miércoles, 31 de agosto de 2011

El Salón de la fama de los zurdos habilidosos


Joe Posnanski. SI.com

Mike Flanagan, fue un hombre maravilloso en todos los aspectos. Jugó baloncesto con Julius Erving en la universidad y dijo que fue defendiendo ante Erving en las prácticas que aprendió que sería un buen pitcher de béisbol. Ganó el premio Cy Young en 1979; 23 victorias, 190 ponches, 131 de efectividad ajustada; y ganó 167 juegos en su carrera de 18 años. Era famoso por sus curiosidades, como cuando dijo que la primera vez que se montó en el carrito del bullpen en Nueva York le dijeron que asegurara las puertas, y famoso porque jugó para los últimos equipos de Baltimore que jugaron béisbol al estilo de los Orioles, que consistía en hacer dobleplays y evitar recibir jonrones de tres carreras.
Flanagan, me parecía a mí como fanático, que era la esencia de la maravillosa frase: “Zurdo Habilidoso”. Siempre me ha gustado la forma como esas dos palabras rebotan entre sí. En inglés casi riman, pero no completamente. Ellas evocan la imagen de un pitcher zurdo tratando de dominar al mundo con una recta no muy rápida, los trucos de un buhonero y cierta indisposición para aceptar lo inevitable. El lanzamiento principal de Mike Flanagan era una curva lenta, la cual en algunos días burlaba a los bateadores, y en otros les parecía como un balón flotando en el viento. Pero él la seguía lanzando junto a su no tan rápida recta y un sinker, y un cambio, y a veces lanzaba por el lado del brazo, y trataba de hacer cada pitcheo al menos una milla por hora más lento o rápido que cualquier cosa que hubiese lanzado ese día, algunas veces le funcionaba, otras no, pero seguía lanzando, año tras año.
Por esto, en honor a Mike Flanagan, he ideado el Salón de la Fama de los Zurdos Habilidosos. Para encontrar mi primera clase de Zurdos Habilidosos, opté por lo que considero una actuación aceptable de un pitcher de estas características. Decidí que esta era: 7.1 innings, 8 hits, 3 carreras, 3 ponches.
Por su puesto que esos son puntos de partida. Estoy buscando zurdos que lanzaran por lo menos 7.1 innings, dispersaran por lo menos 8 imparables, permitieran como máximo 3 carreras, y poncharan un máximo de 3 bateadores. Mike Flanagan hizo esto 11 veces, lo cual lo iguala con los zurdos Bob Knepper, Ken Brett y su compañero Mike Cuellar.
Aquí están los zurdos habilidosos que han hecho esto más a menudo en los últimos 50 años, y por lo tanto son la primera clase del Salón de la Fama de los Zurdos Habilidosos:
El Zurdo Habilidoso del Salón de la Fama: Tommy John (42 veces)
_ John era un ZH antes de hacerse la cirugía que adoptó su nombre. Probablemente se hizo más habilidoso después. Su gran pitcheo antes y después de la operación era la recta baja, esta se hundía con violencia. En los últimos 50 años, nadie se le acerca a Tommy John cuando se habla de lanzar para provocar dobleplays.
Más dobleplays provocados desde 1961
1. Tommy John, 605
2. Jim Kaat, 454
3. Gaylord Perry, 451
4. Phil Niekro, 431
5. Tom Glavine, 420
Se puede notar un par de zurdos habilidosos en esa lista. En los cinco años anteriores a la operación, John dejó marca de 65-48 con efectividad ajustada de 113 y un radio de ponches-boletos de 2-1. En los cinco años posteriores a la operación John tuvo marca de 90-45 con efectividad ajustada de 121 y un radio ponches-boleto menor de 2-1. Parecía más bateable, pero casi nunca concedió un jonrón en esos años posteriores a la operación (lideró la liga en porcentaje de jonrones tres veces) y los dobleplays lo ayudaban a salir de los problemas. John dejaba a los bateadores maldiciéndose a si mismos. Eso es lo que un Zurdo Habilidoso debe hacer.
Zurdo Habilidoso del Salón de la Fama: Claude Osteen (35 veces)
_ Osteen perteneció 3 veces al equipo Todos Estrellas, pero lo más interesante de esos años del Todos Estrellas (1967, 1970 y 1973) es que fueron tres de sus peores temporadas. ¿Una posible razón? A través de su carrera, Osteen fue un pitcher de buenas primeras partes de temporada. Dejó marca de 99-89 con 3.06 de efectividad en abril/mayo/junio. Tuvo marca de 97-106 con 3.49 de efectividad en julio/agosto/septiembre. Tal vez a los bateadores les tomaba tres meses para descifrarlo. Osteen tenía una buena slider y lo que los bateadores llamaban una recta “culebrera”. Era muy bueno en la post-temporada. Nunca cedió más de una carrera limpia en sus tres aperturas de Serie Mundial.
Zurdo Habilidoso del Salón de la Fama: Scott McGregor (28 veces)
_ Ellos eran los hermanos habilidosos de Baltimore, McGregor y Flanagan. Pocas personas notaron que McGregor, quizás como cualquier pitcher, fue responsable de la creciente fascinación por la pistola de radar. La recta de McGregor no hubiera calificado para las autopistas de Nevada, pero su manager Earl Weaver, no usaba la pistola de radar para buscar tipos que lanzaran por encima de 90 millas. Él pensaba que la clave para pitchear era lanzar sistemáticamente a varias velocidades. Usando la pistola de radar, McGregor supo como lanzar su curva a 60 millas, su buen cambio a 70 millas, y luego lanzaba su recta tan fuerte como podía, que era generalmente alrededor de las 80 millas. Esa variedad de velocidades le permitió desarrollar una carrera de 13 años, que incluyó una temporada de 20 victorias y un impresionante dominio sobre su amigo de la niñez y antíguo compañero de equipo en la secundaria, George Brett, quién sólo le bateó a McGregor para .222. (McGregor solía contar una historia que, como decimos en el negocio del periodismo, es muy buena para revisarla. Trata de cuan caliente estaba Brett en 1980, el año que casi bateó .400. Los dos estaban jugando golf, y Brett estaba sentado en el carrito cuando McGregor golpeó una pelota hacia él. “¡Cuidado!”, gritó McGregor, Brett soltó su cerveza, agarró un palo, y le pegó a la bola en mitad del aire de regreso a McGregor. “Dale otra vez”, dijo Brett, y volvió a tomarse la cerveza).
Zurdo Habilidoso del Salón de la Fama: Mike Caldwell (25 veces)
_ Caldwell, como Tommy John y varios otros ZH, a menudo era acusado de ensalivar la pelota o rasparla o cualquier cosa. El lanzaba con un movimiento que no era del todo por el lado del brazo, y la pelota se caía dramáticamente, sorprendentemente. En su mejor temporada, 1978, lanzó 293 innings y permitió sólo 14 jonrones. Esa temporada de 1978 habría sido lo suficientemente buena para ganar el premio Cy Young en muchos otros años, pero aquella temporada un zurdo que definitivamente no tenía necesidad de esconder sus pitcheos, el todopoderoso Ron Guidry, tuvo una de las mejores temporadas de pitcheo de la época.
Zurdo habilidoso del Salón de la fama: Paul Splittorff (24 veces)
Este ha sido un año duro para los Zurdos habilidosos, Splitt murió en mayo. Él y Flanagan eran muy similares. Zurdos habilidosos, contemporaneos, ambos ganaron 20 juegos una vez, sus boletos y hits (WHIP) por cada 9 innings son casi idénticos (1.334 para Flanagan, 1.340 para Splitt). Flanagan dejó una efectividad ajustada de 100, Splitt 101. Flanagan tuvo 19 blanqueos, Splitt 17. El balance vitalicio de Flanagan fue 167-143, el de Splitt fue 166-143. Como digo, muy similar. Y tristemente ambos murieron jóvenes.
Como pitchers, ellos no eran tan similares. Flanagan, como mencioné, tenía esa curva lenta y dependía de atacar a los bateadores con diferentes ángulos de pitcheo. Splitt no lanzaba especialmente duro, pero era un tipo grande y era muy convencional, perseguía a los bateadores con rectas a distintas velocidades. No lanzaba el cambio muy a menudo, pero trataba de insuflarle a cada lanzamiento que hacía, el efecto de un cambio. Los bateadores nunca sabían cuan rápido la pelota llegaba al plato.
Otros Zurdos Habilidosos nominados al Salón de la Fama incluyen a Bill Lee, Geoff Zahn, la segunda parte de la carrera de Frank Tanana, Ross Grimsley y Clyde Wright. Wilbur Wood pareciera una selección para la primera votación, pero aún tenemos que definir si la bola de nudillos es de “habilidad”. Jim Kaat casi merece estar en Salón de los Zurdos Habilidosos, pero en realidad el fue muy poderoso al comienzo de su carrera. Tom Glavine fue un Zurdo Habilidoso, pero todavía no es elegible y, de todas formas, el va para el otro Salón de la Fama.
Jaime Moyer figura para entrar en su primer año de elegibilidad.

Traducción: Alfonso L. Tusa C.

martes, 30 de agosto de 2011

¿Dónde te fuiste Iván Murrell?

Sandy Burgin. MLB.com. 15-01-2002

Él jugó en uno de los no-hitters más famosos, algunos dicen infames, en la historia del béisbol. Puede haber sido el pelotero latinoamericano más joven en jugar en las Grandes Ligas, dependiendo del certificado de nacimiento que se tome en cuenta.
Fue uno de los primeros jugadores que formó parte de dos equipos de expansión. Fue un boxeador amateur invicto, quién además pudo jugar futbol profesional. Tiene un hijo y una hija que juegan voleibol de playa profesional.
Y a la edad de 56 o 58 años todavía tiene que ver con el juego que le apasiona, béisbol.
Iván Murrell, un miembro de los Padres de San Diego originales de 1969, tiene un cúmulo de memorias de una carrera de 10 años en las Grandes Ligas y toda una vida dentro y alrededor del béisbol.
Murrell, quién comenzó su carrera con el equipo de expansión Col 45’s de Houston en 1963, jugó para cuatro equipos, incluyendo a los Astros de Houston, los Padres y los Bravos de Atlanta, con quienes terminó su carrera en Grandes Ligas en 1974.
Murrell, un jugador del cuadro y jardinero, jugó cinco temporadas completas con los Padres, empezando por su año inaugural de 1969. Participó en un juego del 12 de junio de 1970 que es parte del folklore del béisbol y extrañamente ligado a los Padres del presente y el pasado.
En aquella fecha, el pitcher de los Piratas, Dock Ellis, lanzó sin hits ni carreras, para igualar una marca de Grandes Ligas al conceder 8 boletos. Golpeó dos bateadores, incluyendo a Murrell, y llenó las bases dos veces en una victoria 2-0, era el primer juego de una doble cartelera nocturna en Jack Murphy Stadium. Fue el primero y único no-hitter lanzado en San Diego hasta el 12 de mayo de 2001 cuando A. J. Burnett de los Marlins dejó sin hits ni carreras a los Padres, caminó a 9, un record de Grandes Ligas y le rompió la mano a Damian Jackson con un pitcheo en una victoria 3-0 en Qualcomm Stadium.
Lo que hizo más resaltante el no-hitter de Ellis fue el hecho de que lo hizo bajo la influencia de drogas alucinógenas suministradas (de acuerdo a Terry Cannon de The Baseball Reliquary) por el Dr. Timothy Leary.
“Yo conocía muy bien a Dock Ellis”, dijo Murrell desde su hogar en Port St. Lucie, Fla. “Él era un tipo muy intenso y competitivo lo que llamaríamos en el mejor de los sentidos uno de esos ‘locos’. Ciertamente ese fue un juego extraño, pero no pienso que alguno de nosotros pensara así de extraño sobre eso”.
“Lo que recuerdo más de todo eso fue haber visto a Dock dos días después caminando a través del campo desde el dugout de Pittsburgh hacia el bullpen”, recordó Murrell. “Se volteó hacia mí y gritó ‘epa Murrell, Murrell, mira esto’ Miré su cabello, tenía un afro en aquellos días, tenía unos rizos rosados”.
“Ese día tambien tenía puesta una chaqueta que decía: ‘Mr. No-No’ Definitivamente era alguien de quién no podías saber de donde venía o hacia donde iba. Siempre te sorprendía con algo inesperado”.
Murrell está bien consciente de donde viene y hacia donde va.
Ahora entrena jugadores de secundaria y la universidad, de manera individual.
“He estado tratando de establecer mi propia academia de beisbol para retribuirle a los muchachos”, dijo Murrell. “He ayudado a unos cuantos muchachos de secundaria para avanzar a la universidad y a varios universitarios para saltar al profesional.
“Ahorita tengo que usar muchos campos del condado y de las secundarias porque no tengo terreno propio”, dijo Murrell. “Desafortunadamente cuando jugábamos, yo no ganaba el dinero que pagan hoy. Mi primer cheque fue de 5500 dólares y el último con los Bravos fue de 34000 dólares.
“Lo que me gustaría hacer algún día es comprar un pedazo de terreno y construir mi propio estadio. Hace unos años estaba entrenando tres equipos de diferentes grupos de edades. Los llevábamos por todo el estado de Florida, Puerto Rico y Santo Domingo. Era difícil conseguir patrocinantes, por eso ahora entreno de manera individual”.
Aún cuando su carrera en las Grandes Ligas terminó en 1974, la carrera profesional de Murrell continuó por varios años en la Liga Mexicana.
“Jugué hasta 1984”, dijo Murrell, “Quería jugar hasta los 50. Estaba en buena forma, pero los sueldos en México no eran tan buenos. Lideré la liga en jonrones y carreras empujadas por dos temporadas. Sentí que no había mucho más que probar”.
Murrell dejó el béisbol y se mudó a Brooklyn, N.Y., donde él y un amigo establecieron un club nocturno de 1989 a 1990.
“Hubo muchas drogas, muchas peleas, un tiroteo, no nos fue bien”, dijo Murrell. “Después de eso me mudé a Stuart, Fla., y empecé a entrenar niños y a enseñar ESO (Education of Students of Other Languages). También participé en la Senior League, de corta vida, para jugadores mayores de 35 años”.
Murrell siempre ha tenido la voluntad para desenvolverse en varias actividades. Creció en Costa Rica, allí jugaba futbol y estudiaba mecánica de aviación. Luego que sus padres se divorciaron, él regresó a Panamá con su madre y comenzó a boxear. Se mantuvo invicto como púgil amateur del peso medio y recibió ofertas para hacerse profesional.
Fue seleccionado para jugar con el equipo de futbol de Panamá en los Juegos Panamericanos de 1963, pero terminó firmando un contrato de béisbol de Grandes Ligas con los Colt 45’s de Houston.
“Nunca jugué béisbol organizado hasta que cumplí 17 años”, dijo Murrell. “Afortunadamente para mí, me di cuenta que mi mejor oportunidad de venir a los Estados Unidos era como beisbolista. Cuando regresé a Panamá dos años después de jugar en las Grandes Ligas en 1964, la gente me preguntaba: “¿Cómo carrizo lo pudiste lograr tan rápido?” Les dije que lo deseaba con todo mi corazón”.
Murrell pudo o no haber sido el jugador latino más joven en las Grandes Ligas.
“Mi edad beisbolera hoy es 56, aunque en realidad tengo 58”, dijo Murrell. “En aquellos días y aún ahora, algunos de los jugadores latinos se quitaban uno o dos años de edad. Eso ayudaba para conseguir 1500 dólares adicionales por clasificar para Clase A, 2500 para AA y 5000 para AAA. Ahora, por supuesto puedes ganar millones adicionales si ellos piensan que eres uno o dos años más joven. Cuando me hice profesional supuestamente tenía 18 años, pero en realidad tenía 20.
Murrell experimentó algunos momentos memorables con los Padres en la temporada de 1970. Bateó un jonrón inmenso al segundo piso del Jack Murphy Stadium contra los viejos Pilotos de Seattle. Fue uno de cuatro Padres en batear un jonrón en el noveno inning (junto a Ed Spiezio, Dave Campbell y Cito Gaston) contra los Dodgers el 12 de julio de 1970. También bateó un vuelacercas para vencer a Atlanta en el duelo de los hermanos Niekro, Joe por los Padres y Phil por Atlanta. Murrell dice que se mantiene en contacto con Gaston, Spiezio y Al Santorini, otro Padre original, algunas veces en los torneos de golf de las celebridades.
A nivel personal, Murrell y su esposa Gail, de quién está divorciado, tienen tres hijos. Su hija Jen se casó con Dexter Holdren, afamado voleibolista de playa profesional. Jen y Dexter viven en Santa Barbara y ambos juegan en el circuito de voleibol de playa profesional. El hijo de Murrell, Jeffrey, vive en Los Ángeles y tambien juega voleibol profesional de playa. Su otra hija, Lourdes, vive en Canadá.
Mientras Murrell disfruta entrenando jóvenes, también se preocupa por los jóvenes estadounidenses y su amor por el béisbol.
“Hay mucho más por hacer con los jóvenes aquí en Estados Unidos”, dijo Murrell. “Ellos pueden jugar Nintendo y juegos de computadora. Hay patines, patinetas, muchachas y carros. Los niños no tienen la suficiente atracción por el béisbol, hay muchas cosas que los distraen de jugar pelota. Quien sabe cuantos estadounidenses estarán jugando en Grandes Ligas de aquí a 10 o 15 años”.

Traducción: Alfonso L. Tusa C.

Ivan Murrell falleció el 08 de octubre de 2006 en Stuart, Florida. USA. Jugó en la LVBP con Cardenales de Lara (1969-70), Navegantes del Magallanes (1971-72, 1973-74) y Tiburones de La Guaira (1972-73).

lunes, 29 de agosto de 2011

El juego de los apodos: Los barones del bullpen.


Bruce Markusen. 14-01-2011

Los pitchers de relevo, por su naturaleza, tienden a ser excéntricos. Por eso no debería sorprender a nadie que algunos de los mejores apodos hayan pertenecido a relevistas, tanto los apagafuegos de antaño como los cerradores de la actualidad. Así que vale la pena hacer un recorrido por los bullpens, incluyendo paradas para ver al Sphinx, a un monstruo, un ganso, y otros animales.
Don “The Sphinx” Mossi: Capítulos y versos se han escrito acerca de Mossi, diremos, de apariencia inusual, por eso no debería sorprender que su apodo provenga de tales orígenes. No he podido discernir exactamente quien ideó el apodo The Sphinx, pero pienso que es justo decir que las orejas grandes de Mossi le recordaron a alguien las inmensas orejeras de la mitológica criatura egipcia. Para aquellos que no procesaron la imagen en sus mentes, el más directo apodo de “orejas” probablemente hizo el truco.
Los rasgos faciales de Mossi hicieron fácil que pasara por debajo de la mesa lo buen pitcher que fue durante los 12 años de una carrera que se expandió de 1954 a 1965. Como relevista zurdo novato, Mossi lanzaba rectas altas en strike con mucha fuerza, a menudo llegaban a más de 90 millas de velocidad. Como pitcher de segundo año con los Indios en 1965, Mossi lanzó 81 innings, ponchó 69 bateadores y caminó apenas a 18. De 1954 a 1956, él y Ray Narleski conformaron una de las mejores combinaciones zurdo-derecho del bullpen en la historia del béisbol.
A medida que envejeció y perdió velocidad, Mossi hizo la transición exitosa a la rotación, mientras hacía también los ajustes necesarios para pasar de pitcher de poder a uno que ubicaba sus lanzamientos. Mossi mantenía a los bateadores fuera de balance con una tortuosamente lenta pero efectiva curva. También mantuvo su gran control, al caminar menos de 49 bateadores en cada temporada con los Tigres entre 1959 y 1963.
The Sphinx no era Adonis, pero definitivamente podía pitchear.

Dick “The Monster” (“El Monstruo”) Radatz: Un mamut sobre el montículo, Radatz medía 1,96 m. y pesba entre 115 y 140 Kg., durante su carrera de Grandes Ligas, fue apropiadamente apodado “El Monstruo”. Aunque de apariencia intimidante, él se convirtió en una figura muy querida en todo Massachussets y parte vital de la tradición de los Medias Rojas.
Si alguna vez un apodo se ajustó a un pelotero, este era el de “El Monstruo” con Radatz. Cuando era estudiante de primer año en Michigan State University, el coach de futbol americano Clarence “Biggie” Munn se acercó al gigantesco Radatz. “Eres Radatz ¿no?”, preguntó Munn. “¿Por qué no te decidiste por el futbol americano”. Radatz respondió de inmediato. “No gracias Mr. Munn”, dijo Radatz. “No me gusta la carne cruda”.
Radatz podía lucir como un monstruo, también, específicamente como un monstruo fuera de control. Cuando cerraba los juegos con éxito, levantaba sus puños triunfalmente sobre su cabeza, un gesto bien comparable a la celebración del atleta contemporaneo, pero en los años 1960s era algo muy raro de ver. La celebración momentanea irritaba a algunos bateadores, quienes ya se sentían frustrados por no poder conectar su recta. Los aficionados de Boston, sin embargo, disfrutaban de Radatz y sus gestos.
La Nación de los Medias Rojas simplemente adoraba a El Monstruo.

Frank “Tug” McGraw: Apropiadamente, un personaje pintoresco como McGraw tenía un apodo inusual que revelaba algo de sus días infantiles. Hay dos versiones de cómo McGraw abtuvo el apodo “Tug”, una es particularmente humorística. De acuerdo al libro de James Skipper, Apodos Beisboleros (Baseball Nicknames), McGraw se ganó el apodo debido a sus hábitos mientras era un bebé. Templaba tan duro los seños de su mamá cuando lo atendía, que sus padres pensaron que era natural darle el apodo “Tugger”. De acuerdo a otra teoría, McGraw templaba cualquier cosa cuando era pequeño, ropas, juguetes, muebles. En cualquier caso, la etiqueta de Tugger fue abreviada a Tug.
El apodo de McGraw era memorable, así tambien lo era uno de sus hábitos en el montículo. Mientras jugaba para el equipo filial de los Mets en Jacksonville en 1968, McGraw, en el montículo, se golpeaba repetidamente con el guante sobre la cadera. El hábito comenzó como una manera de saludar a su esposa Phyllis, quien veia el juego desde la tribuna, pero pronto se convirtió en un producto ritual y supersticioso. McGraw empezó a golpear el guante contra su pierna en cada juego que lanzaba, sin importar si su esposa estaba en el parque o no. Mantuvo el hábito a través de sus días con los Mets y los Filis, hasta que se retiró en 1984.
Pedro “Drácula” Borbón: Como amante de las películas de vampiros ¿Cómo iba a dejar de escoger a un pelotero con un apodo de otro mundo? Para el colorido Borbón, el apodo Drácula evolucionó de un incidente de mordedura que produjo un incidente cómico en una intensa serie de playoff. Con los Mets y los Rojos enfrascados en la Serie por el Campeonato de la Liga Nacional, programada a 5 juegos en 1973, los malos sentimientos subieron a la cabeza en el tercer juego. Una pelea de dugouts vacíos empezó cuando Pete Rose atacó a Buddy Harrelson en segunda base, y comenzó una pelea ente la estrella de los Rojos y el pequeño shortstop de los Mets.
Borbón, como el resto de los relevistas de los Rojos, vino del bullpen y se unió a la trifulca.
En el fragor de la batalla, Borbón perdió la gorra. Al ver una gorra en el suelo, Borbón la agarró, pensando que era la suya, pero pronto notó que tenía un logo de los Mets. Molesto, la gorra pertenecía al jardinero de los Mets, Cleon James, Borbón mordió la gorra. No es de imaginar como Jones, un personaje impredecible, reaccionaría al ver su gorra marcada con dientes.
Más adelante en la carrera de Borbón, un incidente más serio consagró su reputación de tendencias vampíricas. En mayo de 1979, Borbón estaba en una discoteca de Cincinnati (¡Si, una discoteca!) cuando se vio involucrado en una pelea de media noche. Cuando el incidente se complicó, Borbón mordió a uno de los vigilantes de seguridad de la discoteca en el pecho. La indiscreción de Borbón le ocasionó un cargo por asalto. Cuando el periodista del Cincinnati Enquirer, Mark Purdy, entrevistó al vigilante, la víctima sólo pudo elucubrar sobre la conducta de Borbón. “Es un mordedor habitual, me parece”. Justo como el otro Drácula.
Al final de sus días como pelotero activo, Borbón se aventuró desde los vampiros hacia el vudú. Después que los Rojos lo cambiaron a los Gigantes contra su voluntad, amenazó con hacerle una maldición de vudú a su antíguo equipo.

Rich “Goose” (“Ganso”) Gossage: Fue en sus primeros días con los Medias Blancas de Chicago cuando Gossage obtuvo su famoso apodo. Contrario a lo que yo había asumido por muchos años, el apodo de Gossage no era un juego sobre su apellido. El apodo vino de su compañero de habitación en los Medias Blancas, el pitcher Tom Bradley, quién es recordado por usar lentes de sol en el montículo. Poco después que Gossage llegara a los Medias Blancas, Bradley notó lo inusual de la mecánica de pitcheo de Gossage. Bradley le dijo a Gossage que parecía un ganso cuando lanzaba la pelota.
Los medios de Chicago publicaron la observación de Bradley, y así se oficializó el “Ganso” Gossage. El apodo ganó aceptación. Para finales de los años 1970s, más personas se referían a Gossage como Ganso que como Rich.
Él es uno de dos Gansos inquilinos del Salón de la Fama, el otro es el jardinero Leon “Ganso” Goslin.

Brad “The Animal” Lesley: Lesley lanzó solo tres temporadas en las Grandes Ligas, pero tuvo éxito en dejar una impresión duradera en las ligas de Estados Unidos y Japón. Apodado “El Animal” por sus movimientos sobre el montículo, Lesley saltó a la luz pública nacional poco después de llegar a las Grandes Ligas con los Rojos de Cincinnati. Saltando y embistiendo en el montículo, el inmenso Lesley golpeaba su guante con el puño luego de ponchar a los bateadores. También se ganó la fama de tener una dieta poco común, que incluía ranas vivas.
“Tambien como arañas”, dijo Lesley orgullosamente a The New York Times en 1982. “Adoro comer criaturas”. Si, a “El Animal” le gustaba comer animales.

Match “Wild Thing” (“Cosa loca”) Williams: Como parte de una tendencia creciente, Williams debe su apodo a la cultura popular, específicamente a la primera película Major League, la cual se convirtió en un sorpresivo éxito de taquilla en 1989. El lanzamiento de la película coincidió con la temporada de la consagración de Williams, cuando agenció una efectividad de 2.76 en 76 juegos, tope de la Liga Nacional. Aunque efectivo por momentos como cerrador, primero con los Cachorros y luego con los Filis, Williams algunas veces parecía imitar al personaje de Charlie Sheen en la película, el adorable Ricky Vaughn, quién era capaz de golpear al bateador del círculo de espera con un envío descontrolado.
Williams no era del todo así de salvaje, pero aún así se las arreglaba para convertirse en una versión moderna del difunto Ryne Duren. Llegando a menudo a cuentas completas y algunas veces entregando boletos como billetes de estacionamiento, a menudo estaba próximo a conceder un boleto por cada inning lanzado en la temporada, Williams lanzaba con un movimiento fuera de balance, en el cual usualmente caía al suelo después del lanzamiento.
Dado el esfuerzo máximo hecho en el movimiento, nadie se pregunta si Williams tenía la más mínima idea de donde terminaría su recta. Aún así, él tuvo una carrera exitosa, mejor que la que a menudo se acredita desde su trabajo como analista del circuito televisivo de MLB.
Menciones honoríficas: Rich “El Guapo” Garcés, Tom “The Blade” Hall, Al “The Mad Hungarian” Hrabosky, Aurelio “Señor Smoke” Lopez, Sparky “The Count” Lyle y Don “Stan The Man Unusual” Stanhouse.

Traducción: Alfonso L. Tusa C.

viernes, 26 de agosto de 2011

Mike Flanagan: Un pitcher que hizo competir al Magallanes

El comentario de Dámaso Blanco a través del hilo telefónico me llevó a confirmar la información, Mike Flanagan, aquel pitcher que trajo Rubén Mijares junto a Wayne Garland, Larry Demery, Kent Tekulve, Clarence Gaston, Larry Harlow, Willie Randolph y Rob Andrews entre otros en la temporada 1975-76, había sido encontrado sin vida fuera de su hogar de Monkton, Md., la tarde del miércoles 23 de agosto de 2011.
La fotografía de Flanagan con el uniforme naranja de los Orioles me trasladó a un mediodía de enero de 1976. La voz de mamá cernida entre el dinamismo de la melodía “Love will keep us togeteher” (Captain & Tennille) me recordaba que debía terminar de pintar el garaje. Yo alegaba que como había terminado la huelga de profesores, me debía dedicar de lleno al inicio del tercer año de bachillerato. “¡Que va! Lo que usted comienza, lo tiene que terminar”.
Las páginas deportivas de El Nacional y El Universal destacaban el inicio de las semifinales del béisbol profesional. Mis ojos apretaban un titular que decía algo como: “Mike Flanagan vs Scott McGregor, un duelo de serpentinas en cámara lenta”.
Agarré el periódico, el horario de tercer año y una mesa plegable y me fui al garaje. Mamá me hizo regresar la mesa. “Una cosa a la vez hijo. No vayas a hacer un arroz con mango”.
Antes del juego mis hermanos comentaban que no entendían porque Johnny Lippon se había decidido por Mike Flanagan teniendo a Garland y a Demery. No quise decir nada. Había notado que hacía el final de la temporada Flanagan había llevado varios juegos cerrados hasta el final. Me dije “Ya van a ver”. Aquella noche, los envíos lentos de Flanagan marearon a la toletería cardenal y se llevó la victoria 3-2. “¿Y ahora que van a decir de Flanagan?” Les dije a Felipe y Jesús Mario mientras escuchaban los comentarios finales del juego. Su silencio se mantuvo en los siguientes 2 juegos de la semifinal porque Garland y Demery perdieron sus aperturas.
Aquel Magallanes había ido a jugar a Cumaná en diciembre de 1975. Entre la emoción por ir a ver por primera vez un juego de béisbol profesional en el estadio, guardaba la esperanza de que Mike Flanagan abriera o relevara en ese juego. Aquella tarde jugamos pelota como hasta las cuatro de la tarde. Cuando empezamos a escuchar las sirenas de los carros y los cohetes, agarramos los guantes y corrimos a prepararnos para el juego. Los espacios aledaños al estadio de Cumaná eran un mar de gente que apretujaba y arrastraba. Todo el trayecto hasta las tribunas lo hice con el radio transistor en la mano levantada. El primero en salir al terreno por Aragua fue David Concepción, le siguió Enos Cabell. En el segundo inning, el centerfielder de los Tigres, Dan Ford, se estrelló contra la pared de concreto persiguiendo un batazo, el impacto repercutió en todo el estadio, salió en camilla. Gilberto Marcano abrió por Magallanes, cuando Lippon decidió sacarlo se molestó y bataqueó el guante contra el montículo. Entre la alegría del triunfo magallanero lamenté que Flanagan no hubiese lanzado.
Para el cuarto juego de la semifinal había cierta sensación de que Cardenales podía sentenciar la serie. Sin embargo Flanagan se apareció con un soberbió trabajo completo donde apenas le conectaron 3 imparables y Magallanes ganó 5-1 para igualar la serie.
Cuando mamá regresó yo silbaba “Love will keep up together”. Se acercó y levantó la voz. “¡Hay que ver que eres cabeza dura! Te dije que llevaras esa mesa para la cocina y mira como la chispeaste toda de pintura”.
Garland y Demery volvieron a perder ante Cardenales en los juegos 5 y 6. Mientras nos balanceábamos en el mueble del porche le dije a mis hermanos: “Si alguno de los dos hubiera ganado, estoy seguro de que Flanagan iba a llevar al Magallanes a la final”.

Alfonso L. Tusa C.

jueves, 25 de agosto de 2011

El gran pitcher de los Orioles de Baltimore Mike Flanagan muerto a los 59 años.




Baltimore (AP). Mike Flanagan, un antíguo ganador del Cy Young y parte de los Orioles de Baltimore que ganaron la Serie Mundial de 1983, ha muerto. Tenía 59 años.
Las autoridades encontraron un cuerpo fuera del hogar de Flanagan en Monkton, Md., este miércoles 24 de agosto de 2011, en la tarde. Horas después, los Orioles confirmaron que Flanagan, quién fue pitcher, ejecutivo de oficina y comentarista de televisión del equipo, estaba muerto.
“Estoy muy triste de enterarme del fallecimiento de Mike. Era un buen amigo y compañero de equipo”, dijo el inquilino del Salón de la Fama, el tercera base y shortstop Cal Ripken Jr., un antíguo compañero de Flanagan. “…Mike fue un Oriol a tiempo completo y será dolorosamente extrañado por su familia, amigos y aficionados. Este es un día muy triste”.
Flanagan fue un zurdo habilidoso que dejó marca vitalicia de 167-143 con efectividad de 3.90 en 18 temporadas con Baltimore y Toronto. No tenía una recta de poder, pero ganó una buena cantidad de juegos mediante una curva lenta, una sinker y un cambio.
Flanagan participó en el Juego de Estrellas de 1978 y ganó el premio Cy Young de la Liga Americana en 1979 luego de agenciar registro de 23-9 con 3.09 de efectividad y 5 blanqueos. Los Orioles perdieron la Serie Mundial de ese año ante Pittsburgh en siete juegos.
“Es uno de nuestra familia. Un gran amigo, competidor, divertido, histérico, talentoso”, dijo su antíguo compañero e inquilino del Salón de la Fama, el pitcher Jim Palmer, después de hacer la transmisión televisiva de los Orioles este miércoles en la noche en Minneapolis. “Era un soplo de aire fresco con su humor, su visión particular de todas esas cosas. Era un tipo magnífico”.
Flanagan jugó para el equipo de Baltimore que ganó el campeonato en 1983, terminó con marca de 12-4 a pesar de perder casi tres meses con una lesión de ligamentos en su rodilla izquierda.
Tuvo marca de 141-116 con los Orioles y es miembro del Salón de la Fama del equipo. Flanagan también fue el último Oriol que lanzó en Memorial Stadium, el hogar de Baltimore desde 1954 a 1991.
“Desde el día que me dieron el número 46, miles de personas me han dicho que ese era el número de su pitcher favorito de los Orioles cuando eran pequeños”, dijo el pitcher de los Orioles Jeremy Guthrie. “Desde el primer día pienso que me han recordado sobre el legado y el trabajo que Mike hizo no sólo como jugador, sino como miembro de la comunidad de Baltimore”.
La carrera de Flanagan con Toronto no fue tan profunda. Fue canjeado de los Orioles a los Azulejos el 31 de agosto de 1987, por los pitchers Oswaldo Peraza y José Meza, tuvo marca de 3-2, luego 13-13 y 8-10.
Firmó como agente libre con Baltimore en 1991 y vino a lanzar desde el bull pen durante sus dos temporadas finales.
Después de su carrera como jugador activo, Flanagan trabajó como vicepresidente de operaciones de béisbol de los Orioles y como ejecutivo VP. Trabajó junto a Jim Duquette en la oficina de la gerencia general de 2005-07 en un esfuerzo por hacer de Baltimore un equipo ganador.
“Pasamos hora tras hora, día tras día, tratando de mejorar a los Orioles”, dijo Duquette tarde en la noche del miércoles. “Lo que me impresionó fue su pasión por los Orioles y por Baltimore. Era muy apasionado mientras hacía las gestiones para llevar a los Orioles de vuelta a los primeros lugares”.
Duquette dijo que la noticia de la muerte de Flanagan lo había dejado “devastado y adolorido”.
“Había hablado con él ayer”, dijo Duquette. “Estaba preparándose para transmitir la venidera serie con los Yanquis”.
En años recientes, incluyendo esta temporada, hizo coloridos comentarios para el circuito de televisión del equipo, combinando su agudo sentido del humor con el conocimiento del juego que obtuvo de largas décadas de experiencia.
“Me enteré con profunda tristeza de la muerte de mi amigo Mike Flanagan temprano esta noche”, dijo el dueño de los Orioles Peter Angelos en una declaración. “En casi un cuarto de siglo con la organización, Flanny se convirtió en parte integral de la familia de los Orioles, por sus logros dentro y fuera del campo. Su pérdida será sentida entrañablemente por todos nosotros en el equipo de pelota y por los aficionados de los Orioles de todas partes donde lo admiraban”.
Flanagan creció en Manchester, N.H., y lanzó para la Universidad de Massachussets antes de ser escogido por los Orioles en la séptima ronda del draft de 1973. Debutó en las Grandes Ligas en 1975. De 1977 a 1983, hizo más aperturas (223) que cualquier pitcher de la Liga Americana y fue tercero en victorias (109) durante ese período.
A Flanagan le sobreviven su esposa Alex, y sus hijas Kathryn, Kerry y Kendall

Traducción: Alfonso L. Tusa C.

miércoles, 24 de agosto de 2011

¿Pertenece Roger Maris al Salón de la Fama del beisbol?


George Vecsey. Associated Press

¿Debería estar Roger Maris en el Salón de la Fama con Mickey Mantle?. Los fanáticos de Roger Maris fueron rápidos en responder a mi columna del domingo, en la cual escribí que sus 61 jonrones lucían mejor que nunca después de medio siglo.
Algunos fanáticos están en desacuerdo con mi opinión de que Maris no alcanza por completo los patrones del Salón de la Fama por su modesto promedio de bateo (.260), jonrones totales (275) y temporadas (12), y con mi creencia de que sólo unas pocas de sus temporadas tuvieron el nivel del Salón de la Fama.
El comentario más sentido que llegó a mi correo electrónico vino de Altenir Silva un escritor de béisbol de Rio de Janeiro. Silva escribió: “¡Los cometas son fugaces! Roger Maris de la misma manera que el actor James Dean, páso muy rápido por aquí. ¿Quién necesita del tiempo?”
Que poético. Muchos otros fanáticos escribieron que sólo con romper la marca de Babe Ruth de 60 jonrones en una temporada (en una temporada ocho juegos más larga que la que jugó Babe Ruth), bajo intensa presión, era suficiente para que Maris calificara para el Salón de la Fama. Otros estaban felices de que hubiera mencionado que Maris lideró los años 1960 en apariciones en Series Mundiales, siete, incluyendo 4 campeonatos, y que fue el Jugador Más Valioso en 1960 y 1961.
My Man Taxerman, un ferviente fanático de los Yanquis, también reforzó mi observación de que Maris fue un excelente jardinero derecho. Recordó la jugada de Maris en el noveno inning del séptimo juego de la Serie Mundial de 1962, cuando cortó un doble de Willie Mays en la incómoda esquina del right field, para detener a Matty Alouy en tercera base con la carrera del empate, antes que Willie McCovey despachara aquella línea a Bobby Richardson para terminar la Serie.
“La jugada defensiva de la Serie”, recuerda Ralph Terry, el pitcher ganador, en la excelente nueva biografía, “Roger Maris, el Héroe Reacio del Béisbol”, de Tom Clavin y Danny Peary.
Otros lectores dicen que la relativamente corta carrera de Maris no debería ser un obstáculo para él. Citan las 12 temporadas (seis mediocres, seis crecientemente brillantes) de Sandy Koufax y la carrera recortada por las lesiones de Dizzy Dean (nueve temporadas completas y un solo juego en cada una de las otras tres).
Lo que se lee entre líneas, por supuesto, es el aparente uso de esteroides de alto rendimiento que han hecho muchos bateadores de los últimos tiempos, sustancias que no eran usadas en los días de Henry Aaron, Maris y Ruth. Con todo el debido respeto, todavía pienso que la carrera de Maris se queda corta para los patrones del Salón de la Fama. Pero estoy impresionado por los documentados fanáticos que piensan que Maris pertenece al Salón.
¿Qué piensa usted?

Traducción: Alfonso L. Tusa C.

martes, 23 de agosto de 2011

¿A dónde te fuiste Dick Baney?



Bill Peterson. MLB.com. 18-02-2002

Las carreras beisbolísticas son medidas a menudo a través de las estadísticas como a menudo no lo son. A veces son caracterizadas por episodios, pequeños rasguños de fama, tal vez por alguna actuación deslumbrante.
Mirar las marcas de Dick Baney en Grandes Ligas es suponer que nunca hizo un out importante. Entender que Baney, a los 55 años, ha estado retirado por 10 años luego de una vida exitosa en el area de bienes raíces e inversiones, es suponer que el béisbol significó poco en su vida.
Pero Baney todavía es entrenador de Pequeñas Ligas en Tuslin, Calif., y fue inmortalizado en el libro de Jim Bouton, Ball Four, como un joven derecho que por poco no ganó un puesto en los entrenamientos primaverales de los Pilotos de Seattle y luego subió en julio. Y lanzó un juego muy importante para los Rojos de Cincinnati el 25 de septiembre de 1973, una victoria 2-1 sobre los Padres de San Diego que aseguró el título de la división Oeste de la Liga Nacional para los escarlata.
“Recuerdo a los Padres usando aquellos uniformes marrón y amarillo”, dijo Baney pensando en aquella noche. “Recuerdo la ovación de pie al terminar el juego. Recuerdo que ellos querían que Don Gullett lanzara ese juego, pero el tenía dolores en el brazo. Entonces recurrieron a Jack Billingham y también le dolía el brazo. Por lo que Sparky (Anderson) decidió hacer el intento conmigo”.
Baney dijo que en abril de 1974, él fue el último pitcher en lanzarle a Henry Aaron antes que éste largara el jonrón 715, para establecer la nueva marca de cuadrangulares, el 08 de abril. Los Bravos de Atlanta de Aaron comenzaron la temporada con una serie en Cincinnati, y Baney lo ponchó dos veces.
“Estaba tan nervioso, que le hacía swing a todo”. Dijo Baney.
Es divertido como una carrera como la de Baney se cruza con otra como la de Hank Aaron. Mientras Aaron llegó a la inmortalidad del Salón de la Fama, Baney quedó afectado por dolores en el brazo a la vuelta de un año.
Baney lanzó sólo 42 juegos en las Grandes Ligas, comenzando con los Pilotos en 1969, su único año de existencia. Ganó su única decisión, luego saltó entre Baltimore y Cincinnati en los próximos tres años. Finalmente resurgió con los Rojos en 1973, hizo 33 apariciones, incluyendo dos aperturas, en las próximas dos temporadas. Baney terminó su carrera con marca de 4-1, tres salvados y 4.28 de efectividad en 90 innings.
“Mi memoria más feliz fue el campeonato de 1973”, dijo Baney. “Mis memorias de béisbol fueron mis lesiones, llegar a casa después de cada temporada y ver a mi madre rezar por mi brazo, porque regresara de las dificultades y lanzara con el mejor equipo del béisbol. Esa es probablemente mi mejor memoria”.
Al final de la temporada de 1975, Baney sabía que su brazo no daba más, necesitaba seguir adelante con su vida. Se fue a trabajar en bienes raíces con su padre, George, en el pujante mercado del sur de California.
“Él construyó algunos de los principales clubs nocturnos y restaurantes en el sur de California”, dijo Baney de su padre. Estaba en el negocio de las pistas de hielo. Lo ayudé a construir algunas pistas de hielo y un campo de golf. Con él, tuve vida después del béisbol”.
Baney dijo que disfrutó su estadía en Cincinnati y planea visitarla otra vez. Estuvo allí en 1996 y se quedó en la casa del entonces manager de los Rojos, Ray Knight.
Eso es lo más cercano que ha estado de las Grandes Ligas desde 1974. Mientras tanto, ha disfrutado la vida.
“No hice mucho dinero jugando béisbol”, dijo Baney. “Ganaba alrededor del salario mínimo. En ese entonces los sueldos no eran tan altos”.

Traducción: Alfonso L. Tusa C.

lunes, 22 de agosto de 2011

De Clarence a Cito, una vida por el béisbol.



Bob Elliot, Toronto Sun. 28-09-2010

En su época juvenil y de novato de Grandes Ligas era conocido como Clarence Gaston.
En aquellos tiempos, su hogar estaba en el 239 de Belmont Street, lado oriental de San Antonio, Texas, a seis minutos en carro del Álamo. Clarence tenía cinco hermanas. Ellas principalmente lo llamaban “hermano”.
Aquí, en Toronto, donde Gaston dirigió por 13 temporadas, y ganó dos Serie Mundiales seguidas en 1992 y 1993, es conocido como Cito, de lejos el manager más importante que han tenido los Azulejos.
Sólo ha habido unos pocos.
Jim Fregosi destacó en el Serra High School de San Mateo, Calif.
Su escuela produjo a los grandes ligas Barry Bonds, Gregg Jefferies, Check Lofgren y Dan Serafini; las estrellas de fútbol americano (NFL) Tom Brady y Lynn Swann; el entrenador John Robinson de USC; el inquilino del Salón de la Fama de CFL Tom Scott, y “el mejor atleta de todos en Serra”, de acuerdo a Fregosi … “¡Yo!”
Las raíces del ex-manager Jimy Williams llegan hasta los Bulldogs de Fresno de Cal State University.
Su escuela produjo a los grandes ligas Matt Garza, Tom Goodwin, Dan Gladden, Bobby Jones y Terry Pendleton; los jugadores de futbol americano (NFL) David Carr y Trent Dilfer, el entrenador de NFL Mike Martz junto a los entrenadores universitarios Lane Kiffin y Jerry Tarkanian.
John Gibbons fue una antígua primera escogencia en el draft de 1980 de la secundaria Douglas MacArthur en San Antonio.
Los Brahmas de MacArthur tambien produjeron a los grandes ligas Jerry Grote, Ken Pape y Jason Szuminski
Otro manager de los Azulejos jugó softbol rápido para el Álamo Bank en Bankers League y después jugó béisbol con los Welders de Cardona.
Clarence “Cito” Gaston es el único miembro del Àlamo Bank y los Welders de Cardona que jugó en Grandes Ligas y después tambien fue manager.
“¿Ustedes creen que batear aquí es difícil? Traten de batear una pelota de softbol rápido lanzada a 15 metros de distancia”, dice Gaston. “Ellos pueden hacer que la bola suba y se hunda, o tirar la pelota desde los tobillos y hacerla subir hasta el pecho”.
En 1961, después de destacar como estrella de tres deportes en la secundaria Holy Cross de San Antonio y en la Solomon Coles de Corpus Christi, Gaston trabajó estacionando carros en un garaje del centro.
Un amigo, que jugaba para los Welders de Cardona, invitó a Gaston para que jugara con su equipo. Los Welders competían en la Spanish-American League, fundada en 1927, esta produjo a los grandes ligas Joel Hoerner y Gary Bell.
Los Welders tienen una tradición de familia y lealtad.
En 1920, Lupe Cardona abrió una tienda de herrería en el 1823 de South Brazos St., en San Antonio. Martin, el hijo de Lupe, quién a menudo apostaba a los Welders cuando Gaston estaba en la alineación, eventualmente se hizo cargo del negocio de la familia. Èl se lo pasó a John, quién administró a los Welders por 31 años. Y ahora, John Jr. está a cargo de la tienda.
En Cardona Welding, reparan, arreglan, ajustan piezas.
Justo lo que hizo Johnny Cardona cuando le entregó a Gaston sus primeros zapatos de ganchos.
“La fotografía de Clarence está colgada en la oficina desde el momento en que me la dio”, dice Cardona.
¿Clarence Gaston?
Nadie lo llama Clarence ahora, excepto el presidente de los Azulejos Paul Beeston.
En la oficina de Cardona en South Brazos hay una fotografía de 15 por 40 pulgadas, con el autógrafo de Clarence Gaston, en la misma realiza una atrapada con el uniforme de los Padres de San Diego. La fotografía es la única en la pared, está enmarcada con un bate Adirondack que tiene ‘C.Gaston’ troquelado en el barril y en un Louisville slugger, con otra firma ‘C.Gaston’ en su barril.
“Tengo enmarcados en la casa mi camiseta de los Azulejos de Cito Gaston y mi bate autografiado por los campeones de las Series Mundiales de 1992 y 1993”, dijo Cardona. “No quiero que nadie me los robe”.
Cardona dice que Gaston no ha cambiado.
“Cito es el mismo hombre tranquilo de cuando jugaba con nosotros”.
Cardona, quién ha visitado Toronto y Dunedin los dos últimos años, habla por teléfono desde su tienda cuando sus palabras se ahogan de repente.
“Discúlpame”, Cardona dice cuando el ruido disminuye. “Un muchacho está haciendo una soldadura”.
Dentro del baño de la tienda de Cardona hay fotografía de los Astros de Houston.
“Los clientes me preguntan por qué tengo fotografías de jugadores mexicanos y de Cito en el frente y de los Astros en el baño”, Cardona dice con una sonrisa. “Les digo que traeré a los Astros al frente cuando ganen una Serie Mundial”.
Cardona voló a Tampa hace dos años. Cuando llegó a Dunedin, los Azulejos estaban jugando. Se dirigió a la taquilla y le dijo a la mujer que él era “un amigo de Cito”.
“La dama llamó a Cito y Cito dijo: ‘John Cardona puede venir las veces que quiera’”
Si el scout de los Bravos de Milwaukee, Al Lamacchia hubiese realizado su ruta como la había planificado una tarde dominical nublada en marzo de 1964, podría no haber dos pendones de Serie Mundial colgando en el Rogers Centre.
Con la amenaza de lluvia, Lamacchia optó por observar un juego más cercano, antes que manejar más lejos por el autopista para ver un juego que podría ser suspendido por lluvia.
El scout detuvo su carro a un lado de la línea de tercera base en el Olmos Park para echar un vistazo.
“Ellos tenían a este muchacho grande y flaco en el centro, lo vi perseguir una línea a su izquierda, atraparla y lanzar a segunda”. Nos dijo Lamacchia hace unos años. “La primera vez, lo medí en 4.2 segundos de home a primera. Dos positivos. La segunda vez, largó un estacazo a nueve millas. Ahí fue donde me bajé del carro”.
Lamacchia descubrió un diamante en bruto en aquel diamante destartalado. Y Gaston no tenía 25 años como el resto de los peloteros. “Tenía cara de niño”, dijo Lamacchia.
Gaston, quién se había graduado en la secundaria hacía dos veranos, tenía 19 años y trabajaba con un camión de basura.
“Si Al no se hubiera parado allí, nunca hubiéramos hallado a Cito”, dice el embajador de los Azulejos Jim Fanning, quién, para la época era el director de scouts de los Bravos.
Gaston, el muchacho grande con el bate explosivo, firmó aquella noche con los Bravos y jugó con Bobby Cox en el Austin AA, y brevemente con los Bravos, antes de ir a San Diego por seis temporadas.
Regresó a los Bravos, ahora en Atlanta, en 1975. Como manager de los Bravos, Cox despidió a Gaston en la primavera de 1979 en West Palm Beach, Fla.
“Nunca dije ni una palabra cuando Bobby me dijo que me estaba despidiendo, quería hacerlo, pero nunca lo hice”, dice Gaston. “Me senté con mis lentes de sol puestos, nunca me los quité. Bateé sobre .300 esa primavera, pero me senté y escuché”.
“Nunca se deben quemar los puentes”.
En 1982, Pat Gillick empleó a Cox como manager de los Azulejos y Cox contrató a Gaston como instructor de bateo de los Azulejos.
“He conocido a Cito durante casi toda mi carrera”, dice Cox, quién también esta colgando sus zapatos de manager esta temporada.
“Sentí que sería un gran coach por su ética de trabajo y resultó que fue un gran manager. Èl es clase a parte”.
Cox dijo que el no recordó haber despedido a Gaston tres primaveras atrás. “He tenido pocas de esas conversaciones a través de los años”.
Cuando el coach Clarence llegó a Dunedin, era conocido como Cito Gaston.
Su barajita de 1969 de Topps #340 dice: “Clarence Gaston” como tambien dice en su Topps #208 de 1979 con los Piratas de Pittsburgh.
En su primera barajita con los Azulejos, la foto del equipo, está identificado como Cito Gaston.
¿Cómo Clarence se convirtió en Cito?
Carlos Thompson le puso a Gaston el apodo en San Antonio porque pensaba que se parecía a un luchador mexicano llamado Cito.
Gaston avanzó a otra esfera el 15 de mayo de 1989, sustituyendo a Williams con quién los Azulejos habían arrancado con marca de 12-24. En su primer juego como manager interino, Gaston llevó a los Azulejos a una victoria 5-3 sobre los Indios de Cleveland en Exhibition Stadium.
Los Azulejos ganaron siete de sus próximos once juegos y el 29 de mayo, estando en Cleveland, Beeston y Gillick quitaron la etiqueta de “interino”.
Gaston era su hombre.
La selección no fue sencilla.
El coach de los Mets de Nueva York, Bud Harrelson, rechazó una entrevista con los Azulejos, dos semanas antes de la contratación de Gaston.
El coach de los Medias Blancas de Chicago, Terry Bevington, el manager del Syracuse AAA Bob Bailor y el comentarista de los Yanquis de Nueva York, Lou Piniella también fueron entrevistados para el cargo.
El dueño de los Yanquis, George Steinbrenner quería a dos del trío de David Wells, Duane Ward y Todd Stottlemyre para dejar ir a Piniella.
“Este va por ellos”, dice Gaston brindando con una cerveza después de un juego al comienzo de una serie en casa.

Para entender a Gaston, se necesita saber de donde venía.
Conocimos a la madre de Gaston en junio de 1989, después que se convirtió en el manager a tiempo completo de los Azulejos.
Gertrude tuvo tres hijos con su primer esposo Russell Gaston: Mary, Marjorie y Clarence.
Después que se divorciaron en Bakersfield, Calif., Gertrude regresó a San Antonio con su prole y después se casó con Sam Collins. Gertrude dio a luz a Mattie y unas gemelas, Bettie y Barbie.
Sentada en su casa de Belmont Street, era obvio que Gertrude, una mujer alta, había dejado emerger sus expresiones faciales. La madre reía de corazón, como lo hacían Collins y Barbie, al leer los periódicos de Toronto del día anterior.
Su Clarence iba a tener que “hacerse duro y patear traseros”, así lo leyeron, ahora que reemplazaría a Williams como manager.
Clarence Gaston: ¿pateador de traseros?
“Nunca importaba cuan cansado podía estar, cuando regresaba a casa él animaba a todo el mundo”, dice Barbie.
“Me agarraba por un brazo y una pierna cuando era una niña, me daba vueltas y vueltas hasta que me mareaba”.
Gertrude iba a la iglesia East St. John tres veces a la semana, allí era la secretaria de la iglesia, lider de los monaguillos y enseñaba en la escuela dominical.
Ahora, Gertrude ha fallecido.
Marjorie murió en 1989, Mary dos años después…y Mattie el año pasado.
Bettie y Barbie todavía viven en San Antonio.
Nuestro viaje a San Antonio incluyó una visita a Lambert Field con Chon Cantu (antíguo manager de los Welders) y Cardona.
“Mira hacía allá, no hay cerca”, dijo Cantu. “Los jardineros le jugaban a Clarence en los árboles, Clarence bateaba la pelota sobre los árboles”.
Ambos se alternaron contando historias de Gaston, los Welders de Cardona, y los enfrentamientos ante los odiados Indians de Kerville.
Y entonces silencio.
Nos volteamos.
Un hombre sacó su pañuelo para secarse los ojos
El otro tenía lágrimas en las mejillas.
Ninguno pudo continuar.
Cardona dice que él y Gaston siempre hablan de “los buenos viejos tiempos”, cuando jugaban juntos.
“Del equipo en el que Gaston solía jugar hemos perdido a siete muchachos. El mes pasado, Johnny Villeneuva, mi tercera base, murió”, dice Cardona.
“Antes que él murió Joe Guerrero, mi pitcher estrella”.
Cardona habla de un shortstop, un neoyorkino, destacado en Fort Sam Houston, Ron Thomas, quién jugó en 1960-62 antes de completar el servicio militar.
Thomas es fanático de los Yanquis, va al Bronx con regularidad. Cardona le preguntó si había visto jugar a los Azulejos. Thomas dijo que si y la conversación se desarrolló así:
“¿Viste a Cito?”
“¿Qué Cito?”
“Cito Gaston, de nuestro viejo equipo”.
“No me digas que Clarence Gaston es el manager de Toronto”.
“Si, nuestro Cito”.
Cardona tiene 75 años.
Tiene vívidas sus memorias.
También tiene metas.
“He estado en el beisbol amateur manejando un equipo o como ejecutivo por 56 años”, dice, alza la voz. “Hay una cosa que quiero hacer antes de morir”.
“Quiero que la ciudad de San Antonio le de el nombre de Cito a alguno de sus lugares. Presiono a la ciudad todo el tiempo. Todo lo que dicen es, ‘Mañana, mañana’”.
Cardona sugirió nombrar la calle detrás de su tienda, o la vía que lleva al Wolf Stadium, casa del equipo AA Missions de San Antonio, Cito Gaston Way.
“Parques y recreación nombrarán un nuevo parque con el nombre de un don nadie, ¿Por qué no Cito?”, pregunta Cardona.
Gaston no ha sido ignorado completamente por su ciudad natal, en 2006 fue inducido al Salón de la Fama de los Deportes de San Antonio, junto con Bob Bass y Sean Elliot de los Spurs de San Antonio, el antíguo mariscal de campo de los Sooners de Oklahoma Thomas Lott, Mary Nan West de San Antonio Livestock Association, y el antíguo tercera base de los Filis de Filadelfia Pinky Whitney, quién jugara 14 temporadas en las Grandes Ligas.
“Me paré frente a la placa de Cito y lloré mientras la leía”, dice Cardona. “Decía ‘Jugó para los Welders de Cardona’. Mi nombre está en el Salón de la Fama de San Antonio”.
“Mis nietos y sus nietos pueden ir y leerlo”.

Gaston de 66 años, no está seguro de cómo reaccionará el miércoles, cuando será homenajeado por los Azulejos, antes de su último juego en casa como manager del equipo.
“No me han dicho lo que han planeado”, dice.
“He llorado al escuchar a Tony Fernández, es muy sincero”, agrega Gaston.
“Podrían traicionarme las lágrimas”.
Con 13 años dirigiendo a los Azulejos y otros 10 como su coach de bateo, a Gaston le está permitido reaccionar como prefiera.

Los mejores 5 momentos de Cito.
1. La temporada de 1989.
Hablar de los Azulejos con registro de 12-24, alcanzar a los Orioles para ganar la división Este de la Liga Americana en el juego 161 con un rally de tres carreras en el octavo inning contra Baltimore. Luego de comenzar el inning con dos boletos, Gaston ordenó el toque con Lloyd Moseby para adelantar los corredores. Mookie Wilson y Fred McGriff empujaron carreras con sencillos antes que George Bell trajera la rayita ganadora con elevado de sacrificio.
2. El jonrón de Roberto Alomar en el cuarto juego de la Serie por el Campeonato de la Liga Americana en 1992.
Dennis Eckersley terminó el octavó inning de los Azulejos ponchando a Ed Sprague, luego simuló disparar una pistola imaginaria hacia Sprague y el dugout de los Azulejos. Devon White inició el noveno con sencillo y Alomar descargó un jonrón de dos carreras por la derecha el 11 de octubre. Los Azulejos ganaron en 11 innings para ponerse arriba 3 juegos a 1.
3. La apertura de Dave Stewart en el sexto juego de la serie por el Campeonato de la Liga Americana en 1993.
Stewart lanzó 7.1 innings y permitió dos carreras, cuatro imparables y cuatro boletos mientras los Azulejos vencían 6-3 a los Medias Blanca de Chicago en Comiskey Park el 12 de octubre para avanzar a la Serie Mundial. Stewart ganó el premio al Jugador Más Valioso de esa serie.
4. El jonrón de Joe Carter en el sexto juego de la Serie Mundial de 1993.
Match Williamas hizo lucir mal a Carter con un mal swing para llevar la cuenta a 2-2. Carter bateó el próximo envío de línea sobre la barda de la izquierda para un jonrón de 3 carreras el 23 de octubre, la primera vez que un equipo que va perdiendo el juego, ha ganado la serie con un swing.
5. El doble de Dave Winfield en el sexto juego de la Serie Mundial de 1992.
Después que los Bravos anotaron en el noveno ante Tom Henke, el roletazo caliente de Dave Winfield pegado a la almohadilla de tercera base pasó a los jardines y permitió las carreras de White y Alomar para que los Azulejos vencieran a los Bravos, el 24 de octubre, 4-3 en 11 innings.

Los peores 5 momentos de Cito.
1. La Serie por el Campeonato de la Liga Americana de 1985.
Los Azulejos ganaban la serie 3 juegos a 1 a los Reales de Kansas City, era el primer año que la Serie por el campeonato de la Liga Americana se cambió de 5 a 7 juegos. Danny Jackson ganó el quinto juego para los Reales en Kansas City, Mark Gubicza ganó 5-3 en el Exhibition Stadium y los Reales ganaban 2-1 el séptimo juego cuando Jim Sundberg bateó un triple de 3 carreras a Dave Stieb para que los Azulejos perdieran 6-2.
2. La recta final de 1987.
Los Azulejos ganaron los primeros tres juegos de una serie de cuatro contra los Tigres y estaban a tres outs de ponerse a 4.5 juegos faltando seis juegos. Pero Kirk Gibson jonroneó ante Tom Henke y bateó el hit de ganar ante José Nuñez en el undécimo para recortar la ventaja a 2.5 juegos. Los Azulejos perdieron tres seguidos en Milwaukee y tres seguidos en Detroit.
3. La Serie por el Campeonato de la Liga Americana de 1989.
Cuando Gaston se encargó del equipo estaban doce juegos por debajo de .500, los Azulejos terminaron 17 juegos por encima de .500. Pero enfrentaron a los Atléticos “cansados, mi equipo lo dejó todo para alcanzar a Baltimore”. Los Atléticos ganaron en cinco juegos.
4. La Serie por el Campeonato de la Liga Americana de 1991
Los Azulejos eran favoritos para vencer a los Mellizos. El nudillista Tom Candiotti lanzó más curvas que nudillos en el juego 1 y obligó a Gaston a sacarlo. Henke era el relevo intermedio y venía de una lesión. Mike Pagliarulo jonroneó ante Mike Timlin en el décimo inning para ganar el tercer juego en el SkyDome y los Azulejos perdieron los próximos dos juegos.
5. El 24 de septiembre de 1997
La primera vez que Gaston fue despedido. El gerente general Gordon Ash le dio la noticia. Mel Queen dirigió los últimos cinco juegos.
El equipo de todos los tiempos de Cito
Pitcher derecho: David Cone. Pitcher zurdo: Jimmy Key
Pitcher relevo: Duane Ward o Tom Henke
C: Pat Borders
1B: John Olerud
2B: Roberto Alomar
3B: Ed Sprague
SS: Tony Fernandez
Jardineros: George Bell, Devon White, Joe Carter
Bateador designado: Paul Molitor o Dave Winfield

Traducción: Alfonso L. Tusa C.





sábado, 20 de agosto de 2011

La Cenicienta en Pittsburgh

Dieciocho años de marcas negativas empujaron a los Piratas a fregarle los pisos al resto de los equipos de la Liga Nacional. Todos los peloteros que llevaron al equipo a la serie de campeonato en 1992 empezaron a emigrar y la organización se sumió en una hecatombe sin planes de recuperar la competitividad de la novena.
Este lunes 25 de julio vi como los Piratas se fajaban de tú a tú con los Bravos de Atlanta hasta vencerlos 3-1. El entusiasmo del receptor John McKenry me hizo pensar por instantes que jugaban los filibusteros de comienzos de los ’70 y que el catcher era el panameño Manuel Sanguillén. McKenry pedía los lanzamientos adecuados, bloqueaba los envíos descontrolados, corría detrás de cualquier foul detrás del plato, así estuviera sobre los palcos de terreno. En la transmisión televisiva decían que los Rockies de Colorado habían prescindido de los servicios de McKenry a principios de la temporada de 2011, que luego había pasado un tiempo trabajando en un supermercado. Entonces llegó la oportunidad que lo envió de nuevo a la Gran Carpa, con tarjeta para una fiesta de grandes revelaciones. Tambien me impresionó el relevista Joel Hanrahan quien vino en el noveno para cerrarle la puerta en las narices a los Bravos en el mas genuino estilo de Kent Tekulve en 1979.
El martes 26, los sorprendentes Piratas gritaron a los cuatro vientos que su gesta iba mucho más allá de mitad de temporada, porfiaron 19 episodios de intensidad con los Bravos, la derrota les llegó en la voz soñolienta del árbitro del plato Meals, quién sentenció quieto a un corredor tocado por McKenry al menos un metro antes de llegar al plato.
El miércoles 27 se volvieron a enfrascar por diez episodios con los Bravos para perder 2-1.El pitcher abridor de ese juego, Pat Maholm, trajo imágenes de Bert Blyleven dominando las esquinas con sus curvas de alto radio, el ambiente de “We are family” de aquel equipo de 1979 parecía flotar en el dugout cada vez que Maholm regresaba al dugout. Jair Jurrjens lanzo otro maravilloso encuentro y junto a Eric O’Flaherty, Craig Kimbrel y Scott Linebrink, contuvieron a los Piratas, tuvieron que lanzar casi perfecto.
El jueves 28 los Piratas volvieron a demostrar que su presencia es en serio. Vencieron 5-2 a los Bravos. La demostracion ofensiva de Andrew McCutchen trajo imágenes de las actuaciones de Roberto Clemente en los años ’60 y ’70 para liderar a los Piratas a la victoria.
A partir de ese momento comenzó una serie ante los Filis de Filadelfia y fueron barridos en el inicio de una seguidilla de 10 derrotas que los bajó del primer lugar con 5 juegos por debajo de .500, lo cual pareciera indicar que los Piratas retomaron el nivel de los últimos 18 años. Varios analistas han señalado que el pitcheo, razón principal de la sorprendente primera parte de temporada de los filibusteros, ha regresado a las actuaciones mediocres propias de los integrantes de la rotación a lo largo de su carrera. Otros han dicho que todavía no los descarten, porque el empeño, la química, son señales de que se trata de otro equipo, de uno que puede al menos ser capaz de jugar por encima de .500. Y eso pareciera tener algo de lógica al observar como estos Piratas han vuelto a convertir la calabaza de Cenicienta en lustrosa carroza, al ganarle dos juegos de una serie de tres, a los Campeones Mundiales, los Gigantes de San Francisco. Charlie Morton fue capaz de lanzar un blanqueo y en el tercer juego se soltó la ofensiva filibustera. Pareciera centellear en la distancia de la noche una pequeña lucecita en la bodega del barco.
A continuación vino otra prueba de alta exigencia, ante un equipo tan intenso como los Cerveceros de Milwaukee. El viernes 12 de agosto perdieron 7-2 ante Zack Greinke. Sólo conectaron 6 imparables. Paul Maholm fue castigado con vuelacercas de Prince Fielder y Ryan Braun. El sábado 13 Kevin Correia se fajó con Marco Estrada en un duelo de lanzadores que continuaron los respectivos bull pens. Yuniesky Betancourt la sacó de cuadrangular en el segundo episodio. Los Piratas fueron contenidos en 3 imparables y los lupulosos terminaron apuntándose el lauro. El domingo 14 parecía que los filibusteros salvarían el honor. Llegaron ganando 1-0 al cierre del octavo episodio. Morton recibió la carrera del empate. En el cierre del décimo inning Milwaukee anotó la rayita del triunfo ante Chris Resop.
Los Piratas le ganaron dos de tres juegos a los Cardenales entre el 15 y el 17 de agosto. Aún sin haber barrido hay resabios de una tenue luz que indica la intensa disposición que existe en los peloteros filibusteros por al menos terminar la temporada por encima de .500. Quizás la muestra más contundente de la determinación de este equipo se produjo el martes 16 cuando llegaron igualados a 3 carreras con los pájaros rojos al noveno inning, en la parte de arriba los plumíferos se fueron arriba 4-3. Los Piratas empataron en el cierre del noveno. El camarero Neil Walker la desapareció al primer envío del relevista Fernando Salas. En el undécimo inning Andrew McCutchen realizó una atrapada fantasmal para salvar a los Piratas que hizo flotar la imagen de Roberto Clemente en el right field del PNC Park. En el cierre de ese episodio Garret Jones la sacó en conteo de 2-2 ante Arthur Rhodes para darle el triunfo a los Piratas.
Quizás este no sea el año en que los Piratas ganen la división central, quizás ni siquiera terminen por encima de .500. Lo que no se puede negar es que hubo un cambio significativo en la manera como el equipo pelea los juegos sobre el terreno.

Alfonso. L. Tusa C.

viernes, 19 de agosto de 2011

No descarten a los Piratas de Pittsburgh todavía.

Terence Moore. MLB. Com

Los Piratas están evolucionando hacia lo que fueron en el pasado en la Liga Nacional, y eso es impactante, especialmente si se reside cerca de los ríos Allegheny, Monongahela y Ohio. Esta es la situación: Este grupo de Pittsburgh nunca fue tan prolífico como pareció al comienzo del verano, y no es tan deficiente como lo ha sido recientemente.
Lo que significa esto es…
Bien, que todos deben calmarse. Los Piratas aun así merecen más sonrisas que bostezos, y definitivamente no deben generar desencanto. Ellos son mucho mejores que sus predecesores que tuvieron marcas negativas en las últimas 18 temporadas. Esa seguidilla es la más larga en la historia de los deportes profesionales de Norteamérica.
Esa seguidlla terminará esta temporada, por cierto, para crédito de los Piratas, ellos quieren más que terminar por encima de .500.
“Esperábamos ganar. Esa era la meta de todos, terminamos el entrenamiento primaveral con la actitud de: ‘Vamos a ver que pasa’”, dijo el jardinero central de los Piratas Andrew McCutchen. “Queríamos ganar muchos juegos, por eso para nosotros no fue sorpresa cuando empezamos a hacer las cosas bien desde el comienzo. Sabíamos que venía un cambio”.
“Esto es algo para lo que nos preparamos, sabíamos que si salíamos a dar lo mejor de nosotros, podíamos ser el equipo sorpresa que la gente piensa que hemos sido”.
Hablando de vidrios resbalosos y hadas madrinas, cuando los Piratas estaban en plena ebullición hace dos semanas cuando no había señales de crisis, le hice una pregunta al catcher Michael McKenry, entre los muchos en ese clubhouse rociados con polvo mágico.
Quería saber, si los Piratas podrían hacer que el reloj diera la medianoche más tarde que temprano.
“Nosotros esperamos lo mejor cada noche”, dijo McKenry, de manera precisa y segura, en unos días cuando los Piratas lideraban la división central de la Liga Nacional. “Somos muy optimistas de lo que podemos hacer y de lo que podemos manejar, y vamos a salir a practicar nuestro estilo de juego cada noche”.
Ding-dong, ping-dong. La medianoche está muy cerca de los Piratas. Y todo lo que se necesita saber es que los Cachorros son tan frágiles como lo demuestran por estos días. Aún así, atacaron lo suficiente esta semana para ejecutar una barrida en Pittsburgh por primera vez desde que Dwight Eisenhower fue presidente.
Hablamos de hace 52 años.
Así, que aún cuando los Piratas pasarán este fin de semana recibiendo a los irregulares Padres de San Diego, eso no necesariamente es razón de tranquilidad para los Piratas.
También hay que considerar, que después que se vayan los Padres, los Piratas viajarán a San Francisco y Milwaukee respectivamente, para enfrentar lideres divisionales. Después de eso, los Piratas tendrán 13 juegos seguidos ante rivales de la división central: los Cardenales, los Rojos y los Cerveceros.
Después de eso, el resto de esos “dings” y “dongs” terminarán sonando para hacer que este buen cuento pierda su magia.
¿O no?
“Creo que la gente está pujando por nosotros, porque es una historia legítima”, dijo Clint Hurdle, quién pasó sus primeros días como manager de los Piratas trabajando en cambiar la mentalidad derrotista de su nuevo equipo. Triunfó. “Esto tiene el potencial de ir de la pobreza a la riqueza, de últimos a primeros, de malo a bueno. Es todas esas cosas. Es una de esas historias que capturan la atención. Te motiva”, dijo.
“Lo he sentido, por la cantidad de atención que hemos tenido de los medios.. Es la diferencia en los juegos que ha sido programados, con los cambios de horarios”.
En julio, por cierto, los Piratas estuvieron en un juego televisado nacionalmente un lunes por la noche en ESPN por primera vez desde el 13 de mayo de 2002. Están programados para aparecer en un juego sabatino de Fox a finales de mes en lo que será su primer juego como home club televisado nacionalmente en siete años.
De acuerdo al USAToday, las mediciones de los canales locales de radio y televisión de los Piratas han subido en más de 40%, y los periódicos han reportado que las ventas de mercancía relacionada al equipo han subido en más de 45%. La asistencia en casa de los Piratas no ha aumentado desde que se mudaron al PNC Park en 2001. De hecho, sólo dos equipos en las Grandes Ligas han experimentado un aumento en la venta de taquilla que los Piratas.
Hurdle lo dice moviendo la cabeza, “Lo sientes en nuestro parque. Y en realidad se ven más artículos de los Piratas cuando estamos de gira. Un aficionado me agarró en el estadio de Atlanta, yo ni lo conocía, y me mostró sus gorras de los Steelers y los Piratas. Le dije, ‘Si. Muy bien. Estamos en la pelea hombre”.
¿Que los Piratas están en la pelea dices? Están en proceso de quedar por encima de la mediocridad por un buen rato.
Jason Bay. Jose Guillen. Xavier Nady. Nate McLouth. Freddy Sanchez. Jack Wilson. Aramis Ramirez. Jason Kendall. Son algunos de los peloteros talentosos que los Piratas han dejado ir durante su ruta a la infamia. En contraste, la fecha límite de cambios llegó y se fue de Pittsburgh esta temporada, y los Piratas no sólo adquirieron al veterano toletero Derrek Lee, tampoco dejaron ir a nadie que tenga que ver con su futuro.
Los Piratas tienen al segunda base Neil Walter y McCutchen en un orden de bateo que no tiene nada que ver con los días de Clemente y Stargell, pero es un comienzo. Lo mismo ocurre con un emergente cuerpo de lanzadores, liderado por el abridor Jeff Karstens con una de las efectividades más bajas de la liga, y Joel Hanrahan, su maravilloso cerrador.
Los Piratas también tienen suficientes prospectos impresionantes para llenar los huecos y mantenerse en la lucha por los próximos años.
Con esto no se quiere decir que los Piratas no estén enfocados ahora.
“Ha sido una bonita historia, en verdad”, dijo Hurdle. “Pero cuando salimos a ganar un juego, damos todo lo que tenemos”.
Últimamente no ha sido suficiente.

Traducción: Alfonso L. Tusa C.

jueves, 18 de agosto de 2011

¿Es el pitcher un jugador de posición?



Desde hace cierto tiempo en la jerga beisbolera se habla de “jugadores de posición”, en referencia a los peloteros que juegan en el cuadro interior, los jardines y la receptoría, y por otro lado se tipifica a los pitchers como una especie que vive en la burbuja del montículo.
Algunos expertos han llegado al colmo de calificar al pitcher como “alguién que no juega” en relación al resto de los jugadores al campo. Con todo respeto hacia las personas que han asumido este código particular del béisbol actual, convendría hacer un recorrido sobre el lugar que ocupa el lanzador y sus funciones dentro de un juego.
El montículo, lomita, ciudadela, morrito; se levanta aproximadamente a unos diez centímetros sobre la superficie del resto del diamante. En la cima hay una meseta donde se encuentra encajada la goma de la caja de lanzar. Por lo general, el pitcher escarba alrededor de esta goma para abrir oquedades que le permitan ejecutar sus lanzamientos con comodidad. En la zona donde se conectan el terreno plano con el inicio de la pendiente un círculo de cal delimita el territorio del morrito. Varios centímetros detrás de la caja de lanzar, o justo en el límite del círculo hay una bolsita beige conocida como pezrrubia que el pitcher usa para evitar que la pelota se resbale de sus manos.
Antes del juego, desde el momento en que termina su compromiso anterior, el pitcher empieza a empaparse de su próximo rival, puntos débiles y fuertes de los bateadores, estrategia del manager, características del montículo, del cuadro interior, de los jardines. A medida que se acerca el día de su apertura, el pitcher aumenta la longitud de sus conversaciones con su receptor para establecer su plan de trabajo ante cada bateador y la manera como se actuara ante las distintas situaciones del juego. Observa y anota en un cuaderno o en su memoria, los movimientos de sus compañeros lanzadores y los de los pitchers rivales. Trata de descifrar las señas del manager contrario con su receptor y hasta las de sus coaches con los corredores. Sabe que todo eso cuenta en cualquier juego, por lo cual sabrá a que atenerse cuando a él le toque subir el morrito.
En una ocasión escuché a un señor preguntarle a su hijo de 7 años “¿Por qué quieres ser pitcher?” El niño se encogió de hombros y cuando el señor empezaba una sonrisa, le respondió. “Es que si el pitcher no tira la pelota no hay juego”. El padre se quedó con la boca abierta y tuvo que acariciar los cabellos del niño.
El día de la apertura todos sus compañeros lo miran a distancia o se acercan y le dan ánimo. Antes de cada lanzamiento voltea hacia sus compañeros y aprieta la pelota de acuerdo a donde están ubicados, a veces hace señas o habla con el receptor para que ubique a sus compañeros. Cuando hay corredores en base recuerda cada una de las jugadas previamente ensayadas con el primera base, el camarero o el short stop. Entonces viene todo aquel juego de meter y sacar el pie de la caja de lanzar para confundir a los corredores.
La mejor manera de percatarse de la posición de un pitcher en un juego de béisbol es en esos duelos de pitcheo donde cada lanzador coloca la pelota en las esquinas del plato y flota una brisa mágica donde cada lanzamiento provoca un batazo alcanzable por cualquiera de los otros jugadores “de posición”. Se pudiera decir que el pitcher depende de que sus compañeros hagan el trabajo. Sólo que para que ellos cumplan con su deber antes el pitcher ha tenido que hacer el envío adecuado. Para esto se necesita la mejor de las actitudes y una disposición insigne para ponerse de acuerdo con el receptor de la mejor manera, sin crear resquemores de imposiciones o arrogancias. En un juego que llega 0-0 al noveno inning existe una historia particular desde cada lado, de cuan importante es un pitcher dentro de un equipo de béisbol y del nexo indisoluble que existe entre la victoria o la derrota y lo que el monticulista sea capaz de pensar y hacer, por eso siempre se hablado de que el pitcheo representa el 75% de una victoria.
El pitcher debe tratar de ser cada vez más preciso sobre que lugar quiere ubicar sus lanzamientos por eso más que un jugador de posición, es uno de coordenadas.

Alfonso L. Tusa C.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Nat Allbright, La voz de los juegos de los Dodgers que él no veía, fallece a los 87 años.

Nat Allbright, La voz de los juegos de los Dodgers que él no veía, fallece a los 87 años.

Douglas Martin. 15-08-2011. the New York Times

Nat Allbright tenía alrededor de 8 años cuando empezó a memorizar las alineaciones de uno de los juegos diarios de las Grandes Ligas. Pretendía narrar el juego de béisbol que imaginaba que los peloteros jugaban.
Mr. Allbright, quién murió el mes pasado, se convirtió en maestro de lo que hoy es un arte perdido y difícil de imaginar. Como un joven narrador de radio llamado Ronald Reagan, el tomaba escuetos mensajes telegráficos transmitidos en clave Morse (“B1W” significaba bola uno afuera); los maquillaba con imaginación y efectos de sonido; y luego transmitía juegos que sonaban como si él estuviera en el estadio oyendo, oliendo y viendo todo, desde los humeantes perros calientes, a los árbitros gritones, a las nubes de polvo de segunda base.
En una década, Mr. Allbright transmitió 1500 juegos de los Dodgers de Brooklyn sin ver uno sólo. Cuando el llamado progreso acabó con su espléndida ocupación, se le ocurrió un nuevo negocio: grabar transmisiones imaginarias de eventos deportivos, donde el cliente se convertía en la estrella. Sólo había que insertar un nombre.
Un cliente logró cumplir su sueño de quetchearle a Dizzy Dean en 1934. Un tipo de 120 kilos se convertiría en el jinete que montó a Secretariat en el Kentucky Derby. Otro cliente peleó con Ray Sugar Leonard, dijo que el realismo demandaba que el cliente fuera noqueado. Una grabación de 30 minutos por 40 dólares.
Mr. Allbright inventaba juegos hasta cuando las temporadas eran suspendidas por una huelga laboral. En 1981, él narró el Juego de las Estrellas que no fue efectuado en Cleveland, en una noche veraniega de suave brisa, perfecta para el béisbol, por una estación de radio de Washington. El año siguiente, prestó su voz grave para transmitir unos partidos de los Redskins de Washington que no se jugaron debido a una huelga de jugadores.
Así que se puede creer, no creer o creer a medias la siguiente cita en referencia al dueño de los Dodgers de Brooklyn y Los Angeles por mucho tiempo.
“Walter O’Malley dijo una vez que yo era bueno para eso”, dijo Mr. Allbright en una entrevista con The Washington Post en 1982, “ellos deberían dejarme hacer todo y olvidarse de realizar el juego”.
Nathan Matthew Allbright murió el 18 de julio en Arlington, Va, a los 87 años, dijo su hija, Amy Allbright. Había nacido en Dallas el 26 de noviembre de 1923.
Mientras crecía en Ridgeway, Va., se inspiraba en Red Barber, el legendario narrador de los Dodgers, por sus narraciones fantasmagóricas. Mr. Allbright sirvió en el ejército, asistió a una escuela de narración en Washington, trabajó como disc jockey y transmitió eventos deportivos reales y “recreados”. Después vendió publicidad y carros. Mr. Allbright transmitía juegos de ligas menores en 1949 cuando Mr. O’Malley decidió crear una red de emisoras para transmitir los juegos más allá de la ciudad de Nueva York, allí trabajaban Red Barber y Vin Scully. La idea era llegar a los aficionados de los nacionalmente populares Dodgers en las barberías, cafés y hogares ubicados en la sección central del este de Estados Unidos.
Buzzie Bavasi, el presidente de los Dodgers, oyó acerca de Mr. Allbright y lo invitó a unirse al equipo en los entrenamientos primaverales. Se puso un uniforme y bateó contra Carl Erskine; más importante, aprendió como los peloteros salían de primera base, blandían sus bates y se ajustaban los pantalones. Después usó las descripciones en las transmisiones hechas desde un estudio de Washington hacia un area desplegada desde Cleveland hasta Miami. Cincuenta y dos emisoras conformaron el circuito de los Dodgers en el primer año; el número se duplicó en 1950.
El costo era la razón de los Dodgers y otros equipos para prescindir de las transmisiones en vivo de los juegos en la carretera (o en el caso de Mr. Allbright, de cualquier juego). Ellos también seguían una larga tradición: no había narradores en el estadio cuando la Serie Mundial se transmitió por primera vez en 1921. Ronald Reagan entró en escena en los 1930’s transmitiendo los juegos de los Cachorros de Chicago desde el estudio de una emisora de radio en Des Moines. Casi medio siglo después, dijo lo que había aprendido: “La verdad puede ser empacada atractivamente”.
Había una verdad que Mr. Allbright y probablemente Mr. Reagan, eran adeptos a ignorar, era la aparente decepción de que la trasnmisión no era en vivo. Mr. Albright comenzaba las transmisiones diciendo rápidamente que eran recreadas, como lo requería la Comisión Federal de Comunicaciones. Luego exclamaba, “¡Bienvenidos a Ebbets Field!”
Mr. Allbright llevaba orgullosamente el anillo de Serie Mundial que Mr. O’Malley le dio después que los Dodgers de Brooklyn ganaron su única Serie Mundial en 1955.
Además de su hija, a Mr. Albright le sobreviven su esposa de 58 años, Angela Lombardi, y su hijo, Robert.
En restrospectiva, todo parece maravillosamente sentimental. Mr. Allbright tenía fotografías de cada estadio de la Liga Nacional, así podía agregar un destinatario al breve “FB” (foul ball) del telégrafo. Tenía una manera especial de chasquear la lengua contra el cielo de su boca que sonaba como un bate conectando una pelota. Tenía cintas del murmullo variable de la multitud, y otras de sus explosiones salvajes.
Y estaba listo para cualquier cosa. Si la maquina que imprimía el telegrama se atascaba, podía simular una larga sucesión de fouls imaginarios. Si hacía falta que viniera un técnico a reparar la máquina, podía hacer que lloviera estrujando un envoltorio de cigarrillos.
Él sabía que pocos lo notarían y que menos aun comprobarían en los periódicos la existencia de un retraso por lluvia. “La gente escuchaba el circuito porque querían oir un juego de pelota”, dijo. “Nosotros les dábamos un juego de pelota”.

Traducción: Alfonso L. Tusa C.


.

lunes, 15 de agosto de 2011

Los Bravos de Atlanta retiran el número de Bobby Cox en una ceremonia previa al juego.

Atlanta (AP).- Había números 6 por todas partes en Turner Field en el homenaje que los Bravos rindieron a Bobby Cox este viernes 12 de agosto de 2011 en la noche. El número 6 de Cox fue recortado en la grama de los jardines, pintado en las almohadillas y en el frente de los dugouts, y finalmente develado en la fachada del estadio junto a otros ocho que han sido retirados por el equipo. Cox, quién se retiró como manager el año pasado, es el primer manager de los Bravos a quién le han retirado el número. Él llevó al equipo a 15 apariciones en los play offs y al campeonato de la Serie Mundial de 1995.
Los antíguos jugadores Greg Maddux, Tom Glavine, John Smoltz y Chipper Jones hablaron en una ceremonia previa al juego contra los Cachorros de Chicago.
“Siempre me preguntaban como era jugar para Bobby Cox”, dijo Maddux. “Los jugadores de toda la liga querían saber”.
“La primera palabra que viene a mi mente es respeto. Él recibía eso de los peloteros. Cuando Bobby hablaba, nosotros escuchábamos. Queríamos jugar para él”.
Cox, quién recibió varias ovaciones de pié, dijo: “Este es uno de los días más grandes de mi vida”, antes de lanzar el primer envío a Jones.
En su ruta para salir del campo, Cox fue “expulsado” por el árbitro principal Tim Timmons. Esta fue trucada, pero Cox se retiró con una cifra record de 158 expulsiones.
El número de Cox fue el tercero que los Bravos han retirado en tres años, siguiendo a Glavine (47) el año pasado y Maddux (31) en 2009.
Los únicos otros peloteros de los Bravos que tienen sus números retirados son Hank Aaron (44), Eddie Matthews (41), Dale Murphy (3), Phil Niekro (35) y Warren Spahn(21).
Cox es el primer manager a quién le han retirado su número, de 1978-81 y de 1990-2010. Fue manager de Toronto de 1982 a 85 y entonces fue el gerente general de Atlanta antes de volver al dugout.
“Veinte minutos con el hombre cambian tu vida”, dijo Smoltz. “Yo cambié para siempre por tener el privilegio de jugar para él”.
Como gerente general, Cox ayudó a construir el equipo al hacer varios movimientos como escoger a Jones como número 1 en 1990.
“Es muy impresionante que él comienza como gerente general, firma la mitad de los peloteros y entonces baja para dirigirlos en el campo”, dijo Maddux.
Jones dijo: “He pasado los últimos 20 años tratando de hacer que te enorgullezcas y no hacerte lamentar esa decisión”.
Entre los antíguos peloteros de Cox que regresaron para la ceremonia estaban Steve Avery, Fred McGriff, Javy Lopez, Mark Lemke, Otis Nixon y Kent Mercker. Los antíguos peloteros, quienes tenían sillas en el campo, se pararon todos cuando Cox se dirigió hacia el podium después que paseara por la zona de seguridad de los jardines en la parte trasera de un convertible.
Otros antíguos peloteros que estaban con Cox en el podium eran Niekro, Dale Murphy, Ralph Garr y David Justice.
Los aficionados cantaban “¡Bobby! ¡Bobby! ¡Bobby! Despúes que él tomo su asiento en el podium. Saludó varias veces a los aficionados.
Cox fue inducido al Salón de la Fama de los Bravos el viernes temprano y está encaminado al Salón de la Fama del béisbol. Terminó con 2504 victorias en temporada regular, cuarto detrás de Connie Mack, John McGraw y Tony La Russa.
“Hoy rendimos honores a Bobby por lo que hizo y por sus logros con los Bravos de Atlanta,” dijo el presidente del equipo John Schuerholz, quién fue el gerente general durante la mayor parte de la era Cox. “En el futuro cercano le rendiremos honores en Cooperstown”.
Los jugadores de los Cachorros vieron a Cox desde su duogout y lo aplaudieron.
Antes del juego, el manager de Chicago Mike Quade dijo que él como jugador de ligas menores en la organización de los Expos, tomaba notas sobre Cox cuando los Bravos y los Expos compartían una facilidad en los entrenamientos primaverales. “Mi respeto por él viene de mucho más a tras”, dijo Quade. “Él es de la vieja escuela. Él ha hecho casi todo lo que se puede hacer en este juego”.
“Él siente un respeto increíble por este juego”.

Traducción: Alfonso L. Tusa C.

Conrado Marrero: Un Puente al pasado del beisbol cubano.

Peter C Bjarkman. 13-08-2011. The New York Times.

Conrado Marrero se estableció como el pitcher más exitoso de la historia del béisbol amateur cubano durante los años ’30 y comienzos de los ’40 del siglo pasado, luego lanzó por cinco temporadas con los Senadores de Washington. Ahora el pelotero de Grandes Ligas más viejo con 100 años, ha salido fuera del radar en Norteamérica.
Sigue siendo un símbolo de la cultura beisbolística cubana, ayudó a desarrollar jóvenes peloteros hasta más allá de sus 80 años. Él vive en un modesto apartamento en La Habana con su nieto Rogelio, y sus cumpleaños son celebrados a nivel nacional. A pesar de una caída reciente, Marrero todavía tiene una gran memoria, escucha los juegos y disfruta discutir sobre los mejores peloteros cubanos del presente.
Nació en un distrito rural en el norte-central, conocido como Sagua la grande y comenzó sus aventuras beisboleras en la granja donde transcurrió su niñez. Las intensas labores que demandaba la pequeña plantaciónde caña de azúcar de su padre, limitaron y moldearon con severidad el inicio de su carrera deportiva. Marrero recordó su juventud durante una entrevista en 1999, la primera de varias que hemos hecho en español a través de los años.
“Soy y siempre seré de la provincia y de los campos”, dijo. “Trabajé muy duro en el campo con mis hermanos mayores para ayudar a mi padre. No había mucho tiempo para el béisbol. Aprendí a fildear pelotas con las manos peladas ¿Sabes como aprendí a lanzar la curva? Practicaba con naranjas grandes y suaves.
“Comencé como jugador del cuadro, jugaba tercera base, pero un día recibí un pelotazo en la cara y perdí varios dientes. Eso fue todo para mí. Pitchear me pareció más fácil y definitivamente más seguro”.
En aquellos días, el circuito amateur cubano de jugadores blancos era mucho más popular que la liga profesional invernal ubicada en La Habana, donde había integración racial. Los peloteros del amateur solo jugaban los fines de semana, y recibían buenos sueldos en empleos suministrados por las empresas que patrocinaban los equipos.
“Gané una gran fama lanzando para el equipo Cienfuegos, ellos me pagaban bien”, dijo Marrero quién era conocido como Connie en Estados Unidos. “Fui el primer pitcher cubano que venció a los Estados Unidos en la Serie Mundial amateur de 1939. No tenía necesidad de jugar con los equipos profesionales de La Habana. Nunca quise firmar un contrato”.
“Pero luego me suspendieron dos veces en la liga amateur. Porque estaba jugando algunos juegos de exhibición al margen, lo cual era ilegal. Había ganado 123 juegos y perdido sólo 39 en siete temporadas, pero me expulsaron. No tuve otra alternativa, Reinaldo Cordeiro me dio un contrato con el equipo de Chihuahua en la liga mexicana, y fui allá en 1945 y gané 28 juegos. Así fue que empecé en el profesional”.
Luego de tres temporadas con los Cubanos de La Habana en la Class B Florida International League, donde tuvo 70 victorias, un no hit no run y efectividad por debajo de 2.00, Marrero debutó en Grandes Ligas en 1950, cuatro días antes de cumplir 39 años. En 1951, lideró a los Senadores con 11 victorias y participó en el Juego de las Estrellas. El record poco llamativo de Marrero de 39-40 y su efectividad de 3.67, fueron producto de su edad y las debilidades de la alineación.
Nómbrele a un compañero de quipo o a un rival de la Liga Americana, y Marrero, le ofrecerá detalles pitcheo a pitcheo de aquellos lejanos juegos. Los cuentos son infinitos, pero el que más le gusta repetir es uno que involucra un supuesto encuentro con el toletero de Boston, Ted Williams.
“Lo que dice todo el mundo es que ponché a Williams y luego le pedí en el clubhouse que me firmara la pelota”, dijo MArrero. “Entonces, la próxima vez que lo enfrenté, largó un cuadrangular y me gritó: ‘Ok, Chico. Encuentra esa pelota y te firmaré la otra’”.
“Siempre me llamaba Chico. Williams era muy amigable y siempre bromeaba conmigo. A menudo me sorprendía en el campo antes de los juegos con Boston y me agarraba por los hombros. Luego trotaba conmigo.
“Pero este chiste del jonrón sólo es una historia más. Nunca ocurrió”.
Menos de una década después que Marrero se retirara de las Grandes Ligas, la política de la guerra fría cambió su tierra para siempre. Y sudecisión de permanecer en Cuba después que Fidel Castro llegara al poder en 1959 tuvo consecuencias difíciles. Marrero ha tenido dificultades con MLB para conseguir una muy necesitada pensión, pero nunca ha parecido lamentar haberse quedado y jugar un papel importante en la construcción de un nuevo béisbol en la postrevolución.
Cuando le pregunté como fue capaz de ser entrenador de campo con noventa años Marrero contestó elocuentemente.
“Bueno, porque el trabajo no tenía que ver con correr”, dijo. “Sólo hablaba con los muchachos. Agarraba la pelota algunas veces. Algunas veces lanzaba la pelota y les decía, ‘La agarras de esta manera’. No es como hace algunos años cuando todavía les pitcheaba en las prácticas. Simplemente tienes que hacer el esfuerzo. Lo hacía porque me gusta mi trabajo”.
Ahora, sin embargo, sus días de trabajo terminaron. Marrero perdió la visión en los últimos dos años y usa una silla de ruedas.
Aún así, su pasión por el juego que ha definido su vida nunca a ha disminuído. Marrero se sienta al lado de la televisión y escucha cada pitcheo de los juegos de la Liga Cubana. Y le gusta emitir sus opiniones sobre los jugadores cubanos del presente y el pasado, comparándolos a través de los años.
“Hoy el juego aquí es mejor que nunca”, dijo Marrero. “Tenemos grandes peloteros, y muchos son los mejores que haya visto”.
Germán Mesa, una estrella del equipo nacional de Cuba en los 1980 y 1990, fue “el mejor shortstop que haya visto aquí”, dijo incluyendo a su antíguo compañero con los Senadores, Willy Miranda.
Martín Digo, por supuesto, fue el mejor que nunca ví”, dijo Marrero, en referencia a una estrella de las Ligas Negras en los años 1920 y ’30 quien está en el Salón de la Fama. “Pero tenemos un gran béisbol ahora, y eso es parte de la sangre cubana”.
En febrero, la última vez que hablamos, Marrero reconoció su crédito por ayudar a moldear a Alfredo Despaigne, el toletero del equipo nacional de Cuba.
“Despaigne es el mejor”, dijo. Lo entrené cuando tenía 13 años. Iba al campo cada tarde y le lanzaba alrededor de 100 pitcheos. Lo hice un bateador de excelente swing”.
Marrero, quién jugó contra el legendario Dihigo en su apogeo como beisbolista y todavía lanzaba práctica de bateo en sus 80 avanzados, es un vínculo viviente con un siglo de orgullosa tradición beisbolera cubana.

Traducción: Alfonso L. Tusa C.

Conrado Marrero fue el pitcher que Daniel Chino Canónico y el equipo venezolano vencieron en la final del Campeonato Mundial de Béisbol amateur de 1941 efectuado en La Habana, Cuba.

domingo, 7 de agosto de 2011

Martín Pérez lanza 6.2 episodios de blanqueo

El principal prospecto de los Rangers de Texas recetó 8 ponches.

David Schoenholtz / MLB.com

Martín Pérez buscaba recuperar terreno luego de tres aperturas poco auspiciosas y demostrar que merecía su reciente ascenso desde AA. Este viernes 05 de agosto de 2011, cumplió con creces la tarea.
El prospecto número 1 de los Rangers permitió 4 imparables en 6.2 episodios para llevar al equipo AAA, Express de Round Rock a una victoria 2-0 sobre los Bees de Salt Lake.
Pérez (3-2) no permitió imparables hasta que Hank Conger sencilleó con un out en el cuarto episodio. Ponchó a 8, su total más alto en 5 salidas en AAA, concedió 2 boletos.
El zurdo de 20 años había permitido 18 carreras, 15 limpias, y 30 imparables en los 13.1 episodios de sus 3 aperturas previas.
“Trabajé bastante la recta en mis dos últimas sesiones de bull pen”, dijo Pérez. “Esta noche, tuve dominio de mis tres pitcheos. Lancé mi recta y el cambio desde que empezó el juego y no usé la curva hasta los últimos 20 pitcheos”.
El venezolano se metió en problemas en el séptimo. Después que el veterano de Grandes Ligas Paul McAnulty bateó un sencillo para abrir el episodio, Efrén Navarro lo llevó a tercera con otro imparable. Pérez obligó a Jeremy Moore a roletear hacia el primera base Chad Tracy, quién sacó a McAnulty en el plato, antes de que Gil Velásquez la rodara por el cuadro para un out forzado.
Eso fue todo para Pérez, quién lanzó 66 de 95 pitcheos en strike.
Michael Kirkman vino a relevar y ponchó a Freddy Sandoval para preservar la posibilidad del blanqueo. Kirkman y Pedro Strop se combinaron para sacar los últimos siete outs, Strop se apuntó su noveno salvado.
La victoria fue la séptima de los Express en 10 juegos y les permitió aumentar su ventaja a nueve juegos sobre el equipo de Albuquerque, segundo lugar en la Liga de la Costa del Pacífico American South Division.
“Te sientes más relajado cuando tu equipo está en el primer lugar. Sólo tienes que dejar que la defensa detrás de ti, haga el trabajo”, dijo Pérez quién ha subido al puesto 8 en la lista de MLB.com de los principales 50 prospectos.
Iniciando una asignación de rehabilitación, Craig Gentry comenzó el cierre del primer inning con un jonrón para darle a Pérez todo el apoyo que necesitaba. Matt Kata produjo la carrera del seguro con elevado de sacrificio en el séptimo episodio.

Traducción: Alfonso L. Tusa C.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Para los peloteros de Pequeñas Ligas de Uganda, la alegría se transmutó en corazones rotos.

Paul Post. The New York Times. 30-07-2011

Kampala, Uganda. Felix Barugahare no tiene idea de lo que es una tienda de artículos deportivos. Juega con un guante prestado y hace swing con un bate de alguien más, y hay bastantes probabilidades de que sus zapatos de béisbol sean los primeros que usa.
Felix es un segunda base del equipo de Pequeñas Ligas Rev. John Foundation, el primer equipo africano en clasificar para la Serie Mundial de Pequeñas Ligas. Pero las aspiraciones de éxito internacional de los jugadores fueron borradas este viernes 29 de julio de 2011 cuando les fueron negadas las visas para viajar a Estados Unidos. El Departamento de Estado dijo que algunas de las solicitudes de visa presentaban registros de nacimientos que “varios padres admitieron han sido alterados para hacer que algunos peloteros parezcan más jóvenes de lo que son en realidad”.
Es un triste final para una historia inspiracional de un programa incipiente para niños pobres quienes esperaban cotejar sus destrezas ante los mejores equipos del mundo. Más frustrante para Uganda es que por segundo año seguido, cuando parecía que el camino estaba abierto para llegar a South Williamsport, Pa., donde se realiza el torneo, este ha sido bloqueado por adultos tras puertas cerradas antes que por niños en el campo de juego.
Muchos de los chiquillos del equipo de la fundación viven en hogares atiborrados de personas con varios núcleos de su familia, subsisten con tan poco como 100 dólares mensuales. Algunos no tienen padres. Y cuando cuando los hay, a menudo son analfabetas, lo que dificulta la verificación de lo asentado en el certificado de nacimiento y complica las entrevistas con el Departamento de Estado.
Al decir “lo que ocurrió averguenza a nuestro pais”, Godfrey Mabirizi, el vicepresidente del Consejo Nacional Deportivo de Uganda, reconoció ante Associated Press el sábado 30 de julio, que en el futuro el consejo verificaría las edades de los peloteros y los documentos. También dijo que el consejo investigaría y castigaría a los responsables si se comprobara que hubiesen mentido sobre la edad de los peloteros.
Debido a la apariencia de los muchachos, hay algo de misterio sobre el porqué se han decidido por el pasatiempo nacional de los Estados Unidos.
“Porque hay futuro en el béisbol”, dijo Felix, a quien llaman Abooki y empezó a jugar hace cuatro años cuando su tio lo llevó a un terreno donde los niños jugaban béisbol.
Felix vive en una casa de una habitación, dividida por una cortina, en un area de Kampala llamada Nsambya. Comparte la habitación con otras cinco personas, incluyendo a su abuela, quien está enferma. Tiene sólo una muda de ropa: pantalones cortos de jeans, una franela azul y una gorra negra que nunca se quita. Para llegar al terreno de juego, camina por un estrecho sendero que separa las filas de apretujadas casas de una habitación, la mayoría hechas con ladrillos, otras con barro.
Como los niños y adolescentes de cualquier lugar, Felix está motivado por una complicada mezcla de necesidades emocionales actuales y sueños futuros.
“Ahora me conoce mucha gente”, dice. “Quiero seguir jugando y llegar a las Grandes Ligas, pero si no puedo, quiero ser árbitro. A través del béisbol, he hecho muchos amigos. Para mí el béisbol es mejor que el fútbol. En el béisbol, puedo ser conocido en Uganda. En el futbol, solo juegas”.
Uganda ha tenido pocos héroes deportivos internacionales, probablemente porque los recursos para el entrenamiento son escasos. Futbol, boxeo y carreras de aliento son los principales deportes. Algunos ugandeses han ido a los Juegos Olímpicos, y uno, Moses Kipsiro, ganó las carreras de 5000 y 10000 metros en los Commonwealth Games de Nueva Delhi del año pasado.
Sin embargo, en poco tiempo, el béisbol ha empezado a cautivar la imaginación de los jóvenes, en parte por el incentivo de competir internacionalmente.
La Serie Mundial de Pequeñas Ligas, el pináculo del juego organizado infantil, comenzó en 1947 con sólo equipos de los Estados Unidos. En los años cincuenta se agregaron equipos de México y Canadá. En los ’60 el torneo creció para incluir a Europa y Asia. El formato actual de 16 equipos, que incluye 8 conjuntos internacionales, fue adoptado en 2001. Este año el campeonato está programado para empezar el 18 de agosto.
Ivan Matoyu, un pitcher que es el mejor jugador de Uganda, dijo que había estado preparándose para visitar a los Estados Unidos.
“Quiero ver como viven los norteamericanos”, dijo.
Para Ivan, el béisbol es la oportunidad de una vida mejor. Sus padres se separaron cuando el tenía 3 años. Entonces su padre murió y su madre se volvió a casar y lo dejó con los padres de ella. Su abuelo, quien murió el año pasado, era el cuidador del terreno de un campo de rugby donde se realizaban las prácticas de béisbol.
“Los muchachos jugaban béisbol en el campo adyacente a la casa”, dijo Ivan. “Me gustaba el juego y empecé a practicar”.
Ahora su abuela, Deziranta Namigadde, quién tiene alrededor de 50 años, es su único sostén. Ellos, dos muchachas adolescentes y un muchacho de escuela primaria, viven en una choza de hojalata de aproximadamente 2 metros y medio de diámetro, que antes era un depósito de herramientas. La casa es oscura y estrecha. Carece de tela metálica que impida el paso de los mosquitos, posibles transmisores de la fiebre amarilla o malaria.
Los otros niños son familiares de Ivan, aunque él los llama sus hermanos y hermanas. Él es el único que duerme en su propio colchón. Los baños están en una estructura separada aproximadamente a 20 metros de la choza. Los niños van a sacar agua de un pozo.
Ivan ya tiene una idea de las puertas que puede abrir el béisbol. A los 6 años, fue a Japón con un grupo llamado JIGA, el equivalente japonés de los Cuerpos de Paz, el cual provee implementos de béisbol en paises en desarrollo.
Mientras Felix es extrovertido, Ivan es reservado, hasta que pisa el diamante, donde inmediatamente se destaca.
“Me gustaría ser jugador de Grandes Ligas”, dice. “Quiero lograrlo practicando duro”.
El beisbol de Pequeñas Ligas fue introducido en Uganda hace ocho años por Richard Stanley de Staten Island, un copropietario del equipo filial AA de los Yanquis, Trenton Thunder.
Stanley, de 68 años, ha invertido más de 1.5 millones de dólares de su propio dinero para extraer diamantes de esmeralda de las ricas tierras de Uganda, incluyendo un complejo de 40 acres en Mpigi, a 20 millas al oeste de Kampala, la capital.
Visitó el país por primera vez mediante un programa de desarrollo económico de las Naciones Unidas. Fundó el primer equipo infantil en Kampala en 2005.
Aunque el beisbol ha ganado terreno aquí rapidamente, solo 200 niños en el pais juegan en las Pequeñas Ligas. Los principales obstáculos son la falta de implementos y entrenadores.
En contraste con los Estados Unidos, aquí los padres simplemente no están involucrados. La mayoría de los entrenadores son hombres jovenes veinte o treintañeros, como Kyria Aron Jacob.

"Los niños aquí tienen que explicarles el juego a los padres", dijo Jacob. "Ellos reciben muy poco apoyo, y algunas veces, los padres obligan a sus hijos a dejar de jugar beisbol. Pero estos niños han desarrollado visión y esperanza para sus vidas a través del beisbol, y la mayoría de ellos sueña con jugar en las Grandes Ligas.
En los últimos dos años, entrenadores del Global Envoy Program de MLB han realizado campamentos de dos semanas para jugadores de todas las edades en el complejo de Mpigi, el cual está al final de una larga, sucia y accidentada carretera con pequeñas plantaciones de banana y casas de ladrillo sin ventanas.
Los niños se levantan temprano, entrenan todo el día y se quedan para jugar caimaneras después que terminan las lecciones formales. Ellos hablan inglés, Uganda es una antigua colonia británica, a la cual Winston Churchill llamó la perla de África debido a sus verdes y atrayentes paisajes.
“¡Buena carrera!” un jugador gritó mientras su compañero corría hacia primera base.
“¡Buum! Era una afirmación de algo bueno, un buen batazo o una gran jugada defensiva.
Stanley viaja a Uganda varias veces al año para supervisar los juegos, construir estadios y reunirse con oficiales gubernamentales, cuyo apoyo es necesario para el programa de expansión.
Uganda, que iba a jugar su primer juego en la Serie Mundial de Pequeñas Ligas contra Canadá el 19 de agosto, clasificó al ganar el torneo regional de Africa y el Medio Oriente el mes pasado contra Arabia Saudita, que había ganado la zona durante los últimos 11 años. El torneo se realizó en Kutno, Polonia, para evitar el intenso calor del Medio Oriente.
La victoria pareció una reivindicación. Un año antes en el mismo torneo, Uganda venció a Arabia Saudita en una competición de todos contra todos, pero una derrota ante Kuwait y una regla de desempate malinterpretada en detrimento de Uganda, el criterio era el menor número de carreras por inning lanzado, dejó al equipo fuera de la final regional.
Este año, Uganda llegó ganando 6-1 al último inning del juego por el campeonato. Los sauditas llenaron las bases con dos outs, y un elevadito inofensivo que debió significar el final del partido cayó entre el shortstop y el tercera base. Después de una serie de tiros malos, los tres corredores anotaron, el bateador llegó hasta tercera con la potencial carrera del empate en el plato. Pero el próximo bateador entregó el último out con roletazo al cuadro, Uganda ganó 6-4 y se desató una gran celebración en el campo.
“Me siento bien por haber vencido a los sauditas y porque somos el primer equipo africano en ir a los Estados Unidos”, dijo Felix.
Los jugadores seleccionados para jugar con el equipo de Uganda proceden de programas de Pequeñas Ligas de Kampala, Jinja, Mugazi y Soroti, aproximadamente 100 millas al norte. En mayo, los trasladaron a Mpigi.
“Los programas individuales no tienen calendario formal de juegos”, dijo Stanley. “Para clasificar a los torneos, los equipos tienen que jugar por lo menos 12 juegos organizados. Por eso los trajimos aquí. Todos ellos jugaron de 14 a 15 juegos en 10 días.
La Serie Mundial de Pequeñas Ligas debió haber sido el primer paso hacia su meta final: enviar peloteros a las Grandes Ligas, como República Dominicana, Corea del Sur y Japón.

“El mundo sabrá del beisbol africano”, dijo Jacob antes que el Departamento de Estado anunciara su decisión. “Esto pondrá a Uganda en el mapa del beisbol mundial”.
Desafortunadamente para los ugandeses, por lo menos por este año, ese talento no será apreciado por el mundo.
“Un niño puede ignorar su fecha de nacimiento”, dijo Stanley. “Ellos no tienen tortas ni helados”.

Traducción: Alfonso L. Tusa C.