lunes, 30 de julio de 2012
Diez lustros del juego sin hits ni carreras de Bill Monbouquette
Durante el paréntesis de 36 años entre el no-hitter de Dave Morehead el 16 de septiembre de 1965 y el de Hideo Nomo el 04 de abril de 2001, el juego que más llamaba mi atención era la joya de Monbouquette, aunque también me intrigaba el de Morehead porque había sido el último. El no hit no run del 01 de agosto de 1962 terminaba ocupando la mayor parte de mi interés porque había ocurrido cinco semanas después que su compañero Earl Wilson había lanzado otro no-hitter, ocurrió como visitante en el viejo Comiskey Park, ante el veterano y siempre difícil Early Wynn, y porque sólo un boleto se interpuso con el juego perfecto.
William Charles Monbouquette fue uno de esos raros especímenes del chico local que jugó con el equipo de Grandes Ligas de la ciudad. Nació el 11 de agosto de 1936 en el suburbio bostoniano de Medford. El derecho a quién llamaban “Monbo” fur firmado por los Medias Rojas directo de secundaria. Debutó con el Corning de la Pony League en 1955. Llegó a los patirrojos en 1958 y pronto fue conceptuado como un caballito dse batalla. En un lapso de seis años y medio nunca perdió una apertura. Ganó más de 10 juegos durante 6 temporadas seguidas, incluyendo las 20 victorias de 1963. Después de salir de los Medias Rojas en 1965 lanzó brevemente para los Tigres de Detroit, Yanquis de Nueva York y Gigantes de San Francisco.
Monbouquette llegó a este juego con marca de 8-10, los Medias Rojas ocupaban el octavo lugar en la Liga Americana. Wynn, de 42 años, buscaba su victoria 298. En sus últimas cuatro salidas, Monbouquette solo había permanecido 11 innings sobre el morrito, permitió 17 carreras y 19 imparables. Tenía una sequía de victorias desde el 8 de julio.
En el primer episodio dominó a Luis Aparicio con roletazo por tercera base. Ponchó a Bob Sadowski y Joe Cunningham salió con elevado a la antesala.
El segundo fue su inning más duro. Luego de dominar a Floyd Robinson con rodado a la intermedia. Charley Maxwell descargó una línea trepidante a la esquina del jardín derecho. Lu Clinto corrió hacia la pared y ejecutó una atrapada sensacional contra la pared. Al Smith se convirtió en el único Media Blanca que logró llegar a primera base al negociar boleto. Allí se quedo puesto que Jim Landis se ponchó.
Monbouquette retiró los últimos 22 bateadores en fila. En todo el juego sólo siete pelotas fueron bateadas hacia los jardines.
Una de las jugadas más difíciles de la defensiva bostoniana ocurrió en el sexto episodio cuando Sherman Lollar bateó un globo al jardín derecho corto. El segunda base Billy Gardner corrió hacia atrás y capturó la pelota en gran forma.
Mientras tanto Wynn también dominaba a sus contrarios. En los primeros cinco episodios sólo había permitido dos imparables de Clinton. Pero empezó a cansarse en el octavo inning. Allí concedió boleto a Gary Geiger, fue puesto out tratando de robar segunda base. Luego de ponchar a Carl Yastrzemski. Jim Pagliaroni y Pete Runnells sencillearon. Clinton siguió con su tercer petardo de la noche para traer la única carrera del juego en los ganchos de Pagliaroni.
En el cierre del octavo, Maxwell entregó el primer out en elevado de foul. Smith se ponchó. Landis descargó uno de los batazos más profundos del juego hacia el jardín central. Geiger la atrapó cerca de la pared.
En el noveno ponchó a Lollar. Nellie Fox salió de emergente por Wynn y salió con rodado a Frank Malzone en la antesala. Y ponchó a Luis Aparicio.
Alfonso L. Tusa C.
miércoles, 11 de julio de 2012
Sólo un Chipper
Chipper Jones ha sido la constante de los Bravos por casi dos décadas.
Tyler Kepner. The New York Times. 19-05-2012.
Atlanta. Es único en su clase. De todos los peloteros en la historia registrada del béisbol, Grandes Ligas y ligas menores, el único que se llama Chipper es Larry Wayne Jones Jr. de los Bravos de Atlanta.
“Mi papá siempre dijo mientras yo crecía, ‘Cuando la gente dice el nombre Mickey o Cal, o hasta en el caso de Jordan, Michael, ellos saben de quién están hablando’”, dijo Jones la semana pasada antes de un juego en Turner Field. “¿Quién va a recordar a Larry? A excepción de Nueva York. Ellos me querían dar un apodo único”.
Fue una elección inspirada, evocaba la felicidad y la eterna juventud, y su contraste con un apellido tan común sonaba como algo de fábula. Un muchacho del sur, es seleccionado de primero en el país por el único equipo de la región, gana un campeonato como novato, y nunca se va. Hasta ahora.
Jones cumplió 40 años el mes pasado, cuando se dirige a su posición en tercera base, dice, “Podría caminar en el aire”. Pero el resto del tiempo, después que el flujo de adrenalina de los juegos desaparece, siente la edad. Esta será la última de sus 18 temporadas completas, y dondequiera que vaya, parece que los equipos le rendirán tributo.
En Chicago, los Cachorros le dieron una bandera de los Bravos que flameaba sobre la pizarra de Wrigley Field. En Denver, los Rockies le dieron una cámara para que la agregue a su equipo de cacería. Los Astros de Houston le dieron un sombrero vaquero, y los Cardenales de San Luis, le entregaron una camiseta firmada por Stan Musial.
“Fue muy especial el momento en San Luis cuando vino a batear”, dijo el relevista de los Bravos Craig Kimbrel. “Pararon el juego. Ya perdían en el primer inning, pero él vino a batear y recibió una ovación de pié”.
Kimbrel, 23, se viste en una casilla que está debajo de una fotografía gigante de Jones sosteniendo el premio de Jugador Más Valioso de la Liga Nacional que ganó en 1999. Kimbrel estudiaba en la escuela primaria en ese momento, y Jones era su jugador favorito. Era joven y jugaba duro, recordó Kimbrel, y usaba las medias bien arriba.
Ahora usa las medias bajas, y la chiva de Jones tiene una tonalidad grisacea, pero todavía juega duro, y bien. Jones, quién se lesionó la pantorrilla izquierda el viernes 18 en Tampa Bay y se perdería el resto de la serie, bate .307 con 5 jonrones y 24 carreras empujadas. Todavía es un factor en los Bravos, quienes tienen marca de 25-16 y lideran la división este de la Liga Nacional, buscan sacarse la espina del pasado septiembre cuando perdieron el pase a los playoffs el último día.
“Es muy gratificante porque los muchachos se fueron a casa para el receso entre temporadas y tomaron lo que pasó en septiembre como un motivador”, dijo Jones. “Siempre he dicho: si terminamos ganado el campeonato de la división este o el campeonato de la Liga Nacional o la Serie Mundial en los próximos años, te garantizo que estos jugadores miraran ese septiembre y diran que aprendieron mucho”.
Jones es un maestro en ayudar a los novatos a vencer a los oponentes. A principios de mes, cuando los Bravos perdían ante Roy Halladay de Filadelfia por seis carreras en el quinto inning, Jones les recordó a sus compañeros que no podían remontar ese juego esperando por bases por bolas ante un pitcher de control. Muevan los bates, le dijo, luego empezó el inning con un sencillo al primer lanzamiento para empezar un rally de seis carreras. Cinco innings después, Jones terminó el juego con un jonrón de dos carreras.
Para John Schuerholz, el presidente de los Bravos y gerente general del equipo que ganó 14 títulos divisionales entre 1991 y 2005, fue otro momento indeleble para la franquicia.
“Lo que él ha hecho este año es un microcosmos de lo que ha hecho desde 1995”, dijo Schuerholz. “Él ha bateado el hit importante, en el juego decisivo, contra el mejor pitcher, contra todos los pronósticos, cuando más lo necesitábamos. Al pasar la película de los últimos 20 años en mi mente, él es el pelotero que más logró esas hazañas”.
En sus últimas cinco series de postemporada, todas infructuosas para los Bravos, Jones bateó sólo .220 con tres jonrones. Pero en lineas generales, Schuerholz está en lo cierto. Jones es virtualmente el mismo pelotero oportuno que en otras circunstancias, con un promedio vitalicio de .303 con corredores en posición anotadora y .304 en total.
Para un equipo que existe desde 1876, Jones es segundo de Hank Aaron en casi todas las categorías ofensivas. Necesita solo 12 carreras empujadas para pasar a George Brett como líder impulsador de carreras para defensores del tercer cojín. Entre los bateadores ambidiestros, sólo Mickey Mantle y Eddie Murray tienen más jonrones de por vida que los 459 de Jones, y sólo Murray tiene más imparables que los 2646 de Jones.
“Le dije, ‘¡No seas estúpido, te vas a retirar, y podrías ganar otros 120 millones de dólares!’” Ozzie Guillén, el manager de los Marlins de Miami y antíguo compañero de equipo le dijo el miércoles. “Pero Chipper es muy profesional, hace su negocio, se faja con las lesiones de la manera adecuada. Si miras los números de Chipper, dice: ‘¿Caramba, son reales?’ Todo lo hace calladito”.
Tal vez es así, pero el impacto de Jones ha sido profundo. Los Bravos lo escogieron en 1990, cuando eran el peor equipo del béisbol. Pronto evolucionaron hacia la franquicia modelo del béisbol, y mientras todos sus pitchers abridores han ido a lanzar con otros equipos, Jones ha sido la constante, cargando la pancarta de un equipo y un deporte.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
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