sábado, 28 de mayo de 2011

Inolvidable Chico Carrasquel

Muchísimas mañanas, a veces sin terminar la tarea, agarraba la pelota de goma y me iba a jugar un “Carrasquelito” con mis amigos de la cuadra. Cuando estaba a punto de rebotar la pelota contra la pared del patio de Clemente, llegaba mamá y me templaba del brazo. “Hasta que no termines la tarea, no hay juego de pelota”. Arrugaba los ojos. No recuerdo unas tareas que hiciera con más de dedicación. Al intentar traspasar la puerta de la calle, la voz de mamá se engarzaba en mis tobillos. “Déjame ver la tarea”. Luego de una minuciosa revisión, me daba su aprobación y corría a jugar.
Durante unas vacaciones, mis abuelos sonreían al ver con cual energía pasábamos mañanas y tardes jugando “Carrasquelito” con una fruición que nos permitía ver la pelota aún cuando el sol se diluía en el horizonte. Una tarde abuelo me llamó. “¿Ustedes saben quién fue Carrasquelito?” Pocas veces lo había visto con aquella luz en la mirada, cada episodio, cada hazaña del Chico en Grandes Ligas o en Venezuela lo hacía sonreir y apretar las manos. “Carrasquelito fue el héroe de mi juventud”.
Aquella emoción de mi abuelo, la pude comprobar a plenitud la mañana que tuve la oportunidad de entrevistar a Alfonso Chico Carrasquel en su casa de San José. Necesitaba su testimonio para ilustrar un capítulo del libro de Isaías Látigo Chávez. “Adelante tocayo. Todo lo que esté a mi alcance se lo informo”. A pesar de que en ese momento debía ser dializado con regularidad, el Chico siempre mantuvo ese trato jovial y cariñoso que lo caracterizó toda la vida. Hablamos del Látigo, del béisbol venezolano, de las Grandes Ligas, contó algunos chistes. Hasta me encargó unas morcillas cuando supo que era de Cumaná. “Esas morcillas las disfrutaba mucho porque eran dulces y tenían ají picante. Mmmmm”. La hermana que lo cuidaba se lo quedó mirando con ojos de policía.
Cada vez que terminaba un inning de “Carrasquelito”, el que venía a “batear” lanzaba la pelota lo más rápido posible contra la pared y el que iba al campo debía correr como loco para intentar llegarle a la pelota.
“Disfruto mucho colaborando con todos los que me solicitan para hablar de béisbol y de la vida. Es como revivir una parte de mi existencia. Hace poco me llamaron del canal 8 para hacer una entrevista. Les dije que con gusto iría, pero dadas mis condiciones de salud necesitaba que me vinieran a buscar. Ellos pretendían que me fuera pagando de mi bolsillo…que seguramente en Chicago si me mandaban a buscar de algún medio de comunicación saldría corriendo de inmediato. Les respondí que sí, como no iba a hacerlo, si en Chicago sin que lo pidiera, tenía una limusina esperando a la entrada de la casa para llevarme y traerme en cuanto terminara la entrevista. Finalmente les dije que en esas condiciones iba a ser difícil que los ayudara”.
El 26 de mayo de 2005, entré al estadio en medio del ulular de sirenas que anunciaban la llegada de un visitante que rondaría los alrededores del estadio Universitario por última vez. Con muchísimas personas en el terreno y muchas más en las tribunas, comenzó la espera. En las carpas levantadas sobre el montículo estaban los familiares del Chico. Hablé un rato con su hermano. Domingo. Hasta que apareció el féretro por el dugout de tercera base. El cortejo pasó por tercera base y fue a detenerse justo en la parte más profunda del “hueco” entre la antesala y la segunda base. Allí donde tantas veces el uniforme número 17 relampagueó con los colores de Cervecería; Leones, Medias Blancas, Indios, Orioles, Atléticos, Pampero, Oriente y Magallanes, para agarrar pelotas con el guante de revés, o tomar saltarines adormecidos en la grama del cuadro, o saltar hacia su izquierda para decapitar roletazos que cantaban imparables sobre segunda. El ambiente se detuvo por segundos, sonidos de bates, pelotas y guantes mezclados con gritos de árbitros y tribuna, flotaban sobre la grama. Un reguero de imágenes mezclaron los innumerables juegos donde el Chico hizo vibrar el diamante de las cuatro bases.
Una tarde abuelo se acercó a la pared y agarró la pelota, me la dio. “Pégala lo más duro que puedas de la pared. Me quedé con la boca extendida cuando noté como abuelo se doblaba con todo el cuerpo extendido para agarrar la pelota con la punta de los dedos.

Alfonso L. Tusa C.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Paul Splitorff, el antíguo pitcher zurdo de los Reales de Kansas City fallece a los 64 años.

Doug Tucker, AP

Kansas City, Mo. Paul Splitorff, el pitcher más ganador en la historia de los Reales de Kansas City y un respetado narrador de los juegos del equipo, falleció este miércoles 25 de mayo de 2011, 10 días después que su familia informó que batallaba contra el cáncer oral y melanoma.
Los Reales dijeron que Splitorff murió en su hogar del suburbio de Kansas City, Blue Springs, Mo., de complicaciones con cáncer de piel.
Los aficionados notaron por primera vez que su voz se había vuelto pastosa en el juego inaugural de 2009. Había mantenido estrictamente en privado sus asuntos de salud, hasta que el columnista Greg Hall reportó su drama en la página web “KC Confidential”.
“No quería que nadie sintiera pena por él”, dijo el comentarista de los Reales Ryan Lefebvre.
Escogido por el equipo de expansión Reales de Kansas City en la vuelta 25 del draft de 1968, Splitorff pasó toda su carrera de 15 años en Kansas City. Un zurdo grande, rubio, que usaba anteojos, con una patada alta en su wind up, a menudo parecía acertar la mascota del catcher aunque tuviera problemas para ver las señas. Esto a veces desconcertaba a los bateadores quienes se preguntaban si deberían prepararse para lanzarse al piso si la pelota venía en dirección a sus cabezas.
Se retiró durante la temporada de 1984 con una marca para el equipo de 166 victorias.
“Cuando has conocido a alguien por tanto tiempo y ha sido una parte importante de tu vida, nunca es fácil decir adios”, dijo a la AP., Frank White, el segunda base de los Reales 8 veces ganador del guante de oro. “Nuestros hijos iban a las mismas escuelas y crecieron juntos. Tengo muchos recuerdos de Paul”.
El inquilino del salón de la fama George Brett calificó la muerte de Splitorff como una tremenda pérdida para la comunidad y el equipo.
“Él ayudó a poner a los Reales de Kansas City en el mapa, fue una gran pelotero por muchos años”, dijo Brett a la estación de radio KMBZ. “No era un tipo que hacía mucho ruido en el clubhouse. Se concentraba en su trabajo con tranquilidad y dejaba que alguien más se llevara los titulares”.
Después de debutar en Grandes Ligas el 23 de septiembre de 1970, Splitorff se convirtió en uno de los integrantes principales de la rotación. Su mejor año fue 1973 cuando dejó marca de 20-11, el primer ganador de 20 de los Reales.
Splitorff no era un lanzador de fuerza pero dominaba varios pitcheos y siempre se preparaba cuidadosamente para cada apertura.
“Era un pitcher muy hábil”, dijo Denny Matthews, el locutor de las transmisiones radiales de los Reales e inquilino del Salón de la Fama quién narró cada juego de Grandes Ligas lanzado por Splitorff y se convirtió en su amigo íntimo.
En 15 temporadas, Splitorff tuvo marca de 166-143 con 3.81 de efectividad. Tambien tiene el record de más aperturas de los Reales (392) y de innings lanzados (2554.2)
Él fue particularmente efectivo en aquellas batallas memorables de los Reales con los Yanquis en los años ’70 y ’80. Contra una alineación de los Yanquis cargada de bateadores zurdos, tuvo marca de 2-0 con efectividad de 2.79.
También era objeto de bromas de parte de sus compañeros por haber permitido el jonrón más largo bateado en la historia del Kauffman Stadium. Un batazo conectado por el toletero de los Medias Blancas de Chicago, Dick Allen. Llegó casi a la cima de la montaña detrás del jardín izquierdo.
“Algunas personas dicen que Bo Jackson bateó uno más largo”, dijo White con una sonrisa. “El de Bo fue más alto, pero el de Dick Allen llegó hasta la parte de atrás de la montaña. Paul también se reía de eso”.
Splitorff carecía del talento natural de muchos de los mejores pitchers en la historia de los Reales, tales como Steve Busby y los ganadores del Cy Young, Dave Cone y Brett Saberhagen. Pero el hecho de que se retirara con el mayor número de victorias vestido con el uniforme de Kansas City que cualquiera de los otros, es un testamento de la ética de trabajo labrada en hierro que caracterizó sus carreras como pelotero y comentarista.
“Paul no tenía esa slider eléctrica o una curva devastadora”, dijo White. “Pero siempre se mantenía estable y siempre estudiaba, siempre trabajaba duro para dar lo mejor. Por eso fue tan exitoso dentro y fuera del campo”.
Aún antes de retirarse, Splitorff se preparaba para su carrera como comentarista, transmitía los juegos de secundaria de futbol americano y baloncesto para una estación local de radio. Fue una estrella en béisbol y baloncesto en Morningside College en Iowa, tambien fue un respetado narrador del baloncesto universitario.
Al momento de su muerte, estaba en su temporada 24 como analista de televisión para Fox Sports Kansas City a pesar de los problemas para hablar que se manifestaron hace dos años. White lo suplantó a tiempo completo después del juego inaugural de 2009.
“Me enseñó a prepararme para los juegos. Me mostró que revistas leer, como estar listo”, dijo White. “Hicimos dos juegos juntos. En ese par de transmisiones, disfrutamos mucho. Nunca olvidaré esas dos transmisiones. Fueron muy significativas”.
Aunque hacía la antesala y los comentarios finales del juego, Splitorff no fue capaz de recuperar la voz clara y distinguida con la que lo conocieron los aficionados por más de dos décadas.
Pero nunca dejó de tratar.
“No hubo un juego en que trabajara con él donde sintiera que él estuviera dando un menor esfuerzo hoy que el que había dado ayer, sea en investigación o hablando a un pelotero de un coach al cual él no conocía mucho”, dijo Lefebvre. “No hubo nunca un día donde dejara de ser Paul Splitorff”.
Splitorff dijo una emotiva eulogía para Dick Howser cuando el antíguo manager de los Reales falleció de un tumor cerebral en 1987. Ahora, para una legión de amigos y aficionados, su último comentario puede parecer especialmente afectuoso.
“Él ha completado su viaje”, dijo el pitcher más ganador de los Reales. “Nuestro manager está seguro en el hogar”.

Traducción: Alfonso L. Tusa C.

domingo, 22 de mayo de 2011

Freddy Galvis por Mario Lisson

Mi primer pensamiento al enterarme del cambio fue que Magallanes seguía armando al Zulia como en los cambios de Ernesto Mejía, José Pirela, etc. Se estaba entregando un prospecto muy bien catalogado en la organización de Filadelfia por su excelente defensiva, por un pelotero que aparentemente es vulnerable con el bate, a pesar de poseer cierto poder, y cuya defensiva despierta ciertas dudas.
Cinco minutos más tarde recordé que la temporada anterior Galvis apenas si lo dejaron jugar un mes o menos, con Magallanes. Los Filis y la mayoría de las organizaciones de Grandes Ligas tienen esta política con sus prospectos bajo la excusa de la cláusula de fatiga extrema. Quizás con las Águilas sea otra la situación por cuanto los rapaces tienen relaciones muy estrechas con los Filis.
En cuanto a Lisson, ya dejó de ser prospecto y aún cuando pueda tener una gran temporada en las ligas menores, es muy poco probable que los Reales de Kansas City le pongan restricciones de jugar en la liga venezolana, al menos no en la misma proporción que los Filis limitaron a Galvis el año pasado. Por eso me parece acertado el cambio del Magallanes, más que porque Lisson tenga un perfil ofensivo distinto al de la mayoría de los infielders magallaneros. En esta liga se gana con los peloteros que pueden jugar mayor cantidad de partidos a un nivel competitivo y Lisson puede ser ese tipo de jugador. Que tenga alrededor de 9 jonrones y 16 carreras empujadas en AA para el momento del cambio no me parece que sea la justificación principal de este cambio. Además Lisson no necesariamente va a ser regular en la alineación, si recordamos la manera como Carlos García maneja a sus peloteros. Allí podrían estar disponibles Marco Vecchionaci y Jesús Merchán para jugar en la antesala. Argenis Díaz, Andrés Eloy Blanco, Darwin Perez y Wilfredo Tovar en las paradas cortas. José Altuve, Reggie Corona, Andrés Eloy Blanco en segunda base. Además de algún otro que se cuele por la baranda en los primeros juegos. Quizás lo único que podría sembrar a Lisson más tiempo en la alineación sería la posibilidad de jugar en primera base, pero habría que considerar los planes de importación del equipo.
Al 21 de mayo Galvis batea .245, con 3 jonrones, 19 empujadas, 5 bases robadas, 28 anotadas, 6 dobles, 3 triples, 13 boletos 22 ponches. Con los Filis de Reading en Eastern League AA. Lisson batea .272, con 9 jonrones, 19 empujadas, 2 bases robadas, 25 anotadas, 5 dobles, 14 boletos, 24 ponches. Con los Naturals de Northwest Arkansas de la Texas League AA.
A partir del 12 de octubre de 2011 se sabrá si fue un cambio favorable para ambos equipos o si solo saldrá favorecido uno.

Alfonso L. Tusa C.

jueves, 19 de mayo de 2011

Arenas domina a Springfield para alcanzar su quinta victoria

El prospecto de los Angelinos permite 4 imparables en 8.2 innings sin permitir carreras.

David Heck / MLB.com

Después de hacer énfasis en su trabajo con el sinker durante las sesiones de bull pen, Orangel Arenas pensó que había afinado el pitcheo hasta colocarlo donde él quería. Este miércoles 18 de mayo de 2011 pareció que logró su cometido.
Arenas (5-1), nativo de Cumaná, Venezuela, estuvo a un out del juego completo y el blanqueo, dispersó 4 imparables en 8.2 innings mientras el Arkansas AA blanqueaba al Springfield 3-0. El derecho de 22 años, realizó 16 outs con roletazos, incluyendo dos dobleplays, mientras ponchaba 1.
“Estaba muy feliz”, dijo su compañero de los Travelers Orlando Mercado, quién sirvió de traductor. “Ha estado trabajando mucho el sinker, logró ubicarlo abajo y consiguió que le batearan bastante rodados”.
“Realmente necesitábamos un gran trabajo de un abridor, una victoria”, agregó el coach de pitcheo de Arkansas Brandon Emmanuel. “Tuvimos muchas dificultades en el montículo en los dos últimos juegos. Él vino con su mejor juego esta noche. Lanzó muy bien”.
La demostración de Arenas vino después de su peor actuación apertura del año, cuando el derecho permitió 8 carreras y 11 imparables en 4.2 innings ante Tulsa el 13 de mayo. Emmanuel y Arenas coinciden en que la pobre ejecución del sinker fue la causa de la mala salida.
“Su sinker no estaba funcionando, dejó muchos lanzamientos arriba”, dijo Mercado de Arenas. “Su sinker era una recta franca y fue castigado por eso”.
“La sinker no le rompía”, agregó Emmanuel. “La recuperó con el trabajo que hizo en el bullpen durante la semana. Tuvo una buena y pesada sinker, su pan con mantequilla”.
Arenas trabajó eficientemente contra los Cardinals, lanzó 101 pitcheos en la salida más larga de su carrera. Consiguió los dos primeros outs del noveno con dos roletazos, pero lo sacaron luego de caminar a Matthew Adams y recibir imparable de Niko Vasquez.
“Sin duda pudo haber terminado ese juego”, dijo Emmanuel. “Tuvo una muy buena salida de calidad, lo último que queríamos era que saliera sin decisión, luego de este gran esfuerzo”.
El relevista Matt Meyer ponchó al emergente Alex Castellanos para preservar el blanqueo y lograr su segundo salvamento.
Arenas, quién fue firmado como agente libre por los Angelinos el año pasado, bajó su efectividad de 4.50 a 3.59. Dijo que tiene esperanzas de mantener el nivel de esta salida en la salidas futuras.
“Espera que Dios le permita seguir trabajando como hoy”, dijo Mercado. “Va a seguir trabajando duro de la misma manera por el resto del año”.

Traducción: Alfonso L. Tusa C.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Gracia y humildad definieron al gran toletero Harmon Killebrew

Steve Rushin. SI.com

Nadie tuvo más nombres inapropiados que Harmon Killebrew, cuyo apodo_Killer- siempre pareció irónico, de la misma forma que los inmensos ciclistas son llamados pequeñitos, o los perritos son llamados perros bravos. Cuando Killebrew se retiró del béisbol en 1975, habiendo recorrido las bases con la cabeza gacha más que ningún otro pelotero en la historia del béisbol, se convirtió en el primer Killer en vender pólizas de seguro en Boise, Idaho.
El primer nombre de Harmon no era mejor. Porque siempre era recortado a Harm, un verbo enfermizo para un tipo quién, 30 años después que su compañero de equipo Danny Thompson muriera de leucemia, animó un torneo de golf en memoria del shortstop de los Mellizos. Killebrew murió de cáncer este martes 17 de mayo de 2011 en Scottsdale, Ariz., a la edad de 74 años.
Peor aun era que su apellido era Kill-a-brew, el cual inspiró un juego de bebidas llamado Harmon Killebrew. No importa que la elección de la cerveza del Killer fuera la que él marcó como: Killebrew Root Beer, una frase secundada por las palabras “Old Fashioned”, (“Chapado a la antígua”), lo cual redondeaba la percepción pública de Killebrew__amigo fiel, vendedor de seguros, cervecero aficionado__ además de ser un toletero del Salón de la Fama. Hubo algo chapado a la antígua en los 573 jonrones que bateó, la segunda mayor cantidad de un bateador derecho en la historia de la Liga Americana, detrás del moderno Alex Rodríguez, quién admitió el uso de drogas para mejorar su rendimiento. Killebrew era cuadrado de cuerpo y de espíritu. En 1963 la revista Sports Illustrated le preguntó si tenía algún hobbie inusual. Killer respondió: “Sólo lavar los platos”.
“Killebrew es tan tranquilo que los periodistas han renunciado a escribir sobre su imagen”, lamentó la revista Time la temporada siguiente, en un breve perfil.
“No hay nada especialmente excitante o colorido en Harmon Clayton Killebrew”, reportó Baseball Digest el mismo verano, “excepto que batea jonrones larguísimos y con más frecuencia que cualquiera en la actualidad”. Entonces Killebrew promediaba un jonrón cada 12 turnos, el mejor promedio desde Babe Ruth, los periodistas del país no podían ignorarlo.
Aunque ambos usaban el número 3, Killebrew nunca iba a ser Ruth. No se iría para la calle, no dispararía misiles, no iría a ninguna parte que no fuera la calvicie. Y por supuesto tampoco se iría al patio. Killebrew bateó jonrones que pocos bateadores han logrado. Fue el primero en batear una pelota por encima del techo del left field del Tiger Stadium, a tres pisos y 94 pies del suelo. Bateó el jonrón más largo en la historia del Metropolitan Stadium, hogar de los Mellizos. Cuando finalmente aterrizó en las gradas, a 520 pies del plato, los Mellizos pintaron de rojo el asiento, lo cual tuvo el mismo efecto en la cara de Killebrew.

Posnanski: Escalada súbita de un héroe entrañable.

En 1969, cuando bateó 49 jonrones y empujó 140 carreras, Killebrew fue a la vez el Pelotero Más Valioso y el Pelotero Menos Volátil. Siempre lideró desde el silencio. Una simple mirada de de Killebrew le hacía ver a sus compañeros de los Mellizos que no debían lanzar sus bates, o cascos, o comportarse de alguna manera no profesional.
El jonrón inmenso hasta lo ridículo, entonces, era su única expresión de inmodestia. Su primer jonrón, cuando era un novato de 18 años con los Senadores de Washington en 1954, fue literalmente uno digno de medirse: El director de relaciones públicas del equipo midió la distancia recorrida por la pelota al día siguiente. Los Senadores estaban siendo apaleados por los Tigres, Washington perdería 18-7, el catcher de Detroit Frank House, le dijo a Killebrew , en un esfuerzo de psicología en reverso: “Te vamos a lanzar una recta”. El joven Harmon tomó sus palabras al pie de la letra y se sentó a esperar la recta de Billy Hoeft, la cual devolvió a 476 pies de distancia.

Corcoran: Killebrew fue un adelantado a su tiempo como bateador de poder
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Seguirían, a lo largo de 22 temporadas, 572 jonrones más, el úndécimo total más alto de la historia. Es una coincidencia divertida que Killebrew haya crecido en Idaho para hacerse sinónimo de jonrones. Nació en Payette, el cuarto hijo de Harmon, un pintor de brocha gorda, y su esposa Catherine, cuyos tres niños a menudo jugaban béisbol en el patio. Cuando Catherine se quejaba de que le estaban destrozando la grama, papá Killebrew le decía: “Estamos criando niños, no grama”.
Killebrew todavía era un adolescente, 17 años, cuando firmó con los Senadores con un bono de 30.000 $. En 1961, se mudó con el equipo a Minnesota, al Metropolitan Stadium en Bloomington, donde yo crecí. Para la época cuando yo asistía al Met Stadium, Killebrew ya se había retirado, lo recuerdo como narrador ocasional de los juegos de los Mellizos, con la cara rodeada por un marco blanco. Recuerdo su voz suave, pronunciando el apellido del infielder Ron Washingtopn de los Mellizos como “Warshington”.
Principalmente recuerdo que la calle que llevaba al estadio fue rebautizada en su honor, por eso yo, y muchos nativos de Minnesota, asociamos algunas de nuestras memorias más felices con la calle Killebrew,
Es uno de varios monumentos que hay en Minnesota para un hombre quién, sin un bate en sus manos, nunca llamó la atención hacia si mismo. Hay una estatua de bronce de Killebrew en las afueras del nuevo hogar de los Mellizos, Target Field, eso es exactamente lo que el 11 veces Todos Estrellas nunca pidió ser: durar más que la vida. Killebrew sabía, mientras batallaba contra el cáncer de esófago, que la vida era más larga que él, por eso declaró el 13 de mayo de 2011 su “profunda tristeza” porque esta “horrorosa enfermedad” hubiera “avanzado más allá de las expectativas de mi médico por hallar una cura”.
Al final, esa dignidad y humildad fueron las que le ganaron a Killebrew el cariño de la gente en Minnesota. Ellas estarán ahí como su autógrafo, el cual fue el más legible del béisbol. Cuando él fue al hospicio de cuidados, varios peloteros y ex peloteros de los Mellizos dijeron que Killebrew los aconsejó como a peloteros jóvenes sobre la legibilidad de sus firmas. El aficionado que espera por el autógrafo de un pelotero, creía Killebrew, tiene derecho a poder descifrarlo. Así el hombre cuyo nombre había sido malinterpretado, tenía la oportunidad de corregirlo con su firma. Gracias a él, así lo hacen Joe Mauer y Torii Hunter y Justin Morneau. Ese legado de clase y decencia es la verdadera medida de la personalidad de Killebrew.
Cuando el Met Stadium fue demolido y reemplazado por el Mall of America, el asiento rojo de las gradas fue elevado bien alto hasta el atrio central del mall, en aproximadamente el mismo espacio que ocupó en el antíguo estadio. Ahí está hasta el día de hoy, un permanente testamento a uno de los hombres de más poder en el béisbol, en una calle aún llamada Killebrew Drive, ahora y por siempre un Boulevard de pelotas descosidas.

Traducción: Alfonso L. Tusa C.

martes, 17 de mayo de 2011

Jack Morris habla de su lugar en la historia.

Tyler Kepner. NYT

Me prometí que no alegaría ningún detalle del séptimo juego de la Serie Mundial de 1991 para justificar la presencia de Jack Morris en el Salón de la Fama. Lo he hecho antes tan bien como he podido. Más de la mitad de los votantes del Salón de la Fama están de acuerdo, pero sólo llegan a 53.5 %, todavía está muy lejos del 75 % necesario para la elección.
Resulta inevitable hablar del tema cuando se habla de Morris, como lo hice después de asistir a la grabación de un programa especial sobre el Juego 7, transmitido los domingos en la noche por el canal de televisión de MLB. Dejaré que Morris, quién lanzó los 10 innings de aquel juego para conducir a los Mellizos de Minnesota al campeonato, discutir sobre el Salón de la Fama en sus propias palabras:
“Siento respeto por los jugadores, por los tipos que compartieron el campo conmigo, y para mí, no sé que puede ser más importante. En mi época, no era como hoy, aborrecías al otro equipo. No había ningún tipo de consideración. Y ahora todos están pendientes del otro. Es sorprendente, cuando pasan los años, todos estamos en el mismo bote, usamos uniformes distintos pero nos une la función cumplida, es como ‘Sabes, me gustaría ser tu compañero de equipo’. Eso es grande. Eso lo es todo en el juego de béisbol mientras envejeces”.
“Si al final voy a ser llamado al Salón de la Fama, no lo sé. No lo sé. Pero puedo decir esto, sé que una de mis grandes desventajas es mi alta efectividad (3.90) y lo he dicho cientos de veces y no lo puedo decir de manera más simple: Nunca lancé para ganar un título de efectividad. Lancé para ganar. Y lo hice, gané más que nadie más cuando estuve ahí. No sé como decirlo de otro modo. Es todo lo que tengo que decir”.
“Lo otro es que nadie hizo más lanzamientos que yo en esa época, y pienso en lo que eso significa. No siempre estaba al tope de mis condiciones. Tenía que salir y hacer outs a los contrarios con menos del 100 % en mis envíos, ¿Qué tiene eso que ver con mi efectividad? ¿Qué tiene eso que ver con el lado negativo que las personas ven en mí? Igual agarraba la pelota y lanzaba ¿saben? Hay managers que me estiman mucho por eso, porque podían descansar su bullpen para un mejor desempeño mañana con Jack en el montículo hoy. Eso es trabajar en equipo. Si nunca hubiera sido un jugador de equipo, no hubiera hecho eso”.
Morris dijo que ha escuchado críticas de su marca vitalicia (254-186) en referencia a que se vio favorecido porque lanzaba para equipos competitivos. Su respuesta es que el hecho de que sus equipos eran competitivos dice algo positivo de él. Después de salir de los Tigres, firmó con los Mellizos y los ayudó a ganar el campeonato. Entonces firmó con Toronto e hizo lo propio.
“Pensé las cosas en retrospectiva”, dijo Morris, “y supe que con mi contribución, tal vez pude haberlos ayudado a alcanzar un nuevo nivel donde no habían estado antes”.
Morris dijo que si alguna vez es electo, para él será especialmente emocional porque extrañará al finado inquilino del Salón de la Fama Sparky Andreson, su manager en Detroit, quién aportó mucho para moldearlo mientras eran un pitcher novato. A Morris, quién transmite por radio alrededor de 20 juegos de los Mellizos cada temporada, le gustaría involucrarse más con el juego. Quiere que las nuevas generaciones entiendan que él no es ningún tipo de reliquia que elogia las virtudes de la vieja escuela, como es a menudo catalogado.
“Soy percibido muy equivocadamente algunas veces en los cluhouses donde hay niños, porque pienso que se sienten intimidados por mí. Soy un tipo duro, digo lo que veo, y cuando estoy en el aire no trato de suavizar nada”, dijo Morris. “Soy muy vieja escuela para esta categoría de ‘Los quiero a todos’, porque, vamos, me enseñaron a jugar de una forma y los otros deberían ser enseñados de la misma forma, eso es vieja escuela para mí”.
“Habiendo dicho esto, ellos no lo entienden, yo no sé como manejarlo algunas veces, ¡pero me preocupan ustedes! Quiero que sean tan buenos o mejores que yo. El béisbol significa buena vida. Vivimos un sueño. Mientras más tiempo puedas jugar, podrás tener más dinero, mientras más recursos tengas en la vida, más podrás hacerte cargo de tu familia y cualquier persona a tu alrededor. Hay muchas cosas por las que enojarse en la actualidad, pero el béisbol no es una de ellas”.
“He vivido tiempos difíciles. No pienso que pueda convencer a los muchachos solo con palabras, creo que se los debo demostrar en el tiempo. Hay jugadores de los Mellizos que finalmente empiezan a entender mi punto de vista. Estoy seguro que les dí la imagen errada porque nunca tuvieron tiempo para sentarse y dejarme hablarles, de la forma como estamos hablando ahora”.
Hablar con Morris fue revelador e interesante y verlo disecar el Juego 7 con John Smoltz, Bob Costas y Tom Verducci fue una delicia. Entre o no al Salón de la Fama, Morris siempre tendrá ese juego.
“Si pudiera compartir algo con ustedes que no estuviese relacionado con la familia o con Dios, sería lo que sentí en aquel juego, porque todos necesitamos tener ese sentimiento una vez en la vida”, dijo Morris. “Si ellos tienen ese sentimiento, nuestro mundo será un mejor lugar”.

Traducción: Alfonso L. Tusa C.

sábado, 14 de mayo de 2011

In Memorian Patato Pascual

Aquel comienzo de 1969 había sido muy movido para la pelota venezolana. Magallanes había clasificado a la final de cuatro equipos pero hasta allí llegó. Una vez terminada la temporada hubo más movimientos. Magallanes fue vendido a un grupo de Valencia. A medida que pasaron los días les pregunté a mis hermanos quién sería el manager. Me dijeron: Carlos Patato Pascual. “El mismo que dirigió a los Tigres de Aragua la temporada pasada”, dijo Felipe con cierta esperanza. Jesús Mario mantuvo su habitual escepticismo. “Esperemos que no deje tanto a los pitchers como Napoleón Reyes”.
Pascual había nacido un 13 de marzo de 1931 en La Habana, Cuba. Jugó en Grandes Ligas con los Senadores de Washington en 1950. Dejó marca de 1-1. 2.12 de efectividad. 17 innings lanzados.
Desde el principio de la temporada 1969-70 se notó la actitud positiva y voluntariosa del Patato. Era un gran motivador en el dugout. Siempre hablaba con todos sus peloteros. Y tenía un gran tino para mover a los lanzadores y también a los jugadores de reserva.
Muchos atribuyen el origen de esta anécdota a Alfonso Chico Carrasquel y Antonio Armas. Con todo mi respeto por el Chico y Armas, la primera vez que la escuché fue cuando le preguntaron a Patato Pascual luego de un juego porqué no había mandado a tocar a Clarence Gaston y Patato respondió: “Si quieren ver tocar a Gaston van a tener que comprarle un tambor”.
Patato Pascual falleció este jueves 12 de mayo de 2011 en Miami, Florida. USA. Luego de una larga enfermedad que se complicó con neumonía.
Recuerdo mucho un juego de noviembre de 1969 entre Magallanes y Caracas. Hubo una jugada en la goma después que Magallanes se fue arriba 2-1. El árbitro sentenció out a Gustavo Gil en una jugada muy cerrada. Patato salió a discutir enérgicamente y fue expulsado junto a su coach Leopoldo Tovar. Esa era una de las maneras como Patato motivaba a sus jugadores.
Cuando Gaston iba a batear, sobre todo hacia finales del juego, Patato se asomaba en el dugout y gritaba “¡Dale un astazo por las costillas para que respeten!”.
Patato siempre fungía como coach de tercera base en aquella temporada 1969-70. El primer juego de la semifinal los Tigres le dieron una paliza al Magallanes. Cuando los periodistas llegaron al dugout de los Navegantes, lo primero que dijo el Patato fue: “Esto apenas comienza. Ahora es cuando hay Magallanes para rato”. Y en efecto se desquitaron en el segundo juego. En el tercer partido perdían 3-0 en el quinto inning, con hombres en los ángulos Patato trajo a Gonzalo Márquez de emergente por el pitcher Danny Morris y respondió con imparable a la izquierda que empujó a los corredores para poner el juego 3-2. Ese juego llegó 3-3 al inning 14 cuando Gregorio Machado, quién se había mandado un relevo de 10 innings, logró embasarse y Gustavo Gil soltó tripletazo a lo profundo de los jardines. Patato movía los brazos como aspas de molino en tercera base y corrió con Machado hasta la goma.
Luego de vencer a los Tigres en la semifinal Patato declaró a la prensa: “Sería injusto señalar a tal o cual jugador. Todos lucharon y dieron el cien por cien de su esfuerzo. Claro que Jim Holt fue la inspiración por su trabajo ofensivo, pero tambien lo hicieron bien Gustavo Gil, Ray Fosse, Dámaso Blanco, Jesús Aristimuño, Chico Ruiz, Orlando Peña, Machado, Gregory Sims y los que se fueron Dick Baney y Gaston. Sin olvidar a Concepción Escalona y Victor Colina”. Eso lo dijo en referencia a la temporada regular. Respecto a la semifinal: “El equipo rindió mucho. Machado fue el héroe por su trabajo certero. Pero Holt dio muchos batazos oportunos y los demás peloteros lo hicieron bien. César Tovar por ejemplo, no bateó, pero fildeó en grande y fue la inspiración del team, por su fogosidad. Márquez, otro refuerzo, también nos ayudó”.
Luego de la conquista del cetro caribeño declaró para Sport Gráfico: “Nuestra armonía ha servido de mucho. Quizás haya sido realmente la fuerza principal en la lucha. Creo que tenemos un buen equipo y que conseguimos el camino del triunfo cuando lo necesitábamos”.
Patato dirigió al Magallanes en las temporadas 1969-70, 70-71, 71-72 y 72-73. Consiguió 1 campeonato. 1 Serie del Caribe. 1 sub-campeonato y las últimas dos temporadas batalló hasta último momento en dos jornadas de desempate. Dejó marca de 126 victorias y 126 derrotas.
Paz a los restos de un gran manager.

Alfonso L. Tusa C.

Luego de la muerte de su madre, un pelotero lanza sin hits ni carreras y batea 4 jonrones el mismo día.

Cameron Smith. 10-05-2011.

Con todo lo retorcido y duro que puede ser un trauma emocional para un deportista de secundaria, es difícil imaginar que alguien haya pasado por algo más fuerte que lo experimentado por Jaydin Goldenstein el mes pasado.
Después de estar alejado un año de su madre, una drogadicta que pasó un buen tiempo en la cárcel y en una casa de cuidados, Goldenstein la acompañó en su lecho de muerte.
De acuerdo a una excelente reseña de Benjamín Hochman del periódico Denver Post, dos días después, aun en medio de su dolor, Goldenstein experimentó lo que puede ser considerado como la actuación individual más grande en el béisbol de Estados Unidos en 2011. En un doble juego de su equipo de secundaria Holyoke (Colo.), comenzó la jornada lanzando sin hits ni carreras, en medio de una victoria 11-0. En el segundo juego bateó 4 jonrones para liderar al Holyoke a una victoria 15-8.
Para hacer el escenario más excitante los dos juegos eran decisivos para la temporada de Holyoke. El equipo necesitaba ganar ambos juegos para ganar el titulo de la liga Lower Platte. Gracias a Goldenstein eso fue posible.
Luego, el adolescente no sabía como reaccionar ante la muerte de su madre y el día histórico que había vivido en el campo de béisbol. Sus emociones encontradas de una larga y turbulenta relación alcanzaron los límites entre la molestia y la angustia.
“Cuando ella empezó a consumir drogas, me daba miedo porque actuaba diferente”, Goldenstein le dijo al Post. “Entonces los policías intervinieron y me dije, ‘¡Que bien!’ No se debería ver policías en la casa cuando se tienen 8 años.
“La disculpé varias veces. Pero ella siguió cometiendo desarreglos. Intentaba llamarme y yo no le hablaba”
Toda esa confusion mental desapareció en seis horas sobre el diamante de beisbol, donde Goldenstein es el rey del pueblo. La estrella del futbol escolar, los equipos de baloncesto y béisbol nunca habían tenido un día deportivo como ese. Probablemente el no lo volvería a tener.
“Sabía que él estaba jugando con mucha adrenalina y emoción”, el padre de Goldenstein, Clint Goldenstein, le dijo al Post. “Ese día dejó salir todas sus emociones. Jugaba el juego que tanto le gusta”.
“Normalmente no pienso en batear jonrones”, dijo Jaydin quien una vez bateó dos jonrones en un juego. “Pero después del tercero, me dije ‘Voy a tratar de batear el otro’”.
Quizás la mejor perspectiva del juego vino del dugout rival, donde el manager del Wray (Colo.) High no podía creer que el mismo jugador había destruido el sólo las esperanzas de ganar el título de su equipo en dos juegos seguidos… en un mismo día.
“Estaba muy feliz por él”, el manager de Holyoke Kyle Bules le dijo al Post. “Hablé con uno de sus entrenadores después del juego, y me dijo: ‘Él logró en un día lo que la mayoría de los muchachos hace en toda su carrera’”. Una carrera en un día, y una vida de altas y bajas en una semana.

Traducción: Alfonso L. Tusa C.

martes, 10 de mayo de 2011

Treinta segundos con Juan Marichal

Stuart Miller. 07-05-2011. NYT

En 1963, Juan Marichal comenzaba a fraguar su nombre en las Grandes Ligas, lanzó un juego sin hits ni carreras y estaba en camino de una temporada de 25 triunfos con los Gigantes de San Francisco. El 02 de julio, su rival por los Bravos de Milwaukee era Warren Spahn, con 42 años se acercaba al final de su carrera. Marichal y Spahn lanzaron cero tras cero hasta el inning 16, cuando Willie Mays jonroneó para que los Gigantes ganaran el encuentro. El juego es recreado en el libro “El juego más grande jamás pitcheado” (“The Greatest Game Ever Pitched”) de Jim Kaplan. Marichal de 73 años, es dueño de una granja en República Dominicana y todavía recuerda con lujo de detalles el juego.
Stuart Miller: ¿Te diste cuenta desde el principio que este juego podría ser especial?
Juan Marichal: Sí. Ambos equipos tenían buenos bateadores, pero el buen pitcheo domina el juego. Tenía gran comando en mis envíos ese día y mi control fue casi perfecto, si retiraba el inning vía 1-2-3, entonces Warren hacía lo mismo.
SM: En el noveno inning, Willie McCovey bateó una pelota que fue foul a último momento…
JM: Espera, estoy seguro de que esa pelota fue buena. El batazo fue muy alto y lejos, pero cuando salió del parque, estaba por dentro del poste. La pelota estuvo mucho tiempo en el aire y curveó hacia la derecha, el árbitro la perdió.
SM: ¿Pensaste en salir del juego?
JM: Me sentí fuerte en todo el juego. Después del noveno inning, Alvin Dark no me quería en el montículo. Tuve que rogarle que me dejara un poco más. Cada vez que iba a la banca después de un inning, el decía: “Esto es todo, se acabó”. Yo le decía, “por favor Alvin, déjame seguir”.Me sentía tan bien esa noche, y el clima era tan agradable. Los peloteros siempre se quejaban del clima en Candlestick Park. Te diré que oía a los bateadores quejarse todo el tiempo. Pero si los bateadores se quejan, eso debe ser bueno para los pitchers.
SM: ¿Podrías haber lanzado después del inning 16?
JM: Podía haber lanzado dos innings más, pero Alvin no lo iba a permitir. Cuando terminó la apertura del inning 16, esperé a Willie Mays, que venía corriendo desde el jardín central, en la línea de primera base. Le dije que Alvin quería sacarme, pero yo no estaba de acuerdo. El me dijo, “No te preocupes, voy a ganar el juego para ti ahora”. Cuando bateó el jonrón, yo era el hombre más feliz del mundo.
SM: Nunca ganaste una Serie Mundial. ¿Fue excitante para ti el campeonato de los Gigantes del año pasado?
JM: Asistí a los dos primeros juegos en San Francisco y a los últimos tres en Texas. Te diré la verdad: Me sentí como si fuera parte de ese equipo. Celebré esa victoria como si fuera miembro del equipo, todavía estoy emocionado. Nadie esperaba nada de ellos el año pasado, pero su pitcheo fue maravilloso. Madison Baumgarner tuvo mucha confianza, lanzó como un veterano en la serie.
SM: ¿De donde se origina tu famoso movimiento de la patada bien alta al lanzar?
JM: Cuando era niño, vi a un pitcher amateur en República Dominicana llamado Bombo Ramos, el lanzaba por el lado del brazo, y se convirtió en mi ídolo, por eso lanzaba de esa manera. Pero cuando jugaba béisbol clase A en 1959, mi manager Andy Gilbert me preguntó si quería lanzar por encima del brazo. La pregunta me sorprendió porque había aprendido a lanzar por el lado del brazo. Le pregunté cual sería el beneficio de lanzar así, el me dijo que sería más efectivo ante los bateadores zurdos. Me llevó al bullpen con un catcher y me dijo que practicara. La única forma como lo pude hacer fue con esa patada alta. Tenía el mismo control pero con un poco más de velocidad. Sé que a los coaches de pitcheo no les gusta esa mecánica. Alvin Dark quería cambiar mi estilo. Me dijeron que si subía tan alto el pie no podría ver el plato. Pero soy un pitcher de control ¿Cómo no iba a poder ver el plato?
SM: ¿Qué haces en la granja?
JM: Tengo 48 cabezas de ganado y muchos pollos. Viajo mucho, pero cuando estoy en República Dominicana, voy a la granja casi todas las tardes. Disfruto pasar el tiempo con los animales y hablando con mis trabajadores. Es muy relajante.


Traducción: Alfonso L. Tusa C.

domingo, 8 de mayo de 2011

Su Papá está orgullos de la conexión de Chipper Jones con Mickey Mantle.

Jones padre creció idolatrando al legendario toletero de los Yanquis.
Terence Moore. MLB.com

Probablemente habrá oido hablar de Larry Jones Jr., usted sabe, ese muchacho Chipper quién es un toletero de los Bravos de Atlanta. Sin embargo cuando se trata de una historia beisbolera ubicada entre lo impactante y lo fantástico, tenemos que comenzar con Larry Jones Sr.
En vez de Willie, Mickey y el Duque, esta es una historia de Larry Sr., Mickey y el Chipper.
Así que allí teníamos a Larry Jones Sr., sonriendo al otro lado del teléfono esta semana desde su finca en Middle of Nowhere, Texas__también conocido como Carrizo Springs__ estudiaba cada costura de una pelota autografiada. Fue firmada por las manos llenas de carne de parrilla de Mickey Mantle, la obsesión de Larry Sr. En su juventud.
“Mientras veo ahora la pelota, reconozco que Mickey fue una gran parte de mi vida”, dijo Larry Sr., quién nació en Baltimore, pero se crió en Florida, donde fue recogebates por un día durante los años ’50 en el complejo de entrenamientos primaverales de los Tigres de Detroit en Lakeland, Fla.
Los Tigres jugaban ante los Yanquis de Yogi Berra, Elston Howard, Whitey Ford… y Mantle.
Por pura casualidad ( y de eso hay mucho en esta historia), uno de los coaches de los Yanquis observó las tribunas antes del juego, enfocó a Larry Sr. de 9 o 10 años con los ojos abiertos de par en par y le preguntó si quería ser el recogebates.
Larry Sr. Se lanzó al campo de inmediato.
“Por supuesto que en aquellos días, todos ellos jugaban dos o tres innings, y entonces se sentaban en un rincón del dugout y fumaban cigarrillos, pero para mí fue una gran emoción”, dijo Larry Sr., riendo más antes de hacer una pausa. Entonces, con una voz dudosa, añadió: “Escuchar el nombre de Chipper mencionado junto al de Mickey Mantle está más allá de lo que yo hubiera esperado o pensado que le ocurriría a mi hijo”.
Hubo otra pausa, antes que Larry Sr. dijera, “Y el solo pensamiento de que Chipper haya logrado esa comparación, es una emoción ilimitada para mí. Me llena los ojos de lágrimas, para ser honesto con usted”.
Esta es una gran historia. En resumen: Luego que Chipper viviera en una casa donde Larry Sr. se la pasaba hablando de Mickey esto y Mickey lo otro, a cualquiera que lo escuchara, Chipper ahora se ubica junto a Mickey como uno de los tres bateadores ambidiestros más grandes de la historia del béisbol.
El otro es Eddie Murray, pero esta historia tiene más cosas buenas.
Mientras Mantle y Murray ya están en el Salón de la Fama, Chipper sólo espera retirarse para unírseles. Él ganó un premio al Jugador Más Valioso de la Liga Nacional, alcanzó un título de bateo, es dueño de un anillo de Serie Mundial. Más impresionante es que ha superado los 400 jonrones de por vida con un promedio vitalicio sobre .300.
Mantle nunca hizo eso. Ni Murray. De hecho, Jones es el único bateador ambidiestro en la historia del béisbol que lo ha logrado.
La historia se pone mejor todavía.
El pequeño Larry Jr. solía jugar con una réplica del bate de Mickey Mantle en el escaparate de su padre, y el bate era casi del tamaño del niño.
Ahora Chipper pasó a El Mick por el segundo lugar detrás de Murray en la lista de los ambidiestros más empujadores de carreras de todos los tiempos. Me refiero a que hablamos de MICKEY MANTLE, como el único jugador (y esto incluye a Larry Jr.) cuya fotografía está colgada en la oficina de Larry Sr.
“Nunca hablamos de Mantle a menos que lo supere en algo”, dijo Chipper, sonriendo, en referencia a su padre. “Y 1510 (el total de carreras empujadas de Chipper que rompió su empate con Mantle) fue un gran número. Los otros números como 2500 hits (que Chipper alcanzó al comienzo de esta temporada), 400 jonrones (en realidad 439 hasta el jueves) están ahí.
“Pero ese 1510 es el importante”.
Después Larry Sr. Le envió un texto a Chipper. Chipper habló sacudiendo la cabeza. “Fue sorprendente, porque lo podía oir llorando mientras leía el texto. Podía verlo empapado en lágrimas. Mi mamá (Lynne) no dijo nada de su estado emocional, su texto decía, “Esto es insano”.
“Al leer lo que Papá había escrito, ‘Nunca pensé que diría esto’__ El Chip y el Mick en la misma oración’. Fue la primera vez que sentí algo parecido a la presencia del hogar. Porque mis padres fueron padres amorosos pero duros. Que ellos se sentaran y reconocieran un logro mío fue algo muy especial para mí”.
Fue tan especial como Mantle lo fue para Larry Sr., quien creció en Baltimore como el más extraño de los aficionados. Amaba a los Orioles, pero aupaba todo lo de Mickey. No había una sola estadística de Mantle que Larry Sr. no conociera, y no había una sola posibilidad de Mantle que Larry Sr. no considerara.
Hasta el día de hoy, Larry Sr. pensaba en la carrera de 18 años de Mantle que produjo 16 viajes al Juego de Estrellas, tres premios al Jugador Más Valioso de la Liga Americana, 12 apariciones en Series Mundiales para ayudar a los Yanquis a ganar 7 de ellas y 536 jonrones__y entonces suspiraba.
“La gente de la generación que juega en la actualidad no tiene idea de cuan buen jugador fue Mickey Mantle”, dijo Larry Sr. “Después que se enredó con aquel tubo del drenaje (para dañarse la rodilla en Yankee Stadium durante la Serie Mundial de 1951), nunca fue el mismo. Si la técnica quirúrgica para reparar ligamentos anteriores cruzados de la rodilla hubiera existido entonces, tal como existió para Chipper (quién juega este año a pesar de romperse el ligamento cruzado el año pasado), Mickey habría bateado 800 jonrones”.
En su lugar, Mantle tuvo que retirarse después de la temporada de 1968 como un eterno ícono para Larry Sr. Y muchos otros aficionados.
La accidentada vida de Mantle terminó a los 63 años en 1995. Larry Sr. vio por televisión como Roy Clark cantaba “Yesterday when I was young” (“Ayer, cuando era joven”) en el funeral de Mantle. Larry Sr. Dijo, “Lloré como un bebé”.
En 1992 Larry Sr. tuvo su momento de alegría ligado a Mantle. Le llegó a través de Chipper, cuya sonrisa brilla cada vez que recuerda como preparó el encuentro con Mantle por primera y única vez. El Mick estaba en un show de barajitas en el area de Atlanta. La noche anterior, Chipper se paró frente al espejo en casa para practicar su discurso.
“Fue como, ‘ ¿Cómo está Mr. Mantle?’ ‘Hola Mickey ¿Cómo te va?’. Pero cuando llegué ahí, casi me vomité encima”, dijo Chipper riendo. “Fue algo vergonzoso. Sabía que probablemente se iría de nuestro primer encuentro y diría ‘Este tipo es un tonto’”.
Sin embargo, Mantle compartió anécdotas y aconsejó a su nervioso visitante, y luego hizo algo más. Dejó de almorzar por un momento para darle a Chipper un souvenir para Larry Sr.
Era aquella pelota autografiada.
Sólo que Mickey no limpió toda la salsa de la parrilla de sus manos, y a Larry Sr. no le importó eso en lo más mínimo.

Traducción: Alfonso L. Tusa C.

viernes, 6 de mayo de 2011

Algunos hechos atractivos para celebrar el cumpleaños de Willie Mays

Tom Verducci.SI.com

El “Say Hey Kid” cumple 80 años hoy. Willie Mays, cuya combinación de poder, velocidad y ebullición se convirtió en la versión beisbolera del jazz improvisado, nació un 06 de mayo de 1931 en Westfield, Alabama.
Mays ayudó a que se iniciara la era moderna, fue una estrella en el campo y en la oficina en ambas costas, se convirtió en el jugador completo más grande, ya fuese burbujeando bajó su gorra mientras corría, convirtiendo elevados de rutina en elegantes atrapadas de canasta o descargando uno de sus 660 jonrones con un swing de remolino violento, una ejecución impresionante aún cuando no golpeara la bola.
El “Say Hey Kid”, es riqueza beisbolera, una amada figura cuya trascendente carrera se hace más prominente con el tiempo. Su presencia, debido a como jugaba al béisbol, inspira tanto alegría como reverencia. Con esta imagen en la mente aquí les dejamos una lista de hechos atractivos para apreciar la grandeza de Mays:
1.- Mays jugó en 24 estadios. Pero hoy sólo se puede ver béisbol de Grandes Ligas en tres de ellos: Wrigley Field, Dodger Stadium y Fenway Park (Mays jugó allí en el Juego de Estrellas de 1961).
2.- Sólo 4 peloteros han bateado al menos 20 dobles, 20 triples, y 20 jonrones y se han estafado al menos 20 bases en una temporada. Mays (1957) fue el único en hacerlo en un lapso de 96 años, entre Frank Shulte (1911) y Curtis Granderson y Jimmy Rollins (2007).
3.- Mays jugó 22 temporadas y bateó 22 jonrones en extrainning, un record.
4.- Mays jugó centerfield en todos sus 2.753 juegos en los jardines menos 12. Sólo tres hombres se pueden equipara a Mays en haber iniciado tantas veces en el center field: Ken Henderson, Matty Alou y Bobby Bonds.
5.- Diez jugadores superaron a Mays en bases alcanzadas, pero sólo uno superó su porcentaje de 43.03 de carreras anotadas: Babe Ruth (43.07)
6.- Mays jugó short stop dos veces en Grandes Ligas, en ambas ocasiones se movió desde el center field, luego que su manager, Alvin Dark, trajera un bateador emergente por el short stop al final del partido. Mays no tuvo lances en cuatro innings.
7.- Mays bateó jonrones en todos los turnos de la alineación y en cada inning del 1 al 16, un record.
8.- Mays bateó su primer imparable en 1951 ante el inquilino del Salón de la Fama Warren Spahn, la primera de 253 veces que enfrentara a Spahn.
9.- Mays también bateó su último imparable ante otro inquilino del Salón de la Fama, Rollie Fingers, en el segundo juego de la Serie Mundial de 1973.

Traducción: Alfonso L. Tusa C.

Un manager convierte el dolor en una lección

Tyler Kepner. NYT. 04-05-2011.

Wilmington. Del. El juego no es para todos. Podemos pensar que lo es, pero no. Muchos le tememos a la pelota. Nos enterramos en el plato, esquivamos un lanzamiento quebrado. Nos ponemos de lado ante un roletazo, la tensión nos invade ante un bote pronto. El juego nos acecha, se lo dejamos a personas sin miedo como Luis Salazar.
“Nunca le tuve miedo a la pelota”, dijo Salazar quién jugó 13 temporadas en Grandes Ligas, entre 1980 y 1992. “Pero recuerdo a mi hijo Carlos, cuando jugaba en las Pequeñas Ligas, tenía como 11 años, recibió un pelotazo en la mano y lo vi llorar. Salió del juego y al día siguiente volvió a jugar, y lo golpearon otra vez. Después de eso no jugó más. Le tenía miedo a la pelota”.
El costo de la pasión de Salazar, parte del riesgo asumido por todo el que usa un uniforme, es visible bajo los lentes Oakley que usa ahora. Salazar, 54, es el manager de los Hillcats de Lynchburg de categoría Clase A, el equipo afiliado de los Bravos de Atlanta en la Carolina League. Lanza la práctica de bateo, intercambia lanzamientos y batea roletazos a sus jugadores, los rituales del juego que lo dejaron sin ojo izquierdo.
Salazar usa los lentes para evitar los codos errantes en el dugout. En las noches sin brisa, como el martes en Frawley Stadium, usa un parche negro, en vez de un vendaje. “Como un pirata”, dijo.
El 09 de marzo, el último día antes que sus jugadores de ligas menores se reportaran al campo de entrenamientos en Lake Buenavista, Fla., Salazar estaba parado en el escalón más alto del dugout de los Bravos, cuando Brian McCann haló una linea de foul a 115 millas por hora. Salazar había estado mirando hacia segunda base, hablaba con Nate McLouth sobre una jugada que había ocurrido ahí. Vio una mancha de la pelota antes que se estrellara contra su ojo izquierdo.
Lo próximo que recuerda, dijo Salazar, es la luz incandescente de una sala de operaciones, y dolor en su antebrazo derecho, el cual se rompió al caer en el dugout. El impacto de la pelota rompió huesos en su cara, los médicos le dijeron a Graciela, su esposa, que su ojo izquierdo había sido cortado en dos. No lo podían salvar. Salazar tendrá una prótesis ocular el próximo mes.
“Cuando lo vimos, fue devastador”, dijo Graciela. “Fue muy doloroso para mi hijo y para mí, por su aspecto. Nunca pensé que estaba tan mal”.
Salazar, quién es venezolano, había sido coach o manager desde 1995, antes de tomar libre la temporada pasada. Envió su currículo a 5 equipos, los Bravos fueron los primeros en responder. Kurt Kemp, el director del sistema de granjas, dijo que estaba impresionado por la forma como Salazar sentía el juego. Treinta minutos después de su entrevista, lo llamó y le ofreció a Salazar el trabajo de Lynchburg.
Después del accidente, Kemp y otros ejecutivos de los Bravos volaron al hospital, temían lo peor. Mike Coolbaugh, un coach de primera base de la organización de los Rockies de Colorado, murió en 2007 cuando un linietazo lo golpeó en el cuello. Pero Salazar no tuvo daño cerebral.
Su primera preocupación, dijo, era que su carrera se había terminado. Salazar había sido coach en Grandes Ligas una vez, Milwaukee en 2002, pero no le gustó la experiencia, los peloteros solo estaban pendientes del dinero. Prefiere las ligas menores, donde puede impartir la estricta ética que lo ayudó a jugar 8 posiciones en las grandes ligas.
“Si alguien juega para Luis Salazar en las menores, estará muy agradecido”, dijo el manager de los Medias Blancas de Chicago Oswaldo Guillén, un antiguo compañero. “Le enseña a los peloteros como jugar al béisbol de la manera correcta”.
Los Bravos le aseguraron a Salazar que tenía garantizado su trabajo y que podía tomar todo el tiempo que necesitara. Después de la operación donde le removieron el ojo izquierdo el 16 de marzo, Salazar le entregó la programación de su regreso a Kemp y al gerente general Frank Wren, con la fecha de su reaparición apuntando al 15 de abril, el juego inaugural de los Hillcats en casa.
Salazar logró el objetivo., sorprendió a los Bravos por cuan rápido se adaptó a los cambios de percepción de la profundidad. La visión perfecta de su ojo derecho ayudó y también su actitud.
“Él siente un verdadero agradecimiento por lo que tiene ahora, porque sabe que pudo haber sido peor”, dijo Kemp. “Todavía tiene una vida. Va a ser capaz de abrazar a sus nietos algún día, y de entrenar peloteros. Él no se estanca en las derrotas, lo cual es un raro atributo”.
Salazar fue presentado de último en el juego inaugural de Lynchburg, hubo una ovación de pie. Él estrechó manos con los jugadores de ambos equipos desplegados en las líneas de primera y tercera bases. Graciela, quién ha estado casada con Luis por 33 años, dijo que ese momento significó más que su debut en Grandes Ligas en 1980.
Con los jugadores, dice el segunda base Phil Gosselin, Salazar enfatiza lo positivo con un estilo muy particular, impartir un mensaje simple: juega duro.
“Nunca lo he visto de mal humor”, dijo el coach de pitcheo de Lynchburg, Derek Botelho, quién jugó con Salazar en la liga invernal venezolana. “Hasta cuando sale a discutir con un árbitro, regresa y luego, dos pitcheos más tarde, se ríe de eso. Siempre está en buen estado mental”.
Aún así, el espectro de la lesión persiste. A veces, dice Botelho, se sorprende mirando a Salazar, para asegurarse de que esté protegido en caso de otro linietazo. Salazar todavía no ha coacheado en tercera base, como lo hacen a menudo los managers de ligas menores, el planea tratar de hacerlo esta temporada. Él se para en el escalón más alto del dugout algunas veces, pero sólo para enviar señas.
“Agradezco a Dios cada mañana que me despierto por mantenerme con vida y darme otra oportunidad de hacer lo que más me gusta, que es entrenar peloteros”, dijo Salazar.
Las muestras de afecto de la comunidad beisbolera lo hacen sentir humilde, ha dicho. Se sintió muy impresionando por un lote de cartas de un curso de inglés de octavo grado de Georgia. Ha aprendido de otros que han perdido un ojo, y se maravilló ante un adolescente que tenía el mismo tipo de prótesis que él usará.
Los Hillcats tambien están jugando bien. Tuvieron algunos tropiezos al comienzo con un manager interino, y después de perder buena parte del entrenamiento primaveral, Salazar necesitaba conocer las destrezas de cada pelotero. El lunes, recibió una llamada de felicitación de Kemp, le dijo que estaba muy impresionado con la mejoría del equipo.
El martes 03 de mayo, los Hillcats vencieron a los Blue Rocks para su novena victoria en 13 juegos. Sobre el campo, después de los apretones de manos, Salazar dijo que estaba agradecido de que los jugadores lo hubiesen escuchado cuando prometió que las cosas mejorarían. Juegan como una familia, dijo él, y le gusta su actitud.
“Cuando estás en el campo, no quieres que la pelota vaya hacia los otros peloteros”, dijo Salazar. “Quieres que la pelota vaya hacia ti”.

Traducción: Alfonso L. Tusa C.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Los pitchers y el apoyo ofensivo

Hay muchas ocasiones en el béisbol cuando un pitcher lanza bien o muy bien y sin embargo la victoria va a parar a la trinchera de enfrente o a las manos de un relevista. Entonces algunos analistas del juego y hasta algunos lanzadores se quejan de que los bateadores no respaldaron al lanzador. Esa es una parte inevitable del juego, lo que no se quiere entender es que el otro equipo también tiene un pitcher y muy probablemente esté lanzando tan bien o mejor que su rival.
La mejor forma de protestar contra la falta de apoyo ofensivo es mantenerse dando lo mejor de sí desde el montículo, aún sin tener los mejores lanzamientos, y en los lugares donde permiten que la esencia del béisbol persista (como la Liga Nacional) el pitcher puede resolver con su propio bate el desenlace del encuentro. Quizás no sea muy común esta especie de lanzador pero si existen
Steve Carlton fue capaz de ganar 27 juegos para los Filis de Filadelfia en la temporada de 1972 cuando el equipo dejó marca de 59-97. Cuando su equipo marcó solo 2 carreras Carlton tuvo marca de 9-7. Cuando los Filis le dieron entre 3 y 5 carreras ganó 13 y perdió 3.
El 29 de abril de 2009 en Miller Park. Yovani Gallardo e Ian Snell llegaron al séptimo inning enfrascados en un juego sin carreras. Gallardo vino a batear en el cierre de ese episodio y se la sacó del parque a Snell. Los Cerveceros de Milwaukee vencieron a los Piratas de Pittsburgh 1-0. Gallardo solo permitió 2 imparables y sólo concedió un boleto en 8 episodios de labor. Carlos Villanueva se apuntó el salvado. Tyler Yates relevó a Snell en el octavo inning.
El 01 de mayo de 1959 en Comiskey Park los Medias Blancas de Chicago y los Medias Rojas de Boston llegaron 0-0 al cierre del octavo episodio. Tom Brewer versus Early Wynn. Brewer sólo había permitido 4 imparables. Como primer bateador del octavo Wynn la sacó de jonrón para que los patiblancos derrotaran 1-0 a los Medias Rojas. Ambos lanzadores trabajaron completo. Wynn sólo permitió un hit, concedió 7 boletos y ponchó 14. Brewer aceptó 5 hits, 1 boleto, 1 ponche.
El 16 de septiembre de 1971 Juan Pizarro por los Cachorros de Chicago y Tom Seaver por los Mets de Nueva York se enzarzaron en una batalla de ceros. A pesar de que en los 2 primeros innings la defensiva le cometió un par de errores Pizarro se concentró en lo que debía hacer y sacó los outs. En el octavo inning Pizarro se la sacó de cuadrangular a Seaver para decidir el juego. Chicago 1 Nueva York 0. Seaver: 9 innings, 7 hits, 1 carrera limpia, 2 boletos, 8 ponches, 34 bateadores.
Pizarro: 9 innings, 6 hits, 0 carreras, 2 boletos, 8 ponches, 36 bateadores.
Jim Bunning y Warren Spahn se fajaron en Shea Stadium el 05 de mayo de 1965. Del primero al quinto innings Bunning retiró 11 Mets en línea. Ambos escopeteros trabajaron los 9 innings, los dos permitieron 4 imparables. También ambos concedieron 1 boleto. Bunning recetó 5 ponches, Spahn 4. Bunning enfrentó 30 bateadores, Spahn 32. En la apertura del sexto episodio Bunning la sacó de cuadrangular para que Filadelfia ganara 1-0.
Quizás una de las jornadas más memorables del béisbol ocurrió el 02 de julio de 1933 en el Polo Grounds de Nueva York cuando los Cardenales de San Luis visitaron a los Gigantes locales. En el primer desafío Carl Hubbell se batió a sangre y fuego con Tex Carleton en un juego que llegó 0-0 al cierre del episodio 18. Jo Jo Moore anotó la carrera del triunfo esa entrada, empujado por sencillo de Hughie Critz. Hubbell enfrentó 59 bateadores, permitió 6 imparables, ponchó 12, sin conceder boletos en 18 innings. Carleton lanzó 16 innings, permitió 8 imparables, concedió 7 boletos, ponchó 7, ante 63 bateadores. Jesse Haines lanzó 2 innings, enfrentó 10 bateadores, permitió 2 imparables, 1 carrera limpia, 3 boletos, 1 ponche. Fue el pitcher perdedor.
En el segundo juego los Gigantes volvieron a vencer a los Cardenales 1-0. Roy Parmelee se impuso ante Dizzy Dean. Johnny Vergez la desapareció de jonrón en el cuarto inning. Parmelee enfrentó 30 bateadores en 9 innings, permitió 4 imparables, ponchó 13, sin conceder boletos. Dean lanzó 8 entradas, enfrentó 31 bateadores, permitió 5 imparables, 1 carrera limpia, concedió 2 boletos, ponchó 6.
Jerry Koosman y Bob Moose abrieron el primer juego de una doble tanda el 12 de septiembre de 1969 en Forbes Field. En el quinto inning Bobby Pfeil soltó imparable a la izquierda. Duffy Dyer despachó sencillo al centro. Pfeil siguió hasta tercera base y llegó quieto. Dyer llegó a segunda con el tiro a tercera. Koosman remolcó a Pfeil con imparable a la derecha. Esa carrera fue todo lo que necesitó Koosman y los milagrosos Mets para ganar 1-0. Koosman enfrentó 31 bateadores en 9 innings. Permitió 3 imparables. Concedió 3 boletos. Ponchó 4. Moose trabajó por 8 innings. Permitió 5 imparables. Aceptó 1 carrera limpia. Concedió 3 boletos. Ponchó 10. Enfrentó 32 bateadores. Chuck Hartenstein lanzó 1 inning. Enfrentó 4 bateadores. Permitió 1 imparable.
En el segundo juego Don Cardwell enfrentó a Dock Ellis. Después de 2 outs en el segundo inning, Bud Harrelson templó doblete a la izquierda. Cardwell lo trajo al plato con inatrapable al centro. El juego avanzó sobre el forcejeo de los lanzadores y llegó el out 27 con la pizarra 1-0. Los milagrosos Mets volvían a ganar. Cardwell lanzó 8 episodios. Enfrentó 27 bateadores. Permitió 4 imparables. Concedió 1 boleto. Ponchó 3. Tug McGraw se apuntó el salvado en trabajo de 1 inning. Enfrentó 4 bateadores. Permitió 1 imparable. Ponchó 1. Ellis lanzó 8 innings. Enfrentó 32 bateadores. Recibió 6 imparables. Concedió 3 boletos. Ponchó 11. Hartenstein enfrentó 3 bateadores en 1 inning de labor. Permitió 1 imparable.
Todos esos pitchers demostraron con su presencia, actitud y disposición a mantener el juego cerrado que efectivamente las victorias están bastante ligadas a su labor. Todo parte de la decisión que tome el pitcher para hacer un determinado lanzamiento, que luego dependa de otros peloteros es cierto, sólo que de acuerdo al tipo de lanzamiento los batazos serán más o menos contundentes y en consecuencia más o menos fáciles de manejar. Un dato muy importante de considerar en el trabajo de un pitcher se encuentra en los boletos concedidos, eso quizás explique porque los pitchers de antaño duraban tantos innings en el montículo, incluso hoy la clave de lanzadores como Roy Halladay, para ser uno de esos extraños especimenes que en la actualidad completa juegos, está en la economía de lanzamientos.

Alfonso L. Tusa C.