viernes, 20 de noviembre de 2015

Dave Parker batalla con el Parkinson y hace las paces con su pasado beisbolero.

Mike Bass, Especial para Bleacher Report. 01-04-2015. Una mujer toma una foto con su teléfono celular de Dave Parker y dice, “Te ganaste la primera foto de mi teléfno nuevo” Parker dice, “No pudiste haber escogido un mejor objetivo”. Es temprano en la tarde sabatina en el show de autógrafos de los suburbios de Chicago. El fin de semana inaugural de March Madness domina la escena deportiva de la nación, pero esto es diferente. Esto es personal. Las marcas de los patrones se alinean para el mejor, más gritón, más malo, más extravagante, más orgulloso beisbolista de finales de los años ’70. Un hombre saca una fotografía de Parker anotando ante el cátcher Carlton Fisk en el Juego de Estrellas de 1977 y dice que casi le pidió a Fisk que firmara en su nalga. Parker dice, “Él usaría toda la tinta firmando mi nalga”. La revolución que era Dave Parker hacía incomodar a algunas personas. Especialmente en Pittsburgh. Y cuando los años ’70 se convirtieron en ’80, y las lesiones a veces mantenían al primer beisbolista de un millón de dólares por año fuera de forma o de la alineación, la animosidad crecía mientras su productividad caía. Hubo el divorcio de los Piratas y la admisión de uso de cocaína en los juicios de drogas del beisbol en 1985, pero también un renacimiento de vuelta a casa en Cincinnati. Otro divorcio, esta vez de los Rojos, lo que trajo otra resurgencia, esta vez como bateador designado en la Liga Americana. Un hombre abre el programa de la Serie Mundial de 1988 en la foto de los Atléticos de Oakland y señala a Parker. Parker dice, “Yo puedo ser el tipo mejor parecido de la foto”. Por casi 20 años, su voz de metal pesado resonó en los camerinos. Su personalidad se convirtió en la del equipo. Él usaba la adulación y el ridículo, te la juraba y juraba contigo, te hacía reir y te hacía mejor. Un hombre le pide a Parker que pose para una foto de celular y se toma un tiempo para buscar el mejor ángulo. Parker dice, “No es tan difícil hacerme lucir bien”. El hablaba en la manera como jugaba. Competía con agresividad y hablaba con fruición. Las palabras algunas veces alienaban a la ciudad de clase trabajadora que ayudó a ganar una Serie Mundial. Al final, las acciones lo conectaron con los compañeros que lo experimentaban cada día, lo veían fajarse con las operaciones y correr sobre los cátchers sin miedo a las repercusiones. Solo habría repercusiones. A él le gustaría saber si ellos eran más severos de lo que cualquiera notara en ese momento. Le gustaría saber si jugar tan duro le causó los temblores en su mano derecha. Le gustaría saber si jugar tan duro le causó que su voz se suavizara, sus palabras se hicieran menos pronunciadas, que su balance empezara a fallar. Le gustaría saber si jugar tan duro le causó el mal de Parkinson. Él sabe que jugar tan duro no lo llevó a Cooperstown. Y eso es duro para él. Especialmente ahora. “Me habría gustado haber estado en el Salón de la Fama cuando pude haberlo disfrutado apropiadamente”, dice él. “No es que no pueda ahora, pero el mal de Parkinson tendría algo que decir al respecto”. Parker fue diagnosticado hace dos años cuando fue a una revisión física. El doctor notó un temblor en su mano derecha. Era el mal de Parkinson. Él le dijo al mundo el verano pasado que tenía la enfermedad, la cual ataca las células nerviosas cerebrales y afecta el movimiento. Cerca de un millón de personas en los Estados Unidos tiene el mal de Parkinson. No hay cura. No hay manera de parar el progreso de la enfermedad. Tampoco hay tiempo de duración. La única manera de ayudar es manejar los síntomas. Su estado mental: “Tengo que aceptar este reto y tratar de vencerlo”. No hay rabia en sus palabras, ni amargura. Y si se conoce a Parker, se sabe que él no tiene problema en expresar descontento. Pero luego de jugar alrededor de dos décadas y luego vivir a través de más de dos décadas desde entonces, él ha hecho las paces con mucho de lo que le molestaba en el beisbol. Se ha reconciliado con los Piratas de Pittsburgh y ya no está molesto con Marge Schott y Pete Rose en Cincinnati. Pero él todavía no sabe porque los votantes el Salón de la Fama no lo escogen. “¿Es que no se fajaba? ¿Todo el tiempo? Él insiste en que lo hacía. Está muy orgulloso de eso. No había sutilezas, ni rubor. Si un cátcher bloqueaba el plato, Parker volvía a ser el mariscal de campo de la secundaria Cincinnati Courier Tech. El estima que tal vez hubo siete u ocho colisiones en el plato durante su carrera. ¿Recuerdan el encontronazo en el plato con el cátcher de los Mets, John Stearns en junio de 1978? ¿Dónde Parker se rompió el hueso malar? Stearns mantuvo la pelota pero Parker dice que no recordaba eso al principio. No podía recordar si fue quieto o out. En retrospectiva, Parker insiste en que tuvo una concusión. “Nadie lo diagnosticó entonces”, dice él. “Se decía que la campana había sonado, y había que seguir”. Una vez que su mandíbula soldara lo suficiente, el regresó en dos semanas, usaba un casco híbrido de futbol y beisbol que lo protegería y terminó una temporada de jugador más valioso. “Es un juego físico”, dice él. “Tuve algunas lesiones en la cabeza. Al ser tocado en la cabeza al lanzarme en segunda base para ejecutar un robo, ese tipo de cosas ocurre todo el tiempo en el beisbol. Así que pudiera ser una acumulación de impactos en la cabeza”. En diciembre de 2012, él introdujo un reclamo de compensación laboral en California por lesiones surtidas, incluyendo múltiples en la cabeza. Aún espera por una respuesta. Aún, él no puede imaginar jugar el juego de otra manera que como lo jugó. Él no responsabiliza a MLB por las colisiones en el plato o está de acuerdo con el esfuerzo por restringirlas. Altera lo que es natural, dice él, y podrías incrementarla posibilidad de las lesiones. “¿Qué van a hacer ellos, ponerle faldas a los muchachos? Dice Parker como reverencia a otro hombre espectáculo de los años ’70 en Pittsburgh, el linebacker Jack Lambert, quien usaba una línea similar acerca de las reglas para proteger a los quarterbacks. “Esa es una reacción espontanea”. Así que si las colisiones le ocasionaron lesiones de cabeza que ayudaron a producirle el mal de Parkinson, así será. Dr. Rajeev Kumar tiene un mensaje para Parker. “Si ve a Dave dele mis mejores deseos y dígales que atesoro su barajita de beisbol”. Kumar es un experto en mal de Parkinson y director médico del Rocky Mountain Movement Disorders Center en Denver. Él y Parker no se conocen. Y, desafortunadamente, no puede decirle a Parker exactamente cual papel jugaron las lesiones de cabeza en el desarrollo de su enfermedad. “Esa es una pregunta que nadie puede responder en este momento”, dice Kumar. “Lo que sabemos es que hay una correlación estadística entre las lesiones anteriores de cabeza y el riesgo incrementado de subsecuente desarrollo del mal de Parkinson. Pero en individuos, no se puede decir que tanto puede influir eso. Tal vez ninguna, dice el Dr. James C. Beck, Ph.D y vicepresidente de asuntos científicos para la Parkinson's Disease Foundation. Él dice que normalmente hay un 0.6 porciento de oportunidad de contraer el mal de Parkinson (aunque Kumar dice que está alrededor del 1 porciento). Beck y Kumar concuerdan en que otro factor probablemente es más significativo: la hermana mayor de Parker tiene el mal de Parkinson. Ella tiene 66 años y ha tenido la enfermedad por siete años hasta ahora, de acuerdo a Parker. Beck dice que un padre o hermano con el mal de Parkinson dobla el riesgo normal a 1.2 porciento. Kumar dice que el riesgo se triplica hasta 3 o 4 porciento. “Algunas personas dicen que es hereditario”, dice Parker. “Pero nadie sabe lo suficiente acerca de la enfermedad para tomar una determinación de ese tipo. Es una enfermedad relativamente desconocida. Pero si está en tus genes, ¿qué puedes hacer?” Hasta ahora, Parker ha tratado de atacar al mal de Parkinson por la vía natural. Temía que los medicamentos le produjeran efectos colaterales. La dieta y los ejercicios le han ayudado. Mírenlo. Tiene 62 años pero no parece tan viejo. Aún es La Cobra. “No sabes por cuanto tiempo durarán las células cerebrales”, dice Parker. “Me lo tomo día a día. Me dicen que me mantenga activo. Por eso estoy tratando de establecer una rutina vigorosa de ejercicios”. Solo ahora, están empeorando los temblores. Su balance es preocupante. Está planeando ver a un especialista por primera vez. Está abierto a tomar medicamentos. Solicitará ayuda para su habla. Su voz se entiende perfectamente en persona si estás cerca de él, pero el tiempo de respuesta es un poco lento. “Es algo difícil de ver”, dice el antiguo compañero en los Rojos, Eric Davis, quien llama a Parker su “segundo padre” y a quien Parker llama “mi hijo del beisbol”. “Cuando piensas en Dave, piensas en La Cobra. Yo pienso en mi papá. Pienso en la física detrás de La Cobra”. La primera vez que Davis notó el efecto del mal de Parkinson en Parker fue en la inducción al Salón de la Fama del compañero en los Rojos Barry Larkin. “Estábamos en Cooperstown. Fue duro. Pero eso nunca me va a detener de estar alrededor de él o de acercarme o llamarlo y ver como le va”. Parker fue una especie de superhéroe para él. Un fenómeno. Hay una leyenda de ligas menores, él bateó una pelota en West Virginia que fue recuperada 150 millas más tarde luego que aterrizara en un camión de carbón que finalmente se paró en Columbus, Ohio. Con los Piratas, un año, él descosió la cubierta de una pelota. Literalmente. Él ganó dos títulos de bateo (1977, 1978), un MVP (1978), tres guantes de oro y una Serie Mundial con los Piratas. Eso no fue suficiente para complacer a Pittsburgh. Él se convirtió en el primer beisbolista en promediar más de un millón de dólares al año, incluyendo dinero diferido, cuando firmo un acuerdo de cinco años antes de la temporada de 1979. Y eso fue mucho para complacer a Pittsburgh. Su contrato llegó luego de una temporada de jugador más valioso, pero eso lo distanció de la ciudad. Con el paso de los años, los fanáticos le lanzaron un bate, una media llena con tuercas y tornillos, una batería de nueve voltios y más. Los Piratas estaban en camino a una Serie Mundial en 1979, pero Parker era negro e impetuoso y ahora el pelotero más rico del juego, y él se preguntaba si esa combinación había funcionado contra él. Y a medida que las lesiones afectaron sus condiciones y productividad durante el resto de su tiempo en Pittsburgh, la animadversión empeoró. De ambos lados. “Cualquier pìonero va a pagar el precio”, dice Parker. “Jackie Robinson pagó el precio por ser el primer afroamericano em las Grandes Ligas. Yo revolucioné el salario en MLB, y pagué el precio por ser el primero. Durante aquel tiempo en Pittsburgh, cuando las industrias del carbón y el acero no estaban bien, las personas no se podían identificar con alguien quien tuviese un salario de más un millón de dólares por jugar un juego de niños. Esa es una de las razones por las que me puse el zarcillo (por la serie Mundial de 1979) para simbolizar fuerza. Sé que pagué el precio, para hacérselo más fácil al que viniese detrás de mí, siempre tuve eso en mi mente”. Parker se fue después de la temporada de 1983, pero él y los Piratas chocarían otra vez.. Durante el juicio al beisbol por cocaína que estremeció el juego, él admitió usar la droga recreacionalmente desde 1979 hasta finales de 1982. Los Piratas entonces reclamaron su dinero en la corte. Parker insiste en que el no cometió fraude, señalando a su título de bateo ese primer año del contrato. Ellos se arreglaron fuera de la corte. Hoy, la animosidad ha desaparecido. Hay dueños diferentes a los que fueron por su dinero. Él ha servido como instructor especial para el equipo. Aparece regularmente en los festivales de los Piratas. “Voy a Pittsburgh alrededor de cinco veces y hago cosas con la organización”, dice él. “Cualquier problema que ellos tuvieran conmigo está definitivamente borrado y perdonado. Me tratan como a la realeza cuando esty en Pittsburgh. Si llego a ingresar al Salón de la Fama, lo haré como un Bucanero”. ¿Por qué la transformación? “Le tomó algún tiempo madurar a ambas partes”, dice él. “Aceptarme como soy, y yo aceptarlos a ellos como son”. Él ha hecho las paces con muchos. Tomemos a Pete Rose. Los Rojos cambiaron a Parker a Oakland después de la temporada de 1987. Él predijo que los Rojos terminarían terceros o cuartos. El entonces manager Rose criticó el liderazgo de Parker. Parker dijo que era un chivo expiatorio, Rose un agresor por la espalda. Hoy, Parker elogia a Rose. Ellos tienen un “nexo especial”, dice Parker. Estar en el círculo de prevenidos cuando Rose rompió el record de hits de Ty Cobb de todos los tiempos, permanece como uno de los momentos más grandes de la carrera de Parker. “Yo estaba un poco molesto, pero yo y Pete somos buenos amigos”, dice Parker. “Nunca dejamos de tener buen trato. Él dijo lo que tenía que decir, yo dije lo que tenía que decir, y la vida continuó”. Él hasta ha disculpado a la dueña de los Rojos Marge Schott, quién lo llamó despectivamente “million-dollar n----r”. “Yo soy cristiano”, dice Parker. “Yo disculpo, y la disculpé”. Ahora, los Rojos lo inducirán en su Salón de la Fama en agosto”. Esto significa mucho para él. Él creció cerca del viejo Crosley Field. Iba a los juegos y abría las puertas de los taxis por un cuarto de dolar o dos en propinas. Vendía las pelotas que eran bateadas fuera del viejo parque de los Rojos. Veía e idolatraba a las estrellas afroamericanas Frank Robinson y Vada Pinson. Él espera que la ceremonia sea emocionante. Ha visto el museo del Salón de la Fama de los Rojos y dice que es “muy agradable”. Excepto… “Ellos solo tienen una exhibición mía. Con la producción que tuve aquí, pensé que estaría más de una vez ahí”. Él debió haber perdido las otras, dice el director ejecutivo del Salón de la Fama de los Rojos. Contó tres en total. Y eso fue antes de la nueva exhibición en la ciudad de los Rojos. Walls, quien había pasado algún tiempo de calidad con Parker durante la inducción de Larkin al Salón de la Fama de Cooperstown hace un par de años, fue el afortunado quien llamó a Parker y le dijo de su selección para el Salón de los Rojos. “Él es de habla suave ahora, y estaba muy humilde y sorprendido hasta cierto grado”, dice Walls. “Para un tipo como este ser honrado en su ciudad natal, y tal vez porque ha pasado cierto tiempo, esto significa mucho, significa más…Si se hace eso inmediatamente, no sé si todos lo aprecian a plenitud. El tiempo cura muchas cosas y te hace poner las cosas en perspectiva”. En cuatro años con Cincinnati, Parker promedió 27 jonrones, 108 carreras empujadas y 158 juegos. Él probó que lo podría hacer de nuevo cuando estaba relativamente sano. Él rápidamente se encargo del camerino. Davis recuerda tener 21 años y encontarse con Parker por primera vez en el entrenamiento primaveral, ver a Parker salir de su Porsche. “Yo estaba nervioso porque ese era Dave Parker, era La Cobra”, dice Davis. “Nunca lo había visto en persona, pero si lo había visto por televisión y había aprendido y respetado su juego y lo idolatraba. Y entonces tuve el atrevimiento de presentarme, y él me disparó como una bala. ‘S—t, sé quien eres muchacho. No te puedes presentar por tu cuenta. Solo ven conmigo, y vas a estar bien’. Y nunca me fui de su lado hasta que lo cambiaron”. En 1985, Parker terminó segundo de Willie McGee en la carrera por el premio al jugador más valioso. Si algo todavía molesta a Parkers acerca de su estadía en Cincinnati es eso. Nada contra McGee, dice Parker. El jardinero de San Luis lideró la liga en bateo (.353) con los Cardenales camino hacia los playoffs. Parker lideró la liga en carreras empujadas (125) y terminó segundo en jonrones (34) y quinto en bateo (.312) para los Rojos que llegaron segundos. Parker culpa al columnista Dick Young de Nueva York y a otros periodistas quienes le pasaron factura por el juicio de la cocaína. “Eso pudo haber hecho la diferencia para el Salón de la Fama, dos MVP, un par de títulos de bateo”, dice Parker. “Así que ese MVP fue vital”. Parker inició una fundación para el mal de Parkinson el año pasado. Esta basada en Cincinnati, pero el está extendiéndose y trabaja con organizaciones de Florida y Pittsburgh. Él también quiere ayudar a traer el beisbol al centro de la ciudad, traer a los afroamericanos de vuelta al juego. Una academia a través del programa RBI de MLB está en los planes de su nueva vecindad. “Yo bajé de nivel y me salí de mi gran lugar para mudarme al otro lado de la calle de esta academia”, dice Parker. “El beisbol parece seguirme”. El lugar nuevo es agradable. Por el momento. Él está retirado, vendió sus franquicias de pollos Popeye’s, y pasa los fines de semana con los nietos. Planea mudarse otra vez, a Florida esta vez, tal vez el próximo año. Luego de este invierno brutal, su esposa Kellye está lista para un clima mas caliente y quiere coordinar con sus niños. Parker llama a Kellye “mi roca”. Han estado casados por 30 años, y ella tiene en parte el crédito de que él dejara de usar cocaína. “Estaba planeando casarme”, dice él, “y no quería que eso fuera parte de mi vida”. Él dice que ella se acercó a su mal de Parkinson de la manera que él lo hizo: Esto es lo que es, y vamos a hacer todo lo que necesitemos para pelear con eso. Muchos compañeros antíguos y amigos del beisbol se están acercando. El antiguo compañero en los Piratas y Angelinos Bert Blyleven, cuyo padre falleciera luego de batallar con el mal de Parkinson por casi 20 años, dejó un mensaje telefónico para él. El antíguo jardinero de los Rojos Kal Daniels pudo hablar con él por teléfono. Y eso le impactó. “Él quería agradecerme por enseñarle los fundamentos del beisbol y ayudarlo”, dice Parker. “La conversación se puso tan sentimental que casi lloré. Tenía lágrimas rodando en mi cara. Eso hace que todo valga la pena”. Hubo un homenaje para Parker el noviembre pasado en Cincinnati. Antiguos Rojos y Piratas asistieron, desde Davis hasta Daniels, desde Al Oliver hasta Larry Demery. Parker estaba muy emocionado de que Buddy Bell hubiese encontrado tiempo entre sus deberes como vicepresidente/asistente al gerente general de los Medias Blancas, pero Cincinnatio también es el hogar de Bell, y Parker fue “uno de los mejores compañeros que tuve”, una “dosis de medicina cada día” en el clubhouse de los Rojos y “un líder natural” quien “se relacionaba con todos”. “Cuando te haces un poco viejo y miras las cosas en retrospectiva, te das cuenta de lo que ciertas personas significan para ti”, dice Bell. “Él es un buen amigo y es una muy buena persona, y yo quería ayudar de alguna manera”. Ver a Parker tener que lidiar con el mal de Parkinson, dice Bell, fue descorazonador. Ver como se estaba fajando con eso, sin embargo, fue ver al antíguo Dave Parker. “Él nunca te hacía sentir incómodo”, dice Bell. “Jugaba acerca de eso un poco. Él aún tiene esa intensidad, esa inteligencia que siempre tuvo”. Larkin mencionó a Parker muchas veces en su discurso del Salón de la Fama. Él recordó llegar a los Rojos por primera vez en 1986, y Parker lo tomó de la mano y lo llevó al casillero de su ídolo, David Concepción. Parker presentó a Larkin y dijo, “Él se hará cargo de tu posición”. “Pops, me inculcaste algo ese día”, dijo Larkin de Parker en ese discurso. “Fue acerca de la confianza. Aprecio eso”. Un hombre le pide a Parker que le firme “Cobra” y “78 MVP” y le dice a Parker, “Deberías estar en el Salón de la Fama” Parker dice, “Me siento burlado”. Firmar autógrafos por una hora o más es más difícil de lo que Parker había imaginado. Puede hacerlo por 10 o 15 minutos en el hogar, nada del otro mundo. Él usa un brazalete de goma en su muñeca derecha escrito en letras mayúsculas, “Lo que sea que haga falta para vencer al mal de Parkinson”. La mano derecha no tiembla, mientras empuña el bolígrafo o marcador. Firma metódicamente, con orden, con cuidado. Él disfruta claramente interactuar con los aficionados. Ellos le cuentan sus historias. Son fanáticos de los Rojos, de los Piratas, de Parker. Él sonríe con ellos con calidez, sinceramente, dice unas pocas palabras. Ellos dicen “Gracias por las memorias, hombre” y “gracias por ser tú”. Parker pregunta si debería escribir “Reds H of F” en una foto de él con el uniforme de Cincinnati y el hombre acepta con alegría. Parker solo desea que pudiera ser más símple. Solo “H of F”. Sus quince años de elegibilidad con los periodistas han pasado. Él se pregunta si su exclusión fue personal. ¿Fue por los juicios de drogas de 1985? ¿Por ser extrovertido? Le gustaría saber si el juego le pasó factura, por qué nadie lo firmó en 1992, por qué nadie le dio la oportunidad de llegar a los 3000 hits para asegurar una invitación a Cooperstown, en vez de quedarse a 288 imparables de la marca. Si, él tenía 40 años cuando terminó la temporada de 1991, venía de un año decepcionante, pero había sido bateador designado del año las dos temporadas anteriores. “Te encuentras con tipos que llegan cerca de marcas importantes como yo, con los 3000 hits, ellos te dejan colgando”, dice Parker. “Hay una especia de red de buenos chicos viejos en ese respecto. Yo jugué con tipos en la última etapa de su carrera, y les permitieron llegar a los 3000 hits. Les permitieron alcanzar sus marcas importantes. Hubo tipos en la liga que participaron en un juego de estrellas como despedida, y les decían que le iban a lanzar. Yo no tuve esa oportunidad”. Él ha encontrado respaldo en Pittsburgh y Cincinnati, pero ¿podrá encontrar el último respaldo de su carrera de beisbol? Él dice que los periodistas no aprecian como el resistió las lesiones en la rodilla, brazo y otras para hacer lo que hizo. Entonces, otra vez, en su primera ronda con el Comité de la Era de Expansión, también pasó sin éxito. En diciembre, tres managers fueron escogidos en la Clase de 2014. Cero jugadores. Cero Parker. Davis no puede imaginar un Salón de la fama sin Parker. Y no puede digerir que los jugadores de hoy no sepan de Parker o de lo que él significó para el juego, que no les importe la historia del juego, la historia negra del juego que Parker trató de enseñarle a Davis. “Él siempre hablaba de eso, de sentirse orgulloso de si, sentir ogullo por lo que hizo Jackie, sentir orgullo por lo que hizo Martin Luther King, sentir orgullo en como crear un legado”, dice Davis. “Y eso es todo lo que pensaba de su legado”. Y él sabe que el Salón de la Fama significa mucho para Parker, aún si su segundo padre no pueda disfrutarlo ahora debido al mal de Parkinson. La próxima inducción de la Era de Expansión será en 2017. El Dr. Kumar dice que los primeros 10 años después del diagnóstico del mal de Parkinson una persona puede llevar una vida relativamente normal. Parker estaría alrededor del final de eso cuando el comité se reuna de nuevo. Mientras tanto, Parker sigue con su vida y enfrenta su enfermedad. Abril es el mes de conciencia del mal de Parkinson, y Parker trata de ayudar. Como solo él puede. “Yo estaba en una clínica de beisbol, y uno de los muchachos de secundaria dijo, ‘¿Como te afecta el mal de Parkinson?’” dice Parker. “Le dije en broma, ‘Bien, puedo hacer una merengada. Todo lo que tienes que hacer es poner el vaso en mi mano’”. Mike Bass fue reportero deportivo y columnista del Cincinnati Post cuando Parker jugaba para los Rojos a mediados de los años ’80. Bass también escribió la biogarfía no autorizada Marge Schott: Unleashed, la cual observó la controversia que involucró a la antigua dueña de los Rojos y a Parker. Traducción: Alfonso L. Tusa C. .

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