lunes, 15 de junio de 2009

Todd Coffey ayuda a mantener viva la imagen del relevista pintoresco.

El lanzador a menudo se desvía del foco, no de la atención.

Adam McCalvy / MLB.com

Milwaukee..- El acto del relevista de los Cerveceros, Todd Coffey, es más carrera loca que “Húngaro loco”. Por estos días él realiza la entrada al juego más entretenida de las Grandes Ligas.
La carrera desbocada de Coffey desde el bull pen al montículo lo ha convertido en un favorito instantaneo en Miller Park, donde un reloj en la pizarra anuncia “Coffey time” (Un juego de palabras en inglés que traduce, “La hora del café” por el parecido del apellido del relevista con la palabra “coffee”). Los aficionados saltan en la punta de los pies cuando el derecho aparece en la puerta del bull pen.
“Aún cuando este juego es muy bonito, estaba sediento de cierto colorido”, dijo el narrador de los Cardenales de San Luis, Al Hrabosky, a quién apodaban el “Húngaro loco” por sus movimientos pintorescos en el montículo. Eso lo hizo muy popular entre los aficionados de San Luis, Kansas City y Atlanta hace tres décadas. “Siempre pensé que había que guardar un poco de energía, pero si eso es lo que hace a Coffey sentirse bien, entonces que lo haga”.
Coffey no es el primer relevista en llegar al juego con estilo. El propio Trevor Hoffman de los Cerveceros ha trotado hacia el montículo mientras suena “Hells Bells” de AC/DC, por más de una década, Mariano Rivera de los Yanquis hace una entrada similar con el tema de Metallica: “Enter Sandman”. John Rocker, el antíguo relevista de los Bravos de Atlanta, tuvo su propia carrera desde el bull pen, así como lo hacía el relevista zurdo Craig Lefferts.
El rey de los desplantes fue el antiguo relevista de los Cachorros, Mets y Filis, Turk Wendell, cuya rutina incluía hacer el ademán de una ola hacia el centerfielder y esperar la ola de vuelta antes de hacer el primer lanzamiento. Wendell fue conocido por cepillarse los dientes entre innings, saltar las líneas de foul camino del dugout y luego mascar tabaco negro al llegar allí.
Luego están los relevistas que dejaban su espectáculo para cuando llegaban al montículo. Los aficionados de Milwaukee recuerdan la manera como Mike Fetters miraba a los bateadores antes de cada pitcheo. Hoy, está el señalamiento hacia el cielo del relevista de los Mets, Francisco Rodríguez; el cruzado de brazos de Brian Wilson de los Gigantes cada vez que consigue un salvado, el baile y empuñado de la mano en ruta desde el bull pen hacia el montículo de José Valverde de los Astros y la invitación a dormir a los bateadores con giros antes de cada pitcheo de Mike González de los Bravos.
“Pienso que ahora los pitchers hacen más este tipo de cosas”, dijo Bob Uecker, la voz de la radio de los Cerveceros que está en el Salón de la Fama, de los desplantes. “En el pasado este tipo de cosas eran desaprobadas, había manera de controlarlas”.
Quizás eran desaprobadas, pero no ignoradas.
El habitante del Salón de la Fama Dennis Eckersley solía enfurecer a los bateadores al señalarlos después de un ponche, como si estuviera disparando una pistola. Pero el maestro de los actos del montículo era Hrabosky, quién desarrolló su alter ego durante sus días en el sistema de ligas menores de los Cardenales de San Luis. Allí nació el “Húngaro loco”.
Entre pitcheos, él se iba detrás del montículo, para lo que el periodista de MLB.com Dick Kaegel, quién ha cubierto tanto a los Cardenales como a los Reales, consideraba un acto de espiritismo. Hrabosky respiraba profundo, subía los brazos y luego golpeaba la pelota contra el centro de su guante como si fuese a romperla en mil pedazos. Cuando se volteaba para enfrentar al bateador, Hrabosky lo llevaba de vuelta a las ligas menores.
“Te hacía molestar”, dijo el manager de los Cerveceros Ken Macha, quién sencilleó y entregó un out con un roletazo en sus dos turnos ante Hrabosky. “Generalmente empezaba el swing antes de que él soltaba la pelota”.
Kaegel, quién hoy cubre a los Reales, recuerda el juego entre Cachorros y Cardenales cuando Bill Madlock tomó la iniciativa. Esperó a que Hrabosky estuviera en el medio de su rutina antes de salirse del cajón de bateo. Cuando Hrabosky volvió a empezar, Madlock se volvió a salir.
El árbitro le ordenó a Madlock que regresara a batear, como este se negara, el árbitro le ordenó a Hrabosky que lanzara y le cantó el primer strike. Eso originó una reclamación del manager de los Cachorros Jim Marshall y del bateador prevenido José Cardenal. En medio de la discusión, el árbitro le ordenó a Hrabosky que lanzara.
“Es la única vez que he visto a tres tipos lanzarse al piso con un pitcheo”, dijo Kaegel.
Hrabosky insiste en que su acto no era para hacer molestar a los bateadores.
“Temprano en mi carrera noté que cuando me molestaba conmigo, me hacía inútil”, dijo Hrabosky. “Me dí cuenta que esa energía iba en aumento y tenía que aprovecharla, por lo que traté de ubicarme en un estado de ánimo de “odio controlado”. Trabajé tanto en eso que pude usarlo para algo positivo”.
Aparentemente funcionó. Hrabosky comandó la Liga Nacional con 22 salvados en 1975 mientras tenía una efectividad de 1.66, y salvó 20 juegos para los Reales en 1978, un equipo que fue a la Serie de Campeonato de la Liga Americana.
A Coffey, cuyo acto es menos confrontacional, le gustaría seguir el mismo camino. Los Cerveceros lo tomaron de la lista de waivers, después que los Rojos lo dejaran en libertad el pasado 09 de septiembre, cuando cumplía 28 años.
El movimiento le dio a un nuevo grupo de aficionados la oportunidad de aupar la entrada pintoresca de Coffey.
“Algunos caminan, otros trotan”, dijo Coffey. “Quiero hacerle saber a los bateadores que estoy listo para llegar al montículo y retarlos. Cuando lanzo, no garantizo éxito todo el tiempo, pero garantizo que voy a dar todo lo que tengo”.
Coffey quién mide más de 1,90 metros y pesa alrededor de 120 kilos, al menos ese es el peso reportado en la guía de medios, ha estado corriendo en sus presentaciones desde 2004. Luego que sus compañeros del Chatanooga AA ejecutaron un prolongado rally para tomar una gran ventaja, Coffey estaba tan agarrotado que corrió de manera espontanea.
“Me gustó la forma como me sentí”, dijo Coffey. “Siempre tienes ese aguijonazo de adrenalina cuando entras a un juego, pero sentí que consumí el mío con la carrera. Al momento en que llego al montículo me siento calmado y enfocado”.
Eso no es siempre cierto para el manager. Macha se sorprendió cuando llamó a Coffey por primera vez esta primavera y se preguntó si tendría que permanecer en el montículo hasta que el derecho recuperara el aliento. El coach de bull pen de los Cerveceros Stan Kyles llama a la carrera de Coffey su “salto de partida”.
“Algunos managers tienen ideas negativas. Piensan que no vas a ser capaz de controlar la carrera”.
A menos que se lesione una pantorrilla, los Cerveceros tienen la intención de dejar seguir corriendo a Coffey. Ha estado excelente compartiendo el rol de set up con Carlos Villanueva para prepararle el camino al lider en salvados de todos los tiempos Trevor Hoffman. Los aficionados lo han disfrutado.
“Cuando los oigo gritando y vociferando, eso me hace correr más duro”, dijo Coffey.

Traducción: Alfonso L. Tusa C.

No hay comentarios: