martes, 22 de julio de 2008

Gustavo Gil al Salón de la Fama del Béisbol Venezolano.

Este martes 22 de julio de 2008 el recordado camarero de los Industriales del Valencia y los Navegantes del Magallanes fue elegido por el comité histórico junto a Hector Benítez Redondo. El Comité Contemporaneo eligió a Luis Peñalver, Luis Leal y Gonzalo Márquez. Entre los árbitros fue elegido Gualberto Acosta y en la categoría Pioneros fue exaltado Oscar Prieto Ortiz.
Gustavo Gil, el Maestro de la segunda base, jugó en Grandes Ligas con los Indios de Cleveland (1967), Pilotos de Seattle (1969) y Cerveceros de Milwaukee (1970 y 1971). Dejó estos números vitalicios: 221 juegos, 468 turnos al bate, 46 carreras anotadas, 87 hits, 16 dobles, 1 jonrón, 37 empujadas, 5 bases robadas, 56 boletos, 63 ponches, .186 de promedio.
En la Liga Venezolana de Béisbol Profesional jugó con Industriales del Valencia (59-60__ 67-68), Navegantes del Magallanes (68-69__76-77) y Cardenales de Lara (77-78) sus números fueron los siguientes: 19 temporadas, 927 juegos, 3438 turnos al bate, 493 careras anotadas, 982 hits, 146 dobles, 29 triples, 7 jonrones, 301 empujadas, 426 boletos, 249 ponches, 42 bases robadas, .286 de promedio.
Sus momentos memorables en el béisbol venezolano:

17 episodios de pitcheo encendido

El 06 de enero de 1961 Julián Ladera (a) por los Pericos del Valencia y Gary Peters (b) por Rapiños forcejearon durante diecisiete episodios de competitividad e intensidad monticular. Los cultores del duelo de lanzadores disfrutaron a todo dar un enfrentamiento que pareció inclinarse a favor de los valencianos en el inning duodécimo cuando Gustavo Gil soltó doblete, Joe Altobelli la rodó por segunda y al perderla el camarero*, Gil anotaba la primera rayita del encuentro. En el cierre del capítulo Rapiños igualaba mezclando sencillo de Larry Raines con sacrificio de Joe Morgan y roletazo de Mike Roarke que hizo pifiar a Teodoro Obregón.
El desenlace llegó en el cierre del episodio decimoséptimo. Roarke inició con imparable, Peters lo forzó de pitcher a short. Ed Rakow abanicó la brisa. De aquí en adelante Ladera perdió la goma y boleó a los próximos dos bateadores y en cuenta de tres y dos* también caminó a Luis Aparicio para que Rapiños ganara 2-1. De inmediato hubo una larga reclamación de los jugadores valencianos pero esa fue la decisión final.

Doblete a Cueche

El 24 de enero de 1961 el estadio Universitario de Caracas sirvió de escenario a un ajustado partido en las instancias culminantes del torneo de aquel año entre los Pericos del Valencia y los Leones del Caracas. Era el primero de una doble tanda y como tal estaba pautado a sólo siete entradas en las cuales el zurdo Bob Miller por los Industriales se fajó a capa y espada con el “Indio” Emilio Cueche (c) en un duelo de escopeteros de esos que dejan a los aficionados pegados a los asientos.
Las aves prensoras aprovecharon uno de los pocos parpadeos de Cueche para manufacturarle la rayita que definiría aquel encuentro. El cuarto tramo fue el momento en que los pericos picotearon al león. Entonces Gustavo Gil inició la entrada con estacazo de dos bases y de seguidas Bubba Morton (d), apodado el “verdugo” por su efectividad con el madero, le descifró otro envío al lanzador oriental para remolcar a Gil hasta la goma con imparable. En el sexto capítulo la misma combinación ofensiva trató de vulnerarle nuevamente la goma a Cueche mediante sencillos consecutivos; sin embargo, esa vez el lanzador se las arregló para dominar a Joe Altobelli y a Tony Roig con elevados a los jardines.
Los melenudos amagaron seriamente en el segundo episodio. Sin embargo, Bob Miller se las ingenió para escapar del acorralamiento de los Leones. Comenzó dominando a su colega, pero Fred Koenig le conectó inatrapable, Domingo Carrasquel entregó el segundo out con elevado al campo izquierdo, Guillermo Vento detonó un petardo para mantener vivo el inning, y Manuel Mendible negoció boleto bueno para llenar el cuarto de agua. Todo estaba listo para inundar la pizarra de carreras felinas, pero Miller se recompuso para obligar a César Tovar a rodarla por la segunda para salir del apuro.
La otra oportunidad que tuvo el equipo de las “caras bonitas” de mancillar la labor de Miller ocurrió en el sexto tramo, luego que el lanzador valenciano había retirado a “paso de conga” los últimos tres capítulos. Allí Pompeyo Davalillo logró sacar un boleto, Jim Pendleton se sacrificó arrimando a Pompeyo hasta la intermedia, y de allí pasó a tercera mediante “passed ball*” del receptor Jesús Romero. Con corredor en la antesala se pensó que el empate era cosa de segundos porque el siguiente bateador era Jim King, pero nuevamente Miller apretó el brazo para acallar el madero del cuarto bate caraquista con bombo al campocorto, y luego cerrar la entrada con un ponche impresionante ante Cueche.
Bob Miller sólo aceptó 3 imparables, ponchó a un par de rivales y regaló dos boletos para dejar su balance en 12 triunfos por 5 derrotas. Por su lado, Cueche aceptó cinco incogibles, con 4 abanicados y un pasaje gratis. Su record quedó en 6-6.

Sentencia en el inning 13
El 19 de diciembre de 1963 los Leones de Caracas llegaron al “José Bernardo Pérez” para enfrentarse a los Industriales del Valencia. En el primer inning los felinos se fueron al frente con dobles de César Tovar y Don Pavletich ante Dan Neville. Los Pericos reaccionaron en el cuarto episodio con cuadrangular de Deron Johnson (e) ante Manuel González. Luego entró Sammy Ellis a relevar y desarrolló un intenso duelo de pitcheo ante Neville. En el inning trece le tendieron una emboscada a Ellis. Luis Rodríguez prendió la pachanga con sencillo. Daniel Morejón se sacrificó. Gustavo Gil metió un metrallazo al outfield y el Caracas quedó en el terreno.

Filigrana para cerrar el juego

Otra intervención importante de Gil en nuestro béisbol ocurrió el miércoles 18 de noviembre de 1969, ya enrolado en las filas de la nave magallanera. Aquella noche se enfrentaron los eternos rivales en el terreno del Estadio Universitario caraqueño. Ya al inicio el buque se vio estremecido en un mar de zarpazos caraquistas que lo puso a perder 4-0. En la primera entrada los Leones arremetieron contra Dan Morris. Víctor Davalillo dio sencillo pero fue forzado con rodado de Gonzalo Márquez a la grama corta. Sin embargo, detrás vino Rich Scheinblum y la desapareció en la noche estrellada aun cuando Clarence Gaston saltó lo más elevado que pudo pero el marcador se puso 2-0.
Aun cuando la amenaza felina continuó en el capítulo segundo, fue en el tercer inning cuando lograron carburar nuevamente para distanciarse con un cuarteto de anotaciones. César Tovar conectó incogible y robó la segunda base desde donde anotó amparado en doblete de Gene Tenace. Dave Nelson soltó otro petardo para seguir la fiesta empujando la segunda rayita del episodio. Hasta allí llegó Morris quien fue relevado por el margariteño Gilberto Marcano.
Las luces se prendieron en el barco azul tan pronto comenzó el cuarto tramo. Entonces se alzaron ante Diego Seguí. Jim Holt inició la rebelión embasándose por error de Dave Nelson. Avanzó hasta la intermedia por boleto a Gaston. Gustavo Gil destapó línea a la derecha buena para impulsar a Holt. Armando Ortiz salió con elevado a la izquierda. Esto sirvió para que Gaston se moviera a tercera en pisa y corre. Orlando Reyes soltó línea corta al centro que cayó inatrapable, permitiendo la carrera de Gaston. Como Gaston dudó al momento de venirse a la goma, Davalillo dirigió su disparo al plato, lo que aprovecharon los corredores para colarse hasta tercera y segunda respectivamente, mientras la esférica golpeaba a Gaston.
De seguidas, Víctor Colina sonó otro imparable que colocó las acciones 4-3 ya que Reyes fue detenido en la antesala. Walter Hriniak emergió por Marcano y abanicó la brisa; y Jesús Aristimuño coronó la entrada tronando un doblete rastrero a la izquierda que igualó el marcador 4-4 y sacó a Seguí del juego como corcho de limonada. Con hombres en segunda y tercera entró a relevar Urbano Lugo y Chico Ruiz no esperó mucho para despachar otro petardo que puso a ganar al Magallanes 6-4. Jim Holt continuó la cacería de leones con linietazo a la izquierda que llevó a Ruiz hasta la tercera y, al parpadear Nelson en la segunda con el tiro de Scheinblum, el cubiche siguió su camino hasta el plato para ampliar la ventaja navegante 7-4.
La cuarta entrada vio venir a lanzar a Dick Baney quien no se las vio muy bien en las primeras de cambio con los felinos. Comenzó regalándole cuatro malas a Urbano Lugo, luego Davalillo y Márquez lo castigarían con par de sencillos que pusieron el juego 7-5 mientras Davalillo anclaba en la antesala. Desde allí se engomaría con elevado de sacrificio de Scheinblum. Con Robert Cox al bate, Márquez estafó la intermedia pero el toletero abanicó la brisa. César Tovar negoció boleto. Y bateando Gene Tenace, Márquez fue sorprendido por certero disparo de Baney al camarero Gil. Sin embargo, el juego se había puesto 7-6 y se vislumbraba un forcejeo intenso por la victoria.
En el mismo quinto episodio desde la nave se encargarían de fabricar la rayita del seguro. Gustavo Gil conectó imparable, robó la segunda, pasó a la antesala mediante roletazo al cuadro y le hincó los ganchos al plato aprovechando un lanzamiento descontrolado de Lugo.
En el noveno inning, el propio Gil se encargaría de terminar de cerrarle el paso a los melenudos con una magnífica jugada tomando un candente rodado de Márquez hacia su derecha para luego girar en el aire y pintar un strike en primera.

Petardo impulsor de dos

Dos días después el manager “Patato” Pascual volvió a enviar a Danny Morris a abrir un partido en su reducto de Valencia, esta vez ante los Tiburones de La Guaira. Entonces si se fajó como los buenos con Aurelio Monteagudo y Mike Hedlund para seguir recortando la ventaja que tenían los escualos en el primer lugar del torneo.
Desde el buque arponearon al tiburón bien temprano en el tercer acto luego de haber entregado los dos primeros outs. Jim Holt consiguió pasaje gratis; Clarence Gaston sacudió incogible a la izquierda con el cual Holt se metió hasta la antesala y Gaston aprovechó que el tiro fue hasta allá para anclar en segunda. Allí mismo emergió Gustavo Gil, sonó petardo al centro, bueno para fabricar las dos rayitas que hicieron falta. Fue el único parpadeo de Monteagudo en el encuentro.
Por su parte, Morris mantenía bajo control a los litoralenses reduciéndolos a dos imparables en los primeros seis capítulos, periodo en el cual además nadie le llegó a la segunda base. Abriendo el séptimo inning, Pipo Correa soltó inatrapable y luego estafó la intermedia. Entonces vino Ángel Bravo de emergente por Robert Marcano y despachó un batazo trepidante por el bosque derecho que hizo lucir a Holt. Monteagudo dio paso a otro emergente en ese mismo episodio, para que Mike Hedlund viniera en el octavo episodio a completar 39 entradas consecutivas sin permitir carreras limpias en el torneo.
La rayita salada apareció en la entrada de recoger los bates. Luego de dos outs, Bobby Brooks pescó un envío de Morris para hacerlo volar sobre la barda del centro con lo que fue su tercer cuadrangular de la temporada. Luego Pipo Correa volvió con otro cohete, pero hasta allí boqueó el tiburón porque Roberto Romero, emergiendo por Oswaldo Troconis, fue dominado con rodado a la grama corta.

Lineazo por la raya de tercera

Otro momento glorioso para Gil ocurrió el domingo 27 de diciembre de 1970, también en el campo “José Bernardo Pérez” de Valencia. En esa ocasión se aparecieron por los alrededores las Águilas del Zulia con su carta crédito en el montículo: Bart Johnson. Del lado magallanero le entregaron las serpentinas al no menos efectivo Alan Closter (f).
Aun cuando las primeras de cambio hacían presagiar vientos huracanados que arrastraban el buque al naufragio, el personal de abordo no desmayó para regresar a disputar el encuentro a brazo partido, dando lo mejor de sí para reparar las marfiladas que le dieron una ventaja tempranera a las Águilas.
Closter comenzó tambaleante y además con poco respaldo de su defensa; sólo la falta de remolque zuliano lo mantuvo inmaculado hasta el quinto, cuando las Águilas atacaron y se fueron adelante. Elio Chacón disparó sencillo y Steve Hovley (g) tocó la bola para que todo el mundo quedase quieto debido a que Closter le metió la pelota en la espalda a Chacón en su ruta a la adulterina. Walter Williams adelantó a los corredores con toque de sacrificio. Y Carlos May empujó la de romper el celofán del plato con elevado de sacrificio al bosque central. Richard Billings recibió pasaje gratis intencional y John Donaldson la rodó por el campocorto, pero Dámaso no pudo controlar el batazo congestionándose así las almohadillas de rapaces. Otro boleto a Leo Cárdenas (h) significó la rayita que ponía el marcador 2-0.
En el siguiente episodio las Águilas volvieron a picotear. Bart Johnson entregó el primer out. Elio Chacón detonó su segundo obús de la noche y Steve Hovley tocó y logró embasarse para amenazar las ya impactadas velas del navío. Walter Williams la rodó por tercera donde Rigoberto Mendoza no la pudo dominar y la bola siguió al campo izquierdo, con lo cual Chacón se engomaba para poner las cosas 3-0.
Entonces sí parecía que todo estaba decidido en aquel enfrentamiento, puesto que Johnson estaba lanzando pelota de calidad como la mayoría de las veces que se encaramó en la lomita durante aquella campaña. No obstante, cerrando el séptimo, el mismo lanzador aguilucho se metió en dificultades al bolear a Rigoberto Mendoza y a Jim Holt. Cuando en conteo desventajoso trató de venirle por el medio a Ray Fosse el careta navegante le arrequintó un tremendo estacazo que rechinó la bola contra la pared del right center para traerse hasta el plato a los corredores mientras se estacionaba en la intermedia.
Esto explotó al prospecto de los Medias Blancas que fue relevado por Don Eddy quien dominó a Harold King con rolata por segunda que arrimó a Fosse hasta la antesala. Gustavo Gil fue obligado a rodarla por la esquina caliente para marcar el segundo out. Cuando todo parecía resuelto, apareció Richard Chiles el grumete más nuevo de la tripulación y tronó un cañonazo a la derecha para igualar el juego a tres. John Morris vino al rescate en el séptimo capítulo y no permitió mayores desafueros a las Águilas en el trío de episodios que laboró, a excepción de un sencillo de Carlos May (i) y un pasaje intencional a Leo Cárdenas, ambos en la novena casilla cuando las aves de rapiña amenazaron con irse arriba.
Del otro lado, el manager Luis Aparicio trajo a Jerry Janeski por Don Eddy en el octavo y todo salió de maravillas. Pero en el noveno se le vino el mundo encima. Fosse salió de short a primera. Harold King negoció boleto y fue sustituído por un corredor más rápido (Nelson Cañas). Entonces surgió el oportuno madero de Gustavo Gil para sentenciar a los zulianos con un cohetazo por toda la raya de la esquina caliente, bueno para traer hasta la goma la carrera del triunfo en los pies de Cañas. Era la victoria 21 del Magallanes en la temporada que lo impulsaba a ocupar el cuarto peldaño de la clasificación precisamente con escaso punto de ventaja sobre el rival de este juego.

Engarce para out 27

El jueves 21 de enero de 1971 Magallanes enfrenta a Cardenales de Lara en su nido de Barquisimeto. Es un juego de semifinal. Los pájaros rojos habían comenzado ganando el primer partido y en una serie de cinco juegos era casi obligado ganar el segundo para no quedar en una posición delicada. El estadio de la ciudad de los crepúsculos se había llenado nuevamente para ver esa segunda batalla que enfrentaría a Jorge Lauzerique por Magallanes contra Jim Shellenback por el conjunto larense.
Desde las velas navegantes estuvieron tratando de cazar al cardenal durante los tres primeros capítulos, pero Shellenback se las arregló para salir ileso de cada uno de esos amagues. Hasta que llegó la cuarta entrada, cuando Ray Fosse comenzó con imparable al left field. Entonces vino un intento de bateo y corrido con Harold King pero este falló de short a primera. Fosse aprovechó para llegar a la segunda. Shellenback lanzó la bola fuera del alcance del receptor lo cual llevó a Fosse a la antesala y Rigoberto Mendoza se apareció con un petardo entre primera y segunda, bueno para inaugurar el marcador.
Lauzerique se presentó intraficable, al punto de aceptar el primer imparable en el cuarto episodio. Luego de retirar a once bateadores en fila, Orlando Martínez consiguió descifrarle un envío. En lo sucesivo retiró las próximas dos entradas por la vía rápida también. Su único parpadeo ocurrió en el séptimo capítulo: Roger Metzger (j) abrió con metrallazo a la derecha, seguidamente Martínez se sacrí­ficó por la vía 14, y detrás vino Tommie Reynolds con un lineazo fortísimo por la raya de cal de la izquierda que se trajo a Metzger hasta la goma para igualar la partida a una carrera por lado. En total el lanzador navegante recibió sólo tres inatrapables en ocho innings y un tercio.
Este forcejeo no se mantuvo por mucho tiempo. Desde la cubierta del barco empezaron a afinar la puntería de los maderos y en el mismo comienzo de la octava casilla Dámaso Blanco no esperó mucho para encender un chispazo al centro. Gustavo Gil tomó nuevamente la manilla del curso victorioso y reventó un toletazo que Cleo James no pudo controlar en el jardín central para que la bola se fuera hasta lo más lejano del parque, convirtiéndose en triple la conexión de Gil que traía a Blanco a la goma con la ventaja azul sobre los cardenales. Jim Holt respondió con otro cañonazo para remolcar a Gil con la anotación que ponía el juego 3-1. Aun cuando Holt en su constante alarde de mística se estafaría la segunda, Shellenback se las arregló para salir de aquel episodio sin más agravios encajados.
Las aves copetudas no se resignaban a perder y en el cierre del noveno amenazaron con montar una rebelión. Después de dominar a Cleo James con rodado a las paradas cortas, Lauzerique comenzó a meterse en problemas al darle salvoconducto a Roger Metzger hasta la inicial. Como continuó dando muestras de descontrol al colocar a Orlando Martínez en dos malas, “Patato” Pascual reaccionó adecuadamente para traer a relevar a Alan Closter quien se portó a la altura logrando el segundo out mediante ponche. Aquí vino a consumir su turno el poderoso Reynolds que soltó un batazo con todas las características de un imparable, pero ahí mismo apareció el guante salvador de Gustavo Gil para engarzar la pelota y completar el out en la inicial.

Jonrón de efecto retardado

Asimismo, Gustavo Gil tuvo mucho que ver en una victoria lograda por el Magallanes el lunes 25 de enero de 1971. Era el quinto juego de la semifinal ante Lara, se jugaba en Barquisimeto con toda la presión y el ambiente de suspenso que se pudiera imaginar en un estadio repleto ante la instancia decisiva de una serie. Volvían a verse las caras los mismos lanzadores de cuatro días atrás: Jorge Lauzerique y Jim Shellenback.
Magallanes se fue adelante en el propio primer inning con una ventaja que parecía suficiente para navegar hacia la victoria sin problemas. Luego de dos outs, Jim Holt conectó sencillo al campo derecho. Ray Fosse y Harold King consiguieron pasajes gratis para congestionar las bases. Todo quedó listo para que Rigoberto Mendoza soltara un vibrante doblete que barrió las bases y poner el juego 3-0.
Los Cardenales replicaron con una carrera en el cierre de ese mismo episodio inicial. Roger Metzger tronó un triple y luego anotaría mediante error de Dámaso Blanco ante roletazo de Orlando Martínez. Tommie Reynolds bateó otro sencillo al left, José Martínez falló con elevado a la izquierda y Faustino Zabala (k) la sonó fuerte por el montículo donde Lauzerique la desvió hacia Gustavo Gil para que este lograra el out forzado en segunda, a manos de Dámaso Blanco.
Los pájaros rojos amenazaron otra vez en el tercero aprovechando dificultades de control de Lauzerique. Luego de un out, Metzger tronó obús a la izquierda. Y aun cuando Orlando Martínez recibió pelotazo, el pitcher se las arregló para obligar a Reynolds a batear por el short para doblematanza. En el capítulo siguiente, el serpentinero de la nave caminó de nuevo entre un espinero. Luego del ponche de Martínez, Faustino Zabala ligó incogible por el montículo e Irán Paz conectó un rastrero por la antesala que se hizo inmanejable para Rigoberto Mendoza por lo que quedaron plumíferos en primera y segunda.
David Concepción la metió por entre pitcher y primera pero Lauzerique agarró la bola y puso fuera al refuerzo aragüeño. Neudo Morales emergió por Shellenback y logró sacar un boleto que aumentó la altura de las llamas que amenazaban con quemar la ventaja magallanera. Sin embargo, Lauzerique volvió a apretar el brazo para despachar a Cleo James con bombo al campo derecho.
En la apertura del quinto tramo, Gustavo Gil sacó un jonrón hacia las gradas de la izquierda para recibir al relevista Mark Sheaffer. En aquel momento ese batazo sólo incrementaba la diferencia de carreras, pero luego se convirtió en la conexión clave del encuentro. Gustavo Gil me refirió en una conversación telefónica en noviembre de 2003: “En el dugout del Magallanes estaba el párroco de Valencia. Cuando llegué al banco después del jonrón el padre me colocó un rosario de pétalos de rosa que había traído del Vaticano. ‘Esto es para que des tantos jonrones como hagan falta para ganar este juego’”.
Para el sexto capítulo Lara volvió al ataque. Después del primer out, Paz y Concepción sacaron boletos gratis y en esta situación el dirigente larense (Tony Pacheco) dejó batear a su lanzador Oscar Zamora que aunque venía realizando una magnífíca labor de relevo, no era el más adecuado para terminar de exprimir a un adolorido Lauzerique que puso a Zamora en 3 y 1 para que luego el bateador se desesperara y terminara ponchándose. Todo terminó en cero cuando Harold King encontró movido a Paz en la intermedia completándose el out de short a tercera.
En la séptima entrada vino la segunda raya cardenalicia, a partir de un doblete de James combinado con sencillo de Reynolds. Y en el noveno se puso la cosa bien fea cuando, luego de un out, Metzger templó línea al centro y Orlando Martínez lo imitó con cohete a la derecha. Para terminar de complicar las acciones Lauzerique lanzó un wild que colocó el empate en segunda. Esto motivó la entrada del manager Pascual para traer a relevar a John Morris quien a pesar de no sentirse en su mejor forma vino a dejar lo mejor de sí en el montículo y así logró salir de Tommy Reynolds con rodado al short que puso el juego 4-3 en los ganchos de Metzger, y de José Martínez con otro saltarín a manos de Dámaso. Todo a punta de sliders para sellar la victoria y el pase del Magallanes a la final ante La Guaira.

Boletos de apoyo

La noche del primer día de diciembre de 1971 encontró al buque magallanero navegando por predios larenses con dos faros incandescentes iluminando su rumbo, el primero en el brazo del lanzador Alan Closter y el otro en la diligencia del camarero Gustavo Gil.
Closter se montó en la lomita y desde ahí alargó el fuego del crepúsculo barquisimetano hasta pasadas las diez de la noche, cuando completó un blanqueo de nueve entradas en las que sólo recibió trío de inatrapables. Nada más regaló un boleto, mientras ponchaba a quince contrarios a pura recta encendida. Por el Cardenales, comenzó Bill Burbach (l) ante quien el Magallanes no pudo hacer nada hasta la apertura del quinto capítulo cuando Gustavo Gil entró en circulación al negociar boleto. De seguidas, Jim Holt destapó un doblete que colocó hombres en posición anotadora. Harold King fue trabajado con mucho cuidado y finalmente le fue entregado otro pasaje gratis a la inicial, para que Iván Murrell (m) pusiera a funcionar la registradora con elevado de sacrificio a la derecha.
En el séptimo episodio, nuevamente Gustavo Gil se encargaría de convocar las voluntades para ampliar el marcador. Entonces alcanzó la primera mediante imparable al centro. Otra vez Holt la rechinaría contra la cerca para repetir con doblete que esta vez hizo anotar a Gil, aunque luego fue reventado en la tercera tratando de alargar el batazo.
El remate vendría en la entrada del cierre ante Pablo Torrealba. Dámaso Blanco arrancó las acciones con sencillo para luego llegar a segunda por jugada de selección en batazo de Rigoberto Mendoza. Gil consiguió transferencia y Holt movió a los corredores con rodado a la inicial. Harold King con infieldhit al campocorto traería la carrera que completaba la pizarra en los pies de Dámaso.

Infield hit en el decimotercer inning

Una ardorosa mañana dominical en el “Luis Aparicio El Grande” de Maracaibo, la novena del navío azul se batió a sangre y fuego contra las Águilas zulianas, con Steve Luebber (n) en la lomita. La fecha era el 19 de diciembre de 1971 y nuevamente el maestro de la intermedia se vio envuelto en la definición del triunfo.
Magallanes venía con una vela desgarrada producto de la derrota ante las mismas Águilas en el juego del día anterior con ajustado y mínimo marcador de 1-0. Entonces vinieron a demostrar que también podían saborear las mieles de la victoria y se fajaron por espacio de 13 disputados episodios. Luebber se mantuvo inmaculado por espacio de once capítulos en los que recibió 4 imparables, y otorgó 3 boletos mientras abanicaba a 13 rapaces. Parecía que esa mañana Ramón Monzant se le había metido en el cuerpo con toda su calidad monticular y aguante ante la inclemencia del sol marabino. En su rescate vino el zurdito Alan Closter quien en dos tramos de labor sólo aceptó par de inatrapables, recetando dos ponches y regalando un salvoconducto.
Del lado aguilucho Mickey Scott (ñ) se amarró los pantalones con guaral del bueno y sobre el montículo estuvo hasta el mismo episodio decimotercero cuando Gustavo Gil se le embasó mediante infieldhit por la inicial, de allí se embaló hasta la antesala con el tercer metrallazo de Jim Holt en el partido. Con hombres en primera y tercera vino Bill Kirkpatrick en auxilio de Scott pero Iván Murrell lo recibió con oportuno candelazo por encima de la segunda que rompió el empate a cero y de paso le daba el triunfo al conjunto navegante, que de esa manera se consolidaba en el primer lugar de la tabla con dos juegos de ventaja sobre sus rivales.

Impulsada para el seguro

El jueves 29 de noviembre de 1973 el buque magallanero atracó en el estadio “José Pérez Colmenares” de Maracay para batirse con todo ante los Tigres locales. Ese día vino manejando el timón James McKee (o) quien se mantuvo incólume hasta el propio noveno inning cuando fue auxiliado por Mark Weems (p). Del lado bengalí abrió Jim Willoughby (q) que se fajó como los buenos con McKee hasta el sexto capítulo. Hasta ese momento los lanzadores mantuvieron la pizarra llena de arepas.
Para el séptimo se rompió la bolsa de las naranjas que se habían repartido a diestra y siniestra en aquel duelo de pitcheo. Iván Murrell comenzó la movida con tremendo tablazo entre left y center que lo llevó hasta la segunda con un doblete. Edito Arteaga lo llevó hasta la antesala con un roletazo complicado al campocorto. Entonces el propio James McKee contribuyó con su causa, en la más genuina demostración de porqué el béisbol es mejor en su forma original: sin bateador designado y con participación de todos en todos los aspectos, ejecutando a la perfección un toque de squeeze play* para traer a Murrell con la anotación que borraba el ayuno de rayitas en el marcador.
En la siguiente oportunidad de afinar la puntería de los cañones del navío, Jim Rice (r) se la desapareció a Willoughby por lo más recóndito de la banda de la izquierda. Y para el inning de recoger los bártulos lograron hacer una más para aumentar la tranquilidad de su lanzador. Roberto Muñoz había entrado a relevar sustituyendo a Pete Lacock (s) que había emergido por el abridor aragüeño en el octavo. Luego de abanicar a Arteaga y a McKee, Bob Bailor la metió de doblete entre dos y de seguidas Gustavo Gil aportó su importante colaboración con sencillo al campo izquierdo que hizo anotar a Bailor.
Por error de Teolindo Acosta, Gil llegó hasta segunda. De algo serviría este tercer plomazo en el lomo del tigre, puesto que en el cierre de ese noveno episodio la situación se puso color de hormiga para McKee, tanto que el manager Jim Frey tuvo que traer a relevar a su hombre de confianza Mark Weems luego que Teolindo Acosta y Adrian Garret destaparan sendos cohetes a terrenos de nadie que prendieron una inusitada algazara en las tribunas. Weems, con su estilo poco ortodoxo, pero de resultados efectivos, dominó a Kurt Bevaqcua (t) con rodado a la intermedia bueno para ejecutar un dobleplay que puso la entrada a punto de mate; en la jugada Acosta recalaba en la antesala. Los Tigres lograron anotar su única carrera cuando Weems lanzó la bola lejos del alcance del receptor. Luego se repondría para lograr el último out y sellar la victoria magallanera.

Triple de Gloria

Pero el juego qué quizás ilustra mejor de qué era capaz Gustavo Gil en un campo de béisbol, es el del 23 de enero de 1970. Se jugaba el tercer juego de una semifinal a siete partidos ante los Tigres de Aragua. Los abridores no pudieron llegar hasta la fase definitoria de este disputado encuentro. Danny Morris comenzó por Magallanes y no estuvo en su mejor noche. Por su parte, Luis Peñalver abrió en la lomita felina y aun cuando se mantuvo más tiempo en el juego, no pudo resistir los arponazos lanzados desde el barco; tuvo que irse sin decisión.
Los Tigres empezaron lanzando arañazos despiadados a los tablones de la proa. En el segundo capítulo, John Bateman comenzó la embestida con doble a la izquierda. Dennis Paepke salió con elevado al centro. Jim Williams la rodó por la antesala, movimiento que aprovechó Bateman para llegar a la esquina caliente desde donde inauguraría el marcador amparado en imparable de Elio Chacón al campo derecho.
En el cuarto inning las dentelladas contra el buque arreciaron en forma de cuadrangular descomunal de Bateman por todo el jardin central. Paepke negoció cuatro malas y Jim Williams la hizo zumbar de inatrapable al centerfield, donde César Tovar cometió error que fue aprovechado por Paepke para poner las cosas 3-0 a favor de los felinos rayados.
Todos esos colmillazos no lograron apagar la totalidad de las luces en la nave y en la apertura de la quinta entrada salieron fogonazos desde varias partes de cubierta para recordarle a los bengaleses que el dolor lo puede sentir cualquiera. Gregory Sims empezó los fuegos con biangular a la derecha. Ray Fosse fue dominado con bombo en foul por primera. Jesús Aristimuño podó la grama del jardín central con sencillo bueno para colocar corredores en los ángulos exteriores. Dámaso Blanco entregó el segundo out con rastrero a la antesala. Entonces “Patato” Pascual trajo de emergente a Gonzalo Márquez por el pitcher Danny Morris y tronó un imparable al left field que encendió la fiesta en las velas del barco. Con ello, Sims y Aristimuño cruzaron la goma para poner el juego al rojo vivo.
El ataque desde la nave continuó en el sexto episodio cuando Jim Holt despachó un soberbio cuadrangular por toda la banda de la derecha para igualar el marcador 3-3. De allí en adelante se desarrolló un intenso forcejeo entre los lanzadores. Gregorio Machado se mandó con un tremendo relevo de 10 entradas en las que espació 5 imparables y no permitió que tigre alguno llegara al hogar. Por los tigres, Gary Ross reemplazó a Peñalver en el octavo y mantuvo la porfía hasta el inning 13; para el episodio 14 vino a la lomita Roberto Muñoz.
El espeluznante desenlace del partido se dio en la citada entrada 14 cuando Gregorio Machado logró embasarse y, acto seguido, vino Gustavo Gil para destapar un vibrante tripletazo a lo más profundo de los jardines que trajo hasta la goma al otro héroe de la jornada con la carrera que sellaría la victoria.

Alfonso L. Tusa C.

Fuente de los juegos: Una Temporada Mágica. Alfonso L. Tusa C. 2007.

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