viernes, 31 de agosto de 2018

Como Ed Kranepool y los Mets descongelaron sus relaciones

Wallace Matthews. The New York Times. 07 de agosto de 2018 El primer pitcheo ceremonial de Ed Kranepool de este lunes 6 de agosto, podría no haber sido el envío más impresionante. Cirugía de hombro, falla renal, y la pérdida de varios dedos de los pies han pasado su factura en la habilidad para lanzar del antiguo Met de 73 años de edad. Pero solo ver a Kranepool en el montículo de Citi Field fue agradable, se trataba del pelotero que apareció en más juegos en la historia de los Mets que cualquier otro, 1.853 en 18 años, incluyendo la temporada inaugural de 1962. Ahí estaba de vuelta en buenos términos con un equipo con el cual las relaciones se habían enfriado. Kranepool se había alejado de la organización desde que tuvo una disputa verbal con Jeff Wilpon, el dueño de los Mets y jefe de operaciones en la oficina, en un banquete del equipo hace cinco o seis años. Pero la distensión llegó hace dos semanas, cuando Wilpon tomó el teléfono e invitó a Kranepool para que hiciera el lanzamiento inicial en Citi Field antes del juego contra los Rojos de Cincinnati de este lunes 6 de agosto. “Jeff se acercó y le extendió una invitación a mi esposa, habría sido tonto de mi parte no aceptarla y seguir adelante”, dijo Kranepool desde su hogar de Long Island. “Yo miraba desde afuera, estoy feliz de no estarlo más”. Kranepool, disminuido por la diabetes y la edad, lanzó suavemente desde la grama del infield y su envío estuvo desviado del plato. “El riñón no me molestó, pero el brazo si”, dijo Kranepool. “Tuve una cirugía de manguito rotador hace pocos años, y no puedo lanzar la pelota a 30 metros. No puedo lanzar la pelota a más de 20 metros. Y sin dedos en mi pie izquierdo, no me puedo afincar y mantener el paso”. Aún así nada pudo empañar el retorno de Kranepool. “Fue una noche maravillosa en el estadio”, dijo él. “Este fue mi segundo hogar por muchos años, y me gustaría que fuese así por lo que me quede de vida”. Por supuesto, Kranepool jugó la mayoría de sus juegos en casa en Shea Stadium, el lugar que ahora sirve de estacionamiento a Citi Field, el cual fue inaugurado en 2009. Pero aunque él creció en el Bronx, el corazón de Kranepool ha residido por mucho tiempo en Flushing. Así que cuando Wilpon llamó, Kranepool estuvo más que receptivo. La invitación llegó en medio de varias dificultades de salud para Kranepool. Diabético desde sus días de jugador activo, le amputaron dos dedos del pie izquierdo en 2015, y perdió los otros tres el año pasado. Desde el año pasado, también ha estado necesitando un trasplante de riñón. Aunque Kranepool dice que su situación no es desesperada, busca activamente un donante de riñón, y Wilpon ha ofrecido trabajar con el Stony Brook University Hospital para ayudarlo a encontrar uno. Los Mets también han abierto una dirección de correo electrónico para que los donantes voluntarios coordinen su prueba de compatibilidad. Wilpon declinó ser entrevistado para este artículo pero emitió la siguiente declaración: “Estuvimos muy emocionados con darle a Ed y a su familia una noche especial. Queríamos ayudar a crear conciencia de la necesidad de trasplante de riñón que tiene Ed, y afortunadamente encontramos alguien quien podría ser donante. Ed tiene un gran conocimiento de nuestro juego y fue maravilloso verlo hablar de beisbol con nuestros peloteros”. El génesis de la disputa entre los Mets y Kranepool es un poco turbio, de acuerdo a Jay Horwitz, vocero de los Mets por mucho tiempo, el punto de ruptura ocurrió en una cena anual del equipo en el período cuando la jefatura de los Mets estuvo involucrada en el escándalo de Bernard Madoff. En la cena, dijo Horwitz, Kranepool le dijo a Wilpon: “Oi que estás vendiendo acciones de tu equipo. No quiero acciones. Quiero comprar todo el equipo para administrarlo mejor que tú y tu padre”. La versión de Kranepool es diferente, él dijo que Wilpon había hecho una declaración disparatada acerca del intento fallido de Kranepool para comprar el equipo con un grupo de inversionistas. En cualquier caso, una relación que se había extendido desde la era de Casey Stengel, el primer manager de los Mets, hasta la de Joe Torre, quien llevó a, los Mets a una marca de 63-99 en 1979, la temporada final de Kranepool, estaba seriamente fracturada. Kranepool, quien había sido empleado ocasionalmente por los Mets para recibir y saludar a los dueños de los palcos de lujo, era persona no grata. “Siempre me atendían si los llamaba para solicitar entradas, pero su receptividad era fría”, dijo Kranepool. Eso aparentemente cambió esta semana. Aunque Omar Minaya, el gerente general asistente de los Mets, había discutido la situación de Kranepool con Wilpon en el entrenamiento primaveral, la decisión de buscar a Kranepool fue solo de Wilpon. Y cuando Kranepool llegó a Citi Field este lunes en la noche, notó un ambiente definido, aun en medio del calor. “Por primera vez en mucho tiempo, sentí que me recibían con cariño”, dijo él. Kranepool y Wilpon hablaron en privado y se estrecharon las manos. “Le dije, ‘Si en el pasado dije algo que te ofendió, me disculpo’”, dijo Kranepool. “Maduras al envejecer. Cuando tenía 23 años, podría haberle dicho que se fuera al infierno y no atender su llamada, pero tengo 73 años ahora, es hora de pasar la página”. “Muchas cosas son triviales en el alcance de lo que ocurre. Ahora busco un riñón. Las otras cosas ya no son importantes”. Por primera vez en años, a Kranepool le fue permitido acceder al clubhouse de los Mets, pasó un tiempo en el dugout hablando de bateo con Michael Conforto. “Esta fue la tercera o cuarta vez que hablo con Ed”, dijo Conforto. “Al ser zurdo como Ed, tenemos mucho en común. Él jugó casi 20 años en las mayores, y tiene muchas cosas interesantes que decir”. Kranepool salió de la experiencia esperando más de ellos. Dijo que Wilpon fue amable al permitirle ser de nuevo una celebridad en el campo de juego. “No puedo estar de pie por mucho tiempo”, dijo él, “y si camino 30 metros, me tengo que sentar. Pero si se trata de hablar con los fanáticos, puedo hacerlo por mucho tiempo. Mi cuerpo puede estar cansado, pero mi boca no”. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

viernes, 3 de agosto de 2018

Ernest Hemingway, su inspiración por el beisbol.

Cada vez que regreso a mi ciudad natal resulta inevitable revisitar la casa de Andrés Eloy Blanco frente a la plaza Bolívar, solo para sentir su obra literaria a través de una frase inolvidable de él acerca de Cumaná: “Mariscala de mi niñez, Marinera de mis sueños”. Sigo avanzando en la calle Sucre por unas siete cuadras hasta llegar a otra casa de grandes ventanas, el lugar de nacimiento de José Antonio Ramos Sucre, la esencia de la poesía hierve por todos lados. Puedo notar una paz misteriosa entre los rincones y el viento silbando en las ventanas me hace imaginar al fantasma del poeta. De vuelta a casa, me detengo en una calle transversal. Hace tiempo, en esa calle había un café literario llamado “El bote de Ernest Hemingway”. Muchos profesores de liceos y la universidad, escritores, estudiantes, solían ir allí para compartir ideas e inspiraciones literarias. Ahora la edificación está abandonada, la puerta de en frente casi derribada, estaba cubierta de telarañas por todas partes. Siempre trato de saltar o empujar las pesadas y polvorientas ventanas con la esperanza de ver la sala principal del lugar, la que hacía que pareciera más un museo que un café. Era un local de siete por siete metros. El piso era de baldosas azul oscuro. Tenían un reflejo especial amarillo que simulaba la arena del fondo del mar. Las paredes laterales estaban pintadas con ese azul claro propio del cielo de Cumaná. La pared del fondo mostraba un marlín gigante flotando sobre el mar con las gradaciones de naranja a tonos rojizos del atardecer cerca del rincón, a su lado la noche asomaba su oscuridad cargada de estrellas. Esa sala tenía una ventana de cierta dimensión en el techo. A través de ella la luz solar o lunar iluminaba la majestuosidad de un bote de cinco metros de eslora por uno y medio de ancho, dentro había dos arpones atados a más de veinte metros de cuerda, un estuche con cinco tipos diferentes de anzuelo, una biblia de bolsillo, un ancla, unos binoculares, una atarraya de nylon, una botella de licor, un balde metálico y un cuaderno de páginas amarillentas y letras descoloridas. Cada día había al menos diez visitantes en esa sala y cada día había al menos una mención de la inspiración de Hemingway en el beisbol para escribir “El Viejo y el mar”. Las discusiones eran tan encendidas que el dueño del local tenía que pedirle a los clientes que bajaran la voz. Sabiendo lo estricto que era Hemingway con su proceso de escritura, el largo tiempo que pasaba de pie frente a sus páginas escritas, borrando y corrigiendo, hasta reconstruyendo pasajes enteros de sus cuentos y novelas, resulta sorprendente como se las arregló para incluir al beisbol con tal naturalidad en algunos de sus trabajos. Es realmente fascinante la manera como Hemingway establece un paralelismo entre Santiago, el viejo pescador en “El Viejo y el mar” y Joe DiMaggio en sus últimos años como pelotero. Tal vez el escritor se inspiró en el hecho de que el padre de DiMaggio también fue pescador, tal vez quería mostrar como el tiempo puede afectar las habilidades físicas de un pescador y un pelotero, o tal vez quería pintar un paisaje de épica y redención al mostrar que el viejo pescador todavía podía arreglárselas para atrapar un gran pez y el viejo pelotero todavía liderar a su equipo para ganar una Serie Mundial. Hubiese sido realmente emocionante haber tenido la oportunidad de espiar la rutina de escritura de Hemingway temprano en las mañanas o tarde en las noches, fajándose con sus manos, lidiando con sus pesadas sandalias para encontrar las ideas y palabras adecuadas que incrustaran sus sueños de beisbol en sus historias. Él tenía su propio campo de beisbol en su casa cuando vivía en Cuba en la década de 1950. Allí Hemingway le enseñaba lo que sabía a su hijo Greg (GiGi) y los amigos de este. Tal vez quería probarse lo mucho que apreciaba al beisbol y cuanto lamentaba no haber escrito de ese juego cuando trabajó como periodista en The Kansas City Star. Explicaba casi de mal humor que nunca escribió una palabra relacionada con el beisbol para las páginas de The Star, pero reconocía que había desarrollado una técnica de escritura a través de sus lamentos por no ser periodista deportivo. Tomó como modelo la manera como un jardinero anticipaba un batazo hacia sus predios, como corría, volteaba hacia atrás, y finalmente estiraba su guante para atrapar la pelota, de esa manera se inspiraba para poner en papel la estructura, el argumento que sorprendía a los lectores al describir situaciones, delinear dramas de manera inesperada. Hay un pasaje en “El Viejo y el mar”, donde el personaje principal, Santiago, tiene momentos difíciles al forcejear con el marlín una vez que este ha mordido el anzuelo. La criatura marina empieza una intensa batalla para liberarse del anzuelo de Santiago y el pescador tiene que recurrir a todas sus fuerzas pero eso no es suficiente para vencer al marlín. Así que Santiago se mantiene batallando por unos tres días. Allí Hemingway recurre al arte de su escritura y utiliza al beisbol como referencia, como un paisaje donde la historia pueda mantener su intensidad. Así que provee a Santiago con algunas imágenes de lo que había escuchado en la radio o leído en los periódicos acerca de Joe DiMaggio. Sabía que DiMaggio también se acercaba al final de su carrera beisbolera. Cuando recordó como DiMaggio se había recuperado de un espolón en un tobillo para regresar a jugar al tope de sus condiciones con los Yanquis de Nueva York, Santiago sacó fuerzas de la flaqueza y continuó fajándose con el marlín a pesar de los calambres de su mano izquierda. El beisbol sigue flotando en la atmósfera de la historia cuando Santiago permanece batallando con el marlín, tratando de arrastrarlo hasta el bote. La batalla dura tres días. Santiago se molesta mucho porque no puede atrapar al marlín y lo pierde ante los tiburones, lo cuales devoran al pez hasta solo dejar el esqueleto. Apenas puede repeler a los tiburones a punta de golpes de remo. Mientras aconseja a Manolin para que se haga beisbolista, Santiago rememora la imagen de DiMaggio y como este había pasado por momentos difíciles en sus últimas temporadas con los Yanquis. No fue el mismo pelotero, después de recuperarse del espolón, no podía correr lo suficiente para alcanzar los elevados y linietazos que bateaban hacia el jardín central, tampoco podía batear la pelota con la misma fuerza que lo hizo en sus grandes años. Santiago se siente como DiMaggio en su última temporada, no es capaz de atrapar un solo marlín cuando en sus mejores momentos podía hasta pescar dos o tres peces grandes en un día. La última vez que pasé por “El Bote de Ernest Hemingway”, era casi de noche, pero todavía pude ver el salón donde estuvo el bote por mucho tiempo. La luz de la luna entraba en el salón a través del hueco donde solía estar la ventana del techo, y pude ver todas las señales del bote. Cerca de la proa estaba un bate de beisbol donde se leía Joe DiMaggio Slugger. En algún lugar de la popa había dos libros “El Viejo y el mar” y “Al Romper el alba”. Uno estaba abierto en la primera página, el otro en alguna página intermedia con algunas líneas subrayadas. También había un guante de beisbol a mitad de estribor, en uno de los dedos del guante, se podía leer el nombre Manolín. Sin importar cuanto tiempo había pasado desde la última vez que estuve en ese salón, todavía podía escuchar las voces de los profesores y estudiantes hablando de literatura. Andrés Eloy Blanco, Ramos Sucre y por supuesto Hemingway. Casi siempre permanecían allí hasta muy tarde en la noche. Esa noche no pude dejar de pensar en “El Bote de Ernest Hemingway”, durante todo el camino de vuelta a casa. Quería recordar en cual página estaba abierto el libro “Al Romper el alba”. Estuve despierto hasta casi las dos de la madrugada pero no pude recordar esa página. Miré con tal profundidad la lámpara de mi habitación que pude caminar otra vez dentro del salón principal de “El Bote de Ernest Hemingway”. Me acerqué al bote y casi me caí al acercarme a la popa. Tomé el libro “Al Romper el Alba”. En la página donde estaba abierto, Hemingway escribió algo acerca del alma humana, que él no sabía nada de ella. Lo más cerca que estuvo de aclarar ese concepto fue a través del beisbol. Recordó que de niño fue a ver un juego de los Medias Blancas de Chicago, tenían un tercera base llamado Harry Lord, quien podía batear roletazos en foul por la línea de tercera base hasta que el pitcher rival se hastiaba o el juego tenía que ser suspendido, debido a que eran los días cuando los estadios no tenían alumbrado eléctrico. Harry seguía bateando roletazos en territorio foul y la gente le gritaba desde la tribuna: “Oye Lord, espero que Dios se apiade de tu alma”. Puse el libro de vuelta en la popa del bote y me recosté en una pared lateral. A medida que la luz de luna aumentaba su intensidad a través de la ventana del techo, oi un sonido en la pared del fondo. Al acercarme al bote, una especie de voz oxidada llegó desde babor. Un viejo de anteojos enfundado en una de esas camisas cubanas llamadas “guayabera” paralizó mi aliento. Casi me derrumbé. El tipo rió y se sentó dentro del bote, al lado de los arpones. “Tranquilo, hijo. Solo soy un fantasma tranquilo y triste. No voy a lastimarte. Solo quiero contarte algo que tal vez ayude a definir mejor lo que entiendo por la palabra alma. Despues de haber escrito el manuscrito de este libro, investigué mucho de beisbol en los periódicos. Así fue como supe de Pete Pistol Reiser y Roberto Clemente. Ambos batearon jonrones dentro del campo para dejar en el campo al rival. Si el triple es considerado el batazo más excitante del juego, para mí es incapaz de transmitir lo que implica un jonrón dentro del campo. Piensa por un momento como un bateador empieza a correr a través de las bases mientras la pelota aterriza en el rincón más remoto del campo, y como se mantiene corriendo sin importar que el tiro de relevo venga en camino hacia la mascota del cátcher con una gran posibilidad de sacarlo out. Eso fue lo que Reiser hizo el 11 de mayo de 1946 en el cierre del noveno inning contra Hugh Mulcahy de los Filis de Filadelfia, y Clemente ejecutó el 25 de julio de 1956 también en el cierre del noveno, sin outs y con las bases llenas y los Piratas perdiendo 8-5 ante los Cachorros de Chicago en Forbes Field. Enfrentaba al relevista Jim Brosnan. Clemente bateó una línea hacia la pared del jardín izquierdo. Había empujado las tres carreras del empate, corría con tal intensidad que ignoró las señas de detenerse del coach de tercera base Bobby Bragan. Clemente se deslizó en el plato y burló el tiro de relevo de Ernie Banks, a pesar de que falló en tocar el plato, inmediatamente estiró la mano hacia atrás y lo tocó ¡Qué jugada tan vertiginosa! Ha sido la única vez que un jugador ha bateado un jonrón dentro del parque con las bases llenas para dejar en el campo al contrario”. Seguí mirando al viejo barbudo de mirada punzante. La luz de luna aumentaba aún más su intensidad a través de la ventana del techo. El viejo había dejado de hablar por un momento para tragar saliva y respirar profundo. “Esos dos jonrones dentro del parque me impactaron. De verdad tienes que tener el alma grande para literalmente volar por las bases desde el plato para lograr el jonrón que le da la victoria a tu equipo…” Cuando desperté todavía eran las cinco y media de la madrugada. Me levanté, apagué la luz de la habitación y salí al balcón. Había luna llena como la mayoría de las noches que visité ese salón. Me vestí en pocos segundos y corrí por las calles de Cumaná hasta que empujé la puerta cubierta de telaraña. Salté sobre la basura y los arbustos que habían crecido dentro de “El Bote de Ernest Hemingway”. Podía ver las baldosas azul oscuro cubiertas por una capa de polvo y froté mis manos en la pared del fondo para ver la pintura del marlin. Algo de luz matinal entraba por el hueco que alguna vez fue ventana en el techo y fui a donde estaba el lado babor del bote, había una página que decía “Al Romper el alba” en la parte superior, al lado de la numeración. Entre aquellas letras borradas por el polvo y la humedad se podía leer “Harry Lord”. Alfonso L. Tusa C. 26 de abril de 2018. ©

jueves, 2 de agosto de 2018

Alex Torres brilló en Japón con 19 ponches en un juego

lunes, 30 de julio de 2018 El zurdo venezolano Alex Torres volvió a dar una demostración de su buen momento sobre la lomita, cuando falta poco más de un mes para el Día Inaugural de la LVBP, y repartió 19 ponches en un juego en un circuito independiente del Japón. “Me sentí súper bien”, exclamó el ex grandeliga, que blanqueó al Niigata en triunfo 6 por 0 del Gunma Diamond Pegasus, con sólo tres hits en contra y dos boletos. “Estuve muy bien con el dominio de mis pitcheos. La clave fue lanzar muchos strikes y atacar la zona temprano en el juego, por lo que pude utilizar mi cambio para sacar de paso a los bateadores”. Es la primera vez que Torres fusila a tantos rivales en un encuentro, y no es fruto del azar. Con su lauro, puso en 3.54 su efectividad, ahora con marca de 11-4. El ex grandeliga habló sobre el circuito donde juega desde 2017, a través de su agente de prensa. “Es mi segundo año aquí y es un beisbol muy diferente al que jugamos nosotros”, explicó. “Siempre hacen las pequeñas cosas, y si no ejecutas un buen plan de trabajo, te pueden hacer cuatro carreras en un abrir y cerrar de ojos. El nivel es muy bueno, y lo que más me ha impresionado ha sido la manera que tienen los bateadores de proteger la zona de strike”. Aseguró que se reportará al Magallanes en la LVBP después de resolver algunos asuntos personales que desea atender. Ignacio Serrano. El Emergente.

Magallanes practicará desde el 10 de septiembre y admite tratos con Pérez

jueves, 26 de julio de 2018 Roberto Ferrari, presidente de los turcos, reiteró el ya divulgado interés por repetir como importados que han manifestado Daniel Palka y Drew Gagnon, y admitió que la abundancia de brazos criollos les lleva a pensar en menos lanzadores extranjeros Por Ignacio Serrano El-Nacional.com Magallanes será otra vez el primer equipo en abrir las puertas a sus peloteros para preparar la venidera campaña, al anunciar este jueves que el trabajo en el estadio José Bernardo Pérez empezará el 10 de septiembre, con el tradicional minicamp. Roberto Ferrari, presidente de los turcos, informó que la pretemporada oficial dará inicio el 17 de septiembre, pero una semana antes están convocados los jugadores veteranos, invitados y ligamenoristas que deseen soltar los músculos y mostrarse ante el cuerpo técnico. El ejecutivo dio sus declaraciones en conversación con los periodistas Carlos Valmore Rodríguez y Efraín Zavarce, a través de Unión Radio Deportes. Caracas fue el primer elenco en poner fecha a sus sesiones de alistamiento. Los Leones estarán activos en el Universitario a partir del 24 de septiembre. Ferrari, reiteró el interés que han manifestado el grandeliga Daniel Palka y Drew Gagnon por ser parte de la importación, de lo que habló semanas atrás, y repitió que Carlos Zambrano es una opción para los turcos, pero esto último permitió llegar a una novedad: los Navegantes, ante la abundancia de brazos criollos, han empezado a considerar la idea de traer cuatro pitchers forasteros y tres bateadores de posición, en lugar de sólo contratar dos bates y cinco monticulistas. Zambrano y Yohander Méndez eran fichas que hace meses estaban fuera de las cuentas. Ahora aparecen junto a los cuatro tiradores adquiridos en el mercado de cambio y los jóvenes que vienen en ascenso. La modificación permite pensar en Félix Pérez, el slugger cubano de los melenudos, quien protagoniza un episodio de distanciamiento que, de acuerdo con fuentes del club y del propio jugador, puede derivar en su desincorporación de los felinos. Ferrari reconoció a sus entrevistadores que ha habido contacto con Pérez, veterano de la LVBP y uno de los principales maderos caraquistas en la 2017-2018, aunque las conversaciones no han pasado de una primera fase. Publicado en El-Nacional.com, el jueves 26 de julio de 2018. Ignacio Serrano. El Emergente