sábado, 23 de junio de 2018
Billy Connors, Gurú de Pitcheo de los Yanquis, fallece a los 76 años de edad.
Richard Sandomir. The New York Times. 21 de junio de 2018.
Billy Connors, un coach de pitcheo de los Yanquis conocido por mejorar la a menudo imbateable recta cortada del relevista Mariano Rivera y por ser un consejero cercano de George M. Steinbrenner, el una vez dueño del equipo, falleció este 16 de junio.
Los Yanquis anunciaron su deceso pero no informaron donde falleció o hablaron de una causa. Vivía en Safety Harbor, Fla., en la costa occidental de la bahía de Tampa.
Connors convirtió una corta y olvidable estadía como grande liga con los Mets y los Cachorros de Chicago en una larga carrera como coach conocido por instruir a los nuevos pitchers y reconstruir la mecánica de los pitchers. Fue coach de pitcheo de los Reales de Kansas City, los Cachorros (dos veces) y los Marineros de Seattle antes que los Yanquis lo contrataran en 1989 por el primero de tres períodos.
“Lo que me dijeron los periodistas cuando llegué aquí”, le dijo a The Daily News en 2003, fue que Steinbrenner “siempre despìde al coach de pitcheo antes de salir del manager. Pero siempre dije que no me iba a dejar intimidar por él porque eso me alejaría de hacer mi trabajo”.
Connors también trabajo con los Yanquis como vice presidente y gurú de pitcheo organizacional del equipo. Contribuyó a enseñarle la recta cortada al lanzador zurdo Andy Pettite, quien jugó con los Yanquis por 15 años, y a C.C. Sabathia, otro zurdo quien ha lanzado para el equipo desde 2009. La recta cortada, un híbrido entre la recta y la slider, rompe lateralmente hacia las manos de los bateadores derechos cuando es lanzada por un zurdo.
Cuando Dwight Gooden firmó con los Yanquis en 1996 después que su carrera con los Mets había sido malograda por el abuso de las drogas, Connors lo observó ejercitarse.
“Connors procesó la data por menos de un minuto antes de notar que las detrezas que Gooden había tenido eran cosa del pasado”, escribió Bob Klapisch de The Record of New Jersey en 2013. Connors detuvo el ejercicio rápidamente,
“Olvida como solías pitchear”, le dijo Connors, de acuerdo al artículo. “O lo haces a mi manera o no haces nada”.
Al trabajar con Connors y el coach de pitcheo Mel Stottlemyre, Gooden alteró su manera de lanzar, y en mayo pitcheó un juego sin hits ni carreras contra Seattle.
Durante un momento difícil que vivía David Cone en 2000, el pitcher fue a Tampa para trabajar con Connors. Se puso ansioso acerca de que el tutelaje no estaba funcionando y se encerró en su casa, donde Connors lo buscó y “habló conmigo hasta sacarme de ese hoyo”, fue citado de ; “A Pitcher’s Story: Innings With David Cone” (2001) de Roger Angell.
Desde 1996 hasta 2012, Connors trabajó principalmente en el complejo de ligas menores de los Yanquis en Tampa. Fue parte del llamado emporio cerebral de Tampa, donde Steinbrenner vivía y trabajaba regularmente, un arreglo que a veces creaba fricción con los oficiales del equipo en el Bronx.
“El jefe tenía bastantes amigos, pero se han ido muchos”, le dijo Connors a The Daily News en 2003. “Tal vez yo llene ese vacío”.
William Joseph Connors III nació el 2 de noviembre de 1941, en Schenectady, N.Y., hijo de William Connors Jr., detective de una agencia de seguros y Mafalda (Vardine) Connors.
Billy destacó en el beisbol desde pequeño. Se convirtió en estrella del equipo local de las pequeñas ligas, con el cual ganó la Serie Mundial de la pequeñas ligas en 1954. Camino a Williamsport. Pa., donde se realizó la serie, Connors pitcheó un juego sin hits ni carreras y ponchó 13 bateadores en un juego del campeonato regional. En las semifinales de la Serie Mundial, permitió solo cuatro imparables y largó un jonrón de dos carreras en la victoria de Shenectady sobre Mansontown, Pa. En el juego final, Shenectady venció a Colton, Calif., 7-5.
“Todos éramos amigos y él era el líder”, le dijo Bill Masucci, quien ganó el juego final, a The Daily Gazzette, un periódico de Shenectady, a principios de esta semana. Llamó a Connors “Mr. Finesse”, quien podía lanzar una curva “que podía pegarle a las personas en sus nalgas”.
Connors jugó beisbol y baloncesto en Syracuse University, antes de irse para firmar con los Cachorros en 1961.
Un gran contador de historias, Connors recordó en una entrevista con The Chicago Tribune que después que fue zarandeado en un juego donde pitcheaba en relevo en 1966, su primera temporada en grandes ligas, su madre trató de animarlo. “Ella tenía una copia del periódico y señalaba la columna de la efectividad. Mi efectividad era 18.00. Me dijo: ‘Hijo, deberías estar orgulloso. Nadie más tiene una tan alta’”.
En una temporada con los Cachorros y dos con los Mets, Connors apareció en 26 juegos y tuvo marca de 0-2. Su efectividad fue muy alta: 7.53.
Se retiró y se dedicó a ser coach de pitcheo. En 1971, lanzaba la práctica de bateo para los Mets, entonces se convirtió en instructor de pitcheo de ligas menores del equipo. Se mudó a un cargo similar con los Filis de Filadelfia antes que los Reales lo contrataran como coach de pitcheo en 1980.
En una década estaba con los Yanquis, para reemplazar a Clyde King como coach de pitcheo en 1989, su primer período en el carrusel giratorio de coaches y managers de Stenbrenner. Luego de dos temporadas, Connors fue sustituido por Mark Connor. Regresó a los Cachorros pero fue de vuelta a los Yanquis en 1994 antes de ser cesanteado a mitad de la siguiente temporada entre las tensiones de un equipo que jugaba por debajo de .500. Connors fue reasignado como consejero especial y pronto llegó a la oficina principal. Regresó para una estadía breve como coach en 2000, cuando Stottlemyre se tomó un tiempo para el tratamiento de su cáncer.
A lo largo del tiempo, Connors acumuló más que solo trabajos como coach de pitcheo. También coleccionó un grupo de mascotas, incluida una periquita llamada Lucy y un par de asnos enanos a los que llamó como a dos pitchers de los Yanquis, Rivera y Orlando Hernández.
No hubo información disponible de sobrevivientes.
La filosofía de pitcheo de Connors era simple.
“Lo que sea que tengas que hacer para ganar, ese es el nombre del juego”, le dijo a The Tribune en 1985. “Eso ha sido parte del juego por 100 años. No es un secreto. Hay ciertos pitchers con los que trabajo para enseñarles a lanzar la bola de saliva. Pero eso es un último recurso”.
Alain Delaqueriere contribuyó en la investigación.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
Nota del traductor: Estadísticas de Billy Connors con los Navegantes del Magallanes en la temporada 1966-67: 40 J, 40 JR, 4 G, 4 P, 10 S, 67 IL, 63 HP, 15 CL, 33 K, 25 BB, 2.01 EFECT.
miércoles, 20 de junio de 2018
Una agitada temporada de cambios.
Muy pocas veces había visto que la gerencia deportiva de los Navegantes del Magallanes ejecutara tantos cambios como en los cuatro meses comprendidos entre febrero y mayo de 2018. Se sabía que ele quipo tenía una deficiencia notable en cuanto a pitchers abridores, pero nunca imaginé que llegasen a realizar cambios a un ritmo de uno por mes.
El movimiento de más expectativa, por la jerarquía del lanzador obtenido y por la posibilidad de que juegue buena parte de la temporada, me parece el de Henderson Álvarez, me parece que podría ser ese abridor criollo de cabecera que el Magallanes ha necesitado las últimas temporada para trascender hacia las instancias decisivas del torneo. Por otro lado también hay expectativas respecto al jugador del cuadro José Gómez, quien podría convertirse en campocorto regular de los Navegantes.
Luego sigue la adquisición de Johan Pino, el tipo de lanzador ideal para LVBP, sin ningun tipo de restricción. Aunque ya tiene cierta edad, Pino ha demostrado que puede ser de peso en esta liga, es capaz de ganar juegos importantes y darle al manager cinco o seis innings de labor aceptable. También llama la atención de Wilmer Becerra un jardinero afectado por las lesiones quien podría estar disponible pues le interesa jugar para intentar recuperar el potencial que una vez lo llevó a ser un reconocido prospecto.
La llegada de Wilfredo Boscán, en mi opinión es una agradable incógnita por el bajón que ha tenido en las últimas temporadas, pero eso podría convertirse en el acicate que lo motive a reverdecer viejos tiempos cuando llegó a ser considerado uno de los zurdos más efectivos de LVBP. Tal vez los nuevos aires contribuyan a que Boscán se reencuentre con su vieja forma y tenga una buena temporada.
En mi opinión, la negociación que inspira menos expectativas es la de Alex Torres, espero estar equivocado, pero pareciera que el zurdo carabobeño hubiese dejado atrás sus mejores días en el montículo, sobre todo porque no ha podido resolver sus problemas de control. Si es capaz de superar esas dificultades, Torres pudiera convertirse en esa especia de “caballito de batalla” del bull pen quien pudiera abrir juegos y relevar largo y corto.
Y la que me llama más la atención es la más reciente, donde llegaron Renato Núñez, Jesus Flores y los lanzadores Gabriel Moya y Eduard Bazardo. Si bien Núñez pudiera ser ese cuarto o quinto bate que reemplace a Mario Lisson, me parece que Flores puede resultar muy importante para el equipo por la experiencia que puede aportar detrás del plato y por las muestras de bateo oportuno que mostró en las últimas temporadas con las Águilas. Moya y Bazardo, si juegan reforzarían el bull pen.
Ahora si pareciera que el mandado de buscar las piezas necesarias en el mercado de cambios está hecho, solo resta esperar a que llegue octubre para ver como inserta el manager Omar Malavé estas piezas en la configuración del equipo.
Alfonso L. Tusa C. 20 de junio de 2018. ©
Zulia y Magallanes pactan mega un cambio de 8 peloteros en la LVBP. El Emergente. Ignacio Serrano.
lunes, 18 de junio de 2018
Las Águilas del Zulia y los Navegantes del Magallanes cerraron este lunes un esperado mega cambio, que involucra al grandeliga Renato Núñez y a otras siete figuras, incluyendo al también bigleaguer Rougned Odor.
El acuerdo fue anunciado por el departamento de prensa rapaz y ocurre a pocos días de que Núñez indicara a través de su agente que deseaba jugar en algún equipo del centro del país, pues por razones familiares no estaba dispuesto a sentar su base invernal en Maracaibo.
Desde entonces se especulaba que su destino final sería Valencia, su ciudad natal y dónde reside cuando se encuentra en Venezuela.
Los aguiluchos habían adquirido al slugger en un acuerdo previo con los Tigres de Aragua.
Los turcos adquirieron también al receptor Jesús Flores, al lanzador Gabriel Moya y al joven Eduard Bazardo. Para eso, cedieron también al catcher José Briceño, al relevista José "Chino" Flores y al prospecto José Azócar.
Aunque Núñez y Odor son las caras más visibles de este cambalache, Briceño se encuentra actualmente en las Mayores como careta suplente de los Ángeles de Los Ángeles y Moya lanzó en la campaña pasada con los Mellizos de Minnesota en la gran carpa.
Es el cuarto pacto que sellan los occidentales desde que terminó la zafra 2017-2018. Se trata del quinto que firman los centrales, convertidos junto a los Tigres de Aragua en los dos elencos que mayor actividad han tenido en el mercado desde que terminó la serie final.
Briceño se convierte en la primera opción de los emplumados detrás del plato, al tiempo de que agregan a un apagafuegos derecho muy útil en este béisbol y a un joven patrullero, Azócar, que se encuentra en clase A y agrega profundidad a la divisa.
Odor es natural de Maracaibo, por lo que no se descarta su eventual participación con los zulianos.
Núñez pasa a ser el cuarto bate natural de la nave, el primer remedio que consigue la gerencia para conjurar el retiro de Mario Lissón, la suspensión por dopaje de Jesús Valdez y las posibles restricciones de Adonis García, quienes formaron el corazón de la ofensiva azul en la justa pasada.
Publicado en El-Nacional.com, el lunes 18 de junio de 2018.
miércoles, 6 de junio de 2018
Ron Cook: Recordando a Bruce Kison dentro y fuera del terreno.
Ron Cook. Pittsburgh Post-Gazette. 03 de junio de 2018. 10:32 AM
El pequeño Tim se casó con Miss Vicky en el programa televisivo Tonight de Johnny Carson el 17 de diciembre de 1969, con 40 millones de personas viéndolo en todo Estados Unidos. Busque los detalles en Google. Son surrealistas y vale la pena revivirlos. Esa fue la segunda boda más memorable de mi juventud.
La primera fue la de Bruce Kison.
Los detalles regresaron de pronto cuando Kison falleció de cáncer este sábado 2 de junio.
Como todo Pittsburgh, yo estaba emocionado cuando los Piratas ganaron la Serie Mundial de 1971, al imponerse 2-1 en el séptimo juego en Baltimore, amparados en un juego de cuatro imparables de Steve Blass. Y, como todo Pittsburgh, estaba preocupado de que Kison no pudiera regresar a Pittsburgh a tiempo para su boda de esa noche. Apenas lo logró.
“Ni siquiera me felicitó por lanzar un buen juego”, recordó Blass el domingo. “Solo dijo, ‘Gracias por acabar con esto rápido’”.
Un helicóptero llevó a Kison y al padrino de la boda, su compañero de equipo Bob Moose, desde Memorial Stadium hasta el aeropuerto de Baltimore para tomar un vuelo a casa en un Leer Jet gestionado por el amigo de Bob Prince, Jack Piatt. Una escolta policial hizo el resto en Pittsburgh. Kison y Anne Marie Orlando de Verona se casaron mientras una ciudad pendiente regresaba a su celebración.
“¿Por qué todos han hecho de la boda un gran acontecimiento?” había preguntado Kison pocos días antes. “Si no puedo regresar a Pittsburgh el domingo, tendremos que cambiar la boda, eso es todo”.
Kison había previsto todo durante la Serie Mundial.
***
Roberto Clemente fue la estrella de los Piratas, fue el jugador más valioso de la serie al batear .414 con 1.210 de OPS y jugar una defensa brillante. Blass no tuvo una, sino dos victorias en juegos completos. Kison fue el héroe inesperado.
“A los 21 años de edad, parece que tuviese 15”, escribió Pat Jordan en Sports Illustrated. “Tiene un cuerpo de adolescente, puros brazos y piernas y poco torso. Su rostro es largo y perfilado y con relieve de peluza de durazno”.
No había razón para esperar que Kison hiciera lo que hizo en el cuarto juego contra los Orioles. Había subido al equipo grande a finales de junio de 1971 y lo hizo lo suficientemente bien para quedarse con los Piratas. Lanzó bien como relevista y logró el triunfo en el cuarto juego de la serie de campeonato de la Liga Nacional para asegurar el banderín ante los Gigantes de San Francisco, pero estuvo mal en el segundo juego contra los Orioles. Danny Murtaugh no tenía idea de lo que obtendría de Kison cuando lo trajo en el primer inning del cuarto juego, el primer juego nocturno en la historia de la Serie Mundial, para relevar a Luke Walker con los Piratas abajo, 3-0. Nadie en el equipo tenía idea.
“Era solo un muchacho”, dijo Blass. “Nunca había estado en ese tipo de circunstancia. Era muy flaco. Finito de arriba abajo. La única universidad donde podia haber ido y usado una sudadera era Iowa. Pero apreciaba donde estaba. Siempre hablaba de ser promovido al equipo regular. Eso significaba algo para él”.
Los Orioles se sentían cómodos con la situación cuando llegó Kison. La serie estaba a su disposición. Un triunfo en el cuarto juego les daría una ventaja de 3-1.
“Kison cambió la serie”, dijo el manager de Baltimore, Earl Weaver.
Con una marca de asistencia de 51.378 personas en Three Rivers Stadium y una audiencia televisiva nacional de 52.3 millones, Kison solo permitió un imparable, un doble de Paul Blair, en 6.1 innings. El muchacho del cuerpo desencajado mostró su competitividad cuando se lanzó sobre el segunda base Davey Johnson en un intento por romper un dobleplay. Imagínense a Joe Musgrove. También demostró que no temía pitchear adentro, al golpear a tres bateadores, una marca para la serie, incluyendo al futuro inquilino del Salón de la Fama, Frank Robinson, quien estaba furioso.
Ms. Orlando no era la única persona quien amaba a Kison.
Toda Pittsburgh lo quería.
Kison nunca tuvo miedo de pitchear adentro. Una vez golpeó a siete bateadores en un juego en las ligas menores. Golpeó a 28 en 163 innings en 1970, la temporada previa a que los Piratas lo subieran. Luego tuvo revolcones en la Liga Americana con Buddy Bell, Gary Gaetti y George Bell.
“Siempre creyó que merecía tener espacio para pitchear adentro, y que el bateador tenía que ajustarse”, dijo Blass. “Era así cuando tenía 19 años y pesaba 40 kilogramos. Era parte de su ADN, me parece. Yo lo respetaba mucho. Me gustaba mucho eso de él. Era todo un hombre en su cuerpo de alfeñique”.
Kison ganó 115 juegos en las grandes ligas, pitcheó nueve temporadas con los Piratas, cinco con los Angelinos de California y una con los Medias Rojas de Boston. Problemas con el hombro y el codo impidieron que tuviese más éxito. Nadie criticó nunca su dureza o nivel de competitividad. Ambas fueron evidentes la noche del 8 de julio de 1977, cuando los Piratas enfrentaron al acérrimo rival de Filadelfia en Three Rivers Stadium.
Kison permitió cuadrangular de dos carreras a Garry Maddox en el séptimo inning. Mike Schmidt fue al plato un out después y recibió el mismo tratamiento de Salón de la Fama que recibiera Robinson seis años antes. Kison lo golpeó en la espalda en cuenta de 0-2. Schmidt empezó a moverse hacia el montículo…
Chuck Tanner termina la historia.
“Schmidt dijo, ‘La próxima vez que hagas eso vendré por ti’. Kison replicó, ‘Por qué no lo haces ahora?’”
Luego de la noticia del fallecimiento este sábado, una fotografía de Schmidt y Kison intercambiando puñetazos, se hizo viral.
“Él no tuvo problemas con lo que hizo Schmidt”, dijo Blass. “Creía que había hecho lo que tenía que hacer y Schmidt hizo lo que tenía que hacer. A los 19 años de edad tenía integridad y nunca comprometía sus valores de la vieja escuela. Me gustaba mucho eso de él. Todas esas reglas nuevas le molestaban mucho. Pensaba que el beisbol fue muy bueno durante 100 años sin una regla para la segunda base y una regla para el plato”.
Blass vio a Kison a principios de febrero cuando trabajaron en el campamento de fantasía de los Piratas en Bradenton, Fla. Kison se acababa de retirar como scout de los Orioles, cargo que había ocupado por más de 20 años. Su espalda lo estaba matando, dijo Blass.
“Tuvimos que ayudarlo a ponerse un soporte en la espalda debajo del uniforme, pero salía al terreno todos los días”.
El diagnóstico de unas semanas después fue cáncer oseo.
Kison tenía 68 años de edad cuando falleció, dejó una esposa, dos hijos, y memorias maravillosas para los aficionados de los Piratas.
Traducción: Alfonso L. Tusa C. 06 de junio de 2018. ©
Nota del traductor: Bruce Eugene Kison nació el 18 de febrero de 1950, en Pasco, Wash., hijo de Fred Kison, un suplidor de edificios, y Bertha (Rogers) Kison, ama de casa.
Kison lanzó un juego de un imparable en casa contra San Diego el 3 de junio de 1979, permitió solo un doble de Darrell Evans con dos outs en el octavo inning. Lanzó otro juego de un imparable el siguiente 23 de abril, cuando estaba con los Angelinos de California; ganaba 17-0 en Minnesota, cuando permitió doblete de Ken Landreaux con un out en el noveno inning.
Fue seleccionado por los Pittsburgh en la ronda 14 del draft amateur de 1968. Debutó en grandes ligas el 4 de julio de 1971. Tuvo marca vitalicia de 115-88 con efectividad de 3.66, 12 salvados y 1073 ponches en 1809.2 innings.
lunes, 4 de junio de 2018
La vuelta de Alex Torres y la bitácora del Magallanes El emergente. Ignacio Serrano
viernes, 25 de mayo de 2018
Es posible qué ningún otro equipo como Magallanes haya ejecutado a la perfección el plan de reconstrucción trazado al finalizar la pasada temporada.
Los turcos sufrieron en la 2017-2018, pese a haber clasificado en la segunda posición y avanzar a la semifinal.
La razón de esa lucha estuvo en el cuerpo de lanzadores y muy particularmente en los abridores extranjeros que formaron parte de la rotación en la eliminatoria y la postemporada.
Los Navegantes únicamente contaron con siete aperturas de pitchers venezolanos. Cuatro las hizo el joven prospecto Jesús Tinoco y tres el también bisoño Dedgar Giménez, cuando aún promediaba noviembre.
La recta final encontró al alto mando de la nave con tiradores forasteros no muy eficaces, y la debacle alcanzó un pico sorprendente en las series contra Caribes y Cardenales. El grupo de forasteros, con el añadido de Omar Bencomo Jr. como refuerzo, permitió 40 carreras merecidas en 39.2 entradas. Cuando más necesitaba de buenos desempeños, el manager Omar Malavé vio a su rotación dejar una inefectividad de 9.08 que justifica la derrota inicial ante Anzoátegui y la posterior caída ante Lara.
La llegada de Alex Torres en el cambio pactado el miércoles con los Tiburones de la Guaira es otro paso en el camino para resolver tan grandes carencias. La tropa magallanera cuenta con brazos jóvenes de valía, que por lo general reciben permiso limitado para actuar en la pelota criolla. Algo había que hacer para darle al cuerpo técnico los brazos necesarios para trascender.
Torres, pudiera pensarse, ya dejó atrás lo mejor de sí. Tiene 30 años de edad y hace tres que no actúa en las Grandes Ligas. Milita en un circuito independiente de no muy elevado nivel. Pero ya está visto que en Venezuela se puede cumplir incluso viniendo de torneos así.
En la difícil filigrana que es la conformación de un equipo en esta liga, también entra en juego la disponibilidad. Y Torres está disponible. Sus pavorosos números con los escualos se contrastan con un aceptable desempeño en el campeonato japonés que actualmente disputa. A un costo relativamente bajo, en caso de que el experimento resulte, Magallanes tendrá un veterano que todavía tira la pelota con gran fuerza y obtiene muchos ponches, aunque siempre enfrente el riesgo de sobrepasarse en el número de bases por bolas.
No es un mal negocio. Junto al carabobeño también han llegado Johan Pino, Henderson Álvarez y Wilfredo Boscán. Hay chance de que los Navegantes puedan contar con una rotación enteramente venezolana, un privilegio que duplica su valor ante la perspectiva de afrontar una zafra en la que todos los clubes contarán con dos importados menos.
Es posible que alguno de ellos falle, pero ahora hay mayor margen de error. Son cuatro tiradores con experiencia en la gran carpa, que todavía son relativamente jóvenes para esperar de algunos de ellos un trabajo adecuado.
La bitácora de Ferrari no esté completa. A los turcos les urge reforzar su lineup. Adonis García quizás no regrese, Mario Lissón ahora es coach en las Menores y el suspendido dominicano Cacao Valdez no podrá jugar en la primera mitad, si regresa.
La primera tarea ya parece completa, con cuatro abridores del patio disponibles para todo el calendario. Eso vale oro en el beisbol invernal.
Columna publicada en El Nacional, el viernes 25 de mayo de 2018.
Magallanes readquiere a Alex Torres y entrega un pitcher a La Guaira. El Emergente
miércoles, 23 de mayo de 2018
El ex grandeliga venezolano Alex Torres, lanzador de recta poderosa que vivió tiempos estelares en la LVBP con las Águilas del Zulia, regresó este miércoles a su antiguo hogar, la nave del Magallanes, tras ser adquirido por los turcos en un pacto con el equipo que tenía el control sobre su contrato actual, los Tiburones de La Guaira.
El zurdo carabobeño, que tiene experiencia en las Mayores con los Rays de Tampa Bay, Padres de San Diego y Mets de Nueva York, regresa a la escuadra que lo firmó por primera vez en la pelota profesional local y que en sus tiempos de prospecto le había entregado a las aguiluchos en uno de los pactos que por aquel entonces cerró Luis Blasini como gerente deportivo de los Navegantes.
Blasini, que ahora es gerente general de los escualos, confirmó la transacción a través de la página web de los salados.
El periodista Carlos Valmore Rodríguez fue el primero en romper el celofán de la noticia, al caer la tarde.
Blasini adquirió en el cambalache a otro serpentinero al que conoce bien de sus tiempos en Valencia, Julio Pinto, un derecho que no ha debutado en la LVBP a pesar de tener ya 22 años de edad y encontrarse en la sucursal de los Reales de Kansas City en Clase A avanzada.
Pinto era un muchacho con muy poco recorrido cuando el mandamás de los litoralenses dirigía las oficinas de los bucaneros.
Aunque vivió ya sus mejores años en Venezuela, Torres busca reencontrar su carrera, luego de pasantías discretas con los Tigres de Aragua y los propios Tiburones.
Esta adquisición pareciera completar un círculo trazado por el alto mando de los filibusteros al iniciar el receso entre campeonatos. Se trata del cuarto pitcher con capacidad para abrir encuentros que adquieren los magallaneros con vistas al torneo venidero.
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Ignacio Serrano
Caracas versus Magallanes. Juego diurno.
Hace poco vi el calendario de la temporada 2018-19 de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional en el blog El Emergente del periodista Ignacio Serrano. Más allá de preguntarme si el remolino económico que nos arrasa permitiría la ejecución de ese programa hubo algo que me impresionó. Incrustado en el mes de diciembre apareció no uno sino dos desafíos entre los eternos rivales, ambos dominicales en el estadio de la UCV, ambos a la una de la tarde.
Ignoro los detalles exactos del porqué en alrededor de los últimos 25 años no hubo un solo juego dominical diurno entre Caracas y Magallanes. Siempre me llamó mucho la atención que LVBP hubiese dejado de planificar ese tipo de encuentros, entre otras cosas porque significaba la ocasión ideal para que toda la familia asistiera al estadio y por ende hubiese mayor venta de boletos. Todavía recuerdo el gran suceso que representaba cada uno de aquellos juegos que empezaban a las once de la mañana en el estadio Universitario. Desde muy temprano en la mañana todos los alrededores del estadio eran un hervidero.
La memoria humana siempre nos juega malas pasadas, sin embargo trataré de recordar la última vez que pienso hubo un Caracas versus Magallanes un mediodía dominical. Me parece que en algun momento entre noviembre y diciembre de 1993 los Navegantes enfrentaron a los Leones una mañana dominical. No recuerdo quien abrió por el Caracas, por Magallanes lo hizo Juan Carlos Pulido y se enfrascó en un duelo de pitcheo del cual salió ganador. Magallanes ganó 2-1 con vuelacercas de William Magallanes en los innings finales. Fue una línea trepidante que aterrizó un poco antes de la mitad de las gradas del jardín central. Ese día comprobé cuanto más fuertes son las emociones que se viven el estadio en comparación a las que se experimentan al escuchar el juego por radio o verlo por televisión. Mientras muchas personas celebraban y otras maldecían o se lamentaban, yo me había quedado petrificado, sin aliento, apenas sentía las manos. Así permanecí hasta que Juan Carlos Pulido dominó al Caracas en el cierre del noveno inning y hasta varios minutos después.
Me gustaría que ese par de encuentros se efectuara. No sé si la situación económica me permitiría asistir al estadio, habría que hacer mucho más que magia, sería todo un acontecimiento si pudiera llevar a Miguelin a uno de esos juegos, compartir con él el beisbol en vivo. Pero desde ya imagino planificar mis actividades de esos dos domingos decembrinos para no comprometerme entre la una y las cinco de la tarde. Sé que al menos por radio los escucharé, sé que será inevitable rememorar todas aquellas jornadas dominicales de las décadas de finales de 1960, 1970, 1980 y comienzos de 1990, cuando vivíamos en otro país muy lejano de este desierto.
Alfonso L. Tusa C. 01 de junio de 2018. ©
viernes, 1 de junio de 2018
Cincuentenario de la llegada de Gustavo Gil y Dámaso Blanco al barco magallanero.
Se sabía que en la tercera base el equipo había contado con la solvencia del guante y la majestuosidad del brazo de Luis Camaleón García, por no hablar del prodigio de su bateo.
En cuanto a la intermedia, Magallanes había mostrado una pléyade de peloteros como Cuco Correa, Pete Coscarat, Adolfredo Gonzalez, Bill Gardner, Foster Castleman, Henry Schenz, Jack Lohrke, Cesar Gutiérrez, Marv Breeding, Domingo Carrasquel, John Donaldson, Sid O’Brien, cada uno más reluciente que el otro, cada uno subía un poco más el listón tanto al campo como con el madero
En la gerencia magallanera buscaban reforzar esa zona del cuadro interior. Sabían que Camaleón García se acercaba al ocaso de su carrera y querían conseguir un camarero venezolano de postín que les permitiera enfocar la importación hacia jardineros de poder.
Con la desaparición del Valencia Industriales al finalizar la temporada 1967-68, la nueva gerencia del equipo que esa temporada se llamaría Llaneros de Acarigua decidió poner en el mercado a Gustavo Gil y Dámaso Blanco.
De inmediato la gerencia magallanera entró en conversaciones y luego de varias deliberaciones, el 30 de mayo de 1968 lograron formalizar el cambio: Gil, Blanco y Freddy Rivero por Gustavo Sposito, Everest Contramaestre, Alonso Olivares y Roberto Romero.
En la temporada 1968-69 Gustavo Gil participó en 60 juegos, 236 veces al bate, 37 carreras anotadas, 68 imparables, 10 dobles, 2 triples, 1 jonrón, 16 empujadas, 4 bases robadas, para un promedio al bate de .288. Por su parte, Dámaso Blanco jugó 60 encuentros, consumió 252 turnos al bate, 33 carreras anotadas, 72 imparables, 6 dobles, 3 triples, 10 empujadas, 2 bases robadas, para un promedio de .286. Esa temporada Magallanes clasificó a la serie final luego de dos campañas fuera de la postemporada.
Los Navegantes del Magallanes lograron el título de LVBP en la justa 1969-70 ganaron por primera vez para Venezuela la Serie del Caribe en febrero de 1970.
En la temporada 1970-71 resultaron subcampeones luego de batallar hasta el séptimo juego con los Tiburones de La Guaira. En esa campaña Dámaso bateó para .293 con 19 carreras empujadas y 30 alotadas en 44 juegos. Y Gustavo para .271 con 20 empujadas y 27 anotadas en 54 desafíos.
En los torneos 1971-72 y 1972-73 Magallanes debió disputar sendas jornadas de desempate con La Guaira y Caracas, y La Guaira y Aragua respectivamente. En ambas ocasiones el equipo batalló hasta el final pero quedó fuera del play off semifinal. En ambas ocasiones Blanco y Gil mantuvieron su rendimiento y liderazgo.
La temporada 1973-74 fue la única cuando el Magallanes fue descalificado antes que terminara la ronda eliminatoria, sin embargo Dámaso y Gustavo batearon por encima de .290 y mantuvieron su liderazgo.
En la temporada 1974-75 Magallanes llegó de nuevo hasta la final y la perdió en seis encuentros ante los Tigres de Aragua. De nuevo Gil y Blanco resultaron claves en la actuación del equipo.
Se sabe que a lo largo de la historia de los Navegantes ha habido varios peloteros criollos determinantes en el rendimiento del equipo, sin embargo pocos han mantenido la consistencia y el liderazgo de Dámaso Blanco y Gustavo Gil.
Alfonso L. Tusa C.
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