lunes, 5 de octubre de 2015
La dedicación del Pequeño Gran Hombre.
Mantener el nivel siempre ha resultado más duro que alcanzarlo. Aparecen nuevas dificultades propias de los ajustes y reajustes desde muchos frentes. Empieza la gestión de constancia, tediosa, asfixiante, demandante de ciertas cualidades entre las cuales destaca la obstinación que tienen todos los seres humanos pero pocos las practican. Por eso luego de la resonancia de un gran logro es tan esencial afincar la planta de los pies sobre la corteza terrestre y evitar obnubilarse con los lauros de la victoria, hay que saber escapar de ese lugar agradable pero que podría convertirse en prisión al extraviarnos en el laberinto de su fugacidad. La temporada de José Altuve con los Astros de Houston en 2014 fue grandiosa en todos los sentidos tanto a la defensiva como con el madero, para muchos un fenómeno de difícil simulación, mucho más para un pelotero que muchos consideran demasiado pequeño para el beisbol, y otros quizás no tan numerosos, entre los que me cuento, consideramos que la gesta de Altuve se extiende mucho más allá de los seis meses de una temporada y la denominación de Pequeño Gran Hombre tomada de una película de inicios de los años ’70 empieza a tener características propias.
Alcanzar 200 imparables en una temporada de Grandes Ligas es un hecho de cierta regularidad que sin embargo no todos los peloteros pueden llevar en sus alforjas, requiere de mucha intensidad, mucha continuidad, mucho enfoque en los ajustes del pitcher, en la estrategia de los managers, en la configuración de la defensiva. Los agujeros del tamiz se hacen más estrechos cuando se habla de varias temporadas de 200 imparables y más diminutos aún cuando esas temporadas son seguidas. Hasta allí llegó la dedicación de Altuve este domingo 4 de octubre de 2015, cuando en el noveno inning despachó un roletazo inalcanzable para el segunda y el primera base de los Cascabeles de Arizona, esa pelota en territorio del jardín derecho tenía la marca del imparable 200 de José Altuve por segunda temporada consecutiva. Primer venezolano en alcanzar esa meseta. Pionero entre los Astros de Houston en presentar esos números.
Quizás la arista más resaltante de esta temporada de 2015, sea que los Astros consiguieron el segundo comodín de la Liga Americana y van a disputar un juego de vida o muerte ante los Yanquis de Nueva York dentro de algunas horas. Esto implica mucha más tensión y grados de dificultad a la hora de ejecutar en el terreno de juego, aún así Altuve siguió con su gesta de Pequeño Gran Hombre al mantener sus números ofensivos y defensivos. Muestra de ello es el juego ante Texas el 26 de septiembre de 2015 cuando en combinación con el paracortos boricua Carlos Correa conectaron par de jonrones cada uno para convertirse en la primera dupla de camarero y shortstop que lograban esos números en un juego desde que el 24 de mayo de 1936 el camarero de los Yanquis, Tony Lazzeri la sacara tres veces y el paracortos Frank Crossetti lo hiciera otras dos veces en victoria 25-2 ante los Atléticos de Filadelfia en Shibe Park. Ninguna combinación de short y segunda lo había conseguido en MLB desde que José Vidro y Orlando Cabrera lo alcanzaran para los Expos de Montreal ante los Bravos de Atlanta el 3 de julio de 2000.
En el plano defensivo, entre los segundas bases de MLB, Altuve fue segundo de Brian Dozier en juegos efectuados (153), noveno en outs (247), sexto en asistencias (417), undécimo en dobleplays (81), segundo en errores (5), primero en porcentaje de fildeo (.993).
Alfonso L. Tusa C.
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