lunes, 27 de agosto de 2012

Luis Aparicio El Grande, centenario

El campocorto corrió hasta las profundidades del “hueco” y lanzó por debajo del brazo a segunda base. El out se concretó por milésimas de segundo. Se fue hasta un sitio cargado hacia tercera base, alisó la arcilla con los zapatos y se inclinó. Las palabras del camarero ebulleron hasta las nubes. Sabía que aún faltaban dos outs para completar el inning. Con cada lanzamiento variaba su posición uno o dos pasos hacia delante, atrás, izquierda o derecha. Observaba las señas del catcher. A veces se acercaba al montículo entre lanzamientos para alertar al pitcher. Se mimetizaba con el aire a la hora de llegar a la base para agarrar la pelota y sorprender al corredor. Cerraba el paso y el guante decretaba el grito del árbitro con el puño en alto. Siempre de los primeros que regresaba corriendo al dugout luego del tercer out. Luis Aparicio Ortega fue el primer beisbolista venezolano contratado para jugar en el extranjero. En 1934 fue contratado por el Licey para jugar en República Dominicana. Allá demostró sus cualidades y siguió evolucionando como pelotero. Regresó al país como la superestrella del béisbol nacional. Jugaba para el Concordia, propiedad del hijo del dictador Juan Vicente Gómez. Se coronaron campeones en la Liga Central en 1934. Aparicio resultó líder bateador con .396 de promedio. Superó a figuras como Manuel “Cocaína” García, “El Grillo” Báez, “Tetelo” Vargas y el Salón de la Fama Martín Dihigo. Dentro de sus hazañas más relucientes está la de haber realizado outs en las cuatro bases jugando como short stop. Quizás le haya ayudado el hecho de practicar béisbol en las mañanas y futbol en las tardes. Mientras jugaba en el Lucana BBC, en Caracas, 1931, campeonato de la Liga Central Venezolana, batearon un roletazo sobre segunda base. Ni Luis ni su hermano Ernesto lograron alcanzar la pelota. En medio de la carrera Luis cambió de dirección y siguió hacia el plato. Allí apartó al receptor y recibió el tiro para hacer el out. De regreso al dugout, el receptor Adolfo Ugueto le dijo: “¿Qué hago yo en el home?” Luis soltó el guante sobre el banco. “Usted con esos aperos no hubiese realizado ese out”. El legendario manager cubano Pelayo Chacón decía que “El Grande” jugaba un béisbol “muy adelantado”. Siempre me he preguntado por el origen de la tradición de excelsos campocortos venezolanos, aunque lo sospechaba, me faltaba comprobar el punto de partida de la elegancia de Alfonso Carrasquel, la intensidad de Luis Aparicio Montiel, la maestría de Teodoro Obregón, el alcance de David Concepción, la espectacularidad de Enzo Hernández, la presencia de Oswaldo Guillén, la excelencia de Omar Vizquel. Todo partía de aquella voluntad constante de un hombre por mejorar con cada juego, de siempre dar lo mejor y en sana lid. En los comienzos de la Liga Venezolana de Béisbol Profesional jugó con los equipos Magallanes y Vargas. En 1947 enfrentó con la camiseta del Vargas a los Yanquis de Nueva York y los Dodgers de Brooklyn en juegos de entrenamientos primaverales. El Vargas derrotó a los Yanquis el primero de marzo de 1947, 4-3. Vargas jugaba con mayoría de refuerzos extranjeros, los únicos venezolanos fueron Francisco “Tarzán” Contreras y Luis Aparicio Ortega. Se enfrentaron a una alineación que incluía a Yogi Berra, Phil Rizzuto y el lanzador Allie Reynolds. De acuerdo con Rafael Aparicio, hijo menor de “El Grande de Maracaibo”: “Papá fue un tipo muy inteligente y sumamente correcto. A pesar de que no fue muy estudiado, era muy inteligente. Yo creo que lo apodaron El Grande no por sus logros en el terreno sino por el tipo de persona que era”. “El orgullo de mi padre no era el dinero sino la rectitud, siempre me dio un único consejo: sé honrado”. Muchos expertos opinan que Luis Aparicio Montiel superó al padre y esto nuevamente ratifica la grandeza de Aparicio Ortega, un buen maestro siempre promueve a un alumno que lo supera. Recuerdo unas declaraciones de Aparicio Montiel con respecto a un pitcher en Grandes Ligas que siempre lo sorprendía en las bases. De regreso en Maracaibo al final de la temporada, consultó con su padre y le sugirió que observara el movimiento del pitcher. “Cuando haga la pausa te vas”. En la temporada siguiente Aparicio tuvo un alto promedio de robos ante ese lanzador. Que LVBP haya decidido llamar la temporada 2012-2013 Luis Aparicio El Grande, con motivo de su centenario, es un motivo de alegría para los seguidores del béisbol. Alfonso L. Tusa C.

domingo, 19 de agosto de 2012

Félix Hernández, 27 seguidos

La verdadera estatura de un pitcher se mide por la capacidad de tener buenos desempeños traducibles en victorias, aún sin contar con el mejor apoyo ofensivo o sin disponer de sus mejores lanzamientos. Félix Hernández ha empezado a dar muestras cada vez más significativas de estar tocando la puerta de la meseta de Sandy Koufax, Tom Seaver, Luis Tiant, Juan Marichal, Bob Gibson, Carl Hubbell y compañía. Antes de la joya de este miércoles 15 de agosto, el diestro de Flor Amarillo, Carabobo, había sometido a los Yanquis de Nueva York, uno de los equipos más poderosos de todas las Grandes Ligas, a una dieta de nueve arepas y sólo 2 imparables, rumbo a una victoria 1-0, por cierto el mismo marcador de su juego perfecto ante los Rayas de Tampa Bay. Hernández ponchó 12 en ruta a la hazaña, muchos entendidos del juego asumen al ponche como uno de los más significativos indicadores del dominio de un lanzador. Me parece que un tirador se convierte en pitcher cuando aprende otros lanzamientos que le permiten sorprender a los bateadores a la hora de usar la recta. Eso fue lo que ejecutó Félix Hernández en Safeco Field, bajo los cánticos de la afición “K,K,K,…”, este año se han producido 3 juegos sin hits ni carreras en este parque, 2 de ellos perfectos*. La última vez que esto ocurrió fue en 1917 cuando los Medias Blancas y los Carmelitas de San Luis tuvieron un toma y dame de no-hitters en el Sportman’s Park de San Luis. Supo combinar sus lanzamientos quebrados, con la curva, el cambio, la recta cortada. 113 envíos, 77 strikes. 8 rodados. 5 elevados. 2 líneas. Además de la docena de sorbetes. Allí reside el verdadero poder de un lanzador, obligar a los bateadores a conectar batazos débiles. El 04 de agosto Hernández subió al montículo de Yankee Stadium, luego de nueve episodios la pizarra indicaba Seattle 1 – Nueva York 0. En la parte inferior del box score se leía que completó el juego con 101 envíos, 69 strikes. 17 cantados. 11 abanicados. 19 fouls. 22 bateados. Ponchó 6. Le batearon 11 rodados y 10 elevados. En el noveno retiró en orden a los tres primeros bateadores de la alineación. Curtis Granderson, Derek Jeter y Robinson Canó. Sólo permitió 2 imparables. Un doble a Canó con 2 outs en el primer inning, luego del cual nadie más llegó a segunda base. Y un sencillo de Ichiro Suzuki para iniciar el tercer inning. Concedió 2 boletos, ambos luego de 2 outs, uno a Curtis Granderson en el sexto y otro a Raúl Ibañez en el séptimo. Sólo le sacaron 7 pelotas del infield. Enfrente tenía al japonés Hiroki Kuroda, quién en 6.1 entradas concedió 1 carrera limpia, 7 imparables, 4 ponches, 1 boleto. Luego los relevistas Boone Logan, David Robertson y Clay Rapada mantuvieron a raya a los Marineros. Era la primera vez que un pitcher lanzaba un blanqueo a domicilio en cualquiera de los Yankee Stadium para una victoria 1-0 desde que Greg Swindell lo consiguió para los Indios de Cleveland en septiembre de 1988. Y también la primera vez que un pitcher rival ganaba 1-0 en Yankee Stadium mientras permitía 2 o menos hits desde que Jim Palmer lo consiguió con los Orioles de Baltimore el 01 de junio de 1978. El miércoles 15 Jeremy Hellickson también lanzó un buen juego, sólo permitió 1 carrera en 7 innings, 5 imparables, 1 boleto, 1 ponche. De alguna manera Félix Hernández explica desde el terreno que cuando un tirador se convierte en pitcher, se acaban los lamentos de “perdió porque su equipo no lo respaldó” o “las victorias son independientes de los pitchers”. En esos dos juegos hemos visto como Félix se ha fajado ante dos estupendos pitchers y equipos rivales, para lograr salir con los brazos en alto. Y su trabajo tuvo mucho que ver con esas victorias. Si no que le pregunten a Derek Jeter y a Joe Maddon. Alfonso L. Tusa C. *Juego sin hit ni carreras: El lanzador no permite hits ni carreras. Juego perfecto: El lanzador retira en fila todos los bateadores de un juego.