sábado, 27 de enero de 2018

Los ‘Atributos’ de Cito Gaston.

Ira Berkow. The New York Times. 28 de octubre de 1992. El hombre sentado en su casa de Fullerton, Calif., veía toda la Serie Mundial, y como se podía esperar de este individuo en particular, observaba detalladamente al manager de los Azulejos de Toronto. Ese no era cualquier manager, era Cito Gaston, el primer negro en dirigir un equipo en una Serie Mundial. El hombre sentado en su casa no era cualquier televidente tampoco, también era conocido por millones como el individuo que una vez dijo en la televisión nacional que los negros carecían de los “atributos” para dirigir efectivamente en grandes ligas. El televidente era Al Campanis, una vez vicepresidente de personal de peloteros de los Dodgers, quien, poco después de sus destacadas declaraciones en “Nightline” en abril de 1987, fue despedido por los Dodgers. “Oh, pienso que él hizo un trabajo fantástico”, dijo Campanis, en referencia al negro quien llevó a los Azulejos al campeonato de la Serie Mundial en seis juegos. “Esa fue una Serie Mundial difícil. Cada juego excepto uno se decidió por una carrera. Cada juego fue muy disputado. Y Bobby Cox hizo un gran trabajo dirigiendo a los Bravos, pero pienso que Cito anesteció casi cada movimiento de Cox. Al final del último juego, por ejemplo, Cox no tenía más bateadores emergentes derechos ¿o zurdos? Había usado todos los bateadores de un lado del plato”. “Era lo que Mr. Rickey solía decir acerca de dirigir”, continuó Campanis, citando a Branch Rickey, una vez presidente de los Dodgers, “ ‘Tienes que anticipar lo que ocurrirá tres bateadores más allá, ofensiva y defensivamente’. Cito lo hizo”. Cuando Campanis dijo en “Nightline” que los negros pueden carecer de “los atributos para ser manager de campo o gerente general”, estaba reviviendo un desgastado estereotipo sobre los negros. Para ese momento solo tres negros habían dirigido un equipo de grandes ligas, aunque alrededor de un cuarto de los jugadores de grandes ligas eran negros, y eso ocurría 40 años después que Jackie Robinson había roto la barrera racial en las ligas mayores. Gaston se convirtió en 1989 en el cuarto negro en dirigir en las grandes ligas. Con la firma de Don Baylor con los Rockies de Colorado, hay otros tres, un total de cuatro con los 28 equipos. Todavía no hay gerentes generales negros, y solo uno o dos coaches de tercera base, el lugar de los coaches “pensantes”, al contrario de la caja de primera base, donde hay numerosos negros. “Es emocionante lo que Gaston ha hecho”, dijo Arthur Ashe, el reflexivo antíguo tenista, el otro día. “¿No sería interesante si Campanis regresara a “Nightline” y dijera, ‘Hablemos otra vez de esto’? Pero lo que Campanis hizo fue aun más sustantivo. Muy dentro de sí, la mayoría de los negros aún cree que la mayoría de la sociedad blanca siente que generalmente somos inferiores. Y la única manera de cambiar esa visión es que seamos ejemplos de éxito por los que seamos respetados por nuestra inteligencia”. Menos de un año después que Campanis hizo sus declaraciones televisadas, Doug Williams se convirtió en el primer negro en ser mariscal de campo en un Super Bowl. A Williams le hicieron una pregunta en el camerino de los Redskins luego de haber actuado brillantemente en el juego de campeonato de la Conferencia Nacional: “La razón de que solo haya habido un puñado de mariscales de campo negros en la historia de la NFL es debido a que las personas decían que nosotros no éramos lo suficientemente inteligentes, interrumpió Williams, con una mirada punzante en el rabillo de sus ojos. Ahora hay un número creciente de mariscales de campo en la NFL, así como en las universidades y escuelas secundarias. Y mientras hay también algunos entrenadores principales negros, hay solo dos en la NFL, donde casi la mitad de los jugadores son negros, aún son muy pocos entrenadores. En todos los niveles. En todos los deportes. Campanis dijo que hay varios negros en el beisbol quienes ha estado mejorando y son Buenos prospectos de manager. Mencionó a Baylor y a Chris Chambliss y también a Jerry Royster, quien es un manager de ligas menores con los Dodgers. Pero mientras Campanis dijo que su mención de “atributos” fue malinterpretada, que solo había querido decir “experiencia”, a todo el mundo le pareció que hablaba de “falta de cerebro”. Eso recordó otro estereotipo que muchos mantenían acerca de los peloteros negros. Dixie Walker un jardinero de los Dodgers cuando Robinson fue firmado, una vez recordó disculpándose la creencia de entonces de que los negros no tenían “sangre fría” para asumir la presión de las grandes ligas. Dado el gran éxito de los peloteros negros, idioteces como la de Walker suenan como un chiste de mal gusto hoy. “Lo único que no teníamos”, dijo John Roseboro, un antiguo catcher negro de los Dodgers, “era una oportunidad”. Cito Gaston es la prueba viviente. Pregúntenle a Al Campanis. Traducción: Alfonso L. Tusa C. 27-01-2018.

jueves, 25 de enero de 2018

Esquina de las Barajitas: Ruppert Jones. Topps. 1978.

Bruce Markusen Los trabajadores del Salón de la Fama también son aficionados al beisbol y les gusta compartir sus historias. Aquí está la perspectiva de un aficionado desde Cooperstown. Uno de mis programas favoritos de la década de 1970 fue M*A*S*H. Uno de los primeros episodios, una joya de 1974 titulada “Primavera” tenía que ver con el interés de Radar O’Reilly por una enfermera a quien le gustaba la poesía y todo lo literario. Por lo cual Radar decidió ilustrarse algo en poesía, encontró un libro del poeta Ruppert Brooke del siglo 19. Al recordar el trabajo del poeta, Radar se refirió a él como “Ruptured” Brooke. Eso era clásico de Radar, interpretado maravillosamente por Gary Burghoff. Así que cuando Ruppert Jones, el único Ruppert en jugar en las grandes ligas, apareció en la escena pocos años después, fue normal que entre nosotros, los jóvenes coleccionistas y aficionados bromeáramos acerca del nuevo jardinero, de quien nos referíamos como Ruptured Jones. Nos reíamos de eso, como si fuésemos una especie de genios cómicos, pero pronto nos dimos cuenta de que Jones podía jugar bien. Jones tuvo su primera barajita de beisbol exclusiva en 1978. (En 1977, comopartió una “Barajita de Novatos” con otros tres prospectos, entre quienes estaban Jack Clark y Lee Mazzilli). He llegado a apreciar esa barajita por una variedad de razones. Primero, la colección del ’78 es sin discusión la mejor oferta de Topps de finales de la década de 1970. El diseño simple, consistente de una línea fina coloreada cercana al borde y el nombre del equipo en escritura pintoresca, funciona bien, permite que la fotografía tenga vida. Segundo, Jones muestra los colores del uniforme de visitante utilizados por los Marineros de Seattle en su primera temporada. También vemos a Jones usando la antígua gorra de los Marineros, resaltada por aquel memorable tridente. Me gustaba mucho el tridente y la tonalidad verde azulada de los uniformes y nunca entendí porque los Marineros abandonaron ese emblema y esa apariencia hacia finales de la década de 1980. La barajita de Jones también es notable por la inclusión de la icónica copa de Topps “All Star Rookie” (“Novato Todos Estrellas”). Cada temporada, Topps seleccionaba un equipo de puros novatos; cada jugador seleccionado recibía la designación de la copa en su barajita, siempre mostraba un amarillo brillante por alguna razón. No puedo asegurar que la copara verdadera fuese realmente amarilla, pero Topps utilizaba ese color en la copa dibujada, quizás porque resaltaba intensamente sobre el resto de la barajita. Quiero decir ¿Cómo ignorar esa copa increíblemente amarillo brillante? Jones mereció su selección en el equipo de novatos, aunque no recibió un solo voto en la elección del Novato del Año. Pero antes de adentrarnos en su temporada de novato, regresemos a sus días como pelotero amateur. Hasta en sus años juveniles, Jones se encontró jugando con talento de grandes ligas. Entre sus compañeros de equipo en Berkeley High School estaban Claudell Washington y Glenn Burke, ambos llegarían a las grandes ligas. Jones despertó cierto interés en los equipos de grandes ligas, a la vez que en varias universidades que le ofrecieron becas de futbol americano, pero él escogió el beisbol, su deporte más fuerte. En 1973, los Reales de Kansas City lo tomaron en su selección de la tercera ronda del draft anual de junio. Un bateador zurdo con poder y rapidez, Jones avanzó velozmente en el sistema de los Reales. Bateó bien en casi todos los niveles de las ligas menores, con lo cual se ganó una promoción hasta Kansas City en 1976. Por más talento que Jones tuviera, estaba bloqueado por Amos Otis en el jardín central y Al Cowens en el derecho. Los Reales tenían otro gran prospecto cercano a estar listo en Willie Wilson, se esperaba que se hiciera cargo del bosque izquierdo. Con tal cantidad de talento en sus jardines y en su nómina de 40 peloteros, los Reales no pudieron proteger a todos sus grandes prospectos en el venidero draft de expansión. Protegieron a Wilson y al joven U.L. Washington, pero dejaron disponible a Jones. Como uno de los dos nuevos equipos de expansión, los Marineros de Seattle tuvieron la primera escogencia en el draft. Saltaron ante la oportunidad de tomar a Jones, un talento supremo de cinco herramientas quien parecía una estrella en proceso. Los Marineros visualizaron a Jones como su jardinero central regular. En la temporada regular de Seattle en 1977, Jones participó en 160 juegos, descargó 24 cuadrangulares, y negoció 55 boletos. Se ganó la selección para el equipo de la Liga Americana en el juego de estrellas, el único jugador de los Marineros presente en el clásico de ese verano. Jones se hizo popular en Seattle, donde los fanáticos crearon una sección en las gardas del jardín central conocida como “Rupe’s Troops” (“Las Tropas de Rupe”). Jones desarrolló un culto de seguimiento; cada vez que sus turnos al bate eran anunciado en sistema de sonido interno del Kingdome, los fanáticos coreaban “ROOP” una y otra vez. Por cierto tiempo, fue tan popular como Ken Griffey Jr. lo sería una década después. Por más bien que Jones jugase en su primera temporada completa, no recibió consideración en la elección del Novato del año de 1977. ¿La Razón? Simplemente fue un año de novatos muy buenos. El inquilino del Salón de la Fama, Eddie Murray, ganó el premio, mientras el jardinero Mitchell Page, quien tuvo una gran temporada con los Atléticos de Oakland, terminó segundo. Bump Wills de los Rangers de Texas, quien tuvo un OPS de .771 como segunda base, terminó tercero. Y luego estuvo el pitcher derecho Dave Rozema de Detroit, quien ganó 15 juegos para un equipo mediocre. Con tal clase de novatos, simplemente no hubo espacio para Jones en la tarjeta de muchos votantes. Basados en su primera temporada y su combinación de poder y velocidad, los Marineros vislumbraron a Jones como la piedra angular de la franquicia. A los 22 años de edad, todavía era muy joven, con tiempo suficiente para crecer en el futuro. Los Marineros creían que él llegaría al estrellato, pero su segunda temporada en Seattle solo ocasionó disgusto. Luego de someterse a una cirugía de rodilla en el receso entre temporadas, el bateó de Jones cayó hasta .235. Jones sufrió otro percance. En junio fue hospitalizado de emergencia, para practicarle una apendicitis. Al perder unos 8 kilogramos luego de la cirugía, el poder de Jones disminuyó. Al final de la temporada de 1978, solo había bateado 8 cuadrangulares. Solo al campo siguió destacándose, con una variedad de atrapadas de circo. Sin embargo, era obvio que ya no era el mejor jugador de los Marineros. Cualquier que siguiera a los Marineros sabía que Leon Roberts, un toletero, había logrado de lejos mucho mejores números ofensivos en 1978. A Jones no le tomó mucho tiempo regresar. En 1979 bateó 21 cuadrangulares, negoció 85 boletos y subió su OPS hasta casi .800. También jugó excelente en el jardín central al agregar otro grupo de atrapadas espectaculares a su creciente seguidilla de jugadas destacadas. Al tener dos buenas temporadas de tres, Jones debería haber permanecido en Seattle por varios años. Pero como equipo, los Marineros tenían dificultades, habían terminado en el sexto lugar en 1979. Necesitaban reajustarse. Cuando llegó el momento de hablar de cambios, los otros equipos siempre preguntaban por Jones. Cuando los Yanquis de Nueva York se acercaron a Seattle para preguntar por Jones, los Marineros escucharon. Los Yanquis ofrecieron al prospecto de la receptoría y bateador de poder Jerry Narron, junto a su principal prospecto de pitcheo Jim Beattie. También incluyeron al pitcher derecho de ligas menores Rick Anderson y al veterano jardinero Juan Beníquez, quien podía reemplazar a Jones en el jardín central. El gerente general de los Marineros, Lou Gorman, estudió la oferta antes de aceptar la transacción de seis peloteros. Mientras algunos atletas pudieran haber expresado incomodidad por jugar en Nueva York, Jones celebró el cambio- “Tengo mucha confianza en mis habilidades, pienso que tuve un año muy bueno con Seattle, pero nadie lo notó”, le dijo Jones a The Sporting News. “El próximo año, al jugar en Nueva York, lo notarán”. El cambió creó expectativa en Nueva York, donde los Yanquis habían pasado por una temporada de disgustos. Los medios de Nueva York, conocidos por su criticismo, aprobaron enfáticamente el cambio, llamaron a Jones una superestrella futura. Los Yanquis necesitaban un nuevo jardinero central, y Jones parecía ser el sucesor ideal de Mickey Rivers, quien había sido cambiado cerca del final de la temporada de 1979. Con su habilidad para perseguir elevados en el “Valle de la Muerte” de Yankee Stadium, junto a su poderoso swing zurdo, Jones parecía la adición perfecta para los Bombarderos. El debut de Jones con los Yanquis no fue bueno. Experimentó dificultades con el madero en abril y mayo, su promedio de bateo disminuyó hasta los .220. Entonces tuvo severos dolores abdominales, los cuales se debieron a una obstrucción intestinal. El problema estaba relacionado con la apendicitis que se había practicado. Como resultado, Jones perdió seis semanas de acción. Jones regresó a los Yanquis en julio, pero tuvo dificultades para incrementar su bateo. Había desarrollado una irregularidad en su swing, notada por los scouts y pitchers rivales, la cual lo hacía vulnerable a las rectas altas. Los Yanquis trataron de eliminar la irregularidad, pero Jones continuó teniendo dificultades. Entonces, a finales de agosto, ocurrió otro percance físico. Jugando el jardín central en el Coliseo de Oakland, Jones intento hacer una atrapada en las profundidades del bosque central y se estrelló contra la cerca de los jardines. La colisión dejó inconsciente a Jones por tres o cuatro minutos; todo resultó en una concusión y un hombro separado, esta última lesión inhabilitó a Jones por el resto de la temporada. Despues de golpear la pared, Jones no recordaba nada de esa noche. “Las personas me dijeron lo que ocurrió”, dijo Jones después, “pero hay una noche de mi vida que no recuerdo. Inicialmente, estaba agradecido por estar vivo. Cuando desperté el día siguiente sintiéndome bien y vivo, me alivié”. Nadie lo sabía en ese momento, pero Jones nunca jugaría otro juego de temporada regular con los Yanquis. Fue a los entrenamientos primaverales con Nueva York en 1981, pero persistían los rumores de que los Yanquis buscaban otro jardinero. Hacia finales de marzo, los Yanquis anunciaron un par de negociaciones de varios peloteros. Una involucraba la adquisición del bateador de poder y primera base Jason Thompson desde los Angelinos de California. La otra involucraba a un veterano jardinero central de los Padres de San Diego El comisionado Bowie Kuhn se detuvo en el cambio de Thompson y negó la negociación porque los Yanquis habían excedido la cantidad de dinero que se podía desembolsar en cualquier cambio. Pero el otro cambio se mantuvo. Ese envió a Jones y tres prospectos, el jardinero Joe Lefevbre y los pitchers zurdos Tim Lollar y Chris Welsh, hasta San Diego por el jardinero central Jerry Mumphrey y el pitcher derecho John Pacella. De esa manera había terminado la carrera de Jones con el uniforme de los Yanquis. Jones trabajó duro para mejorar su acondicionamiento y eliminar la irregularidad de su swing, pero los resultados no mejoraron en 1981. Solo bateó .249, con apenas cuatro cuadrangulares, durante la temporada recortada por la huelga. Pero para 1982, él había redescubierto su juego. Jones bateó .283 (un tope para su carrera en ese momento), negoció 62 boletos, y descargo 12 vuelacercas. Basado en una gran primera mitad de temporada, en la cual sostuvo un promedio de bateo por encima de .300, Jones fue seleccionado para el equipo de estrellas por segunda vez. En 1983, Jones volvió a tener otro bache en su actuación. Su promedio cayó hasta .233 y solo negoció 33 boletos, nada de números ideales para un pelotero que se dirigía a la libre agencia. Frustrado por su inconsistencia, los Padres decidieron no renovarle contrato para 1984. Los otros equipos mostraron poco interés en firmarlo. Los Piratas de Pittsburgh le ofrecieron una invitación a los entrenamientos primaverales, pero sin garantía de que quedara en el equipo. Jones tomó la oferta de los Piratas, pero un jugó lo suficientemente bien esa primavera como para ganarse un puesto en la nómina de la inauguración. Los Piratas lo despidieron, dejando en duda su futuro, pero entonces el gerente general de los tigres de Detroit, Bill Lajoie le ofreció un trato a Jones, pero le dijo que tendría que empezar la temporada en AAA antes de ser llamado al equipo grande. En junio, los Tigres promovieron a Jones hasta Detroit. La llegada de Jones no pudo haber sido en mejor momento. Los Tigres estaban en el tope de la grandeza Le encontraron una tarea a Jones como jardinero izquierdo y central de reserva, y bateador designado ocasional. Se hizo parte de un banco profundo y poderoso, Jones jugó un papel pequeño pero colaborador para los Tigres, quienes procedieron a escaparse en el este de la Liga Americana camino al campeonato mundial. Jones no jugó mucho en la serie de campeonato o la Serie Mundial, pero se ganó su primer y único anillo de campeonato mundial. Para los Tigres, Jones promedió un jonrón por cada 18 turnos al bate, una relación maravillosa para un pelotero de medio tiempo, pero se fue como agente libre al final de la temporada. Los Angelinos de California, quienes habían perdido a Fred Lynn en la libre agencia, mostraron interés y le dieron un contrato a Jones. Las próximas tres temporadas, Jones asumió el papel de jardinero central, jardinero derecho y bateador designado ocasional. Bateó bien en sus primeras dos temporadas en California, entonces tuvo un bajón en 1987, lo cual ocasionó su despido. Con solo 32 años de edad, Jones no se rindió. Los Cerveceros de Milwaukee le ofrecieron una invitación al entrenamiento primaveral. Bateó bien en los juegos de exhibición, pero una lesión en el hombro le impidió jugar en los jardines. Los Cerveceros necesitaban que Jones fuese capaz de jugar una posición en el terreno, por lo cual lo despidieron en el entrenamiento primaveral. Jones estuvo un rato con el equipo AAA de los Rangers de Texas antes de irse a Japón. Despues de una media temporada más o menos con el Hanshin de la liga japonesa, regresó a Estados Unidos, estuvo un tiempo en el equipo AAA de Oklahoma City, y entonces se retiró. Desde sus días de jugador activo, Jones ha permanecido fuera del beisbol. Ha tenido éxito trabajando en el negocio de los seguros, específicamente vendiendo beneficios para los empleados de los contratistas gubernamentales. No mantiene largas amistades desde sus días en el beisbol, pero vive felizmente con su familia en los suburbios de San Diego. A pesar de que Jones no cumplió las expectativas que tenían con él en Seattle y Nueva York, puede sentirse orgulloso de una carrera de 12 años que produjo 147 jonrones y 143 bases robadas. Todavía lo recuerdan en Seattle, aún en una ciudad donde Griffey Jr. y Edgar Martínez lo han sobrepasado en popularidad. También tiene el anillo del campeonato mundial de 1984, cuando los Tigres estaban en la cúspide. Con disculpas al gran Radar O’Reilly, no hay nada “ruptured” (“fracturado”) respecto a ese tipo de carrera en el beisbol. ________________________________________ Bruce Markusen es el gerente de Digital and Outreach Learning at the National Baseball Hall of Fame. Ha escrito siete libros de beisbol, incluyendo biografías de Roberto Clemente, Orlando Cepeda y Ted Williams, y A Baseball Dynasty: Charlie Finley’s Swingin’ A`s, el cual fue premiado con la Seymour Medal de SABR. Traducción: Alfonso L. Tusa C. Nota del traductor: Actuación de Ruppert Jones con los Tiburones de la Guaira en la temporada 1976-77: 17 J, 52 VB, 6 CA, 10 H, 3 3B, 2 CE, 8 BB, 15 K, 1 BR, .192 AVE.

martes, 16 de enero de 2018

Viajar al centro del beisbol con Rubén Mijares.

Al conocer este lunes 15 de enero de 2018 la noticia del deceso de otro de aquellos amigos invisibles que frecuentaba cada noche en las transmisiones radiales de los juegos de beisbol, fue inevitable rememorar aquella temporada 1971-72 cuando Rubén se las ingenió para llevar a los Tigres de Aragua a su primer campeonato en LVBP, luego de despedir a cinco importados que exigían más dinero para jugar el playoff. También sus apasionantes anécdotas del beisbol amateur venezolano, de las grandes ligas, su paso por el circuito radial de Cardenales de Lara, por la gerencia de Caribes de Oriente en sus primeras temporadas, su trabajo en la oficina de la Confederación del Caribe, su trabajo como gerente y asesor en Bravos de Margarita. Pero lo que más burbujeaba en mi mente era esto: Todavía recuerdo uno de los libros que más busqué de Rubén, trataba de un episodio de su segunda estadía como gerente general de los Navegantes del Magallanes hacia finales de la década de 1980. El título era algo así como “La vez que Magallanes entrenó en Miami”. Allí Mijares relataba como había armado la importación, detallaba como se reunió con los peloteros en Estados Unidos y viajó con ellos hasta Valencia. Rubén fue llamado en 1989 por el Dr. José Ettedgui para que se encargara de la gerencia general. Una de las primera decisiones que tomó fue cambiar al recién llegado Fred Manrique a los Tigres de Aragua por Oswaldo Olivares. Esa temporada (1989-90), el manager fue Marv Foley y Magallanes terminó primero en la ronda eliminatoria. La temporada siguiente, el manager fue Rick Down y terminó segundo en la temporada regular. En esa estadía Rubén Mijares también llevó a Benito Malavé y firmó a Eddy Díaz y a José Francisco Malavé. En la temporada 1969-70, lo primero que hacía al abrir la página deportiva de El Nacional, era buscar la pelota descosida dibujada al tope de una columna llamada “Beisbol por Dentro”. Allí Rubén Mijares desmenuzaba con una prosa enceguecedora la rutina de Enzo Hernández con su guante antes de los juegos, la obsesión de Neudo Morales por usar las mismas medias sanitarias mientras se mantenía bateando imparables, la reflexividad de Dámaso Blanco al hablar de sus batazos más inesperados, la tranquilidad de Clarence Gaston al explicar como hacía para batear esos jonrones agónicos. Luego me tocó escucharlo en el circuito radial magallanero, junto a Felo Ramírez y Leo Nazar, una noche comparó la jugada del boleto intencional fingido por Dick Williams con Rollie Fingers y Gene Tenace para ponchar a Johnny Bench en la Serie Mundial de 1972, con una jugada similar de la temporada 1972-73. A mediados de 1974 me enteré de que Dave Parker vendría a jugar con Magallanes. Varios años después escuché a Rubén Mijares explicar cómo había negociado con las Águilas Cibaeñas de República Dominicana para que Parker viniese a jugar con los Navegantes a cambio de Bob Darwin. Ese año Mijares también trajo a Don Baylor y al relevista Kent Tekulve. Y en el playoff trajo a Bob Veale. La temporada siguiente Mijares consiguió traer a uno de los prospectos de pitcheo más prometedores de los Orioles de Baltimore: Mike Flanagan. También repitió a Wayne Garland, Larry Demery y a Tekulve. Siempre tenía un as bajo la manga, un recurso de última hora que hacía lucir competitivos a sus equipos. En algún comentario radial o en algún párrafo de sus columnas o libros, expresó que estuvo a punto de traer para Magallanes al mismísimo Dave Winfield a mediados de los setenta y al antesalista Matt Williams en los ochenta. Lo que más me impresionaba y siempre extrañaré de Mijares era su gran disposición para relatar anécdotas. Los textos de “Beisbol por dentro” estaban escritos con esa misma pasión narrativa, quizás por eso asociaba su lectura con el “Viaje al centro de La Tierra” de Julio Verne. Quizás por eso aún recuerdo la emoción con que Mijares relataba la forma como lo miraba Bob Darwin una vez que se topó con él en un aeropuerto estadounidense cuando aun estaba muy reciente el cambio por Dave Parker. Quizas por eso aun recuerdo un texto suyo en el diario La República donde dsecribía con tanta o más emoción las incidencias de un campeonato nacional de beisbol juvenil, como si fuese el séptimo juego de la Serie Mundial. Alfonso L. Tusa C.