lunes, 14 de enero de 2013

Enzo Hernández: Torpedero incandescente

El titular de lapatilla.com paralizó mi lectura. Uno de los grandes beisbolistas venezolanos, de los que me hacía imaginar ese espacio entre tercera y segunda base milímetro a milímetro, había agarrado su guante diminuto y sus spikes, junto a las medias sanitarias y su uniforme de los Tiburones de La Guaira para irse a jugar en los diamantes del cielo. Un dolor infinito en la espalda, más la depresión de muy pocas veces sentir alivio, lo llevaron a tomar una dura decisión. Enzo había nacido en Valle de Guanape. Anzoategui; un 12 de febrero de 1949. Desde niño representó al estado Anzoategui en campeonatos nacionales. La primera vez que supe de Enzo Hernández fue mediante una fotografía donde realizaba un dobleplay. La revista Sport Gráfico escribió: “Enzo Hernández, ¡que peloterazo!”. Una mañana, en un programa radial de Ramón Corro, detuve el carro a un lado de la carretera Panamericana. Entrevistaban a Enzo y la comunicación del celular se entrecortaba por momentos. En algún momento entre 1967 y 1968, mis hermanos estiraron las cejas y discutieron varios minutos cuando escucharon la alineación de La Guaira. “¿Y qué le pasa a Luis Aparicio? ¿Cómo va a poner a jugar a ese novatico cuando en esta liga si no ganas en noviembre, casi seguro te eliminan? En aquel juego, Enzo agarró dos imparables cantados en el hueco, otro detrás de segunda base y dos pelotas que se durmieron a un lado del montículo. Por si fuera poco metió una línea entre dos y llegó hasta la intermedia. El estadio deliraba, mis hermanos enmudecieron. Ramón Corro insistía en una pregunta y Enzo trataba de eludirla, hasta que Corro la repitió tanto que Enzo debió fildearla cual roletazo amenazador. Siempre recuerdo un afiche en las páginas centrales de una revista que sólo apareció una vez. Allí están David Concepción y Enzo Hernández en su temporada de novatos con los Tigres y los Tiburones respectivamente. Ambos muy enjutos, ambos con el rostro sereno, se percibe el hambre de atrapar la pelota en los confines del infield, para meter un disparo que desactive la ofensiva más peligrosa. Una noche en el estadio Universitario, conseguí que Concepción me firmara el afiche y hasta quería quedarse con él, terminó tomándole una fotografía. Me quedé con las ganas de contar con el autógrafo de Enzo. Traté de llamarlo por teléfono varias veces, los números habían pasado a otro dueño o sonaba un “tiruliru” de Dimensión Desconocida. Por eso también terminé revisando más periódicos y revistas para escribir sobre aquella temporada (1972-73) cuando La Guaira empezó a ganar y ganar hasta clasificar luego de haber visitado las profundidades del sótano y muchos los daban por eliminados. “Enzo, cuéntame de aquel campeonato nacional AA, cuando el Chico Carrasquel era el manager de Anzoategui”. Ramón Corro flotó en la brisa fría de la Panamericana. Aún anhelo leer un libro de Luis Felipe Castillo que Humberto Acosta ha mencionado varias veces en sus artículos beisboleros. “Sólo un short stop”. Trata de una conversación de Castillo con su ídolo Enzo Hernández. De cómo soñaba despierto en el estadio Universitario viéndolo hacer magia en el campocorto, de porqué no había jugado más. Acosta lo refiere con tanta emoción que he lamentado mis intentos infructuosos por conseguir el libro. Enzo y Remigio Hermoso, Remigio y Enzo. Cuando uno decapitaba un candelazo en el right field, el otro agarraba la pelota sobre segunda base. Cuando el otro alcanzaba un misil detrás de tercera base su compañero remataba con un strike a primera base. Enzo empezó a reir. El Chico se puso muy bravo aquella vez con los delegados del equipo AA del estado Anzoategui. Un juego de Grandes Ligas burbujea en mis lecturas de la revista Baseball Digest. El pitcher Bill Stoneman recuerda como el juego que jamás olvidará, uno efectuado el 16 de junio de 1971 en el Jarry Park de Montreal, donde los Padres de San Diego sólo le embasaron dos corredores, Clarence Gaston por imparable y Enzo Hernández por boleto. Los Expos ganaron 2-0. Enzo hizo 3 outs, 7 asistencias y 3 dobleplays. Stoneman lanzó dos juegos sin hits ni carreras en Grandes Ligas. Enzo resultó esencial para los títulos de La Guaira en las temporadas 1968-69 y 1970-71, ni hablar de todas las clasificaciones seguidas de los Tiburones hasta bien entrados los años 70. Más allá de su excelso guante, del cual me atrevo a decir ocupa los primeros lugares en la liga venezolana entre quienes ganaron más juegos mediante las carreras salvadas por su magia defensiva. Podía ganar un juego con un toque de bola, robo de base o un triple a lo profundo del jardín derecho. “El equipo AA de Anzoategui tenía su short stop titular, a mí me invitaron de la selección juvenil y el Chico me llamó cuando llegué al dugout la primera vez que me vio jugar. Me hizo varias observaciones y me dio dos palmadas en el hombro. ‘Vamos novato, que usted es bueno’”. Entre los short tops venezolanos que han participado en jugadas de tripleplay en Grandes Ligas, figura Enzo Hernández. El primero de agosto de 1971, bateando Oscar Brown por los Bravos de Atlanta en la parte de arriba del séptimo inning, soltó una lína a segunda base que tomo Don Mason, este lanzó a primera donde Nate Colbert tocó a Harold King, y Colbert le pasó la pelota a Enzo quien toco fuera de base a Earl Williams, tripleplay 4-3-6. San Diego ganó 2-0 y Enzo hizo 4 outs y 2 asistencias. Antes que Omar Vizquel llenara de filigrana y acrobacia los linderos del campocorto, Enzo Hernández atrapaba imparables en los límites del abanico, convertía toques magistrales en outs a mano limpia, saltaba sobre segunda base para completar dobleplays asfixiantes. Luis Aparicio era su ídolo, Alfonso Carrasquel su maestro. Enzo lideró la LVBP en dobleplays (56) y dobleplays iniciados (36) en la temporada 1969-70 y promedio defensivo en 1974-75 y 1975-76. De seguro Enzo está jugando en los campos de los cielos. Que Dios lo tenga en su gloria. A pocos días de empezar el campeonato nacional AA, los delegados insistían en que Anzoategui no podía competir con un short juvenil. El Chico Carrasquel respondió: “Si Enzo Hernández no es el short stop de mi equipo, renuncio”. Alfonso L. Tusa C.

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