Dentro de los restos del naufragio de la temporada 2006-2007 apareciò un pedazo de madera que siguió flotando en altamar hasta llegar a los muelles del consuelo. Oswaldo Olivares el jardinero caraqueño que llegò al Magallanes luego de una fulgurante trayectoria en el béisbol menor (lanzò un juego de 26 ponches en la categoría junior, representò a Venezuela en mundiales de béisbol juvenil a principios de los años 70) y de una disputa con Pedro Padròn Panza y los Tiburones de La Guaira por los derechos de su contrato. Ese Olivares que se roba la segunda base en la canciòn de Billo’s “Magallanes y Susana” fue exaltado a comienzos de este febrero al Salòn de la Fama del Caribe.
De inmediato viene a mi memoria el segundo juego ante las Àguilas Cibaeñas (El primero se habìa perdido 1-0) en la Serie del Caribe de 1979. Olivares pintò dos granadas en la mascota de Baudilio Dìaz para reventar en la goma las posibles carreras dominicanas. Venezuela terminò ganado 2-1 en un juego que resultò clave para la conquista del segundo cetro caribeño alcanzado desde el barco.
Tambièn brilla el tìtulo de bateo que logrò en la Liga de Carolina (A) con .370, ese mismo 1977 fue lìder en carreras anotadas (121) y hits (208). Defendiò la camiseta del Salem.
Ese mismo año en la Liga Venezolana recibiò un pelotazo en la mandíbula que lo alejò del diamante. Aunque siguió siendo un pelotero de gran valor, su ascenso meteòrico se viò afectado por este motivo.
Felicitaciones para Oswaldo Olivares, catalizador de los tìtulos magallaneros en 1976-1977 y 1978-1979.
Siempre habrà aspectos positivos donde refugiarse luego de las tragedias.
Alfonso L. Tusa C.
lunes, 12 de febrero de 2007
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