domingo, 2 de febrero de 2014
35 años son suficientes
En los años sesenta las finales de la LVBP variaron mucho, algunos años ocurrían entre dos equipos posterior a dos series semifinales. Otras veces se desarrollaba entre cuatro conjuntos como en la 1967-68 o la 1968-69. La ronda eliminatoria se jugaba hasta mediados de enero y la final se jugaba hasta los primeros días de febrero. Por eso cuando en la temporada 1969-70 escuché a mis hermanos hablar de la Serie del Caribe, casi cerré los ojos. ¿Qué es eso? Es un torneo entre los equipos campeones de las ligas profesionales de béisbol del Caribe. En su primera etapa jugaban los campeones de Cuba, Puerto Rico, Panamá y Venezuela. Había mucha competitividad, los equipos asistían con el núcleo que había jugado la temporada más los refuerzos más valiosos de otros equipos. Cuba fue un coloso en esa etapa. Luego vino la decisión de la revolución cubana de abolir el béisbol profesional en la isla y la Serie desapareció.
Ahora piensan retomar la competencia con Puerto Rico, Venezuela y República Dominicana. ¿Pero falta un equipo? Parece que eso será solo por este año. En la próxima se incorporará México. La expectativa empezó a crecer, desde el antíguo dueño del Magallanes Don Carlos Lavaud hasta el último aficionado tenía esperanzas de alcanzar el título a pesar de que una vez más los Navegantes partían como el batacazo del torneo. El día del debut ante Puerto Rico la calle ardía en expectativas. ¿Podrá Magallanes con el trabuco puertorriqueño de Tany Pérez, Bernie Carbo, Sandy Alomar y compañía? Esos tipos son todos grandesligas y tienen la experiencia de haber ganado Series del Caribe. Mis hermanos pasaban por los corrillos sin decir palabra. Sólo cuando quedábamos solos sonreían. Digan lo que digan este es el año del Magallanes. Si fueron capaces de levantar el play off ante los Tigres y de ganarle a ese equipazo de La Guaira, ¡claro que pueden ganar la Serie del Caribe! Felipe caminaba a ritmo de dos pasos por pedazo de acera. Jesús Mario iba más lento. Hay que ver como juegan ante estos otros equipos.
El juego empezó y de inmediato el forcejeo entre Mike Cuellar y Orlando Peña enmudeció a mis hermanos. Por el quinto inning iban empatados a una carrera. Pronto empecé a ver otro juego en la pantalla del techo del cuarto, donde plasmábamos lo que decía el narrador en medio de la oscuridad. Este juego ocurría en el terrenos de guijarros aledaño a la escuela José Luis Ramos de Cumanacoa. Jugaba en el jardín derecho para que el equipo no sufriera con mi deficiente defensiva. Pronto sonó un impactó de madera con cuero de caballo y la pelota salió con alas de gavilán hacia mi posición. Corrí sin rumbo ante el desespero de mis compañeros. Ante un ruido seco parecido a un trueno miré al cielo. Atravesé la calle. La caerá del zapatero tenía matices cárdenos mezclados con azul marino. "¿Quiero saber quien de ustedes me va a comprar el frasco de pega que me acaba de romper esa pelota?". Volteé y el campo estaba desierto. Intentaba hablar y cuando el señor se volteó para estornudar, corrí hasta que mordí la punta de mis pulmones. Cuando el zapatero casi me alcanza sentí el sonido refrescante del lavamanos. "¿Sabes quién ganó anoche Alfonsito?" Metí la cabeza bajo la almohada, no quería escuchar que Cuellar había terminado dominando al Magallanes. Intenté volver al sueño sin importar que le zapatero me alcanzara. "Armando Ortíz le bateó jonrón a Mike Cuellar y Magallanes le ganó al Ponce 3 a 1" Tuve que esperar a ver el periódico para convencerme de que aquello no era una broma de Jesús Mario.
Nueve años después Magallanes viajó a Puerto Rico. Un mediodía sabatino el duelo de lanzadores entre Allan Wirth por Magallanes y Nino Espinoza por las Águilas Cibaeñas me amargó la parrillada campestre que disfrutaba en la hacienda de unos amigos. El forcejeo impidió que me concentrara en cualquier conversación, chiste, juego de truco y solo iba al baño cuando casi me reventaba.Aguilas 1, Magallanes 0. A pesar que los comentarios finales abrigaban esperanzas porque el juego había sido muy cerrado ante uno de los favoritos del torneo, veía el panorama dificil, el día siguiente debían enfrentar nada más y nada menos que al grande liga Dennis Martínez. Aunque ganaron los siguientes cuatro juegos, solo en el quinto empecé a considerar que había oportunidad seria de lograr el título. Los dos tirazos de Oswaldo Olivares para sacar en el plato a las saetas dominicanas y el imparable del emergente Rafael Cariel para ganar el juego en el décimo inning, sirvieron la escena para aquel sexto juego ante los aztecas. Mitchell Page adelantó a Magallanes con jonrón y Manuel Sarmiento se apareció con sus lanzamientos de media noche para decretar el segundo campeonato del Caribe que se traía Magallanes para Venezuela, un episodio nunca más visto desde entonces. Esa noche salí con papá y nos sumamos a la caravana con la sirena a toda mecha. De repetirse este momento de alguna manera estaré otra vez con papá en medio de la misma emoción de 1979 y 1970.
Ahora regresan los cubanos y el torneo tendrá nuevo formato, Eso me hace recordar que en 1955, Emilio Cueche lanzando con Magallanes se convirtió en el primer pitcher venezolano que le ganaba a un equipo cubano en la Serie del Caribe. Hay gran expectativa por ver a los cubiches y tambien por averiguar de que será capaz Magallanes.
Alfonso L. Tusa C
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