miércoles, 30 de julio de 2008

Nueva marca para un relevista debutante

Brad Ziegler pasó los dos primeros meses de la temporada pitcheando en las ligas menores. Ahora, el relevista de los Atléticos de Oakland hace planes para enviar algunos de sus implementos de juego a Cooperstown.
Ziegler estableció una marca de Grandes Ligas de más innings seguidos sin permitir carreras para un relevista al comienzo de su carrera, cuando el bull pen de Oakland lanzó 4.1 innings en blanco para rescatar al abridor Dana Eveland en una victoria 6-5 sobre los Rancheros de Texas este domingo 27 de julio de 2008.
Ziegler permitió 2 imparables en 2 innings para extender su seguidilla de entradas en blanco a 27 y romper el record vigente desde 1907.
El derecho de 28 años se quedó con dos pelotas de su trabajo, pero planeaba enviar las restantes, junto con un par de zapatos y una gorra al Salón de la Fama.
“No sé si alguna vez pensé en esto. Pero es increíble”, dijo Ziegler. “Es especial. Siento que he trabajado muy duro para llegar allí. Espero que que pueda alargar más la seguidilla”.
Jack Cust y Curt Suzuki jonronearon por los Atléticos quienes salieron de una racha de 3 derrotas y ganaron por segunda vez en los últimos 11 juegos. Oakland mejoró a 4-8 en su serie contra Texas esta temporada y evitó que los Rancheros alcanzaran su primera barrida de tres juegos del año.
Jeremy Blevins (1-1), el segundo de los cuatro pitchers de Oakland, lanzó 1.1 innings para agenciar su primera victoria en Grandes Ligas y Huston Street retiró el noveno a paso de conga para su salvado 18 en 23 oportunidades.
“Es una alineación muy dificil como ha quedado evidenciado por sus logros de esta temporada, por eso hay que darle crédito a Blevins y Ziegler por lo que han hecho”, dijo Street. “Cada vez que ellos suben al montículo tenemos confianza en que saldremos adelante, aún siendo tan jovenes. Pero así es este equipo. Tenemos un equipo joven en el que todos tienen grandes esperanzas”.
El record de Ziegler dejó atrás la marca de 25 innings implantada por George McQuillan. También es, en general, la tercera seguidilla sin carreras más larga para un relevista de Oakland.
“Ha lanzado magnífico”, dijo el manager de los Atléticos Bob Geren. “La noche cuando igualó la marca, fue en una derrota y pasó por debajo de la mesa. Pero hoy es otra cosa porque no sólo impuso una marca de Grandes Ligas sino que trabajó en una parte crucial del juego ante uno de los segmentos más peligrosos de la alineación de Texas”.
Los Atléticos llegaron al juego con el promedio ofensivo más bajo de la Liga Americana y el segundo peor de todas las Grandes Ligas, pero zarandearon a Eric Hurley, quien fue activado de la lista de incapacitados para abrir el juego. Oakland le marcó 6 carreras al derecho novato para expulsarlo del montículo luego de 2 innings.
Cust bateó su jonrón 19 ante Hurley (1-2) en el primer episodio. El designado de los Atléticos bateaba sólo .136 después del Juego de Estrellas. Su jonrón puso arriba a Oakland 2-1.
Suzuki le bateó un jonrón de 3 carreras a Hurley en el segundo.

Alfonso L. Tusa C.

lunes, 28 de julio de 2008

El Año del Pitcher. El no-hitter de George Culver ante los Filis de Filadelfia.

El mejor año de George Culver fue 1968, sin dudas. Fue el único año cuando comenzó la mayoría de sus juegos. Así como la única temporada cuando ganó más de 10 juegos. Dejó record de 11-16.
El lunes 29 de julio de 1968, ante una multitud de 14.083 aficionados, en el segundo juego de una doble cartelera en el Connie Mack Stadium, Culver lanzó un no-hitter para los Rojos de Cincinnati que ocupaban la tercera posición contra los Filis de Filadelfia inquilinos de la sexta casilla. El serpentinero de 25 años llegó con balance de 8-9 al choque contra Chris Short.
Culver ponchó 4, pero caminó 5. Como una rareza, Culver estuvo detrás en el marcador en un momento del juego.
En el primer episodio retiró a sus oponentes por la vía del un, dos, tres. El abridor Tony Taylor conectó una de las pelotas mejor bateadas del juego al hueco entre tercera y short pero Woody Woodward realizó una gran jugada y retiró a Taylor. Roberto Peña se ponchó y Johnny Callison salió con elevado a primera.
En el segundo capítulo los Filis se fueron adelante con una carrera inmerecida. El antesalista Tony Pérez flumbeó un rolling de Dick Allen. El torpedero Woodward tomó la pelota y lanzó desviado a primera permitiendo que Allen llegara a segunda. Bill White la rodó por la inicial y Allen pasó a tercera. Don Lock recibió boleto. Cookie Rojas levantó un elevado de sacrificio que permitió la carrera de Allen. Clay Dalrymple forzó a Lock con rodado por la intermedia.
Cincinnati marcó tres carreras en el terecro. Pete Rose sonó sencillo y después de un out, anotó con doble de Deron Johnson. Después de 2 outs, Short concedió 2 boletos para llenar las bases. Pat Corrales bateó un sencillo a la izquierda que remolcó 2 carreras. Los Rojos agregaron otras 3 anotaciones en el cuarto, mediante sencillos de Rose, Tommy Helms y Johnson, un boleto y un sencillo remolcador de 2 carreras de Don Pavletich.
En el inicio del tercer inning Short se embasó por inteferencia del catcher Corrales. Short fue forzado en segunda con rolling por la antesala de Tony Taylor. Después Culver dominó a Peña y a Callison con roletazos por segunda. El primero provocó el out forzado de Taylor en la intermedia.
Culver retiró 11 Filis seguidos hasta conceder dos boletos, a Callison y Allen después de 2 outs en el sexto. Entonces ponchó a White para terminar la amenaza.
El descontrol volvió a meter en problemas al monticulista escarlata en el octavo inning. Entonces abrió dándole boletos al emergente Tony González y a Taylor. Pero Peña forzó a Taylor en segunda. Callison elevó a tercera y Allen fue puesto out en primera luego de la mejor jugada defensiva del juego realizada por Tommy Helms.
En el noveno Culver hizo 5 lanzamientos. Obligó a White a rodarla por primera con el primer lanzamiento. Luego dominó a Lock en conteo de 1-0 con rolling al montículo. El último out lo entregó Rojas cuando en conteo de 0-1 la elevó a Pavletich en primera.

Alfonso L. Tusa C.

Los vínculos se fortalecen en el Salón de la Fama del Béisbol

Richard Sandomir. The New York Times. 28-07-2008.

El Ganso Gossage se disculpó con Dick Williams, su manager en los Padres de San Diego, por ignorar sus ordenes de bolear a Kirk Gibson en el octavo inning del quinto juego de la Serie Mundial de 1984, Gibson terminó bateándole un jonrón que ayudó a Detroit a ganar la Serie. “Debí haberle hecho caso”, dijo Gossage.
Uno de los hijos adoptivos de Bowie Kuhn, Paul Degener, le agradeció a Gossage por haber sido el último grande liga en hablarle a su padre, el antíguo comisionado de béisbol, varios meses antes de su muerte en 2007. Peter O’Malley, hablando por su padre Walter, quién se llevó a los Dodgers al oeste, elogió a Kuhn por proteger la integridad del béisbol.
Gossage y Williams abogaron por la futura elección al Salón de la Fama, de uno de sus muchos empleadores, George Steinbrenner.
“Tuve 10 años maravillosos con George, trabajando como scout y consejero”, dijo Williams, quién fue contratado para dirigir a los Yanquis después de la temporada de 1973 pero la transacción fue detenida legalmente por su antíguo jefe Charles O. Finley, cuyo equipo, los Atléticos de Oakland, tenía pendientes 2 años de contrato con Williams. “Me gustaría estar en el comité de electores. Votaría sin pensarlo por George”.
Gossage dijo: “Creo que es el mejor dueño de todos los tiempos”.
Los aficionados gritaban “Goose” y usaban franelas con su nombre. Otros usaban los colores dorado y verde de los Atléticos de Williams que ganaron 2 Series Mundiales. Y algunos dispersos abucheos de anti O’Malleys acompañaron el segmento sobre el dueño de los Dodgers.
Gossage, Williams, Kuhn y O’Malley fueron inducidos junto a Barney Dreyfuss el dueño de los Piratas de Pittsburgh y Billy Southworth quién dirigió a los Cardenales de San Luis en 1929 y de 1940 a 1945 y a los Bravos de Boston de 1946 a 1951.
Williams, 79, recordó cuando era un niño de 7 años y formaba parte de la pandilla Knothole en el Sportman’s Park de San Luis. Entonces corría al salir de la escuela para ver los juegos de los Cardenales y los Carmelitas. “No hice muchas tareas escolares, pero vi béisbol del bueno”.
Gossage dijo que su feroz movimiento de pitcheo se originó a partir de extenuantes y frustrantes sesiones con su hermano Jack. Él decía que lanzaba la pelota lo más duro que podía pero su hermano se burlaba y lo azuzaba diciéndole que lanzaba como una nenita. “Terminaba con lágrimas en los ojos, porque había tratado con todo lo que tenía. Pero fue a partir de allí que desarrollé mis envíos meteóricos”.
La vida de Kuhn en el béisbol comenzó cuando era un adolescente, como encargado de la pizarra del Griffith Stadium en Washington. Su periódo como Comisionado fue tumultuoso y lleno de conflictos laborales. Degener describió a un hombre profundamente religioso quien adoraba al béisbol y cuyo objetivo principal era proteger y preservar la integridad del deporte.
“Papá veía al béisbol en su forma más pura cómo un ballet etéreo ejecutado en un escenario de belleza natural y perfección”, dijo Degener, cuyo padre biológico murió en un accidente de tránsito antes de su nacimiento, y quien fuera criado por su madre Luisa y Kuhn. Degener dijo que su padre se mantuvo paciente a pesar “de las críticas crueles”.
Dijo que una vez Kuhn fue llamado “insensible racialmente”, por no asistir al juego donde Hank Aaron conectó su jonrón 715, “a pesar de trabajar por más de 2 años para abrir las puertas del Salón de la Fama a muchas estrellas de las Ligas Negras”.
Dijo que Kuhn fue “llamado puritano por no permitir la entrada de una mujer a los club houses de una Serie Mundial, a pesar de asistir noche tras noche a un hospital de SIDA para leerle historias a hombres homosexuales agonizantes, cuando aún se desconocían los peligros de la enfermedad”.
Y el día de su funeral, dijo Degener, su padre fue llamado “desinformado economicamente” a pesar de haber sido economista prominente en Princeton y “liderar al juego más grande de Estados Unidos a nuevos pináculos de ganancias”.
Degener agregó que su padre había perdonado a sus críticos y le pidió a su familia que los perdonara.

Traducción: Alfonso L. Tusa C.

viernes, 25 de julio de 2008

Jonrón dentro del parque con las bases llenas de Roberto Clemente

El 25 de julio de 1956 los Piratas de Pittsburg recibieron a los Cachorros de Chicago en Forbes Field. Los Piratas llegaron ganando 4-0 al octavo episodio donde los oseznos marcaron 7 carreras ante Bob Friend y Elroy Face. Chicago ganaba 8-5 en el cierre del noveno inning. El relevista Turk Lown llenó las bases y Roberto Clemente encaramó el primer envío de Jim Brosnan contra la torre del alumbrado del left field. Con la bola en juego Clemente le dio la vuelta al ruedo para terminar el juego con un grand slam dentro del parque. Pittsburg 9 - Chicago 8. Nellie King se apuntó la victoria en relevo de Face.

Alfonso L. Tusa C.

jueves, 24 de julio de 2008

Rich Gossage le da crédito a Chuck Tanner

Hal Bodley. MLB.com

Tom Hanks estaba equivocado. Si hay llanto en el béisbol. Pregúntenle a Goose Gossage.
El oscuro día de 1977 cuando empacó sus cosas y dejó a Chuck Tanner y los Piratas de Pittsburgh, Gossage lloró como un bebé.
El Ganso, Richard Michael Gossage, un sentimental empedernido, respira profundo cuando le tocan el botón para recordarle un momento muy especial de su existencia de 57 años.
Cuando sea inducido al Salón de la Fama del béisbol este domingo 27 de julio de 2008, será sorprendente si avanza en su discurso con los ojos secos.
Lo mismo Tanner.
El Ganso y Chuck iniciaron su relación en 1970 cuando Gossage era un pitcher de 19 años con una recta impresionante. Habían pasado pocas semanas desde su reclutamiento del Wasson High School en Colorado Springs. Tanner estaba en su primer año como manager de los Medias Blancas de Chicago. Gossage dice que si no fuese por Tanner “No hubiera llegado al Salón de la Fama. Le debo muchísimo”.
Después que Tanner salió de los Medias Blancas en 1975, dirigió 1 año a los Atléticos de Oakland, entonces tomó las riendas de los Piratas de Pittsburgh en 1977 y los guió al título de la Serie Mundial en 1979.
Uno de sus primeros movimientos después de llegar a Pittsburgh fue traer a Gossage y a Terry Forster, los caballitos de batalla de su bull pen en los Medias Blancas.
Algunos de los mejores años de Gossage estaban por venir, lanzó 6 años para los Yanquis a partir de 1978, pero prefirió quedarse con los Piratas y Tanner.
Por eso fue que tener que irse como agente libre después de 1977 fue tan difícil.
“Mi esposa Corna y yo recogimos nuestras pertenencias del apartamento en Pittsburgh y dejamos al Three Rivers Stadium como última parada”, Gossage dijo a comienzos esta semana. “Tuve que recoger mis cosas porque sabía que los Piratas no me iban a firmar. Su oferta ni siquiera se acercaba a mis aspiraciones”.
“Metí mis valijas en el carro y me senté a llorar. Me gustaba el lugar, me gustaba el equipo y jugar para Chuck. Cuando los Piratas desistieron de firmarme, Tanner me deseó lo mejor y dijo que hacia lo correcto”.
Gossage dice que Tanner, el difunto coach de pitcheo Johnny Sain, y su antiguo compañero Dick Allen “fueron las personas más importantes de mi carrera”.
De hecho, Tanner y Allen recibieron invitaciones especiales de Gossage para asistir a la ceremonia.
“Voy a buscar a Dick a New Castle, Pa. y viajaremos juntos a Cooperstown”, dice Tanner.
Tanner agrega, “Tuve que hacerme cargo de Goose, aplicarle mucha psicología para sacarlo adelante, porque sabía lo grande que podía ser. Sabía en lo más profundo de mí que su futuro estaba en el bull pen”.
Resultado: La decisión de Tanner de pasar a Gossage al bull pen, donde brilló, fue lo que lo que lo llevó al Salón de la Fama. En 22 años Gossage salvó 310 juegos y dejó una efectividad de 3.01. En cuatro de esos 22 años su efectividad estuvo por debajo de 2.00, incluyendo un minúsculo 0,77 en 1981 con los Yanquis.
Nunca hubo dudas de su recta, pero para ser efectivo necesitaba un lanzamiento de baja velocidad.
“Johnny Sain me explicó como enseñarle al Ganso un cambio de velocidad”, recuerda Tanner. “Roland Hemmond (el gerente general de los Medias Blancas) y yo visitamos a Gossage en el lugar donde jugaba su primer año de Ligas Menores, creo que era Quad Cities, en la Liga de la Costa del Golfo. Ahí le enseñé el pitcheo”.
El año siguiente, en Appleton, en la Liga del MedioOeste, el joven Gossage tuvo record de 18-2 y efectividad de 1.83.
“La sincronización fue perfecta”, dijo Gossage. “Yo lanzaba muy duro y podía controlar mi recta, pero no tenía ni idea de cómo lanzar a baja velocidad. Sain le mostró a Chuck como yo podía aprender a lanzar el cambio. Lo aprendí en una sesión de prácticas. Fue maravilloso. Luego vino la temporada del 18-2 y el año siguiente fui invitado al campamento de Grandes Ligas asignado al bull pen”.
Gossage añade. “Era un muchacho inmaduro. Chuck me enseñó como comportarme, como jugar al béisbol”.
Aunque tampoco todo era amor y besos.
“Pensaba que yo era un gran psicólogo”, dice Tanner riendo. “Un día al comienzo de su carrera, en el campo de entrenamientos, lo llamé a mi oficina. Le dije ‘Bien, creo que vamos a tener que mandarte a las Ligas Menores. No lo iba a hacer, pero quería hacerlo reaccionar”.
“Él dijo, ‘Soy mejor que cualquier pitcher aquí’. Lo agarré por los hombros y lo pegué de la pared. Le dije, ‘Ok vas a lanzar hoy. Muéstrame lo que tienes. Todo lo que oigo es bla,bla,bla’. Me dije a mí mismo ‘Esto va a ser divertido’. En tres innings ponchó a cada bateador que se enfrentó, creo que sólo hizo dos lanzamientos malos. Tenía un techo demasiado alto. Regresó al dugout y me miró a la cara, pero yo miraba hacia otro lado. Después del juego le dije ‘Ok, estuviste bien. Te llevaré con el equipo grande’. Comenzó a sonreir”.
La versión de Gossage: “Recuerdo haber sido llamado a su oficina en Payne Park en Sarasota. Él dijo ‘Te quiero mostrar una lista’. Mi nombre estaba tachado. Le dije, ‘¿Qué significa esto?’ El dijo, ‘Por ahora, no vas al Norte. No vas a hacer el equipo’.
Me dijo, ‘No has mejorado. Estás lanzando igualito que cuando te vi por primera vez’. Los ánimos se caldearon y Johnny Sain nos separó. Le dije, ‘Soy el mejor pitcher que tienes’. Se regresó y me dijo. ‘Por qué no vas allá afuera y lo pruebas?’ Yo salí y se lo probé”.
Para Gossage y Tanner, Allen era como un manager en el campo.
“Él me enseñó a lanzar desde el punto de vista de un gran bateador’, dice el Ganso. “Ningún dinero hubiese compensado ese tipo de experiencia o consejo. En ese momento no me percaté de eso, pero Dick Allen fue el jugador más grande con quién jugué”.
Tanner, un manager de mano de hierro, dice que cuando Gossage ponía a un bateador en 2 strikes, Allen a menudo iba al montículo y le decía “Vamos, hazles saber que estás aquí. No tengas miedo de lanzarles la pescuecera. No sólo el bateador lo notará, sino todos los del dugout que vayan a enfrentarte”. Tanner dice, “La gente pronto notó su estilo. Él era vicioso”.
Gossage entendió el mensaje, una práctica que no funciona en el béisbol actual, donde lanzarle pegado a los bateadores es un arte olvidado.
“Cuando llegué a las Grandes Ligas, Chuck me dijo, ‘Hijo, si no eres capaz de hacer sentir incómodos a los bateadores mejor te buscas otro trabajo’.
El domingo, el Ganso Gossage va a lanzar un rectazo en todo el medio.
Sin embargo, no se sorprendan si tiene que usar su cambio.
Y deba enjugar algunas lágrimas.

Traducción: Alfonso L. Tusa C.

miércoles, 23 de julio de 2008

Dick Williams tenía el toque del éxito

Jack O’Connell. MLB.com

Los managers de Grandes Ligas deben representar muchos papeles: estratega, maestro, motivador, autoritario, psicólogo, padre, hermano mayor, tío favorito, hasta árbitro. Aún así, los que permanecen por más tiempo en los dugouts lo hacen basados en un factor: lograr las victorias.
“Para eso le pagan a los managers, para ganar juegos de pelota”, dijo uno de los tres managers elegido por el Comité de Veteranos para Managers y Árbitros que eligió a Dick Williams y Billy Southworth al Salón Nacional de la Fama del Béisbol el diciembre pasado. “Podemos hablar todo lo que quieras sobre la formación del carácter y la preparación de los peloteros para el éxito futuro. Pero lo que mantiene a un manager en su trabajo es ganar los juegos. Esa es la realidad de esta profesión”.
Por eso es que Williams se ganó la posición que ocupará este domingo 27 de julio en el podio del Clark Sports Center, donde será inducido al Salón de la Fama. Williams construyó equipos ganadores a través de una carrera dirigencial que no estuvo exenta de episodios controversiales. Su método provenía de la vieja escuela en un tiempo cuando el juego atravesaba momentos de cambios culturales. Pero esto le trajo muchos éxitos.
Williams, 79, tendrá una gorra de los Atléticos de Oakland en su placa, lo que es más que apropiado. Fue en Oakland donde tuvo su más prolongada cadena de éxitos con tres títulos de la División Oeste de la Liga Americana, dos banderines de la Liga Americana y dos Campeonatos de Serie Mundial. Aquel grupo de pintorescos y bigotudos peloteros a menudo en disputas con el dueño Charles O. Finley, que generaron titulares dentro y fuera del terreno, fue una fuerza dominante a comienzos de los años setenta.
“Era un equipo fácil de dirigir porque todos los peloteros odiaban a Charlie, y yo era visto como uno de ellos”, Williams dijo en mayo cuando visitó el Salón de la fama. “Mike Epstein y Reggie Jackson pelearon en el clubhouse. El día que derrotamos a Detroit en los pay offs para asegurar el banderín en 1972, Blue Moon Odom y Vida Blue tuvieron un altercado porque Blue Moon tuvo que salir después de 5 innings y yo traje a relevar a Vida Blue los últimos cuatro innings arruinando así la posibilidad de que Vida abriera el primer juego de la Serie Mundial. Así eran las cosas en ese equipo”..
Los Campeonatos de los Atléticos fueron ante la Gran Maquinaria Roja de Cincinnati en 1972 y los sorpresivos Mets de Nueva York en 1973. Ambas Series Mundiales fueron a siete juegos y están entre las más recordadas de la historia. A pesar de su éxito, Williams salió de la organización cansado de las contínuas intromisiones de Finley y dispuesto a firmar un contrato con los Yanquis de Nueva York cuyo dueño, George Steinbrenner, era tan entrometido como Finley en aquellos días.
La carrera de Williams pudo haber tomado una ruta completamente distinta si se hubiera unido a los Yanquis en 1974, pero Finley tenía control de su contrato por esa temporada y pidió 2 calificados prospectos a los Yanquis, el pitcher Scott McGregor y el jardinero Otto Velez, para entregarles al manager. Steinbrenner se espantó por el costo de Williams y abandonó la transacción para contratar a Bill Virdon. Williams terminó dirigiendo a los Angelinos de California en una de sus pocas experiencias donde no produjo un equipo ganador.
Antes y después de su estadía en Oakland, Williams condujo a dos franquicias que tenían mucho tiempo sin ganar algo, a la conquista del banderín. Aunque los Medias Rojas de Boston perdieron la Serie Mundial de 1967 en siete juegos ante los Cardenales de San Luis, el equipo del “Sueño Imposible” es gratamente recordado por la afición bostoniana. Williams cambió la realidad de un equipo definido por la frase “25 jugadores, 25 taxis” por la de una unidad coherente.
No fue fácil. Durante los entrenamientos primaverales Ted Williams abandonó el campamento en protesta por el método de Williams.
Williams, sin embargo recuerda que Ted estaba en Fenway Park estrechando las manos de los peloteros en la Serie Mundial. La principal noticia de los Red Sox de 1967 fue la Triple Corona de bateo de Carl Yastrzemski, la última vez que se ha logrado en las Grandes Ligas.
Williams, quién luego dirigiría inquilinos del Salón de la Fama como Reggie Jackson, Jim Catfish Hunter, Rollie Fingers, Nolan Ryan, Gary Carter, Tony Gwynn y Goose Gossage, llamó la actuación de Yaz en 1967 la más grande temporada que le vio a pelotero alguno.
En 1984, Williams se convirtió en sólo el segundo manager en llevar a 3 franquicias a la Serie Mundial, cuando los Padres de San Diego ganaron su primer banderín, en su décimasexta temporada. Pero perdieron ante los Tigres de Detroit en 5 juegos. De nuevo Williams reconoció que la experiencia de veteranos como Gossage, Graig Nettles, Steve Garvey y Gary Templeton había influido profundamente en el rendimiento de las estrellas incipientes como Gwynn y Kevin McReynolds.
El único otro manager que llevó a tres equipos diferentes a la Serie Mundial fue Bill McKechnie, con los Piratas de Pittsburgh en 1925, los Cardenales de San Luis en 1928 y los Rojos de Cincinnati en 1939 y 1940. Como Williams, McKechnie tambien ganó dos Series (1925 y 1940). Fue elegido al Salón de la Fama por el Comité de Veteranos en 1962 cuando Williams todavía era un pelotero activo como jardinero y primera base de los Orioles de Baltimore.


Traducción: Alfonso L. Tusa C.

martes, 22 de julio de 2008

Gustavo Gil al Salón de la Fama del Béisbol Venezolano.

Este martes 22 de julio de 2008 el recordado camarero de los Industriales del Valencia y los Navegantes del Magallanes fue elegido por el comité histórico junto a Hector Benítez Redondo. El Comité Contemporaneo eligió a Luis Peñalver, Luis Leal y Gonzalo Márquez. Entre los árbitros fue elegido Gualberto Acosta y en la categoría Pioneros fue exaltado Oscar Prieto Ortiz.
Gustavo Gil, el Maestro de la segunda base, jugó en Grandes Ligas con los Indios de Cleveland (1967), Pilotos de Seattle (1969) y Cerveceros de Milwaukee (1970 y 1971). Dejó estos números vitalicios: 221 juegos, 468 turnos al bate, 46 carreras anotadas, 87 hits, 16 dobles, 1 jonrón, 37 empujadas, 5 bases robadas, 56 boletos, 63 ponches, .186 de promedio.
En la Liga Venezolana de Béisbol Profesional jugó con Industriales del Valencia (59-60__ 67-68), Navegantes del Magallanes (68-69__76-77) y Cardenales de Lara (77-78) sus números fueron los siguientes: 19 temporadas, 927 juegos, 3438 turnos al bate, 493 careras anotadas, 982 hits, 146 dobles, 29 triples, 7 jonrones, 301 empujadas, 426 boletos, 249 ponches, 42 bases robadas, .286 de promedio.
Sus momentos memorables en el béisbol venezolano:

17 episodios de pitcheo encendido

El 06 de enero de 1961 Julián Ladera (a) por los Pericos del Valencia y Gary Peters (b) por Rapiños forcejearon durante diecisiete episodios de competitividad e intensidad monticular. Los cultores del duelo de lanzadores disfrutaron a todo dar un enfrentamiento que pareció inclinarse a favor de los valencianos en el inning duodécimo cuando Gustavo Gil soltó doblete, Joe Altobelli la rodó por segunda y al perderla el camarero*, Gil anotaba la primera rayita del encuentro. En el cierre del capítulo Rapiños igualaba mezclando sencillo de Larry Raines con sacrificio de Joe Morgan y roletazo de Mike Roarke que hizo pifiar a Teodoro Obregón.
El desenlace llegó en el cierre del episodio decimoséptimo. Roarke inició con imparable, Peters lo forzó de pitcher a short. Ed Rakow abanicó la brisa. De aquí en adelante Ladera perdió la goma y boleó a los próximos dos bateadores y en cuenta de tres y dos* también caminó a Luis Aparicio para que Rapiños ganara 2-1. De inmediato hubo una larga reclamación de los jugadores valencianos pero esa fue la decisión final.

Doblete a Cueche

El 24 de enero de 1961 el estadio Universitario de Caracas sirvió de escenario a un ajustado partido en las instancias culminantes del torneo de aquel año entre los Pericos del Valencia y los Leones del Caracas. Era el primero de una doble tanda y como tal estaba pautado a sólo siete entradas en las cuales el zurdo Bob Miller por los Industriales se fajó a capa y espada con el “Indio” Emilio Cueche (c) en un duelo de escopeteros de esos que dejan a los aficionados pegados a los asientos.
Las aves prensoras aprovecharon uno de los pocos parpadeos de Cueche para manufacturarle la rayita que definiría aquel encuentro. El cuarto tramo fue el momento en que los pericos picotearon al león. Entonces Gustavo Gil inició la entrada con estacazo de dos bases y de seguidas Bubba Morton (d), apodado el “verdugo” por su efectividad con el madero, le descifró otro envío al lanzador oriental para remolcar a Gil hasta la goma con imparable. En el sexto capítulo la misma combinación ofensiva trató de vulnerarle nuevamente la goma a Cueche mediante sencillos consecutivos; sin embargo, esa vez el lanzador se las arregló para dominar a Joe Altobelli y a Tony Roig con elevados a los jardines.
Los melenudos amagaron seriamente en el segundo episodio. Sin embargo, Bob Miller se las ingenió para escapar del acorralamiento de los Leones. Comenzó dominando a su colega, pero Fred Koenig le conectó inatrapable, Domingo Carrasquel entregó el segundo out con elevado al campo izquierdo, Guillermo Vento detonó un petardo para mantener vivo el inning, y Manuel Mendible negoció boleto bueno para llenar el cuarto de agua. Todo estaba listo para inundar la pizarra de carreras felinas, pero Miller se recompuso para obligar a César Tovar a rodarla por la segunda para salir del apuro.
La otra oportunidad que tuvo el equipo de las “caras bonitas” de mancillar la labor de Miller ocurrió en el sexto tramo, luego que el lanzador valenciano había retirado a “paso de conga” los últimos tres capítulos. Allí Pompeyo Davalillo logró sacar un boleto, Jim Pendleton se sacrificó arrimando a Pompeyo hasta la intermedia, y de allí pasó a tercera mediante “passed ball*” del receptor Jesús Romero. Con corredor en la antesala se pensó que el empate era cosa de segundos porque el siguiente bateador era Jim King, pero nuevamente Miller apretó el brazo para acallar el madero del cuarto bate caraquista con bombo al campocorto, y luego cerrar la entrada con un ponche impresionante ante Cueche.
Bob Miller sólo aceptó 3 imparables, ponchó a un par de rivales y regaló dos boletos para dejar su balance en 12 triunfos por 5 derrotas. Por su lado, Cueche aceptó cinco incogibles, con 4 abanicados y un pasaje gratis. Su record quedó en 6-6.

Sentencia en el inning 13
El 19 de diciembre de 1963 los Leones de Caracas llegaron al “José Bernardo Pérez” para enfrentarse a los Industriales del Valencia. En el primer inning los felinos se fueron al frente con dobles de César Tovar y Don Pavletich ante Dan Neville. Los Pericos reaccionaron en el cuarto episodio con cuadrangular de Deron Johnson (e) ante Manuel González. Luego entró Sammy Ellis a relevar y desarrolló un intenso duelo de pitcheo ante Neville. En el inning trece le tendieron una emboscada a Ellis. Luis Rodríguez prendió la pachanga con sencillo. Daniel Morejón se sacrificó. Gustavo Gil metió un metrallazo al outfield y el Caracas quedó en el terreno.

Filigrana para cerrar el juego

Otra intervención importante de Gil en nuestro béisbol ocurrió el miércoles 18 de noviembre de 1969, ya enrolado en las filas de la nave magallanera. Aquella noche se enfrentaron los eternos rivales en el terreno del Estadio Universitario caraqueño. Ya al inicio el buque se vio estremecido en un mar de zarpazos caraquistas que lo puso a perder 4-0. En la primera entrada los Leones arremetieron contra Dan Morris. Víctor Davalillo dio sencillo pero fue forzado con rodado de Gonzalo Márquez a la grama corta. Sin embargo, detrás vino Rich Scheinblum y la desapareció en la noche estrellada aun cuando Clarence Gaston saltó lo más elevado que pudo pero el marcador se puso 2-0.
Aun cuando la amenaza felina continuó en el capítulo segundo, fue en el tercer inning cuando lograron carburar nuevamente para distanciarse con un cuarteto de anotaciones. César Tovar conectó incogible y robó la segunda base desde donde anotó amparado en doblete de Gene Tenace. Dave Nelson soltó otro petardo para seguir la fiesta empujando la segunda rayita del episodio. Hasta allí llegó Morris quien fue relevado por el margariteño Gilberto Marcano.
Las luces se prendieron en el barco azul tan pronto comenzó el cuarto tramo. Entonces se alzaron ante Diego Seguí. Jim Holt inició la rebelión embasándose por error de Dave Nelson. Avanzó hasta la intermedia por boleto a Gaston. Gustavo Gil destapó línea a la derecha buena para impulsar a Holt. Armando Ortiz salió con elevado a la izquierda. Esto sirvió para que Gaston se moviera a tercera en pisa y corre. Orlando Reyes soltó línea corta al centro que cayó inatrapable, permitiendo la carrera de Gaston. Como Gaston dudó al momento de venirse a la goma, Davalillo dirigió su disparo al plato, lo que aprovecharon los corredores para colarse hasta tercera y segunda respectivamente, mientras la esférica golpeaba a Gaston.
De seguidas, Víctor Colina sonó otro imparable que colocó las acciones 4-3 ya que Reyes fue detenido en la antesala. Walter Hriniak emergió por Marcano y abanicó la brisa; y Jesús Aristimuño coronó la entrada tronando un doblete rastrero a la izquierda que igualó el marcador 4-4 y sacó a Seguí del juego como corcho de limonada. Con hombres en segunda y tercera entró a relevar Urbano Lugo y Chico Ruiz no esperó mucho para despachar otro petardo que puso a ganar al Magallanes 6-4. Jim Holt continuó la cacería de leones con linietazo a la izquierda que llevó a Ruiz hasta la tercera y, al parpadear Nelson en la segunda con el tiro de Scheinblum, el cubiche siguió su camino hasta el plato para ampliar la ventaja navegante 7-4.
La cuarta entrada vio venir a lanzar a Dick Baney quien no se las vio muy bien en las primeras de cambio con los felinos. Comenzó regalándole cuatro malas a Urbano Lugo, luego Davalillo y Márquez lo castigarían con par de sencillos que pusieron el juego 7-5 mientras Davalillo anclaba en la antesala. Desde allí se engomaría con elevado de sacrificio de Scheinblum. Con Robert Cox al bate, Márquez estafó la intermedia pero el toletero abanicó la brisa. César Tovar negoció boleto. Y bateando Gene Tenace, Márquez fue sorprendido por certero disparo de Baney al camarero Gil. Sin embargo, el juego se había puesto 7-6 y se vislumbraba un forcejeo intenso por la victoria.
En el mismo quinto episodio desde la nave se encargarían de fabricar la rayita del seguro. Gustavo Gil conectó imparable, robó la segunda, pasó a la antesala mediante roletazo al cuadro y le hincó los ganchos al plato aprovechando un lanzamiento descontrolado de Lugo.
En el noveno inning, el propio Gil se encargaría de terminar de cerrarle el paso a los melenudos con una magnífica jugada tomando un candente rodado de Márquez hacia su derecha para luego girar en el aire y pintar un strike en primera.

Petardo impulsor de dos

Dos días después el manager “Patato” Pascual volvió a enviar a Danny Morris a abrir un partido en su reducto de Valencia, esta vez ante los Tiburones de La Guaira. Entonces si se fajó como los buenos con Aurelio Monteagudo y Mike Hedlund para seguir recortando la ventaja que tenían los escualos en el primer lugar del torneo.
Desde el buque arponearon al tiburón bien temprano en el tercer acto luego de haber entregado los dos primeros outs. Jim Holt consiguió pasaje gratis; Clarence Gaston sacudió incogible a la izquierda con el cual Holt se metió hasta la antesala y Gaston aprovechó que el tiro fue hasta allá para anclar en segunda. Allí mismo emergió Gustavo Gil, sonó petardo al centro, bueno para fabricar las dos rayitas que hicieron falta. Fue el único parpadeo de Monteagudo en el encuentro.
Por su parte, Morris mantenía bajo control a los litoralenses reduciéndolos a dos imparables en los primeros seis capítulos, periodo en el cual además nadie le llegó a la segunda base. Abriendo el séptimo inning, Pipo Correa soltó inatrapable y luego estafó la intermedia. Entonces vino Ángel Bravo de emergente por Robert Marcano y despachó un batazo trepidante por el bosque derecho que hizo lucir a Holt. Monteagudo dio paso a otro emergente en ese mismo episodio, para que Mike Hedlund viniera en el octavo episodio a completar 39 entradas consecutivas sin permitir carreras limpias en el torneo.
La rayita salada apareció en la entrada de recoger los bates. Luego de dos outs, Bobby Brooks pescó un envío de Morris para hacerlo volar sobre la barda del centro con lo que fue su tercer cuadrangular de la temporada. Luego Pipo Correa volvió con otro cohete, pero hasta allí boqueó el tiburón porque Roberto Romero, emergiendo por Oswaldo Troconis, fue dominado con rodado a la grama corta.

Lineazo por la raya de tercera

Otro momento glorioso para Gil ocurrió el domingo 27 de diciembre de 1970, también en el campo “José Bernardo Pérez” de Valencia. En esa ocasión se aparecieron por los alrededores las Águilas del Zulia con su carta crédito en el montículo: Bart Johnson. Del lado magallanero le entregaron las serpentinas al no menos efectivo Alan Closter (f).
Aun cuando las primeras de cambio hacían presagiar vientos huracanados que arrastraban el buque al naufragio, el personal de abordo no desmayó para regresar a disputar el encuentro a brazo partido, dando lo mejor de sí para reparar las marfiladas que le dieron una ventaja tempranera a las Águilas.
Closter comenzó tambaleante y además con poco respaldo de su defensa; sólo la falta de remolque zuliano lo mantuvo inmaculado hasta el quinto, cuando las Águilas atacaron y se fueron adelante. Elio Chacón disparó sencillo y Steve Hovley (g) tocó la bola para que todo el mundo quedase quieto debido a que Closter le metió la pelota en la espalda a Chacón en su ruta a la adulterina. Walter Williams adelantó a los corredores con toque de sacrificio. Y Carlos May empujó la de romper el celofán del plato con elevado de sacrificio al bosque central. Richard Billings recibió pasaje gratis intencional y John Donaldson la rodó por el campocorto, pero Dámaso no pudo controlar el batazo congestionándose así las almohadillas de rapaces. Otro boleto a Leo Cárdenas (h) significó la rayita que ponía el marcador 2-0.
En el siguiente episodio las Águilas volvieron a picotear. Bart Johnson entregó el primer out. Elio Chacón detonó su segundo obús de la noche y Steve Hovley tocó y logró embasarse para amenazar las ya impactadas velas del navío. Walter Williams la rodó por tercera donde Rigoberto Mendoza no la pudo dominar y la bola siguió al campo izquierdo, con lo cual Chacón se engomaba para poner las cosas 3-0.
Entonces sí parecía que todo estaba decidido en aquel enfrentamiento, puesto que Johnson estaba lanzando pelota de calidad como la mayoría de las veces que se encaramó en la lomita durante aquella campaña. No obstante, cerrando el séptimo, el mismo lanzador aguilucho se metió en dificultades al bolear a Rigoberto Mendoza y a Jim Holt. Cuando en conteo desventajoso trató de venirle por el medio a Ray Fosse el careta navegante le arrequintó un tremendo estacazo que rechinó la bola contra la pared del right center para traerse hasta el plato a los corredores mientras se estacionaba en la intermedia.
Esto explotó al prospecto de los Medias Blancas que fue relevado por Don Eddy quien dominó a Harold King con rolata por segunda que arrimó a Fosse hasta la antesala. Gustavo Gil fue obligado a rodarla por la esquina caliente para marcar el segundo out. Cuando todo parecía resuelto, apareció Richard Chiles el grumete más nuevo de la tripulación y tronó un cañonazo a la derecha para igualar el juego a tres. John Morris vino al rescate en el séptimo capítulo y no permitió mayores desafueros a las Águilas en el trío de episodios que laboró, a excepción de un sencillo de Carlos May (i) y un pasaje intencional a Leo Cárdenas, ambos en la novena casilla cuando las aves de rapiña amenazaron con irse arriba.
Del otro lado, el manager Luis Aparicio trajo a Jerry Janeski por Don Eddy en el octavo y todo salió de maravillas. Pero en el noveno se le vino el mundo encima. Fosse salió de short a primera. Harold King negoció boleto y fue sustituído por un corredor más rápido (Nelson Cañas). Entonces surgió el oportuno madero de Gustavo Gil para sentenciar a los zulianos con un cohetazo por toda la raya de la esquina caliente, bueno para traer hasta la goma la carrera del triunfo en los pies de Cañas. Era la victoria 21 del Magallanes en la temporada que lo impulsaba a ocupar el cuarto peldaño de la clasificación precisamente con escaso punto de ventaja sobre el rival de este juego.

Engarce para out 27

El jueves 21 de enero de 1971 Magallanes enfrenta a Cardenales de Lara en su nido de Barquisimeto. Es un juego de semifinal. Los pájaros rojos habían comenzado ganando el primer partido y en una serie de cinco juegos era casi obligado ganar el segundo para no quedar en una posición delicada. El estadio de la ciudad de los crepúsculos se había llenado nuevamente para ver esa segunda batalla que enfrentaría a Jorge Lauzerique por Magallanes contra Jim Shellenback por el conjunto larense.
Desde las velas navegantes estuvieron tratando de cazar al cardenal durante los tres primeros capítulos, pero Shellenback se las arregló para salir ileso de cada uno de esos amagues. Hasta que llegó la cuarta entrada, cuando Ray Fosse comenzó con imparable al left field. Entonces vino un intento de bateo y corrido con Harold King pero este falló de short a primera. Fosse aprovechó para llegar a la segunda. Shellenback lanzó la bola fuera del alcance del receptor lo cual llevó a Fosse a la antesala y Rigoberto Mendoza se apareció con un petardo entre primera y segunda, bueno para inaugurar el marcador.
Lauzerique se presentó intraficable, al punto de aceptar el primer imparable en el cuarto episodio. Luego de retirar a once bateadores en fila, Orlando Martínez consiguió descifrarle un envío. En lo sucesivo retiró las próximas dos entradas por la vía rápida también. Su único parpadeo ocurrió en el séptimo capítulo: Roger Metzger (j) abrió con metrallazo a la derecha, seguidamente Martínez se sacrí­ficó por la vía 14, y detrás vino Tommie Reynolds con un lineazo fortísimo por la raya de cal de la izquierda que se trajo a Metzger hasta la goma para igualar la partida a una carrera por lado. En total el lanzador navegante recibió sólo tres inatrapables en ocho innings y un tercio.
Este forcejeo no se mantuvo por mucho tiempo. Desde la cubierta del barco empezaron a afinar la puntería de los maderos y en el mismo comienzo de la octava casilla Dámaso Blanco no esperó mucho para encender un chispazo al centro. Gustavo Gil tomó nuevamente la manilla del curso victorioso y reventó un toletazo que Cleo James no pudo controlar en el jardín central para que la bola se fuera hasta lo más lejano del parque, convirtiéndose en triple la conexión de Gil que traía a Blanco a la goma con la ventaja azul sobre los cardenales. Jim Holt respondió con otro cañonazo para remolcar a Gil con la anotación que ponía el juego 3-1. Aun cuando Holt en su constante alarde de mística se estafaría la segunda, Shellenback se las arregló para salir de aquel episodio sin más agravios encajados.
Las aves copetudas no se resignaban a perder y en el cierre del noveno amenazaron con montar una rebelión. Después de dominar a Cleo James con rodado a las paradas cortas, Lauzerique comenzó a meterse en problemas al darle salvoconducto a Roger Metzger hasta la inicial. Como continuó dando muestras de descontrol al colocar a Orlando Martínez en dos malas, “Patato” Pascual reaccionó adecuadamente para traer a relevar a Alan Closter quien se portó a la altura logrando el segundo out mediante ponche. Aquí vino a consumir su turno el poderoso Reynolds que soltó un batazo con todas las características de un imparable, pero ahí mismo apareció el guante salvador de Gustavo Gil para engarzar la pelota y completar el out en la inicial.

Jonrón de efecto retardado

Asimismo, Gustavo Gil tuvo mucho que ver en una victoria lograda por el Magallanes el lunes 25 de enero de 1971. Era el quinto juego de la semifinal ante Lara, se jugaba en Barquisimeto con toda la presión y el ambiente de suspenso que se pudiera imaginar en un estadio repleto ante la instancia decisiva de una serie. Volvían a verse las caras los mismos lanzadores de cuatro días atrás: Jorge Lauzerique y Jim Shellenback.
Magallanes se fue adelante en el propio primer inning con una ventaja que parecía suficiente para navegar hacia la victoria sin problemas. Luego de dos outs, Jim Holt conectó sencillo al campo derecho. Ray Fosse y Harold King consiguieron pasajes gratis para congestionar las bases. Todo quedó listo para que Rigoberto Mendoza soltara un vibrante doblete que barrió las bases y poner el juego 3-0.
Los Cardenales replicaron con una carrera en el cierre de ese mismo episodio inicial. Roger Metzger tronó un triple y luego anotaría mediante error de Dámaso Blanco ante roletazo de Orlando Martínez. Tommie Reynolds bateó otro sencillo al left, José Martínez falló con elevado a la izquierda y Faustino Zabala (k) la sonó fuerte por el montículo donde Lauzerique la desvió hacia Gustavo Gil para que este lograra el out forzado en segunda, a manos de Dámaso Blanco.
Los pájaros rojos amenazaron otra vez en el tercero aprovechando dificultades de control de Lauzerique. Luego de un out, Metzger tronó obús a la izquierda. Y aun cuando Orlando Martínez recibió pelotazo, el pitcher se las arregló para obligar a Reynolds a batear por el short para doblematanza. En el capítulo siguiente, el serpentinero de la nave caminó de nuevo entre un espinero. Luego del ponche de Martínez, Faustino Zabala ligó incogible por el montículo e Irán Paz conectó un rastrero por la antesala que se hizo inmanejable para Rigoberto Mendoza por lo que quedaron plumíferos en primera y segunda.
David Concepción la metió por entre pitcher y primera pero Lauzerique agarró la bola y puso fuera al refuerzo aragüeño. Neudo Morales emergió por Shellenback y logró sacar un boleto que aumentó la altura de las llamas que amenazaban con quemar la ventaja magallanera. Sin embargo, Lauzerique volvió a apretar el brazo para despachar a Cleo James con bombo al campo derecho.
En la apertura del quinto tramo, Gustavo Gil sacó un jonrón hacia las gradas de la izquierda para recibir al relevista Mark Sheaffer. En aquel momento ese batazo sólo incrementaba la diferencia de carreras, pero luego se convirtió en la conexión clave del encuentro. Gustavo Gil me refirió en una conversación telefónica en noviembre de 2003: “En el dugout del Magallanes estaba el párroco de Valencia. Cuando llegué al banco después del jonrón el padre me colocó un rosario de pétalos de rosa que había traído del Vaticano. ‘Esto es para que des tantos jonrones como hagan falta para ganar este juego’”.
Para el sexto capítulo Lara volvió al ataque. Después del primer out, Paz y Concepción sacaron boletos gratis y en esta situación el dirigente larense (Tony Pacheco) dejó batear a su lanzador Oscar Zamora que aunque venía realizando una magnífíca labor de relevo, no era el más adecuado para terminar de exprimir a un adolorido Lauzerique que puso a Zamora en 3 y 1 para que luego el bateador se desesperara y terminara ponchándose. Todo terminó en cero cuando Harold King encontró movido a Paz en la intermedia completándose el out de short a tercera.
En la séptima entrada vino la segunda raya cardenalicia, a partir de un doblete de James combinado con sencillo de Reynolds. Y en el noveno se puso la cosa bien fea cuando, luego de un out, Metzger templó línea al centro y Orlando Martínez lo imitó con cohete a la derecha. Para terminar de complicar las acciones Lauzerique lanzó un wild que colocó el empate en segunda. Esto motivó la entrada del manager Pascual para traer a relevar a John Morris quien a pesar de no sentirse en su mejor forma vino a dejar lo mejor de sí en el montículo y así logró salir de Tommy Reynolds con rodado al short que puso el juego 4-3 en los ganchos de Metzger, y de José Martínez con otro saltarín a manos de Dámaso. Todo a punta de sliders para sellar la victoria y el pase del Magallanes a la final ante La Guaira.

Boletos de apoyo

La noche del primer día de diciembre de 1971 encontró al buque magallanero navegando por predios larenses con dos faros incandescentes iluminando su rumbo, el primero en el brazo del lanzador Alan Closter y el otro en la diligencia del camarero Gustavo Gil.
Closter se montó en la lomita y desde ahí alargó el fuego del crepúsculo barquisimetano hasta pasadas las diez de la noche, cuando completó un blanqueo de nueve entradas en las que sólo recibió trío de inatrapables. Nada más regaló un boleto, mientras ponchaba a quince contrarios a pura recta encendida. Por el Cardenales, comenzó Bill Burbach (l) ante quien el Magallanes no pudo hacer nada hasta la apertura del quinto capítulo cuando Gustavo Gil entró en circulación al negociar boleto. De seguidas, Jim Holt destapó un doblete que colocó hombres en posición anotadora. Harold King fue trabajado con mucho cuidado y finalmente le fue entregado otro pasaje gratis a la inicial, para que Iván Murrell (m) pusiera a funcionar la registradora con elevado de sacrificio a la derecha.
En el séptimo episodio, nuevamente Gustavo Gil se encargaría de convocar las voluntades para ampliar el marcador. Entonces alcanzó la primera mediante imparable al centro. Otra vez Holt la rechinaría contra la cerca para repetir con doblete que esta vez hizo anotar a Gil, aunque luego fue reventado en la tercera tratando de alargar el batazo.
El remate vendría en la entrada del cierre ante Pablo Torrealba. Dámaso Blanco arrancó las acciones con sencillo para luego llegar a segunda por jugada de selección en batazo de Rigoberto Mendoza. Gil consiguió transferencia y Holt movió a los corredores con rodado a la inicial. Harold King con infieldhit al campocorto traería la carrera que completaba la pizarra en los pies de Dámaso.

Infield hit en el decimotercer inning

Una ardorosa mañana dominical en el “Luis Aparicio El Grande” de Maracaibo, la novena del navío azul se batió a sangre y fuego contra las Águilas zulianas, con Steve Luebber (n) en la lomita. La fecha era el 19 de diciembre de 1971 y nuevamente el maestro de la intermedia se vio envuelto en la definición del triunfo.
Magallanes venía con una vela desgarrada producto de la derrota ante las mismas Águilas en el juego del día anterior con ajustado y mínimo marcador de 1-0. Entonces vinieron a demostrar que también podían saborear las mieles de la victoria y se fajaron por espacio de 13 disputados episodios. Luebber se mantuvo inmaculado por espacio de once capítulos en los que recibió 4 imparables, y otorgó 3 boletos mientras abanicaba a 13 rapaces. Parecía que esa mañana Ramón Monzant se le había metido en el cuerpo con toda su calidad monticular y aguante ante la inclemencia del sol marabino. En su rescate vino el zurdito Alan Closter quien en dos tramos de labor sólo aceptó par de inatrapables, recetando dos ponches y regalando un salvoconducto.
Del lado aguilucho Mickey Scott (ñ) se amarró los pantalones con guaral del bueno y sobre el montículo estuvo hasta el mismo episodio decimotercero cuando Gustavo Gil se le embasó mediante infieldhit por la inicial, de allí se embaló hasta la antesala con el tercer metrallazo de Jim Holt en el partido. Con hombres en primera y tercera vino Bill Kirkpatrick en auxilio de Scott pero Iván Murrell lo recibió con oportuno candelazo por encima de la segunda que rompió el empate a cero y de paso le daba el triunfo al conjunto navegante, que de esa manera se consolidaba en el primer lugar de la tabla con dos juegos de ventaja sobre sus rivales.

Impulsada para el seguro

El jueves 29 de noviembre de 1973 el buque magallanero atracó en el estadio “José Pérez Colmenares” de Maracay para batirse con todo ante los Tigres locales. Ese día vino manejando el timón James McKee (o) quien se mantuvo incólume hasta el propio noveno inning cuando fue auxiliado por Mark Weems (p). Del lado bengalí abrió Jim Willoughby (q) que se fajó como los buenos con McKee hasta el sexto capítulo. Hasta ese momento los lanzadores mantuvieron la pizarra llena de arepas.
Para el séptimo se rompió la bolsa de las naranjas que se habían repartido a diestra y siniestra en aquel duelo de pitcheo. Iván Murrell comenzó la movida con tremendo tablazo entre left y center que lo llevó hasta la segunda con un doblete. Edito Arteaga lo llevó hasta la antesala con un roletazo complicado al campocorto. Entonces el propio James McKee contribuyó con su causa, en la más genuina demostración de porqué el béisbol es mejor en su forma original: sin bateador designado y con participación de todos en todos los aspectos, ejecutando a la perfección un toque de squeeze play* para traer a Murrell con la anotación que borraba el ayuno de rayitas en el marcador.
En la siguiente oportunidad de afinar la puntería de los cañones del navío, Jim Rice (r) se la desapareció a Willoughby por lo más recóndito de la banda de la izquierda. Y para el inning de recoger los bártulos lograron hacer una más para aumentar la tranquilidad de su lanzador. Roberto Muñoz había entrado a relevar sustituyendo a Pete Lacock (s) que había emergido por el abridor aragüeño en el octavo. Luego de abanicar a Arteaga y a McKee, Bob Bailor la metió de doblete entre dos y de seguidas Gustavo Gil aportó su importante colaboración con sencillo al campo izquierdo que hizo anotar a Bailor.
Por error de Teolindo Acosta, Gil llegó hasta segunda. De algo serviría este tercer plomazo en el lomo del tigre, puesto que en el cierre de ese noveno episodio la situación se puso color de hormiga para McKee, tanto que el manager Jim Frey tuvo que traer a relevar a su hombre de confianza Mark Weems luego que Teolindo Acosta y Adrian Garret destaparan sendos cohetes a terrenos de nadie que prendieron una inusitada algazara en las tribunas. Weems, con su estilo poco ortodoxo, pero de resultados efectivos, dominó a Kurt Bevaqcua (t) con rodado a la intermedia bueno para ejecutar un dobleplay que puso la entrada a punto de mate; en la jugada Acosta recalaba en la antesala. Los Tigres lograron anotar su única carrera cuando Weems lanzó la bola lejos del alcance del receptor. Luego se repondría para lograr el último out y sellar la victoria magallanera.

Triple de Gloria

Pero el juego qué quizás ilustra mejor de qué era capaz Gustavo Gil en un campo de béisbol, es el del 23 de enero de 1970. Se jugaba el tercer juego de una semifinal a siete partidos ante los Tigres de Aragua. Los abridores no pudieron llegar hasta la fase definitoria de este disputado encuentro. Danny Morris comenzó por Magallanes y no estuvo en su mejor noche. Por su parte, Luis Peñalver abrió en la lomita felina y aun cuando se mantuvo más tiempo en el juego, no pudo resistir los arponazos lanzados desde el barco; tuvo que irse sin decisión.
Los Tigres empezaron lanzando arañazos despiadados a los tablones de la proa. En el segundo capítulo, John Bateman comenzó la embestida con doble a la izquierda. Dennis Paepke salió con elevado al centro. Jim Williams la rodó por la antesala, movimiento que aprovechó Bateman para llegar a la esquina caliente desde donde inauguraría el marcador amparado en imparable de Elio Chacón al campo derecho.
En el cuarto inning las dentelladas contra el buque arreciaron en forma de cuadrangular descomunal de Bateman por todo el jardin central. Paepke negoció cuatro malas y Jim Williams la hizo zumbar de inatrapable al centerfield, donde César Tovar cometió error que fue aprovechado por Paepke para poner las cosas 3-0 a favor de los felinos rayados.
Todos esos colmillazos no lograron apagar la totalidad de las luces en la nave y en la apertura de la quinta entrada salieron fogonazos desde varias partes de cubierta para recordarle a los bengaleses que el dolor lo puede sentir cualquiera. Gregory Sims empezó los fuegos con biangular a la derecha. Ray Fosse fue dominado con bombo en foul por primera. Jesús Aristimuño podó la grama del jardín central con sencillo bueno para colocar corredores en los ángulos exteriores. Dámaso Blanco entregó el segundo out con rastrero a la antesala. Entonces “Patato” Pascual trajo de emergente a Gonzalo Márquez por el pitcher Danny Morris y tronó un imparable al left field que encendió la fiesta en las velas del barco. Con ello, Sims y Aristimuño cruzaron la goma para poner el juego al rojo vivo.
El ataque desde la nave continuó en el sexto episodio cuando Jim Holt despachó un soberbio cuadrangular por toda la banda de la derecha para igualar el marcador 3-3. De allí en adelante se desarrolló un intenso forcejeo entre los lanzadores. Gregorio Machado se mandó con un tremendo relevo de 10 entradas en las que espació 5 imparables y no permitió que tigre alguno llegara al hogar. Por los tigres, Gary Ross reemplazó a Peñalver en el octavo y mantuvo la porfía hasta el inning 13; para el episodio 14 vino a la lomita Roberto Muñoz.
El espeluznante desenlace del partido se dio en la citada entrada 14 cuando Gregorio Machado logró embasarse y, acto seguido, vino Gustavo Gil para destapar un vibrante tripletazo a lo más profundo de los jardines que trajo hasta la goma al otro héroe de la jornada con la carrera que sellaría la victoria.

Alfonso L. Tusa C.

Fuente de los juegos: Una Temporada Mágica. Alfonso L. Tusa C. 2007.

El legendario historiador de béisbol, Jerome Holtzman, deja de existir.

Tom Singer. MLB.com

Jerome Holtzman, el Hemingway del periodismo beisbolístico, ha fallecido. Sólo hay ojos lejanos y lágrimas en el palco de prensa.
Holtzman murió este sábado 19 de julio de 2008 en Evanston Ill. A los 81 años. Deja un puesto vacío como historiador del béisbol de Grandes Ligas. Y una trayectoria de 66 años de trabajo que incluye su historia oral de 1974 sobre la escritura deportiva: "Sin saludos en el palco de prensa".
Holtzman dividió su existencia entre los dos periódicos principales de Chicago. En 1957 empezó a cubrir el béisbol de las Grandes Ligas. El deporte sobre el que influiría profundamente en 1959.
Fue durante esa temporada que Holtzman, el siempre visionario escritor, creó la primera formula para determinar los juegos salvados de los relevistas. Su estadística fue adoptada una década más tarde por el Comité Oficial de Reglas como la primera nueva estadística del béisbol desde la introducción en 1920 de las carreras impulsadas.
Por todo esto y mucho más, en 1989 el Salón de la Fama del Béisbol le entregó el premio J.G. Taylor Spink y 10 años después el Comisionado Bud Selig lo designó como el Primer Historiador Oficial de las Grandes Ligas.
"Como escritor de béisbol, columnista e historiador por más de 50 años, Jerome Holtzman fue una figura muy querida y tuvo un impacto increíble sobre el juego", dijo el Comisionado Selig este lunes 21 de julio de 2008. "Él creó la estadística del juego salvado lo que incrementó la importancia del pitcher de relevo. Fue un gigante en su campo.
Los que lo conocimos y trabajamos con él siempre recordaremos su buen humor, su honestidad, y su amor por el béisbol", añadió Selig. "Él fue un buen amigo mío a través de toda mi carrera en este deporte. Extrañare su amistad y consejos. Presento mis más entrañables condolencias a su esposa Marilym, a sus hijos y a sus numerosos amigos".
Un escritor deportivo de renombre, con el cabello ondulado y desordenado, y el cigarro mordido entre los labios, Holtzman se convirtió en el escritor de béisbol a nivel nacional del Chicago Tribune en 1981, después de pasar 38 años en el Chicago Sun-Times y su antecesor The Daily Times.
Reconocido a nivel nacional como "El Decano" de los escritores de béisbol, Holtzman escribió 7 libros de béisbol. Su clásico "Sin saludos en el palco de prensa", fue reeditado en 1995 con seis nuevos capítulos. También escribió "Tres y dos", una biografía del árbitro de la Liga Nacional Tom Gorman.; "Los Comisionados", una mirada interior de aquellos quienes han dirigido las oficinas principales del béisbol; "Jerome Holtzman en el béisbol" y "Fielder's choice", una antología de ficción beisbolera.
Holtzman siempre fue identificado con Chicago, una ciudad donde era una institución. Sus otros libros, co-escritos con George Vass, fueron "La Enciclopedia de los Cachorros de Chicago" y "Béisbol al Estilo de Chicago".
Holtzman ganó 4 veces el premio "Stick of Type" entregado por la Asociación de Periódicos de Chicago y en 1996 fue reconocido como el Veterano de la Prensa de Chicago del Año.
Jerry Reinsdorf, el jefe de los Medias Blancas de Chicago, recordó a Holtzman como "un gran abogado del béisbol y un querido amigo".
"Extrañaré sus visitas al estadio y sus llamadas telefónicas durante la temporada para discutir las últimas noticias beisboleras", dijo Reinsdorf. "Jerome dejó su marca en este juego que amó y siguió con pasión por décadas, a través de la forma como los medios cubren el juego, a través de la creación del juego salvado, y a través de la historia y la tradición de este juego".
"Quizás ninguna otra persona ha hecho tanto para promover el juego de béisbol entre millones de personas. No hay un mejor legado que una persona pueda dejar a las generaciones futuras de aficionados al béisbol".
"Las contribuciones de Jerome al béisbol fueron inmensas", dijo Crane Kennedy jefe de los Cachorros de Chicago.
“Por más de 40 años Holtzman fue un lazo primordial entre los aficionados de Chicago y sus queridos equipos. Él fue un escritor consagrado que se ganó el respeto de sus lectores y de aquellos a quienes cubría”.
Para confirmar esto, Don Zimmer, el venerable hombre de béisbol quién jugó para los Cachorros en el lapso 1960-1961 y los dirigió entre 1988 y 1991, dijo. “Él fue siempre un caballero. El béisbol extrañará a Jerome Holtzman. Fuen un buen hombre, un gran hombre.Me caía muy bien Jerry. Hablábamos mucho. Nos divertimos mucho juntos”.
Holtzman asistió a las Universidades de NorthWestern y de Chicago, pero obtuvo una educación más valiosa fuera de los salones de clase. Comenzó su carrera en los periódicos a los 17 años y después de dos años de Servicio Militar durante la segunda guerra mundial, regresó al Daily Times en 1946 para cubrir el deporte escolar durante los siguientes 11 años.
Hace 25 años, The Wall Street Journal caracterizó a Holtzman en una historia como “la quintaesencia del escritor de béisbol”.
Eso era él. También, el santo patrón, base de datos ambulante y padrino de la profesión.
Holtzman y su esposa Marilyn, de 59 años, tuvieron 5 hijos (Alice Barnett de California, Arlene Disch, Catherine Holtzman, Janet Holtzman de Wilmette, y Jack Merrill de Los Angeles) y los nietos (Genevieve, Conrad, Philip, Natalie y Melanie).

Traducción: Alfonso L. Tusa C.

lunes, 21 de julio de 2008

Dramático juego entre Minnesota y Texas.

Taylor Teagarden hizo valer su primer imparable en las Grandes Ligas.
El novato de los Rancheros rompió el juego perfecto de Scott Baker con su cuadrangular del sexto inning para preservar el buen trabajo de Vicente Padilla este domingo 20 de julio, en ruta a una victoria 1-0 ante los Mellizos.
“Lo único que no hizo fue limpiar el estadio después del juego”, dijo el cerrador de Texas, C.J. Wilson.
Los Rancheros impidieron la cuarta barrida de los Mellizos desde el último mes y les propinaron sólo su octava derrota en los últimos 31 juegos. Baker (6-3) salió derrotado por primera vez en las últimas 6 salidas.
Baker había retirado los primeros 17 bateadores que enfrentó cuando Teagarden llegó a tomar turno en el sexto. Baker recibió ovaciones con cada lanzamiento que le hizo a Teagarden luego de ponerlo en 2 strikes sin bolas.
En conteo de 3 y 2. Baker en su segundo juego en las mayores, conectó una recta y el batazo venció la barda del centerfield y el guante de Carlos Gómez.
“Baker estaba lanzando tan bien, que supuse que iba a lanzar su mejor recta y así lo hizo”, dijo Teagarden. “Soló trate de ponerle el bate y hacer contacto”.
Después del juego, Baker dijo que no debió lanzar la recta.
“Después de pensar sobre eso, debí haber considerado la situación como un juego 0-0 más que como un juego sin hits o como se le quiera llamar. No puedes permitir que un swing cambie todo el juego”.
Pero el catcher Joe Mauer defendió la selección del pitcheo.
“Si Scott puede hacer eso el resto del año, vamos a ser muy dificiles de vencer”, dijo Mauer.
“Hizo un buen lanzamiento. Era un bateador que queríamos dominar. Pero hizo un buen swing. Ojalá hubiéramos podido darle algunas carreras a Scott”.
Baker llegó lanzando un juego perfecto al noveno inning de un juego versus Kansas City en agosto de 2007, pero concedió un boleto y permitió un imparable antes de completar el blanqueo. Este domingo terminó con 8 ponches, uno menos que su tope. Completó 8 innings por primera vez esta temporada, sólo permitió 2 imparables y 1 boleto.
Padilla (11-5), reactivado de la lista de incapacitados antes del juego, permitió 3 hits en 7 innings. Sólo hizo 80 lanzamientos, dijo que pudo ir más lejos pero decidió dejarlo hasta ahí.
Padilla había lanzado bien antes de su lesión en el cuello. Tuvo record de 8-1 con 3.23 de efectividad entre el 27 de abril y el 23 de junio. Pareció estar de vuelta en la mejor de sus condiciones. Ron Washington, manager de los Rancheros, dijo estar impresionado con el bajo conteo de lanzamientos de Padilla y el uso de todos sus pitcheos, incluyendo 3 envíos lentos cronometrados entre 50 y 54 millas por hora.
Padilla fue el último miembro de la rotación de pitcheo de los Rancheros en visitar la lista de incapacitados. Ellos comandan las mayores en carreras permitidas. Para Washington la apertura de Padilla fue una buena señal.
“Lo que hizo hoy es lo que él es capaz de hacer”, dijoWashington. “Fue muy positivo para el equipo porque hemos tenido dificultades para lograr lo que queremos”.
Wilson lanzó en el noveno y logró su salvado 23 y décimoquinto seguido. Mauer caminó con 2 outs en ese inning y avanzó a tercera con un wild pitch que Teagarden tuvo problemas para encontrar. Pero Justin Morneau roleteó para terminar el juego.
Aunque Teagarden pudo haber opacado el trabajo de Padilla, pudiera pasar algún tiempo antes que reciba la oportunidad de brillar otra vez.
Los Rancheros necesitan hacer varios movimientos en su grupo de lanzadores. Incluyendo la activación de Eric Hurley de quién se espera que abra este lunes 21 de julio. El catcher Jarrod Saltalamacchia esta supuesto a regresar pronto luego de salir de una enfermedad, Teagarden es candidato a regresar a las menores.
“No sé que es lo que tienen pensado hacer con los catchers, pero me voy a mantener jugando duro”, dijo Teagarden. “Cualquier decisión que tomen la respetaré”.


Alfonso L. Tusa C.

sábado, 19 de julio de 2008

Debut legendario.

El 18 de julio de 1964 los Indios de Cleveland llamaron al lanzador Luis Tiant del Pórtland (AAA) donde tenía balance de 15-1. El domingo 19 de julio, los Indios tenían doble juego ante los Yanquis en Nueva York. El primer juego terminó 6-2 a favor de los Bombarderos del Bronx. Rollie Sheldon se llevó el triunfo en trabajo completo. Sam McDowell cargó con la derrota. Fue relevado por Ted Abernathy y Sonny Siebert.
En el segundo partido el novato Tiant enfrentó al legendario Whitey Ford. En la primera parte del primer inning, Victor Davalillo salió de Ford (p) a Joe Pepitone (1b). Al Smith recibió boleto. Leon Wagner se ponchó. Bob Chance sencilleó al centro. Smith llegó a tercera. José Azcue negoció boleto para llenar las bases. Larry Brown recibió boleto. Smith anotó. Chico Salmón salió en elevado a Tony Kubek(ss). Cleveland 1 – Nueva York 0.
En el inicio del cuarto Brown despachó sencillo a la izquierda. Salmón bateó sencillo al centro. Brown se metió hasta tercera. Salmón llegó hasta segunda con el tiro a tercera. Billy Moran salió de Phil Linz (2b) a Pepitone (1b). Brown anotó. Salmón pasó a tercera. Tiant se ponchó. Davalillo bateó elevado de foul a la mascota de Johnny Blanchard (c). Cleveland 2 – Nueva York 0.
Abriendo el quinto, Smith bateó elevado a las manos de Pepitone (1b). Wagner la sacó de cuadrangular. Chance sonó imparable a la derecha. Azcue se ponchó. Brown salió en rolling a Pepitone (1b). Cleveland 3 – Nueva York 0.
Luis Tiant debutaba en Grandes Ligas derrotando 3-0 a los Yanquis en Yankee Stadium y ante su zurdo estelar Whitey Ford. Ese 1964 dejó record de 10-4 con 2.83 de efectividad.
Tiant lanzó 9 innings, permitió 4 imparables, 4 boletos, ponchó 11.
Fue un bautizo de fuego donde el pitcher de Marianao dejó ver mucho de lo que mostraría en 19 años de carrera con Cleveland, Minnesota, Boston, Yanquis, Pittsburgh y Angelinos de California.

Alfonso L. Tusa C.

Tommy John en 1969

El 18 de julio de 1969 Tommy John y los Medias Blancas de Chicago vencieron 6-1 a Wally Bunker y los Reales de Kansas City en Comiskey Park.
En la parte baja del segundo inning, Bill Melton sonó doblete a la izquierda. Bobby Knoop salió de Paul Schaal (3b) a Chuck Harrison (1b). Ken Berry despachó vuelacercas. John se ponchó. Tom McCraw bateó sencillo a la izquierda. Fue retirado de Buck Martínez (c) a Jerry Adair (2b) en intento de robo. Chicago 2 – Kansas City 0.
Abriendo el cuarto tramo, Martínez descargó doblete a la izquierda. Bob Oliver bateó sencillo a la izquierda. Martínez pasó a tercera. Adair forzó a Oliver de Melton (3b) a Knoop (2b). Martínez anotó. Harrison bateó para dobleplay de Melton (3b) a Adair (2b) a Gail Hopkins (1b). Chicago 2 – Kansas City 1.
En el cierre del séptimo capítulo, Don O’Riley relevó a Bunker quién había salido por el emergente Juan Rios en la apertura del episodio. Berry se ponchó. John negoció boleto. McCraw metió imparable a la derecha, John se detuvo en segunda base. Luis Aparicio recibió boleto y se llenaron las bases. Dave Wikersham relevó a O’Riley. Carlos May bateó elevado de foul a la mascota de Martínez. Hopkins negoció boleto. John anotó. Wikersham incurrió en balk, McCraw anotó. Aparicio pasó a tercera y Hopkins a segunda. Ed Herrmann despachó sencillo al centro, Aparicio y Hopkins anotaron. Melton se ponchó. Chicago 6 – Kansas City 1.
John cubrió la distancia, permitió 8 imparables, 1 carrera limpia, 3 boletos 9 ponches. Como hecho inusual, ningún out se realizó en los jardines.

Alfonso L. Tusa C.

miércoles, 16 de julio de 2008

Las Huellas de Dimaggio, las manos de mi hijo entre las mías.

Tim Brown. Yahoo Sports.

“Yankee Stadium desaparecerá en menos de un año. Todo lo que puedo pensar es en recorrer las huellas de Joe Dimaggio, contemplar el cielo azul y enjugar dos lágrimas sin que mi hijo lo note.
Los momentos importantes de la paternidad le llegan por sorpresa a los hombres.
Mi hijo mayor, Connor, cumplirá 16 pronto. Lo que significa que si pongo juntas todas sus palabras de 3 o 4 semanas apenas si alcanzan para una conversación, sin los verbos ni el contacto visual.
Muchos días, extraño cuando era un bebé que se reía de todo y sus pantalones le bailaban porque la única forma de que la ropa dure a esa edad es comprándola dos tallas más grande. Ahora los pantalones bailan por otras razones. Pero sé que estos años son necesarios.
Hace 10 años, cuando cubría a los Yanquis con el Newark Star-Ledger, busqué a Connor en el kindergarten para pasar un rato en Yankee Stadium. Después que el tráfico matinal amainó, nos montamos en la camioneta gris y atravesamos la ciudad. Pronto el inmenso estadio se levantaba a nuestra izquierda, lo señalé y él estaba muy impresionado. Probablemente aquellos tamborileos sobre el cojín se debían más al hecho de haberlo sacado del salón de clases.
Estacioné en la calle frente a la entrada de los medios de comunicación. Connor se retrasó pateando una colilla de cigarrillo entre los guijarros de la acera. No parecía muy interesado en el histórico edificio que se levantaba delante de él. A través del mismo camino que transitaba mientras hacía mi trabajo todas las tardes, bajamos varias escaleras y atravesamos el comedor de los medios hasta llegar a la sala de prensa donde señalé mi lugar de trabajo, mi teléfono negro, mi silla de plástico donde pasaba horas lejos de él y su hermano menor. Afuera en el otro lado del corredor estaba el clubhouse de los Yanquis y el estrecho y bajo túnel que lleva al dugout.
Cuando salimos del dugout hacia la luz solar, tomé la mano de Connor y el lo aceptó. Me sonreí con él y dejé el abrigo azul sobre la tierra. Corrió hacia atrás y puso la mano sobre sus ojos para ver mejor. Caminamos juntos por todo el estadio totalmente vacío. La sillas azules se levantaban hasta el cielo. Señalé el palco de prensa y miré el cabello rubio de Connor, los ojos de su madre mezclados con los míos, casi no podía respirar.
Empezamos a caminar tomados de la mano. Desde el territorio de foul cruzamos la línea de primera base, pasamos por el montículo, donde estuvo Whitey Ford, y Ron Guidry y Mariano Rivera. Caminamos hacia la izquierda de la segunda base donde Derek Jeter jugaría esa noche. Él sonrió. Había oído hablar de Derek Jeter. Me reí y dije: ‘¡Ajá!’
Luego, lentamente, porque sus piernas eran cortas entonces, nos desplazamos hacia el right field sobre una grama tan verde y gruesa que sus pequeños zapatos casi desaparecieron. Cuando llegamos a la mitad del right field, me quedé sin palabras. Dije ‘Babe Ruth’. ‘Aquí mismo’. Un suspiro. ‘Y Roger Maris’. Él pateó la grama. Nos volteamos hacia el center field. Me sequé los ojos con el cuello de mi franela.
Avanzamos a través del right centerfield en un arco que cortaba la zona de seguridad. Tenía cuatro palabras por decir, eso pensaba. La frescura del estadio atenuaba el sol matinal, a través de un prisma de felicidad y orgullo. Llegamos al centerfield y me detuve. Después de unos segundos, Connor me miró ‘¿Y bien?’. Me preguntó con los ojos.
Suspiré y miré hacia atrás.
‘Mikey Mantle’. Finalmente solté. ‘Joe Dimaggio’.
Las lágrimas rodaron por mis mejillas. Es todo lo que tenía. Me arrodillé y abracé a Connor.
Él no recuerda mucho ese día, pero yo le cuento la historia y él sonríe, y vuelve a ser aquel niño pequeño. Corriendo contra el sol.
Ahora van a derribar el viejo estadio y no pensaré en los hombres que jugaron allí ni en los juegos que ganaron o perdieron. No pensaré en el aura de un lugar repleto de leyendas.
Pensaré en la grama bajo mis zapatos y la mano de un hijo en la mía. Pensaré en la paternidad.
Y al carajo si no lloro otra vez”.

Traducción: Alfonso L. Tusa C.

martes, 15 de julio de 2008

Jonrón escalofriante de Clemente

El 15 de julio de 1971, Dave Roberts y Steve Blass se enzarzaron en un duelo de lanzadores en Three Rivers Stadium hasta que en el séptimo inning Clarence Gaston conectó sencillo, luego del out de Nate Colbert en elevado a la izquierda, Larry Stahl soltó otro sencillo para llevar a Gaston hasta la antesala. Ollie Brown recibió boleto intencional. Gaston anotó por passed ball de Manuel Sanguillén. Bob Barton se ponchó. Leron Lee bateó por Dave Campbell y recibió boleto intencional. Roberts salió de segunda a primera.
En el cierre del noveno Sanguillén entregó el primer out de short a primera. Bob Robertson recibió boleto. Victor Davalillo salió a correr por Robertson. José Pagán bateó imparable que llevó a Davalillo hasta tercera. Jacinto Hernández corrió por Pagán en primera. Gene Alley bateó un elevado de sacrificio al centro que trajo el empate en los pies de Davalillo.
En el décimotercer inning Mudcat Grant relevó a Dave Giusti quién había tomado el testigo de Blass en el noveno. Ed Spiezio emergió por Garry Jestadt (quién había entrado por Leron Lee en el séptimo que a su vez había bateado por Dave Campbell ese mismo episodio) y se ponchó. Ivan Murrell emergió por Bob Miller (quién había relevado a Roberts en el décimo) y la sacó de cuadrangular. Enzo Hernández salió de short a primera. Don Mason sencilleó. Gaston se ponchó.
Cerrando el décimotercero, Al Severinsen entró a pitchear, Gaston salió del juego. Murrell pasó a jugar en el centerfield. Gene Clines se ponchó. Roberto Clemente se ponchó. Willie Stargell la desapareció de cuadrangular para empatar a 2.
En la apertura del décimosexto Enzo Hernández bateó sencillo. Mason forzó a Hernández de primera a shortstop. Tommy Dean emergió por Severinsen y descargó sencillo para llevar a Mason hasta tercera. Jim Nelson relevó Bob Veale (quién había reemplazado en el décimoquinto a Dock Ellis que había corrido por Charlie Sands que a su vez salió a batear por Grant en el décimocuarto). Nelson incurrió en wild pitch y Mason anotó. Colbert fue out en elevado a primera. Stahl entregó el último out en línea a tercera.
En la parte de abajo del décimo sexto Danny Coombs relevó a Severinsen en el lugar de Dean. Davalillo salió de segunda a primera. Richie Hebner descargó cuadrangular para volver a empatar el juego 3-3. Alley salió de short a primera. Nelson bateó imparable. Bill Mazeroski elevó al centro.
En el cierre del décimoseptimo Clines se ponchó. Clemente la sacó de jonrón para dejar en el terreno a los Padres de San Diego 4-3.

Alfonso L. Tusa C.

Noveno triunfo de Félix Doubront en Clase A

Doubront lanzó 5 sólidas entradas y los Drive de Greenville aprovecharon sus 3 imparables para derrotar 3-1 a los BlueClaws de Lakewood la noche de este lunes 14 de julio de 2008.
El pitcher venezolano (9-6) permitió 1 carrera limpia y 6 imparables, ponchó 5 y caminó 2. Kyle Fernandes lo relevó en el sexto y Felíx Ventura entró en el octavo para salvar su décimo juego de la temporada.
Los Drive inauguraron el marcador en el primer espisodio cuando el jugador más valioso del juego de futuras estrellas, el taiwanes Che-Hsuan Lin cruzó el plato por wild pitch luego de embasarse por error del segunda base Derrick Mitchell. Lin se robó segunda y pasó a tercera con rolling al cuadro.
En el cuarto los Drive volvieron a anotar por otro wild pitch, esta vez Jered Stanley anotó luego de recibir boleto. Stanley robó segunda y llegó a tercera por elevado al centerfield de Oscar Tejeda.
La carrera del seguro llegó en el sexto cuando Ryan Kalish negoció boleto.Pasó a tercera con sencillo de Stanley al centro. Anotó con toque de sacrificio de Tejeda.
La carrera de Lakewood llegó en el cierre del cuarto por jonrón de Karl Bolt entre left y centerfield.
Walter Tejeda (4-5) salió derrotado con relevos de Joseph Rocchio y el venezolano SergioEscalona quien en 2.1 innings permitió 1 imparable y ponchó 3.

Alfonso L. Tusa C.

lunes, 14 de julio de 2008

Jim Abbott sigue inspirando a los discapacitados

Lee Jenkins. Inside Baseball. SI.com

Las cartas llegan desde Saratoga, Calif., desde Fairfax Va., desde Monmouth Beach N.J., escritas por madres diligentes, padres desesperados y algunas veces por los mismos niños. El contenido es similar. Tienen un niño incapacitado para usar una mano. El Doctor le sugiere que practique fútbol, pero el niño sólo quiere jugar béisbol.
Y antes de que alguién le haga cambiar de opinión, descubre que alguién jugó pelota de Grandes Ligas a pesar de solo tener una mano. Y logró más que muchos de sus colegas con dos manos. El niño se entera de la leyenda de Jim Abbott.
El niño de 12 años Michael Branca supo de la leyenda por su madre, Robin, quién escuchó sobre Abbott a través del radio del carro durante las Olimpíadas de 1988. El niño de 10 años Billy Inserra se enteró mediante un libro infantil sobre Abbott, ‘Sobreponiéndose a las dificultades’, el cual Billy masticó como chicle cuando era un bebé. Y el joven de 8 años Blaise Venancio conoció la leyenda a través de Internet, al ver el video de Abbott transfiriendo el guante de su mano izquierda, que está completamente desarrollada, a su brazo derecho que termina en un muñón. Michael, Billy y Blaise son todos jugadores de las Pequeñas Ligas quienes practican la transición de Abbott, en la cual Abbott toma la pelota con el guante en su mano izquierda, luego pasa el guante al brazo derecho mientras deja caer la pelota en la mano izquierda.
Por supuesto, ninguno de ellos vivía hace 20 años cuando Abbott lanzó un juego completo para ganar la medalla de oro para el equipo de Estados Unidos en las Olimpíadas de Seúl en 1988. Ninguno vivía hace 15 años cuando Abbott lanzó un no hit no run con los Yanquis de Nueva York. Y ningunó presenció hace 9 años el juego donde Abbott hizo su último lanzamiento en Grandes Ligas mientras jugaba con los Cerveceros de Milwaukee. Abbott se pregunta por qué, ahora que tiene 40 años y hace mucho que se retiró del béisbol, los muchachos y muchachas le siguen enviando cartas. Quizás es porque saben que el les responderá.
Abbott trabaja como orador motivacional en corporaciones como Prudential, Exxon y Wells Fargo para contar su historia. De manera no oficial, él es el punto de partida de la historia de otros. Abbott recibe 20 emails o cartas al mes, cada una tan escalofriante como la otra. Muchas de ellas hablan de niños a quienes les falta una mano, o parte de ella. Él responde personalmente cada carta.
“A Blaise”, así comienza la nota para Blaise Venancio. “Quiero desearte la mejor de las suertes en el béisbol este año. Espero que tengas un gran desempeño en el campo. Sé que a veces es dificil hacer las cosas de manera diferente al resto de los niños. Pero creéme si perseveras, puedes ser tan bueno como ellos. Ten fé siempre. Todo es posible”.
Blaise, nativo de Monmouth Beach N.J., es un zurdo natural quien nació con el Síndrome de Polonia lo cual le costó la movilidad de su mano derecha. Cuando empezó a jugar béisbol, quería usar un guante en su mano derecha, como los otros zurdos. Su padre Matt, trató con 5 diferentes tipos de guante, los trataba con aceite para hacer el cuero más suave, pero Blaise no pudo usar ninguno. Finalmente, en marzo, Matt le mostro a Blaise el video de otro zurdo con un problema similar. Blaise decidió imitar al hombre del video.
En mayo, usando el guante en su mano izquierda, Blaise corrió desde el centerfield para cubrir segunda base y levantó un piconazo con el guante de revés. Cuando le preguntaron como lo hizo, Blaise respondió: “Me lo enseñó Jim Abbott. Él es mi amigo”.
Abbott vive en una calle ciega en Corona del Mar, Calif. A pocos pasos de la playa. Durante el verano vive en Northern Michigan, en una cabaña en el bosque, cerca de un lago. Él y su esposa Dana, tienen 2 hijas normales fisicamente, Madeleine de 11 años y Ella de 8, ambas son lanzadoras en sus respectivos equipos de softball. Abbott tambien tiene cientos, sino miles de niños con desventajas físicas.
Abbott empezó a reunirse con ellos poco después de empezar a jugar con los Angelinos de California en 1989, después de destacar en Michigan como amateur. Estaba sentado en el club house y sentía una palmada en el hombro del manager o algún compañero. Él sabía lo que significaba: Afuera había un aspirante a beisbolista que quería hablar con él. “Siempre traían sus guantes con ellos”, dice Abbott. “Les pedía que me mostraran como pasaban el guante de la mano al brazo, y lo hacían muy rápido. Luego les mostraba como lo hacía yo. Y lo hacíamos juntos”.
No sólo los niños desarrollan fortaleza de carácter con la historia de Abbott. El 29 de mayo Abbott hizo un discurso el el hotel Ritz-Carlton de Lake Las Vegas para una corporación llamada Investors Capital. Después que terminó el discurso con una ovación de pié, Abbott caminó hacia la recepción y recibió el saludo de Adam Schenk de 36 años. A Schenk le descubrieron su primer tumor cerebral cuando tenía 3 años. Durante una intervención para extraerle su segundo tumor, cuando tenía 30 años, Schenk tuvo un infarto y se le paralizó el lado derecho de su cuerpo, incluyendo su mano derecha. “Cuando estaba en el hospital, Jim fue quién me inspiró a comer de nuevo, caminar de nuevo y vestirme yo mismo de nuevo”, dice Schenk.
Schenk y Abbott se sentaron en la recepción del Ritz y pasaron más de una hora hablando de béisbol. Schenk recitó todas las estadíticas de Grandes Ligas de Abbott, un record de 87-108, 888 ponches y 4.25 de efectividad. “¿Sabes?”, dijo Schenk. “No fue un record muy bueno”. Abbot asintió con una sonrisa.
Después de retirarse en 1999, Abbott fue contactado por Lilly Walters, autora del libro “One-Hand Typing and Keyboarding Manual”. Walters, quien perdió parte de su mano izquierda en un accidente cuando tenía 10 años, quería un testimonio para su libro. Pero ella tambien representaba a los oradores públicos y le preguntó si estaba interesado en dictar conferencias. Abbott fue una escogencia inmejorable, siempre dejó a un lado los alardes, mantuvo su medalla de oro escondida en el fondo de una gaveta de su armario. Además, aún hablando a toda voz, Abbott suena como si estuviese susurrando. Pero disfruta conectandose con la audiencia y siente que su historia puede tener un impacto positivo en la vida de los demás.
Aún así, “No quiero hablar de mis días como jugador por siempre”, dice Abbott. “No puedes vivir en el pasado. Tienes que buscar la proxima fase, la próxima pasión. Diganme: ¿A donde iré desde aquí?”
La respuesta yace en todas esas cartas. Vienen de niños de 13 años como Andrew Christopoulos quién tiene una rara enfermedad sanguínea llamada Histiocitosis Celular de Langerhans que requirió tratamiento de quimioterapia por cuatro meses. La carta de Abbott para Andrew decía en parte: “Siempre he creído que los retos fuertes hacen a las personas más fuertes. Andrew, siempre saldrás victorioso de cualquier reto. Ten fé en eso”.
A Abbott no le gusta ser considerado como un embajador, pero esa será la descripción de su próximo trabajo. Neil Romano, el gerente del Departamento de la Oficina de Trabajo en su Política de Empleo para Discapacitados, ha nombrado a Abbott como consultor de la oficina. “Jim Abbott es un ejemplo”, dice Romano. “De que la gente con discapacidad tiene mucho que dar”.
Romano conoce la política, pero Abbott conoce a la gente. Él conoce a tanta gente que es imposible recordarlos a todos. Cuando piensa en todos, a menudo piensa en uno.
“Su nombre es Joe Rogers”, dice Abbott. “Una vez me escribió una carta. Es un jugador de hockey de Michigan, un portero. Y usa su guante como mano. Va a la Universidad de Notre Dame con una beca parcial. Es el chico más agradable del mundo. Desearía cconocerlos a todos, como lo conozco a él. Me pregunto todo el tiempó si estoy haciendo lo suficiente. Quisera hacer mucho más”.

Traducción: Alfonso L. Tusa C.

Una madre se acerca al cajón de bateo

Ellen M. Iseman.
The New York Times. 13 de julio de 2008.

“Cuando tenía 20 años, en medio de mi juventud y desenfado, los hombres me invitaban a los juegos de béisbol. Acompañaba a mis pretendientes usando tacones altos, inapropiados para subir los escalones de Yankee Stadium, y un maletín de trabajo. Mi portafolios podía parecer fuera de lugar, pero era fácil de llevar en esos días, cuando no habían chequeos de seguridad.
Los hombres parecían saber de lo que ocurría en el terreno de juego. Yo trataba de simular que también conocía el béisbol.
‘¿Viste ese imparable?’, me preguntó un abogado en una ocasión. Yo decía ‘Sí’, ajena a la acción. Pensaba en mis próximas vacaciones o en el libro que me esperaba en casa.
‘Tremenda jugada’, gritaba con entusiasmo un inversionista bancario. Yo asentía con una mueca de aprobación, aunque ignoraba lo que significaba la jugada.
No sabía nada de las reglas del béisbol, o de los equipos, ni del Yankee Stadium. Durante los juegos, contaba las personas de nuestra fila, o leía revistas, memos o cartas dobladas en mi bolso. Cada cierto tiempo, levantaba la mirada y trataba de decir algo apropiado e inevitablemente banal.
‘Que buena interpretación del himno’.
‘Que bueno que llegó el receso del séptimo inning’
‘Que cantidad de público vino esta noche’
Esta ignorancia persistió hasta que me casé y tuve un niño, quién a los 5 años era un apasionado del béisbol y los Yanquis. Su padre, un atleta natural, conocía los secretos de los métodos de pitcheo, las sutilezas del juego y los famosos y menos conocidos jugadores y equipos. Hasta se ofreció como voluntario para dirigir el equipo de nuestro hijo en las Pequeñas Ligas. Me encontré en una casa donde era la única extraña al béisbol.
En un esfuerzo por entender la pasión de mi hijo, alimentada por el enstusiasmo de su padre, decidí ilustrarme por mí misma. Leí libros de béisbol escritos por A. Bartlett Giamatti, Roger Angell, George F. Will y Buzz Bissinger entre otros y leí libros que hablan sobre la técnica del juego.
Compré entradas para los juegos de entrenamientos primaverales en todo Florida, presencié la anotación de los juegos en Nueva York y otras ciudades, y me enteré a través de un amigo de lo que es un día en el campo de juego y en el club house con un equipo ganador de la Serie Mundial. Llegué a disfrutar la belleza del juego, y a olvidarme de su lentitud, las largas colas para comprar comestibles y el calor del sol veraniego.
Mi hijo y yo visitamos el Parque de los Monumentos en Yankee Stadium, viajamos a otros estadios e hicimos varias visitas al Salón de la Fama y el Museo del Béisbol en Cooperstown, N.Y.Tomamos el ferry de Staten Island para ir a ver jugar un equipo de las granjas de los Yanquis con el telón de fondo del cielo añil de Manhattan degradándose en el atardecer mientras nosotros comíamos perros calientes. Pasamos el Día de las Madres entre el Museo Yogi Berra y el Centro de Aprendizaje del campus de la Universidad de Montclair en Nueva Jersey, mientras a otras madres les servían huevos sancochados, café caliente y una tarjeta de felicitaciones.
Ahora, la caja de trofeos de mi hijo de 9 años relumbra con pelotas firmadas por peloteros que hemos conocido en difrentes estadios a través del país, y mis días de interés fingido son recuerdos.
Mi escaparate esta lleno de gorras de los Yanquis, mi vocabulario de beísbol me permite entender cualquier jerga y yo reviso al detalle el calendario de viajes de fin de semana para asistir a los juegos del equipo de béisbol donde mi hijo es receptor. Yo lo observo desde la línea de cal, siguiendo la acción al milímetro.
Desde que mi esposo murió de cáncer hace 18 meses, mi hijo y yo nos hemos convertido en un equipo de aficionados al béisbol dentro de la casa. Tiene la buena fortuna de heredar los genes deportivos de su padre. En mi imaginación, finalmente soy una madre en el círculo de prevenidos, lista para agarrar el bate tan pronto como el manager pronuncie mi nombre”.

Traducción: Alfonso L. Tusa C.

CC Sabathia jonronea y lanza juego completo

La primera semana de CC Sabathia con los Cerveceros de Milwaukee se puede resumir en una frase: Dos aperturas, dos victorias.
Sabathia jonroneó en su primer juego completo en la Liga Nacional para contribuir en la victoria de Milwaukee 3-2 sobre los Rojos de Cincinnati este domingo 13 de julio.
Sabathia trabajó su turno ante Homer Bailey en el tercer episodio y conectó el tercer cuadrangular de su carrera, el segundo de este año. Es el primer pitcher en batear jonrones en ambas ligas en una misma temporada desde que Earl Wilson lo hiciera en 1970 con Detroit y San Diego según Elias Sports Bureau.
Después de permitir elevados de sacrificio a David Ross en el segundo y Adam Dunn en el tercero, Sabathia (2-0) silenció a Cincinnati ponchando 9 bateadores a partir del cuarto inning. En el noveno todos los outs fueron por la vía del ponche.
“Mantuve al equipo en el juego, logré salir de algunas dificultades y dominé la zona de strike después de eso”, dijo Sabathia. “Siempre trato de ayudar al equipo a ganar”.
El manager Ned Yost dejó salir a Sabathia para el noveno innimng a pesar de haber hecho muchos lanzamientos.
“Había hecho 111 lanzamientos, pero la alineación estaba llena de zurdos a excepción de Ross”, dijo Yost. “Pensamos que Sabathia estaba en ventaja ante esos zurdos por eso lo dejamos”.
Sabathia terminó con 122 pitcheos, 82 strikes.
Dunn dijo que aunque los Rojos habían enfrentado a Sabathia en el pasado, eso no representó ninguna ventaja.
“Probablemente sea uno de los pitchers más consistentes del momento”, dijo Dunn. “Cada vez que lo enfrentas, sabes lo que te espera”.
Sabathia mejoró a 4-0 en 9 aperturas ante Cincinnati. Los venció 6-0 el 27 de junio en Progressive Field.
Los Cerveceros (52-43) llegan al receso del Juego de Estrellas en el tercer lugar de la división central de la Liga Nacional, 5 juegos detrás de Chicago y medio juego destrás de San Luis.
El juego estaba empatado a 2 en el noveno cuando el emergente Craig Counsell bateó un elevado de sacrificio para evitar que Milwauke fuese barrido al concluir la primera mitad de la temporada.
Bill Hall abrió el cierre del noveno con sencillo ante Dave Weathers (2-5). Mike Cameron tocó la pelota frente al plato y Weathers lanzó descontrolado a primera base. Hall siguió hasta tercera y llegó primero que la pelota. Jason Kendall recibió boleto intencional.
Francisco Cordero relevó a Weathers y Counsell bateó su elevado de sacrificio al rightfielder Jay Bruce.
En su segunda apertura luego de ser cambiado de Cleveland a Milwaukee, Sabathia lanzó un juego de 8 hits, su cuarto juego completo de la temporada y el vigésimo de su carrera.
Los Rojos perdieron al abridor de su alineación Jerry Hairston quién tuvo que ser sacado del campo luego de lesionarse la pierna derecha corriendo para embasarse con un sencillo al cuadro.

Alfonso L. Tusa C.

domingo, 13 de julio de 2008

Bobby Murcer fallece a los 62 años.

El muchacho de Oklahoma que todos catalogaron como el nuevo Mickey Mantle dejó de existir este sábado 12 de julio de 2008 debido a complicaciones con un tumor cerebral maligno.
El único pelotero que jugó con Mantle y Don Mattingly bateó para .277 con 252 jonrones y 1043 empujadas en 17 temporadas con los Yanquis, Gigantes y Cachorros. Fue elegido al Juego de Estrellas en ambas ligas y ganó un guante de oro.
“Boby Murcer fue un Yanqui de nacimiento, un gran tipo, muy querido y un verdadero amigo mío”, dijo el dueño de los Yanquis George Steinbrenner.
Al retirarse como pelotero activo ocupó cargos de ejecutivo en la oficina de los Yanquis y trabajó como narrador de los juegos por lo que recibió 3 premios Grammy.
Sus palabras más dramáticas llegaron el día cuando murió Thurman Munson en un accidente aereo. Ese día, luego del funeral, los Yanquis enfrentaron a los Orioles de Baltimore y ganaron 5-4, Murcer bateó un jonrón de 3 carreras y un sencillo impulsor de 2 carreras. Al terminar el juego Murcer se lanzó lloroso en los brazos de su compañero Lou Piniella y le entregó su bate a la viuda de Munson. “No hay forma de explicar lo que pasó. Pusimos cada gramo de fuerza para ganar este juego por Thurman”, dijo Murcer.
“Fue una persona maravillosa, un gran compañero y un tremendo pelotero”, dijo Piniella en Chicago luego de dirigir a los Cachorros a una victoria sobre San Francisco.
“Bobby fue un gran ser humano, hacia sentir bien a las personas con quienes compartía, era muy divertido. Tenía mucha clase. Se le va a extrañar mucho”, dijo Joe Torre actual manager de los Dodgers de Los Ángeles y manager de los Yanquis entre 1996 y 2007.
Un servicio familiar se celebrará en Oklahoma City los próximos días y en los próximos días se le rendirá homenaje en Yankee Stadium informó la oficina del equipo.

Alfonso L. Tusa C.

sábado, 12 de julio de 2008

Roy Halladay blanquea a los Yanquis

Halladay expresó que no tenía gratas memorias del Yankee Stadium al enterarse de que había sido seleccionado para el Juego de Estrellas de este año. El famoso estadio del Bronx es una fuente de pesadillas para la mayoría de los monticulistas.
Este viernes 11 de julio el as de los Azulejos silenció a los Yanquis con una joya de pitcheo en el Rogers Centre de Toronto. Así se hace más vigente el argumento de que quizás Halladay merece abrir el Juego de Estrellas por la Liga Americana. Esto podría influir para que Halladay empiece a cambiar la opinión que tiene del estadio neoyorquino.
“Sería un tremendo honor”, dijo Halladay. “Hay grandes pitchers en el equipo y muchos merecen abrir, así que sería un honor. Es una de esas cosas que no puedes controlar. Sólo voy a ir y disfrutaré todo lo que pueda”.
El manager de los Medias Rojas anunciará el abridor de la Liga Americana este lunes 14 de julio. La decisión está entre Halladay y el zurdo de Cleveland Cliff Lee quienes lanzaron este viernes 11 de julio y ofrecieron una línea de episodios en blanco a sus respectivos oponentes.
El último juego de Halladay con Toronto (46-47) fue estelar, resultó otro juego completo para el derecho. El blanqueo ante la poderosa alineación de los Yanquis resultó su séptimo juego completo de la temporada con lo que lidera todas la Grandes Ligas e igualó su total de juegos completos de la temporada anterior, su mejor marca en una temporada.
Con esta victoria ante los Yanquis, Halladay mejoró su balance a 11-6 con efectividad de 2.71. Lee, quién lanzó 6 entradas en blanco ante Tampa Bay este viernes tiene 12-2 con 2.31 de efectividad. Justin Duchscherer (10-5, 1.78) de los Atléticos y Joe Saunders (12-5, 3.07) de los Angelinos, también son candidatos para abrir el juego de Estrellas aunque con pocas posibilidades porque ambos abrirán por sus respectivos equipos este domingo 13 de julio.
Antes del juego ante los Yanquis el gerente general de los Azulejos J.P. Ricciardi, fue interrogado sobre si su as de pitcheo debía abrir el Clásico de mitad de temporada.
“No sé”, dijo Ricciardi levantando los hombros. “Cliff Lee ha tenido un gran año. Hay otros pitchers que están teniendo actuaciones sobresalientes. Obviamente estoy parcializado, quisiera que Roy abriera el juego, pero no es mi decisión”.
Halladay, quién tiene dos blanqueos esta temporada y 11 en su carrera, definitivamente tiene las credenciales.
Más allá de los 7 juegos completos de esta temporada, el Cy Young de 2003 en la liga Americana ha completado 33 juegos desde 2003, más que ningún pitcher en ese lapso. Ponchó 8 Yanquis en su última salida para incrementar su total a 121, el cual es segundo sólo de CC Sabathia, quién ahora juega con Milwaukee en la Liga Nacional.
Los 9 innings contra Nueva York (49-44) incrementaron el liderato de Halladay en las Grandes Ligas a 146.1 y el único boleto que concedió fue sólo su 21 del año. Eso representa el mejor radio ponches/boletos del béisbol (5.76). Halladay coquetea con la zona de strike, tienta a los bateadores a hacer swing y los deja viendo estrellitas.
“Nunca deja una pelota en el medio del plato”, dijo Derek Jeter el campocorto de los Yanquis. “El muerde las esquinas como el mejor en el béisbol. Lo he dicho antes, él es probablemente el mejor abridor en la actualidad”.
Halladay no necesitó mucha ayuda en el juego de este viernes pero los Azulejos le dieron más que apoyo suficiente ante Joba Chamberlain (2-3). Toronto anotó 2 carreras en el tercero y una más en el sexto por jonrón solitario del receptor Rod Barajas.
El jonrón fue divertido pero Barajas disfrutó más quecheandole a Halladay.
“El jonrón es 10 o 15 segundos”, dijo Barajas. “Cuando eres capaz de salir ahí afuera y hacer 27 outs y lograr que lance de la manera que lo hizo, te sientes muy bien porque además todo fue muy fácil. Le pedía un pitcheo y él me hacía quedar bien”.
“Estuvo increíble hoy. Cada lanzamiento cayó justo donde lo queríamos. Cuando estábamos adelante en la cuenta nunca dejábamos nada sobre el plato. Las pelotas iban contra el suelo o fuera del plato. Siempre hacía el pitcheo perfecto en las esquinas. Fue muy divertido. Estuvo impresionante esta noche”.
En el octavo inning los Azulejos aumentaron la ventaja a 5 carreras, cortesía de un jonrón de 2 carreras del bateador designado Matt Stairs. Con Halladay en la lomita, ese tipo de ventaja puede parecer insalvable y los Yanquis lucían desesperados en el cajón de bateo.
Halladay diseminó 2 imparables en el trayecto, además fue respaldado por varias joyas defensivas.
En el quinto inning, el rightfielder Joe Inglett le robó un imparable a Melky Cabrera lanzándose de cabeza. Más adelante, el camarero Marco Scutaro y el torpedero John McDonald se combinaron para ejecutar una de las mejores jugadas de los Azulejos en lo que va de temporada.
Con un out en el octavo, Wilson Betemit bateó un roletazo a través del montículo. Scutaro lo tomó con el guante de revés y con el mismo guante pasó la bola a McDonald quién la tomó y pintó un strike en primera para retirar a Betemit.
La jugada hizo sonreir al siempre estoico Halladay.
“No sabía lo que estaba haciendo”, dijo Halladay en referencia a Scutaro. “Fue una jugada excepcional para ambos”.
Tener un abridor de los Azulejos en el Juego de Estrellas es algo poco común. El último lanzador de Toronto que lo hizo fue David Wells en 2000 quién se unió a Dave Stieb (1983-1984) como los únicos pitchers de la franquicia en recibir ese honor.
Halladay tiene una oportunidad de unirse a ese grupo.
“Ciertamente tiene oportunidad de hacerlo”, dijo el manager de los Azulejos Cito Gaston. “No sé que hará Terry, pero Roy tiene una oportunidad legitima de abrir el juego”.

Alfonso L. Tusa C.