miércoles, 20 de marzo de 2019
Johnny Hetki: Aquellos Juegos Maratónicos.
Hace unos días vi una película donde hay una confrontación entre dos profesores universitarios. De pronto me pareció que la frase “Una imagen dice más que mil palabras” que esgrimió la profesora de pintura no tenía tanta fuerza ante la tesis del profesor de literatura, que decía más o menos: “Las palabras son elementos evolutivos de las imágenes que originaron la comunicación gráfica, por tanto transmiten detalles imperceptibles para las imágenes”. La diatriba alcanza a los estudiantes y se establece una especie de debate que conforma el argumento de la película. Eso de alguna manera encajó en mi mente cuando al revisar la necrología beisbolera de enero de 2019 hallé que el diez de ese mes falleció Johnny Hetki, lanzador derecho de beisbol, en Parma, Ohio, USA. Por un momento pestañeé, cerré los ojos y vi la cara de mi hermano mayor mientras atesoraba un recorte de periódico amarillento con la reseña y el box score de un juego de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional.
Se trataba de un juego entre Cervecería Caracas y Navegantes del Magallanes, 14 de febrero de 1952, último juego entre esos equipos, fin de la época del estadio Cerveza Caracas de San Agustín. Por mucho tiempo intenté leer ese recorte de periódico, solo que Felipe era muy celoso con sus barajitas, revistas, pelotas y cualquier cosa que tuviera que ver con beisbol. Por más que registraba el cuarto cuando él no estaba, nunca hallaba sus atesorados objetos. Entonces una noche antes de dormir le hice tantas preguntas del recorte de periódico amarillento que terminó contándome, él ni siquiera había nacido, el recorte se lo había regalado el señor de la casa de al lado cuando lo veía sufrir con aquel Magallanes de mediados de los ’60. Aquel era un juego de trámite, Cervecería había asegurado el campeonato con una ventaja de más de diez juegos. Aún así la gran rivalidad y el sentido de responsabilidad con el público hizo que los equipos salieran al campo con sus mejores peloteros, por los Navegantes abrió Johnny Hetki, quien tenía balance de 12-6 y buscaba igualar la marca de la liga. Por Cervecería subió al montículo José Carrao Bracho con registro de 7-4.
Siempre había escuchado a Felipe recurrir a este juego para contrarrestar a sus amigos caraquistas, luego lo usaba más seguido cuando el juego empezó a cambiar gradualmente, el bateador designado, el uso de relevistas con cierta regularidad, la disminución del número de envíos permitidos por apertura, la especialización de los relevistas. Uno de los argumentos de quienes justifican este tipo de modificaciones en la “evolución” del juego reside en que el acto de lanzar una pelota de beisbol es una acción antinatural y tiende a lesionar el brazo de los pitchers. Mi hermano decía que las lesiones ocurrían principalmente porque los pitchers abusaban al intentar lanzar la recta con demasiada velocidad, o al tratar de lanzar curvas con mucho efecto. Antes no se lesionaban tanto los pitchers porque se dedicaban más a la ubicación de los envíos guardando unos patrones razonables de velocidad y efecto, eso les permitía más control, lo cual se traducía en menos lanzamientos por juego. Eso de alguna manera lo comprobaron en los últimos años Greg Maddux y Roy Halladay, quizás los últimos representantes de los pitchers con más de diez juegos completos por temporada.
Hetki nació el 12 de mayo de 1922, en Leavenworth, Kansas. Debutó en las ligas menores con marca de 16-10 para los Cardinals de Albuquerque de la Arizona-Texas League en 1941, fue escogido como pitcher del equipo de estrellas de la liga. Luego fue firmado por la organización de los Rojos de Cincinnati, antes de la temporada de 1942, entonces tuvo marca de 4-1 y 2.16 de efectividad con los Barons de Birmingham antes de unirse a los Reds de Ogden, donde tuvo marca de 13-8 y lideró la Pioneer League con 2.24 de efectividad (líder). Entonces vino un receso de dos años por su participación en la segunda guerra mundial. Al regresar al beisbol a principios de 1945, Hetki debutó en las grandes ligas con los Rojos en septiembre de ese año. Tuvo marca de 1-2 y 3.58 de efectividad en dos aperturas y tres relevos. Su temporada más productiva fue la de 1946, cuando terminó con 6-6 y 2.99 de efectividad en 32 juegos, 11 aperturas y cuatro juegos completos. Estuvo con los Rojos hasta 1950. Antes había pasado por los Chiefs de Syracuse de la International League donde tuvo marca de 16-14, terminó quinto en victorias y segundo en innings lanzados (250). Entonces fue cambiado a los Carmelitas de San Luis en octubre de 1950.
La voz de Felipe resonaba en la oscuridad aunque susurraba, parecía estar leyendo de memoria la reseña del periódico amarillento. Ese pitcher Hetki, que había contratado Don Carlos Lavaud en su afán de conseguir el tercer campeonato seguido para el Magallanes, se fajaba como los buenos, todos los lanzamientos bordaban la zona de strike, no vendía una sola pelota. Por algo había ganado 12 juegos, sin embargo, parecía que había reservado su mejor actuación para esta oportunidad. Dominaba con seguridad pasmosa a una alineación plagada de estrellas como: Clarence Hicks, Dalmiro Finol, Morris Mozzali, Wilmer Fields, Ferrell Anderson, Albino Bobb y Miguel Sanabria entre otros. Desde la trinchera contraria Carrao Bracho hacía lo propio con Ed Knoblauch, Dave Hoskins, Luis Camaleón García, Jim Pendleton, Quincey Trouppe, Chucho Ramos, Adolfredo González y Vidal López por nombrar algunos. Entonces en la apertura del séptimo episodio Fields despachó doblete, Finol lo llevó a la antesala mediante rodado al cuadro y Anderson lo remolcó con sencillo. Magallanes respondió en el cierre de esa entrada, Trouppe conectó imparable, Chucho Ramos lo imitó y luego del out de González, López trajo el empate con otro sencillo.
Hetki vistió la camiseta de los Maple Leafs de Toronto de la International League en 1951. Allí fue líder en victorias con 19 y en innings lanzados con 256. Fue subido a los Carmelitas en 1952 y en apenas tres apariciones tuvo marca de 0-1. Luego fue tomado por los Piratas de Pittsburgh en la aplicación de la regla V de 1952. Con los Piratas actuó principalmente como relevista. Tuvo balance de 3-6 en 1953 y 4-4 en 1954 cuando lideró la Liga Nacional en juegos terminados (46). En su carrera tuvo marca de 18-26, 4.39 de efectividad y 13 juegos salvados. Efectuó 23 aperturas en 214 juegos. 175 ponches, 185 boletos, 525 innings lanzados. Por otro lado en las menores tuvo balance de 101-71, 3.27 de efectividad entre 1941 y 1956.
Felipe reconocía que Hetki apenas había sido un pitcher secundario en grandes ligas, aunque siempre sacaba a relucir un juego del 27 de abril de 1947 en Crosley Field. Cincinnati ante los Piratas. Hetki versus Oestermuller. Mi hermano no aceptaba la explicación de que un juego lo puede ganar cualquiera. De inmediato recurría a los lideratos de juegos completos (11), victorias (12) y efectividad (2.72), alcanzados con el Magallanes en la temporada 1951-52; a las 13 victorias y el liderato de efectividad con el Ogden de la Pioneer League en 1941, las 16 victorias con los Chiefs de Syracuse de la International League en 1949, los lideratos en victorias (19) e innings lanzados (250) con los Maple Leafs de Toronto de la International League en 1951. Eso no podía ser tomado como algo circunstancial, el talento, el valor, la gallardía de Hetki estaban ahí, eso no lo podía negar nadie. Tampoco podrían decirle que eso ocurrió en otras ligas porque en las grandes ligas también dio muestras de su valía. El juego de Crosley Field es muestra de eso, la temporada de 1954 es muestra de eso. Pocas veces veía a Felipe perder la compostura hasta empuñar las manos y colorear del rojo más intenso sus facciones. ¿Cómo era posible que apreciara tanto a un pelotero que nunca vio, ni siquiera escuchó un juego donde el participara?
Durante los nueve innings transcurridos entre el séptimo y el décimo séptimo, mi hermano se refirió a todas las veces que había hablado de ese juego con el señor quien le había regalado el recorte de periódico. Cada vez el hombre parecía tener nuevas historias de lo que escuchó del narrador radiofónico. Pancho Pepe Croquer se sorprendía por los cambios de actitud de Hetki de acuerdo a las circunstancias. Si estaba dominando, lanzaba sin descanso, los bateadores no tenían oportunidad de salirse de la caja de bateo. Si tenía corredores en base, se tomaba ciertas pausas entre lanzamientos que a veces generaban la reclamación del árbitro.
Muchos años después, cuando nunca imaginé que Felipe recordara aquel pitcher de los juegos maratónicos, el sonido del celular me despertó una noche a eso de las 11. La voz emocionada sonó idéntica a la de aquella noche de niñez y adolescencia. “¡Sabes que encontré una pagina de beisbol en internet, se llama retrosheet y tiene todos los juegos y peloteros de grandes ligas! ¿A que no sabes cual juego encontré? Si ese mismo, el del 27 de abril de 1947. Jugada a jugada. Yo sabía que Hetki había ganado 2-1 en 12 innings. Pero ahora pude conocer en detalle la magnitud de su trabajo. En el propio primer inning se le embasaron tres corredores después de un out y tuvo la fortaleza para retirar a Gustine con elevado en foul al receptor y a Westlake con elevado al jardín central. En el tercero, cuando le marcaron la única carrera, ponchó a Hank Greenberg luego de sencillo de Ralph Kiner y boleto a Russell, entonces Gustine despachó sencillo impulsor, pero fue out en segunda de jardinero derecho, a campocorto a segunda base, enseguida Hetki ponchó a Westlake para cerrar el episodio. En el cuarto luego de retirar a Klutz y Basinski, recibió imparables de Oestermuller y Cox, pero se recompuso para ponchar a Kiner. En el séptimo Cincinnati empató mediante dobles de Haas y Lamanno. En el décimosegundo inning, Hetki dominó a Kiner con elevado a la izquierda, Russell la rodó por el campocorto, y Greenberg también elevó a la izquierda. Cincinnati ganó al marcar una rayita en el cierre de esa entrada. Imprimí las páginas de ese juego, a lo mejor no son tan valiosas para mí como el periódico amarillento, pero también valen mucho para mí, son una prueba del gran pitcher que fue Hetki”. Cuando apagué el teléfono me vino a la mente por momentos la fotografía del recorte de periódico pero no podía detallarla.
Aunque recordaba perfectamente la emoción de Felipe mientras recitaba el paso con que Hetki retiraba inning tras inning en el estadio de San Agustin, no me venía a la mente la imagen de la fotografía. La elocuencia era tal que parecía que hubiese estado presente en el estadio o hubiera escuchado el juego la noche del 14 de febrero de 1952. Conocía cada out, cada incidente de los árbitros, cada imparable, cada error. Lo que no aparecía en la reseña del periódico, el vecino se lo había contado de lo que había escuchado por radio. Felipe aminoró un poco el volumen y la intensidad de su voz cuando se refirió al décimoseptimo inning del Cervecería Caracas. Los lupulosos habían tomado la delantera mediante sencillo de Mozzalli y cuadrangular de Fields. Cuando la voz parecía apagarse Felipe brincó en la cama y subió la voz. Me asusté y me metí debajo de la almohada. Entonces casi ahogado, atragantado refirió que en el cierre de ese inning, Dave Hoskins soltó imparable y Camaleón García largó vuelacercas para igualar el marcador y darle sentido a la titánica demostración que Johnny Hetki había ejecutado desde el montículo.
Al escuchar la gesta de Hetki al resistir por 18 innings ante el campeón de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional, con gallardía, coraje y entereza hasta que el juego fue suspendido por límite de tiempo con el marcador igualado a tres carreras, fue inevitable recordar el origen de la carrera olímpica denominada maratón. Herodoto nos dice que el rey Dario de Persia desembarco una tropa de 20.000 hombres cerca de Maraton con el fin de conquistar a los griegos y castigarlos por haber ayudado a los jónicos quienes se habían rebelado contra la ley. De acuerdo al historiador romano Cornelius Nepo en el siglo I antes de Cristo, los griegos pidieron ayuda a los espartanos. Para ello utilizaron los servicios del corredor de distancias largas (hemeródromo) Filípides, quie se desplazó desde Maratón hasta Atenas para comunicar que por órdenes del general Milciades se debía solicitar ayuda a los espartanos. Herodoto no es claro acerca de si el hemeródromo que corrió desde Maratón hacia Atenas era el mismo que fue desde Atenas hasta Esparta y regresó hasta Atenas para seguir hacia Maratón o si lo relevaron. La legendaria carrera de Maratón hacia Atenas pudo haber tomado una de dos rutas, la opción más larga es del alrededor de 40 kilómetros (25 millas), mientras que la más corta es de unos 34 kilómetros (21 millas). La distancia entre Atenas y Esparta ronda los 245 kilómetros.
En la película “Imágenes y Palabras”, la pugna entre los profesores se hace cada vez más punzante e interesante, cargada de argumentos muy válidos de ambos lados que tiene un punto cumbre cuando un estudiante debe escribir un ensayo acerca de la pintura realizada por otro. En cuanto a la “evolución” del beisbol Felipe siempre dijo que para él, el verdadero juego era el de las jugadas pequeñas, el squeeze play, bateo y corrido, la bicicleta, el pitcher haciendo la asistencia detrás de tercera o del plato con lanzamientos desde los jardines, nunca lanzar en la zona de strike en cuenta de 0 y 2, nunca intentar ponchar todo el tiempo, si el pitcher tiene una buena economía de lanzamientos debe permitírsele llegar lejos en el juego. Esas son las palabras del juego, los elementos que comunican la esencia del beisbol si se suprimen, el juego cada vez parecerá más desnaturalizado, carente de sustancia, reseco de emociones. “Es desesperante ver como un manager puede traer hasta tres y cuatro relevistas en un mismo inning, eso rompe la concentración de los peloteros y la confianza de los pitchers”, fue una de las últimas reclamaciones que le escuché a Felipe mientras discutía con un partidario del nuevo beisbol.
En la temporada 1951-52, Johnny Hetki dejó marca de 12-6 en 25 juegos, 11 juegos completos, 165. 1 innings lanzados, 159 hits permitidos, 59, ponches, 37 boletos, 2.72 de efectividad.
En la 1952-53 sus números fueron: 6-6 en 27 juegos, 5 juegos completos, 124.1 innings lanzados, 132 hits permitidos, 57 ponches, 51 boletos, 3.98 de efectividad.
Los 18 innings que lanzó en aquel juego del 14 de febrero de 1952 siguen siendo la marca de LVBP.
A Johnny Hetki le sobreviven sus hijos: Betty Wheaton (David), James E. (Nancy). Nietos: Andrew Young, Jillian and Stephanie Hetki, Michael y Matthew Wheaton y Michele O' Malley. Hermanos: Helen Lorig, Anthony Hetkey.
Una de estas noches mientras recordaba como Felipe había accedido finalmente a mostrarme una vez más el recorte de periódico amarillento luego de contarme la historia del juego maratónico, forcé la memoria hasta que pude afinar el enfoque de la fotografía. Estaba Hetki cargado a hombros por los aficionados magallaneros a mitad de camino entre el montículo y el dugout. La expresión de los aficionados era tan jubilosa como si hubiesen ganado el campeonato. Hetki aparece entre sorprendido y emocionado. En su rostro hay algo de los gestos de Emil Zatopek, Abebe Bikila, Frank Shorter o Lasse Viren al cruzar la meta.
Alfonso L. Tusa C. 27 de febrero de 2019.©
Sources and Resources
Daniel Gutierrez, Efraim Álvarez, Daniel Gutierrez (h). La Enciclopedia del Beisbol en Venezuela. Liga Venezolana de Béisbol Profesional. Caracas 2006. 418 pp.
Daniel Gutiérrez, Javier González. Records Liga Venezolana de Beisbol Profesional 1946-2006. Caracas 2006. p 156.
Lloyd Johnson & Miles Wolff. The Encyclopedia of Minor League Baseball. Baseball America, Inc. Durham, North Carolina. 1997. p 324, 334, 400.
Giner García, Emil Bracho, Luis E. Sequera. 99+1. Fundación Magallanes de Carabobo. 1996. p 25, 26.
Carlos Figueroa Ruiz, Javier González. 60 Juegos Memorables en 60 años de la LVBP. Grupo Editorial Norma. Carcas 2006. p 41, 42, 43.
David E. Martin, Roger W.H. Gynn. The Olympic Marathon. Human Kinetics. 2000. P 1, 2, 3.
Retrosheet-org
Baseball.reference.com
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