miércoles, 7 de octubre de 2015
Cincuenta años de la joya de picheo de Graciliano Parra. 15-10- 1965
Se voltea hacia atrás y aunque la visión de aquella noche en el estadio Universitario parezca borrosa, la memoria nos juega una de las suyas para hacernos pensar que solo nos separan escasa horas de aquel juego. Ese quince de octubre también jugaban Leones del Carcas versus los debutantes Cardenales de Lara en Barquisimeto e Industriales del Valencia ante los también debutantes Tigres de Aragua en Maracay.
En Magallanes, el norteamericano George Noga recibía el timón del buque y entre los refuerzos importados figuraban Mike Andrews , MarvBreeding y Owen Johnson. También vino Hilario Valdespino (quien participó aquel mismo año en la Serie Mundial ante los Dodgers de Los Ángeles, y el genial Sandy Koufax), TommieAgee, Tom McGraw; Gary Waslewski, Herman Starrette y Marcel Guilbault.
El plantel criollo permaneció casi intacto con respecto a la temporada pasada. Debido a una prolongada discusión contractual entre la gerencia deportiva del Magallanes e Isaías Chávez, el manager Noga debió recurrir a otro novato y talentoso lanzador como Graciliano Parra para abrir el juego inaugural. Inmensa responsabilidad para el joven pitcher zuliano, debía enfrentar a una alineación de un nivel muy elevado: los temibles Tiburones de La Guaira de mediados de los sesenta, Ángel Bravo lf, Luis Aparicio ss, José Cardenal cf , Jim Wynn rf, John Bateman c, José Martínez 2b, José Herrera 3b, Graciano Ravelo 1b, y Darrell Brandon lanzando las serpentinas.
Magallanes carecía de tantos pergaminos, pero no por ello jugaban con menor intensidad. Allí asomaban en la cubierta del barco aquella noche del quince de octubre: César Gutiérrez 3b, Marv Breeding 2b, Oswaldo Blanco 1b, Owen Johnson c, Mike Andrews ss, Leopoldo Tovar rf, Domingo Carrasquel lf, Víctor Colina cf, y Graciliano Parra, asumiendo el reto, se encaramó en la lomita a lanzar lo mejor de su repertorio. Quizás muchos entendidos temían que ni siquiera llegara al quinto episodio.
El desafío galvanizó en los lanzadores en las primeras siete entradas. En el segundo acto Mike Andrews conectó sencillo. Intentó avanzar hasta la antesala con imparable de Leopoldo Tovar y fue puesto out de Wynn a Herrera.
En el cuarto episodio Leopoldo Chingo Tovar corrió unos 50 metros hacia la raya del
rightfield para atrapar una línea bestial que Jim Wynn conectó en esa dirección.
En el séptimo capítulo Andrews negoció boleto. Pasó a segunda por wild pitch. Allí lo
sorprendió Darrell Brandon y fue out en corre y corre.
Abriendo el noveno episodio Luis Aparicio soltó una línea peligrosísima que iba
cantando hit hasta que Tovar se lanzó de cabeza para tomar la pelota y mantener
la magia de Graciliano.
Al completarse los nueve episodios el juego seguía igualado, La Guaira sólo había
embasado a tres hombres, dos por boleto y otro golpeado por el lanzador. Por su
parte, desde el Magallanes habían salido tres detonaciones indetenibles pero sin
mayores consecuencias ante la diligencia del pitcher Brandon.
En el décimo capítulo, Graciliano Parra continuó con su dominio sobre la toletería guairista al retirar sin muchos miramientos a Wynn y a Bateman. Sin embargo, José Martínez no aceptó entregar el último out y soltó una línea por encima de la segunda que rompió la magia del no hit - no run. Después vino José Herrera con otro imparable bueno para llevar a Martínez hasta la antesala con la carrera de terminar de estropear el magnífico trabajo monticular del lanzador occidental. A pesar de todo, el Magallanes salió de aquella amenaza de borrasca cuando el manager guaireño ordenó el doble robo pero Martínez murió en la goma para cerrar la entrada con al menos el blanqueo vigente para Graciliano. Magallanes vino a cerrar el décimo, y un sencillo de Andrews activó la sirena y la alegría
en la tribuna de la izquierda junto con la banda municipal que empezó a tocar nuevamente El Pompo, una pegajosa canción de la época con la que había animado buena parte de la noche. De inmediato el “Chingo” Tovar ejecutó un toque de sacrificio para que viniera Víctor Colina con el madero en busca de la gloria. Hasta ese momento se había ido de 3-0.
Brandon trabajó con intensidad; sin embargo, el jardinero central magallanero destapó un centelleante lineazo al jardín izquierdo para traer hasta la goma a Andrews con el recado de dejar sobre el terreno a La Guaira y comenzar la celebración de aquella victoria inaugural con el público lanzándose al terreno para llevar en hombros a Parra, Colina, Andrews y Tovar por todo el abanico del Universitario. En tal sentido, Víctor Colina relató: “Ese día me la pasé jugando bolas criollas en San Martín. Jugué tanto que cuando llegué al estadio estaba todo encandilado. El manager me dice: ‘Colina, estás jugando en el centro field’. Eso terminó de enceguecerme más. Hubo un batazo que casi se me pierde en las luces y además lanzaron un vaso de la tribuna para terminar de confundirme. Ya en el dugout comenzaban a lamentarse y hasta bataqueaban las gorras. Sin embargo, me recuperé y tomé la bola a la altura del pecho. El hit para ganar fue una línea por sobre el tercera base que Aparicio fue a buscar en el leftfield. Mike Andrews, que estaba en segunda, casi se
venía cayendo en el tropel de sus largas piernas pero finalmente pisó la goma para sentenciar el juego”. Víctor Colina recuerda ese momento desde la calidez de su hogar en abril de 2002.
Graciliano Parra conversó con Guillermo Becerra Mijares después del juego en el
dugout del Magallanes. “¿Cual es tu opinión de Owen Johnson?” “Johnson es un maestro de la receptoría. Sabe dirigir a los pitchers. Pide los lanzamientos de acuerdo a los bateadores. Además resultó un gran conductor dirigiendo a los jardineros. Tovar hizo dos formidables atrapadas para impedir los hits. En cuanto a Andrews, son cosas del béisbol. No debes olvidarte que es su primer juego en Venezuela y pudo extrañar el terreno que estaba duro de verdad”.
Sólo cuando Leopoldo Tovar hizo la segunda maravillosa atrapada para eliminar el peligroso batazo de Aparicio en el noveno inning, el joven de 20 años se convenció de que podía lanzar los 9 innings sin hits ni carreras. “Fue entonces cuando lancé con el alma para dominar a José Cardenal con aquel globo a segunda base. En ese momento sentí la mayor emoción de mi vida ante aquel inolvidable espectáculo de tanta gente aplaudiendo mi actuación”.
Graciliano Parra tendría otras dos soberbias apariciones en el morrito magallanero, ambas ante los Leones del Caracas, ambas con pizarra de 1-0. La primera el 11 de diciembre de 1966, una mañana dominical. Los Navegantes fueron visitadores en el Universitario y marcaron la carrera en el sexto inning ante Aurelio Monteagudo, Ed Stroud y Jim Hicks negociaron boletos y Luis Camaleón García descargó imparable hacia el jardín central para remolcar a Stroud. Sólo cuatro hombres se le embasaron a Parra, Ed Spiezio por boleto en el segundo tramo, Steve Demeter por sencillo en el cuarto, Owen Johnson por boleto en el séptimo y línea indetenible hacia el jardín central de Nelson Castellanos en el octavo episodio. Parra completó su labor con 4 ponches,
La segunda el 12 de noviembre de 1967 ante el propio Luis Tiant. Esta vez Magallanes fue home club y en el primer inning, luego del sencillo de Gustavo Sposito a la izquierda y su posterior out en intento de robo, y del segundo out entregado por Jesús Aristimuño, Walter Williams soltó imparable al centro. Sid O’Brien negocio boleto y un passed ball de Juan Francia adelantó a los corredores. Luego un lanzamiento wild de Tiant provocó la anotación de Williams. Graciliano permitió 3 imparables, uno de Victor Davalillo en el tercer inning, otro de Octavio Cookie Rojas en el séptimo y el último de José Tartabull en el noveno. También concedió 2 boletos y recetó 2 ponches.
Quizás estas dos actuaciones motivaron el cambio del 7 de diciembre de 1967 donde Magallanes envió al Caracas a Graciliano Parra y recibió a Aurelio Monteagudo.
Alfonso L. Tusa C.
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