viernes, 25 de septiembre de 2020

Cuando Cesar Gutiérrez bateo de 7-7 con los Tigres de Detroit.

Todavía recordaba la portada de la revista Sport Gráfico: “Tigre aquí y Tigre allá”. Lo que nunca recordé con precisión fue si Cesar Gutiérrez aparecía con el uniforme de los Tigres de Aragua, el de los Tigres de Detroit, o si era una dicotomía de fotografías donde aparecía con ambas camisetas. Gutiérrez había debutado en la Liga Venezolana de Beisbol Profesional en la temporada 1960-1961 con los Leones del Caracas luego pasó al Magallanes a mediados de la justa 1964-65, y llegó a los Tigres de Aragua a principios de la campaña 1968-1969. En tanto que en el beisbol organizado de Estados Unidos, Gutiérrez firmó con la organización de los Gigantes de San Francisco y debutó en las mayores en 1967, fue cambiado a los Tigres de Detroit a finales de la temporada de 1969. En 1970 el manager Mayo Smith le dio la oportunidad de ser campocorto regular y Gutiérrez la aprovechó porque supo combinar una defensiva solvente con los requerimientos mínimos ofensivos exigidos a un campocorto.
Gutiérrez había terminado la temporada de ligas menores con el Phoenix AAA y como siempre se preparaba para viajar cuanto antes a Venezuela, entonces recibió una llamada de la oficina de los Gigantes de San Francisco y le comunicaron que había sido cambiado a los Tigres de Detroit y ese equipo quería que se presentara en Tiger Stadium. Gutiérrez empezó a estudiar la situación y se dio cuenta que con los Tigres si iba a tener más oportunidades de jugar con el equipo grande. Ese septiembre jugó casi veinte encuentros con Detroit y empezó a sospechar que venían cosas muy buenas, principalmente porque al manager le había gustado su desempeño en el campocorto y también estaba conforme con sus habilidades con el madero. Tal era el ánimo de Gutiérrez que tuvo su mejor temporada hasta ese momento en la liga venezolana al batear para .279, con 50 imparables, 20 carreras anotadas y 10 empujadas. Se notaba que era un jugador muy distinto al que se había visto hasta ese momento. Mientras se vestía para aquel juego del domingo 21 de junio de 1970 en el Municipal Stadium de Cleveland, Cesar Gutiérrez saboreó un caramelo relleno de coco en el club house. Eso le trajo recuerdos de Cabimas, de cuando salía a vender conservas de coco que hacía su hermana. Ajustó los cordeles de su guante y sonreía por todas las veces que había tenido que explicar que si había nacido en Coro, estado Falcón, pero lo habían llevado a Cabimas desde muy niño. Aquella tarde en Cleveland, el manager Smith alineó a Gutiérrez de segundo detrás del jardinero central Mickey Stanley y delante del inicialista Al Kaline. En el primer inning luego que Stanley negoció boleto, Gutiérrez despachó imparable a la derecha ante el debutante Rick Austin, lo cual permitió que Stanley llegara hasta la antesala. Kaline roleteó por tercera y Stanley fue forzado en el plato, por lo cual el bateador se embasó por fielder’s choice mientras Gutiérrez pasaba a la intermedia. Willie Horton recibió boleto para llenar las bases. Jim Northrup la rodó por el montículo, Gutiérrez anotó mientras Northrup era retirado de pitcher a primera. Maddox terminó el inning ponchándose. En el cierre de ese episodio los Indios explotaron al abridor Kilkenny con jonrones de Tony Horton y Chuck Hinton para pasar adelante 5-1, vino a relevar Patterson. En el segundo inning Ted Uhlaender despachó otro cuadrangular que puso el marcador 6-1. Gutiérrez sonreía en el círculo de prevenidos mientras observaba como Stanley se ponchaba. Recordaba los días en Cabimas cuando jugaba en el equipo juvenil donde Victor Davalillo era dueño, cuarto bate y novio de la madrina, él apenas si veía el juego porque era pequeño para esa categoría. Entonces se cuadró en la caja de bateo y largó sencillo a la izquierda. Luego anotó amparado en el jonrón de Kaline. Willie Hortón sencilleó a la izquierda y Northrup la sacó para poner el juego 6-5. Dennis Higgins relevó a Austin y retiró a Elliot Maddox en elevado al campocorto y a Brown con ponche cantado. Aunque no le gustaba hablar ni pensar en eso Gutiérrez empezó a recordar escenas difíciles que había experimentado en la última temporada de beisbol profesional venezolano. Mientras tomaba su madero de la batera de pronto volvía a sentir el impacto de una batería de linterna en la cabeza que recibió en el estadio de Barquisimeto luego de atrapar una buena línea de José Tartabull que llevaba etiqueta de imparable. Dio dos manotazos sobre el casco cuando se encaminaba a tomar turno en la parte alta del quintó inning. Se apuntó sencillo de piernas con rodado a las paradas cortas. Luego Kaline se ponchó. Willie Horton bateó imparable a la derecha que llevó a Gutiérrez hasta la intermedia. Northrup sorbió ponche cantado. Maddox entregó el out final con machucón que tomó el pitcher para retirarlo en primera. Cuando llegó al dugout y tomó el guante sentía con nitidez el impacto de la batería como si aun estuviese en el estadio barquisimetano. En el cierre de ese inning Ray Fosse descargó doble a la derecha y llegó hasta la antesala mediante passed ball del cátcher Jim Price. Luego anotó con el elevado de sacrificio de Tony Horton hacia el jardín central. Cleveland 7 – Detroit 5. Esa ventaja fue ampliada con una carrera adicional en el cierre del sexto inning, donde Fred Scherman entró a relevar. Craig Nettles soltó imparable a la derecha, pasó a segunda con toque de sacrificio de Higgins y a tercera mediante wild pitch de Scherman, desde allí anotó con elevado de sacrificio de Jack Heidemann al centro. Cuando Gutiérrez se ejercitaba para ser el primer bateador del séptimo episodio, vinieron imágenes muy movidas de una pelea, luego de un juego en Valencia tuvo que fajarse con cuatro fortachones que molestaban a su compañero de equipo en los Tigres de Aragua, Roberto Muñoz. Aún cuando recibió algunos golpes, se fajó con tanto coraje, que los tipos terminaron por abandonar. Quizás esa imágenes lo motivaron a despachar doblete a la izquierda, desde allí anotó con jonrón de Northrup, para poner el marcador Cleveland 8 – Detroit 7. Mientras veía como sus compañeros atacaban al relevista Fred Lasher en el octavo inning, mediante doble de Gates Brown y sencillo de piernas de Stanley por tercera base que llevó a Brown hasta la antesala, luego que Norman Cash había emergido por Price para fallar en elevado de foul a la receptoría y Dick McAuliffe se había ponchado. Gutiérrez sonreía, imaginaba como sería aquel turno en Maracay, donde la temporada anterior los fanáticos le pedían tres hits si en el juego anterior había bateado dos, y si había conectado tres le pedían cuatro. Como respondiendo a aquel publico despachó sencillo a la derecha para traer a Brown al plato con el empate a 8 carreras. Cuando llegó a primera las imágenes de Gutiérrez se mudaron varias temporadas atrás cuando en un cierre del noveno o extra inning había decidido un juego a favor del Magallanes, ante los eternos rivales del Caracas, quienes también tenían una cuenta pendiente con Gutiérrez puesto que lo habían cambiado al Magallanes y eso en el beisbol no se perdona. En el décimo inning ya algunos de sus compañeros lo miraban muy atentos y hasta le deseaban buena suerte. Gutiérrez siguió pensando en Cabimas, en todos aquellos episodios de las conservas de coco y como el dinero de las ventas no cuadraba con las cuentas de su hermana. Entonces él confesaba que se había comido una o dos conservas, porque ella nunca le daba nada de las ganancias. Con esa sonrisa en los labios fue a batear ante Dick Ellsworth, luego del imparable de Don Wert y el elevado de McAuliffe a la izquierda. Esta vez se apunto sencillo de piernas por el campocorto, luego Kaline falló con rodado al cuadro y el juego siguió igualado. Hasta ese momento solo Wilbert Robinson, de los Orioles de Baltimore en la Liga Nacional el 10 de junio de 1892, había largado siete-siete en un juego de grandes ligas. Aunque Gutiérrez notaba cierta reverencia de sus compañeros, cierto misterio similar a cuando un pitcher está lanzando sin hits ni carreras, él prefería abstraerse en sus imágenes de Cabimas y en los episodios cómicos que había experimentado en la liga venezolana cuando jugaba para managers como Regino Otero o Alfonso Carrasquel. En la apertura del inning doce, Phil Hennigan entró a relevar por los Indios y McAuliffe salió con elevado a la izquierda. Stanley descargó jonrón para poner a ganar a los Tigres 9-8. Gutiérrez consiguió el séptimo imparable con línea al centro, luego resultó out en segunda base al intentar robar esa almohadilla. Kaline caminó pero Willie Horton elevó a la derecha. Timmerman completó un buen relevo en el cierre de la entrada para validar la victoria. Luego de felicitar a Stanley por su jonrón, Kaline abrazó y estrechó la mano de Gutiérrez, Horton chocó ambas manos abiertas con él y Northrup estuvo a punto de levantarlo en hombros. Al campo Gutiérrez estuvo impecable con cuatro asistencias y dos outs. Al batear de 7-7 estableció una marca para la Liga Americana e igualó la de las grandes ligas. Alfonso L. Tusa C. © 19 de junio de 2020.