Jeff Passan. Yahoo Sports
En público, Josh Beckett no reconocerá que para ayudar a los Medias Rojas a seguir con vida en la post-temporda él debe evolucionar hacia otro tipo de pitcher. Beckett tiene una lesión en el hombro izquierdo que le impide ser el pitcher que era antes. Su recta ha perdido al menos 5 millas, el cambio se está quedando arriba y la curva no tiene mordiente.
Todo esto indica que como todo gran pitcher con sus condiciones disminuidas, Beckett deberá hacer los ajustes para sobrevivir.
El dice. “No. Voy como siempre”.
Si esto fuera verdad, estaría cometiendo un error inmenso. Pero no es así. Sólo es un mecanismo de defensa de Beckett. Como las espinas de un cactus.
Desde que los Rayas lo vapulearon en el segundo juego de la serie, Beckett ha pasado bastante tiempo conversando con el manager Terry Francona y con el coach de pitcheo John Farell para ver que puede y que no puede hacer. En ese juego Beckett lanzó como si fuera un pitcher de una recta de 96 millas y se engañó creyendo que podía hacerlo.
“Un pitcher tiene un punto de referencia. Si ese punto está entre las noventa millas promedio y más allá, entonces puedes salir de dificultades con velocidad”, dijo Farell. “Ese no ha sido el caso en sus últimas dos salidas. Él está consciente de eso”.
Los Medias Rojas esperan que sea así. Porque dependiendo de cómo Beckett asuma el juego puede haber séptimo juego o vuelo de regreso a Boston.
El instinto primario de Beckett es ganar, por eso debe tratar de sintonizar la magia de anteriores post-temporadas sin su usual bolso de trucos. Los días de la Serie Mundial de 2003 con los Marlins y la Serie de Campeonato ante Cleveland en 2007 están en el pasado.
Boston sabe de aquel Beckett.
Si sólo estuviera aquí aquel Beckett.
“El no ha olvidado como competir”, dijo Francona. “Aún si va a lanzar con una recta de 92-93 millas. Él todavía es Beckett. Eso no significa que no pueda ganar. Eso no significa que no pueda dominar”.
Quizás Francona, como muchos prefiere al Beckett capaz de colocar la recta en la esquina exterior del plato con precisión de cirujano. Esa precisión es lo que hace la tarea de Beckett la más difícil.
Su problema en el segundo juego fue el control. De 22 bateadores que enfrentó sólo 10 recibieron un strike por primer lanzamiento. Siete de esos bateadores comenzaron su turno con cuenta de 2-0. Incluyendo los 3 turnos de Evan Longoria en los cuales bateó un jonrón, un sencillo impulsor y un doble impulsor.
La velocidad es lo máximo para los lanzadores de poder. Pero lo que separa a los tirapiedras de los grandes pitchers es la habilidad para usar la velocidad.
En eso debe pensar Beckett, en lanzar la pelota sobre el plato y ligar que los Rayas la fallen.
“Tenemos que hacer nuestro trabajo sin importar quien esté en el montículo, sea Josh Beckett, Sandy Koufax o Cy Young”, dijo el primera base de los Rayas Carlos Peña. “Esperamos que Beckett venga en su mejor forma”.
Traducción. Alfonso L. Tusa C.
sábado, 18 de octubre de 2008
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