viernes, 8 de julio de 2016
Mark Funderburk, Fue Paciente- 1099
Domingo, 3 de noviembre de 2013.
Mark Funderburk jugó tan lejos de las mayores como era posible en 1984, en Italia. Pero cada noche, le dijo a The Orlando Sentinel el agosto siguiente, él rezaba para regresar.
Su carrera de Grandes Ligas en ese punto consistía en solo ocho juegos con los Mellizos de Minnesota a finales de la temporada de 1981. Pero el habló con el Sentinel en agosto de 1985, cuando parecía que su sueño de regresar podía convertirse en realidad.
“Soy una persona muy religiosa, y mi fe en Dios me ayudó a aprender a ser paciente”, le dijo Funderburk a The Sentinel. “Eso me ha dado paz interior. Había momentos cuando pensaba en renunciar, pero entonces me decía, ‘El Señor me dio un talento, y voy a seguir tratando hasta que logre mi meta’. Pienso que esta vez tengo una buena oportunidad”.
Y tuvo una buena oportunidad. En semanas, Funderburk estaba de vuelta en las mayores, de vuelta en Minnesota. Entonces, por un mes, Funderburk fue regular en Grandes Ligas.
La carrera de Funderburk empezó en 1976, tomado por los Mellizos en la ronda 16 del draft, en Louisburg College de North Carolina.
Con los Mellizos, Funderburk comenzó con el Elizabehton de la liga de novatos, para llegar al Wisconsin Rapids de Clase A fuerte en 1977. Pasó al Orlando AA en 1980, entonces aterrizó en el Toledo AAA en 1981.
Fue en septiembre de 1981 cuando Funderburk hizo su primer viaje a las mayores. Participó en ocho juegos, consumió 15 turnos al bate. En total, consiguió tres imparables.
Desde ahí, Funderburk regresó a las menores, en 1982 regresó a AA. Luego de jugar brevemente con el Omaha AAA de la organización de los Reales de Kansas City en 1983, terminó esa temporada en México y el año siguiente jugó en Italia.
Despues de eso, Funderburk regresó a Orlando. Allí era donde vivía su familia política. Sus pensamientos eran que se había terminado su carrera de beisbolista, y se enfocaría en su otro amor, la carpintería, escribió The Sentinel. Por eso fue que pensó que el gerente general de Orlando, Bob Willis, lo había llamado en el receso de esa temporada.
“Cuando yo jugué aquí, Willis sabía de mi hobby”, le dijo Funderburk a The Sentinel. “Pensé que me iba a pedir que le hiciera un trabajo de carpintería para él o para el clubhouse”.
En vez de eso, Willis estaba tratando de armar un equipo. Quería que Funderburk regresara a jugar. De vuelta en las menores, Funderburk, bateó, y bateó bien. Al final del año, bateaba .283. Tambien había descargado 34 jonrones. Nunca había bateado tantos en una temporada.
Bateó lo suficientemente bien para llamar la atención del nuevo manager de los Mellizos en Minnesota, Ray Miller, de acuerdo a The Associated Press.
“Miré las estadísticas y pregunté quien era ese tipo”, le dijo Miller a AP. “Dije, bien, si él sigue bateando, le daremos un vistazo. Todos me dijeron que él era un bateador que le hacía swing a todo quien ya había estado aquí antes. Yo dije, ‘No debe estar haciéndole swing a todo ahora. No se está ponchando”.
Miller habló con The AP después que Funderburk empujara tres carreras en un juego de finales de septiembre en Kansas City. En total, Funderburk empujó 13 carreras ese septiembre. También coleccionó 22 imparables, incluyendo sus únicos dos jonrones en Grandes Ligas
Funderburk siguió jugando en las menores por dos temporadas más, pero nunca regresó a Minnesota.
A partir de allí, Funderburk tuvo una breve carrera como coach de ligas menores, entre 1988 y 1992 fue coach de bateo de vuelta en Orlando para los Mellizos en AA, aunque nunca fue coach en Grandes Ligas. Su trabajo era tratar de hacer que los jóvenes prospectos de los Mellizos llegasen a las Grandes Ligas.
“Nunca hubo dudas de que Ray podía batear. Un día su bateo lo podía llevar a las Grandes Ligas”, le dijo Funderburk a The Sentinel del joven bateador Ray Ortiz en 1992. “Pero las Grandes Ligas están llenas de bateadores dsignados…Ray tiene que mejorar su juego en los jardines si quiere legar allá y quedarse”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
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