Alan Schwarz. The New York Times.
Bloomfield, Conn. “Hola joven amigo”. Babe Ruth saludó a Arthur Giddon como lo hacía con todos los chicos de 13 años, aun aquellos que estaban uniformados. Giddon habló con el Bambino por un momento pero luego se fue porque tenía trabajo pendiente. Era 1922, y como recoge-bates de los Bravos de Boston, Giddon tenía que sacar los bates, pulir algunos spikes, ocuparse de las necesidades de los peloteros para el juego de aquella tarde en Braves Field.
Ochenta y siete años después, este sábado 25 de abril de 2009, Giddon regresará a su trabajo, ahora con sus queridos Medias Rojas, como regalo especial de su cumpleaños 100, será el recoge-bates honorario del equipo antes del juego contra los Yanquis. Las mismas manos que le entregaron bates a Billy Southworth y suavizaron el guante de Rube Marquard harán lo mismo para Jon Lester y Kevin Youkilis.
Ahora, como recoge-bates de los Medias Rojas: Número 100, Big Pappy.
“Voy a hacer cualquier cosa que me pidan, como cualquier buen recogebates”, dijo Giddon en su casa de Bloomfield, un suburbio de Hartford, antes de referirse al abridor de la alineación de los Medias Rojas, Jacoby Ellsbury. “Espero que después que Ellsbury batee el primer hit pueda salir y agarrar su bate, pero pienso que no me van a permitir hacer eso”.
De seguro, razones de seguridad evitarán que Giddon, aunque deseoso y voluntarioso, actue como recoge-bates en el juego. Pero los Medias Rojas y el manager Terry Francona están encantados de tenerlo como recoge-bates en la práctica de bateo.
“El béisbol es una celebración de generaciones, de hacer que se reunan personas de distintas edades”, dijo Susan Goodenow, la vice-presidenta de asuntos públicos del equipo. “La diligencia de traer a alguien con una historia en el juego, es una experiencia única, es grandiosa”.
Hasta Youkilis está emocionado. “Es maravilloso”, dijo cuando le preguntaron por el visitante especial del sábado. “Los muchachos del clubhouse siempre tienen buenas historias. Muchas veces se obtienen las mejores anécdotas de los recoge-bates”.
En realidad Giddon cumplirá 100 años el domingo, pero como tendrá una fiesta ese día en Connecticut, los Medias Rojas decidieron agasajarlo un día antes. Junto a esos bates, Giddon traerá una época totalmente diferente del béisbol en Boston que se desarrolló a una milla de distancia en el viejo Braves Field.
Abram, el padre de Giddon, trabajaba en el negocio de los caballos, pero Arthur estaba más interesado en el béisbol. Después de asistir a clases en Brookline’s Edward Devotion Grammar School, caminaba 10 minutos por la carretera Naples hasta el cruce de la Commonwealth Avenue con Babcock Street, donde estaba el hogar de los Bravos.
“Podías entrar si llegabas temprano”, recordó Giddon. “Llegué a conocer los hombres que trabajaban en el clubhouse. Le hacía mandados a los peloteros, conseguí trabajo recogiendo botellas y metiendolas en una gavera. Un día me preguntaron si quería ser recoge-bates y les respondí que sí”.
Uno de los trabajos de Giddon era entregarle las pelotas a los árbitros, no directamente, él las dejaba en una caja enterrada en el suelo de donde las tomaban los árbitros. También recibía los lanzamientos de los infielders en la práctica de bateo.
“Algunas veces hasta salí al campo con un guante”, dijo. “Si no fueran tan altos lo hubiera hecho bien”.
Los Bravos de 1922 y 1923 eran equipos muy malos. Tuvieron records de 54-100 y 53-100, nunca terminaron más allá del séptimo lugar. Pero lo jugadores le tomaron cariño a Giddon, particularmente el primera base Walter Holke. El vivía en Brookline durante la temporada y a menudo regresaba a casa con Arthur, un día hasta le enseñó como hacer un papagayo.
“Cuando nacieron mis nietos, gracias a Walter supe hacerles un papagayo”, dijo Giddon.
Todas las estrellas de la Liga Nacional llegaban a la ciudad, Roger Hornsby, el bateador de .401 de San Luis, el as de los Cachorros Grover Cleveland Alexander, y el manager de los Gigantes John McGraw. Y un día de 1922 Giddon conoció a dos prominentes figuras del béisbol a la vez: Babe Ruth y el nuevo comisionado del béisbol, el juez Kenesaw Mountain Landis.
¿Qué hacía Ruth, entonces con los Yanquis de la Liga Americana, en el Braves Field? Giddon no está seguro, pero la presencia de Ruth allí junto a Landis hace pensar que eso ocurrió en las primeras 6 semanas de 1922, cuando Landis lo había suspendido por conducta indebida el octubre anterior. Giddon terminó hablando más con Landis.
“Él me dijo, ‘¿Qué vas a hacer cuando crezcas?’” , dijo Giddon. “No supe que decirle, ni siquiera estaba en la secundaria. Pero me dijo ‘Tienes que ser abogado’, él había sido juez”.
Giddon siguió el consejo. Dejó de ser el recoge-bates de los Bravos después de 1923. Después asistió a la escuela de leyes de Harvard y se convirtió en un exitoso abogado de Hartford. Se retiró en 1985. Hace poco se mudó a un centro de vida asistida con su esposa de 61 años, Harriet, quién durante la entrevista se detuvo un momento en la sala y dijo, “Oh, los Medias Rojas! Esa es la mejor vitamina para él”.
Giddon sigue a sus Medias Rojas con avidez, a pesar de sus problemas de visión que lo dejan entrecerrando los ojos aún ante su televisor de alta resolución. “Pero puedo decir que David Ortiz batea después de Dustin Pedroia”, dijo con orgullo. “Y sé que Kevin Youkilis es calvo”. En ese momento se levantó y emuló el estilo de bateo de Youkilis.
El sábado, Giddon le entregará los bates a Youkilis y el resto de los Medias Rojas, como lo hacía con Holke y otros jugadores de Boston hace casi 9 décadas. Los Medias Rojas se enteraron por amigos mutuos del cumpleaños 100 de Giddon y lo invitaron a celebrarlo con ellos. Su hija le hizo un uniforme con el número 100 y claro “Big Pappy” en la espalda.
“Estoy muy contento”, dijo Giddon. “Y lo estaré más si me dan una pelota firmada por todo el equipo, incluyendo al recoge-bates. Tal vez él viva 100 años también”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
viernes, 24 de abril de 2009
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