Hal Bodley. MLB.com
Tom Hanks estaba equivocado. Si hay llanto en el béisbol. Pregúntenle a Goose Gossage.
El oscuro día de 1977 cuando empacó sus cosas y dejó a Chuck Tanner y los Piratas de Pittsburgh, Gossage lloró como un bebé.
El Ganso, Richard Michael Gossage, un sentimental empedernido, respira profundo cuando le tocan el botón para recordarle un momento muy especial de su existencia de 57 años.
Cuando sea inducido al Salón de la Fama del béisbol este domingo 27 de julio de 2008, será sorprendente si avanza en su discurso con los ojos secos.
Lo mismo Tanner.
El Ganso y Chuck iniciaron su relación en 1970 cuando Gossage era un pitcher de 19 años con una recta impresionante. Habían pasado pocas semanas desde su reclutamiento del Wasson High School en Colorado Springs. Tanner estaba en su primer año como manager de los Medias Blancas de Chicago. Gossage dice que si no fuese por Tanner “No hubiera llegado al Salón de la Fama. Le debo muchísimo”.
Después que Tanner salió de los Medias Blancas en 1975, dirigió 1 año a los Atléticos de Oakland, entonces tomó las riendas de los Piratas de Pittsburgh en 1977 y los guió al título de la Serie Mundial en 1979.
Uno de sus primeros movimientos después de llegar a Pittsburgh fue traer a Gossage y a Terry Forster, los caballitos de batalla de su bull pen en los Medias Blancas.
Algunos de los mejores años de Gossage estaban por venir, lanzó 6 años para los Yanquis a partir de 1978, pero prefirió quedarse con los Piratas y Tanner.
Por eso fue que tener que irse como agente libre después de 1977 fue tan difícil.
“Mi esposa Corna y yo recogimos nuestras pertenencias del apartamento en Pittsburgh y dejamos al Three Rivers Stadium como última parada”, Gossage dijo a comienzos esta semana. “Tuve que recoger mis cosas porque sabía que los Piratas no me iban a firmar. Su oferta ni siquiera se acercaba a mis aspiraciones”.
“Metí mis valijas en el carro y me senté a llorar. Me gustaba el lugar, me gustaba el equipo y jugar para Chuck. Cuando los Piratas desistieron de firmarme, Tanner me deseó lo mejor y dijo que hacia lo correcto”.
Gossage dice que Tanner, el difunto coach de pitcheo Johnny Sain, y su antiguo compañero Dick Allen “fueron las personas más importantes de mi carrera”.
De hecho, Tanner y Allen recibieron invitaciones especiales de Gossage para asistir a la ceremonia.
“Voy a buscar a Dick a New Castle, Pa. y viajaremos juntos a Cooperstown”, dice Tanner.
Tanner agrega, “Tuve que hacerme cargo de Goose, aplicarle mucha psicología para sacarlo adelante, porque sabía lo grande que podía ser. Sabía en lo más profundo de mí que su futuro estaba en el bull pen”.
Resultado: La decisión de Tanner de pasar a Gossage al bull pen, donde brilló, fue lo que lo que lo llevó al Salón de la Fama. En 22 años Gossage salvó 310 juegos y dejó una efectividad de 3.01. En cuatro de esos 22 años su efectividad estuvo por debajo de 2.00, incluyendo un minúsculo 0,77 en 1981 con los Yanquis.
Nunca hubo dudas de su recta, pero para ser efectivo necesitaba un lanzamiento de baja velocidad.
“Johnny Sain me explicó como enseñarle al Ganso un cambio de velocidad”, recuerda Tanner. “Roland Hemmond (el gerente general de los Medias Blancas) y yo visitamos a Gossage en el lugar donde jugaba su primer año de Ligas Menores, creo que era Quad Cities, en la Liga de la Costa del Golfo. Ahí le enseñé el pitcheo”.
El año siguiente, en Appleton, en la Liga del MedioOeste, el joven Gossage tuvo record de 18-2 y efectividad de 1.83.
“La sincronización fue perfecta”, dijo Gossage. “Yo lanzaba muy duro y podía controlar mi recta, pero no tenía ni idea de cómo lanzar a baja velocidad. Sain le mostró a Chuck como yo podía aprender a lanzar el cambio. Lo aprendí en una sesión de prácticas. Fue maravilloso. Luego vino la temporada del 18-2 y el año siguiente fui invitado al campamento de Grandes Ligas asignado al bull pen”.
Gossage añade. “Era un muchacho inmaduro. Chuck me enseñó como comportarme, como jugar al béisbol”.
Aunque tampoco todo era amor y besos.
“Pensaba que yo era un gran psicólogo”, dice Tanner riendo. “Un día al comienzo de su carrera, en el campo de entrenamientos, lo llamé a mi oficina. Le dije ‘Bien, creo que vamos a tener que mandarte a las Ligas Menores. No lo iba a hacer, pero quería hacerlo reaccionar”.
“Él dijo, ‘Soy mejor que cualquier pitcher aquí’. Lo agarré por los hombros y lo pegué de la pared. Le dije, ‘Ok vas a lanzar hoy. Muéstrame lo que tienes. Todo lo que oigo es bla,bla,bla’. Me dije a mí mismo ‘Esto va a ser divertido’. En tres innings ponchó a cada bateador que se enfrentó, creo que sólo hizo dos lanzamientos malos. Tenía un techo demasiado alto. Regresó al dugout y me miró a la cara, pero yo miraba hacia otro lado. Después del juego le dije ‘Ok, estuviste bien. Te llevaré con el equipo grande’. Comenzó a sonreir”.
La versión de Gossage: “Recuerdo haber sido llamado a su oficina en Payne Park en Sarasota. Él dijo ‘Te quiero mostrar una lista’. Mi nombre estaba tachado. Le dije, ‘¿Qué significa esto?’ El dijo, ‘Por ahora, no vas al Norte. No vas a hacer el equipo’.
Me dijo, ‘No has mejorado. Estás lanzando igualito que cuando te vi por primera vez’. Los ánimos se caldearon y Johnny Sain nos separó. Le dije, ‘Soy el mejor pitcher que tienes’. Se regresó y me dijo. ‘Por qué no vas allá afuera y lo pruebas?’ Yo salí y se lo probé”.
Para Gossage y Tanner, Allen era como un manager en el campo.
“Él me enseñó a lanzar desde el punto de vista de un gran bateador’, dice el Ganso. “Ningún dinero hubiese compensado ese tipo de experiencia o consejo. En ese momento no me percaté de eso, pero Dick Allen fue el jugador más grande con quién jugué”.
Tanner, un manager de mano de hierro, dice que cuando Gossage ponía a un bateador en 2 strikes, Allen a menudo iba al montículo y le decía “Vamos, hazles saber que estás aquí. No tengas miedo de lanzarles la pescuecera. No sólo el bateador lo notará, sino todos los del dugout que vayan a enfrentarte”. Tanner dice, “La gente pronto notó su estilo. Él era vicioso”.
Gossage entendió el mensaje, una práctica que no funciona en el béisbol actual, donde lanzarle pegado a los bateadores es un arte olvidado.
“Cuando llegué a las Grandes Ligas, Chuck me dijo, ‘Hijo, si no eres capaz de hacer sentir incómodos a los bateadores mejor te buscas otro trabajo’.
El domingo, el Ganso Gossage va a lanzar un rectazo en todo el medio.
Sin embargo, no se sorprendan si tiene que usar su cambio.
Y deba enjugar algunas lágrimas.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
jueves, 24 de julio de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario