martes, 14 de junio de 2016
Motivado por una pasión por el beisbol, Kole Calhoun probó que sus detractores estaban equivocados.
Marcia C. Smith. ocregister.com. 10-04-2015.
Los Angelinos estaban aullando con sus halos luego de su juego del 17 de septiembre, al celebrar en el clubhouse de Angels Stadium como los nuevos campeones del oeste de la Liga Americana.
Los peloteros parecían anfibios, cada uno usaba su careta de buceo, hicieron un alto en su burbujeante festividad cuando el manager Mike Scioscia, se sentó en el piso con una botella en la mano.
Felicitó al equipo por terminar la sequía de cuatro años sin playoff. Se volteó en el piso y pasó la botella al residente experto en postemporada Albert Pujols, el veterano bateador de poder quien había jugado tres Series Mundiales con los Cardenales de San Luis, y ganó dos.
Pujols dijo unas pocas palabras y revisó la habitación, sus ojos pasaron a través del potencial jugador más valioso de la Liga Americana Mike Trout, el as Jered Weaver, el campocorto estrella Erick Aybar, el gerente general Jerry DiPoto y otros hasta encontrar al héroe anónimo de la temporada 2014.
Entonces Pujols coloca la champaña en las manos de un Angelino menos conocido, el compacto y pecoso pelirrojo quien fue el abridor del orden al bate, jugó en el jardín derecho e hizo tragar sus palabras a todos los que dijeron que él era muy pequeño y lento para jugar en las mayores.
“Kole es nuestro MVP”, expreso Pujols, mostrando admiración y cediendo los honores de descorchar la botella a Kole Calhoun.
Atrapado fuera de guardia pero con careta de buceo, Calhoun luchó nerviosamente con la botella, se fajó con el corcho y finalmente forzó el estallido, la espuma salió proyectada hacia lo alto para más celebración.
“No podía creer que Albert me diera la botella”, recordó Calhoun de su mejor bautismo con los Angelinos. “¡Solo esperaba poder hacer explotar al corcho!”.
Cuando los Angelinos inauguren su calendario como anfitriones el viernes en la noche contra Kansas City, Calhoun regresará como abridor, bateando primero y delante de los todos estrellas Trout y Pujols, sin discusión los mejores peloteros de sus respectivas generaciones.
Para llegar allí, Calhoun ha tenido que fajarse, esa es la razón de que, una décimotercera escogencia en 1999 quien bateó .272 la temporada pasada con 31 dobles y 17 jonrones, le guste tanto a Pujols.
Los entrenadores de escuela secundaria de Phoenix le dijeron una vez a Calhoun que él nunca jugaría en sus equipos. Así que su familia se mudó hacia el oeste, donde él pudiese tener una oportunidad.
Los scouts lo descartaban debido a su poca estatura y velocidad a pesar de ser un bateador zurdo y tener muy buen brazo de esa mano. Así que él los ignoró y siguió insistiendo, esperando llamar la a tención de alguien.
Los equipos de Grandes Ligas lo ignoraron en cuatro drafts: luego de temporadas destacadas en Buckeye Union (Ariz.) High, luego de dos años en Yapavi College (Prescott, Ariz.) y de nuevo después de su temporada inicial en 2009 en Arizona State.
Para entonces, Calhoun había experimentado suficiente rechazo para tomar un “no” como respuesta. Pero él insistía.
El scout de los Angelinos, John Gracio vio la intensidad de Calhoun, los intangibles de la firmeza y el carácter de un jugador hambriento y valioso compañero de equipo.
Los Angelinos lo seleccionaron en la octava ronda (264 en la general) del draft de 2010. Fue el jugador de liga menor del año de los Angelinos en 2011, debutó en Grandes Ligas en 2012 y se convirtió en jugador regular la temporada pasada.
Ahora tiene 27 años, cuatro mayor que el fenómeno Trout. Y él está ahí.
“Estamos viviendo el sueño”, dijo la madre de Calhoun, Teresa, quién estará en el juego inaugural como anfitrión del viernes en la noche. “Si hay algo que Kole prueba, eso es ‘No te rindas. Ten fe’”.
Nacido para jugar pelota.
Calhoun nació en la Cactus League, en el St. Luke Hospital de Tempe (Ariz.), a pocas millas de la facilidad de entrenamientos primaverales de los Angelinos.
Su padre Gregg una promesa del beisbol del area de Phoenix quien dejó pasar una oferta de Arizona State University por el dinero rápido de un rodeo de toros.
“Pero el rodeo terminó cuando él llegó”, dijo Teresa Calhoun de cabellos claros, señalando a Kole en el jardín derecho durante un juego de la Cactus League esta primavera en el Diablo Stadium de Tempe.
“Montar toros era muy peligroso y no pagaba las facturas”, dijo ella. “Estábamos comenzando una familia así que teníamos que ser prácticos”.
Ella describió a Kole, el mayor de tres hijos, como un “Hermoso bebé quien siempre quería estar alrededor de las personas y jugar”.
A los cuatro años, Kole aterrorizaba a la familia al agitar un bate de plástico en la sala de Phoenix.
Kole acompañaba a su padre en su trabajo como instalador de televisión por cable, siempre buscaba algo que batear.
Duirante un receso de almuerzo, Kole desapareció. Un directivo de la propiedad encontró a Gregg para decirle lo que Kole había hecho.
Kole había tomado un pedazo de tubo de treinta centímetros de largo, y tres de diámetro, de la parte trasera de la camioneta de su padre. Lo usó para batear las aceitunas negras que habían caído de un árbol, las estrellaba contra la pared del edificio de apartamentos.
Cientos de manchas negras punteaban la pintura blanca, lo cual enfureció a Gregg, quien corrió para detener a su hijo.
“Espere”, dijo el directivo, tocando la espalda de Gregg. “Mírelo golpear esas cosas. Mire esa coordinación mano-ojo. ¿Puede hacer eso?”
Gregg sacudió su cabeza y dijo, “Vamos a tener que inscribirlo en un equipo de beisbol”.
La carrera beisbolera de Kole se convirtió en un reto para la familia, con juegos y viajes todo el año, y sus padres siempre en las tribunas.
Sus hermanas menores, Taylor y Shelby, jugaban a atrapar la pelota con él y le lanzaban práctica de bateo. Taylor, a los 12 años, salió con un ojo morado al lanzarle.
“Todos jugaban con Kole porque él siempre tenía una pelota en las manos”, dijo Teresa.
Ella le compraba juegos de barajitas de beisbol coleccionables cada año. Lo ayudaba a decorar su habitación con sus uniformes y trofeos de pequeñas ligas.
Ella lavaba las manchas más rebeldes de sus uniformes. Ella traía a casa los bobbleheads de beisbol que vendían en el Circle K local, donde trabajó por 12 años.
Ella hasta llevó a Kole de 10 años con ella cuando su compañía, un patrocinante importante de los Cascabeles de Arizona, ofreció a sus trabajadores veteranos una caminata por el Chase Field antes que este abriera sus puertas en 1998.
“Durante la visita, lo recuerdo diciendo, ‘Voy a jugar aquí algun día mamá’”, dijo Teresa. “Y le creí. Nunca lo dudé”.
Pero otros si dudaron.
Rechazado, despreciado.
Cuando Kole estaba a punto de empezar la escuela secundaria, los entrenadores de tres liceos de Phoenix le dijeron al entonces catcher zurdo que él probablemente nunca jugaría en sus equipos.
Con su vecindario de Phoenix sufriendo dificultades urbanas y las posibilidades locales de juego para Kole disminuyendo, los Calhoun se mudaron 30 millas al oeste.
Compraron un acre en Buckeye, entonces un pedazo de desierto que se estiraba por seis salidas marcada con cactus en la Freeway 10, con una población de 6500.
Buckeye ha sido el hogar de dos personas notables, de acuerdo a Wikipedia: El autor de “The Jungle”, Upton Sinclair y Calhoun.
En Buckeye Union High, Kole jugó futbol Americano, futbol y beisbol. Fue un quarterback reconocido en todo el estado y fue nombrado jugador del año en beisbol en 2006 por Skyline Region.
Al no ser escogido en la secundaria, él fue a la universidad en Yapavi, y se convirtió en una mención honorífica del NJCAA All-American en 2008.
Sin ser escogido al salir de Yapavi, consiguió una beca de ASU, al haber querido jugar cerca de su abuelo y cumplirle una promesa a su madre sobre ser el primero de la familia de ella en lograr un grado universitario.
Al no ser escogido luego de su mención honorífica All-Pac 10 en la temporada de primer años y de batear un jonrón de bases llenas en la 2009 College World Series, Calhoun estaba muy afectado.
“No conseguir nada después de su primer año universitario fue lo más disgustado que he visto a Kole”, recordó Gregg. “Pero mi hijo no se resignaría. Yo le seguía diciendo a los scouts quienes decían que él era muy pequeño y lento, ‘¡Solo déjenlo jugar! ¡Le compraremos unos zapatos de tacón alto!’”
Calhoun logró su grado (estudios interdisciplinarios en negocios y sociología), y finalmente fue escogido en el draft de 2010 y se sumergió en el sistema de granjas de los Angelinos.
Una llamada tarde en la noche llegó el 20 de mayo de 2012.
“¿Qué vas a hacer este fin de semana?” le preguntó Kole a su padre. “Necesitas ir a Oakland. ¡Voy para las Grandes Ligas!”
Gregg empezó a llorar, le pasó el teléfono a Teresa. Ellos estuvieron en el Coliseo de Oakland para ver su debut el 22 de mayo y su primer imparable, un sencillo de bate partido, la noche siguiente.
“Al verlo”, dijo Gregg, “todo lo que yo quería era encontrarme con cada scout que alguna vez nos dijo que él nunca lo haría”.
Bromas sobre sus detractores.
La noche posterior a su primer imparable, Calhoun entró al clubhouse y encontró una bolsa de papel en su casillero.
El pelotero quien nunca recibió mucho respeto antes, sacó orgullosamente la pelota de la bolsa.
Entonces leyó la inscripción mal escrita: El primer imparable de Cole Kalhoun.
Se ruborizo hasta el rojo de los Angelinos, lanzó sus manos hacia el aire, al haber llegado tan lejos, gritó, “¿Verdad?”
Los peloteros más bromistas de inmediato largaron la carcajada, y el cuidacuartos le lanzó la pelota verdadera con la inscripción correcta.
Calhoun le hizo la misma broma a su padre, quien mantiene esa pelota en la sala de la familia.
Esa fue su bienvenida a las Grandes Ligas.
El pasado septiembre probó que pertenecía allí.
Esta noche Kole Calhoun es el abridor,
Sin bromas.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
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