lunes, 7 de marzo de 2016

Cooperstown Confidencial: Rezando por Ed Herrmann

19 de Julio de 2013. Bruce Markusen. The Hard Ball Times En el juego de hoy, un jugador como Ed Herrmann en su apogeo habría costado de 6 a 7 millones de dólares por temporada. Un catcher que bateaba a la zurda con poder por encima del promedio, buenas destrezas mascoteadoras, y la habilidad para manejar un cuerpo de lanzadores es una propiedad valiosa. Ese tipo de cátcher era my valorado a comienzos de los años ’70, y aún hoy es así. Hay más de Ed Herrmann que simplemente las destrezas por encima del promedio de un pelotero. Él es de buenas maneras y cooperativo, con disposición para hablar de sus días como jugador activo y muy feliz de recordar su período en el beisbol profesional. Reconocido por su ética de trabajo y profesionalismo, él es universalmente muy estimado por sus antíguos compañeros de equipo y oponentes, y respetado por los coaches y managers quienes trabajaron con él a través de los años. Por eso es que nadie se contenta de oir que Herrmann está batallando con el cáncer de próstata. Recientemente comenzó tratamiento de quimioterapia, en un esfuerzo por detener la expansión de la enfermedad. Algunos de sus amigos han creado una página especial de facebook llamada “Praying for Ed ‘Hoggy? Herrmann”, lo cual hace referencia al apodo con que lo conocen sus amigos. Ellos saben que Herrmann hará todo lo que pueda para aplacar la enfermedad, pero ellos también saben que él necesita un poco de ayuda, también. El nieto del antiguo pitcher grandeliga Marty Herrmann, Ed empezó su carrera profesional en 1964, la temporada final antes de que Major League Baseball instituyera su draft amateur. Al firmar como agente libre con los Bravos de Milwaukee, Herrmann apareció en 30 juegos con el equipo filial de la franquicia en la Sarasota Rookie League. Al saber que él era un prospecto y que podría ser tomado después de la temporada en el viejo draft del primer año, los Bravos intentaron un subterfugio inusual. Le indicaron a Herrmann, un bateador ambidextro para ese momento, que bateara solo a la derecha, su mano más débil. “La razón de esto era que todo mi poder era a la zurda”, le explicó Herrmann a Edgar Munzel de The Sporting News. “Yo era solo un bateador elemental a la derecha”. A pesar del obstáculo infligido por los Bravos, Herrmann bateó un respetable .286, pero sin poder. Los Medias Blancas, especialmente el scout Hollis “Sloppy” Thurston, no se dejaron marear. Thurston recordaba a Herrmann desde los días cuando lo seguía en los juegos de secundaria en San Diego. Despues de la temporada, Thurston y los Medias Blancas vieron su nombre en la lista de los jugadores de ligas menores disponibles. Por recomendación de Thurston, los patiblancos seleccionaron a Herrmann en el draft del primer año. Aunque los Medias Blancas no tenían el mismo tipo de profundidad en la receptoría que poseían los Bravos, Herrmann no se vio favorecido inmediatamente. De hecho, tuvo dificultades en el plato, no pudo batear por encima de .264 en cualquier nivel de ligas menores y mostró solo un poder moderado mientras avanzaba en el sistema de granjas de los Medias Blancas. No fue hasta 1967 que Herrmann se ganó su primer llamado a Chicago, y eso apenas fue una taza de café de dos juegos. Regresó a las ligas menores en 1968, jugóa para tres equipos en dos ligas. Bateó 12 jonrones combinados, pero su promedio de bateo y su habilidad para hacer contacto consistente continuaron en picada. Mientras los Medias Blancas tenían interrogantes acerca del bate de Herrmann, tenían pocas dudas acerca de sus destrezas como cátcher. Así que en 1969, los patiblancos convirtieron a Herrmann, quien ahora era estrictamente un bateador zurdo, en una mitad de su receptoría, al permitirle compartir la posición con el veterano Don Pavletich. Herrmann se embasó solo el 31 porciento del tiempo, pero bateó ocho jonrones en 290 turnos al bate. A la defensiva, Herrmann experimentó crecientes dificultades al manejar un cuerpo de lanzadores veteranos, al permitir 19 passed balls que lideraron la liga. Algunos de esos passed balls resultaron de tener que recibir al relevista Wilbur Wood, cuya bola de nudillos impredecible y frecuentes apariciones desde el bullpen le complicaron la vida al cátcher de 22 años de edad. Aún así, los patiblancos vieron suficiente de Herrmann para regresar con él a medio tiempo en 1970, esta vez con Duane Josephson. Herrmann floreció en su segunda temporada. Bateó .283, se embasó 35 porciento del tiempo, y largó 19 vuelacercas, esta última marca llevó su porcentaje de slugging hasta .505. Junto a Bill Freehan de los Tigres y Thurman Munson de los Yanquis, Herrmann había tomado su lugar entre la élite de los cátchers de la Liga Americana. Él no pudo mantener el ritmo de juego mostrado en 1970. El verano siguiente su promedio de bateo cayó considerablemente hasta .214. Su cuerpo se debilitó debido a una apendectomía de emergencia que le hizo perder un mes de la temporada. Extrañamente, él recibió 11 boletos intencionales, un número alto para un bateador con dificultades, lo cual era una señal de la debilidad de la parte baja de la alineación de los Medias Blancas. Herrmann bateó 11 jonrones y recibió boletos casi tan a menudo como se ponchó, pero ese no era el tipo de desempeño que el quería luego de su destacada actuación de la temporada anterior. En 1972, los pitchers mostraron aun más respeto, al bolearlo intencionalmente 19 veces, lo pusieron a liderar la Liga Americana. De nuevo, no fue tanto que Herrmann inspirara miedo a los pitchers, con tipo de ofensiva tan débil como Rich Morales y Luis Alvarado bateando detrás de él, los lanzadores le daban a Herrmann pocos lanzamientos en la zona de strike. Cuando él movió el bate, le fue mejor que en 1971. Levantó su promedio de bateo hasta .249, de nuevo alcanzó doble figura en jonrones y caminó más de lo que se ponchó. Defensivamente, Herrmann emergió como una fuerza detrás del plato. A pesar de una reputación de brazo por debajo del promedio, él sacó al 50 porciento de los robadores de bases. Al controlar el movimiento en las bases, él se convirtió en un colaborador sutil para un equipo mejorado de los Medias Blancas que retó a los Atléticos por la supremacía en el oeste de la Liga Americana. Ahora, los scouts confirmaban la reputación de Herrmann como excelso jugador defensivo. Parecía un “bloque de granito”, como fuese una vez descrito en The Sporting News, Herrmann se convirtió en un muro impenetrable para los corredores que intentaban anotar. El scout de los Tigres, Jack Tighe describió a Herrmann como el major catcher para bloquear el plato. No había que preguntarse mucho porque sus compañeros de equipo se referían a él como “Fort Herrmann”. Aún más importante, Herrmann se había especializado en recibir las pelotas de nudillo lanzadas por el as del cuerpo de lanzadores Wilbur Wood y el veterano relevista Eddie Fisher. A pesar de su alto número de passed balls a principios de los años setenta, Herrmann manejaba los lanzamientos de nudillos tan bien como cualquier cátcher de Grandes Ligas. Él se ganó el elogio más grande de ejecutivo de los Tigres e inquilino del Salón de la Fama, el receptor Rick Ferrell, quien exclamó que Herrmann era el mejor cátcher que él había visto manejando la bola de nudillos. Ferrell sabía algo de eso, al haberle recibido a cuatro lanzadores de nudillos en el mismo cuerpo de lanzadores con los Senadores de Washington. En una nota más pálida, Herrmann también se ganó una reputación como uno de los corredores más lentos. Con sus piernas gruesas y contextura de bola de boliche, él podía vencer a pocos peloteros en una carrera. (En su carrera de 11 años, él acumuló un total de cuatro triples). También desarrolló una apariencia distintiva. En contraste al rostro afeitado de sus primeros años en Chicago, se dejó crecer el bigote y una chiva, y dejó que su cabello se hiciera largo y ensortijado, lo cual lo convirtió en uno de los peloteros más reconocibles del juego. En una rareza estadística, Herrmann registró totales idénticos de jonrones y carreras empujadas (con 10 y 49 respectivamente) en 1973 y ’74. También siguió siendo un taco detrás del plato, lo cual lo ayudó a ganar su primera y única selección al Juego de las Estrella en 1974. Pero en la primavera de 1975, él entró en disputa con la gerencia al rechazar firmar el contrato que los Medias Blancas le ofrecieron y se mantuvo sin presentarse al principio del entrenamiento primaveral. La oficina principal de los Medias Blancas no lo perdonó. Con los rumores que circulaban de que un cambio lo enviaría a los Yanquis, los Medias Blancas finalmente halaron el gatillo el 1 de abril. Lo enviaron a Nueva York por un paquete de 20.000 $ y cuatro jugadores de ligas menores, lo cual suena como mucho, pero en realidad había poco talento real. Ninguno de los cuatro peloteros de ligas menores (el cátcher Terry Quinn, el primera base John Narron, el jardinero Ken Bennett, y el pitcher Fred Anyzeski) eran reconocidos como prospectos y ninguno llegó a jugar en Grandes Ligas. Los hambrientos de efectivo Medias Blancas estaban más interesados en el dinero que en los peloteros que vinieron desde los Yanquis. Varios peloteros de los Medias Blancas se molestaron visiblemente cuando supieron que el popular Herrmann había sido cambiado. En un frente, buscaban a Herrmann, el representante laboral de los peloteros, por consejo cuando se trataba de asuntos relacionados con la Asociación de Peloteros. En otro frente, los pitchers de los Medias Blancas buscaban a Herrmann para que los guiara al llamar el juego y liderar el cuerpo de lanzadores. Al salir de los Medias Blancas y unirse a los Yanquis, Herrman se convirtió en cátcher de reserva por primera vez en su carrera profesional. Ni siquiera se convirtió en el segundo cátcher, sino que fue tercero detrás de Munson y un joven Rick Dempsey. Los Yanquis usaron a Herrmann como cátcher solo ocasionalmente, optaron por darle más deberes como bateador designado. Herrmann lo hizo bien en su única temporada con los Yanquis, pero quería jugar cerca de su hogar y familia en California. Le pidió a los Yanquis que lo cambiaran; el gerente general Gabe Paul, lo envío a los Angelinos por dinero en febrero de 1976. Los Angelinos planearon un comité de veteranos detrás del plato, Herrmann y Andy Etchebarren, pero el plan no duró mucho. Herrmann bateó tan poco que los Angelinos lo negociaron casi una semana antes de la fecha límite de cambios, lo enviaron a los Astros por el cátcher Terry Humphrey y el relevista derecho Mike Barlow. Herrmann encontró su segundo aire en Houston. Aunque no bateó para nadam agenciando un OPS de .541, destacó detrás del plato. El punto más brillante de su verano llegó cuando recibió el sin hits ni carreras de Larry Dierker. Al emerger como mentor de un grupo de jóvenes pitchers de los Astros, Herrmann ayudó a lanzadores como Joaquín Andujar, Dan Larson y Bo McLaughlin a convertirse en abridores competentes. Con Herrmann guiando al cuerpo de lanzadores, los sorprendentes Astros llegaron a dos juegos de .500 durante el verano del ’76. Relegado a labores de reservista detrás de Joe Ferguson en 1977, Herrmann destacó desde la banca. Apareció en 56 juegos, bateó .291 y subió su OPS hasta .707. Mientras los Astros tenían dificultades al principio de la temporada de 1978, Herrmann se preocupaba por la actitud del equipo. No le gustaba la actitud de algunos veteranos, quienes parecían haberse acostumbrado a perder, En una entrevista con el periodista Harry Shattuck, el usualmente diplomático Herrmann dijo que no quería jugar más “en un equipo que no quiere ganar. No quiero caminar en el campo y jugar con seis tipos quienes quieren jugar y tres quienes no”. Herrmann predijo que los Astros, principalmente por su pobre enfoque mental, podrían perder 100 juegos. A la gerencia de los Astros no le gustó la rara explosión de honestidad. Pocos días después, el gerente general de los Astros, Tal Smith, vendió al veterano receptor a Montreal. Los Expos querían un respaldo que bateara a la zurda para su estrella residente, Gary Carter. Pero Herrmann jugó poco, bateó por debajo de .200, y chocó con su nuevo manager, el feroz Dick Williams. Después de la temporada, los Expos dejaron en libertad a Herrmann, así terminó su carrera de Grandes Ligas a la edad de 32 años. Luego de su retiro, Herrmann regresó a su nativo sur de California. Trabajó por un tiempo como scout para los Reales, pero su verdadero amor era entrenar y tutorear peloteros jóvenes, particularmente catchers prometedores. Luego se hizo entrenador por mucho tiempo de un equipo itinerario élite, llevó a cuatro de sus equipos a campeonatos nacionales. Fue una posición que mantuvo por casi dos décadas, hasta el diagnóstico de cáncer de próstata que lo forzó a dar un paso al costado. Desafortunadamente, yo he tenido experiencia de segunda mano con el cáncer de próstata. Esa fue la enfermedad que se llevó a mi padre en 1997. Él vivió con la enfermedad por alrededor de seis años, la batalló bien, parecía estar ganando la pelea, pero luego se fue a la edad de 79 años. Ed Herrmann es más fuerte físicamente que mi padre, y supongo que eso ayuda. Él es también más joven, solo 66 años de edad, y eso también debe ser un tipo de ventaja. Con todo el derecho, Ed debería estar entrenado ese equipo itinerario todavía, algo que ama hacer y algo en lo que destaca. Esperemos que Ed tenga esa segunda oportunidad de entrenar. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

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