sábado, 1 de febrero de 2020

Ecos cincuentenarios de aquel carnaval magallanero.

Aquel domingo primero de febrero de 1970 lo único que me apartaba por instantes de la transmisión del juego de beisbol, eran las incidencias del carnaval con agua desatado en la calle Ayacucho, desde la librería San Pablo hasta La Copita. Papá detuvo el Plymouth Century negro frente a la casa de mis abuelos en Cumaná. Tomé el radio transistor de algunos veinte centímetros de largo, embutido en una carcasa de cuero con sus respectivos orificios por donde emergían la antena, y los controles de volumen y sintonizador, además de un círculo de agujeros por donde salía el sonido de la corneta. Lo metí por debajo de la franela para evitar que alguna bombita de agua lo mojara. No quería perderme ni un detalle de aquel juego que Magallanes ganaba 2-1 en el cierre del séptimo inning. Si ganaban serían campeones. Era como una especie de repetición de lo que había ocurrido en la Serie Mundial entre los Milagrosos Mets de Nueva York y los archifavoritos Orioles de Baltimore. En el primer juego de esa final Orlando Peña maniató a la ofensiva de los Tiburones de La Guaira, mientras Gregory Sims, Jim Holt y Gonzalo Marquez castigaban al estelar Mike Hedlund (líder en efectividad de LVBP esa temporada con 0.75 si mal no recuerdo). En el segundo Don Eddy también blanqueo a La Guaira para vencer 1-0 al también estelar Larry Jaster, amparado en sencillo remolcador de Hiraldo Chico Ruiz para traer la anotación de Dámaso Blanco en el cierre del tercer episodio. _______________________________________________________________ Protesté porque cuando precisamente empezaba el cierre del noveno inning, mamá me pidió que fuese a comprar dos papeletas de pimienta en la bodega de María Castillo. Desde la entrada de la casa se escuchaban los gritos de los jugadores de carnaval. Sabía a lo que me enfrentaba, no podía dar ningún rodeo porque el carnaval con agua estaba prendido igual en todas las calles. Traté de correr lo más fuerte que pude pero igual Pedro Augusto y Ramoncito me sostuvieron en la esquina del callejón La Paz y me sumergieron con todo y radio en un tambor de agua. No me molestaba que me hubieran mojado, lo que me hizo mirarlos con fuego en los ojos fue que dejaron mudo al radio. Igual corrí con todo lo que daban mis piernas, María Castillo pasó como dos minutos preguntándome que quería, mi voz no se escuchaba, tuve que señalar las papeletas de pimienta. Entonces me aventuré a regresar por la calle Boyacá, y aprovechando que en ese momento estaban cargando los envases de agua, corrí como si me persiguieran los toros más furiosos de San Fermín. “¡Muchacho, te mandé fue a la bodega, no a darte un baño en la playa!” Mamá quiso llevarme a secar en el baño, pero yo corrí hacia la sala y encendí el radio de tubos incandescentes de mi abuela, la voz de Delio Amado León retumbaba en la corneta: “…cierre del noveno…dos outs…Magallanes tiene montada la olla para el sancocho de Tiburones,,,ahí viene el lanzamiento de Jay Ritchie y es strike cantado, los Navegantes del Magallanes son los campeones de la temporada 1969-70, luego de una larga espera de quince años.” ___________________________________________________________________ Alfonso L. Tusa C. 01 de febrero de 2020.©

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