Fèlix Hernàndez soltaba cigarrones que silbaban en los bates de David Ortiz, Manny Ramírez y compañìa. La noche del 11 de abril de 2007 se metìa entre cada uno de los rincones del Fenway Park. Varias pàrticulas de polvo se levantaban con cada envìo del carabobeño. Las pelotas llegaban a la zona de strike con estruendo de noventa y pico millas por hora. Pero el muchacho de Valencia tambien recortaba la velocidad moviendo los dedos entre las costuras. Màs de una vez los toleteros pisaron el vacìo de un cambio, trastabillaron ante la trayectoria de una curva, se marearon con el vèrtigo de un screwball, o se restregaron los ojos con la alucinación de la gyroball. Los espìritus de Babe Ruth, Cy Young, Lefty Grove, entre otros llegaron hasta la grama del cuadro y gritaban con cada lanzamiento de Fèlix.
Entonces recordè el Clàsico Mundial de Béisbol de 2006. Deseè ver al equipo venezolano con la condiciòn y la disciplina que mostrò Fèlix. Y me respondì la pregunta que hacìan varios periodistas luego del torneo. Los aficionados nos sentìamos defraudados no porque se hubiese perdido, sino por la manera como se perdiò. Y esta demostración de Fèlix Hernàndez o de cualquier pelotero venezolano con su equipo de Grandes Ligas demuestra que si es posible jugar a un mejor nivel en competencias internacionales. Sòlo hace falta la determinación de reunirse con suficiente tiempo y un equipo afinado saldrà a dar lo mejor de sì.
El juego avanzaba y la intensidad de los lanzamientos de Fèlix prevaleciò sobre el revuelo causado por el pitcher japonès Daitsuke Matzusaka, quièn se batiò en buena lid. Con cada pelota que salìa de la mano de Hernàndez un gesto de desesperación afloraba en el rostro de los bateadores. La presencia del joven venezolano llenò por una noche al Fenway Park con golosinas criollas, arepas y autoestima en cada lanzamiento. Desde ya es un sueño ver un duelo de Minnesota contra Seattle, de Valencia ante Tovar, de Johan Santana versus Felix Hernàndez.
Alfonso L. Tusa C.
viernes, 13 de abril de 2007
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