lunes, 7 de noviembre de 2016

Irregularidades

Un equipo de beisbol puede pasar por diversas situaciones de fallas en su funcionalidad, en su sinergia, en su coordinación y es normal que eso ocurra dentro de la naturaleza del ser humano, proclive a cometer errores y a tener períodos difíciles que pueden requerir de mucha reflexión y análisis. Sin embargo existen situaciones particulares cuando esas averías pueden significar señales muy profundas de falta de entusiasmo, descuido o desgano. Eso fue lo que se sintió este domingo, 06 de noviembre de 2016, en el estadio José Perez Colmenares de Maracay. En determinado momento batearon un roletazo duro cercano a la raya de tercera base y Ronny Cedeño atacó la pelota de lado, por supuesto no pudo manejar el batazo y el corredor se embasó. Luego en otra jugada con un toque entre el pitcher y tercera base, Ronny se quedó petrificado cerca de tercera base y cuando reaccionó ya la pelota se había escurrido en la grama. Luego en otro momento del juego José Tábata y Frank Díaz lucieron muy deficientes ante elevados atrapables en el jardín central e izquierdo respectivamente, ninguno de los dos tuvo control de la pelota lo cual se evidenció cuando en última instancia intentaron saltar hacia atrás y la pelota los sobre aun por sobre de sus guantes extendidos. Algo muy triste a nivel profesional, donde se supone que esos errores deberían estar casi descartados. Por otro lado en el transcurso del juego, los relevistas volvieron a mostrar su tendencia al descontrol, señal catastrófica a la hora de evaluar las posibilidades de éxito de un lanzador y particularmente un relevista. Episodios como estos, que se han repetido con cierta regularidad en estos primeros 24 juegos del Magallanes, indican que se puede hacer tarde, que se puede agravar esa situación de equipo sin alma, sin motivación que ha ondeado en la cubierta del barco y con la cual es muy difícil ganar seguido como lo requiere el equipo cuanto antes. Alfonso L. Tusa C.

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