miércoles, 5 de diciembre de 2018

La esperada llegada de Edgardo Alfonzo al Salón de la Fama magallanero es una realidad.

De seguro la defensiva de Edgardo Alfonzo estaba muy por encima del promedio, sin embargo lo que más recuerdo de su desempeño en un diamante beisbolero es su pasmosa habilidad para dirigir la pelota hacia la banda contraria, fuese una pelota dragada entre pitcher, segunda y primera base, una línea pegada a la raya de canal del jardín derecho, una bala fría justo detrás de primera base o un trepidante estacazo contra la pared entre el jardín central y el derecho, Alfonzo representaba un dolor de cabeza agudo para los lanzadores y toda la defensa del lado derecho del campo, porque por más que se ubicaran en las más rebuscadas configuraciones, Alfonzo siempre encontraba los pasadizos para ubicar sus conexiones, las cuales por lo general ocurrían hacia el último tercio del juego, cuando los dientes están más apretados y los pitchers se esmeran en lanzar sus envíos más difíciles. En particular en mi memoria se quedó grabado un batazo de Alfonzo que no salió dirigido hacia el lado derecho. Ocurrió en un Caracas-Magallanes diurno en el Universitario. Era la campaña de novato de Alfonzo y se había quejado con el cuerpo técnico porque no lo ponían a jugar. En ese juego, Tim Tolman lo trajo de emergente en el octavo inning con la encomiendo de tocar la pelota, luego de ponerse en dos strikes, Alfonzo ejecutó la bicicleta y largó un rodado candente que pasó cerca de la segunda almohadilla y el campocorto no pudo llegar, la carrera de ponerse adelante cruzó el plato y Alfonzo levantó los brazos al pasar sobre la primera base. En una edición de aquel recordado programa radiofónico “Los Eternos Rivales”, Oscar Prieto Párraga se lamentó de que Magallanes le había robado a Edgardo Alfonzo. John Carrillo le respondió que eso no era verdad. Edgardo estuvo en una sesión de prácticas con los Leones, lo llevó su hermano Edgar y en esa ocasión no lo firmaron, quedaron pendientes. Entonces Gregorio Machado, quien había firmado a Edgardo para los Mets de Nueva York, lo llevó al José Bernardo Pérez de Valencia y el propio Carrillo junto con Machado, ni cortos ni perezosos lo firmaron para los Navegantes. “A usted nadie le quitó a Edgardo Alfonzo, usted tuvo su oportunidad y no lo firmó, así que no venga a hora con cuentos trasnochados”. Allí se desarrolló otro de aquellos encendidos asaltos propios de la intensidad de ese programa, en verdad dolía haber dejado de firmar a un pelotero como Edgardo Alfonzo, cuando lo habías tenido allí, al alcance de la mano y por omisión, descuido o tontería, y lo dejaste irse. Edgardo Alfonzo se estableció en la esquina caliente, luego por requerimientos de los Mets hizo la transición hacia la intermedia. Sin en la antesala era muy bueno con el guante, en la intermedia resultó mejor, hasta el punto que en 1999 perdió el guante de oro ante Pockey Reese cuando participó en más juegos (158 por 146), tuvo más dobleplays (98 por 91) y mejor promedio defensivo (.993 por .991), amén de sus números ofensivos. Resultó clave en los títulos magallaneros de las temporadas 1995-1996 y 1996-1997. En la primera ante Cardenales de Lara resultó líder en imparables con 12 igualado con Miguel Cairo y en carreras anotadas con 8. En la segunda ante Leones del Caracas, Alfonzo conectó triple en el cuarto inning del primer juego ante Omar Daal y luego anotó remolcado por imparable de Richard Hidalgo. En el segundo desafío Caracas ganaba 3-0 en el cierre del sexto episodio cuando Alfonzo negoció boleto ante Matt Herges quien había retirado a 7 en fila, para iniciar la reacción que permitiría igualar el marcador mediante dobles seguidos de Hidalgo y Luis Raven, más elevado de sacrificio de Cheo Malavé. A partir de allí los Navegantes marcaron anotaciones en los innings siguientes para llevarse el triunfo. Alfonso L. Tusa C. © 04-12-2018.

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