viernes, 5 de octubre de 2012
Hubo una vez cuando el baloncesto de Sandy Koufax mejoró su recta
Richard Sandomir. 14-08-2012
La odisea deportiva de Sandy Koufax lo llevó de ser un centro musculoso de gran salto con el equipo de baloncesto de Lafayette High School en Brooklyn, a un bono como lanzador zurdo de los Dodgers de Brooklyn y hasta el Salón de la Fama como uno de los pitchers más dinámicos de la historia del béisbol.
Su paso del baloncesto al béisbol fue el inverso de la mejor conocida pero mas dolorosa historia de Brooklyn en las Grandes Ligas: perdieron a los Dodgers en 1957 y ahora ganan a los Nets, cuya primera temporada comenzará el 01 de noviembre de 2012.
Por más de cinco décadas, Koufax ha sido un símbolo de la historia deportiva perdida de Brooklyn. Se sabe que era algo más, un gran basketbolista, y ahora esto tiene un nuevo significado con la llegada de los Nets.
Cuando el espigado Koufax se graduó en la secundaria Lafayette en 1953, el anuario decía que “había sido seguido por buscadores de talento y probablemente sería un basketbolista profesional”. La NBA era una liga subterránea a mediados de los años cincuenta, pero un amigo de Koufax, el animador de programas televisivos Larry King, de la clase de 1951 y entrenador del equipo de Lafayette en el pasado, dijo que Koufax aspiraba a jugar para los Knicks.
Si, Koufax también jugaba béisbol para la época, era el primera base del equipo de la escuela, pero dejaba mucho que desear con el madero. Y nadie podía vislumbrar la clase de lanzador que sería.
Por lo tanto, casi todo era baloncesto. En una fotografía del equipo de Lafayette, Koufax, No. 16, con sus bíceps ondulados, está de pie detrás de su amigo Fred Wilpon, No. 5, el futuro dueño de los Mets y pitcher estrella del equipo de béisbol. Los Franceses para ese tiempo eran Judíos casi todos: Abramowitz, Weiss, Levine, Stolzenberg, Horwitz, Lichtman, Lichtenstein. Y Koufax, cuyas metas en el anuario rezaban: “Ser exítoso y hacer que mi familia se enorgullezca de mí”.
Koufax y sus amigos jugaban en el gimnasio de la escuela, con paredes acolchadas a pocos metros detrás de las canastas; en Bensonhurst en la cercana Casa de la Comunidad Judía, o en los patios de las escuelas. Jerry Doren, uno de los Franceses, decía, “Prácticamente te dormías con el baloncesto”. Hacía una pausa, luego añadía, “Fueron los mejores años de mi vida”.
Joel Comiteau, cuyo apellido era original de Comito, dijo: “Era como el baloncesto de Princeton. Buen trabajo de equipo”.
Lafayette tenía un equipo decente a comienzos de los cincuenta. Competía ante las secundarias públicas de Brooklyn como Lincoln, Madison, Jefferson, New Utrecht y Erasmus. Koufax, ahora de 76 años, no era el mejor basquetbolista de secundaria en Brooklyn en esa época, pero se destacaba como la estrella de su equipo. Mientras él y sus compañeros de equipo se aproximan a los 80, y la era de los Nets en Brooklyn se aproxima, la gente sigue hablando de él.
“Sandy era un atleta increíble”, dijo Burt Abramowitz, un agente de bienes raíces en Maryland. “Cuando tenía 14 años, era musculoso. No levantaba pesas. Nadie lo hacía entonces. Levantábamos estufas. Y podia saltar como un canguro. Yo era suplente y nos turnábamos, él me decía, ‘Si yo lanzara como tú, estaría en la NBA’. Yo le respondía: ‘Dame tus piernas y seré titular en la NBA.’”
Abramowitz agregó: “Solíamos decir que él era el Sihugo Green blanco”, quien años atrás había sido una estrella Afro Americana en la secundaria Boys de Brooklyn.
“Lo llamábamos el Li’l Abner Judío”, dijo otro compañero, Martin Stolzenberg.
Asher Jagoda, quién después se cambió el nombre a Dann cuando se convirtió en actor, dijo: “Él podía brincar, y saben de que tamaño tiene las manos. Era el único que podía agarrar la pelota con una mano”.
Doren recordó que Koufax “parecía como un David aún cuando no estaba practicando”.
Más prosaicamente, Comiteau dijo: “Era un tipo normal. Siempre”.
En febrero de 1953, nació una leyenda de Koufax, no una tan grande como la de su juego perfecto en Dodger Stadium en 1965 ante los Cachorros de Chicago pero si una que se produjo dentro de la secundaria Lafayette en una noche de invierno cuando un grupo de Knicks, incluyendo a Harry Gallatin, dictaron una clínica en la escuela. Jane Leavy, en su libro “Sandy Koufax: El Legado de un zurdo”, describió una escena con un gimnasio a reventar y las animadoras de Lafayette al máximo de su esplendor.
Comiteau dijo: “Ese fue uno de los grandes momentos de mi vida”.
En algún momento de la noche, durante las prácticas o el juego, dependiendo de quién cuente la historia, el gigantesco Gallatin, apodado el caballo, trató de clavar el balón. Dos veces, y falló.
“Bien, necesité de una silla para clavar el balón”, dijo Gallatin por teléfono desde Edwardsville, Ill. “Eso no estaba en mi repertorio”. De acuerdo a Leavy, el entrenador de Lafayette Frank Rabinowitz, aparentemente ansioso de mostrar al joven Koufax, le hizo señas para que demostrara como se hacía una clavada.
Koufax la clavó una vez, con la mano izquierda, Rabinowitz le pidió varias. Koufax tuvo que hacerlo.
“Me sorprendió mucho, me dijo, ‘¿Quién carrizo es este muchacho?’, dijo Gallatin. “Pensé que el muchacho tenía algunas destrezas especiales. Tenía manos grandes, pero tenía pilares por piernas, lo cual es probablemente una de las razones por las que pitcheaba tan bien”.
Abramowitz dijo que durante la práctica otro Knick, tal vez Nat (Sweetwater) Clifton, bromeó con Gallatin respecto a que Koufax le estaba ganando los rebotes de manera clara.
El New York Post, que cubrió la clínica, reportó que Gallatin estaba tan impresionado con Koufax que le dijo a Rabinowitz, “Vendremos por ese muchacho uno de estos días”. Gallatin nunca volvió a ver a Koufax, pero dijo: “Lei que me llamó su jugador favorito”.
Koufax terminó inscribiéndose en la University of Cincinnati, donde integró el equipo de baloncesto y obtuvo una beca parcial, escribió Levy. De vuelta en casa para el receso navideño, Koufax sorprendió a Stolzenberg cuando le dijo que se había decidido por el beisbol. (Koufax dejó marca de 3-1, con 2.81 de efectividad con los Bearcats en 1954.)
“Lo vi en la 86th Street en Bensonhurst”, dijo Stolzenberg, “y le pregunté, ‘¿Como te va en la universidad Sandy?’, me dijo ‘Estoy jugando beisbol de otoño, Cincinnati, los Dodgers y Pittsburgh están interesados en mí’. Ladeé la cabeza, dije ajá, y me fui por el vecindario diciendo, ‘Sandy está mal de la cabeza; piensa que va a ser beisbolista’.”
A través de los años, algunos de sus compañeros de secundaria se han mantenido en contacto con él, aunque una reunión reciente en Delray, Fla., se realizó sin él, dijo Comiteau.
“Los muchachos, se abrazan, se besan, lloran”, añadió.
Sus antiguos compañeros todavía atesoran las memorias de los momentos posteriores a la secundaria cuando Koufax hacía acto de presencia, en restaurantes, finales de baloncesto universitario, el juego de fútbol de un nieto, o un juego de veteranos de los Dodgers. Sid Young recordó como Koufax iba ocasionalmente a jugar caimaneras de basket hacia finales de los años sesenta en Los Angeles con algunos de sus compañeros de Lafayette que se habían ido al oeste como los Dodgers. Pero los cazadores de autógrafos convirtieron esos encuentros en espectáculos.
Young, cuyo apellido era Yallowitz, dijo, “Él sostuvo a mi hijo cuando nació con sus manos gigantescas”. Young, uno de los amigos más íntimos de Koufax, agregó: “Se quedó en mi casa cuando se divorció”.
La hija de Abramowitz llamó dos veces a Koufax para pedirle que llamara a su padre en sus cumpleaños 65 y 75. Abramowitz dijo: “El año pasado me dijo: ‘Feliz cumpleaños, Big Job’, y entonces agregó ‘¿Por favor me podrías desmarcar de tu hija?’”
“Recuerdo cada hora y lugar donde me encontré y hablé con él”, dijo Abramowitz.
Stolzenberg, quién trabajaba en Pittsburgh en los años sesenta cuando los Dodgers y Koufax visitaban a los Piratas dijo que durante una conversación Koufax le preguntó: “¿Te casaste? ¿Te casaste con una chica judía?”
Koufax declinó las invitaciones de entrevistarlo para este artículo, pero es dificil de imaginar que no esté entusiasmado con la idea de que la primera franquicia de alta competencia en regresar a Brooklyn juegue baloncesto, su pasión original.
Young y King están tratando de establecer una conexión más tangible entre la secundaria Lafayette de antaño y los Nets. Los dos son dueños corporativos en la cadena Original Brooklyn Water Bagel Co. y socios en en Beverly Hills, Calif., y han estado en conversaciones para tener una tienda en el nuevo hogar de los Nets, Barclays Center.
¿Qué mejor que un bagel (pan) para ayudar a redondear todo?
“Cuando desayunamos”, dijo Young, “Larry y yo vemos ESPN, y ellos dicen, ‘Brooklyn Nets’. Nosotros decimos ‘¿Brooklyn Nets?. Suena bien. Nos gusta.’ Brooklyn nunca se va de nosotros”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
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