jueves, 25 de junio de 2015

Esquina de las barajitas : 1974 Topps: Manny Sanguillén y Roberto Clemente.

09-04-2014. Bruce Markusen. Por buena parte de la primavera de 1974, esta fue la barajita que traté de conseguir desesperadamente. No sé por qué esta barajita Topps de Manny Sanguillén resultó ser tan difícil de conseguir. La publicación de la colección de 1974 marcó la primera vez en la historia de Topps que la compañía imprimió todas sus barajitas de una vez, en vez de series sucesivas. Por lo que en teoría, debería haber tantas barajitas de Sanguillén flotando por ahí, como cualquier otra durante la primavera de 1974. Aún así, no pude conseguir esa barajita hasta mediados de ese verano, final mente la obtuve como parte de un paquete grande que compré en la papelería de Pickwick. Quizás la dificultad de conseguir la barajita me hizo apreciarla más. Había otros factores que me hicieron querer mucho esta barajita. Ahora que Roberto Clemente se había ido, Manny Sanguillén se había convertido en mi Pirata favorito. Sin barajitas de Clemente a la disposición por primera vez en años, era natural que yo me desplazara hacia Sanguillén. Para el momento, yo sabía poco de la relación entre Sanguillén y Clemente. También me gusta el formato panorámico de la barajita. Tomada desde un ángulo bajo, a nivel del terreno, el fotógrafo de Topps muestra a Sanguillén en medio de una sesión de calentamiento del brazo antes del juego. Al disparar el obturardor en ese preciso instante, el fotógrafo captura a Sanguillén con la boca abierta, quizás una señal del gran esfuerzo que está a punto de hacer con el lanzamiento. El fotógrafo nos da un ángulo en el cual el brazo derecho de Sanguillén está bloqueado para nuestra visual, escondido detrás del pecho y el torso. Este ángulo inusual nos permite imaginar que Sanguillén ha estirado su brazo derecho hacia atrás tanto como fuese posible, listo para lanzar con toda su fuerza hacia su compañero invisible. Aunque la fotografía fue tomada obviamente antes del juego. Sanguillén está mostrando el tipo de energía que se despliega en el juego que hace de esta una legítima fotografía de acción. Es la rara toma de acción capturada en una escena sin acción. Por todas estas razones, de todas las barajitas de la colección de 1974, esta es incuestionablemente mi favorita. Diez años antes de que saliera esta barajita, Sanguillén firmó con los Piratas como agente libre amateur en Panamá. Por recomendación del scout Herb Raybourne, quién sentía que Sanguillén tenía una estructura ideal para cátcher, los Piratas cambiaron al una vez boxeador amateur a su nueva posición detrás del plato. Los Piratas lo asignaron al Batavia en la NY-Penn League, donde solo bateó para .235 de promedio. También tuvo dificultades para adaptarse a la vida del norte del estado de Nueva York, donde pocas personas hablaban español. Incapaz de comunicarse bien en inglés, Sangy encontraba difícil ordenar una comida en un restaurante. Fue asignado al Raleigh de la Carolina League el siguiente verano, Sanguillén hizo los ajustes apropiados. Bateó .328 con ocho jonrones, jugó tan bien que los Piratas lo premiaron con una promoción al Columbus AAA al final de la temporada. En una estadía de nueve juegos, Sanguillén bateó .213 en la International League. Al permanecer con Columbus la temporada siguiente, Sanguillén exhibió varias fallas. Bateó para un mediocre .258 con solo 8 boletos. Esos difícilmente eran los números de un prospecto casi hecho realidad, pero los Piratas decidieron llamarlo en julio. En una prueba de 30 juegos, bateó para un respetable .271, pero sin poder (cero jonrones y solo cuatro dobles). Claramente, Sanguillén necesitaba más tiempo para desarrollarse. En 1968 los Piratas enviaron a Sanguillén de vuelta a Columbus en lo que resultó el mejor movimiento posible. Al mostrar una actitud renovada, Sangy bateó .316, se embasó 34 % del tiempo y tuvo un prometedor promedio de slugging de .448. A los 24 años de edad, Sanguillén estaba listo. Impresionados con las mejoras de su bateo, su prometedor poder y su atleticismo detrás del plato, los Piratas promovieron a Sanguillén en 1969 y lo hicieron su cátcher regular. Aunque solo negoció 12 boletos y bateó apenas cinco jonrones, su promedio de .303, su velocidad, y su habilidad defensiva lo convirtieron en factor positivo para los Piratas. También disfrutó un logro inesperado, recibió el juego sin hits ni carreras de Bob Moose el 20 de septiembre ante los Mets. Esos logros, aunque eran importantes, no lo influenciaron tanto como su relación con uno de sus compañeros. Sanguillén se hizo amigo rápidamente de Roberto Clemente, un puertorriqueño. Esta amistad sorprendió a algunos, debido a los contrastes en sus personalidades externas. Sanguillén siempre mostraba una sonrisa, le gustaba hacer chistes y reir. Clemente era reservado y apartado. Algunos iban más allá y lo llamaban malhumorado. Aunque los dos hombres venían de diferentes países, compartían el vínculo de hablar español. Ambos entendían las dificultades que implicaba ser un pelotero latinoamericano en una ciudad estadounidense. Sanguillén estaba al lado de Clemente cuando los periodistas acusaban a este de ser hipocondríaco. Sangy entendía que ellos ridiculizaban el acento de Roberto y sus limitaciones con el idioma inglés. Similarmente, Clemente preparó a Sanguillén para la posibilidad de que él enfrentara problemas parecidos con los periodistas estadounidenses. Ayudado por su relación con Clemente, Sanguillén mostró mejoras en el campo en 1970. Al despachar líneas en todas direcciones, bateó para .325 y dejó promedio de slugging de .444. Surgió como el segundo mejor cátcher ofensivo de la Liga Nacional detrás de Johnny Bench, terminó undécimo en la votación del jugador más valioso de la liga. En 1971 agenció números casi idénticos, bateó para .319 y empujó un tope personal de carreras con 81. También destacó a la defensiva, sacando al 50 % de los robadores de base. Con los Piratas ganando la división este en ruta a un campeonato mundial, Sanguillén subió al octavo lugar en la votación del jugador más valioso. Sanguillén jugó papel fundamental en la Serie Mundial, particularmente en el séptimo juego, cuando ayudó a guiar a Steve Blass durante varios momentos difíciles al inicio del juego. “Él puede notar mis debilidades antes que yo lo pueda hacer”, le dijo Blass a Sports Illustrated la siguiente temporada. “Yo lanzo a tres cuartos de brazo. Si caigo por debajo de eso estoy en problemas. Manny se da cuenta de cualquier cambio por pequeño que sea. En el séptimo juego de la Serie Mundial mi slider no estaba funcionando al principio. Pero Manny no se rindió. No se puede hacer eso con un tipo de lanzamiento. La slider empezó a funcionar alrededor del cuarto inning y el la pidió 80 % del tiempo el resto del juego. Los Orioles habían visto lo deficiente que fue al principio y estaban sorprendidos”. Con Sanguillén y Blass compenetrados ante los Orioles, los Piratas ganaron el séptimo juego, 2-1. Los Piratas regresaron virtualmente con el mismo equipo en 1972, había optimismo sobre que podían repetir. Pero la temporada terminó de manera dolorosa, cuando un lanzamiento de Bob Moose rebotó fuera del alcance de Sanguillén, un claro lanzamiento descontrolado, lo que completó un regreso de dos carreras en el cierre del noveno inning del quinto juego de los playoffs. Esa derrota palideció en comparación con los sucesos de la víspera de año nuevo. Allí fue cuando Clemente y otros cuatro hombres abordaron un pequeño DC-7 como parte de una misión de ayuda para las víctimas del terremoto de Nicaragua. Poco después del despegue, el avión explotó y se estrelló en el océano Atlántico, justo en la costa de San Juan. Sin advertencia, Clemente se había ido a los 38 años. La tragedia casi se llevó a dos peloteros de los Piratas. Si todo hubiese ocurrido de acuerdo a lo planificado, Sanguillén también hubiese estado dentro de ese avión. Clemente le había solicitado a Sanguillén, su mejor amigo en los Piratas, hacer el viaje con él a Managua el 30 de diciembre. Aunque no muy entusiasmado debido al tamaño pequeño del avión, Sanguillén estuvo de acuerdo en hacer el viaje. Luego de efectuar un juego en la liga invernal esa tarde, él salió para el Aeropuerto Internacional de San Juan. Pero su carro se accidentó en la vía. La dificultad con su carro resultó irrelevante debido a que el vuelo de Clemente fue retrasado un día completo, del 30 para el 31. Una vez más Sanguillén se preparó para hacer su recorrido hacia el aeropuerto. Esta vez, Manny no pudo encontrar las llaves del carro en su apartamento. Él y su esposa buscaron en todas partes, hasta en la pañalera de su hijo Manny Jr. Finalmente a las siete en punto esa noche, Sanguillén encontró las llaves, en el tope de un estante en el apartamento. No recordaba haberlas puesto ahí. Pero para ese momento, era muy tarde para manejar al aeropuerto y abordar el avión con Clemente. Notando que iba a perder el vuelo, Sanguillén se quedó en el apartamento. Hasta este día, Sanguillén no tiene idea de cómo las llaves terminaron sobre el estante. No recuerda haberlas puesto ahí, ni su esposa. Un hombre religioso, Sanguillén se preguntó si alguna otra fuerza le había dificultado encontrar las llaves, para prevenirlo de hacer aquel viaje esa noche. El alivio de Sanguillén por haber perdido el vuelo fue alterado por la tragedia que se había llevado a su amigo. Cargado de dolor, Sanguillén no se podía tranquilizar ni velar a Clemente de manera normal. Le molestaba que los rescatistas no habían sido capaces de encontrar el cuerpo de Clemente. Determinado a encontrar a su amigo, Sanguillén se llegó hasta la costa puertorriqueña cercana a donde había caído el avión. Se subió a un bote pequeño y se internó en el mar, por los próximos tres días hizo profundas inmersiones en las aguas oscuras plagadas de tiburones. El gerente general de los Piratas trató de convencer a Sanguillén para que desistiera de ese esfuerzo. “Joe Brown trató de disuadirlo de buscar el cuerpo por su cuenta”, dijo el as relevista Dave Giusti a United Press International. “Pero él no se iba a dejar convencer de no hacer nada”. Agotado por el esfuerzo de rescate, Sanguillén perdió el funeral. Luego de tres días seguidos de estar estacionado en aquel bote solitario, Sanguillén finalmente dejó de sumergirse. La pérdida de Clemente no solo devastó a Sanguillén, sino a toda la organización de los Piratas. Cuando los Piratas se reportaron al entrenamiento primaveral en Bradenton, decidieron darle a Sanguillén el viejo casillero de Clemente. Eso hizo la situación más difícil. Mientras los Piratas lo hicieron con la mejor intención, eso representó una manera más en la cual Sanguillén tenía que hacer lo imposible para calzar los zapatos de su heroíco amigo. Los Piratas necesitaban seguir adelante. ¿Cómo podrían reemplazar a Clemente en el jardín derecho? Al manager Bill Virdon se le ocurrió una solución creativa. Consciente de que la velocidad y el atleticismo de Sanguillén lo hacían un cátcher inusual, Virdon pensó en moverlo a la posición de Clemente. Para reemplazar a Sanguillén, Virdon podía llamar a uno de los principales prospectos de cátcher del beisbol, el bateador zurdo Milt May. En el papel, los cambios permitían a los Piratas reemplazar a Clemente con el talentoso Sanguillén mientras le abrían espacio a May detrás del plato. Aunque los movimientos tenían sentido en teoría, ellos no tomaron en cuenta el estado mental de Sanguillén. En realidad, Sanguillén no quería jugar en el jardín derecho. Como siempre fue un jugador de equipo, hacía lo que le decían, pero contra sus deseos. Se sentía culpable al tratar de suceder a su mejor amigo en los Piratas. “Me sentía mal”, le dijo Sanguillén a Sports Illustrated, “porque lo extrañábamos mucho. No me gusta hablar mucho de él. Se me llena la mente con recuerdos de él”. Al jugar regularmente en el jardín derecho, Sanguillén cometió seis errores en los primeros 34 juegos del equipo. Su bateo también disminuyó. Para entonces, Virdon había visto suficiente y sabiamente regresó a Sanguillén a su posición regular detrás del plato. Al hacer la transición en reversa, Sanguillén se reaclimató rápidamente a su posición favorita. Aunque su promedio de bateo final cayó a .282, mostró un nivel de poder nunca antes visto. Bateó 12 jonrones y coleccionó 26 dobles. Todo no estaba perdido en una temporada difícil. Los números de poder de Sanguillén regresaron a niveles más normales en 1974, bateó siete jonrones. Pero su promedio al bate fue .287 y se mantuvo como un gran mascoteador y su brazo siguió haciendo outs. También siguió siendo un pelotero divertido. Siempre armado con una sonrisa, Sanguillén le daba un nivel inusual de alegría al juego. Muy expresivo detrás del plato, llegó a desarrollar un fuerte vínculo con sus pitchers, quienes apreciaban como Sanguillén se colocaba tan bajo en un esfuerzo por crear la diana idea. Sanguillén también corría bien, no solo como cátcher, sino como jugador de cualquier posición, lo cual lo convertía en una amenaza en las bases. Como bateador, Sanguillén se paraba en el plato con un estilo que abarcaba mucho espacio y usaba un bate grande, un modelo de 40 onzas que parecía más apropiado para un bateador de poder. Nunca he visto a un bateador intentar ante tantos lanzamientos fuera de la zona de strike como Sanguillén. Con una zona de strike que abarcaba ambas cajas de bateo, Sanguillén le hacía swing a todo. Podía conectar lanzamientos contra el piso, o por encima de su cabeza. Esa tendencia no le ganaría amigos entre los sabermétricos, quienes valoran una actitud más paciente en el plato, pero hay algo satisfactorio en mirar a un bateador conectar un pitcheo que rebota en el suelo y lo convierte en doble. Sanguillén cumpliría 31 años en la primavera de 1975, nadie se habría sorprendido si su juego empezaba a declinar. Quizás como una manera de combatir el envejecimiento, Sanguillén decidió cambiar su apariencia en 1975. Se afeitó la cabeza completamente y se dejó crecer el bigote. Más significativo que su cambio de apariencia, Sanguillén adoptó una nueva filosofía en el plato. Mostró una paciencia irreconocible para negociar su tope personal de 48 boletos, bateó para .328 y se embasó 39 % del tiempo. A la defensiva mostró alguna desmejora al retirar solo el 26 % de los robadores de base, pero eso no le importaba mucho a los aficionados o los medios. Sangy fue al Juego de Estrellas y ocupó el lugar 16 en la votación del jugador más valioso. La actuación de Sanguillén en 1975 representó el pico ofensivo de su carrera. Como era de esperar, sus números bajaron en 1976, pero su OPS de .716 todavía era respetable para un cátcher. Al mantener sus habilidades con el madero, Sanguillén llamó la atención de otros equipos. Un equipo en particular solicitaría a Sanguillén en una propuesta de cambio muy inusual. Luego de la temporada de 1976, Charley Finley, dueño de los Atléticos se contrarió cuando el presidente de la Liga Americana, Joe Cronin determinó que él debía cancelar el contrato de larga duración que el manager Chuck Tanner había firmado originalmente con los Medias Blancas. A Finley no le agradaba para nada tener que pagarle a Tanner dos años del contrato. (A Finley no le gustaba la idea de pagarle mucho dinero a sus peloteros, menos a sus managers). Por lo que Finley puso a Tanner en el mercado de cambios. Los Piratas mostraron interés. Al necesitar un cátcher, Finley solicitó compensación con peloteros, específicamente Sanguillén. Los Piratas enviaron a Sangy y 100.000 dólares a Oakland por Tanner, para completar la transacción del manager por el jugador. Finley había esperado que Sanguillén se convirtiera en su cátcher regular, pero su pesada carga de trabajo había empezado a mostrar consecuencias. Sanguillén recibió solo 77 juegos para los Atléticos, mientras pasaba algún tiempo como bateador designado, jardinero derecho y primera base. Su promedio de bateo bajó a .275, el punto más bajo desde su temporada de novato. Claramente, ya no era el cátcher élite que había sido en Pittsburgh. Aunque Sanguillén era de los pocos peloteros que disfrutaban una buena relación con el a menudo difícil Finley, la amistad no garantizó una larga estadía en Oakland. Como Finley buscaba reconstruir con juventud en 1978, Sanguillén era canjeable. Esa primavera, Finley lo envió de vuelta a los Piratas por tres peloteros: el jugador del cuadro Mike Edwards, el jardinero Miguel Diloné y el pitcher relevista Elías Sosa. Ahora Steve Nicosia y Ed Ott compartían para los Piratas las labores detrás del plato, Sanguillén se convirtió en tercer cátcher y bateador emergente. Permaneció en ese papel por tres años, destacó por sus sutiles contribuciones a los Piratas campeones mundiales de 1979. En el segundo juego de la Serie Mundial, despachó un sencillo remolcador para ganar el juego con dos outs en el noveno inning. Luego de la temporada de 1980, los Piratas incluyeron a Sanguillén en el cambio de Bert Blyleven, enviaron al par a los Indios por cuatro jugadores jóvenes. Pero Sanguillén no tenía interés en terminar su carrera con los Indios, por lo que optó por retirarse. Ha habido dificultades desde entonces. Él ha pasado por carencias financieras, incluyendo un enfrentamiento con la bancarrota cuando su tienda de artículos deportivos fracasó. Pero parece haber encontrado la estabilidad financiera con un negocio distinto, “Manny’s Bar-B-Q”, el cual ocupa un lugar en las afueras del PNC Park de los Piratas. Sanguillén vende sus famosas costillas asadas mientras cuenta historias a sus clientes y firma autógrafos a los aficionados que los solicitan. Él disfruta hablando de sus días con los Piratas, aunque el tema de la muerte de Clemente sigue siendo un tema difícil. Todos estos años después, Sanguillén aún mantiene una fuerte conexión con Clemente. A menudo puede ser visto usando camisas estampadas con la imagen o el nombre de Clemente. Adicionalmente, él ha comercializado una salsa para parrillada llamada “Sanguillén Sauce” y contribuye con el 10 % de las ventas para la Fundación Roberto Clemente. Sanguillén todavía disfruta hablando de Clemente estos días, recuerda las gratas memorias de sus días juntos con los Piratas y en el beisbol invernal. Él ríe acerca de las formas como el solía para bromear con Clemente, mientras enfatiza el cariño y respeto que sigue teniendo por “El Grande”. Cuando alguien ha arriesgado su vida al sumergirse en aguas plagadas de tiburones, no deber ser una sorpresa que la amistad, aún 40 años después del hecho, aún persevera. Sources: The Sporting News, Sports Illustrated, Manny Sanguillen’s player file at the Baseball Hall of Fame Traducción: Alfonso L. Tusa C.

lunes, 15 de junio de 2015

Una entrevista con Ray Fosse.

Donald Marquez. 28-08-2011. No hay mucho más que el aficionado casual sepa de Ray Fosse; congelada en el tiempo quedó la imagen de Pete Rose invadiendo el espacio personal de Fosse en un juego de exhibición de 1970. Ah, y que además aparentemente disfruta mucho los helados Dibs. Mis memorias de la carrera de Fosse van un poco más allá de eso, lo había visto contribuir con dos equipos de Oakland ganadores de Serie Mundial. Esas dos experiencias de primera mano fueron muy importantes durante mi conversación con el antíguo cátcher el pasado domingo, como parte de una campaña de Comcast’s Xfinity Couch. Ray Fosse habría coincidido con los Atléticos de años recientes. Porque el andaba lesionado a menudo. La infame colisión con Pete Rose le dejó el hombro derecho separado, un preludio de una larga lista de lesiones que Fosse resistiría a través de 12 años de carrera como jugador. Aún así, ganó dos selecciones al Juego de Estrellas y otros tantos guantes de oro en las temporadas de 1970 y 1971, todo mientras jugaba en el purgatorio que era Cleveland, donde los Indios promediaron 89 derrotas en los primeros seis años de Fosse en las mayores. Mientras tanto en Oakland, los bigotudos Atléticos habían dispuesto de los consentidos del establecimiento, los Rojos de Cincinnati, en una apretada Serie Mundial de 1972 donde seis de los siete juegos se decidieron por una carrera. Pero como a menudo era el caso en el barco capitaneado por Charles Oscar Finley, había quejas. Uno de los más disgustados era el cátcher Dave Duncan quien se lamentaba del tiempo de juego que se le había recortado. Dos semanas antes de que empezaran la defensa de su título, los Atléticos enviaron a Duncan y el jardinero George Hendrick a Cleveland por el utility Jack Heidemann y Ray Fosse. Heidemann jugó exactamente cero innings con el uniforme de los Atléticos, mientras Fosse se encontró en medio de las celebraciones que ocurren cuando tu equipo gana la Serie Mundial, lo cual alcanzaron los Atléticos en cada una de las dos primeras temporadas que estuvo con el equipo. Sus días con los Atléticos estuvieron entre muchos de los temas que tocamos. 67M: Aprecio tu tiempo primero que todo. Antes de cualquier pregunta de beisbol, ¿qué piensas de la campaña Comcast Xfinity Couch? RF: Sé algo de seguro. Este es un sofá muy confortable, y hemos transmitido antes a nivel del terreno. Nos sentamos en asientos normales pero pienso que podemos convencer a Comcast de transmitir unos juegos a nivel del terreno. 67M: Jugaste con los Atléticos en los años ’70, mucho antes de la inmensa cobertura de lo medias que ves hoy. Algunas veces esos Atléticos son más recordados por asuntos extraterreno que por lo que ocurría en el campo. ¿Estas de acuerdo con eso, y si es así, es justo recordar a un equipo que ganó tres Series Mundiales seguidas de esta manera? RF: Teníamos dos periodistas que viajaban con nosotros, distinto de hoy donde hay mucha gente de los medios que viajan con los equipos. Nosotros creábamos nuestros problemas si se quiere tomar así. Pensábamos que si empezábamos a pelear jugaríamos mejor. Recuerdo que estábamos en Baltimore igualados 1-1 con los Orioles en una serie de campeonato a cinco juegos e íbamos en el bus hacia el estadio para el tercer juego. Blue Moon Odom empezó a meterse con Bando, entonces bando hizo lo propio con alguien más, y yo dije ‘Ah caramba, los Orioles están en problemas porque los muchachos se están calentando’. Seguro que les ganamos y fuimos a jugar la Serie Mundial ante los Mets. Pero recuerdo, desafortunadamente para mí, en 1974, que terminé una pelea entre Reggie Jackson y Billy North en el clubhouse en Detroit. Terminé la pelea y me gané seis vértebras del cuello lesionadas, terminé perdiendo algún tiempo. Algo de nuestra incapacidad para llevarnos bien era creada por la prensa, y a menudo era inflada de manera exagerada. 67M: Hablando del ’74, obviamente cuando la gente oye Ray Fosse, ellos piensan en el Juego de las Estrellas, lo cual es una pena. Yo te recuerdo más por esa postemporada. Conseguiste un par de batazos importantes, un jonrón contra los Orioles y otro contra los Dodgers en el juego definitivo. Luego de salir lesionado de la pelea entre Jackson y North, debes haber sentido una reivindicación al regresar y aportar una contribución clave. RF: Perdí 6 semanas. Me pusieron en terapia pensando que podría evitar la cirugía. Terminé haciéndome la cirugía con el Dr. Charles Wilson, un tipo brillante del San Francisco UC Medical Center. Seis semanas después que fui operado por el Dr. Charles Wilson, ¡estaba jugando de nuevo! Había una pregunta porque regresé al final de la temporada, si iba a estar en el roster de postemporada. Ellos no sabían como iba a ser mi recuperación y si podría regresar y jugar lo suficientemente apropiado. Yo estaba al tanto, de que si no jugaba bien, podría no estar en el roster. De la forma como se dieron las cosas, estuve, y fue muy interesante que antes del juego donde bateé el jonrón ante Grant Jackson, en el segundo juego de los playoffs aquí en el Coliseo, el manager Alvin Dark nos dijo a Gene Tenace y a mí, ‘No sé quien va a ser el catcher’. Era la práctica de infield antes del juego y él dijo, ‘No sé quién va a catchear pero ambos hagan la práctica de infield por si acaso, y por supuesto ya se sabe quién estuvo llamando ese juego en su momento… 67M: Mr. Finley. RF: El jefe, Terminé bateando un jonrón ante Grant Jackson. Y tuvimos una pequeña conferencia de prensa en el estadio luego del juego y Charlie viene y dice, ‘¡Ese es mi muchacho!’ y yo digo, ‘¿Por qué no fui el cátcher regular desde el principio?’ Batear un jonrón ante Don Sutton en el quinto juego de la Serie Mundial…Antes del quinto (y final) juego, nunca olvidaré que Charlie Pride estuvo aquí para cantar el himno nacional. Y Charlie Pride estuvo en el clubhouse antes del juego, y el finado Frank Ciensczyk (gerente de instrumental) vino y dijo, “Bien vamos a tener una reunión. Salgan todos”. Y Charlie entró. Charlie Pride se levantó para salir. Charlie dijo, “Te puedes quedar”. Bien, ¿por qué Charlie Pride se puede quedar y los demás son echados? Él se sentó adelante y en el medio en la reunión que tenía Charlie. Nunca olvidaré que Charlie Finny dijo ‘Muchachos estamos arriba 3 a 1. Cuando ganemos esta noche vamos a tener un desfile en el centro como campeones mundiales por tercer año seguido”. Y nunca olvidaré la mirada en la cara de Charlie Pride. Miró a Finley como diciendo ‘¿Quién es este tipo para hablar así?” Y lo que ocurrió fue que derrotamos a los Dodgers esa noche y tuvimos el desfile. Él debió haber pensado que estaba visitando a Dios en el clubhouse. Pero batear un jonrón ante Don Sutton… luego de la lesión y de la inactividad, y no saber si podía jugar esa temporada, regresar y dar ese jonrón fue gratificante. 67M: ¿Piensas que veremos otro equipo como aquellos Atléticos, o la libre agencia lo hace imposible? RF: Costaría mucho dinero. Mira a los Yanquis. Ellos gastan 200 millones consistentemente, consiguen los mejores jugadores, hacen dinero y lo gastan. Ellos quieren ganar campeonatos mundiales y esa ha sido su filosofía y pienso que cada equipo que ha tratado de hacer eso, le ha costado una fortuna. Pero si se piensa en los equipos de los Atléticos que ganaron 3 Series Mundiales seguidas, una vez que esos peloteros se fueron a otros equipos nunca tuvieron el mismo éxito que tuvieron en Oakland. Algunos tuvieron buenos años individuales pero no como equipo. 67M: ¿Fue Dick Williams, quién falleció recientemente, el mejor manager para el cual jugaste? RF: Jugué para unos cuantos buenos managers, jugué para Alvin Dark (luego que Williams se fuera al terminar la temporada de 1973) y algunos tipos en Cleveland pero no hay duda de que Williams fue el tipo, considerando lo que tuvo que hacer para trabajar con Charlie. Charlie trataba de controlar el equipo, y nosotros como peloteros sentíamos que cualquier cosa que dijera Charlie, Dick nos respaldaría y dejaría de lado cualquier comentario negativo que Charlie pudiera hacer de nosotros. Él era un gran hombre a quién todos respetábamos, para quién queríamos jugar duro y obviamente lo hacíamos porque él tuvo la oportunidad de ganar tres campeonatos divisionales seguidos. Él era un manager leal con los peloteros, y no es que no lo fuera con Charley Finley, pero cada pelotero sabía que si había un manager de los peloteros era Williams porque nos apoyaba todo el tiempo. 67M: Le recibiste a los Tres Grandes originales: Catfish (Hunter), Vida (Blue), Kenny (Holtzman). Describe sus estilos, y ¿quién era tu favorito, si alguno lo era, para recibirle? RF: Catfish fue el primero a quien le recibí cuando llegué desde Cleveland. Le recibí el primer juego que lanzó en el entrenamiento primaveral. 15 bateadores, 15 outs, ni siquiera sudé. Hablé con Phil Garner, él decía que usaba lo que Catfish hacía como pitcher para ayudarse como manager. Pienso que hubo un año cuando Catfish permitió 33 jonrones, pero 30 fueron solitarios. Él no concedía boletos, ni lanzaba la pelota por el medio del plato. Catfish podía bordar los lanzamientos alrededor de la zona de strike, y Vida me quemaba la mano. Él podía lanzar duro, tenía una buena curva, un cambio de velocidad no tan bueno, pero podía literalmente pasar a los bateadores a punta de rectas. Pienso en él como un cerrador, venía y decía, ‘Te voy a lanzar una recta, trata de batearla’. Y ellos no podían hacerlo. Era un tipo de poder. Y luego estaba Kenny Holtzman, el zurdo de recursos. Phil Garner me contó una gran historia, cuando él jugaba segunda base, Kenny le decía, ‘Phil, si estás en segunda y la pelota siempre sigue hsta el right field, me voy a molestar contigo’. Kenny rara vez le lanzaba adentro a los derechos por lo que deseaba que su primera y segunda base se ubicaran apropiadamente para atrapar esas Pelotas porque los derechos no iban a tratar de halar la pelota. Si eran inteligentes dirigirían la esférica en esa dirección y él decía ‘¡Estén ahí!’ y Garner siempre estaba ahí. Pero si tuviera que escoger a uno de los tres, ese sería Catfish por su reputación. En la época cuando jugué, los juegos eran rápidos, no había muchos comerciales y los jugadores no desperdiciaban tanto tiempo. Estaba detrás del plato y el árbitro miraba hacía el montículo y decía ‘¿Con que Catfish Hunter?’ ‘En hora y media esta noche habremos terminado’. Y de seguro, así es como funcionaba su reputación. Le digo a los pitchers jóvenes de hoy, que algunas sentencias cerradas se hacen a la amera de los Yanquis o a la de los Medias Rojas, les digo que uno de estos días cuando sean buenos y su reputación esté ahí t los reconozcan, que van a conseguir esos mismos pitcheos a su favor. 67M: Junto a lo que acabas de decir ¿Qué clase de consejo le darías a cualquier aspirante a catcher? RF: Lanzar. Lanzar. Lanzar. Lanzar! Pienso que la única cosa que los catchers tiene que ser capaces de hacer es tener un brazo fuerte, obviamente precisión para lanzar a las bases, especialmente a segunda base, rapidez de pies y trabajar en eso. Para tener piernas fuertes, tienes que tener una complexión fuerte. El difunto Del Rice me decía a cada rato en Cleveland ‘Tu trabajo es recibir la pelota y manejar al cuerpo de lanzadores. Cualquier cosa que hagas a la ofensiva es un bono’. Pero como el bateo se hizo más prominente, especialmente en la Liga Americana con el bateador designado, todos esperaban que cada jugador de posición bateara. La receptoría se convirtió en una posición más ofensiva, y sus deberes detrás del plato han quedado a un lado. Como bloquear pelotas contra el suelo. Un terrible ejercicio que se debe practicar, pero algo que se debe hacer. Lanzar, trabajar la rapidez de pies, y recibir la pelota apropiadamente. Muchas veces los cátchers mueven la pelota, toman la mascota y apuntan hacia abajo al suelo. Se necesita mantener la mascota arriba en los pitcheos bajos para subir la pelota en vez de bajarla. Y como resultado, cuando se recibe de la manera correcta, el trabajo con los pies es el apropiado y se puede tener una posición adecuada para sacar out a los corredores en las bases. Es bastante trabajo, pero si se tiene una complexión fuerte, piernas fuertes y brazo fuerte, el resto va a estar ahí. 67M: ¿Quién hace todo eso muy bien hoy? RF: Sorpresivamente, el catcher de reserve de los Atléticos Landon Powell. Su movimiento de pies es algo que siempre ha tenido. Trabajó en eso desde niño porque su padre lo enseñó, él continuó trabajando trabajando en eso aunque es grande, lo miras y piensas ‘Él no va a ser tan rápido’, pero tiene rapidez de pies, rapidez para soltar la pelota. 67M: ¿Algunas vez pensaste en ser entrenador? RF: Si hubiera empezado justo después de retirarme como jugador activo, si, pero tenía una familia. Hablé con Tony Muser, quién dirigía a los Ports de Stockton, estaba ganando 12000 dólares al año y me dije no puedo hacer eso. Por ese tiempo debí tener 33 o 34 años. Habría tenido que depender de llegar a las Grandes Ligas tan pronto como fuera posible y eso significa mucha presión porque hay pocos puestos de trabajo a ese nivel. 67M: Además, tienes uno de los mejores asientos de la casa para ver los juegos de los Atléticos. ¿Cómo empezó todo eso y por cuanto tiempo planeas hacer eso? RF: ¿Está hablando del sofá Xfinity de aquí o de mi asiento en la cabina de transmisión? 67M: (risas) La cabina. RF: No me gusta decir mi edad porque me siento como de 22 años cuando se trata de beisbol y transmitir juegos. Tengo mucho entusiasmo por el juego que siempre he querido, me siento muy afortunado de ser capaz de transmitir juegos y agradezco a Comcast Sportsnet California. Disfruto esto, y para ser honesto, disfruto ver a estos peloteros jugar beisbol porque veo las jugadas y pienso, si puedes venir al estadio y ver algo que nunca has visto, estás diciendo algo. Este es mi vigésimosexto año transmitiendo juegos, y aún puedo venir al estadio y decir que he visto algo que no había visto antes. Ese es el gran juego de beisbol, nada está en un guión y la gente dice ‘Caramba, te volviste un ocho con esa jugada’, y les digo que es mi reacción a lo que ocurre en el terreno. No hay nada escrito o intercomunicador para decirme lo que debo decir. Hay una gran diferencia, me emociono, y algunas veces me equivoco, pero la moraleja es que disfruto el beisbol. Para contestar tu pregunta, no tengo deseos de renunciar. Estoy en una edad donde mi esposa dice que la gente está jubilada. Le digo ‘Lo siento cariño. Estoy trabajando en algo donde aún me siento joven’. 67M: No es realmente un trabajo ¿cierto? RF: Es muy divertido venir al estadio todos los días. 67M: Gracias por tu tiempo, Ray. RF: Me divertí mucho. Envía el sofá a la cabina. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

sábado, 13 de junio de 2015

Esquina de las barajitas. Card Corner Plus: 1974 Topps: La extraña vida de Cesar Tovar

06-06-2014. Bruce Markusen. La barajita de Cesar Tovar de 1974 en la Topps que dice Traded (Cambiado), epitomiza una porción substancial de su carrera y vida. El fue un jugador del cuadro y jardinero versátil quien fue cambiado o vendido cuatro veces, dejado en libertad dos veces, prestado una vez, y firmado como agente libre una vez. Un vagabundo del beisbol, fue lo suficientemente bueno para ser valorado como miembro de algunos de los buenos equipos de los equipos de los Mellizos en los años ’60, pero no tan bueno para no ser cambiado de equipo cinco veces en los últimos cinco años de su carrera. La barajita de Tovar con el rótulo “traded” nos da otro ejemplo de las destrezas de Topps para pintar (alterar) las fotos. En la fotografía original, Tovar está usando los colores rojos de los Filis, pero estos fueron obliterados por el esquema de color azul de los Rangers, en un esfuerzo por actualizar el equipo para el cual jugaba en ese momento. Como ocurre a menudo, el azul pintado es tan brillante que parece fluorescente, dándole a la barajita una apariencia surrealista. La palabra “surrealista” es la descripción más apropiada para la personalidad de Tovar y su vida fuera del terreno; él fue uno de los personajes más inusuales, aunque también apreciado, que animó los estadios en los años ’60 y ’70. Luego está el posicionamiento inusual de la cabeza de Tovar. Su cabeza está dirigida hacia arriba y a la izquierda, parece melancólico a la distancia, casi como si se hubiese olvidado de la presencia del fotógrafo de Topps. ¿Qué pudiera estar pensando Tovar? Dados sus modales transitorios, sus viajes interminables, y su vida impredecible fuera del terreno, Tovar podría estar pensando en cualquier cosa. Ese era el tipo de persona que él era. La trayectoria de Tovar en el profesional comenzó en 1960, cuando los Rojos lo firmaron en Venezuela y lo asignaron al Geneva de la NY-Penn League. Con solo 18 años y con dificultades para ajustarse a la cultura estadounidense al norte del estado de Nueva York, Tovar bateó para un mediocre .252. En su segunda temporada, los Rojos lo bajaron al Missoula de la Pioneer League, donde se sintió más a gusto y elevó su promedio a .304, mientras mostraba un sorpresivo poder (12 jonrones). Los Rojos estaban tan impresionados que lo subieron al Seattle en la Pacific Coast League al final de la temporada, le dieron dos juegos en AAA. En 1961, los Rojos enviaron a Tovar de vuelta a la NY-Penn League, donde se ajustó mejor que la primera vez. No solo bateó .338, si no que negoció 105 boletos y descargó 19 jonrones, una cantidad impactante para un pequeño jugador del cuadro. También robó 88 bases, lo cual lo convirtió en una amenaza ofensiva cuadruple porque podía batear, negociar boletos, batear con poder y correr las bases. Para nadie fue una sorpresa que Tovar subiera a la Carolina League Class-B en 1962, y su actuación siguió impresionando. Aunque no alcanzó ninguno de sus números sobresalientes de la NY-Penn League, bateó .329, y convenció a los Rojos de que estaba listo para una temporada completa en AAA para 1963. Tovar jugaría tres sólidas temporadas en AAA, pero no todas como miembro de la organización de los Rojos. Con un joven Pete Rose estableciéndose en Cincinnati, y con otros buenos prospectos de segunda base en espera, los Rojos cedieron en préstamo a Tovar a los Mellizos en la temporada de 1963. Él regresó a la organización de los Rojos en 1964, he hizo girar las cabezas en el entrenamiento primaveral con su ligera contextura y sobresaliente velocidad. Los Rojos empezaron a llamarlo “Super Ratón”, un remoquete apropiado para un pelotero pequeño que no pesaba más de 78 kg. Extrañamente, los Rojos lo cambiaron después de la temporada de 1964, a pesar de su contribución en el campeonato de liga del equipo de San Diego. Ellos lo enviaron de vuelta a los Mellizos, esta vez para que se quedara, en una negociación por un relevista intermedio zurdo llamado Gerry Arrigo. Los Mellizos en realidad quería a Tommy Helms, pero se decidieron por Tovar. Fue un movimiento arriesgado pero terminó siendo un robo absoluto para la franquicia de las ciudades gemelas. Tovar estaba en el roster de los Mellizos para la inauguración de 1965, jugó segunda base, shortstop, tercera base y center field. Pero no bateó mucho, los Mellizos lo enviaron de vuelta a AAA en mayo, allí permaneció hasta que lo llamaron en septiembre, muy tarde para ser elegible para la postemporada. Con casi otra temporada de ligas menores bajo el cinturón, los Mellizos lo llevaron de vuelta a Minnesota a 1966. Entonces fue cuando el manager de Minnesota Sam Mele lo convirtió en super-utility, lo ponía a jugar casi todos los días (para un total de 134 apariciones), pero en lugares diferentes en el cuadro interior y los jardines. Tovar no podía catalogarse como regular en ninguna parte, y no sorprendía a nadie con su .260 de promedio de bateo, pero su habilidad para hacer contacto, robar 16 bases, y aportar una defensa adecuada en segunda base y los jardines lo hacían valioso. Él también mostraba habilidad para remolcar corredores desde tercera con menos de dos outs; lideró la Liga Americana con siete elevados de sacrificio. Durante la primavera de 1967, el coraje de Tovar se hizo evidente para los Mellizos. Con los Mellizos y Atléticos programados para jugar en su nativa Venezuela, Tovar no permitió que un tratamiento dental le impidiese jugar. A pesar de haberse extraido dos muelas el día anterior, Tovar se negó a perder el inicio de una serie de primavera a jugarse en su Caracas. Los Mellizos lo alinearon en el campocorto como reemplazo de regular Zoilo Versailles; Tovar no deslució. Me duele la mandíbula, pero jugaré”, le dijo a Sporting News. “No me perdería esto por nada del mundo. Jugué con Missoula, Mont., una noche después que me sacaron una muela a las 4 p.m., así que esto no me molestará”. Tovar no jugó mucho shortstop para los Mellizos en 1967, pero esa fue una de seis posiciones donde aparecería ese verano. Aunque no tenía una posición propia, él jugó todos los días en alguna parte, y me refiero a todos los días. De hecho, Tovar jugó todos los 164 encuentros de los Mellizos ese verano (incluyendo un par de juegos empatados que fueron suspendidos), y lideró la Liga Americana en juegos efectuados. Los números ofensivos de Tovar carecían del toque destacado, porque bateó solo .267, pero robó 19 bases, se embasó 13 veces por pelotazos, y ejecutó 13 toques de sacrificio. Se convirtió en el pegamento de los Mellizos, haciendo las pequeñas cosas de avanzar los corredores mientras jugaba casi cada posición en el campo excepto por la primera base, cátcher y pitcher. Tovar impresionó tanto que consiguió un voto para el jugador más valioso de la Liga Americana, lo cual impidió que el triplecoronado Carl Yastrzemski fuese el jugador más valioso por unanimidad. Hay que tener en cuenta que Tovar no sentía que merecía el voto, pero eso reflejaba un respeto que algunos escritores tenían por su velocidad, versatilidad, y valor para un equipo ganador. Una de las características curiosas del juego de Tovar involucraba su disposición a recibir pelotazos. Al pequeño hombre conocido como “Pepi” le gustaba encimarse en el plato, y no se retiraba ante las rectas pegadas. Como un rival anónimo de la Liga Americana le dijera a The Sporting News: “El tipo siempre se está moviendo, encimándose en el plato, acercándose a la pelota, agitando los pies, tratando de ser golpeado”. Para Tovar, ser golpeado con un pitcheo se convirtió en un arte. Cuando era golpeado por una pelota, él parecía tener un orgullo especial, a menudo le mostraba el correspondiente rasguño a los compañeros y a los periodistas. Él podía no pesar 80 kg, empapado en agua, pero era sólido y muscular, y sentía que su habilidad para acercarse a las rectas incrementaba su peligrosidad. Tovar lideraría la liga con 17 pelotazos recibidos en 1968, pero eso hablaba de una pequeña porción de su eficiencia en el Año del Pitcher. Subió su promedio a .272, casi duplicó sus bases robadas (a 35) y agenció un OPS de .698, un número altamente respetable para esa época dominada por el pitcheo. También hizo historia al igualar los esfuerzos pioneros de Bert Campaneris: el 22 de septiembre, Tovar jugó las nueve posiciones en el juego de los Mellizos ante los Atléticos, emulando lo que campy había hecho para los Atléticos de Kansas City, tres años antes. Mientras Campy era básicamente un campocorto, Tovar era legítimamente un jugador versátil que podía jugar tres posiciones en el cuadro y tres posiciones en los jardines, lo cual hizo su logro más real para los ojos de algunos. La gesta de Tovar estuvo rodeada de un toque de comedia. Debido a su contextura ligera, él parecía ridículo cuando tomó su lugar en el juego como receptor. La pechera y las rodilleras de tamaño normal en Grandes Ligas eran muy grandes para él, Tovar parecía un jugador de pequeñas ligas en un terreno baldío. Su presencia con los implementos de talla grande para él ocasionó risas en el dugout de los Mellizos. El arrojo de Tovar, el chico con cerebro del dueño de los Mellizos Calvin Griffith, le ganó alguna notoriedad, pero su juego en el campo estaba aún por alcanzar su pico. Eso ocurriría en las tres próximas temporadas, desde 1969 hasta 1971. En el ’69, Tovar jugó para el nuevo manager Billy Martin. Ambos se habían hecho amigos en 1963, cuando Martin trabajaba para los Mellizos como instructor de ligas menores. Jugando para Martin, Tovar se convirtió fue un factor principal en el esfuerzo de los Mellizos para ganar el primer título de la división Oeste de la Liga Americana. Martin empleó a Tovar como su principal jardinero central, pero también lo usó en tercera base, segunda base y las esquinas de los jardines. Tovar bateó .288 y alcanzó topes en su carrera con 45 bases robadas y 11 jonrones. No era solo Martin a quién le gustaba Tovar. Los compañeros de equipo y los periodistas disfrutaban su personalidad positiva, su constante sonrisa (la cual revelaba el vacío entre dos de sus dientes frontales), y su ilimitado entusiasmo. Tovar también tenía un lado generoso. Al final de cada temporada, él reunía docenas de pelotas, bates y guantes y los enviaba a su nativa Venezuela. Él decía que eran para sus prácticas invernales, pero como el difunto periodista Bob Fowler me dijo una vez, Tovar escondía la verdad. Tovar llevaba esos implementos para repartirlos entre los niños de escasos recursos de su nativa Caracas. Él simplemente quería que los niños tuviesen bates, pelotas y guantes que de otra manera no tendrían. Los Mellizos despidieron a Martin en el invierno, pero Tovar actuó aún mejor para el nuevo manager Bill Rigney en 1970. Bateó para .300 por primera vez en las Grandes Ligas, Tovar de nuevo alcanzó doble figura en jonrones y compiló el mejor OPS de su carrera .798. Corrió muy bien las bases, robó 30 almohadillas mientras lideraba la liga con 36 dobles y 13 triples. En 1971, los Mellizos cambiaron a Tovar desde el jardín central al izquierdo. Su poder desapareció (un solo jonrón) y su eficiencia de bases robadas disminuyó, pero todavía comandó la liga con 204 imparables, y logró el mejor promedio al bate de su carrera, .311. Se embasó 35 % del tiempo, convirtiéndose en uno de los mejores servidores de escena de la liga. Tovar cambió de posición una vez más en 1972, esta vez pasó al jardín derecho, donde tenía suficiente fuerza en el brazo para hacer un trabajo aceptable. Desafortunadamente, sus destrezas ofensivas mostraron un declive significativo a los 31 años. Bateó solo .265, despachó solo 2 jonrones, y robó solo 21 base. Preocupados porque estaba envejeciendo rápido, los Mellizos decidieron ponerlo en el mercado en las reuniones invernales. El 30 de noviembre, los Mellizos lo enviaron a los Filis por tres jugadores: los pitchers Ken Sanders y Ken Reynolds y el toletero de ligas menores Joe Lis. Los Filis esperaban que Tovar llenara el hueco que tenían en tercera base, pero tuvo dificultades en el entrenamiento primaveral. Sus baches de bateo en la Liga de la Toronja le ganaron bromas de sus compañeros, quienes chanceaban sanamente con su falta de bateo y fildeo. El toletero y primera base Deron Johnson le decía, “Pepi, ¿qué es lo que haces bien? Hasta el momento no me has mostrado nada”. Sin perder tiempo, Tovar regresó para darle una respuesta. “Johnson”, dijo Tovar en su fuerte acento español, “espera a que suene la campana. Entonces Pepi te mostrará una cosa o tres”. Aunque Tovar prometió recuperar su bateo cuando empezara la temporada regular, su bate nunca apareció. Pronto perdió la titularidad de la tercera base con un joven llamado Mike Schmidt, quién bateó solo .196 pero descargó 18 jonrones. El débil promedio de bateo de Tovar (.268), su completa falta de poder para batear jonrones, y su dificultad para ajustarse defensivamente a la grama artificial lo convirtieron en una completa insatisfacción para Filadelfia. Él también tuvo un encontronazo con el manager Danny Ozark, a quién le reclamó que no le había cumplido la promesa de mantenerlo como tercera base titular. Una vez que terminó la temporada, los Filis empezaron a ofrecer a Tovar. Mientras tanto Billy Martin había resurgido como manager en Texas. Casi instantáneamente después de asumir el cargo, Martin solicitó a su gerente general: “Consígueme a César Tovar”. Para sorpresa de nadie, los Rangers hicieron eso en las reuniones de invierno, lo adquirieron por el precio ganga de dinero y solo dinero en efectivo. La reunión con Tovar, uno de sus peloteros favoritos desde sus días en Minnesota, maravilló a Martin: “Quería a Tovar por muchas razones”, le dijo el manager al periodista de los Rangers Merle Heryford. “El pequeño tipo te puede vencer de muchas maneras, con su bate, sus piernas, su mente, su coraje”. Martin reconoció que Tovar ya no era capaz de jugar muy bien en el infield, por lo cual lo hizo jardinero a tiempo completo con los Rangers. Lo utilizaba en el jardín central y en las esquinas. Rejuvenecido por la reunión con Martin y energizado por el clima caliente de Texas (“Cuando el clima se caliente, yo me caliento. Siempre”), Tovar bateó ,292 con 47 boletos, lo que le dio un porcentaje de embasado de .354. Tovar también ganó alguna notoriedad por un extraño hábito que había adquirido: llevaba un silbato para perros en el cuello cuando iba al jardín central. Tovar tenía una explicación para eso: “Soplo el silbato”, le explicó Tovar a AP, “porque no quiero chocar con Mr. America (el jardinero derecho Jeff Burroughs)”. Dado que Burroughs era un gigantón de 102 kg, el razonamiento de Tovar tenía sentido. Otro de los hábitos de Tovar era un poco más escandaloso. Para cuando Tovar llegó a los Rangers en 1974, circulaban rumores de que él tenía tres esposas en tres países. El rumor fue reportado por el autor Mike Shropshire, en el libro Seasons in hell, acerca de de las temporadas iniciales de la franquicia de los Rangers. Considerando la personalidad extrovertida de Tovar y su naturaleza impredecible, la historia de las tres esposas parecería creíble para algunas personas en la organización de los Rangers. En 1975, el juego defensivo de Tovar desmejoró, los Rangers empezaron a usarlo cada vez más como bateador designado. Ganó laguna atención por romper el juego sin hits ni carreras de Catfish Hunter en mayo, era la quinta vez en su carrera que había roto un nohitter en los innings finales. Pero el heroísmo de los innings finales fue solo un logro temporal. Cuando Martin fue despedido a media temporada, la eventual salida de Tovar quedó sellada. El 31 de agosto, los Rangers o vendieron a los Atléticos contendores por el banderín, en una negociación de waivers. Los Atléticos querían a Tovar en parte para encender a Campaneris, su campocorto regular quien había tenido una temporada difícil con el madero en 1975. Tovar no bateó mucho con los Atléticos, pero regresó a la postemporada por primera vez desde sus días con los Mellizos. Luego de tener dificultades la mayor parte de la temporada de 1976, Tovar fue despedido el 25 de agosto. Menos de una semana después, él salió a flote con los Yanquis, quienes eran dirigidos por, si lo adivinaron, Billy Martin. A los 35 años a Tovar no le quedaba mucho, solo bateó .154, y recibió su despido en diciembre. Los días de Tovar en las Grandes Ligas podían haber terminado, pero él todavía quería jugar. Por lo cual firmó para jugar en la Liga Mexicana en las próximas dos temporadas antes de unirse a la franquicia de Caracas en el fallido intento de la Liga Inter-Americana en 1979. Tovar bateó bien con Caracas, pero cuando la Liga Inter-Americana se derrumbó a mediados de verano, los días de Tovar como jugador activo en el beisbol organizado finalmente terminaron. Sin embargo, continuaría jugando en la Liga Venezolana de Invierno hasta 1986, se retiró a la avanzada edad de 46 años. Después de su retiro, Tovar se convirtió en manager del equipo venezolano en la Copa Mundial de 1990, y luego trabajó como coach en su país nativo. En 1991, empezó a tener dificultades cardíacas, lo cual pareció ser el resultado directo de su hábito de fumar. Pero rara vez vi el nombre de Tovar en los medios hasta el verano de 1994. Allí fue cuando supe que Tovar había fenecido, poco después de ser diagnosticado con cáncer pancreático. Sólo tenía 54 años. Cuando supe que Tovar había fallecido, me motivé a saber más de él. Conocía su nombre, pero sabía poco de los detalles de su carrera y vida. Mientras más descubría de él, más me intrigaba. Todavía estoy intrigado. Él tuvo una vida inusual, hasta extraña por momentos, una que tuvo su porción de misterio. Y sospecho que Cesar Tovar disfrutó cada minuto de ella. Sources: The Sporting News; Cesar Tovar’s biographical file at the National Baseball Hall of Fame Library Bruce Markusen es el gerente de Digital and Outreach Learning en el Salón de la Fama del Beisbol. Él ha escrito siete libros de beisbol, incluyendo biografías de Roberto Clemente, Orlando Cepeda y Ted Williams, y A Baseball Dynasty: Charlie Finley’s Swingin’ A’s, el cual fue premiado con la Medalla Seymour de SABR. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

viernes, 5 de junio de 2015

Card Corner (Esquina de las barajitas): 1973 Topps: Tommie Agee.

05-04-2013. Bruce Markusen. Cuando la Topps pintaba con atomizador las fotos de sus barajitas en los años ’70, la compañía usualmente aplicaba el arte a los retratos. Es relativamente fácil pintar los colores de los uniformes y gorras de un pelotero en una barajita. Pero la situación se complicó cuando la Topps decidió pintar fotos en acción, particularmente aquellas que presentaban otros peloteros en la imagen. No hay mejor ejemplo de eso que la barajita Topps de 1973 de Tommie Agee. Cuando esta foto fue tomada durante la temporada de 1972, Agee todavía jugaba con los Mets de Nueva York. Él es el pelotero en el extremo izquierdo. Los otros peloteros que persiguen el elevado son el jardinero derecho Rusty Staub, y el segunda base Ken Boswell. Ninguno de estos peloteros jugaba con los Astros en 1972, pero cuando los Mets cambiaron a Agee después de la temporada de 1972, Topps tuvo que entrar en acción. Sin fotos que mostraran a Agee con los colores rojo y blanco de los Astros, Topps decidió pintar esta foto en acción, lo cual implicaba a los otros peloteros en el proceso. Mientras Agee es el foco de la barajita, es interesante notar que Staub no perteneció a los Astros en 1972 o 1973, pero jugó para la franquicia entre 1963 y 1968. Similarmente, Boswell no jugó con Houston en 1972 o 1973, pero eventualmente se convertiría en miembro de los Astros en 1975. Quizás deberíamos llamar a esta barajita “Los fantasmas del pasado, presente y futuro de los Astros”. No hay otra curiosidad en referencia a esta barajita. Es la única barajita de la colección de 1973 que muestra a Staub. Él no tuvo una barajita regular con Topps ese año, o en 1972. ¿La razón? En esa época, la Topps negociaba contratos individuales con cada pelotero proyectado para formar parte de la nueva colección. Staub decidió no firmar contrato con la compañía de barajitas por dos años. No reaparecería en una colección de Topps hasta la temporada de 1974. Staub y Boswell nos proporcionan mucho material secundario para trabajar, pero Agee es el jugador que encuentro más intrigante. Tendemos a recordar a Agee por sus días con los Mets, pero él empezó su carrera en la organización de los Indios. Firmó con la tribu como agente libre amateur en 1961 y recibió un bono de 60000 $, hizo su debut en las Grandes Ligas la temporada siguiente. Lo llamaron en septiembre a la edad de 20 años, tomó 14 turnos al bate, bateó para .214. El recuerdo de esa última temporada marcó el inicio de cuatro tazas de café seguidas para Agee. Desde 1963 hasta 1965, él hizo apariciones breves , jugando en no más de 13 encuentros y bateando a lo sumo .167. La última taza de café ocurrió con otra organización; después de la temporada de 1964, los Indios enviaron a Agee y Tommy John a los Medias Blancas como parte de un cambio de tres equipos que también involucró a los Atléticos de Kansas City y envió de vuelta a Cleveland a Rocky Colavito No le tomaría mucho tiempo a los Indios para lamentar el cambio. Luego de la temporada de 1965, que fue alterada por una mano fracturada y después se la pasó entre Chicago y AAA, los Medias Blancas lo convirtieron en uno de sus jardineros regulares de 1966. Tenían tanta confianza en Agee que lo ubicaron en el jardín central, y movieron a Ken Berry, una eminencia defensiva. Aunque Agee era un jugador pequeño, cubría los jardines de cabo a rabo. Ahora más maduro a los 23 años, Agee aprovechó al máximo su nueva oportunidad. El día inaugural, Agee despachó un jonrón memorable contra el incómodo derecho Dean Chance. En la temporada, él bateó 23 jonrones y robó 44 bases, se convirtió en el primer jugador de los Medias Blancas en batear al menos 20 jonrones y robar al menos 20 bases en la misma temporada. Él desplegó una defensa tan espléndida en el jardín central que ganó el guante de oro. También gano el Novato del Año, venciendo a una clase de jugadores de primer año que incluía a Dave Johnson y el “Boomer”, George Scott. La votación por el premio probó que no hubo competencia, Agee barrió los 16 votos para primer lugar. También recibió un fuerte respaldo en la votación del jugador más valioso de la Liga Americana, llegó octavo en la votación anual. Si había un punto débil en el juego de Agee, era su habilidad para hacer contacto. Se ponchó 127 veces, convirtiéndose especialmente vulnerable ante pitchers derechos con buenos lanzamientos quebrados. Los pitchers se aprovecharon de las fallas en el swing de Agee durante su segunda temporada completa. A pesar de ir a batear casi 100 turnos menos, acumuló 129 ponches en 1967. Su promedio de bateo se precipitó desde su .273 como novato hasta .234. Se embasó solo 30% del tiempo mientras compilaba un disminuido porcentaje de slugging de .371. Aún una época de pitchers, esos números eran claramente inaceptables para un jardinero de poder al bate. La aparición de Agee en el Juego de Estrellas fue el único punto brillante en una temporada que epitomizó la maldición del segundo año. Bateó muy poco después del Juego de Estrellas, solo cuatro jonrones después del cásico de mitad de verano. Los Medias Blancas estaban tan disgustados con la actuación de Agee que decidieron cortar la relación con su voluntario centerfielder defensivo: luego de la temporada de 1967, lo enviaron junto al infielder de reserva Al Weis a los Mets por un paquete de cuatro jugadores encabezado por el dos veces campeón bate Tommy Davis y el pitcher veterano FatJack Fisher. Este fue un cambio que estuvo a punto de no ocurrir. Esto no es muy conocido, pero los Medias Blancas casi negociaron a Agee a otro equipo, en un cambio que habría dejado sin lugar la adquisición de los Mets del joven y atlético jardinero. En determinado momento, se suponía que Agee iba a ser enviado a los Medias Rojas en una negociación de alto impacto, un cambio pelo a pelo por el jardinero del Salón de la Fama Carl Yastrzemski. Los Medias Blancas y los Medias Rojas llegaron cerca de completar la transacción, pero el dueño de los Medias Rojas, Tom Yawkey, desistió a última hora, no quiso entregar a Yaz, porque era uno de sus peloteros favoritos. La decisión de Yawkey evitó que los Medias Rojas realizaran lo que hubiera sido uno de los peores cambios en la historia de la franquicia. El cambio a los Mets permitió un reencuentro para Agee, quien ahora era compañero de equipo de Cleon Jones. Ambos habían crecido como amigos cercanos en Mobile, Alabama; de hecho, nacieron con solo cinco días de diferencia. El reencuentro con Jones representaría el único punto positivo de la primera temporada de Agee en Nueva York. En el primer juego del entrenamiento primaveral de los Mets, Agee fue golpeado en la cabeza por una recta descontrolada de Bob Gibson, nada divertido. Ese pelotazo lo afectó todo el verano. Aunque se había establecido como el jardinero central de los Mets, Agee bateaba miserablemente. Tuvo una racha de 34-0 en abril, para igualar la marca de Don Zimmer en 1962 y colocarse en una situación difícil al inicio de la temporada. Solo batearía cinco jonrones en casi 400 turnos al bate. Negoció solo 15 boletos mientras se ponchaba 103 veces, una relación muy negativa para un jardinero regular de quien se esperaba colaboración ofensiva. Con un porcentaje de embasado de solo .255, Agee agenció un OPS de .562. Era el Año del Pitcher, pero claramente no era el año de Agee. Para su crédito, los Mets no se rindieron con Agee. Gil Hodges lo mantuvo como su centerfielder regular y abridor de la alineación. La confianza del manager dio resultado. A principios de abril, Agee se convirtió en el primer y único pelotero en batear un jonrón al primer piso del Shea Stadium, con un kilométrico estacazo de 480 pies ante Larry Jaster de Montreal. (Despues los Mets demarcaron el sitio donde cayó la pelota con el número 20 de Agee). Fue uno de los 26 cuadrangulares que bateó esa temporada. Él también patrulló el jardín central de Shea Stadium con velocidad y precisión, dotando a los Mets con ofensiva y defensiva. Claramente, él era su mejor jugador de posición. La actuación de Agee alcanzó un nivel superior en la Serie Mundial. Con la Serie igualada a un juego, los Mets y Orioles se prepararon para un crítico tercer encuentro. En el cuarto inning, con corredores en primera y segunda, Elrod Hendricks de Baltimore destapó un batazo a los profundo del left center field. Como le jugaba a Hendricks cargado hacia el jardín derecho, Agee corrió un estimado de 40 metros, lanzó un guantazo de revés y capturó la pelota en la punta de la malla de su guante. Al atrapar una pelota cerca del anuncio de 396 pies en left center field, Agee evitó que entraran dos carreras. Eso no fue todo. En la apertura del séptimo episodio, los Orioles llenaron las bases con dos outs, Paul Blair vino a batear. Blair descargó un linietazo hacia el right center field, la pelota parecía llevar etiqueta de doblete. Age persiguió la bola a poda carrera antes de lanzarse de cabeza. Mientras su abdomen se deslizaba en el borde de la grama de los jardines, Agee agarró la pelota antes que está aterrizara en la zona de seguridad. Esta vez había evitado tres carreras, lo cual habría acercado a los Orioles por una carrera con la carrera del empate en posición anotadora. Después del juego, Agee habló de los dos atrapadas milagrosas. “La primera fue la más difícil”, le dijo Agee a Lowell Reidenbaugh de The Sporting News. “Porque tuve que desplazarme a través de mi cuerpo y capturar de revés. Pensé todo el tiempo que tenía la segunda, pero el viento sopló y la hundió de pronto, por eso me tuve que lanzar por ella”. Por su parte, Gil Hodges pensaba que la segunda atrapada fue la más complicada de las dos, hasta el punto de calificarla como la mejor jugada que hubiera visto en la Serie Mundial. En el plato, Agee también hizo daño. Abriendo el cierre del primer inning, soltó un bombazo de cuadrangular por el center field, ante uno de los derechos más difíciles del juego, Jim Palmer. Apoyados por la actuación general de Agee, la cual Sports Illustrated llamó el esfuerzo individual más grande de un jardinero central en la historia de la Serie Mundial, los Mets se hicieron con el tercer juego en ruta a ganar la serie en cinco juegos ante los favoritos Orioles. En 1970, Agee probó que sus esfuerzos del campeonato mundial no fueron una casualidad. De hecho, bateó mejor, logró el mejor promedio de bateo de su carrera, .286 y un OPS de .812. Su temporada incluyó una seguidilla de 26 juegos batenado al menos un imparable y un juego en el cual bateó la escalera. También robó 36 bases, proporcionando a los Mets de Hodges una necesitada dosis de velocidad. Y ganó su segundo guante de oro. A los 28 años de edad, Agee parecía estar en el tope de su carrera. Entonces llegó una temporada de 1971 cargada de lesiones. Limitado a 113 juegos, principalmente por una rodilla lesionada, aún bateó para .285 y robó 28 bases, pero sus números de poder cayeron dramáticamente. El siguiente verano, la actuación general de Agee desmejoró mucho. Afectado por un músculo lesionado en el tórax, bateó .227 y vio su porcentaje de slugging caer por debajo de .400. Hasta su juego defensivo desmejoró. La contribución de Agee al campeonato mundial de 1969 y su popularidad con los aficionados de los Mets no iban a convertirlo un Met eterno. Luego de aquella temporada infructuosa de 1972, los Mets pusieron en el mercado al propenso a las lesiones Agee. Tambien había rumores, infundados pero existentes, de que los Mets sentían que Agee y Cleon Jones pasaban mucho tiempo juntos, hasta el punto de que habían creado un grupo exclusivo en el clubhouse de los Mets. Cualquiera que haya sido la razón exacta, el gerente general Bob Scheffing propuso un cambio de siete peloteros que habría enviado a Agee, los pitchers Gary Gentry y Danny Frisella, y otro pelotero a los Cachorros por el jardinero Rick Monday, el veterano pitcher derecho Bill Hands, y un tercer pelotero. Scheffing estaba listo para hacer el cambio, pero el manager de los Cachorros, Whitey Lockman lo desaprobó en el último minuto. En su lugar Scheffing hizo un cambio con Houston, envió a Agee a los Astros por el jardinero Rich Chiles y un alto prospecto de pitcheo, Buddy Harris. Aunque los Mets podían haber justificado el cambio por el declive de Agee, permanece vigente que recibieron muy poco en retorno por el talentoso jardinero central. Mientras los Mets decían que consideraban a Chiles un legítimo candidato para su vacante en la posición del jardín central, las palabras de un oficial anónimo de los Astros asomaban menos optimismo. “Él podría ayudar como emergente”, le dijo el oficial de Houston a The Sporting News, “pero no esperen que sea un jugador regular”. Chiles hizo poco por los Mets, pero Agee también falló en Houston, donde le fue más difícil batear en el ambiente del Astródomo que en Shea Stadium. También se tuvo que adaptar a jugar en el jardín izquierdo, los Astros tenían al supertalentoso Cesar Cedeño en el centro. En la primera mitad de la temporada, Agee mostró algo de poder, pero todos los otros aspectos de su juego cayeron. El 18 de agosto, los Astros se cansaron de Agee, lo enviaron a los Cardenales por el regreso del jugador del cuadro utility Dave Campbell. Agee hizo poco por los Cardenales en las últimas seis semanas de la temporada. Solo descargó 3 jonrones, bateó para .177, y se encontró en el banco. En las reuniones de invierno, los Cardenales lo negociaron a los Dodgers por el veterano pitcher relevista Pete Richert. Aunque la Topps imprimió una barajita de 1974 con la etiqueta de “cambiado” (traded) que mostraba a Agee usando el azul de los Dodgers, él no llegó a Los Angeles para el día inaugural. El 26 de marzo, en medio del entrenamiento primaveral, los Dodgers despidieron a Agee. Aunque solo tenía 31 años, nadie lo reclamó. Fue forzado a retirarse, a una edad cuando muchos peloteros aun están cerca de su tope. Agee escogió dejar el juego por completo, pero permaneció siendo popular para los aficionados de los Mets quienes recordaban la época de finales de los ’60 y comienzos de los ’70. Ël siguió en contacto con sus aficionados mediante apariciones de caridad regulares y conduciendo numerosas clínicas de beisbol para niños. También hizo una memorable intervención como él mismo en un episodio de Everybody Loves Raymond. También había algo más que beisbol en la vida de Agee. Un hombre de negocios inteligente, él abrió un bar cercano a Shea Stadium y se convirtió en un exitoso ejecutivo de seguros en sus días posteriores al beisbol. Desafortunadamente, también tuvo problemas de peso y desarrollo un cronicismo cardíaco. El 22 de enero de 2001, los aficionados de los Mets tuvieron que afrontar uno de los días más tristes en la historia de los Mets. Se enteraron de que Agee había sufrido un ataque masivo al corazón mientras salía de su oficina de la ciudad de Nueva York. Poco después, falleció en Bellevue Hospital. Fue la misma causa de muerte que se había llevado a su manager, Gil Hodges, quien había fallecido durante la primavera de 1972. Agee tenía solo 58 años de edad, lo cual hizo la noticia más dura para los aficionados de los Mets. Aunque Agee jugó solo algunas de sus 12 temporadas con los Mets y no empezó ni terminó su carrera con la franquicia, se ha convertido en un símbolo duradero del inesperado éxito del equipo en 1969. Otros jardineros centrales de calidad lo han seguido en el uniforme rayado de los Mets, incluyendo a Lee Mazzilli, Mookie Wilson, y Lenny Dykstra. Todos se hicieron favoritos de los aficionados de los Mets, pero ninguno más que su primer grande en el centro, Tommie Agee. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

lunes, 1 de junio de 2015

Debut de Grandes Ligas, un sueño hecho realidad para Eduardo Rodríguez.

29-05-2015 Boston (CBS). El plan era que Eduardo Rodríguez hiciera una apertura, para darle a la rotación de abridores de los Medias Rojas un día adicional de descanso, y entonces regresar a AAA. Pero el joven de 21 años hizo difícil que se cumpla ese plan con su debut estelar en MLB el jueves en la noche. Rodríguez apagó a los Rangers por 7.2 innings, permitió solo tres imparables y ponchó siete en la victoria de Boston 5-1. El novato también jugó el papel de stopper, porque el triunfo acabó con una seguidilla de tres derrotas de Boston. El zurdo dijo que le tomó unos pocos lanzamientos para clamarse, a pesar de hacer su debut ante una alineación que ha sido la mejor del beisbol en las últimas dos semanas. “No estaba nervioso después de los primeros lanzamientos”, le dijo Rodríguez a los reporteros después de su trabajo. “Salí y vi las luces del estadio, y dije, ‘Así es como es esto’”. La mayor parte del juego, Rodríguez hizo que las cosas parecieran fáciles. Retiró en orden a los Rangers en el primer inning, ponchando a Prince Fielder para terminar la entrada, y luego de permitir doblete a Josh Hamilton en el segundo inning, retiró a los próximos 10 bateadores. Caminó a Elvis Andrus en el cierre del cuarto, pero siguió con trs ponches seguidos para cerrar el capítulo. Rodríguez también retiró el séptimo inning a paso de conga, y regresó para el octavo episodio. Ponchó los primeros dos bateadores pero se metió en problemas al caminar a Robinson Chirinos (noveno bateador de Texas) y recibir imparable de Delino Deshields. Eso terminó su noche, pero los siete innings de blanqueo de Rodríguez fueron la cifra más alta para cualquier lanzador de los Medias Rojas esta temporada. “Estuvo sobresaliente”, dijo el manager John Farrell después del triunfo. “Muy impresionante. Estaba imbateable. Él lanzó muchas rectas de calidad en strike, particularmente bajas…Ver el la parte media de su alineación, la manera como reaccionaron ante su recta, la pelota se le movía, podía engañar con sus envíos. Una salida muy impresionante”. ¿Qué hay del futuro del novato? Fue llamado para servir como sexto abridor el jueves, ¿pueden los Medias Rojas enviarlo de vuelta a Pawtucket luego de un debut tan dominante? “Él no ha hecho nada para alterar ese plan”, dijo Farrell. “Nos dio exactamente lo que esperábamos ver y más. En este momento no hay decisión de si hará o no su próxima apertura con nosotros. Espero que lo haga”. Rodríguez, a quien Boston adquirió de Baltimore en la fecha límite para realizar cambios la temporada pasada por Andrew Miller, dijo que durmió bien la noche del miércoles, y tuvo un sueño con su debut. La realidad que ocurrió el jueve por la noche fue mejor que lo que él había soñado la anoche anterior. “El juego fue mucho mejor”, dijo Rodriguez. “En el sueño yo permití una o dos carreras. Pero el juego fue mucho mejor”. El debut del novato fue también un sueño hecho realidad para Boston, por la inconsistencia de la rotación de abridores del equipo toda la temporada. Rodríguez llegó al juego con expectativas muy altas, y por una noche, las cumplió. Y lo más importante, el joven de 21 años disfrutó mucho haciendo lo que siempre había esperado hacer. “Fue muy divertido”, dijo Rodríguez. “Primera vez en Grandes Ligas, primera vez en un estadio de Grandes Ligas. Muy divertido”. Traducción: Alfonso L. Tusa C.