lunes, 5 de septiembre de 2011

Dos Héroes del Olimpo

Aún cuando de aquella fulgurante temporada sólo me he ilustrado a través de
comentarios radiales, televisivos, artículos de periódicos, revistas,
libros. Muchos de los textos o testimonios son tan vívidos y emotivos que a
veces me ha parecido haber estado alguna vez en uno o varios juegos de la
cadena de 56 juegos seguidos dando imparables de Joe DiMaggio o en el
desafío final de la temporada donde estaba en juego la posibilidad de que
Ted Williams bateara para un promedio por encima de .400. La expresión
facial de DiMaggio luego de entregar el out postrero con el que se iba en
blanco en el juego 57 o la discusión de Williams con su manager porque lo
pusiera a jugar en el juego final, burbujean en mi memoria con la
autenticidad de un testigo presencial. Son tan significativos los logros de
estos dos íconos beisboleros que aún persisten imbatidos por los peloteros
de las actuales generaciones.

El 17 de julio de 1941 DiMaggio y su compañero de equipo Lefty Gómez,
tomaron un taxi para ir al estadio de Cleveland. El taxista le dijo: “Tengo
el presentimiento de que si no bateas un hit en tu primer turno, te van a
parar”. “¿Quién eres tú?”, le dijo Gómez al taxista. “¿Qué tratas de hacer?
¿Presionarlo?” Una multitud de 67.468 aficionados, 40.000 de los cuales
habían comprado su entrada con anticipación, fue a ver a Jolting Joe
DiMaggio, no a los Indios. Al Smith abrió por los indígenas. En el primer
inning Di Maggio metió una tiza pegada a la raya de tercera, Kent Kelpner
jugando profundo tomó la pelota con el guante de revés y lo sacó en primera
base. Recibió boleto en el cuarto inning. En el séptimo volvió a meter otro
candelazo por la esquina caliente Kelpner tomó la pelota e hizo el out en
primera.

En el octavo inning las bases estaban llenas, había un out cuando vino a
batear el Yankee Clipper con una expresión imperturbable. Las tribunas se
venían abajo con la tensión del momento. La cuenta era 1-1. Bateó un rodado
a manos de Lou Boudreau en el short. Este la pasó a Ray Mack en segunda
quién pivoteó a primera. Dobleplay. Se había terminado la seguidilla.

“No puedo decir que estoy feliz porque se acabó la seguidilla”, dijo
DiMaggio después del juego. “Por su puesto quería extenderla tanto como
fuese posible”.

Durante la seguidilla Joe DiMaggio tuvo 91 hits, 22 juegos con más de 1
hit, 5 juegos de 3 hits, 4 juegos de 4 hits, un promedio de .408 que incluyó
15 jonrones y 55 carreras empujadas.

Increíblemente, luego que se terminó la seguidilla, DiMaggio inició otra.
Bateó al menos un imparable en otros 16 juegos seguidos, por lo cual bateó
de hit en 72 de 73 juegos en aquella temporada de 1941.

Treinta años después de la marca DiMaggio recordó que se le había acercado
alguien: “El tipo dijo que él era aquel taxista. Se disculpó de corazón. Me
sentí mal. Pudo haber estado pensando toda su vida que me había maldecido,
le dije que eso no había ocurrido. Mi número todavía está arriba”.

A los 19 años de edad mientras jugaba para los Seals de San Francisco en
1933, del 25 de mayo al 27 de julio, DiMaggio estableció una marca de ligas
menores al batear al menos un hit en 61 juegos seguidos.

Al enterarme de estos logros entendí mejor el brillo en los ojos de papá
cuando un mediodía veíamos una biografía de Joe DiMaggio por televisión. Él
apenas conocía el beisbol, pero sabía que el tipo era grande en ese deporte,
además de que en una parte del programa mostraron a DiMaggio jugando bochas
(en italiano boccia) un juego muy parecido a las bolas criollas.

Williams llegó al día final de la temporada de 1941 bateando .39955, lo
cual para las estadística oficiales representaba .400 por cuanto había que
redondear a las tres primeras cifras. Ese día los Medias Rojas jugarían
una doble cartelera ante los Atléticos de Filadelfia y la prudencia indicaba
que Williams se abstuviera de jugar o que jugara el primer juego para tratar
de subir el promedio, pero que no jugara el segundo partido.

Johnny Orlando el empleado del clubhouse recuerda: “La noche anterior a
ese doble juego de final de temporada, salí a caminar por las calles de
Filadelfia con Ted. Caminamos como 3 horas, los pies me ardían. Ted no
tomaba, cada cierto tiempo cuando entraba a un bar para tomar un trago, Ted
me esperaba afuera saboreando una bebida gaseosa. Toda la noche habló de
cuan decidido estaba de terminar la temporada bateando sobre .400”.

En el primer juego bateó por primerta vez en el segundo inning. El catcher
de los Atléticos Frank Hayes le dijo que se iba a tener que ganar su .400
porque los pitchers de Filadelfia no lo iban a pasar por bolas. Williams
adoptó su posición en el plato y apretó el bate. Luego de las dos primeras
bolas metió un candelazo al right field que dejó sin oportunidad al primera
base Bob Johnson. En el quinto inning descargó un estacazo sobre la pared
del right field que aterrizó en 20th street. En el sexto disparó imparable
por el medio del campo. En el séptimo tronó otro incogible por la raya del
right field. En el octavo se embasó por error.

Bateó de 5-4 en ese primer juego y su promedio subió a .404. Decidió jugar
en el segundo juego.

Bateó de 3-2 y terminó con promedio de .406. El imparable final fue un
doble en el cuarto inning que golpeó una corneta en lo más alto de la
baranda del right center field. Después del juego Williams dijo que era la
pelota que había bateado con más fuerza en su carrera. Dicen que la pelota
abrió un hueco en la corneta antes de caer al terreno.

Aún sin verlos jugar puedo palpar la grandeza de su juego, la entrega de su
dedicación, la pasión por mejorar. Los nervios de acero de DiMaggio. La
regularidad de Williams.



Alfonso L. Tusa C.

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