lunes, 30 de abril de 2012

Joe Margoneri: Pitcher de los Gigantes de Nueva York y los Navegantes del Magallanes

Pitcher de otrora aficionado a los bolígrafos Ron Paglia. The Valley Independent. 15-04-2012. Con el béisbol profesional a sus espaldas, Joe Margoneri reconoció que era tiempo de “conseguir un trabajo de verdad” cuando él y su familia regresaron a su lugar de origen en 1960. Había trabajado en las minas de carbón antes de ingresar al béisbol profesional y tuvo una variedad de trabajos durante los recesos entre temporadas para “ayudar a pagar las cuentas” a través de los años. "Muchos de los peloteros que no ganaban el dinero que les pagan hoy tenían que buscar trabajo cuando terminaba la temporada", dijo Margoneri. "Un año trabajé en un aserradero. Hubo oportunidades cuando apliqué para los cheques de paro forzoso. Eran como 30 $ semanales entonces pero ayudaban". Su adaptación al "mundo real" evolucionó con la asesoría de su cuñado, Mark Nigro de Yukon, dijo Margoneri, quién vive con su esposa cerca de West Newton. "Él trabajaba en la planta de International Paper en Yukon, en la Interestatal 70, y me dijo que había una vacante allí", recordó Margoneri. "Me emplearon y trabajé como supervisor hasta que vendieron la compañía y me transfirieron a Pittsburgh. La firma cambió de manos unas pocas veces más pero seguí trabajando hasta que me retiré en 1991". Margoneri y su esposa, quienes celebraron su aniversario de bodas 58 en enero, enfatizaron que el "glamour y el brillo" del béisbol profesional no es todo lo que parece ser. "Permanecíamos separados la mayor parte de la temporada cuando el equipo estaba de gira", dijo Helen Margoneri. "Cuando Joe jugaba con los Gigantes de Nueva York, vivíamos en apartamentos fuera de la ciudad. Todas las esposas y novias de los jugadores se reunían y cenaban juntas y cenaban en sus casas junto con los niños". El joven lanzador contaba con su esposa para mantener unida la familia. "Siempre me sentí mal por dejar solas a Helen y las niñas", dijo Margoneri. "Ellas se quedaban en un apartamento en Dobb's Ferry White mientras yo volaba a San Luis, Pittsburgh u otro lugar. Pero ellas lo afrontaban de la mejor manera y tengo que darle todo el crédito del mundo a Helen por apoyarme con mi carrera y por hacer el gran esfuerzo de criar a nuestras hijas durante ese tiempo". El reto de los viajes. Viajar fuera de Estados Unidos también fue inolvidable. Margoneri viajó a Sur América luego de la temporada de 1954 para lanzar con Magallanes en la liga venezolana. Helen decidió hacer el viaje para visitar a su esposo. “Fue una de las experiencias más terribles de mi vida”, dijo ella. “El vuelo desde Nueva York a Caracas pareció durar una eternidad. Joe no pudo irme a buscar y hasta que aterricé fue que supe que el estadio quedaba a más de 30 kilómetros del aeropuerto y tenía que tomar un taxi para llegar allá. Yo no hablaba ni una palabra de español pero de alguna manera el taxista entendió a donde quería ir. La mayor parte del trayecto fue a través de las montañas por caminos estrechos y tortuosos. Lloré por toda la vía. Fue una noche que nunca olvidaré”. La evaluación de Margoneri mejoró mientras lanzaba con Magallanes. Dejó marca de 7-4 y 62 ponches para ayudar a su equipo a ganar su tercer campeonato de la liga venezolana en cinco años. Magallanes también jugó en la Serie del Caribe, una competición de todos contra todos que enfrentaba a los equipos campeones de las ligas invernales. “En aquella serie había grandes jugadores”, dijo Margoneri. “Puerto Rico tenía a Willie Mays y a un jovencito llamado Roberto Clemente. Se podía decir que tenían las herramientas para triunfar en Grandes Ligas. Hacían que todo pareciera muy fácil…batear, fildear, correr las bases”. Mays y Margoneri fueron compañeros con los Gigantes y Margoneri enfrentó a Clemente, quién llegó al Salón de la Fama con los Piratas de Pittsburgh, durante su estadía con el equipo de Nueva York. Una de las partes importantes de ser parte de la organización de los Gigantes era codearse con celebridades ajenas al béisbol cuando Leo Durocher fue el manager. Leo estaba casado con la actriz Lorraine Day y siempre había fiestas o cenas en sus casas de California o en los entrenamientos primaverales”, dijo Margoneri. “Era como una especie de Quién es quién de Hollywood en la misma habitación, Humphrey Bogart y Lauren Bacall, Doris Day, Gary Cooper, estuvieron ahí una noche. Eran amigos de Leo y Lorraine y también grandes aficionados al béisbol. Algunas de las estrellas hasta se ejercitaban con nosotros en el campo de entrenamiento. Robert Wagner hacía los ejercicios para mantenerse en forma. Todavía pienso en aquellos tiempos cuando lo veía en los comerciales de televisión”. Helen Margoneri también recuerda al “alto y buenmozo extraño” quién la asistió en el aeropuerto de Minneapolis. “Estaba esperando a que Joe regresara de una de sus giras y nuestra hija JoAnn estaba conmigo”, dijo ella. “Estaba embarazada de nuestra hija Roxanne, no me sentía bien y tuve que sentarme. Cuando empezaba a levantar a JoAnn, oí una voz profunda que decía, ‘Disculpe señora. Déjeme ayudarla’. Miré hacia arriba y ahí estaba Gregory Peck sonriendo y sosteniendo a mi hija en sus brazos. Nunca supe que estaba haciendo en el aeropuerto de Minneapolis, pero fue muy amable con nosotras”. Margoneri recibió otro recordatorio inesperado pero bienvenido de aquellos días, el año pasado. “Había un sobre de Major League Baseball en el correo”, recordó. “Lo abrí y encontré un cheque de 2500 $. Era mi pensión por haber jugado para los Gigantes. Estaba sorprendido porque había renunciado a cualquier esperanza de conseguir una pensión. No existía un sindicato de jugadores en aquellos tiempos, estábamos a merced de los dueños. Había oído por muchos años que el sindicato estaba peleando para conseguir las pensiones de los jugadores de otras épocas, el cheque fue una completa sorpresa. Recibo uno cada año”. Mientras Margoneri dependía de su talento como pitcher zurdo, siempre ha sido muy habilidoso con ambas manos. “Él construyó nuestro hogar desde la nada”, dijo su esposa. “Cuando nos mudamos a West Newton, compré una casa rodante de dos remolques que ubicamos en nuestra propiedad”, dijo Margoneri. “A medida que la familia crecía, era obvio que necesitábamos más espacio, empecé a construir nuestra casa. Tomó largo tiempo terminarla, mucho trabajo duro, pero estoy muy orgulloso de lo que hemos logrado”. Cinco hijas. Los Margoneri son los padres de cinco hijas, JoAnn Lennert y Diana Moore de West Newton, Roxanne McBride de Jeannette, Deborah Margoneri de Grayson, Georgia. Y Kimberly Sleith de Smithton. Tambien tienen 13 nietos y 4 biznietos. “Fuimos bendecidos con una hermosa familia”, dijo Helen Margoneri. “nuestra hijas están pendientes de nosotros. La casa siempre está llena los días feriados y otras ocasiones especiales. No cambio eso por nada”. Margoneri ve los deportes por televisión pero no ha asistido a un juego de béisbol de Grandes Ligas en muchos años. “La última vez que vi jugar a los Piratas en persona fue en el viejo Three Rivers Stadium”, dijo. “Sigo el béisbol y el futbol americano regularmente y disfruto mucho a los Penguins. Han estado en aprietos esta temporada y el jockey es un gran deporte, con mucha acción”. No se ha mantenido en contacto con muchos de sus antíguos compañeros a través de los años. Ni ha participado en juegos de veteranos, que se efectuan en San Francisco. “Usted sabe como es eso, hay tipos de todas partes en tu equipo y cuando te vas, se pierde el contacto”, dijo. “Dusty (Rhodes) y yo nos mantuvimos en contacto. Lo conocí en el entrenamiento primaveral de 1955. Fue el héroe de los Gigantes en la Serie Mundial de 1954. Caminaba por el club house y hablaba de varios temas. Pero era un tipo con los pies sobre la tierra proveniente de un pueblo pequeño (Mathews) de Alabama, nos llevábamos bien. “Jugábamos mucho a las barajas, especialmente en los viajes. Dusty siempre tenía historias divertidas que contar. Tenía un gran sentido del humor pero también tenía un lado serio. Cada vez que hablábamos por teléfono a través de los años, él siempre preguntó por Helen y nuestra familia y quería asegurarse de que estábamos en buena salud. Hablé con él antes de morir, el 17 de junio de 2009, pasamos grandes momentos con todas esas memorias. Me hizo reir aún entonces con sus historias”. Margoneri, quién fue inducido en el Salón de la fama deportivo de Westmoreland County en 1985, también tiene oportunidad de retomar esas memorias cuando le piden autógrafos y fotos. “Mucha gente todavía me escribe”, dice. “Es agradable ser recordado muchos años después. Mandé imprimir varias postales con mi fotografía, las firmaba y las enviaba a quienes las pedían”. También disfruta los “amistosos pero competitivos” juegos de poker en The Meadows Racetrack and Casino cerca de Washington. “Es una buena excusa para que salgamos de vez en cuando”, dijo. “Todos nos conocemos en los juegos de poker y disfrutamos mucho. Ganar hace que disfrutemos más. Los jugadores tienen apodos. El mío es ‘Big Leaguer’”. Joe y Helen Margoneri saborean cada momento que pasan juntos. “Ella es la mejor compañera que he tenido”, dijo él. “Ella es un ángel en todo el sentido de la palabra”. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

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