futbol americano”. Radatz respondió de inmediato. “No gracias Mr. Munn”, dijo Radatz. “No me gusta la carne cruda”.
Radatz podía lucir como un monstruo, también, específicamente como un monstruo fuera de control. Cuando cerraba los juegos con éxito, levantaba sus puños triunfalmente sobre su cabeza, un gesto bien comparable a la celebración del atleta contemporaneo, pero en los años 1960s era algo muy raro de ver. La celebración momentanea irritaba a algunos bateadores, quienes ya se sentían frustrados por no poder conectar su recta. Los aficionados de Boston, sin embargo, disfrutaban de Radatz y sus gestos.
La Nación de los Medias Rojas simplemente adoraba a El Monstruo.
Frank “Tug” McGraw: Apropiadamente, un personaje pintoresco como McGraw tenía un apodo inusual que revelaba algo de sus días infantiles. Hay dos versiones de cómo McGraw abtuvo el apodo “Tug”, una es particularmente humorística. De acuerdo al libro de James Skipper, Apodos Beisboleros (Baseball Nicknames), McGraw se ganó el apodo debido a sus hábitos mientras era un bebé. Templaba tan duro los seños de su mamá cuando lo atendía, que sus padres pensaron que era natural darle el apodo “Tugger”. De acuerdo a otra teoría, McGraw templaba cualquier cosa cuando era pequeño, ropas, juguetes, muebles. En cualquier caso, la etiqueta de Tugger fue abreviada a Tug.
El apodo de McGraw era memorable, así tambien lo era uno de sus hábitos en el montículo. Mientras jugaba para el equipo filial de los Mets en Jacksonville en 1968, McGraw, en el montículo, se golpeaba repetidamente con el guante sobre la cadera. El hábito comenzó como una manera de saludar a su esposa Phyllis, quien veia el juego desde la tribuna, pero pronto se convirtió en un producto ritual y supersticioso. McGraw empezó a golpear el guante contra su pierna en cada juego que lanzaba, sin importar si su esposa estaba en el parque o no. Mantuvo el hábito a través de sus días con los Mets y los Filis, hasta que se retiró en 1984.
Pedro “Drácula” Borbón: Como amante de las películas de vampiros ¿Cómo iba a dejar de escoger a un pelotero con un apodo de otro mundo? Para el colorido Borbón, el apodo Drácula evolucionó de un incidente de mordedura que produjo un incidente cómico en una intensa serie de playoff. Con los Mets y los Rojos enfrascados en la Serie por el Campeonato de la Liga Nacional, programada a 5 juegos en 1973, los malos sentimientos subieron a la cabeza en el tercer juego. Una pelea de dugouts vacíos empezó cuando Pete Rose atacó a Buddy Harrelson en segunda base, y comenzó una pelea ente la estrella de los Rojos y el pequeño shortstop de los Mets.
Borbón, como el resto de los relevistas de los Rojos, vino del bullpen y se unió a la trifulca.
En el fragor de la batalla, Borbón perdió la gorra. Al ver una gorra en el suelo, Borbón la agarró, pensando que era la suya, pero pronto notó que tenía un logo de los Mets. Molesto, la gorra pertenecía al jardinero de los Mets, Cleon James, Borbón mordió la gorra. No es de imaginar como Jones, un personaje impredecible, reaccionaría al ver su gorra marcada con dientes.
Más adelante en la carrera de Borbón, un incidente más serio consagró su reputación de tendencias vampíricas. En mayo de 1979, Borbón estaba en una discoteca de Cincinnati (¡Si, una discoteca!) cuando se vio involucrado en una pelea de media noche. Cuando el incidente se complicó, Borbón mordió a uno de los vigilantes de seguridad de la discoteca en el pecho. La indiscreción de Borbón le ocasionó un cargo por asalto. Cuando el periodista del Cincinnati Enquirer, Mark Purdy, entrevistó al vigilante, la víctima sólo pudo elucubrar sobre la conducta de Borbón. “Es un mordedor habitual, me parece”. Justo como el otro Drácula.
Al final de sus días como pelotero activo, Borbón se aventuró desde los vampiros hacia el vudú. Después que los Rojos lo cambiaron a los Gigantes contra su voluntad, amenazó con hacerle una maldición de vudú a su antíguo equipo.
Rich “Goose” (“Ganso”) Gossage: Fue en sus primeros días con los Medias Blancas de Chicago cuando Gossage obtuvo su famoso apodo. Contrario a lo que yo había asumido por muchos años, el apodo de Gossage no era un juego sobre su apellido. El apodo vino de su compañero de habitación en los Medias Blancas, el pitcher Tom Bradley, quién es recordado por usar lentes de sol en el montículo. Poco después que Gossage llegara a los Medias Blancas, Bradley notó lo inusual de la mecánica de pitcheo de Gossage. Bradley le dijo a Gossage que parecía un ganso cuando lanzaba la pelota.
Los medios de Chicago publicaron la observación de Bradley, y así se oficializó el “Ganso” Gossage. El apodo ganó aceptación. Para finales de los años 1970s, más personas se referían a Gossage como Ganso que como Rich.
Él es uno de dos Gansos inquilinos del Salón de la Fama, el otro es el jardinero Leon “Ganso” Goslin.
Brad “The Animal” Lesley: Lesley lanzó solo tres temporadas en las Grandes Ligas, pero tuvo éxito en dejar una impresión duradera en las ligas de Estados Unidos y Japón. Apodado “El Animal” por sus movimientos sobre el montículo, Lesley saltó a la luz pública nacional poco después de llegar a las Grandes Ligas con los Rojos de Cincinnati. Saltando y embistiendo en el montículo, el inmenso Lesley golpeaba su guante con el puño luego de ponchar a los bateadores. También se ganó la fama de tener una dieta poco común, que incluía ranas vivas.
“Tambien como arañas”, dijo Lesley orgullosamente a The New York Times en 1982. “Adoro comer criaturas”. Si, a “El Animal” le gustaba comer animales.
Match “Wild Thing” (“Cosa loca”) Williams: Como parte de una tendencia creciente, Williams debe su apodo a la cultura popular, específicamente a la primera película Major League, la cual se convirtió en un sorpresivo éxito de taquilla en 1989. El lanzamiento de la película coincidió con la temporada de la consagración de Williams, cuando agenció una efectividad de 2.76 en 76 juegos, tope de la Liga Nacional. Aunque efectivo por momentos como cerrador, primero con los Cachorros y luego con los Filis, Williams algunas veces parecía imitar al personaje de Charlie Sheen en la película, el adorable Ricky Vaughn, quién era capaz de golpear al bateador del círculo de espera con un envío descontrolado.
Williams no era del todo así de salvaje, pero aún así se las arreglaba para convertirse en una versión moderna del difunto Ryne Duren. Llegando a menudo a cuentas completas y algunas veces entregando boletos como billetes de estacionamiento, a menudo estaba próximo a conceder un boleto por cada inning lanzado en la temporada, Williams lanzaba con un movimiento fuera de balance, en el cual usualmente caía al suelo después del lanzamiento.
Dado el esfuerzo máximo hecho en el movimiento, nadie se pregunta si Williams tenía la más mínima idea de donde terminaría su recta. Aún así, él tuvo una carrera exitosa, mejor que la que a menudo se acredita desde su trabajo como analista del circuito televisivo de MLB.
Menciones honoríficas: Rich “El Guapo” Garcés, Tom “The Blade” Hall, Al “The Mad Hungarian” Hrabosky, Aurelio “Señor Smoke” Lopez, Sparky “The Count” Lyle y Don “Stan The Man Unusual” Stanhouse.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
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